Partida Rol por web

[SA] Astquelion - crónica I [KDD 2020]

1.1. Prólogo Benaldamat

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17/01/2015, 13:06
Director

-¡¡NAAARR-SÛÛL!!

Benaldamat abrió los ojos. Tardó un poco en asimilar dónde se encontraba. El grito desgarrador de su visión seguía resonando en su cabeza. Benaldamat estaba en la Ciudadela Real de Fornost. En el edificio de Heren Cenorion, los Videntes Reales de Arthedain. Ya había estado aquí antes, con el vidente corrupto Artadel. El Guardián del Norte se puso de pie. El largo viaje del último año le había cambiado. El camino recorrido, tanto exterior como interior.

Su mente aún recordaba las batallas vividas, las victorias y las derrotas. El dolor y la alegría. Las heridas sufridas, y las curadas. Tanto en este mundo como en el reino de Irmo. Más de una vida de sucesos en tan poco tiempo podía cambiar a las personas. No a Benaldamat. Había nacido para andar el Olortië, el Sendero de las Visiones.

De momento, sus pensamientos en el reino de Irmo los acaparaba una imagen. Un sonido. El grito de guerra de Thelran cuando éste se quedó atrás en Annúminas. Su valor. Todo formaba parte de los designios de Irmo, y los sueños que se repiten traían un mensaje inequívoco. La Logia le convocaba de vuelto al Norte. Pero el maestro Nestador tendría que esperar. Benaldamat necesitaba un poco de tiempo. Para asimilarlo todo, y para poder llevar consigo el recuerdo de todos. Los que sobrevivieron. Y los que no. Su Canción estaría compuesta por las voces de todos ellos. Además, necesitaba ver a Enila. Ella podía ser la razón que le mantenía aún en Arnor.

Ar úlamanen
Lossenúr erumessen
Canë i tári1

Le esperaban largas horas de reuniones con los videntes. Era necesario retomar el lazo que una vez hubo entre Heren Cenorion y la Logia del Despertar. Les tenía que comentar su idea de Enila. Ella podría ser la clave para tratar de enmendar el daño hecho por Artadel y los demás conspiradores. Muchas vidas se perdieron. Muchos amigos que se quedaron por el camino. Muchos recuerdos. Ahora convertidos en runas de dolor en su klavir. Benaldamat sacó la espada de la funda. No había tenido que entregarla al entrar en el edificio. Una muestra de respeto y comprensión, pero a la vez algo insólito. Y más en estos tiempos donde aún quedaban restos de la conspiración que se había infiltrado en casi todos los niveles de la política de Arthedain.

Desde que habían regresado a Fornost, no habían salido de la Ciudadela real. Unas reuniones más. Un día. Quizá dos. Pero la hora se aproximaba. La hora de partir. Hora de despedirse de los compañeros. Benaldamat no estaba seguro de si era un “adiós”, o un “hasta volvernos a ver”. Pero sin duda era un “hasta siempre”. De eso no había duda. Resonaba en su ser el aprecio y el afecto hacia los que le habían acompañado en el Sendero. Ya para siempre formaban parte de su vida, de su legado. De su Canción. Las voces de todos. El tesón y la fuerza del enano Angenkurth. La sabiduría y fe de Dashiz. El poder y la ambición de Durandar.  Las voces de Alerian, de Rashat… La templanza y el juicio de Anatir. La furia de Nurg. Rad. Incluso Malaakh. Muchos recuerdos de un viaje que comenzó Benaldamat siendo un joven aprendiz engañado y traicionado. Solo y perdido. Huyendo con la pequeña Enila. Una casualidad, o la mano de Irmo, fue lo que hizo que aquel día su camino se cruzara con Thelran. El Lobo Blanco. Nimdraug.

Con todo lo vivido, Benaldamat comprendía por fin lo difícil que le resultó a Thelran todo. Desde la primera noche en Bree, donde conoció a Durandar y decidieron partir al este… Thelran había luchado sin tregua durante largos años. Una lucha contra el enemigo, y también contra la sombra alargada de otro montaraz. Después de largos viajes por Rhovanion, el Mar Interior, la Tierra Negra y Gondor, ya al final de todo, Benaldamat conoció al mito, convertido en leyenda. Haldamir. El Lobo Negro. El tío de Thelran. Y solamente ahora, con la pérdida de ambos, Benaldamat pudo por fin comprender a su amigo. A su hermano. Después de largos años luchando desde la sombra, ya que le habían vetado su ingreso en el Faradrim Aran, lo que para el montaraz era lo más parecido a la Logia, por fin había conseguido vencer a los fantasmas de su pasado, y de su familia. Y entonces, la situación de Benaldamat le puso en una nueva encrucijada. Tomó una decisión. Confió en Benaldamat. Cuando nadie más lo hizo. Lo arriesgó todo por un desconocido. Lo que le supuso tener que salir de nuevo de los Faradrim Aran, e incluso enfrentarse a ellos.

El destino de los hombres como Thelran, o como Haldamir, les llevaba a elegir un camino difícil y a menudo solitario e incomprendido. Una lucha sin tregua, incluso cuando todo estaba en contra. Y así fue como Thelran eligió compartir el camino de Benaldamat en Bree. Y volvió a hacerlo para encontrarse con el grupo tras la muerte de Angenkurth. Y en el templo del Mar Interior. Incluso en Carach Angren, en la fortaleza de Gorgoroth. Levantarse una y otra vez de los golpes recibidos. Nunca ceder. Nunca rendirse. Luchar cuando todo estaba perdido. Hasta el final.

-¡¡NAAR-SÛÛL!!

La imagen de las rejas de hierro cerrándose en las profundidades de Annúminas se repetía en los sueños de Benaldamat. Al otro lado, Thelran junto a Haldamir. Juntos de nuevo. Por última vez. Separados de Benaldamat. Para siempre.

Benadamat miró su espada. Las runas. Y lo supo. Supo que la siguiente runa de su alfanje iba a ser…

Notas de juego

1Y entre el silencio; De los Yermos Cubiertos de nieve; La Reina Llama

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25/01/2015, 01:43
Benaldamat

Benaldamat yacía agotado en el suelo de la forja, extenuado, con su clavir sobre sus piernas pendiente de que el último símbolo sea grabado en su hoja. El grito de guerra de Nimdraug resuena en la cabeza del guerrero onírico, del hijo de Yavanna.

Te buscaré hasta en los pozos de Utumno si fuera necesario, amigo. Benaldamat repite las palabras que otrora dijera a su amigo. Las lágrimas de Morwen acuden a su mente. Pero esta historia no puede acabar así. 

Benaldamat siente la llamada de la logia, pero el momento de volver aún no ha llegado, pero está próximo. Debe volver a Sil Aüresse, debe volver a ver a Enila, debe encontrar a Thelran...

Como si el peso de cientos de años se le hubiesen cargado encima, se ciñe la klavir al cinto y se dirige a despedirse de sus amigos. El momento de separarse ha llegado, y allí a donde Benaldamat a de ir, ellos no pueden seguirle. Esta parte del camino, le toca empezarla solo, como en otro momento, una noche helada inició el verdadero camino de la mano de Enila. Y cada paso que dió en aquellas horas le acercaron a Thelran.

Necesita ver Enila, tenerla cerca y volver a empezar a dar los primeros pasos para encontrar a su amigo...

Con paso vacilante, busca a Hrom y le pide que reuna a todo el grupo en dos horas. Hrom mira a los ojos al guerrero curtido en mil batallas, y ve el cansancio en sus ojos, pero también ve el fuego de la fé. Hrom entiende que el guerrero debe seguir su camino. Le estrecha la mano y sale en busca del grupo de amigos para que acudan a la convocatoria del hijo de Yavanna e Irmo.

El Guerrero Onírico empieza un nuevo camino, un camino que le llevará de vuelta al Norte...

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25/01/2015, 09:07
Director

Notas de juego

Buen post :)

Hazme una tirada 1d100 de inscripción por favor.
 

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27/01/2015, 21:22
Benaldamat
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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27/01/2015, 21:24
Benaldamat
- Tiradas (1)

Notas de juego

Joder, esto es peor que el Open...

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27/01/2015, 21:35
Director

Notas de juego

Has hecho dos tiradas, la primera es la que vale (33). Al ser un símbolo tan importante, de momento tienes una idea de cómo hacerla pero necesitas tiempo y buenas herramientas. Ya son inscripciones cada vez más complejas. Quizá en la forja de los enanos que había en Sil Auressë

:)

Lleva cuidado con quién postea, tienes que elegir entre Ben y Hrom en cada post