Partida Rol por web

Entro en el barco y me acerco a Harald y le digo -Si mi señor te ofrece ayuda aquí tienes un aliado pero antes dime ¿Que ha causado semejante daño a esta embarcación? Como comprenderás necesitamos saber si estas aguas son peligrosas.- 

hago una tirada de empatía para saber como se siente y si me miente. 

Yngrar hacia caso omiso a la conversación que tenían sus compañeros con aquel desdichado. Enfocaba todos sus sentidos en el agua, cualquier movimiento lo alertaba. Tanto tiempo sin combatir hacían que este momento se sintiese como un hambriento que espera a quien le alimenta.

Cuanto mas tiempo estén hablando con ese hombre, más tiempo tendrá el ser de aparecer para poder combatirlo. pensó Yngrar para sí mismo.

Osvif miró al barco y sentenció rápidamente.

-Básicamente hay que tapar esa vía y devolver la verga a su sitio. Unas pocas maromas y algo de madera solucionaran la situación.

Una vez más, el viejo marinero comenzó a bramar.

-!!VAMOS¡¡ !!YA HABÉIS OÍDO¡¡ !!AYUDAD AL CAMARADA¡¡

Al oír al hijo de su señor y a su capitán varios miembros de la tripulación reaccionan entrando en el barco del hombre llevando consigo maderos, clavos y herramienta. Poniéndose a trabajar en la reparación de la nave. 

Harald mira al joven Vlödy 

-Muchas gracias por la ayuda

Mira a Hunkel y le responde

-Tal y como están actuando tus compañeros me vale, como dijo vuestro styrimadr; un poco de madera y unas maromas serán suficientes para que llegue al próximo puerto y repare mi barco.

Parece que le cuesta dirigirse de ese modo a alguien. Las palabras se le atragantan en su boca. Sus fríos ojos se detienen en Ivar y en Otrygg con una severa expresión.

-Creedme que el cometer impiedad no es mi objetivo... no. Es más, si estoy en este lío es por seguir los dictados de los dioses. Normalmente no cuento ésto... pero no puedo callarme ante quién me está asistiendo en mi peor momento. 

Su tono de voz cambia y su rostro se tensa como si le costara mucho hablar.

-Yo vivía apaciblemente en mi aldea, dedicándome a la pesca, cuando un buen día la bestia apareció. Un gigantesco monstruo blanco. Su apariencia es el de una ballena, pero os aseguro que no tiene nada de mundano. Nuestro jarl envió a todos los barcos de la aldea tras ella, le pudo su deseo de gloria y fama. Se imaginaba como el gran héroe que acabaría con la bestia. Pero ese monstruo destruyó toda nuestra flota, un langskip y tres snekkjar... incluido en el que iba yo. 

Sus ojos se cierran y traga saliva, se estremece. El solo recuerdo le está haciendo revivir lo que pasó aquel día.

-¿Por qué se que no ofendo a los dioses? Mientras me sumergía y veía a ese monstruo provocar remolinos para llevarnos al fondo el mundo se iba apagando poco a poco. Me faltaba el aire, pero no podía subir por mucho que lo intentara. Entonces pasó. Njord me habló, oí al mar transmitir su voluntad. Me dijo que desde ese momento mi misión en la vida sería acabar con la bestia que hendía sus mares, que asesinaba y mataba por placer, que acababa con todas las criaturas. Y entonces, sin saber como, desperté tendido en la playa, no muy lejos de mi aldea... Y así llevo tres años persiguiendo al ser.

Tragó otra vez y volvió a hablar.

-Hace tres días que encontramos al ser y el ha jugado con nosotros como ha querido. Mi nave es de las más rápidas de los mares, pero no es capaz de alcanzar a la bestia... Y ese cabrón lo sabe. Así que nos ha cansado hasta que anoche paró y se puso a tiro de nuestros arpones... Pensé que esta vez sería la buena... !!AAAAHH MALDITO SER¡¡. Se revolvió, llamo a la tormenta y los fue aniquilando. Ha matado a todos mis hombres y me ha dejado con vida para reírse de mi. Pero llegará mi momento. Lo se. Es mi destino.

Cuando Harald acaba de contar su historia veis como Helmi se queda lívida como una muerta, sus ojos se ponen en blanco y se desmaya sobre la cubierta del barco entre espasmos y murmullos inconexos.

Helmi se encuentra en una barca en medio del mar. Frente a ella sentados en el banco un lobo enorme otea el horizonte en posición agresiva, un gallo negro con la cresta roja y un león marino con terribles cicatrices por su cara. El bote se mueve solo impulsado por el viento que os viene de espaldas. Entonces el viento para de repente y el león marino salta de la barca como si buscara algo. Los tres que quedáis os acercáis a la borda para ver como una enorme mancha blanca se va haciendo cada vez más grande debajo de vosotros hasta que sientes como el bote salta por los aires y después de un corto instante caéis al agua. 

En el agua ves un enorme manchón blanco que se mueve hacia vosotros. El león marino está a vuestro lado esperando su embestida. Oyes una voz profunda en tu cabeza, te transmite sabiduría y quietud, te inunda con una gran paz.

-Sin vosotros nunca lo logrará, sin él nunca sobreviviríais.

El manchón blanco va haciéndose cada vez más grande y se define una gran boca que se abre mostrando una gran hilera de dientes capaz de tragarse medio snekjar de un bocado. El lobo corre en el agua, como si no estuviera sumergido en ella, y se lanza junto con el gallo a por el ser. El león marino no espera mucho par ir tras ellos. La enorme boca os engulle haciéndose la oscuridad. La voz vuelve a hablar.

-Solo los cuatro podréis conseguirlo... 

Las palabras del marinero son totalmente sinceras. Es más, tras tu escrutinio ves como no es alguien que pudiese mentir aunque quisiera. Es ese tipo de personas llanas y viscerales como lo pueden ser tu compañero Ivar.

Algo dentro de mi se tranquiliza a percibir que las palabras de Harald son totalmente sinceras, lo noto en su mirada. De repente oigo un ruido. Salgo corriendo al ver a Helmi y la recojo entre mis brazos para cesar los espasmos y evitar que se hiera al chocar con algo. Acerco mi oído a su boca y le digo -Tranquila Helmi, concéntrate ¿Que mensaje nos mandan los dioses a través de ti?- Al mismo tiempo hago gestos con el brazo para que cuando termine de hablar me ayuden a llevarla a nuestro barco para que repose.

En mi amplia sonrisa de satisfacción se muestra cómo me alegro de ver a nuestros hombres reparando el barco de Harald. Su historia me sorprende y me fascina. -Valeroso Harald, bendito por Njord, te pido disculpas por las formas de mis hombres, comprende que no estamos tan acostumbrados a la alta mar como tú y para nosotros toda precaución en estas aguas es poca. Ojalá tuviera dos vidas, dedicaría una de ellas a acompañarte y cazar contigo a semejante bestia, se narraría nuestra epopeya hasta en los mismos salones del Valhöll. Sin embargo una tarea de gran relevancia nos mueve, y una gran responsabilidad para con los nuestros nos impide perder más tiempo del necesario para salvaguardar la vida del héroe de los mares. Una vez acabada la reparación deberemos continuar. Avisados quedamos, y algo me dice que nos toparemos con la bestia... inevitablemente. Que Njord nos guarde aprecio por socorrerte... -esto último lo digo un poco más bajo, aunque de modo que se me oiga igualmente también me lo digo a mí mismo.

Cuando veo a Helmi desvanecerse voy raudo a ella, preocupado. Me dirijo a posarla suavemente en mi regazo pero veo como Vigfus hace lo propio antes que yo, le dedico un gesto de aprobación y grito a los marinos: -¡UN CUBO DE AGUA, VAMOS! -entonces me arrodillo también y le digo suavemente a la scalda: -Vamos Helmi, vamos bonita, tú puedes... -presto atención a sus murmullos y no utilizo el agua con ella a no ser que siga sin decir nada sin sentido.

Mientras reparan la embarcación del desconocido a órdenes de Ösvif y del jarl, sigo mirando con cierto pudor el resto del navío. Aquí ha pasado algo y no tiene nada que ver con otros humanos. El náufrago cuenta su historia a la cual atiendo entre mis pensamientos pero no digo nada ya se encargarán de ello los más diplomáticos.

"Lyngbakr, Lyngbakr, Lyngbakr..." resuena una y otra vez en mi cabeza.

Entonces es cuando un fuerte mareo sacude mi cabeza haciendo que desfallezca teniendo una clara visión de lo que nos va a suceder o quizá los dioses quieran que evitemos.

Mientras que sigo inconsciente los que se acercan pueden escuchar como digo entre balbuceos alguna cosa...

-Sin vosotros nunca lo logrará, sin él nunca sobreviviríais.

-Solo los cuatro podréis conseguirlo... 

Al rato, aunque para mí parece un largo camino, me despierto entre los brazos de Vigfus y al lado del joven jarl. Poso mi mano en su cara y sonrío mientras empiezo a susurrar...

-En el mar he estado con el lobo, el gallo y el león marino. El primero fiero y curioso, el segundo negro como la noche y orgulloso, el último lleno de cicatrices que le dan sabiduría.- trago saliva e incorporo mi cuerpo haciendo ver que puedo sostenerme por mi misma. Continuo...

-Con el cese del viento mi amigo el león marino se lanza al mar, busca algo ¿pero el qué? Poco a poco lo comprendo busca a la gran ballena, inmensa y blanca que resurge del mar a nuestros pies. Todos saltamos por los aires cayendo al agua inevitablemente.- pongo ojos de terror, como si lo visto fuese una de las peores pesadillas.

-El león marino me llena de sabiduría y quietud, creo que quiere que confiemos en el naufrago.- digo teniendo otra teoría en mi cabeza mucho más loca. -Cada vez más grande, una gran boca que se abre mostrando una gran hilera de dientes capaz de tragarse medio snekjar de un bocado. Mi amigo el lobo corre por encima del agua y se lanza junto con el gallo a por el ser. El león marino no espera mucho par ir tras ellos. La enorme boca nos engulle haciéndose la oscuridad.

Solo los cuatro podemos conseguirlo...

Termino mi historia cantada, mi visión soñada. -Los dioses quieren que actuemos pero... ¿a favor de quién?- dejo caer a los presentes.

Cuando Harald Haraldson contaba su historia no tardó Ivar en correr en dirección a la borda para comprobar que el protagonista del terror de aquella historia habría aparecido repentinamente como escuchando una invocación.

-Por Odín...- Susurró de manera piadosa el otrora rudo norteño Albertson cuando se dio cuenta las convulsiones de la joven, ésta habló y sus palabras presagiaban pocas cosas buenas. Sin embargo él era lo suficientemente devoto para no hacer oídos sordos a las mismas:

-Mujer... ¡Habla! -Exclamó demandando explicaciones- ¡Qué cuatro! ¡¿Sobrevivirán cuatro a esta aventura?!. -El número era lo que más le preocupaba, y dudaba que únicamente cuatro serían capaces de dar caza a aquella bestia donde antes muchos más hombres habían fracasado.

Cuando Helmi habla la escucho con suma atención y preocupación, y me quedo pensativo tras su explicación. Entonces oigo a Ivar, y acto seguido le digo: -Ivar, ya he tenido que pedir antes disculpas por vuestras palabras, entiende que hace lo que puede y ten paciencia. -entonces sigo reflexionando y añado hacia nadie en particular: -Cuatro... quizá sea una forma de hablar, no un número exacto. El lobo, el gallo, el león, y Helmi... que quizá nos representa a toda la tripulación. Quizá el lobo sea Osvif, quizá el león marino sea Harald, quizá nos falte alguien más por conocer... Quizá el león marino sea Osvif por su experiencia y el lobo sea Harald, o quizá nos queden otras dos personas a las que aliarnos y Harald, el primero, sea el lobo... En todo caso, me parece obvio que deberemos llevar a Harald con nosotros. ¿Estáis de acuerdo, no?

Yngrar se estaba empezando a aburrir, por lo que dejó libre su oido para escuchar la historia de la scalda. Yngrar no era el mas inteligente ni el mas sabio del grupo, eso por descontado, pero sus pocas neuronas hicieron conexión en ese momento.

-Mi señor, ¿no podría ser que yo fuese el lobo, debido a mis pieles, Ivar sea el gallo, orgulloso como ha demostrado y Harald, el león marino lleno de cicatrices, como su rostro?

-O bien podríamos masacrarnos entre nosotros hasta que solo queden cuatro- exclamó el Hirdman un tanto molesto pues lo daban a él por muerto y a muchos más. -Realmente prefiero esa versión, y creo que todos los marineros a los que están sentenciando a muerte, definitivamente preferirán una versión donde sobrevivían- y es que realmente era tonto exclamar esas teorías cuando había mucha gente alrededor a la que estaban sentenciando a muerte si continuaba con la aventura. El mismo habría dado la vuelta de no ser porque estaba en el mar y porque había un juramento que cumplir.

La visión por si misma le daba igual, si no era clara no había mucho que pensar, cuando ocurriese la entenderían, y quizá aun entonces no la entenderían por completo. ¿Por qué molestarse entonces? Lo único claro de momento era que había que ayudar al lunático del barco a la deriva, aunque, mientras no le diesen la orden, él no tenía nada que le motivase a ayudarle.

Miro con furia a Ivar. Ha osado dirigirse a mí con cierto tono despectivo e inquisitivo y eso no se lo permito a nadie. Pero control Helmi, control.
-El lobo, el gallo, el león marino y otra persona la cual ha querido que tenga la visión. Estoy de acuerdo con nuestro líder, debemos encontrarles. Harald debe ser el león marino ya que tiene cicatrices y en el mar es un hombre sabio. Y no sé porqué pero creo que quien me mandó la visión podría ser nuestro destino.

Harald abrió mucho los ojos al escuchar a la eskalda. Cuando terminó de escuchar a todos los presentes habló.

-¿Como era esa voz que os hablaba? ¿Profunda? ¿Os transmitió paz y sabiduría decís? Sin duda quien os ha hablado es Njord, tal y como lo hizo conmigo. 

Miró al guerrero feral examinándole profundamente.

-Creo que tenéis razón. Por lo menos en lo que se refiere a ti. Lo que puede haber hecho es enviar imágenes de nuestros espíritus guías. Yo me he visto en las visiones que me manda como un león marino. Y un lobo grande... pues tú.- Miró a Helmi interesado- No se por que no habéis aparecido como un animal en la visión... quizá por las aptitudes especiales de vuestra alma...

Mira al resto del grupo y especialmente a Vlödy.

-No creo que Njord quiera que vaya con vosotros, ni que abandonéis todos vuestra misión. Pero si ha dicho que solo lo conseguiré con cuatro de vosotros os ruego que esos cuatro me acompañéis.- mira a Vlödy con profundidad- Entiendo que tenéis vuestros asuntos, y que no os gustará perder a tres de vuestros compañeros. Pero ¿Quienes somos nosotros para contrariar a los dioses? Además, a pesar de esa perdida, seguís yendo bien acompañado...

Contrariado, me giro repentinamente hacia Harald con el ceño fruncido. -¡¿Estás de guasa?! -me acerco a él con claro enfado, pero tras acercarme miro hacia otro lado, respiro hondo, me masajeo el ceño y tras un instante de calma continúo, menos furioso: -Veamos... si no me equivoco Helmi está aquí por voluntad propia, así que no me debe una obediencia tal que me otorgue el derecho de decidir por ella en esta cuestión tan importante. Aun así, Helmi, te pido que tengas en cuenta que eres la única scalda a bordo, y tu presencia ha sido voluntad de mi padre, nuestro señor. Yngrar por otro lado... como guerrero feral, perteneciente a la élite de nuestras fuerzas, debe obedecer las órdenes, como otros aquí presentes entre los que me incluyo. -suspiro, y vuelvo a mirar a Harald. -Dime, pues, sabio león marino... ¿Quién es el gallo?*Además... tu señor será Njord, pero yo sigo la senda del Padre de Todos y no habrá vanir alguno que me aleje de este camino. Y tampoco permitiré, por el mismo motivo, que mis posibilidades de éxito se mermen por el capricho del dios marino, lo que implica el no llevarte a los hombres bajo mi mando. Aun así... agradeceré conocer las opiniones de los susodichos... aunque sea para conocerla simplemente. -finalizo mirando con cierta seriedad a Yngrar. No tengo intención de traicionar la palabra que le di a mi padre. Pienso para mí.

Ivar permaneció en silencio, cuando hablaba era directo y seco y ahora... Ahora quien hablara sería para mandar a alguien a una aventura insensata junto con aquel al que habían bautizado el lobo.

-Odín... -Susurró para sus adentros mientras desde la distancia pedía cordura en aquel momento.

Todo esto era una locura, Hunkel estaba convencido de ello, pero no hablaría más al respecto, solo esperaba que su ahora señor no le enviase a una tarea estúpida. No obstante, cumpliría sus órdenes, pero solo sus órdenes, él no tenía juramente alguno con aquel extraño hombre que claramente, no tenía su confianza.

Luego estaba Helmi y sus visiones. Él era creyente en los dioses, un firme creyente, pero no era creyente en los lunáticos, y no estaba del todo convencido de que la mujer entendiese las visiones que oportunamente había tenido.