Partida Rol por web

Ikki y Guilty abandonaron la casa en dirección al terreno yermo en el que ya habían entrenado más veces, pero en lugar de quedarse allí, y de recibir la ya acostumbradaa paliza, continuaron más allá.

Finalmente, Guilty llevó al joven huérfano hasta un pequeño lago de lava. El lago desprendía un calor abrasador, y sobre él tan sólo una estrechísima franja de roca permitía acceder a un islote situado en el centro, franja a la que había que descender mediante una escalera de caracol labrada en plena roca madre.

El islote apenas tendría un metro cuadrado, lo justo para que una persona pudiera quedarse allí de pie. Y eso fue lo que Guilty ordenó hacer a Ikki.

Te quedarás aquí hasta que yo regresee. Dentro de dos días con su dos noches, volveré, y si estás vivo, continuaremos con tu formación. Aunque la verdad lo dudo mucho. Pero siempre puedes renunciar y marcharte...

     -- Miro la mascara de mi maestro con cara despectiva.

     -- Renunciar y marcharme eso solo lo hacen los cobardes, no he llegado hasta aqui para rendirme ahora, y el mundo sabra de mi retorno a el.

hah... resopló Guilty  ya veremos...

El maestro se marchó cainando sin mirar atrás, como si realmente no esperase volver a encontrar a Ikki vivo.

Los minutos pasaron, y con ellos, las horas. El calor era insoportable, mareante. la sensación de sed se hacía notar como si estuvieran clavanso agujas en el cerebro del joven, mientras que creía notar cómo su lengua se hinchaba con el paso del tiempo...

     -- Ya han pasado unos dias desde mi llegada, y el entrenamiento ya ha fortalecido un poco mi cuerpo, pero sobretodo mi mente, me dirigo al lugar que me indica mi maestro, sin dudas, dejo que mi mente viaje al pasado, recuerdo mis desgracias y pesares de niños, como protegi a mi hermano, como la gente se burlaba de dos huerfanos, pero ahora cuando vuelva portando la armadura de FENIX veran como la sangre no tiene nada que ver en las personas y como adoraran a aquel del que una vez se rieron.

El tiempo pasaba muy lentsmente, pero Ikki no daba muestras de desfallecer. Sin embargo, llegado un punto, creyó estar alucinando. Le había parecido ver que algo se movía entre el mar de magma fundida, una figura achaparrada y extraña... pero era imposible que nada caminase por aquella lava incandescente... ¿o no?