Partida Rol por web

Apresuradamente, saca la cara del arbusto donde estaba mirando, lo coloca como si de ropa o cualquier objeto de uso se tratase y se pone en una posición erguida, para que el grupo pueda verle con total claridad y no aparentar una posición agresiva. El joven hechicero comienza a caminar de forma lenta, y sin doblar las rodillas en cada paso que daba, poniendo su mejor cara, intentando aparentar que no se trataba de ninguna amenaza, y que era totalmente inofensivo. Con un poco de suerte los desconocidos pasarían por alto su vestimenta, y que se trataba de un practicante de magia, de esa forma podrían evitar el combate y sacar algo de información del lugar al que se dirigían, que por el momento Ithilon ignoraba por el completo, ya que se había adentrado con unos desconocidos en la inmensidad del bosque en busca de algo interesante.

-¡Buenas tardes!-exclamó en un tono jovial tomando la iniciativa y saludando a los presentes con la mano. Parecía que casi sobreactuaba, pero si quería evitar el conflicto debía hacerlo lo mejor que podía, aun desconocía las habilidades de sus compañeros, y por el momento lo mejor era no meterse en líos.-Disculpad la intromisión buenas gentes, pero andamos algo perdidos y... -concluyó dejando la frase a medio terminar, mirando de reojo a sus compañeros, esperando una respuesta rápida. Era una situación realmente peliaguda, aquella gente parecía incluso más preparada que ellos.

Galauf se adentró en la ciudad cruzando sus puertas solemnemente y saludando con respeto a los guardias apostados en ellas. El paladín del bien era un hombre tranquilo y conciliador, y raras veces se alteraba por nada. Incluso con las miradas de los lugareños clavándose en su nuca, incluso arrastrando tras de sí las susurrantes palabras que los aldeanos cuchicheaban entre ellos, incluso sabiendo que probablemente pronto se enfrentaría a grandes peligros, avanzó por la ciudad con pausa y quietud.

Su pensamiento era investigar la zona del cementerio y buscar cualquier indició de actividades demoníacas, pero no conocía muy bien aquellas zonas, y además sabía que no le vendría mal algo de compañía. Era consciente de que a aquel lugar acudían gran cantidad de aventureros dispuestos a hacerse con los legendarios botines de las mazmorras subterráneas: quizás podría hacer un trato con algunos de ellos y formar un pequeño grupo.

Por el momento debía descansar un poco y obtener información del lugar, por lo que se encaminó hacia la posada. Al llegar ante ella abrió su puerta y pasó a su interior. El ambiente era el habitual en una posada, pero de momento no le importaban aquellos caballeros, por los que les dejó que continuasen con sus quehaceres y se acercó al mostrador, donde se encontraba el posadero.

-Saludos y buenos días, amigo-dijo mientras se echaba hacia atrás la capucha de su traje blanco y dejaba visible su rostro.-Mi nombre es Galauf. Estoy aquí porque necesito alguna información y pensé que usted podría esclarecer mis dudas.

Habíamos cruzado el puente de madera y cada vez nos adentrabamos más en el bosque y todo estaba demasiado silencioso.
-Es el bosque menos ruidoso en el que he estado jam...- empiezo a decir cuando me veo interrumpida al entrar en el claro y ver un grupo de gente que parece apuntarnos con unas cuantas armas puntiagudas y cara de malhumor- ups.

-Buenas tardes buena gente del bosque!- saludo, sonriendo ampliamente, tratando de parecer relajada y nada peligrosa- no somos de los malos! -añado, deprisa, antes de que a alguno le de por hacer uso de sus armas contra mi.

-Acabamos de llegar de la ciudad... sólo somos unos simples y pobres viajeros... - trato de calmar el tema y que bajen las arma -Porque no nos relajamos todos y bajamos esas armas taaan bonitas y puntiagudas eh? y lo hablamos con calma...- insisto.

Avanza por el bosque hasta topar con unos tipos realmente extraños que les amenazan peligrosamente con sus armas.

-Mmmm....¿qué querrán...?- se pregunta apoyándose sobre su cayado.

- Ustedes tienen aspecto de aventureros. Me arriesgaría a concretar que vienen de la ciudad de los desesperados y que esta es la primera vez que recorren este bosque, a juzgar por su… inocencia.

- Sin embargo, si me permiten un consejo, no deben ser tan ingenuos. Más allá de la ciudad, es territorio de las criaturas de la fortaleza y no deben creer  que todos están encerrados ahí. Hay patrullas y monstruos errantes. Pero no es mi asunto. Si desean continuar, tienen el paso libre. No pretendemos impedirles que sigan adelante – exclamo el viejo, señalándoles con la mano abierta en gesto de invitación la senda que más allá del claro,  proseguía hacia el norte.

- Ya – dijo el posadero con tono de entendido, mientras descansaba con los brazos apoyados sobre una barra de madera y se rascaba entre los dientes con una astilla de madera.

-  Un héroe, ¿cierto? Vemos a muchos de ustedes por aquí. No es que eso sea malo. Al menos, no para nosotros. Supongo que quiere saber si conozco cosas sobre la fortaleza o sobre algún otro trabajo para héroes por aquí. Pues no hay trabajo, como no sea conseguir trozos de monstruos muertos para nuestro mago, Rustavius, o para arrojar a los borrachos de la taberna a la calle.

- Sobre la fortaleza, se lo que escucho. Aquí o allá. De los pocos aventureros que regresan y muchos rumores y tonterías de los que apenas llegan. ¡Ah, lo olvidaba! Quizá quiera saber si algún grupo va para allá ahora. Bueno, un joven noble está tratando de reunir uno. Lo encontrara en la mesa grande junto a la ventana, si le interesa – dijo el hombre, al parecer muy habituado a todo aquello.  

Con un mal sabor de boca, por el aguado vino pero sabiendo que quizas sea mi último desayuno en dias, echo un vistazo disimulado al desconocido que habla con el posadero, parece mas que aventurero alguien que se ha perdido, pero conseguir trabajo haciendo lo que sea me interesa.

Asi que mientras vuelvo ha tomar un ligero sorbo de vino aguado, echo un vistazo a la mesa que comenta el posadero, desde detras de mi copa observo un momento la mesa y miro posibles matones o guarda espaldas, la seguridad es muy necesaria en estos momentos, al menos si no sabes defenderte.

Parece que de este si se podria sacar unas monedas, empiezo a calcular la escena, una flecha al cuello aqui, todos se levantan, la guardia no tardaria en llegar mas de 5 o 6 minutos, el fortachon con el hacha tardaria un poco mas que el de la espada, pero 2 contra uno siempre es un juego peligroso, sigo meditando unos minutos mas en los pros y contras. Esta claro que el asesinato no es la mejor via ahora mismo, pero en un futuro cercano todo puede ser.

Ya apoyado en la barra nuevamente, sigo con mis debaneos, el vino ya no me llama la atención y necesito mis sentidos muy a la vista, por si las cosas se tuercen cuando hable con este simplón.

Me levanto colocando mi mochila correctamente, y mis pocas pertenencias, y me dirijo con la copa en la mano lentamente para que se me vea hasta la mesa de este rubio, quizas no sea lo que mejor me conviene, pero ahora necesito algo para seguir moviendome y las salidas llegan cuando menos te lo esperas.

Cuando llego a la altura de la mesa, me siento sin invitación ninguna y me pongo a mirarlo fijamente, mientras echo miradas graciosas a sus dos guarda espaldas, para mi no deja de ser un humano mas, y por lo tanto muy inferior a mi. Asi me quedo durante un largo minuto a posta.

- ¿Y bien? ¿Es usted mudo o no habla mi lengua? Es un elfo oscuro, pero me da igual. A donde voy quizá sea útil. ¿Me entiende? – te dice el joven moviendo las manos y hablando despacio, como si estuviera dirigiéndose a un niño o a un idiota, mientras los 2 mastodontes atrás suyos tuercen el gesto nada mas acercarte y llevan las manos a la empuñadura de sus armas, prestos a esgrimirlas.

Tras escuchar las palabras del anciano, sigue avanzando, ignorando los peligros que causaban aquellas personas.Sin embargo, se detiene a la altura del viejo.

-Si no es indiscreción preguntar.¿Qué haceis vuestras señorías por estos lares?- le pregunta aparentemente inquieto.

Con una ligera sonrisa, los miro:

-Veo que los negocios lo apremian - muevo los dedos jugetonamente en el borde de mi taza, casi como si no le hiciera mucho caso, pero sigo hablando -asi que hablemos de negocios, me han dicho que usted podria darme algo de trabajo, no se me daria mal ser su guarda espalda, pero si cree que con estos dos va servido,-me enconoj de hombros- me vendria bien cualquier cosa que tenga a bien darme- digo mientras levanto la vista, para fijarme en su expresión y tener a buen recaudo a los dos matarifes.

El recién llegado dirigió una fugaz mirada al lugar donde había indicado el posadero. Efectivamente alli estaba el joven del que hablaba. Al parecer no era el único que en aquellos momentos necesitaba formar un grupo, y aquello le alegraba. Quizás podría cooperar con aquel aventurero para formar un grupo competente.

-Os agradezco vuestra ayuda, amigo-dijo Galauf realizando un gesto de agradecimiento.-Si me disculpáis, me acercaré a ese joven para ver qué puedo averiguar. Que la fuerza y la luz del bien y la justicia iluminen vuestra alma.

Tras este saludo protocolario de los paladines del bien, Galauf caminó pausadamente hacia la mesa donde se encontraba el joven aventurero y se dirigió a él respetuosamente.

-Saludos y buenos días, joven. Mi nombre es Galauf. Me han informado que estáis buscando formar un grupo de aventureros para inspeccionar los alrededores del cementerio y la fortaleza. Casualmente me proponía hacer lo mismo. Quizás podamos cooperar de algún modo y beneficiarnos mutuamente.

Mi sonrisa de "hagamos la paz y no la guerra" se queda congelada cuando oigo el leve chasquido entre las ramas, a un lado, y al girarme veo a la mujer armada.
-Para qué me habré girado, por favor...- gruño para mi misma por lo bajo. Suelto un suspiro de resignación, aquello no iba a ser fácil, por lo visto.

"Ahora me iría muy bien una botellita o dos de vino, sí, del tipo mataratas para enajenarme del todo, sí" me lamento interiormente. Entonces tras unos minutos insoportables de tensión absoluta aquella gente parece relajarse y el yayo sin enterarse de nada "o eso o es un genio de las negociaciones o un megapoderoso que puede eliminar a todo el grupo enterito sin pestañear... " reflexiono ante la conducta del viejo al pasar por completo de la situación de ataque inminente. "Pues no sé que es peor, que sea un despistado o que sea tan poderoso como para ir con esas calmas delante de tanta arma... ". Miro con algo de miedo al viejo. "Nah! es imposible, vale que es siniestro pero es un yayo, me parece divertido como habla pero es un yayo, no una divinidad de la muerte violenta reencarnado". Suelto una carcajada, me rasco la cabeza y trato de calmarme algo.

-No seré yo quien te haga cabrear... desde luego- murmuro, respondiendo a mi propio hilo de pensamientos estremecedores.
-Y ustedes? vienen de retorno o simplemente salieron antes que nosotros?- me aventuro a preguntar al otro abuelo, el único del grupo hostil que parece dispuesto a hablarnos, como acompañamiento a nuestro yayo, que parece también tratar de enterarse de donde ha salido semejante grupo. Miro uno a uno a los que están ahí, todos armados hasta los dientes, paranoicos y psicopatizados. Luego nos miro a nosotros tres. "Umpf... no me extraña que nos llamen "inocentes", parecemos unos corderos desviados del ramado, que se han perdido en un barranco y está anocheciendo y todos sabemos que es cuando los lobos atacan a los animalillos inofensivos e indefensos... Argh basta!"

-No tendreis vino? alcohol?- pregunto, algo desesperada, a los presentes, necesito matar mis pensamientos con algo- cualquier cosa me iría bien... - risa nerviosa- porque tuve que bebermelo todo anoche...- me lamento por lo bajo.