Partida Rol por web

el dray siente el temblor y gira la cabeza lentamente, para ver como repta la criatura de la tierra, toca el hombro del psionico mientras Hombre bussca una mejor possición para essta batalla camarada, enfila su trinkal hacia la bestia y mira al semigigante enseñando una sonrisa taimada, ya decía yo que essto esstaba muy calmado, aprieta el mango del arma mientras se prepara para la batalla.

El temblor del suelo es casi imperceptible, pero me da el tiempo para poder reaccionar en cuando la enorme criatura emerge del suelo. Tal y como había descrito Toramund es un Anhkag, y sus fauces son aun mas impresionantes que cuando las describía. Cierro los ojos. Inspiro profundamente y lleno el pecho de aire. Expiro. Abro los ojos y apenas han pasado un instante.

Avanzo con presteza hacia el salvaje animal y me proyecto en el aire con un salto hasta aterrizar sobre su costado. Doy una precisa patada en lo que parece ser su cuello y con el impulso del golpe salto atrás, dando vuelta y media en el aire antes de que mis pies se posen firmemente en el suelo.

Kava ordeno que se reorganizara y se alejara del bicho. Cosa que hizo de buen agrado y se puso detras de la muchacha que repartia "estopa", extraña explesion que empleaban para determinar a una buena luchadora. Desde un lugar mas seguro, pero el esfuerzo se quedo en nada, pues no consiguio empujar a la criatura hacia el, para que los demas pudieran actuar detras de la criatura y pudieran flanquearlo entre todo. Le parecio una tan buena idea que intento hacerlo otra vez, a ver si tenia mas suerte.
De paso intento recordar alguna leyenda sobre esta criatura que halla podido leer o escuchar.

Kohebe empieza a golpear la capa quitinosa que cubre al Ankheg y pronto descubre que es mucho mas gruesa de lo que había podido imaginar. Sus golpes no parecen afectarlo mucho ... la criatura, a su turno, responde escupiendo un chorro de ácido de entre sus mandíbulas que termina cayendo encima de Kava, Le-Kugath y Krunhos.

El único que se salva es el medio gigante, mientras sus dos compañeros notan como las babas corrosivas del monstruo continúan quemando su piel.

Lejos de terminar, la criatura se abalanza sobre Le-Kugath para mordisquearlo con su mandíbula ... cuando lo agarran por uno de los brazos, el medio gigante nota como se hunden en su piel y como poco después el ácido empieza a disolverlo mientras continua masticando de forma dolorosa.

el lagarto suelta un aterrador rugido contra la bestia tratando de inundar su ser de terror, pero rápido como un rayo se desliza a un costado abriendo paso al mull para que se haga cargo del maldito monstruo, el escozor es infernal y sus escamas dejan escapar ese sonido parecido al de la grasa quemándose a las brasas, tras el semigigante apremiante ordena, A MI SSEÑAL lanza una estocada pero la coraza de la bestia es durisima y tiene que luchar para no perder su arma con la bestia, y el tiempo se le agota antes de poder dar la señal de ataque.

Expectante de lo apareciera en frente de él, el mul tardó en reaccionar. El ácido comenzó a bañarlo todo cuando se cubrió instintivamente con el escudo. Fue demasiado tarde, extremadamente lento. La substancia comenzó a carcomer parte de sus ropajes y quemar su piel. De todas formas, había sido criado para aguantar eso y cosas peores.

Aprovechando la conjunción de ataques que el crustáceo estaba recibiendo, tomó un rápido rodeo buscando su espalda. La roca que era el corazón de Athas podía quebrar ese caparazón y cosas mucho más duras.

¡Suéltalo! gritó con un sonido gutural, que podía asemejarse a una avalancha de rocas al tiempo que su martillo se hacía uno con su brazo, golpeando una y otra vez la coraza del insectoide.

Se tomaron mucho tiempo en decidir si entrar a investigar de una vez o preparar una estrategia a seguir, y cuando quisieron darse cuenta la criatura se les echó encima soltando una substancia viscosa y mortalmente dañina que corroía todo a su paso, el goliath pudo esquivar a duras penas el primer líquido, pero la criatura se abalanzó contra el sin que pudiera reaccionar y el semigigante solo puede gritar de dolor cuando su carne es atravesada por sus mandíbulas...

Mientras sus compañeros empiezan a moverse al rededor de la criatura intentando acabar con la vida de aquella enorme bestia, el goliath hace a copio de todas sus fuerzas para soltarse de las apretadas mandíbulas... con ayuda de su arma consigue abrir un hueco por donde salir. 

Le-Kugath no pierde un segundo desplazándose al lado de la criatura donde parece algo más vulnerable al estar rodeado y con su arma y con todas las fuerzas de su interior el semigigante golpea a la criatura. Al momento nota como la herida que le había hecho la criatura está recubierta de ese ácido y con dolor se retira de encima como puede sacudiendo la herida.

El golpe del semi gigante realmente logra destrozar una buena parte del caparazón de la gran criatura y esta emite un chillido agudo que llega a ensordecer los oídos.

Ademas el medio gigante se había podido quitar de encima el ácido corrosivo de la criatura, dándole un pequeño respiro.

Es cuando Kohebe y Hall-khad están a punto de moverse cuando el suelo tiembla de nuevo y una nueva criatura aparece a sus espaldas con las fauces ya abiertas y escupiendo ácido como si de una fuente se tratara.

La monje consigue librarse en el ultimo segundo, pero el psionico y el medio gigante quedan cubiertos de ácido. Con velocidad apabullante el Ankheg salta encima de Hall-khad apresándolo entre sus mandíbulas que los devoran vivo.

El suelo tiembla bajo mis pies. Es algo apenas perceptible pero mi instinto reacciona de inmediato. Salto a la pared de mi izquierda y me proyecto en el aire hasta alcanzar el techo. Me mantengo suspendida en el aire el tiempo exacto para ver pasar bajo mis pies una avalancha de ácido que desprende un olor sofocante, y abrasador a juzgar por los gritos del psiónico.

Cuando mis pies se posan al suelo ya no oigo nada. El universo se ha visto reducido a mi cuerpo, esas criaturas y el vació absoluto.
Proyecto mis golpes en el aire en una especie de coreografía ensayada mil veces. Mi voluntad llega donde no lo hacen mis puños y la coraza de una de ellas se rompe por el peso de los impactos. Furia y fuego hacen mella sobre la criatura que se grita y se retuerce.

Abro los ojos, inundada por por la serenidad. Veo mi oponente delante de mi. Si quieres mi cuerpo, tendrás que pagar el precio. Murmuro.