Partida Rol por web

-Espero que todos sepáis que hacéis aquí, pero por si acaso y en vista de que él va a tardar en aparecer os adelanto que si estamos aquí es para frenar las reformas que el rey pretende instaurar en nuestro país. Ese muchacho se cree que nos puede convertir en unos almidonados como los ingleses que tanto adora.Un revuelo general se adueñó de los humanos que hablaban abiertamente de todas las cosas horribles que hacían los ingleses.- Ese muchacho recién coronado quiere quitarme un montón de tierras para construir fuertes, iglesias y caminos más anchos.No contento con quitármelas, pretende administrarlas y además, crear un ejército oficial que regule y medie en los conflictos que haya.
quiere que seamos como esos inglesitos suyos tan tiesos y eso no lo voy a consentir.
El hombre lobo se giró hacia el lider de los McKay, -¿Y porqué crees que eso ha de importarme a mí Cameron? una vez mas su profunda voz se impuso sobre la algarabía que generaban los hombres y se hizo un silencio tenso.
-Porque sus caminos gigantes ocuparan también vuestros territorios, ¿O acaso crees que va a detenerse en mis tierras? Tiene de su lado a los Campbell y los Cameron. Pretende cambiar toda Escocia.

Así que caminos, construcciones y un modo de vida parecido al de los sajones. Chasqueó la lengua
No conocía a ningún hijo de Alba en sus cabales que tolerara cosa parecida. Bien es cierto que su territorio era de los más al norte de la nación, y que las noticias tardaban meses en alcanzar sus tierras, pero ningún picto aceptaría tales cambios. Y si estaban allí, intuyó, era porque la guerra se cerniría sobre ellos. Entendió, por simple obviedad, que cada uno de los allí presentes eran armas para atacar a los ingleses y al rey, con el fin de obligarle a cambiar de parecer o en otro caso deponerlo

A Clyde le parecía bien. No dijo ni hizo nada, sin embargo ya había tomado una decisión. Esos cambios amenazarían a los Sinclair tarde o temprano. Puede que no al principio, pero sabía bien que el tiempo era simplemente eso, tiempo, y que uno u otro año alcanzarían el norte más al norte. Si debía haber guerra, que así fuera

Aunque desconocemos la identidad de aquel o aquellos que han convocado este cónclave, finalmente comienzan a esclarecerse los motivos de nuestra presencia en este lugar. De nuevo la política. De nuevo la guerra.

Ni en mis días como mortal ni ahora que cazo en la noche he sentido jamás el deseo de involucrarme en tales asuntos pero, una y otra vez, el Destino me arrastra en contra de mi voluntad para enredarme en los problemas de otros.

La mal llamada "civilización" se extiende hacia el norte como una plaga y amenaza directamente los interses de los McKay. Pero es mucho más lo que está en juego: nuestras tradiciones, nuestra cultura, nuestro modo de vida... nuestra libertad.

Todavía no he decidido si quiero tomar parte en todo esto pero, ya que he llegado hasta aquí, al menos estoy dispuesto a escuchar las razones de unos y de otros. Suponiendo, claro está, que ese "príncipe" se digne a comparecer ante nosotros.

Los rumores que traían los vientos del sur eran ciertos entonces. Rumores que hablaban de bosques arrasados para después convertirlos en campos de cultivos. Animales expulsados, aniquilados, para que gigantescas manadas de ovejas no dejasen pasto allá por donde pasaran. Todo ello para alimentar enormes ciudades que estaban creciendo mucho más al Sur, donde los humanos se hacinaban junto a las ratas... Y ahora, ese mal se expandía hacia el Norte, arrinconando esa naturaleza que tanto amaba.

Gael pensó amargamente en las batallas que regularmente enfrentaban a los escoceses con aquellos extranjeros de pelo tan rubio y mujeres grandes como robles. Extranjeros que llegaban en barco y entablaban luchas de hombres contra hombres, limitadas, breves, en las cuales él no se había sentido involucrado. Pero esto era algo distinto. Ahora, no sólo los escoceses eran atacados, sino algo más.

Que aquel humano perdiera sus tierras, le impotaba bien poco a Gael. Un dios por otro, uno u otro tipo de ejércitos, quién se hiciera más rico... todas esos eran temas sin importancia.

El ataque a la Naturaleza, el que aquellos humanos del sur se quisieran apropiar de la Tierra (con mayúsculas), eso era realmente preocupante, y Gael lucharía para oponerse.

La suave brisa que os había acunado al comienzo de la noche se había quedado atrás sin que os dieseis cuenta imbuidos como estabais cada uno en sus pensamientos, para dejar paso a fuertes ráfagas de viento frío que levantaba los kilts de los hombres y ahuecaba los earasaids de las mujeres metiendo el frío en el cuerpo de los humanos.
Un sonido rítmico de tambores llegaba hasta vuestros oídos. El sonido típico de la celebración de Samhain, mas no había ningún poblado tan cerca como para que os llegasen semejantes sonidos.

El sonido de los tambores es cada vez más cercano, ya no os cabe ninguna duda de que proviene de las inmediaciones de la reunión. El aire ha vuestro alrededor se ha alzado con tal violencia que el pelo empapado de la mujer que está sentada a vuestra derecha se ha despegado al fin de su húmeda piel para ondear al viento soltando pequeñas gotas de agua a su alrededor.
Alistair cree haber visto una sombra moverse en la dirección hacia la que todos se han girado de forma instintiva. Liam, el hombre lobo ha tensado cada uno de sus poderosos músculos y las dos extrañas y hermosas mujeres que habían permanecido hasta el momento sentadas y en silencio lucen en sus bellos rostros unas sonrisas arrogantes.
Una de ellas, la que parece una guerrera se levanta aunque lo hace de una forma tan grácil que los humanos creen que la ha levantado el mismo viento y miran sorprendidos a su alrededor.
-Veo que los años no han hecho que se canse de sus opulentas entradas...comenta con un susurro.
Tras las suaves palabras de la mujer la música de los tambores cesa y se hace el silencio en la explanada que ocupáis. Una gruesa sombra comienza a desvanecerse poco a poco, como si fuera una niebla en la mañana dejando paso a la luz del sol y poco a poco todos podéis ver lo que ocultaba.
Seis figuras se encuentran ante vosotros, por su aspecto os atreveríais a decir que son vampiros. Alistair conoce sin dudar a una de las féminas, es ella. Su extraña y esquiva creadora, la que lo insto a estar aquí en este lugar y en este momento. El druida que acompaña a Clyde asiente como si también reconociese a la vampira, al igual que la joven humana de pelo rojo. Parece que todos han centrado su atención en ella, pero a su lado hay un hombre. Su aspecto excesivamente demacrado, lo delata, es un nosferatu.Los otros cuatro permanecen ocultos tras unas gruesas capas de piel un paso por detrás de estos dos.
-Ya era hora de que aparecieses,dice de forma brusca la hermosa guerrera que se acababa de levantar. La otra, se ha levantado tras ella, a pesar de que hace ya un rato muy grande que salió del agua del lago aún parece que las gotas del brillante líquido resbalen por su nívea piel. -Sabes que no me gusta estar aquí, ni si quiera por una buena causa. Ya hemos influído bastante en sus vidas.
El nosferatu se gira hacia su compañera y le hace un gesto en dirección a la guerrera. ambas se aproximan con cautela y cuando están a apenas un par de metros la vampira se arrodilla frente a la guerrera,- mi reina, he esperado mucho tiempo para volver a encontraros. Habréis visto ya a mi prole. comenta desviando ligeramente la mirada hacia Alistair.
el gesto de la hermosa guerrera se contrae mientras ayuda a levantarse a la vampira, -No sé cómo te has atrevido a llamarme, aún no te he perdonado.Está centrada en el nosferatu y él en ella.Están tan imbuidos en su conversación que os ignoran a todos los demás. -Hace siglos que dejé de temerte,Tenanye. Pues no soy otro que Lolach McKay, príncipe de los vampiros escoceses. ¿Acaso crees que he de temerte?
¿En realidad es el príncipe?... si rebuscáis en vuestras memorias descubrís retazos de descripciones, nombres susurrados entre sombras... es él. Cada uno de vosotros tiene su propia opinión o recuerdo al respecto, pero podéis reconocerlo. Su aire autoritario no deja lugar a dudas.

La llegada de la comitiva logra despertar mi interés en este cónclave y atraer mi atención sobre los recién llegados y sobre algunos de los presentes que hasta el momento había pasado por alto intencionadamente.

Me dispongo a saludar a mi sire como corresponde pero ésta se encuentra rápidamente enzarzada en un intercambio dialéctico con la guerrera sobrenatural y mi asombro es mayúsculo al ver a mi creadora postrarse ante esta mujer feroz que se presenta a sí misma como Tenanye y a quien mi sire reconoce como su reina.

Por qué ha permitido Tenanye que Cameron McKay se dirigiese a los presentes a nuestra llegada en lugar de hacerlo ella es un misterio que se resuelve tan pronto como el misterioso nosferatu que acompaña a mi oscura matriarca da a conocer su identidad.

De modo que ese bufón petulante de Cameron es un vasallo del autoproclamado Príncipe de Escocia, tal vez incluso uno de sus ghouls o un descendiente directo. Quizá ambas cosas.

Parece existir algún tipo de animadversión entre nuestro Príncipe y la seductora y beligerante doncella. Un conflicto que bien podría tener sus orígenes en una turbulenta historia de amor o en una lucha de poder que se remonta a hace siglos. Sea como fuere, mi interés en sus disputas personales se circunscribe únicamente a que estos no se interpongan entre nosotros y los motivos que nos han traído aquí.

―Sed bienhallado, alteza ―saludo al inquietante Lolach, tomando la iniciativa y avanzando hacia el grupo de advenedizos―. Alistair mac Indulf os da a todos la bienvenida al concilio del Ben Mucdhul, donde se aguardaba con impaciencia vuestra llegada. El laird de los McKay ha tenido la gentileza de adelantarnos en vuestro nombre el motivo de esta reunión y creo que hablo en nombre de todos los presentes cuando afirmo que preferimos escucharlo por boca de nuestro egregio señor.

La extraña escena que se presenta ante los ojos de Gael le parece impostada, como una mala actuación en esos teatrillos que veía de niño. Lo que realmente le impresiona es la situación que le rodea: con los seis nuevos invitados, hacen un total de nueve cainitas, más el hombre lobo, más las hadas, más.... jamás en su existencia se ha encontrado en este entorno, rodeado por criaturas tan magníficas como poderosas.

Una loa mental a la naturaleza pasó por su cabeza.

Como de refilón, escuchó las palabras de Alistair, instando a que el Príncipe diera una explicación más ámplia de la situación. Gael recordaba que el Príncipe no era un ser misericorde, o dubitativo, pero también era cierto que eran ellos los que habían "sido convocados", por lo que era tiempo que una explicación completa, que los hechos concretos, se pusieran sobre la mesa.

Así que Gael se dispuso a escuchar. Eso sí, separándose dos pasos de Alistair... por si acaso.

-Solitario. Del latín, solitarius. 'Retirado, que ama la soledad o vive en ella'

Y Clyde lo era. Mucho más que ningún otro mortal, vástago o criatura cualquiera que hubiera conocido. Acompañar a Mauled hasta el cónclave era una cosa, y malgastar su tiempo otra bien distinta. Y eso era lo que estaban haciendo todos aquellos desconocidos. Los príncipes y princesas, los que se creían más y los que se creían menos, humanos, lobos y los demás seres del lugar

Su modo de vivir, de pensar y de actuar era mucho más pragmático y simple. Así que, de nuevo sin moverse un ápice (como convertido en una estatua de piedra negra, cubierta de una neblina de sombras circunvalando sus tobillos), aguardó a que acabaran las tonterías y comenzaran a hablar de verdad

Una extraña mueca al deformado rostro del príncipe.Parece de animadversión, pero es difícil asegurarlo ya que tiene una gran cicatriz abierta que le cruza la parte derecha de la cara. Eso y las pústulas que lo delatan como un nosferatu hacen que sea muy complicado advertir una expresión clara en su rostro.
La creadora de Alistair se la acerca inmediatamente y se pone a su lado en un clarísimo gesto protector.
-No temas por él, le dice el príncipe, - se nota a leguas que posee vuestra sangre, si posee alguno de tus dones tal vez le sean útiles de ahora en adelante.
Se acerca con calma hacia el centro del círculo que habíais formado entre todos seguido de cerca por su pequeño séquito que sigue sin descubrirse.
-Bienvenidos todos a esta reunión. No podíamos elegir otra noche que la de Samhain para poder juntarnos todos aquí.
Como mi descendiente el Laird Cameron os habrá comentado nuestra tierra sufre una gran amenaza. El nuevo rey pretende destruir nuestra ancestral forma de vida. Ya no se conforma tampoco con Iona, quiere plagar nuestras tierras de monasterios e iglesias. Hacer carreteras y grandes campos de cultivos. Quiere, en definitiva acabar con la vida en las highlands tal y como la conocemos.
Podemos fingir lo contrario, pero lo cierto es que la gran reforma del Rey David nos pone a todos en peligro.Los hombres lobo perderéis buena parte de vuestro territorio si consigue que nuestras ciudades y caminos sean como los de Inglaterra. Nosotros perderemos nuestro anonimato,los escoceses saben convivir con las leyendas y los mitos y fundirlos con la realidad. Pero el nivel de superstición de los cristianos es un riesgo muy alto.
Los humanos perderéis también el poder sobre vuestras tierras, os robarán gran parte de ellas y serán administradas por el rey, no por sus dueños legítimos.Cada destacamento de su ejército que se asiente en vuestras tierras os quitará poder, pretende mediar en vuestros conflictos y juzgar vuestras acciones.

Durante su discurso se ha producido un silencio general, algunos asienten ante sus palabras y otros tratan de asimilar la información que están recibiendo.
-No te atrevas a decir que a vosotras no os afectará Tenanye, ¿Te crees que tus kelpies podrán seguir actuando impunemente cuando sus grandes barcazas inundes las aguas?¿Tus hermosas hadas de los bosques no sufrirán cuando vean morir sus amados arboles?¿no te reclamarán que como reina suya hagas algo por ayudar a tu tierra?
Esta noche todos estamos aquí para ayudar a Alba. Tenemos que acabar con los planes de expansión del Rey David.

Morrigan, mi sire, se apresura a interponerse entre el inquietante Príncipe y yo, temiendo tal vez que haya podido incurrir en su desagrado de algún modo con mi educado saludo. En cambio, Lolach McKay no parece darle importancia a mi intervención y se dirige a todos los presentes para confirmarnos lo que el laird Cameron nos había adelantado ya.

―Decidnos, señor, cómo podemos serviros y a Escocia en nombre vuestro y allí donde nos señaléis, regaremos la tierra con la sangre de nuestros enemigos.

Se giró hacia Mauled
No sabía cuánto de aquello sabía, ya que ignoraba ciertos aspectos mortales que no atraían su atención. Sin embargo estaba claro: se estaba reclutando un ejército. Querían que las criaturas del cónclave se unieran, como nunca antes, para detener al rey David. Una unión sin precedentes, y que se preguntaba si en verdad daría sus frutos. En cualquier caso, ésa no era la preocupación del Nosferatu

-Si parto hacia el sur las tierras de los Sinclair quedarán sin protección. ¿Confías en una tregua? -la razón de su existencia era la salvaguarda de su Clan. Sin más. Ir al sur y combatir para el cónclave dejaría indefenso el territorio de su Clan, y no era algo que le agradara. Por ello preguntaba a Mauled, pues en muchas ocasiones su percepción y empatía superaba la suya. Siempre hay un lado malo para todo, y la soledad únicamente traía desconfianza
La respuesta de Mauled valdría. No muchos se habían ganado su confianza, y el dryw era uno de ellos

El príncipe de los Cainitas hablaba, y mientras lo hacía, Gael no escuchaba sus palabras. Realmente, no sabía a quién se dirigía, pues él estaba allí por una doble obligación: la primera y más importante, una obligación moral para lo que estaba amenazado. La segunda, para con su estirpe. Si el Príncipe ordena, y más algo que le parecía muy sensato, pues se acata.

Gael no sabía lo que pensaban el resto de los vástagos, pero tampoco le importaba. Estaba más interesado en lo que pudieran responder las hadas, y luego los temas concretos que de allí surgieran.

De momento, se mantenía a la expectativa.

-Habrá una tregua entre especies garantizada por los líderes de cada una de ellas. Contesta el príncipe señalando primero a Liam y a Tenanye y después a sí mismo.Es evidente que ha oído el ligero susurro de Clyde.-Sin embargo no podemos controlar a los humanos tanto como nos gustaría. No puedo garantizar que el rey no vaya a las tierras de los Sinclair, aunque no lo creo posible, la verdad. Se gira hacia los humanos y se acerca despacio a la joven pelirroja, la toma del codo y la invita a caminar hacia el centro junto a él.- La joven Alana Campbell, hermana del laird de los Campbell tiene una información que nos será muy útil. La joven doncella da un paso adelante alzando el mentón, es evidente que ocupa una posición de prestigio dentro del clan y que no se siente intimidada ni por ser el centro de la atención ni por tener que hablar ante tanta gente. -Hace un par de semanas llegó a las tierras de mi hermano un monje llegado de las tierras bajas con un mensaje del rey para el laird de los Campbell.Mis estancias se comunican con las de mi hermano y gracias a esto pude escuchar lo que pasaba en sus dependencias. El rey insta a los Campbell a que le ayuden en su plan por modernizar Escocia y ponerla al nivel de otras naciones vecinas.Ha ordenado que se haga una reunión con los Cameron. A ellos ya hace meses que les retiró unas tierras en las que ha construido un pequeño fuerte. Fort William.
La mayoría de los humanos comienzan a alzar la voz protestando ante la noticia, que a todos les era desconocida. Ella alza las manos pidiendo silencio.-Allí ya hay un pequeño grupo de soldados, alrededor de cincuenta y se supone que es solo el principio. El rey va a pedirle al laird de los Cameron que le apoye , con los Cameron, los Campbell, todos podéis ver en su rostro un gesto de pesar al admitir que los hombres de su clan van a ayudar al rey,y los soldados que hay en Ft. William tendrá un ejército numeroso y fuerte.
-Bien, voy a exponer mi... propuesta.Añade esta última palabra mostrando una deformada y burlona sonrisa; -Firmaremos una tregua entre líderes de no humanos; habrá paz entre nosotros hasta que solucionemos este problema y se permitirá el paso por los territorios del resto. Evidentemente,continúa levantando un poco la mano ante la visible inquietud del hombre lobo, se respetarán los terrenos ajenos, nada de alimentarse o destruir ni un pie de tierra en la casa de otros. Tenemos algún aliado entre los Cameron y sabemos que van a hacer. MI lugarteniente Morrigan preparará a los elegidos para la tarea en ese momento su pesada mirada recae sobre vosotros tres. Es evidente que tiene planes para vosotros.y acabaremos con los planes del rey.

Al parecer ni aunque se negara podía evitar ser arrastrado a la disputa. Tampoco era su intención hacerlo, sabía de sobra que tarde o temprano las pretensiones del rey acabarían por destruir las tierras de los Sinclair, y si había alguna opción de evitarlo era su obligación participar; sin embargo la decisión no era suya, y era algo que no le satisfacía. Cruzado de brazos aguardó pues las 'órdenes' de quienes se creían, erróneamente, con poder sobre él

La guerra me llama de nuevo. Ni en la vida ni en la muerte liberta su férrea presa alrededor de mi cuello, como el dogal de un perro. A fin de cuentas eso es todo lo que soy, ¿no? El Lobo Negro de Moray no es más que un can a las órdenes de sus amos, unos amos que pueden arrojarle un hueso si se sienten generosos o molerle a palos si tienen un mal día.

Miro con resentimiento a la pareja formada por Morrigan y el Príncipe Lolach. Ninguno de ellos se ha parado a pensar en la posibilidad de que no quiera seguir siendo una herramienta en sus manos. Tampoco lo pensó el dux Mac Bethad mac Findlaích cuando nos arrastró a mi padre y a mí a sitiar el castillo Durham. Lo campesinos no éramos personas, solo peones, y ahora que he trascendido la mortalidad tampoco me engaño, no he llegado mucho más lejos.

¿Para momentos como éste la longividente Morrigan me arrastró a la Oscuridad? ¿Para poder soltarme en el campo de batallo como un heraldo de muerte para sus enemigos? Bien, no puedo cuestionar su sabiduría pues está claro que soy condenadamente bueno en eso.

―Citad los nombres de esos traidores, de esos enemigos de Escocia, y yo os traeré sus cabezas ―aseguro, tal vez más consciente que ninguno de los presentes de que nadie puede escapar del Destino.