Partida Rol por web

Tras la gran comida del mediodía el ambiente se anima en la carpa del Wurstfest. Grupos de personas cuentan viejas batallitas, beben cerveza, juegan a los dados o simplemente dormitan en los bancos de madera, a la sombra de la carpa y con el grupo de músicos endulzando aún más la situación. ¡Qué bello es vivir! Qué bello es vivir cuando no tienes preocupaciones y el estómago lleno. Son días como estos el que hace soportables todos los demás.

Los mercenarios habían sido relevados de la puerta por otro grupo de espadas, tal vez para ir rotando los turnos o para que los dos que habían dejado que el carruaje se estrellara estuvieran más cerca de Schiller, para controlarlos mejor. Carlo estaba asignado a patrullar la zona de las cocinas, para evitar que ningún pilluelo (o ladrón) robase las exquisitas salchichas o la excelente bebida. Le acompañaba, cómo no, Pieter en la cocina, junto con aquel enano que tenía buen ojo para la cocina. Siempre que se tratara de carne claro está.

No había nada de lo que preocuparse, normalmente sólo se acercaban los empleados para pedir más comida para las mesas, estaba llegando una importante cantidad de gente, seguramente para la cena, y eran pocos los clientes que se acercaban. Sólo para pedir un determinado tipo de salchicha, la especial rellena de queso estaba teniendo mucho éxito, pero era compleja de cocinar, un pinchazo al darle la vuelta podía vaciar el queso sobre el fuego, haciéndolo incomible.

Amigo, -le dijo un empleado a Carlo- ¿me pasas uno de esos barriles pequeños de cerveza?

Una vez adecentado todo un poco y con la comida y la bebida de nuevo fluyendo entre los comensales y los curiosos poco tiempo fue necesario para olvidar la angustia del incendio y volver a la jolgorio propio de las grandes fiestas. Así que casi sin tiempo para almorzar algo para recuperar las fuerzas Doglin y yo tuvimos que ponernos manos a la obra en los fogones.

El número de personas iba aumentando de forma lenta pero constante y de seguir así tarde o temprano acabaríamos superados herr Doglin, ¿tiene pensado herr Schiller traer a alguien más a la cocina o vamos a estar codo con codo al pie del cañón hasta bien entrado el alba? le pregunte al enano mientras sacaba con cuidado una nueva remesa de especiales rellenas de queso del fuego y ponía otra. Al mismo tiempo uno de los empleados vino a pedirle a Carlo un barrilete de cerveza. Herr Vicci, ¿seríais tan amable de darle lo que pide? Sé que no es el trabajo para el que le han pagado, pero ahora mismo estamos un poco escasos de personal como puede ver. No os preocupéis, luego le pagaremos compartiendo las sobras de la cena.

Carlo había sido destinado a la cocina, tras la funesta entrada del carruaje en el villorrio. El mercenario tileano estaba un tanto enfadado por su nuevo cometido ya que estar entre cucharones y cazuelas era impropio de un hombre de armas como él.

Con cierto fastidio Vicci entregó un barril de cerveza a uno de los empleados de Schiller.

-Maldición, Pieter, no se como puedes soportar esto. Yo soy hombre de acción y verme rodeado de pitanza y aperos de cocina no es plato de buen gusto para mí. Al menos vuestra compañía hará menos tediosa mi estancia aquí.-

le comenta a su amigo.

La fiesta continuó mientras la comida salía de los fogones las bocas de los cada vez más numerosos comensales. A los que se habían despertado se sumaban los que habían llegado.

Supongo que en algún momento nos pondrán pinches de cocina, ayer tenía a dos humanas cocinando conmigo, pero ahora sirven mesas. Tal vez deberíamos hablar con Schiller.

El patrón se paseaba de un lado a otro, adulando a los nobles y en general cumpliendo todas sus órdenes, órdenes que se convertían en gritos que sus trabajadores tenían que obedecer.

Pues tal vez sea recomendable que le transmitamos nuestras inquietudes a herr Schiller lo antes posible le comento al enano mientras veo que nuestro amado patrón esta inspeccionando personalmente las instalaciones. Herr Schiller, ¿le importaría venir un momento? Tengo una pregunta que hacerle le digo alzando el pincho que estaba usando para dar la vuelta a las salchichas en una de los viajes que lo lleva cerca de nuestra posición.

Dudo que este capullo prepotente os dé más personal. Pero por probar nada se pierde

pensó Vicci mientras patrullaba por las cocinas con actitud marcial y la mano en el pomo de la espada. Multitud de cacerolas, espetones, cuchillos y demás maaterial doméstico se esparcía por doquier.

¡Mierda! este no es sitio para un soldado. Me gustaría tener algo más de información sobre el carruaje que llegó tan estrepitosamente al recinto. La cosa puede ser interesante...

El patrón se acercó a los fogones, siempre seguido de ese escriba que le acompañaba a todos lados con papeles y libros. El maestro salchichero fulminó a su ayudante.

¡No me sigas!-gritó- Ve a hacer lo que te he dicho, ¡y llama a Scwarshaus!

Schiller se puso frente al pequeño halfling y el enano, satisfecho por la diferencia de altura entre los tres.

¿Que quieres? -gruñó.

Vera herr Schiller, me preguntaba si podría enviarnos a alguien a ayudarnos aquí en los fogones. En breves será la hora de la cena y una gran cantidad de personas se va a dar cita, como es de esperarse en un festival tan importante como este, y si bien es cierto que herr Doglin y yo estamos más que capacitados para la tarea que se nos ha encomendado nunca está de más tener alguna mano extra para poder agilizar la salida de comida en dirección a los comedores. ¿Sería posible disponer de esa ayuda? le pregunto con tono amable y bonachona sonrisa en el rostro.

Vicci se acercó a un siervo que andaba por allí y le inquirió:

- Eh, ¿Que tal va eso? Trabajo duro en la cocina ¿no?. ¿Has oído algo de esos nobles que han llegado tan abruptamente? Quienes son o si han sido recibidos por alguien en especial.-

¡Tú trabajo es cocinar! -bramó Schiller- No opinar, y si necesitas ayuda que te ayude él -dijo mientras señalada con un dedo imperial e imperioso a Carlo- o trabaja más rápido. Yo decididré cuándo me sobran empleados para poder mandártelos.

¡Y tú! -bramó de nuevo al mercenario que se había aproximado a un grupo de gente para enterarse de los sucedido- ¡Vuelve a tu puesto o no cobrarás!

El patrón se fue y cada uno volvió a lo suyo, en dirección a un mercader que parecía gritarle algo a un pobre infeliz que llevaba una bandeja de salchichas. Pieter no había conseguido la ayuda que quería y Carlo no había obtenido mucha información. Sólo lo que ya sabía, que un grupo de bandidos había atacado el carruaje sin conseguir botín. Lo volverían intentar, de eso estaba seguro.

¡Esta salchicha está fría imbécil! -oyeron decir al mercader- ¡Lo lamentarás!

Bueno, al menos lo he intentado. Pero que luego no se queje si en algún momento de la noche la gente se queja de que la comida tarda en llegar le comento al enano realizando un encogimiento de hombros. Acto seguido vuelvo a colocarme delante del fuego y comienzo a retirar las salchichas ya cocinadas y colocando una nueva remesa será mejor que nos vayamos preparando, la noche no tiene pinta de que vaya a ser corta y fácil para nosotros herr Doglin. Pero eso hace que sea más divertida.

Carlo miró con escepticismo al tal Schiller. Menudo gilipollas estaba resultando el villano con ínfulas de gran señor. El mercenario había degollado a gente mejor que él en diversos campos de batalla del Viejo Mundo y no le gustaba soportar chorradas a nadie. Por mucho dinero que tuviera.

Cuando el impertinente aldeano desapareció, Vicci se acercó a Pieter.

- Menudo anormal es este tipo. Espero que la paga sirva para compensar sus exabruptos.- le comenta a su compañero - ¿En qué puedo ayudarte? Me aburre estar haciendo nada en este lugar, así que será mejor que me mantenga ocupado.-

El mercenario se aburría muchísimo, pero algo animó la tarde. Fue testigo de una conducta sospechosa, un hombre, bien vestido para ser un ladrón, saltó torpemente la media puerta de un pequeño establo algunas casas más al oeste de donde estaba. Un lugar no muy transitado por los presentes en el festival. Cuando consiguió saltar se asomó por la portezuela superior miró a ambos lados de la calle y la cerró, desapareciendo de la vista del mercenario.

- Ahora mismo vengo, Pieter.-

dijo Vicci. Un instante después desenfundó su espada y salió a escape en pos de un extraño individuo que el tuerto había visto en una peculiar actitud.

Justo en el momento en el que iba a girarme para darle un par de órdenes a Carlo este se larga. Iba a preguntarle a donde iba, pero al ver que desenfundaba su espada considere mejor la idea y pensé que sería mejor no saber nada, así que simplemente cogí un plato grande en el que poder poner las salchichas con la mano izquierda mientras con la derecha y un tenedor iba dando vuelta a las salchichas que estaban al fuego. Está claro que lo de esta noche va a ser un mano a mano entre usted y yo herr Doglin.

Había unos cincuenta metros hasta la puerta del establo, aún había buena luz aunque algunos callejones más escondidos estaban oscuros. Con la espada en la mano Carlo caminó hacia el edificio. No había nadie en la calle, o eso creía. En uno de los callejones había un hombre agitándose nerviosamente apoyado en una pared...

Eso me temo pequeño, pronto tendremos que cocinar más deprisa u obligar a la gente a comer menos. Menos artistas y charlatanes -dijo mientras señalaba a los músicos peleones por unas pocas monedas- y más cocineros.

Jajajaja, muy cierto, y más cuando con un par de cervezas y la panza bien llena el menos hábil se pone a cantar y es jaleado por todos. Nunca entenderé la necesidad de los humanos de contratar entretenimiento en las grandes comidas. En mi aldea no era necesario eso, siempre había un primo o algún familiar lejano experto en el cante o en contar historias para amenizar la comida. El dinero hay que gastarlo en lo verdaderamente importante, comida y bebida de calidad jajaja le respondo al enano mientras saco la nueva remesa de salchichas y dejo el plato en la mesa para que lo vayan sacando.