Partida Rol por web

Finjo que no la escucho y sonrio amablemente poniendole una mano sobre el hombro y atrayendo su mirada a mis ojos.

-Todo está bien, hijo solo se me coló una rata pero he dado buena cuenta de ella, no te preocupes por ello, y recuerda que me gusta meditar en traquilidad. Estoy seguro de que no volverás a molestarme mientras estoy reunido con dios-

Hago que mi voz suene alta y clara, mis ojos lanzan una lacerante y fija mirada sobre los suyos tratando de cautivarlo, hipnotizarlo y dominarlo a mi voluntad. Un seminaritsta dispuesto a agacharse a la orden no es un blanco capaz de poder luchar contra este poder realmente, y siendo sincero he reblandecido tanto los sesos de todo el personal interno que casi no necesitan ni el uso de mis capacidades hipnóticas para hacer lo que les diga*.

-Vuelve a tus asuntos, hijo, y dejame las llaves, las necesitaré luego para ir a la biblioteca.-

Que sea la ultima vez que un seminarista me molesta mientras tengo un frenesí, por alguna razón la bestia es poderosa en mi, y aunque eso es algo que agrada a Celeste, no estoy dispuesto a acabar descuartizando a mis propios siervos por un error como dejarles entrar donde no deben.

Con un suave movimiento y una sonrisa paternal le quito las llaves de la mano sin apartar la mirada de sus ojos, asegurandome de que se marcha sin rechistar tal como yo le he sugeridoque lo haga.

Acto seguido me giro hacia Celeste. Quizás debería hablar con ella... Tengo que encontrar la forma de satisfacerla lo suficiente como para que no me provoque un acceso de ira en frente de los ancillas y antiguos del eliseo, desliz que podria resultar fatal.

Ey gradullón ¿que pasa?Una crisis al cumplír un años más,¡bah! Nunca nos librarémos de ti Caesarius jajajajaja-

Se denota mi tono burlón de broma-¿Que vas a hacer ahora? ¿Quieres que salgámos juntos y charlemos?

La guitarra dibuja un arco perfecto que acaba en la cara del vampiro motero, que desde luego, no se esperaba eso ni de coña. El tipo se ve desplazado varios metros hacia atrás, cayendo sobre una de las mesas y llevándose consigo a otro de sus compañeros en su trayectoria. El resto de sus compañeros, tras quedarse por uno segundos paralizados mirando con fascinación como su jefe era lanzado de forma muy poco digna contra el fondo del local, se lanzan contra tí, ávidos de ganar puntos y sangre... Cuentas al menos 4, ya que el 5º está ahora mismo debajo de su jefe.

El putero te mira con desprecio.

-Qué pasa? Acaso dije alguna mentira? Sólo una maricona menospreciaría a mis chicas de ese modo...- contesta éste con descaro. Sus dos matones se sitúan a ambos lados tuyos.

-Soy un hombre de negocios, no puedo permitir que ofendas así a mi mercancia... aunque estaría dispuesto a una "pequeña" compensación- sonríe perversamente, dejando ver su diente de oro, que reluce frente al resto de dientes parduzcos. Sus ojos se clavan en tí.

-Y por otro lado, bueno, esa chaqueta me gusta, creo que me sentará mejor que a ti- el tono de su voz no parece querer dar a entender que va a admitir reproche alguno por tu parte.

Tras oir esas palabras los dos matones se acercan a ti, uno por cada lado, dispuestos a agarrarte y sacarte la chaqueta a ostia limpia.

El seminarista se te queda mirando sin parpadear durante unos segundos y afirma con un gesto de cabeza. Si quedaba alguna duda en su cabeza acerca de los extraños ruidos, ahora parece haber desaparecido por completo y de hecho pone cara de sentirse algo culpable por haber ido a llamar a tu puerta.
-Lo siento muchisimo Monseñor Francesco- dice servilmente -Me preocupé absurdamente por su bienestar, pero no volverá a repetirse! Disculpe que me haya entrometido en su merecido descanso ó interrumpido su charla con Dios, nada más lejos de mi intención!- el chico realmente parece arrepentido así que te da sin pedir más explicaciones, las llaves que le pides.
-Por supuesto Monseñor, son suyas, hay más copias en la rectoria por si acaso, así que puede quedarselas todo el tiempo que necesite!- parece realmente necesitado de tu aprobación y perdón por haber cometido semejante desliz contigo. Le da pánico pensar que el otro párroco se entere de que ha molestado de este modo a alguien importante como el Padre de la Rosa.

-Sólo le falta arrodillarse y besarte el culo- se ríe Celeste- Podrías ordenarselo. Sería divertido. Últimamente eres un verdadero muermo, no hacemos nada divertido juntos. Ya no destripas gente, no bebes sangre, no follas... En qué clase de vampiro cursi te has convertido tú? Hasta los que salen en el aparato de los humanos para ver "cosas" salen vampiros más entretenidos y con menos manias que tú...- está algo gruñona, se nota en su tono de voz.

El seminarista te deja en paz y se marcha sin más, obedeciendo tu "orden" mental. Se vuelve al camastro de su celda, algo angustiado por las posibles represalias que pudieran caer sobre él al día siguiente cuando se supiera que había estado molestando al Padre De la Rosa...

Caesarius sonríe ante la broma de Farinelli acerca de su edad, lo cierto es que cada vez se sentía más viejo, incluso como vampiro, pero algo inevitable, él había recorrido los pasillos de la biblioteca de Alejandría y había vivido el surgimiento y la caída de varios imperios.... Cómo no sentirse como un viejo carcamal ante semejante hefebo?

-Es fácil decirlo para ti, con un cuerpo tan joven y lozano... Lleno todavía de curiosidad por el mundo. Las eras aún no han hecho mella en tí- responde éste, con un deje de nostalgia, de cierto abandono a sus recuerdos pasados.

-Salir? Por supuesto, qué te parece si paseamos por los Giardini ex Reali (Jardines Reales)?- te propone abiertamente. Parece agradarle la idea de un largo paseo en tu compañía...

 Stevani sabia de que iba todo aquello. No era la primera vez ni sería la ultima.Ni siquiera se molesto en decir nada a aquel tipo, tenia prisa y no estaba de humor.
Se adelanto al primero de ellos plantandose delante de el y agarrandole el cuello con la mano. Lo miro con odio y desprecio y despues lo lanzo contra su compañero antes de que este pudiera reaccionar. Despues adelanto un par de pasos desafiante.

Christine aparece un rato después, empujando uno de esos percheros con ruedas, cargado de perchas que sostienen bolsas transparentes que cubren al menos una docena de carísimos disfraces multicolores. Tras mucho trastear y probar combinaciones, Cassandra elige para ambas unos preciosos disfraces y te abraza con más cariño de lo habitual.

-Lo siento querida, no quería decirte esto hasta el último momento...- empieza ésta diciendo -En Venecia tengo un viejo amigo, él tiene... una cosa muy valiosa para mí, quiero, necesito recuperarla. Me ayudarás mi pequeña niña?- tras soltarte algo de lo que rondaba por su cabeza, te da un beso en la frente y sonríe de nuevo, volviendo a ser la Cassandra de siempre, bailando al ritmo de la música de Mozart que está sonando en estos momentos.

Sonrio de medio lado. ¿Así que tan solo una atrocidad calmará el ansia de sangre o sexo de Celeste? me sumo en un silencio sepulcral mientras hago como que elijo la ropa que ponerme, lo cierto es que estoy pensativo. Debo dar algo a Celeste pero que no comprometa la poca alma celestial que me queda. Quizás sería buena idea desviar la atención de Celeste hacia otros asuntos por ahora.

Paladeo con amargura y finjo relajarme.

-Es cierto, me he reblandecido con el tiempo, Celeste. Pero no creo que haya sido solo eso...-

Hago una pausa dramatica fingiendo que me cuesta cotinuar con lo que voy a contarle y acaricio abstraido una de las mangas de la chaqueta que voy a ponerme esta noche.

-Creo que es Lisbeth, es... Extraño, desde la desaparición de Giacomo, ningún inmortal se había preocupado por si moría o vivía. Pero ella, su presencia, sabes que me inquieta, me perturba y me desvela... Por eso he saltado tan furioso antes. Creo, creo que empiezo a sentir cosas, cosas que creía muertas para siempre.

Solo una férrea voluntad y la convicción de que si Celeste no se lo traga puede que muera más pronto que tarde me permiten evitar reirme de las palabras que acabo de mencionar.

Inspiro y sigo mirando la ropa a la espera de su reacción. Se que debería cubrirme, con toda probabilidad no le ha gustado lo que ha oido...

Sonreí entusiasmada, como una niña en navidad, llendo de aquí para allá haciendo bailar las telas y los tejidos más pintorescos, tocando todo, probando todo. Un enorme sombrero de plumas, unos zapatos de pedrería, lazos de satén, tiaras, encajes, vaporosas sedas ... flotaba, danzaba, jugaba y reia risueña.

Con cuidado deslicé una mano admirando el tacto de los lazos del corpiño que Cassandra había elegido para mí, sonreí a mi imagen en el espejo y me di la vuelta para quedar frente a ella.

-Me gusta que seas feliz -asentí encogiendome de hombros aun con el pelo alborotado y una sonrisa sincera. -¿De qué se trata? -pregunté expectante, curiosa, dejandome caer hasta quedar sentada en el mar de telas de colores que ahora inundaba la habitación.

Salgo de la bañera y me tapo con una toalla atándomela en la cintura-vaya caya,¿un cuerpo joven y lozano?Jajaja parece que funcionan mis cremas antiedad jjajajajaja, ¿te recuerdo para las personas que he llegado a cantar?Tan joven no soy ya.... Dame un ratito,enseguída estaré listo-me voy secándo mientras me pongo las zapatillas y coloco mi bata sobre la toalla.

-Espérame en la sala de música enseguída estaré contigo.

Celeste te observa visiblemente aburrida. Su última vía de escape del tedio habitual se ha ido con el joven seminarista que ha huido avergonzando, dejándoos completamente solos, el uno con el otro.
Se acerca a uno de tus baules llenos de ropa vieja y empieza ella también a remover entre las piezas de vestir, con cara de total indiferencia.
-Piensas ir con esta horrible y patética ropa?-dice con voz de asco -Es vieja, apesta y ni un idiota se pondría esto ni muerto. Definitivamente deberías informarte mejor de la época en la que estás viviendo, Francesco. Tú tienes un cuerpo para lucirlo y no lo aprovechas...- cierto tono de pena y envida asoma por entre sus palabras.

Enarca una ceja cuando oye tu comentario acerca de esa putilla de visitas eventuales. Aunque le resultaba entretenida porque era el origen de múltiples formas de fastidio hacia tu persona, la idea estúpida de que el objetivo de su tormento sintiera algo remotamente "humano" y menos eso. Pero la inteligencia no es su fuerte así que suelta un gruñido de cabreo, fruto de la envidia y los celos.
Lo siguiente que notas es una enorme corriente de aire, un tornado en el cuarto que te zarandea hasta estamparte contra la pared más cercana.

Sus reacciones son tan rápidas como previsibles. Sabías que iba a pasar esto pero del mismo tienes la certeza de que no hay modo de impedir lo que va a pasar dejándote como poca solución el encerrarla en tu cuarto y huir a la famosa biblioteca o a cualquier otro sitio. fuera de allí.

Cassandra sonríe y se distrae levemente admirando las telas de colores. Se toma su tiempo para responderte.

-Es algo que perteneció a mi familia durante más tiempo del que puedo recordar. Pero no te preocupes, tu sólo deberás disfrutar de sus Carnavales, yo me ocuparé de todo- contesta finalmente.

-Toma. Necesitas una máscara adecuada- te ofrece un antifaz de encaje negro precioso- Con esto, deslumbrarás a todos en el Baile, hasta el viejo Caesarius sentirá una envidia terrible al verte a mi lado- esta vez sonríe bastante más sinceramente.

Caesarius sonríe, se queda unos segundos más de lo debido, admirando tu cuerpo desnudo
-No me hagas esperar mucho, ya sabes lo que dicen de los viejos...- responde éste -Cuanto menos tiempo nos queda menos paciencia tenemos.
Tras eso, simplemente deja de estar ahí. Presupones que ha salido de tu baño y te espera en la salita que le has indicado.

El primer golpe, fruto de tu ira, casi alcanza a uno de los tipos pero el otro simplemente lo ven venir y te esquivan sin problema. Tu carácter prepotente y vanidad te han jugado una mala pasada, habias olvidado lo mal que se te dan estas cosas.

Aún así no dejas de ser lo que eres, el Mayor Depredador de cualquier criatura de sangre caliente. Eso evita que no te linchen unos jodidos y débiles sacos de sangre, pero al menos dos de sus ataques te alcanzan. Notas un fuerte dolor en el costado, han alcanzado tus costillas aunque no consideras que es nada serio, como mucho te saldrán unos moratones muy feos y algo de dolor en la zona, al menos hasta que consigas alimentarte y puedas usar la capacidad regeneradora de la sangre por tus venas.

-No se mueve mal el maniquí!- se burla uno de los dos gorilas con los que te estás enfrentando.