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Sangrientas Navidades 3: Regreso de la tumba

Fiesta de compromiso

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16/06/2020, 12:02
Director

Birchmont había sido a lo largo de toda su historia un tranquilo pueblo del norte de Estados Unidos que contaba con una población aproximada de quince mil habitantes y dónde, como solía decirse, todo el mundo se conoce. El pueblo se situaba en Minnesota, a orillas del lago Bemidji, y tenía temperaturas bajo cero en invierno, con frecuentes y constantes nevadas que podían durar por días. Un espeso bosque rodeaba el pueblo y el lago, era un paisaje realmente hermoso, aunque como bien sabían los habitantes de los alrededores podía ser traicionero si no prestabas atención a los caminos, especialmente en los duros inviernos, cuando la temperatura descendía a diez grados bajo cero, helando el lago y haciendo realmente cortos los días. No era la primera vez que algún despistado turista de ciudad se perdía en sus entrañas y la oficina del sheriff tenía que ir a rescatarlo. Las casas eran en su mayoría casas unifamiliares con jardín. Había un único instituto, Highbrooke, y un centro comercial con bolera, pista de patinaje y multicines, que lo convertían en el principal lugar de ocio para sus habitantes. También contaba con una consulta médica, donde el doctor Stuart atendía los casos de todos los habitantes del pueblo con bastante profesionalidad, si bien era cierto que para cualquien asunto de mayor gravedad había que conducir unos 30 kilómetros hasta el hospital, lo cual en invierno podría resultar peligroso por si mismo por el estado de las carreteras. El pueblo, además, contaba con una oficina del Sheriff, si bien algún robo menor y ocasionales trifulcas domésticas habían sido los grandes crímenes del lugar hasta la matanza del baile de Navidad en el instituto Highbrooke. Un día marcado en negro en el calendario del pueblo, que había trastocado su tranquila vida y llevado a su comunidad al límite.

Durante varias semanas después de lo ocurrido, la prensa inundó el pueblo y acosó a sus habitantes que, en su mayoría habían perdido a algún familiar cercano por culpa del perturbado asesino, o conocían a alguien que había pasado por aquello. El duelo, por tanto, se extendía a toda la población. Finalmente, la noticia cambió de lugar y los periodistas se fueron tras ella, pero el dolor de los habitantes de Birchmont siguió allí, rompiendo familias, derivando en padres que se daban a la botella o en jóvenes perturbados que dejaban de perseguir sus sueños. Y es que aquel maníaco disfrazado de Santa Claus había golpeado duramente a la juventud del pueblo, eran muchos los alumnos del instituto que habían caído bajo el hacha de Erik Stark, y muchos más los heridos y los que quedaron con un trauma de por vida tras aquel día.

Tras la detención de Stark, la conmoción y el llanto dieron paso al duelo y más tarde a la calma, hasta que llegaron las fechas navideñas un año más. La televisión tomaba los tradicionales espectáculos televisivos de aquella entrañable época del año, en el resto del país se decoraban los pueblos y las casas, con árboles, luces, renos, los clásicos Santa Claus de los centros comerciales, se cantaban villancicos y todo tipo de tradiciones navideñas que en Birchmont se dejaron de lado. El luto imperaba, nadie decoró su casa y por supuesto en el centro comercial no contrataron a ningún Santa Claus ese año. Algún periodista, aunque en menor medida que el año anterior, se acercó al lugar para ver cómo estaban viviendo sus habitantes aquel aniversario, pero fueron recibidos por gélidas miradas y cierta hostilidad. Cuando la noticia de la masacre se traslado a New Hampshire los periodista se fueron tras ella, y allí cobró más notoriedad ya que el infame Erik Stark, el Santa Claus asesino, mató a más jóvenes que en Birchmont hasta que la policía terminó abatiéndolo a él con varios disparos. Aquello trajo algo de tranquilidad y alivio al pueblo de nuevo, que durante los cinco años siguientes fue recuperando poco a poco la normalidad, aunque jamás llegarían a cerrar aquellas trágicas heridas.

El instituto Highbrooke, el lugar de la matanza, seguía siendo el único centro de enseñanza secundaria del pueblo, un centro público de estudios que debía su nombre a una celebridad local de Birchmont, un oriundo del pueblo que llegó a convertirse en jugador de la liga nacional de fútbol americano en los años 60. El instituto en sí era un edificio con dos plantas y un sótano, que se dedica al almacenaje de equipamiento. Tenía un gimnasio bastante bien equipado y, desde luego, grande para el número de alumnos. También contaba con un campo de fútbol de dimensiones oficiales. Pese a los esfuerzos de la potente calefacción, el instituto resulta un lugar frío, húmedo y ya anticuado. Se planeaba derribarlo tan pronto como las obras de construcción del nuevo instituto, paralizadas por la falta de fondos, pudieran terminarse.

Casi todos los hogares de Birchmont, a excepción de unos bloques de pisos construidos junto al centro comercial, eran casas unifamiliares de dos plantas, rodeadas de un jardín cercado por una valla blanca de madera. Estas casas contaban con cocina, sala de estar, aseo y comedor en la planta baja, y tres o cuatro dormitorios en la planta superior. Habitualmente tenían sótano, cuyo acceso estaba bajo las escaleras de la planta baja, y buhardilla, a la que se accedía con unas escaleras plegables situadas en el techo de la planta superior. Estaban fabricadas en madera, y la mayoría tenía un estilo parecido, con tejados negros y un aire muy familiar y tranquilo.

Allí, en una de aquellas casas, Kurt Williams pensaba celebrar una fiesta aquella noche, en la víspera del día de Navidad. No para celebrar la nochebuena, sino para anunciar a sus más allegados la gran noticia: su novia Linda y él acaban de prometerse.

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16/06/2020, 15:21
Adam Townsend

Sonó la alarma por segunda vez.

Adam la había escuchado perfectamente la primera vez que sonó, pero había tomado la decisión de ignorarla unos minutos, incluso si no volvía a dormirse. Pero el segundo zumbido le hizo entender que no aguantaría un tercero, así que se levantó de la cama. Sintió un ligero escalofrío al abandonar el calor de las mantas, así que se dio prisa por ponerse en movimiento. Eso, o quizás recordó fugazmente que era víspera de Navidad, y quiso mantener la cabeza ocupada todo el tiempo que le fuera posible.

Con una ducha rápida y un desayuno principalmente basado en una dosis peligrosa de café negro, se puso el uniforme frente al espejo. Aquellos días eran especialmente para Jonathan y para él, ya que sentían más que nunca la responsabilidad de llevar a sus vecinos la tranquilidad que les fue tan brutalmente arrebatada hacía seis años. Por suerte, parecía que los ánimos estaban volviendo Navidad tras Navidad al mismo tiempo que los curiosos y los merodeadores atraídos por el morbo eran cada vez menos. Tal fue así, que antes de salir de casa se paró frente a un paquete que tenía sobre la mesa. Cada año, su madre le regalaba una corona navideña hecha por ella misma, para que la pusiera en la oficina del sheriff. "Que el pasado no te arruine la Navidad", decía su madre. Y cada año, Adam dejaba la corona por algún rincón de la casa hasta que pasaban las Navidades y la tiraba a la basura, pues celebrar aquellas fechas había perdido gran parte del sentido para él. Aquel día, sin embargo, se quedó mirando la corona, decorada con piñas secas y abiertas, y sintió algo distinto. "Quizás sí...", pensó, y tomó la corona antes de salir.

Cuando salió a la calle aun no había salido el sol. Condujo por las vacías calles de Birchmont hasta la oficina del sheriff, donde se ocupó de algunos papeles que tenía por terminar, y donde colocó la corona en la puerta después de tanto tiempo. Tanto, que era difícil recordar detalles del pueblo en Navidades previas al suceso. Ya casi no recordaba en qué calles había más luces ni quién solía hacer de Santa Claus en el centro comercial. De pronto Adam sacudió la cabeza, sabiendo que si seguía recordando terminaría por volver a la noche del baile y no podía dejarse vencer. Dio un último repaso a su agenda, por si había algún otro asunto de última hora, y recordó que aquella noche Kurt estaba de celebración. Cuando se lo comentó, Adam pensó que eran malas fechas para celebraciones, pero sabiendo que su amigo ya estaría lo bastante nervioso y liado con el asunto, prefirió no decir nada más que "Claro que estaré". Aunque Kurt no le había especificado una hora, Adam sabía que estaría de servicio, pero no iba a pasar nada por dejarse caer por allí un rato. Esperando una llamada o mensaje de Kurt para que le diera detalles, Adam tomó el coche patrulla y salió a dar una ronda matutina.

Notas de juego

Voy a estar dando vueltas por el pueblo, por si alguien necesita algo o quiere cruzarse conmigo.

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16/06/2020, 16:06
Sandy Bundy

El despertador no llegó ni a sonar aquella mañana cuando Sandy despertó en su cama. Miró la hora y aún tenía tiempo de sobra para seguir descansando, pero no podía. La fecha de su pesadilla, del día que pudo cambiar todo para bien y lo hizo para mal estaba cerca, muy cerca. Pensó en liarse un canuto, relajarse y dormir ese rato, pero sabía que llegaría al trabajo colocada y no se lo podía permitir. Ya habían tenido bastante paciencia con ella y dadas muchas oportunidades como para cagarla con eso ahora. Además, tampoco quería volver a estar como en su segundo año de universidad, colocada todo el día y viendo dos veces a la semana al viejo clavo amigo de su padre que no hacía más que preguntar por "la noche de la matanza".

Porque eso fue para ella cuando debió ser algo completamente distinto y especial. Aquel fue el día que eligió para desenmascararse como la chica de las revistas, había logrado ir con Adam Townsend como pareja... la verdad era que aún se preguntaba como se le ocurrió a aquel chico pedirle ser su acompañante y estaba completamente segura de que arrasaría en la fiesta y la coronarían como reina del baile, dejando a las Wells a la altura del betún.

Pero eso ocurrió hacía seis largos años, aunque en la cabeza de Sandy permaneciese cada vez más presente conforme se acercaba la fecha señalada. Mientras que Birchmond parecía recuperar la normalidad, ella seguía siendo reacia a formar parte de aquellas fiestas. Había perdido muchísimo más de lo que nadie pensaba aquel día y no parecía haber manera de recuperarlo. Así al final optó por salir a correr. Le distraía, le venía bien y con el tiempo era algo que había terminado gustándole. Digamos que de día era una chica sana y al caer la tarde una porrera.

Mientras se vestía para salir a correr, se arrepintió de no hacerlo a su hora habitual, cuando solía cruzarse con Adam. Ese día en concreto no habían quedado, pues a Sandy en esas fechas había que moverla con palanca y ni ella misma sabía si saldría a correr o no. Lo había dejado todo en manos del azar y este quiso que fuese por la mañana. La verdad que era una lástima para ella, puesto que le agradaba mucho la compañía de Adam y siempre se preguntó que hubiera pasado si aquella noche no se hubiese convertido en el trauma de toda su generación.

Siempre que salía a correr, iba ligera de ropa. Tanto que muchas veces le decían que se iba a poner mala por ir así en invierno. Pero tenía dos creencias, la primera era que el cuerpo se acostumbraba a las temperaturas, altas o bajas y que correr así y llegar a casa y darse una buena ducha ayudaba a subir sus defensas. Así pues, tras beberse un vaso de zumo para no ir con el estómago vació, salió a correr por las calles de Birchmond, procurando no hacer demasiado ruido para no despertar a Charlie.

No solía salir nunca tan temprano de casa y hacía años que no veía el amanecer en la ciudad, sin haber trasnochado y estar colocada, claro. Así que en aquel momento le pareció algo maravilloso. Tras verlo, continuó con su carrera mirando el reloj y viendo que aún tenía tiempo para correr algunas millas más. Algunos coches comenzaban a moverse por la ciudad y las luces de las casas a encenderse o apagarse, dependiendo si les daba la luz de fuera o no. Y una confiada Sandy cruzó la carretera sin mirar y sintió el frenazo de un coche. Ella se giró y puso las manos en el capó del mismo. Miró al conductor y al vehículo. Era el coche patrulla donde estaba Adam Townsend.

Sandy se llevó la mano al pecho por el susto al tiempo que trataba de recuperar la respiración. - Buenos días Adam. Esta si es manera de espabiliarme. - Le dijo con una sonrisa sabiendo ahora que no había pasado nada. - Lo siento, culpa mía... crucé sin mirar. No creo que tenga que decirte en que estaba pensado... - Era más que evidente. Una fiesta en aquellas fiestas. Demasiados malos recuerdos.

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16/06/2020, 19:31
Charlie Crookshanks

Charlie abrió los ojos con el sonido de la puerta cerrándose. En un principio, no entendió lo que era, pero no tardó en caer en la cuenta. Sandy acabaría de irse a correr. Miró la hora y vio para su sorpresa, que no era más temprano de lo habitual, lo que unido al sueño que aún tenía, no hizo sino aumentar su confusión y entorpecer sus ya de por sí lentos movimientos.

En un gesto automático, se llevó una mano al cabello para removerlo, mientras se abría paso un enorme bostezo y retiraba las sábanas de sus piernas. Después se levantó y sin ponerse las zapatillas, se encaminó hacia fuera del dormitorio.

-¿Sandy?

La voz de Charlie retumbó entre las paredes, rompiendo el silencio que había en el interior de la casa, pero nadie respondió a él. Por si acaso, se acercó al cuarto de su compañera, abrió la puerta y comprobó que efectivamente, no estaba, por lo que era a ella a quien debía haber oído cerrar la puerta. Por desgracia, también comprobó de primera mano que Sandy seguía sin cambiar sus hábitos higiénicos y de organización, porque más que un cuarto, lo que estaba viendo se debía parecer al estómago de una cabra.

Había ropa tirada por todas partes, vuelta del revés o al derecho, e incluso algunas veces, la mitad vuelta y la otra mitad no. Un par de bragas usadas decoraban el suelo, junto a un calcetín que parecía no tener compañero visible y por si todo aquello no fuese suficiente, las sábanas estaban arremolinadas de cualquier manera, hechas un ovillo irregular, encima de la cama, con visibles marcas de quemaduras aquí y allá, fruto de los canutos que se fumaba.

Charlie ya había perdido la cuenta de las veces que le había dicho que no fumase en su cuarto, que prefería que lo hiciera en el salón en donde había menso cosas que quemar o al menos, si estaba ella, podía vigilarla. Pero no, no; Sandy continuaba haciendo lo que le daba la gana cuándo le daba la gana.

Lo de la ropa tirada era ya demasiado clásico y Charlie únicamente se preguntaba si su cerebro estaría igual de “bien” organizado.

-Joder, Sandy. Eres un desastre –murmuró, mientras recogía algunas de las prendas que había y las colocaba encima de la cama.

El olor de la habitación tampoco ayudaba a permanecer mucho tiempo allí dentro, así que con un gesto de disgusto, soltó las bragas usadas junto al único calcetín que había encontrado, en el contenedor de la ropa sucia que Sandy no utilizaba y que por lo tanto, estaba completamente vacío, y abrió las ventanas para ventilar.

Lo único que la disculpaba era la fecha. Charlie sabía muy bien que la cercanía de aquel día había ido poniendo más nerviosa a su amiga y claro, no dudaba que si ahbía un moento en el cual la necesitaba, era entonces.

La fiesta de Kurt podía ser una oportunidad para librarse de un mal recuerdo, pero también podía ser únicamente una noche más que no le quitara el sabor amargo que siempre tendría, después de todo lo sucedido.

Dejando atrás la habitación traumática, y no por Sandy, sino por el desorden, Charlie se dirigió hacia el aseo. Necesitaba una ducha y... bueno, eso. Una ducha.

Con las clases terminadas, todo era muy diferente. Las últimas semanas habían tenido un ritmo frenético, con clases salteadas de exámenes y entrevistas con familias. Era diferente, pero también agotador. A la joven profesora no le gustaba la gente. Cuando lograba conectar con alguien, se sentía útil y pensaba que tenía un sentido hacer todo aquello; pero si lo que se encontraba delante de ella era alguien arrogante o simplemente imbécil, la cosa cambiaba. Las inseguridades de Charlie no tardaban en regresar y encontrar un lugar en el que anidar.

Las vacaciones eran un premio que merecía, pero sobre todo, el ansiado descanso que necesitaba para dedicarse más a pensar en ella misma y menos en los demás.

Salió del baño envuelta en la toalla y en lugar de vestirse, decidió ir a la cocina y prepararse un desayuno. Una café bien con leche de soja iría más que de sobra; ya se había encargado ella de que hubiese suficiente de ambas cosas, porque si esperaba que lo hiciese Sandy, entonces lo único que encontrarían serían sus esqueletos. Divertida por el pensamiento, movió la cabeza hacia los lados, simulando en su cabeza lo que podría decir el ayudante del sheriff. Adam no era un mal chico y desde hacía un tiempo, cada vez lo veía con aspecto más sosegado. Cuando llegase el momento, estaba segura de que sería un gran sheriff.

Cuando el café estuvo caliente, Charlie fue a llevárselo a la mesa de la cocina, pero cambió de opinión en el último momento y se preparó una tostada con aceite. Era una de sus promesas semanales, vencer sus pocas ganas de comer aunque fuese una vez al día. No es que tuviera hambre, pero así lograba demostrarse a sí misma que dominaba su cuerpo.

Con ambas cosas en las manos, fue a acercarse a la mesa de la cocina pero en el último momento, decidió ir al salón y ver un poco la tele. A esas horas no había más que tonterías, y algún que otro telefilm navideño, (¡cómo no!) de esos que siempre acaban bien. Lástima que todos fueran chico-conoce-chica y la chica-se-enamora-perdidamente-del-chico. Nunca echaban algo de su gusto, aunque en el ordenador tenía unas cuantas películas bajadas que a veces veía para animarse.

Cuando terminó de desayunar, aún cubierta nada más por la toalla, se acordó de nuevo de la fiesta y decidió llamar a Linda… es decir, a Kurt, para hablar con Linda por si quería que le ayudase a organizar algo. No es que fuesen amigas íntimas ni nada de eso, pero le parecía haberla oído quejándose de que había mucho que hacer y después de todo, ella no tenía tareas, así que… era una buena oportunidad para mejorar su relación… no en ese sentido, claro. La propia Charlie se reprochó aquel pensamiento; sí, la tal Linda era guapísima, pero con aquel cabello rubio que le caía con tanta naturalidad por los hombros, y esos dientes tan blancos, y los labios tan sugerentes, que cada vez que sonreían parecían estar invitándola a… a… Charlie negó con la cabeza.

-Para ya, Charlie. Es solo una amiga y ni siquiera demasiado buena –se dijo, aunque lo hizo en voz alta, a pesar de estar sola.

Charlie cogió entonces el teléfono y llamó a Kurt.

-Eh, hola, ¿Kurt? Soy… soy Charlie. Llamaba para hablar con... Linda, por si necesitaba que le echara una mano con la fiesta y todo eso.

Charlie se sintió como una tonta dándole explicaciones a Kurt, pero lo más que le podía ocurrir era que le dijese que se bastaba sola. 

Seguro que no necesita a nadie. Esa chica tiene aspecto de saber valerse sola.

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16/06/2020, 20:13
Adam Townsend

Adam conducía con tranquilidad, en ocasiones sorprendiéndose al ver decoración navideña en casas donde años anteriores no había nada. "Ahí vivía..." pensó en varias ocasiones al pasar por la antigua residencia de algún compañero de clase que murió aquella noche. Giró en una calle tranquila cuando de pronto exclamó:

- ¡Jesus!

Un cuerpo se abalanzó delante del coche. Por suerte, pudo frenar antes de llevarse a quien fuese que acabara de cruzar sin mirar. Adam abrió la puerta y salió, esperando no haberle hecho daño. Y allí estaba Sandy, como si no hubiese estado apunto de ser arrollada.

- ¡Por el amor de Dios, Sandy! Mira por dónde vas, casi te atropello. -suspiró sonoramente y se calmó todo lo que pudo.- No puedes ir por ahí como si vivieras sola, tienes que tener más cuidado. ¿Te has hecho daño? -cayó entonces en la cuenta de la poca ropa que llevaba la chica.- Y deberías llevar más ropa, sobretodo a estas horas. Vas a pillar un resfriado.

Adam negó con la cabeza, y sedisponía a volver a entrar en el coche cuando entendió el posible porqué del despiste de Sandy. No pudo evitar sentir empatía por ella, e incluso tuvo unas rápidas visiones de aquella noche: él recogiéndola en su casa, ella con aquel vestido y aquella apariencia tan distinta, las luces y la música apagándose, los gritos. Apoyó los brazos sobre la puerta del coche y suavizó el tono.

¿Necesitas que te ayude con algo? ¿Quieres... hablar o ir a algún sitio?

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16/06/2020, 23:30
Sandy Bundy

- No, no... tranquilo. Estoy bien. Solo ha sido el susto. - Le respondió Sandy al ayudante del sheriff dedicándole una breve sonrida. - ¡Oh vamos Adam! ¡Es la ropa que siempre uso para correr en este tiempo! Aunque no a estas horas... - Añadió rascándose la cabeza. Pero él debía estar cansado de verla así... Sandy no sabía de que se sorprendía a aquellas alturas, salvo que el interés que demostró tener en ella hacía seis años se hubiese esfumado y ya ni la mirase más como lo que era, una porrera de tres al cuarto.

Recordar esa fecha hizo que sintiese de golpe un fuerte escalofrío por toda la espalda. Podía haber sido hasta la noche de su primer beso con un chico, con Adam y... - ¿Eh? ¿Qué? - Preguntó la distraída Sandy a Adam cuando le escuchó hablar. - No yo... bueno, sí... ¿podrías chasquear los dedos y que estos próximos tres días pasen de golpe? - Preguntó la chica mirando al ayudante del sheriff con dolor en sus ojos. Si no fuese porque tenía que trabajar esos días, salvo del de Navidad, los pasaría en casa, emporrada hasta las cejas.

Pero el destino era caprichoso y este año le denegaron a Sandy cogerse los días previos a la matanza libres. Se los habían concedido previamente porque estuvo allí y vio y sobrevivió a aquella pesadilla. Pero este año su jefe era otro, ajeno a Birchmond y no le importaron nada las explicaciones de la joven. Era Navidad, el supermercado se llenaría y nadie iba a librar esos días.

- Ya suponía que no podrías hacerlo. - Respondió ante la actitud de Adam a su petición y ahora sí, comenzó a sentir el frío calarse en el cuerpo. Mientras corría casi no lo sentía, pero ahora parada era otra historia. Sandy miró la hora antes de responder a Adam a su pregunta de una manera más seria. - ¿Hace cuánto que no tomamos un café juntos? - La respuesta era nunca. - Pero te tocará pagar a ti esta vez, no he salido con dinero encima... y te tocará dejarme en casa luego.

En ese momento las palabras de Sandy sonaron en su cabeza como si le estuviese pidiendo una cita a Adam y nuevamente la pregunta sobre que hubiese pasado entre ambos hace seis años volvió a su cabeza. Pregunta que volvió a sacarse de golpe mientras esperaba la respuesta del joven.

- Si no puedes... no pasa nada. Quedamos esta tarde si quieres, cuando no estés de servicio. - Tampoco quería poner en un compromiso así a Adam. - Y pagaré yo los cafés. - Le sonrió. - Pero decídete pronto, porque si me quedo un segundo más parada, creo que tendrás que conseguir un soplete para descogelarme. - Bromeó, pero empezaba a tiritar, así o se ponía a correr ya o se iban a tomar ese café. No podía estar más tiempo parada en la calle.

No con tan poca ropa.

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17/06/2020, 09:17
Adam Townsend

Adam no pudo más que agachar la mirada ante la petición de Sandy de hacer desaparecer aquellos días. Y no por la petición en sí, sino porque él había deseado algo semejante muchas veces. Quiso responder alguna tontería para aliviar la tensión, pero no se le ocurrió nada. Aun entonces, después de seis años, seguía sin saber del todo si compartir aquella tragedia con otros les hacía llevarlo mejor o si empeoraba las cosas.

Entonces escuchó la propuesta y el improvisado cambio en el monólogo de Sandy. Al principio ella sonó como el día del baile, abierta y lanzada, lista para comerse el mundo; pero luego volvió la Sandy del instituto, cerrada y evitando problemas. Adam no pudo evitar sonreír de forma sincera, y mientras ella aun hablaba, miró a su alrededor un instante para luego entrar en el coche y coger su abrigo. Era una chaqueta gruesa y oscura, con la palabra "Sheriff" en la espalda y un bordado en los brazos de la placa de la Oficina del Sheriff del Condado de Beltrami. Salió del coche y se acercó a Sandy, poniéndole el abrigo por los hombros.

- Coge una mesa allí -dijo señalando a una pequeña cafetería, a unos 50 metros de ellos.- y ves pidiendo el café. Voy a aparcar, enseguida estoy allí.

Se metió en el coche casi sin esperar respuesta, dio marcha atrás y buscó un lugar cercano para dejar el coche patrulla. A los pocos minutos entró en la cafetería y se unió a Sandy.

- ¿Sabías que en este Estado -dijo mientras se sentaba- hay una antigua ley que prohíbe estar en la carretera mientras buscas un establecimiento o a alguien que te lleve a algún sitio? Pasaremos por alto este delito que acabamos de cometer, ¿qué te parece? -Sonrió, esperando que aquella tonta broma le quitara un poco de seriedad al ambiente. Habló entonces algo más bajo.- Oye, sé que son fechas difíciles. Tú y yo lo llevamos marcado, y es algo que forma parte de nosotros. Pero tienes que ser fuerte y no perder la cabeza por ello. El pueblo por fin parece ir recobrando el ánimo, y tú tienes derecho a conseguirlo también. 

Adam hizo una pausa, pues se había dado cuenta de que todo aquello que acababa de decir era, con toda seguridad, de muy poca ayuda. Estaba repitiendo las mismas cosas que le habían dicho a él infinidad de veces, como si la solución al problema que vivieron fuese simplemente apretar un botón que borrara todo recuerdo. Se quedó un momento con la cabeza algo gacha, mirando sus manos, hasta que volvió la mirada hacia Sandy.

- Perdona, te estoy soltando un sermón tonto... ¿Puedo ayudarte de alguna forma?

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17/06/2020, 12:02
Sandy Bundy

El detalle de Adam dejándole la chaqueta hizo sonreír a Sandy. - De porrera a agente de la ley en un segundo. - Bromeó en aquel momento. Quizás no fuese la mejor gracia que podía hacer, pero al menos logró mantener la sonrisa con ella y se cerró la chaqueta con sus manos sobre el cuerpo. En seguida sintió el calor que esta le proporcionaba, así como el suave aroma de la colonia de Adam. Cuando fue a preguntarle como tomaba el café, este ya se había subido al coche.- Me tocará improvisar...

Con una pequeña carrera, Sandy entró en el local y sintió el calor en sus piernas, algo que agradeció mentalmente en aquel momento. Pidió dos cafés solos, sacarina para ella y sacarina y azúcar para él y se sentó en una mesa apartada de las demás. No estaba segura de que hablarían, pero no quería que todo el pueblo acabase contando la conversación entre ambos. Se había quedado tan fría que ni se quitó la chaqueta mientras esperaba a Adam y puso las manos sobre la taza caliente de café para calentarse un poco.

Segundos después, el ayudante del sheriff entró en el local y se sentó con ella. Mientras lo hacía, comentó una vieja ley del estado y sabiendo que aún habían leyes como "Es ilegal despertar a un oso que esté dormido para hacerle una fotografía" o la de "No se pueden usar pantuflas después de las diez de la mañana"* pues Sandy al principio se asustó un poco. Si no había acabado fichada ya en Birchmond había sido todo gracias a él y ahora... entonces vio la sonrisa en su rostro.

Sandy se llevó ambas manos a la cara, casi muerta de vergüenza. - Dios. Me lo había creído. - Le dijo al chico sintiendo como se ponía roja por caer en aquella tontería sonriendo por ello. Luego Adam bajó el tono de voz y sus palabras le recordaron a su padre y los sermones que le daba a diario. Entre eso y el problema de su madre no tuvo más opciones que irse de casa.

- ¿Puedo ser muy sincera contigo? - Preguntó Sandy al joven. - Hace seis años llegaste justo a tiempo. Pero ahora, llegas tarde con esa charla. - A la chica le cambió el rostro a uno más doloroso. - Todos perdimos mucho aquel día. Yo perdí a mi madre y a mí misma. - Le dijo con toda sinceridad. - Y la ocasión de que todos viesen que no era el patito feo de la clase... y te perdí a ti. 

Quizás eso fue lo que más le molestó, todo lo que se perdío a raíz de aquel ataque. Todas estaban locas por Kurt en aquellos años y la que no lo estuviese, estaba ciega y Sandy no se escapaba de aquel club de fans que babeaban por él. Solo que al ser más tímida y retraída y esconderse siempre detrás de sus libros, no se le notaba nada o al menos eso era lo que pensaba. Pero Adam se había fijado en ella y se había atrevido a pedir ir al baile al patito feo y, solo por eso, ya tenía más valor que ningún otro chico de clase. Pero eso fue hace demasiado tiempo y todo había cambiado.

Cuando preguntó si podía hacer algo por ella, Sandy le sonrió. - Ya lo estás haciendo. Llevas ayudándome mucho tiempo. A veces pienso que eres mi ángel de la guarda. - Sonrió con timidez esta vez. Sandy se encontraba perdida entra la joven segura de sí misma delante de la cámara de fotos y la nerd del instituto. - Ya solo que me acompañes a correr de vez en cuando me anima y me ayuda más que las terapias con el grandioso doctor Marcus o con su excelencia, el eminente doctor Bundy.  - Dijo alterando su voz, poniendo una más grave, tratando así de ridiculizar a los dos loqueros, uno de ellos su padre, que trataron de "ayudarla".

- Y estar aquí hablando... ¿cómo lo llevas tú? - Preguntó y dio un sorbo de café, sintiendo como el calor entraba en su cuerpo y este reaccionaba agradecido.

Notas de juego

*Fuente

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17/06/2020, 14:52
Adam Townsend

Adam escuchó con cierta tristeza la forma de hablar de Sandy, intentando ponerse en su lugar. El nunca pasó por lo que ella vivió en el instituto, y quizás nunca podrá entender completamente la importancia que aquel baile tenía para Sandy. Pero ambos habían pasado por la misma tragedia, y aquello sí lo podía entender. Después se permitió sonreír cuando Sandy lo llamó ángel de la guarda, incluso rió con la imitación que hizo. El doctor Bundy había intentado ayudar a muchos, incluso a Adam, tras la matanza, con resultados bastante variados. Le vino a la mente algunos supervivientes que decidieron irse del pueblo tras lo sucedido, incapaces de soportar la carga que Birchmont cargó desde entonces. Adam y Jonathan, por el contrario, entendieron que el único sitio donde podían hacer algo era precisamente allí, donde todo sucedió.

- Pues... -dijo dando un trago al café.- Intento llevarlo lo mejor que puedo, aunque cada año cuesta. Pero me ayuda el saber que estoy haciendo algo por el pueblo, para intentar quitarles a los demás este peso de encima. En cierto modo... -se quedó pensativo unos segundos- Cada vez que ayudo a otros, me ayudo a mí mismo. Cuando hablo con los padres de alguno de nuestros antiguos compañeros y me dan las gracias por esto o aquello... No sé, parece como si estuviéramos recuperando trocitos que perdimos aquel día. -la miró intensamente a los ojos.- Y eso te incluye a ti. Que me digas que te ayuda mi compañía significa mucho, de verdad. -empezó a dibujar una sonrisilla burlona.- Ahora sólo te falta dejar de meterte en líos y me habrás alegrado el año.

Se echó hacia atrás en su asiento, incapaz por unos instantes de parar de recordar los momentos previos al horror de hacía seis años. Se quedó un momento en silencio, mirando el café, cuando de pronto dejó escapar una risa medio contenida.

- ¿Sabes lo que me costó encontrar traje para aquella noche? Todos me iban cortos, como si sólo los enanos llevaran traje, y el único que me iba de largura era enoooorme, cabían dos como yo ahí dentro. Al final mi madre medio apañó uno para que pareciera algo menos corto. ¿Recuerdas que los pantalones que llevaba dejaban ver los calcetines más de la cuenta? No fue una decisión artística, la verdad... -rió por lo bajo, y esperó que aquel recuerdo tonto animara algo a Sandy. Se la quedó mirando, como si hiciera tiempo que no la veía.- Tú ibas muy guapa, muy por encima mío. ¿Pero por qué dices que me perdiste, aquella noche? Estamos aquí, los dos, ¿no?

Notas de juego

La ley que yo comentaba se ve que también es real XD He buscado una lista de leyes absurdas de Minnesota sólo para hacer el chiste, pero al ver esa me ha parecido especialmente adecuada.

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17/06/2020, 16:50
Sandy Bundy

Sandy escuchó atenta las palabras de Adam. Estaba cansada de escuchar que debía hacer y no había oído a nadie nunca decir que hacía para hacer aquello más llevadero. Quizás las palabras del ayudante del sheriff le inspirasen para algo y procuró no perder detalle. Pero no era lo mismo. Ambos estaban en mundos distintos en un mismo lugar. Sandy cruzaba la ley con el simple hecho de comprar y portar marihuna en aquel estado y él era quien debía encargarse de que eso no ocurriese.

Si bien era cierto que desde que regresó al pueblo, se puso a trabajar y dejó su casa, había descendido considerablemente la cantidad de hierba que fumaba, aún lo hacía y sentía que no lo dejaría nunca. - ¿Dejar de meterme en líos? - Le sonrió. Sabía perfectamente por donde iba. - Pero si soy una persona de lo más tranquila y relajada. - Bromeó con el contexto del tema y acto seguido se puso más seria.

- Me ayudan a evadirme y a olvidar... Si me hubiesen dado libre desde hoy hasta el día 25, hubiese pasado los tres días sin salir de casa, solo fumando y dejando que el tiempo pasara... Se convirtió en mi manera de "celebrar" estas fiestas desde que entré en la universidad. Yo, que quería estudiar medicina... y tenía nota para ello y no fui capaz de terminar la carrera de bellas artes. - Se sintió mal por ello.

Sandy se había aferrado tanto a aquel día para cambiar su vida y el último semestre del curso en el instituto, que no solo perdió aquello, sino que su madre acabó loca aquel mismo día y la perdió por completo también a ella. Demasiado con lo que lidiar ella sola y era como había caminado siempre o eso creía ella: sola.

- ¿Y no estabas nervioso? En ninguna sesión fotográfica, ni en ningún casting para ellas, había estado tan nerviosa como aquella noche. Mi madre me acompañó a comprar el vestido, me ayudó a peinarme y cuando me vio mi padre aparecer con "tan poca ropa" se puso hecho un basilisco. - Sonrió con nostalgia recordando aquello. - Noté lo de los pantalones tarde, pero por fortuna tengo la sana costumbre de mirar a las personas a la cara cuando hablo, no a los pies y tuve suerte de dar con un buen bailarín que no me pisó ni una sola vez... - El rostro de Sandy se apagó de golpe, al igual que las luces del gimnasio tras los primeros pasos de baile.

Bebió en silencio un poco de café, tratando así de que pasase el mal trago.- Porque fue lo que pasó... han tenido que pasar seis años para sentarnos a tomar una taza de café juntos y bueno... a esa edad, en esos bailes... todos teneníamos algún sueño o la esperanza de que ocurriese algo especial. - Sandy se había apagado recordando todo que quería para aquella noche y que no solo fue destruido. Sino masacrado por un maniaco.

- Lo único bueno que saqué ese año, fue que meses después, alguien... no se quién fue, dejó un paquete para mí en la puerta de mi casa el día de mi cumpleaños. - Recuperó la sonrira levemente al recordar aquello. - No se como ni de que manera esa persona se enteró, no solamente de que tenía pesadillas por las noches, que me daba miedo dormir e incluso apagar la luz y que dormía abrazada a la almohada o al menos lo intentaba, porque me regaló un perro de peluche, con un collar y un colgante que ponía: "Fluppy de Sandy". Es un poco vago, porque siempre está tumbado. - Se rió en ese momento.

- En la caja había una nota sin firmar. "Para que vigile mientras duermes y te proteja de las pesadillas y de todo mal. Ya tienes a quien abrazarte." - Contó Sandy casi como si estuviese leyendo la nota de nuevo. - Al principio creí que habían sido mis padres o mi padre más bien... pero no. Se había llevado la misma sorpresa que yo. No se quien fue pero fue un detalle muy bonito por su parte porque desde entonces duermo abrazada a Fluppy todas las noches y cuando tengo pesadillas, se que ahí está él para espantarlas.

Miró a Adam fijamente a los ojos y por un momento pensó que había sido él quien le había hecho semejante regalo. Pero luego recordó como se distanciaron de golpe, seguramente porque ella era incapaz a frontar tanto y se centró o trató al menos de centrarse en los estudios y que sus notas no bajasen demasidado. - Así que, creo que me quedaré siempre con la duda de quien lo hizo y sin poder darle las gracias. - Volvió a beber algo más de café, sintiendo como su cuerpo recuperaba la temperatura normal del mismo sin dejar de mirar a Adam a los ojos, preguntándose porqué le estaba contando todo aquello en aquel momento.

Notas de juego

A mí se me olvidaron muchas. Pero recuerdo una que dice que es ilegal atropellar gorriones. Y la del bigote la conocía, pero en lugar de poner al final humanos, ponía hombres. Ah! Y la de que es ilegal susurrarle guarrerías a tu cónyuje al oído mientras practicáis sexo (o algo así era). XDD

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17/06/2020, 19:48
Adam Townsend

Adam prefirió no responder a los comentarios sobre la marihuana. Más allá del asunto legal, en el instituto había un par de individuos* que solían fumar y no eran especialmente de su agrado, así que siempre relacionaba la hierva con aquellos dos incluso a día de hoy. Pero sí prestó especial atención sobre el futuro fallido de Sandy, sin poder evitar cierta sorpresa en su expresión. No tuvo muy claro si preguntar más sobre ello, así que se lo guardó para otro momento. Sobre la noche del baile antes de que se fuera a pique, sin embargo, sí que tenía un par de cosas a decir. 

- ¿Quieres que te confiese algo? No estaba para nada nervioso hasta que fui a recogerte. En cuanto te vi bajar, el traje se me quedó aun más corto. Y me alegro que pensaras que bailaba bien, porque no tengo NI IDEA de lo que estaba haciendo. -rió abiertamente.- Mi hermana me ayudó a practicar unos pasos, pero en cuanto llegamos al baile se me olvidó todo por completo. ¿Tú habías practicado?

Los siguientes minutos cogieron a Adam algo por sorpresa. Escuchó a Sandy con atención, sin decir ni una sola palabra. Poco a poco, sin embargo, una sonrisa se fue dibujando en su cara, y cuando ella terminó de explicar sobre aquel peluche, Adam no pudo evitar echarse a reír. Incluso se llevó las manos a la cara, aunque le hizo un gesto a Sandy para que esperara. Cuando dejó de reír su cara mostraba una mezcla de sorpresa y alegría.

- Vaya... -dijo por fin.- No me estaba riendo de ti, no pienses eso. Es sólo que... -rió de nuevo por lo bajo.- Verás, cuando todo aquello pasó y la gente empezó a irse del pueblo, me cerré mucho a los demás. Tenía una idea de lo que iba a hacer cuando terminara el instituto y era en lo poco en que pensaba, en irme de aquí y entrar en algún equipo universitario. Pero no recibí ninguna beca deportiva, así que... -negó con la cabeza.- me quedé. Jonathan y yo solíamos dar vueltas por el pueblo a las tantas de la noche, quejándonos de nuestra mala suerte y preguntándonos qué iba a ser de nosotros. Varias noches pasamos por delante de tu casa y vi que había luz en una de las habitaciones. Por aquel entonces aun iba a ver a tu padre a la consulta, así que un día le pregunté. Me dijo que era tu habitación, que tenías problemas para dormir. También me dijo que esperaba que eso cambiara porque te ibas del pueblo, a la universidad. -bajó la mirada hacia el café y lo removió con la cuchara, medio absorto.- No sé, me dio... Pena que te fueras, y más si lo estabas pasando tan mal. Así que un día en el centro comercial se me ocurrió hacerte un regalo de despedida, y encontré a Fluppy. -rió por lo bajo.- Ni me acordaba del nombre... Pero yo de pequeño tuve un peluche que me ayudaba a dormir, y se me ocurrió que regalarte uno podría ser un... -resopló y miró a otra parte.- Me pareció que podría hacerte gracia, pero luego pensé que te avergonzaría que otra gente supiera que necesitabas una luz para dormir a tu edad, así que... -volvió a mirar a Sandy, con una sonrisa algo avergonzada.- No puse mi nombre. Y si te soy sincero, nunca pensé que fueras a mantenerlo tanto tiempo.

Adam rió de nuevo, aun sorprendido por la noticia. No esperaba que aquel gesto de hacía tanto tiempo, tan insignificante como le pudo haber parecido a él por aquel entonces, tuviera aun aquella repercusión. Miró a Sandy, sintiéndose de algún modo con menos demonios en su cabeza.

- Han tenido que pasar seis años para que nos sentemos a tomar un café, pero no ha estado tan mal, ¿no crees? -tuvo entonces una ocurrencia, y aunque dudó un instante si era buena idea o no, decidió soltarla.- Oye, no quiero que pienses que intento jugar con algo tan doloroso como esto, espero que entiendas que para mí también sigue siendo un asunto difícil. Pero ya que nos robaron el baile de invierno de aquel año, se me ha ocurrido... -dudó de nuevo, pero continuó.- ¿Recuerdas a Kurt Williams, de mi clase? Hoy monta una fiesta, y aunque es una fecha terrible para celebraciones... ¿Qué te parece si te recojo y vamos juntos? Tendré que ir con el uniforme, así que al menos sabemos que llevaré ropa de mi talla.

Sonrió abiertamente, esperando que aquello no hiriera la sensibilidad de Sandy. Aquel baile de invierno seguía muy vivo en la memoria de lachica, y Adam esperaba no haber metido el dedo en la llaga demasiado. Pero si aceptaba y la noche iba bien, quizás le ayudaría un poco a superarlo.

Notas de juego

*Jim y Troy :P

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17/06/2020, 23:34
Sandy Bundy

- Mi madre... - Sonrió de nuevo recordando aquellos tiempos felices, donde aún todos eran demasiado ingénuos como para saber que años después, ocurriría aquella trajedia. - ... empecé de modelo de pequeña, solo que os fijásteis y te diste cuenta cuando crecí un poco más. Mi madre decía que debía ser siempre como las princesas, comportarme con elegancia, saber estar y saber bailar y ella misma me dio clases de baile durante mucho tiempo. Pobre... si viese en lo que me he convertido... - Añadió con cierto pesar. - Eso sí, tuve curso intensivo y preparatorio por parte de mis padres durante meses antes de la fiesta.

» Me animaban, me ayudaban, me motivaban a realizar ese cambio aquel día. Recuerdo que me decían que solo debía pensar que estaba en una sesión de fotos, donde tenía aquella seguridad que hacía que me comiese la cámara y a través de ella el mundo.

Tras contarle lo de Fluppy, Sandy observó la reacción de Adam. Sus risas, seguramente venían de haberle dicho sus problemas para dormir durante meses. Era lo que siempre pasaba. Todos se reían de la nerd de clase y así se sentía en aquel momento, hasta que Adam comenzó a explicarse. - Así que... ¿fuíste tú? - Sandy miró a Adam con una nueva expresion en su rostro, entre ternura y agradecimiento se podía leer en sus ojos. - Pues... mil gracias. Fue lo que más me ayudó para comenzar a dormir bien y por fin apagar la luz. Y sí, aún lo tengo. Durante el primer año de universidad me lo llevé conmigo, no podía estar sin él y lo tuve que esconder, sobre todo con el tema de las novatadas... pero a raíz de la repetición... Dejé de ocultarlo y siempre que estaba en mi cama estaba abrazada a él. No te imaginas la compañía que me ha hecho durante todo este tiempo... - Miró a Adam con el vivo agradecimiento dibujado en su rostro. - Te debo mínimo un abrazo por ello. De verdad, el detalle, la nota... creo que tu acto me libró de terminar ingresada en un psiquiátrico.

Sandy bebió de nuevo un sorbo de café mientras que Adam hablaba. - La verdad es que no, no ha estado nada mal. Creo que ha estado mejor que nuestros encuentros por la noche en el parque... - Sonrió tratando de sacarle gracia a todas aquellas situaciones tan violentas que algunas veces se llegaban a dar entre ellos.

La chica torció el gesto cuando Adam preguntó por "su compañero de clase". - Vaya, si que era invisible en aquel entonces... yo también estaba en esa clase. - Refunfuñó. - ¿cómo olvidar a Kurt y sus eternas peleas con Troy? - Su rostro volvió a cambiar entonces. A pesar de las Wells y lo que tuvo que pasar, recordaba momentos buenos del instituto y uno de ellos era cuando los dos se ponían en plan gallito, porque en ese momento la nerd desaparecía y solo estaban esos dos.

- Vaya fecha para celebrar nada... - Se quejó Sandy. Pero Adam tenía razón, al menos podían completar ese episodio de su vida y ver que hubiese pasado al final. - ... y no se si tendré nada que combine con tu uniforme. - Bromeó de nuevo. - Supuse que si trabajabas por la mañana, por la noche estarías libre... - Añadió confusa con el tema de llevar el uniforme puesto. - ... y supongo que nada de cigarrillos de la risa... - Dijo al final sabiendo cual sería su respuesta de Adam. - Sí, iré. Tu idea con Fluppy fue estupenda y me ayudo mucho, quizás esta nueva idea tuya me ayude aún más. - Le dijo con una amplia sonrisa. - ¿A que hora pasarás a buscarme, dices? - Y en ese momento la mirada de Sandy cambió a una más segura, dejando a un lado a la nerd del instituto para ser la modelo de las revistas.

Notas de juego

Mercy: Mi Troy <3

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18/06/2020, 10:09
Adam Townsend

- No hay nada que agradecer. -respondió al asunto del peluche.- Saber que funcionó es lo importante, y con eso me basta. Bueno, quizás me cobre el abrazo. -añadió riendo. Se quedó un instante con cara de embelesado.- ¿Ves? Nos hemos alegrado el día mutuamente. Lo que te decía antes: ayudar a otros a estar bien te ayuda a ti mismo. Es casi como si... -chasqueó los dedos, recordando lo que Sandy le había pedido cuando se encontraron.- ...el conjuro hubiese funcionado.

El comentario de Sandy sobre su invisibilidad le hizo sentir algo mal, pues realmente había olvidado muchas cosas de aquel entonces, entre ellas que Sandy iba con ellos a clase. Fue a disculparse, pero el nombre de Troy apareció en la conversación y Adam sintió que si hubiese tenido leche en su café, se le habría cortado.

- Egh, no me hables de Jacobson. Estaba harto de sus tonterías y su rollo de chico malo. Si tan poco le gustaban las clases, ya me dirás por qué seguía yendo. -sacudió la cabeza, intentando quitarse de encima la imagen de aquel tipo.- Jonathan y yo siempre trabajamos estos días. Cada año hay curiosos que vienen al pueblo por estas fechas, sólo por el morbo de lo ocurrido. Por suerte va a menos, pero creemos que lo mejor es mantener las rondas. -suspiró.- Y ayuda a no pensar mucho en estas fechas.. Y sobre la hora... -sacó el teléfono, esperando ver algún mensaje o llamada, y comenzó a escribir mientras hablaba.- Kurt no me ha confirmado nada, voy a enviarle un mensaje. Te aviso en cuanto sepa algo. -guardó el teléfono y volvió a sonreír a Sandy.- Me alegro de que te parezca buena idea, lo de esta noche. Y teniendo en cuenta que lo único que combinaría con mi uniforme sería un traje de preso... Mejor que mires por tu armario, seguro que tienes algo más elegante.

Adam miró su reloj. El tiempo había pasado sorprendentemente rápido y debería volver a su ronda. Terminó el café y sacó dinero para pagar, dejándolo sobresaliendo bajo su taza.

- Oye, debo volver al trabajo. ¿Quieres que te lleve a casa o algún otro sitio?

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18/06/2020, 10:40
Adam Townsend

Mensaje de Adam: 

Hey Kurt, ¿cómo llevas lo de hoy? ¿A qué hora hay que estar por allí? Ya me perdonarás que no me ponga elegante, estaré de servicio.

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18/06/2020, 13:00
Sandy Bundy

- Para mí mucho. Créeme. Fue como... un oasis en medio de un desierto. Me hiciste mucho bien aquel día. Ojalá hubiese sabido entonces que habías sido tú. Tras lo ocurrido y... cambiar tanto las cosas, pensé que te había dejado de importar como a mi me dejaron de importar tantas cosas y tantas personas... - Lo cierto es que había sido duro para todos, pero era la primera vez que se sinceraba tanto con alguien.

Las terapias con su padre no funcionaban porque había cosas que a un padre no se le pueden contar y menos aún cuando a partir de aquel día, la hora de la terapia era constante. Desde que se levantaba hasta que se iba a dormir. Para ella fue un alivio irse a la universidad. Y luego el doctor Marcus, siendo amigo de su padre y encima iba fumada hasta las cejas. No. Ninguno le servía y no era un tema para tratar con nadie porque sí.

- Pero sí, tienes razón. - Sandy recuperó la sonrisa de golpe. - Es casi como si hubiese funcionado. - Su mejor plan hasta la invitación de Adam era volver de trabajar, liarse un canuto y fumar hasta la noche, dormir, ir a trabajar y repetir el día anterior, dejando que las horas pasaran. Sabía que sería como una terapia de choque. Esas fiestas... repetir entrar con Adam de pareja a una seguramente con muchos de los supervivientes de aquel día. - Y esta noche lo comprobaremos. - Añadió animada y segura de sí misma de nuevo.

- Lo bueno que tenía el ser invisible en el insti, es que no  me prestaban atención y llegué a escuchar una vez que su padre bebía y le pegaba. Supongo que mejor estar en clase que donde te estén dando palizas. - Sandy se encogió de hombros. No le vía tan mal chico. Era de los pocos que no se metía con ella. No le hacía ni caso, pero tampoco la ofendía. Las Wells, esas si que eran arpías malas. - Esta bien. En cuanto a la ropa... sí, creo que tengo algo mejor que eso en mi armario. De haber sabio esto antes hubiese comprado un disfraz de esos de policía sexy. Hubiésemos ido bien conjuntados. - Bromeó con seguridad al respecto y rió relajada. - Tanto hablar y no te he preguntado por Jonathan, ¿qué tal está?

En ese momento Adam hizo alusión al tema de la hora. - Se me ha pasado el tiempo volando. - Se terminó el café y se limpió con delicadeza los labios con una servilleta. Adam tenía delante a la modelo elegante que había educado su madre de pequeña, no a la nerd del instituto. - Mejor a mi casa. Así me aseguro de que sabes donde vivo y de que me recogerás esta noche. - Le guiñó un ojo divertida.

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18/06/2020, 18:22
Adam Townsend

Adam sonrió ante la buena respuesta que Sandy mostraba por la fiesta de aquella noche. Con un poco de suerte, aquellas fatídicas fiestas perderían algo de su regusto amargo. Le guiñó el ojo picaronamente tras el comentario sobre su dirección, y decidió omitir el detalle de que, como miembro de la oficina del sheriff, disponía de la dirección y todo tipo de datos sobre todo el pueblo. Se levantó de la mesa y se despidió de la gente del local. Luego abrió la puerta para que Sandy pudiera salir.

No es que dejaras de importarme sin más -dijo mientras caminaban hacia el coche.- Dejó de importarme todo. Tenía que terminar el instituto y era en lo único que pensaba, cualquier otra cosa relacionada con el Highbrook era rememorar la pesadilla, y eso incluía a su gente. Me distancié de todos, pero cuando supe que no iría a la universidad las cosas cambiaron. Fue entonces cuando Jonathan y yo supimos que nos quedaríamos, y cuando surgió la idea de presentarnos a la oficina del sheriff. Luego empezamos a trabajar y a ocuparnos de la prensa y los curiosos y... -se paró junto al coche.- El resto es historia, como dicen. Va, entra antes de que te congeles.

Entraron en el coche. En pocos segundos la calefacción calentó el interior del vehículo, y de los altavoces comenzó a salir la voz de Ray Charles.

- Jonathan va haciendo. Estos días le gusta sentirse ocupado, para no pensar mucho. El año anterior a que tú volvieras, algún hijo de puta estuvo trasteando con la lápida de Cindy, su novia. Hay que joderse... Por suerte cada vez vienen menos morbosos, y eso es un alivio para todos. -el coche se puso en marcha en dirección a la casa de Sandy.- Y sobre Jacobson sólo diré una última cosa: El padre de Kurt tampoco era un santo con él, y que yo sepa Kurt no se dedicaba a meterse en líos y a buscar pelea todo el santo día.  Pero ya da igual, se fue del pueblo. Oí algo de que ahora hace música, igual ha sentado cabeza. ¿Recuerdas el follón que se montó cuando Mercy Wells dijo que iría con él al baile, verdad? Dicen que llevaban tiempo juntos, y que ella se quedó embarazada, y que por eso se fue tan lejos a estudiar. Pero vaya, ya sabes cómo es la gente, les gustan los rumores.

El coche paró frente a la dirección de Sandy. Adam miró el exterior de la vivienda como sólo un policía lo haría. Luego se volvió hacia Sandy.

- Su parada, señorita. Me temo que no puedo dejarte el abrigo, así que no te quedes mucho rato fuera o te resfriarás antes de esta noche. -sonrió, casi cerrando los ojos por completo.- Me alegro de casi haberte atropellado, Sandy Bundy. De veras.

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18/06/2020, 20:18
Sandy Bundy

- Veo que nos afectó de la misma manera. - Se lamentó Sandy ya dentro del coche. Aunque Adam tuvo a un amigo a su lado y Sandy a un padre obsesivo con su recuperación y su madre que perdió la cordura aquel día. Y tras seis años, su madre sigue igual y su padre negándose en internarla en una institución psiquiátrica donde seguramente podrían hacer más por ella.

- La verdad es que se nota cuando corro y cuando no con esta ropa y este tiempo. - Sonrió a Adam. - Mientras me muevo de verdad ni me entero del frío y la verdad es que con tu chaqueta, se está muy bien. - El tema del instituto volvió a salir.- No sabía nada sobre el padre de Kurt. - Lo cierto es que era ver a Kurt y Sandy se olvidaba de casi todo lo demás por aquellos tiempos. Ella y medio instituto. El otro medio eran chicos. - Pero tienes razón, eso ya pasó...

» Y no, me temo que no sabía nada sobre que Mercy dijo que iría al baile con Kurt. Recuerdo que hubo una reunión muy importante a la cual no asistimos ni mi madre ni yo. Estábamos ajustando el traje para el baile y fue mi padre solamente. - Comentó pensando que sería en ese momento, puesto que en los demás no recordaba mucho. - Y del embarazo no sabía nada. De hecho, ni me había fijado que a ella le gustase él. Simplemente la huía cuando la vía. A ella y a su hermana. No se cual era más cruel conmigo de las dos.

Cuando Adam dijo lo de que no podía dejarle el abrigo, Sandy sonrió. - Lástima, con lo calentito que es... lo único que me queda un poco grande. - Dijo metiendo un brazo en la manga y demostrando que sobraba mucha aún. - De hecho, creo que entraría otra persona conmigo en él. - Lanzó al aire aquella frase mientras se quitaba el abrigo.

- Y yo me alegro de casi haberte abollado el coche. - Sonrió a Adam. - Deberíamos repetirlo algún día. Me refiero a lo de tomar café, no a los intentos de atropello. Gracias por traerme. - Le dijo con sinceridad y sintió ganas de darle un abrazo, pero era un coche patrulla, él de uniforme, en la puerta de su casa, quizás Charlie mirando por la ventana o cualquier otro vecino.

Prefierió que pensasen que se había metido en un buen lío. Sería más divertido averiguar que dirían los vecinos sobre ella días después. - Te veo esta noche entonces. - Le dijo al chico antes de salir del coche.

Corrió hasta la puerta de casa y sacó las llaves, antes de abrir se dio la vuelta y le dijo adios con la mano sin borrar la sonrisa de su rostro. Luego abrió la puerta y entró en casa, sintiendo esa ola de calor en su cuerpo.

 

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18/06/2020, 20:40
Kurt Williams

Pese a las fechas, estaba contento. Incluso tras tantos años, aún no había pasado página, ni él ni casi nadie en el pequeño pueblo, no en realidad, pero creía que el reciente acontecimiento podría ser el momento indicado para hacerlo. Después de aquello, las cosas serían diferentes, o eso quería pensar.

La vida de Kurt había cambiado mucho desde el instituto. Después del truncado baile, de la matanza, del horror, las pesadillas habían estado acosándole. Sueños variados, extraños, terribles. A veces todos morían y él era Papá Noel, otras simplemente aquél loco le partía en dos mientras los otros se reían; las peores ocasiones era cuando creía que todo estaba bien, que todo había pasado, que habían vencido, y aquél psicópata regresaba para acabar el trabajo, llevándose a Linda por delante frente a sus ojos. Sabía que tendría que haberlo hecho, pero se había negado a ir al psicólogo, igual que su orgullo le había impedido marcharse de Birchmont. Se dio cuenta de que aquél era su hogar y no quería abandonarlo tan pronto.

Su decisión tuvo repercusiones que nadie se esperaba. Rechazó la beca deportiva de varias universidades importantes y abandonó por completo tanto el fútbol como los estudios. Se independizó también, dejando por fin al borracho de su padre, al que no había vuelto a ver desde entonces; sabía que estaba vivo, pues de lo contrario se habría enterado, pero no le importaba como le fuera. Por él, aquél hombre que ni le había preguntado por lo ocurrido, podía pudrirse en el infierno. La mayoría de sus amigos salieron de allí tarde o temprano, dejándole prácticamente solo, y aunque al principio se resintió de aquella sensación de abandono, se alegró por todos los que habían conseguido escapar de aquél rincón del mundo y los recuerdos que arrastraba.

Adam, uno de los pocos colegas que habían permanecido allí —y que pareció salir reforzado de la masacre, con un objetivo en mente que al fin había cumplido—, fue la mano salvadora que logró hacerle salir del bache. Él y su familia no solo fueron el clavo al que agarrarse, sino que Herbert, su padre, fue quien con su amabilidad permitió que diera un paso adelante. Comenzó a trabajar en el taller del pueblo, un curro que, como pronto descubrió, no solo se le daba bien, sino que le gustaba. Pasaba horas y horas arreglando los coches de todo el mundo, hasta que el negocio fue tan bien que el señor Townsend le permitió hacerse cargo. Eso, junto a la casa que acababa de comprarse, le hicieron asentar la cabeza y relajarse.

A partir de entonces las cosas parecieron ir bien. Siguió pagando la hipoteca, de lunes a sábado tenía las horas ocupadas más que de sobra, y los domingos se iba con su coche, él y la carretera, sin ningún rumbo. Volvía de madrugada y vuelta a empezar. Los ratos libres solía entrenar —había empezado a coger afición y tenía un gimnasio en el sótano—, o se iba al bar a tomar unas cervezas cuando había partido. Una vida sencilla, sin complicaciones, exactamente la paz que necesitaba.

Durante una de las escasas vacaciones que de vez en cuando se pillaba, conoció a la mujer que pondría la guinda a aquella alegre existencia. Linda Castillo, atravesó su corazón con solo cruzar las miradas. No pudo evitar hablar con ella, tontear y, con el tiempo, lo que comenzó con un simple rollo de verano acabó por volverse una relación formal. La distancia jugaba en su contra, pero siguieron adelante, hasta que las cosas definitivamente fueron en serio. Y así hasta ese día. Unas noches antes ella había llegado de uno de sus viajes —su trabajo la mantenía en movimiento continuamente, y apenas pasaba por allí—, había decidido pasar las fiestas con él, y él se lo había pedido. Algo simple, cercano, íntimo. Había dicho que si.

No tenía ni idea de cuando ni donde se casarían, pero le daba igual. Era el tío más feliz del mundo cuando despertó aquella mañana con su prometida a su lado, desnuda bajo las gruesas mantas para protegerse del frío matutino que se colaba por la ventana desde el exterior, y quería celebrarlo. Las Navidades, por una vez desde hacía mucho, serían para celebrar. Esa noche habían decidido montar una pequeña fiesta, nada grande, solo unos cuantas personas a las que anunciárselo.

Estaba ya en la cocina, preparándose un batido de proteínas y haciéndose un revuelto de atún para meterse algo al estómago antes de entrenar, cuando le sonó el móvil. Tardó un momento en que su mente pusiera cara al nombre que aparecía en pantalla.

¡Ey! Si, soy yo, hola Charlie. ¿Linda? Pues ahora está durmiendo, ayer nos dormimos a las tantas, ya sabes. —Carraspeó; demasiada información—. Bueno, ¿te ha invitado, no? Si, por supuesto, claro que si, perdón. Pásate cuando quieras, seguro que se alegra de tenerte por aquí. Yo iré en un rato al súper a comprar todo, pero seguro que quiere decorar ésto. ¿Sabes? Hemos decidido poner luces este año... Ejem. El caso, que puedes venir cuando te apetezca, ahora mismo la levanto. ¡Nos vemos luego!

Terminó de hablar, se despidió y, al colgar, vio que había aparecido una nueva notificación, un mensaje. Respondió con una mano mientras batía el mejunje con energía para que los polvos se mezclaran bien, y luego se lo tomó de un trago. Tenía un rato hasta que la pelirroja apareciera, así que se emplató el resto del desayuno y se bajó al sótano, a entrenar un poco antes de ducharse y ponerse definitivamente en marcha. Siguiente parada, el súpermercado. Con suerte vería a Sandy, para decirla a qué hora pasarse; esa chica había acabado por convertirse en una amiga después de las mil visitas a ver que tal su coche.

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18/06/2020, 21:26
Kurt Williams

Buenas Adam! Todo bien, tú que tal? No te líes mucho, que tienes que estar presentable. Con ese uniforme me vale, muy sexy jajaja. 8 p.m. No me falles.

PD. tu familia está invitada también, dile al viejo que mueva el culo.

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18/06/2020, 22:01
Sandy Bundy

Sandy regresó a casa y no precisamente corriendo, sino que traída por un coche patrulla de la oficina del sheriff de Birchmond. Nada más entrar, fue a saludar a Charlie, quien hablaba por teléfono solo con una toalla puesta y se puso la mano en la boca al tiempo que agitaba su mano en señal de saludo y corrió a hacia su cuarto. El grito resonó por toda la casa.

- ¿¡Por qué mi dormirtorio parece Siberia!? - Exclamó al entrar, cerrando la ventana de inmediato. Se acabó el cambiarse allí de ropa. Cogería una neumonía al menos si se desnudaba allí. Así que cogió la ropa que se pondría para ir a trabajar y corrió a meterse en el baño, cerrando tras de sí.

Tras una rápida ducha, donde procuró no mojarse el pelo, porque si lo hacía no llegaría a tiempo al trabajo, salió, se secó, dejó la toalla en el suelo tirada, el suelo empapado y se vistió lo más deprisa que pudo. Recogió su ropa sucia del suelo y la tiró en el suelo de su dormitorio. Luego se maquilló un poco, lo justo para ir natural.

Miró la hora, aún le daba tiempo a comerse algo de fruta antes de irse y pasar frío en la parada del autobús. Así que cogió una manzana y se apoyó en la encimera de la cocina. La peló con un cuchillo y la fue cortando a cachos mientras los iba comiendo. Dejó el cuchillo sucio en el fregadero y tiró el corazón de la manzana en uno de los tres cubos que había en el armario.

Después se asomó a mirar a Charlie, tenía curiosidad por saber con quien hablaba, aunque si ella la vio bajar del coche patrulla, tendría más curiosidad aún. Sandy volvió a mirar la hora... quedaban cinco minutos. - Ya hablaremos luego. - Pensó y se acercó a la puerta para salir. Cogió sus cosas, llaves, móvil, bolso... se puso el abrigo y con la mano se despidió de Charlie. Aún tenía que llegar a la parada del autobús para que la dejase en el centro comercial.

Notas de juego

No cierro del todo la escena por si Charlie quiere responder/preguntar a Sandy y de paso ya lo dejo para que el jefe me deje en el trabajo, que a mí me da pereza ir xDDD