Partida Rol por web

Eleanor llegó al lago. Estaba todo bastante oscuro y solitario.

Luego de despedirme de Seth, avanzo por el Lago en plena oscuridad, no suelo temerle a un lugar así y en cierta forma me da una paz que no suelo encontrar a diario. El vídeo que he observado desde el móvil no me causa pánico en absoluto, puede ser un clásico fake o alguien que está como una cabra. ¿Pero quién en el Pueblo puede estarlo? 

Creo que como siga así odiando a tanto idiota deportista, me convierto en otra enmascarada, quien sabe. De igual manera voy al punto de encuentro, donde siempre quedo con Mark y bufo en silencio por jamás habernos pasado siquiera el móvil ya que de esta forma podríamos saber si está por la zona o no vendrá. 

Tomo asiento mientras contemplo el brillo especial del Lago, su calma y el reflejo de la noche en él. Más quisiera tener el violín, dedicarle una nota, un anhelo a este momento de silencio y soledad. Me agrada estar así, así que abrazada a mis piernas, evitando que se vea algo con la falda, me quedo allí esperando. Sin saber si vendrá o no. 

El lago. Donde se había 'citado' con Eleanor Rigby. No le hacía mucha gracia, pero sabía que tenía que acudir, ya que gran parte de que las cosas hubieran terminado así era culpa suya. Cuanto antes resolvieran el malentendido, antes podría irse a casa... o bueno, ya que estaba, si todo iba bien, quizás se quedara un ratillo...

Luego de responder los mensajes, escucho unos pasos, así que giro sobre mi misma allí sentada para ver qué se trata de Mark. Con una sonrisa dibujada en mi rostro, una que solo él conoce y nadie más, le indico que se siente a mi lado para conversar un rato. 

- Hola... - lo saludo mientras busco su mirada, aquel mar que siempre adoro naufragar, siempre conectando a un nivel donde las palabras sobran y solo hablamos en silencio. Si accede a sentarse, intento coger su mano ahora con la mirada en el Lago. - ¿Tu me has escrito recién?- pregunto directamente, para descartar la opción de que el tío de la máscara no me haya escrito. 

O eso pensaba él. Que sería rápido, fácil, e indoloro. Pero de hecho lo fue, y eso era lo peor. Todo era como siempre, calmado, en paz. Las mismas vistas nocturnas, el mismo lago, las mismas estrellas, y la misma compañía. Con solo su presencia le bajaba las defensas, le hacía olvidar, relajarse. Ser. Sólo ser, estar. Vivir. Descansar.

Se sentó a su lado, sin saludar. Dejó que ella le tomara la mano, si quería. Él no solía hablar mucho, no solía hacer mucho. Solo estar. En ocasiones, sentía la necesidad de expresarse. Una vez bajó la guardia demasiado, e intentó besarla. Afortunadamente no se dejó. Afortunadamente, todo. "...No." le respondió cuando ella le preguntó si le había mandado un mensaje. "No tengo tu número."

Al sentir que me sujeta la mano, siento que todo está bien, si él está, no necesito más. - Mark... Mírame. - digo en un tono suave, primero mirando a los alrededores y luego a él, acerco mi rostro al suyo con la intención de besar sus labios, sin arrepentimiento, sin miedo. Quizás ahora me rechaza y todo esto que tenemos se cae en pedazos, pero sentí la necesidad de hacerlo, de ir más allá de lo que estamos teniendo. 

Una vez me separo, alzo una ceja sorprendida cuando me responde sobre el móvil. Entonces le muestro todos los mensajes que recibí recién.* - Sospeché que no eras tú, debe ser el enmascarado. No le tengo miedo, posiblemente está tan o más roto que nosotros. - comento y tras enseñarle los mensajes, poner en la pantalla el número de mi móvil. - Anota y... Lo siento, por romper esta regla, y también por el beso... - confieso arrepentida. 

Y la miró con atención. Miró esos ojos entre azules y grises, como la noche y el lago frente a donde siempre se reunían. Y ella miró primero detrás de si, y los alrededores, antes de volver a mirarle a él con esos ojos intensos, despiertos. Y ocurrió. Ocurrió que esta vez fue ella la que acercó su rostro al de él. Ocurrió que esta vez, fue ella la que intentó besarle. Al contrario que la primera vez, iniciada por Mark. Y al contrario que la primera vez, esta vez sí que fue. Mark no apartó el rostro, aceptó el beso. Incluso, no sólo lo aceptó sino que se lo devolvió. Tímidamente, en un único movimiento de labios, antes de ser también, él mismo el primero en apartarse.

Bajó la mirada y la cabeza, confuso, haciéndose mil preguntas. ¿Por qué ahora si, y la semana pasada no? ¿Qué había cambiado, aparte del día en que se encontraron? ¿Qué había de diferente, por qué le había dado aquel papelito pidiéndo encontrarse hoy, precisamente, de entre cualquier otro día?

Ella empezó a hablar de unos mensajes. Mensajes del tío de la máscara de fantasma. El de Instagram. Dijo que no le tenía miedo... que estaba tanto o más roto que ambos. ...¿Ambos? ...¿Cómo...? Pero no pudo preguntar todavía, ya que la chica le dejó el móvil y le enseñó los mensajes. Mientras los leía, Mark no pudo evitar que una sonrisa silenciosa fuera apareciendo en la comisura de sus labios.

"Así que has hablado con él..." murmuró aún mirando la pantalla, releyendo los mensajes una y otra vez. "Justicia social... Justicia..." repitió casi ensimismado. "Suponiendo que yo fuera el asesino que mató a Erica Green..." comenzó a decir, aún sonriendo. "...¿Iba esto en serio?" entonces súbitamente borró la sonrisa. Y la miró fijamente. "¿Lo harías?" el brillo de sus ojos denotaba que la seriedad del rostro de Taylor no era por reproche, al igual que el tono ligeramente excitado en su voz. "¿Lo harías? ¿Te pondrías la máscara y... y asesinarías seres humanos conmigo?"
 

Dejó de mirarla para mirar el lago frente a ellos. Le devolvió el teléfono móvil, no habiendo sacado el suyo para apuntar su número. "No soy una buena persona, Eleanor... Quizás no te convenga..."

Y allí sucedió aquel beso, uno que al principio sabe a miedo, a intención y a su vez a sentimiento. Lo que dura no lo puedo precisar, pero para mí es una eternidad que sabe a él, al anhelo de haber imaginado este instante tantas veces que incluso me resulta utópico y allí estoy, con su sabor en mis labios, en mi. 

Al separarse me preocupo, pero mis ojos siguen perpetuos a su mirada, buscando respuesta a todo esto. Ahora sí estoy decidida, ahora en verdad quiero todo con él. Soy consciente de la brusquedad, del impulso que me ha conducido a dar un paso que quizás jamás pensé en dar. Solo que Mark para mí es algo más que una compañía y fui tan tonta, tan idiota, que ese miedo me consumió. Ahora ya no está. 

Una vez lee los mensajes escucho sus preguntas, y sigo mirando sus ojos. - Jamás le he temido a la muerte, tengo mis razones de ello. - confieso desde la cercanía. - En parte lo estaba vacilando, comprobando si eras tú en verdad... -​​​​​​ Explico sin que me tiemble la voz, segura de ello. - No voy a negar que hubo momentos en mi vida donde hubiera querido ponerme esa máscara y hacer justicia social... Porque estamos rodeados de hipócritas, de gente sin respeto, sin valores. - digo suspirando. 

Luego me dice aquello, y me quedo mirando también el lago, aún sosteniendo su mano y sabiendo que no ha apuntado mi número. - No importa, tampoco soy una buena persona. - confieso aún perdida en la profundidad del lago. - Me gustaría estar contigo, da igual como seas. 

Mark no quería decirlo, pero quizás podía intuirse. En su rostro, en sus gestos, sus silencios... en cómo le había preguntado aquello... en cómo aún sostenía la mano de ella. No la quería alejar de él. Al contrario, la necesitaba. "A mi también..." comenzó a decir. "Ya sea que hables o que suspires... que toques el violín o-o que simplemente estés aquí... conmigo en silencio... A mi también... me gustaría estar contigo." le costaba decir esas palabras, porque una parte de él le avisaba, le advertía, que podría no funcionar. Que probablemente, no iba a funcionar. El miedo, el miedo le consumía como quizás le había consumido a ella la vez anterior. Así que por eso intentaba ser fuerte, como ella, que había roto las normas, roto el silencio, roto el misterio. Roto finalmente el vínculo que les unía para tratar de formar uno más fuerte. "Te intentaste suicidar... ¿verdad?" le preguntó él. Sabía que era un tema delicado. Pero tenía que preguntar. "Lo supe al ver las marcas... en tus muñecas. ...Lo mío no se puede ver. No deja señales. ¿Así que cómo supiste que...?"

La sorpresa inunda en mi rostro al escuchar su respuesta, cuando todo su lenguaje corporal está diciendo lo mismo. Pero una cuestión es intuir, la otra escuchar que realmente es posible estar juntos. Cómo sea, incluso rompiendo barreras que nosotros mismos nos hemos implantado. 

El saltar al vacío me supone el volver a intentar, el transitar por senderos oscuros que no conocen de matices por todo lo vivido, por lo que vivo en mi interior. Entonces el hecho de estar con Mark me abre las puertas a la vulnerabilidad, al sentimiento y al corazón. Lo necesito, me necesita, nos necesitamos. 

- Y así será... - respondo al rodear con mis brazos su cuerpo, cumpliendo aquel sueño que durante tantos encuentros solo se cumplía en mi mente mientras imaginaba como era su aroma, la sensación misma de sentirlo tan cerca. Cuando me pregunta por el asunto de mis intentos de suicidio, bajo la mirada hacia el suelo y extiendo el brazo que está libre para que vea las marcas. Algunas son bastante nuevas, otras tienen sus meses. 

- Dos veces... Una hace dos meses. - digo al observar aquello, que revela cierta fealdad y a mí no me avergüenza, es un recordatorio de lo que soy, de mi oscuridad. - Necesito del dolor a veces para mirar hacia delante y creer que hay algo más allá de todo lo que veo. - confieso y al liberarlo de mi abrazo, quedo delante suyo, muy cerca. - ¿Eres él, no? - pregunto al mirar sus ojos, ahora acariciando su rostro con suavidad. - No me importa que lo seas, estaré contigo igual y te ayudaré. 

Quiso devolverle el abrazo, pero por alguna razón, timidez, confusión, no se atrevió a hacerlo. Mark ya sabía y sentía una conexión con Eleanor Rigby, esa chica misteriosa con la que coincidió en el aula de castigo una vez, y que de vez en cuando se dejaba caer por allí. Pero lo que no se esperó es que pudiera llegar a ser tan grande, que pudieran llegar a conectar de aquella manera tan perfecta. Cuanto más la escuchaba, más igual la veía a él, pese a que eran, en realidad, bastante distintos, el uno al otro... Sí, sí, quizás la palabra adecuada fuera: 'complementarios'. No sabía por qué, sencillamente por ser, estar, existir, él sentía que ella le complementaba, y sentía también ocurría en el otro sentido.

Tan diferentes... y aún así semejantes en algunas cosas. Una se quería suicidar, arrebatarse la vida, el otro quería arrebatársela a los demás. No le respondió a su pregunta de cómo lo había sabido. Que cómo había sabido que él también estaba roto por dentro. Tampoco importaba. Ya no, no cuando aunque no entendiera por qué, Taylor sabía, sentía, que podía confiar en ella, que podía confiarselo todo, todo de verdad.

...Ella le dijo no una, sino dos veces, porque le pidió que lo confirmara, que mataría por él. Él le tomó una de las manos, con un brillo nuevo en sus ojos, con una sonrisa de puro júbilo. Él no era una buena persona. Ella tampoco. Pero le había quedado claro que no era excusa para no intentarlo. "Hagámoslo, entonces, Eleanor." le dijo. "Pongámonos la máscara, y hagamos justicia. No, no... aún no soy el enmascarado... Pero lo seré. Lo serémos. Juntos." le dijo, besando esa mano, sin dejar de mirarla, de perderse en ella, como el que admira una obra de arte, un paisaje, un lago y unas estrellas de las que nunca se pudiera cansar.

Mark sacó su teléfono móvil. Casi del entusiasmo se llevó la mano al lado incorrecto de la chaqueta, de lo poco acostumbrado que estaba a sacar su teléfono móvil personal. Empezó a apuntar un número, agregándolo a los contactos. "...¿Era así tu número?" Era el de Eleanor. Al final, se lo había memorizado cuando se lo enseñó. "Ambos tenemos secretos... ya habrá tiempo de compartirlos más tarde... pero no. No soy él. Todavía."

Me quedo allí mirando sus ojos mientras la noche nos abraza a los dos. Es tan fuerte lo que siento por él, que incluso en mi corazón una sensación está latente, descubriendo que entre tanta oscuridad, soy capaz de querer a alguien, de atreverme a encontrar un aspecto positivo en estoque va surgiendo. - Está bien, lo haremos. - respondo al dibujar una sonrisa, mientras voy pensando en todo esto sin dejar de escuchar lo que dice. - Juntos si, hagamos justicia Mark. - digo al acercar mi rostro al suyo, así hablamos entre susurros. 

En las expresiones de mi rostro, hay esperanza, hay un motivo que va más allá de lo que se podría considerar normal. Tanto querer quitarme la vida, cuando el problema real no soy yo, son ellos. Más la maldita sociedad que empuja a qué uno sea un monstruo. - Si, es mi número. - respondo mientras observo el detalle de que se equivoca de lugar al buscar el móvil. - Quiero ser parte de esa transformación, estar contigo. - confieso al acercar mi rostro un poco más al suyo. - Toca cobrarse cada una, y por los secretos, no te preocupes. Sabrás los míos. - termino por decir al quedarme allí, mirándolo de cerca. 

Mark alzó una mano temblorosa para acariciar torpemente una mejilla y parte del cabello de Eleanor. "Para mí todo esto es nuevo... ...¿puedo?" preguntó si podía besarla otra vez, no fuera a pasar otra vez como la primera vez que intentó besarla. Todo aquello eran terrenos inexplorados para él, y sus sentimientos se alternaban a ratos entre la calma y paz de siempre al estar con ella, y la emoción por todo lo nuevo que habían descubierto aquel día, por las posibilidades, por el compromiso y la lealtad, responsabilidades que en lugar de intimidarle le motivaban, le energizaban.

"La primera víctima debe ser la persona a la que juré matar desde que tengo uso de razón... no, quizás la segunda, para que no esté relacionada con ninguno de los dos... ...¿quizás la tercera? No, demasiado lejos, demasiado lejos. Habrá que pensar primero en un plan... comprar el disfraz... el distorsionador de voz... lo último lo puedo encontrar en la deepweb. No sé de dónde habrá salido lo primero..."

"También tenemos que investigar al primer asesino... es un héroe, hay que respetarlo, debemos aliarnos, y para ello tendremos que demostrarle que somos dignos de él... o de ella. Ojalá hubieras sido tú..." ciertamente, en clase de educación sexual, Eleanor parecía la más incomodada del grupo... aparte de Jimmy Davis... De haber sido Eleanor la asesina, habría hecho las cosas más fáciles...

La caricia de Mark sobre mi mejilla me impulsa a cerrar los ojos para disfrutar de aquel roce, igual que un gato mimoso, permitiendo que aquel gesto sencillo, sea toda una experiencia para los dos. Sin poder evitarlo cuando me pregunta aquello, sonrío cálida. - Puedes darme todos los besos que desees de ahora en más. - respondo desde la cercanía, rozando mi nariz con la suya, esperando que esta vez si me dé el beso a mi. 

- ¿Quien es esa persona?- pregunto cuando habla de un plan estratégico. - Si es por elegir, tengo a varias, así que no hay problema por ir detrás de uno, otro y otro. Además me gustaría psicopatear o extorsionar, es un buen punto para que el miedo o la misma exposición los fuerce a hacer cosas que jamás harían. - comento al mirar sus ojos. - No creo que sea difícil de conseguir el disfraz, además no se distingue de hombre o mujer, es neutral. - respondo y asiento con el tema del distorsionador de la voz. 

Cuando me habla del asesino, el de la Profesora de Sexología, asiento. - Ni idea quien fue, pero me ahorró un dolor de cabeza. Que esa se acostaba con mi Padre. - confieso mientras hago una mueca de satisfacción, bien creo que ahora ese tío de la máscara es mi héroe. - Dudo que sea un "ella", parecía ser fuerte. - agrego a modo de observación. Pero más allá de todo esto, en este instante donde hemos revelado las cartas, busco algo más. Tengo el punto donde avanzar y a Mark. - Bésame. - se lo pido sin más, que sea quien dé ese paso ahora. 

Ella cerró los ojos ante la persona que había declarado sus intenciones de seguir la estela de un asesino, completamente confiando en él, dejándose acariciar como la felina que era. Mansa, pero una cazadora por dentro, con garras que pronto, muy pronto, se llenarían de sangre y por primera vez no de la suya.

Ambos con los rostros tan pegados el uno al del otro, tras decirle que podía darle todos los besos que quisiera de aquel momento en adelante, Mark apartó la mirada bajando la cabeza con timidez, y aunque a la luz de la luna en el lago no podía verse tan fácilmente, se notó que el chico se ruborizó. Ella le dio su espacio, pasando a hablar sobre el plan, pidiendo detalles, proponiendo la posibilidad de presionarles y extorsionales, como un gato jugando con la comida antes de cazarla. Aquello le sonscacó una nueva sonrisa a Mark, y le dio las fuerzas que necesitaba para recobrar su valor. Levantó la mano para acariciar las mejillas de Eleanor una segunda vez mientras la miraba ensimismado, y acercó la chica a sus labios, dándole un nuevo beso lento y suave. Igual de suave que el primero, aunque un tanto más largo.

"Encargate tú de buscarnos los trajes, yo conseguiré un distorsionador de voz, y te mandaré los detalles del objetivo al móvil." no cabía en su gozo, por fin, por fin haría la justicia que llevaba años y años deseando. "Es un doctor del hospital psiquiátrico de Anderson Creek..." imaginarse cómo le mataría le recordó la muerte de la profesora Erica Green, y aquello a su vez le recordó al asesino que le había inspirado a por fin, por fin tomar acción. "Y no podemos olvidarnos del primer asesino... tenemos que averigüar quién es, no para denunciarlo, sino para ayudarle, para aliarnos con él."

A un par de cuadras del lago, aparece Ele, aunque Mark no parece haber llegado aún.

Observo el entorno, no tengo un miedo real ya que de por sí, yo misma me someto a peores situaciones sin tener un enmascarado detrás. Aún así atenta al móvil, aguardo por una respuesta de Mark y su llegada al lugar. 

Por momentos miro el cielo, e incluso apoyo mi espalda contra una pared, esperando un tanto ansiosa. Quizás preguntándome si debemos ocultar nuestra relación de aquella manera. ¿Que más da? 

James y Madison llegaron justo a la gran casa que tenía esta en el lago. Alex estaba en el exterior esperando y vigilando desde allí, también había un coche patrulla dando vueltas al rededor. Las amigas de Madison, su leal séquito, estaba ya dentro de la enorme casa.

El exterior de la casa.

El comedor

Las habitaciones

Pero desde fuera todo parecía tranquilo.

¿Dónde demonios estaba la gente? La respuesta se respondió rápido cuando se oía música desde el sótano de la mansión.

¡Hola Jimmy! ¡Hola Madison! - comentó Alex, aunque con cierta sorpresa por veros juntos. - De momento todo tranquilo, tu madre ha montado un fiestón Mad. ¿Entramos a ver que ha montado dentro?