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Scripta Barchinone II: El Cisma de Occidente

01. Una noche como otra cualquiera

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01/05/2012, 13:05
Director

Amposta, Corona de Aragón. Septiembre de 1422

Los efectos de un día cálido y soleado aún se percibían en el momento en que cayó la noche. Un cielo completamente despejado permitía ver la luna llena brillando en lo alto del firmamento. Era una noche estrellada, cálida, sin el más mínimo atisbo de viento. Sin hacer un calor sofocante, la noche se presentaba cálida, tranquila y apacible.

En el castillo de Richard MacCormac se percibía mucho movimiento y agitación. Era el momento de la cena. Aquella noche no había habido invitados, es más, en todo el día el barón no había tenido nada que hacer, por lo que se mostraba ávido de compañía. Todos los criados sabían lo que eso significaba: hoy habría que aguantar por enésima vez la narración de las aventuras y desventuras de la juventud de MacCormak, todos sentados a su mesa, escuchando durante horas sus aventuras. Solía hacer algo así cada vez que se encontraba borracho y aburrido, lo cual era algo harto frecuente. Cuando bebía demasiado, se mostraba locuaz y se unía a la cena de sus criados como uno más. No solía ser un mal barón, aunque cuando estaba sobrio las diferencias entre clases eran más patentes, barreras que se deshacían cuando bebía. Y como su amor por el buen vino era harto conocido, la mayoría de las noches que no había invitados en el castillo se unía  a sus criados para contarles infinidad de historias.

Cabe decir que los criados ya se sabían todas esas historias al dedillo, de tanto haberlas escuchado narradas una y otra vez varias noches a la semana. No obstante, dado el agradable trato que les dispensaba su amo cuando los reunía en torno suyo para contarlas, aunque aburridos, no solían mostrar ningún signo de pesar por la situación, dado que pocos amos eran tan dados a compartir mesa con sus súbditos. Además, si por algo se caracterizaba a MacCormak era por su amor a la buena comida, y cuando se unía a la mesa de sus criados, la comida y la bebida corrían por doquier, así que todos se retiraban luego a sus camastros con la tripa bien llena y un tanto achispados.

La vida en el castillo a ratos era dura. Había mucho que cocinar, mucho que limpiar, mucho que plantar, mucho ganado que cuidar, y mucho espacio por vigilar. Cocineros, lavanderas, guardias, pastores... Todos los siervos tenían infinidad de tareas que realizar, desde el amanecer hasta el anochecer.

MacCormak rara vez se pasaba por alguna dependencia para comprobar si sus criados trabajaban a destajo o no. La verdad es que le traía sin cuidado. Comer, beber, montar grandes festejos y salir a montar a caballo eran sus únicas ocupaciones. La supervisión del buen hacer en su castillo quedaba a manos de su criado de confianza, Aisslin, de procedencia escocesa, como su amo. Aisslin llevaba al servicio de su amo desde la infancia de éste, así que el barón le confiaba todo el castillo con tranquilidad. No en vano, sabía que podría confiarle hasta su vida, con la seguridad de haberla dejado en buenas manos.

Aisslin era el criado que más trabajaba en todo el castillo. Su mujer era la cocinera principal, la mandamás en la cocina, así que ambos poseían más poder que ningún otro criado. No solamente cumplían con sus obligaciones, sino que además supervisaban que ningún criado vaguease. Aisslin dirigía el castillo con mano firme, pero al mismo tiempo era un buen amigo del resto de criados, pues era justo y amable. Poseía una eduación impropia de un criado, más cercana a la de un noble estudioso. Era bastante culto, y poseía un hablar refinado que lo converían en un líder nato para el resto de criados, quienes lo veían como alguien más sabio y experimentado que el resto. No todo eran quehaceres para Aisslin. Era el único criado que compartía siempre la mesa de su señor, y su mujer y él eran los únicos que no compartían alcoba común con el resto de criados.

Todos los demás siervos dormían en dos cuartos. Una sala inmensa, con infinidad de camastros, hacían de dormitorio para los varones, y otro idéntico para las mujeres. A cada criado recién llegado se le proporcionaba un camastro en la gélida e imposible de calentar sala común de su sexo. Dicho camastro era una funda de tela rellena de paja. A los pies del camastro cada criado poseía un baúl de madera en donde guardar sus posesiones. Además, se le entregaba una manta gruesa, así como un cuenco y un vaso de barro.

MacCormak exigía que se trabajase a destajo, pero todas las noches gustaba de dejar a sus criados relajarse en una larga mesa en donde todos ellos comían a placer. Había mucho que trabajar, pero el trato no era malo, y la comida era abundante. Además, tener un techo bajo el que dormir no estaba al alcance de uno todos los días, así que no parecía mal trato. Y si ya se comía bien a diario, cuando el barón cenaba con sus criados, éstos se ponían las botas como el más importante de los Señores.

 

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01/05/2012, 13:38
Director

La mesa estaba casi lista, pero Maccormak aún no había bajado a cenar. En la larga mesa de madera había infinidad de platos con carnes jugosas, verduras, y grandes panes recién preparados. Las jarras de vino desprendían un olor más que apetecible, y la noche se presentaba agradable. El barón había comentado a Aisslin que hoy deseaba cenar con todos sus criados a la mesa, pues se encontraba deseoso de narrarles las historias que a estos tanto les gustaban -o al menos, eso era lo que creía él-. La mesa ya dispuesta aguardaba por su amo, con todos los siervos a ambos lados, de pie, aguardando por él.

Era costumbre que estos, mientras esperaban por el borrachín de su amo -posiblemente le estuviese costando trabajo el vestirse con toda la cantidad de vino que había bebido aquella jornada- narrasen sus vivencias de la jornada, divirtiendo al resto con la narración de las anécdotas más simpáticas que su monótona y ajetreada vida les hubiese proporcionado, eso en el caso de haber alguna. Si no había nada simpático o curioso que narrar, o ningún chisme curioso que compartir con el resto, se limitaban a parlotear como cotorras, pues era el primer momento del día en que todos ellos se podían reunir para pasarlo bien sin preocuparse de sus quehaceres diarios.

Había alrededor de una docena de criados a cada lado de la mesa. Aisslin ocupaba el lado inmediato al lugar que ocuparía MacCormak, y su mujer se encontraba frente a él, en la larga y estrecha mesa.

 

Notas de juego

Os explico un poco cómo vais a estar sentados, para que podáis conversar un rato a la mesa entre vosotros, mientras llega MacCormak. Agustí, llevas vigilando todo el día, pero la noche te toca descansar. Acabas de reunirte con el resto a la mesa, tras ser relevado de tu maratoniana jornada de guardia:

                                                       (otro de los guardias)

                 Aisslin      Mara       Gonzalo     Marcial  ...

MacCormak

                Ayria        Agustí      Silvana     Hernán   ...

          (mujer Aisslin)

 

La idea es que comentéis un poco cómo ha sido vuestra jornada, una jornada típica de trabajo en el castillo, vamos, y que interactuéis un poco entre vosotros para que os vayáis conociendo, pues se supone que lleváis ya alguna semana compartiendo mesa y dormitorios, y quiero que os conozcáis mejor antes de que arranque la trama.

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01/05/2012, 17:14
Gonzalo "el Rata"

Esperaban la llegada de McCormak. Y eso tenía dos posibles lecturas: o llegaba en breve para cenar con los criados y comenzar a llenar la panza y a narrar por enésima vez sus aventuras de joven, o la espera se alargaba a causa de las “dificultades” para llegar de una sola pieza al comedor, provocadas por las incontables jarras de vino que habían acabado en su buche.
Eran en aquellos momentos, donde un ambiente relajado y divertido permitía que los criados se conocieran algo más. Si bien era cierto que Gonzalo había entablado amistad con Mara y Agustí en su viaje hacia Amposta, poco conocía del pasado del resto de criados del amo.
En otras ocasiones, habían explicado sus trabajos en el castillo de McCormak, pero poca novedad, aventura o heroicismo se podía esperar del trabajo en la cocina, en el establo o en el huerto.
Pero Gonzalo se sentía, aquella noche, especialmente feliz. A parte de haber conseguido una nueva vida, alejada totalmente de la que vivía anteriormente, aquella noche se sentaba al lado de Mara. Y eso siempre le provocaba un nerviosismo provocado por la atracción creciente que sentía hacia ella.
Llevado por el entusiasmo, Gonzalo se alzó de la silla y comenzó a pasear por el comedor mientras narra, de forma teatral y animada, como había transcurrido su monótono día.
Había aprendido como los juglares y cómicos, explicaban sus historias, e intentó imitar sus gestos y su forma de hablar. Esperaba no hacer el ridículo...

-Perdónenme, damas y caballeros, que requiera su atención! Aquí les traigo las aventuras y desventuras de Gonzalo, protector del huerto y defensor de la patata sagrada. Pocas son los días en los que nuestro aguerrido caballero, puede descansar al lado de su leal arma, el rastrillo de oro, y hoy no ha sido, sin lugar a dudas, uno de ellos. Entrada la mañana, Gonzalo era requerido en el huerto para defender tan preciado territorio, cuando un ejército de peligrosas zanahorias se disponían a invadir aquel territorio sagrado y robar la preciada patata sagrada. Gracias a Gonzalo, junto con su inseparable corcel calabacín, pudo frenar tan importante tesoro. Dura y peligrosa fue la batalla, y muchas las bajas en el huerto... pero solo hubo un vencedor: lord Gonzalo, señor de nuestro huerto.

Y poco a poco, mientras aquella narración cómica se llevaba a cabo, Gonzalo se iba acercando a su silla. Las últimas palabras las dijo mirando a Mara, y haciéndola partícipe de su improvisada historia.

-Y narran las escrituras, que Gonzalo entregó aquella patata sagrada a una gran doncella, conocida en tierras de oriente y occidente, por su belleza y saber hacer en la cocina. Solo Mara, era digna de poseer aquella patata y conseguir un manjar como el que hoy podrán disfrutar nuestros paladares. Aquí finaliza mi historia, que espero que les haya sido de agrado...

Y con una elegante reverencia, volvió a sentarse en su silla.

Notas de juego

Si hay que comenzar... que sea por la puerta grande! jejeje

 

Saludos y esto ya ha "comenzao"!!

Nanuk

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01/05/2012, 20:12
Agustí Blanch

Al principio, formar parte de la guardia del castillo me pareció interesante y algo irónico teniendo en cuenta mi pasado de pillajes. Desgraciadamente, al poco tiempo estaba ya harto de vigilancias interminables, compañeros malolientes y de separar borrachos en la taberna.

Cuando me siento en la mesa y espero la llegada del señor, me siento aliviado sin el peso de la armadura y las armas y a pesar de mi cansancio y hastío, la interpretaciónd e mi antiguo compañero me obliga a marcar una sonrisa en mi rostro. A un lado tengo a la esposa de Aisslin a quien no conozco demasiado y en el otro a una mujer que, aunque no conozco, me produce cierto desasosiego, sobretodo por su forma de comer... Pero la cercanía de Gonzalo y Mara, me tranquilizan y me hacen sentir por un momento como en casa.

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01/05/2012, 20:45
Silvana "la planera"

Tras escuchar el relato de Gonzalo aplaudio con cinismo, estaba cansada y esperar al baron era algo que la molestaba. Se habia pasado el dia amasando pan y aun quedaban restos de harina en sus ropas. Aparto varios mechones de cabello que le caian por la frente y los engancho al resto del pelo que llevaba recogido en un desaliñado moño en la nuca.

No era especialmente hermosa pero tampoco era una mujer fea. Lo que mas destacaba de su rostro eran sus ojos, la naturaleza habia querido que fueran diferentes, tenia un ojo azul y el otro azul verdoso, solo quien la miraba detenidamente apreciaba la pequeña diferencia de color. No estaba acostumbrada a vivir con tanta gente a su alrededor, pero poco a poco se iba haciendo a su nueva vida, la mayor parte del tiempo lo pasaba sin hablar con los demas pero en esta ocasion intento distraerse participando en la conversacion. 

-Bravo, Gonzalo. Asi que hoy comeremos patata sagrada- sin poder evitarlo solto una sonora carcajada- Sabes? Lo que has contado me ha recordado algo que paso hace algunos años. Habia un jovencito que se parecia un poco a ti- recostandose en la silla miro a todos divertida dispuesta a contar su historia- Trabaja la tierra, como tu. Un dia escucho que en un convento proximo a su pueblo necesitaban un mozo dispuesto a cuidar el huerto. La idea lo tento, tengo que decir que el convento era de jovenes e inocentes monjitas, eso lo empujo a presentarse para el trabajo, pero no ignoraba que era joven y que las monjas no querian carne fresca y lozana entre ellas porque era demasiado arriesgado. El chico se las ingenio para pasar por sordomudo, asi que viendolo sordo, mudo y necio lo acogieron para el puesto pensando que no habia peligro alguno para ellas- aqui hizo una pausa y sorio picaramente- Hay quien piensa que el hecho de llevar una tunica negra y blanca te libra de los malos pensamientos, de los deseos de la carne y de la lujuria, pero os digo yo que no, que es justo al contrario, cuanto mas prohibido es algo mas lo deseas aunque lo lleves en secreto- volviendo a su historia prosiguio- Y paso lo que tenia que pasar, que las pobres monjitas veian dia tras dia como los musculos de su labrador se fortalecian, veian que a veces cansado y sudoroso se tumbaba en la tierra para recuperar el aliento y el deseo por poseerlo fue mas fuerte que su voto de castidad y que su voluntad misma. Y primero cayo una, luego otra, luego una mas se entero y tambien quiso probar las delicias que tantas veces habian oido en boca de las mujeres no religiosas y asi paso que el convento enterito, incluida su abadesa, acabo en brazos del astuto labrador que haciendose pasar por sordomudo y necio consiguio lo que se proponia, tener a una docena de doncellas jovenes y virgenes solo para el. Lo malo fue cuando estas adorables monjitas empezaron a notar que su vientre crecia pero bueno..., todo tiene solucion. Si no me equivoco el avispado mozalbete aun vive entre ellas ocupado, entre otras cosas, de las labores de la huerta. Me pregunto a cual de todas le entregaria el con mas gusto su patata sagrada?- al acabar se cruzo de brazos con una sonrisa maliciosa en la boca y miro de reojo a Hernan, al fin y al cabo era una historia nada mas. En ningun momento dijo que fue ella quien se encargo de que ninguna de las descaradas monjas tuviera descendencia. 

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02/05/2012, 23:15
Hernan de Gamboa

La noche había llegado de forma más pronta de lo habitual. Si bien la mañana había sido tranquila y la había pasado releyendo tranquilamente los pasajes sobre el santo Job el día se fue atareando poco a poco. Primero toco oficiar el servicio de la Sexta en el que utilice los pasajes previamente leídos para ilustrar como el hombre puede perderlo todo, pero la fe en el señor perdura inalterable. Eran sin duda mis pasajes favoritos debido a la gran similitud con ciertos aspectos de mi propia vida. Después de un breve almuerzo tuve que bajar al poblado a darle la extremaunción al pobre Jimeno, el más anciano habitante de Amposta y que estaba a punto de irse con nuestro señor. Y nada más volver fui requerido por un par de los sirvientes del castillo para que confesaran sus pecados.

Pero era bueno saber que uno tenía trabajo, pues eso demostraba que la fe y el amor por el señor son fuertes en Amposta y que pese a los intentos del maligno por corromper sus almas su devoción los mantenía por el camino recto. O al menos la mayoría de los habitantes del pueblo. Ya había hablado más de una vez con el barón acerca de su excesiva pasión por la sangre de cristo. No me hallaba en contra de tomar una copa o dos al día, yo mismo tomaba la sangre de dios todos los días durante el oficio matutino, pero lo del barón me resultaba exagerado. Lo mismo sucedía con los copiosos banquetes que gustaba de ofrecer. La gula puede parecer el más inocente de los pecados, pero el maligno es sutil en sus engaños y caer constantemente aún en el más nimio de los pecados puede acarrear la condena eterna. Mañana volveré a hablar con el barón e intentare devolverlo al camino correcto.

Pero eso era cosa del mañana. Por hoy mis quehaceres habían acabado y era momento de relajarse y descansar. Cenar algo, conversar tranquilamente con los criados de cuestiones ajenas a la fe e intentar evitar que el barón se desmadre. Mientras Gonzalo seguía intentado ganarse el favor de la joven Mara Silvana parecía querer provocar alguna reacción en mi con su relato ¡ay el ímpetu propio de la juventud! Fuente de alegrías y desgracias en igual medida. Ambas han resultado unas excelentes y entretenidas fábulas para hacer tiempo hasta que venga el barón respondo con una afable sonrisa. Los jóvenes de hoy en día disponéis de una gran imaginación. Solo espero joven Gonzalo que la patata sagrada fuese debidamente consagrada antes de ser entregada a la cocina.

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03/05/2012, 15:20
Mara "la Barata"

Mi vida se había vuelto tan diferente... Todo había cambiado: la ciudad, la gente, mis amigos, mi trabajo, mi hogar... Pese a que a veces la vida en el castillo de MacCormak era dura y difícil, era infinitamente mejor a todo cuanto había conocido. Trabajar en las cocinas era agotador. El calor de los guisos, la mezcla de olores de las distintas comidas, el tener que rehacer todo un plato si una vez terminado se había quemado un poco o no tenía el sabor exacto que le gusta a nuestro amo... Más de una vez me había quemado ya las manos con el fuego, pero no me importaba. Estaba acostumbrada a esas cosas, porque cuando vivía en la casa de mi padre también tenía que ocuparme de estas labores y en peores condiciones. Además, nunca he sido muy buena cocinera. Sin embargo,desde que llegué aquí, la esposa de Aisslin, la cocinera principal, ha tenido la amabilidad de ayudarme y enseñarme a perfeccionar mis dotes culinarias.

Lo único que echaba un poco en falta viviendo allí era el poder estar en compañía de mis dos amigos más queridos. A Agustí y Gonzalo, tan ocupados con sus obligaciones diarias, solo los solía ver por las noches, en la cena, como a los demás criados. Cada día esperaba con muchas ganas la llegada de la noche para poder estar en su compañía. Agustí había ganado, desde mi punto de vista, mucho porte una vez entró en la guardia. La armadura y la espada le sientan muy bien, creo yo. Gonzalo, sin embargo, seguía tan echo un asquito como de costumbre. El pobre acababa sus tareas lleno de tierra hasta los ojos, y en alguna ocasión le he quitado algún bichillo que había decidido trepar por su pantalón. No obstante, Gonzalo era mi mejor amigo y le tenía un gran cariño. También a Agustí, por supuesto, pero Gonzalo y yo nos entendemos como nadie.

No pude dejar de reír cuando Gonzalo se levantó y contó su historia, y no pude evitar ruborizarme ligeramente cuando me mencionó al final. Sin embargo, no dije nada. Le sonreí ampliamente cuando volvió a sentarse y le pasé la mano por el brazo en gesto cariñoso. Luego, Silvana, a quien apenas yo conocía, relató otra historia,  pero esta era un poco más picante. Habiéndome dedicado al oficio más antiguo durante tanto tiempo, encontré su historia fascinante y muy divertida. Por mucho que escandalice a la mayoría de la gente, el haber sido durante tanto tiempo una cosa hace que, aunque luego cambies, acabes por conservar algo de aquella vida anterior. Y eso me pasaba a mí. Ya no era una fulana, pero no había perdido el gusto por los placeres terrenales. Sin embargo, desde el momento que decidí abandonar esa clase de vida, no había vuelto a gozar de ellos. Sinceramente, no había nadie con quien quisiera, excepto tal vez...

Daba vueltas al asunto cuando el señor Hernán me hizo volver a la conversación. Me sonrojé un poco cuando hizo su comentario. Parecía un buen hombre, pero yo era una pecadora y me sentía un poco incómoda ante él. ¿Qué pensaría alguien como él de alguien como yo?

Esta noche no me sentía con muchas ganas de contar ninguna aventura. Estaba echa polvo y tenía hambre. 

La imaginación es algo estupendo, pero a veces también un poco fastidiosa. Esta misma tarde, mientras ayudaba a Ayria a preparar esta cena, estaba yo dándole vueltas a unos asuntos e imaginando una bonita historia azuzada por los deliciosos olores de la cazuela, y cuando me di cuenta, había quemado la comida y tuve que volver a cocinarla. Desde luego, es que a veces soy un completo desastre... digo con una sonrisa.

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07/05/2012, 11:15
Aisslin

Aisslin os escuchaba con una sonrisa en la cara. Estaba satisfecho de que reinase la camaradería entre los criados. Siempre había considerado que si los siervos formaban una piña y trabajaban contentos, estos en agradecimiento se emplearían aún con mayor aínco en satisfacer a su amo. Y como Aisslin, tras su señora, lo siguiente que más apreciaba en el mundo era a su idolatrado barón, el que sus siervos pareciesen contentos y se empleasen tan a fondo en satisfacer los caprichos del bonachón borrachín le llenaba de orgullo.

A él también le apetecía unirse a las chanzas y a la narración de sus compañeros, no pudiendo evitar soltar una carcajada tras la historia elaborada por el "protector de la patata sagrada", y justo cuando se disponía a elaborar él la suya, se escuchó una puerta abrirse, dejando paso al barón.

Aisslin se puso en pie como un resorte, y anunció la llegada de MacCormac.

-Su excelentísimo Barón Richard MacCormac- hizo una ligera reverencia. Solía proporcionarle un pomposo trato a su amo, muy superior en cuanto a educación y modales de los que el mismo MacCormac creía necesario. No en vano, Aisslin poseía una cultura y una forma de proceder más digna de un erudito que de un mero criado.

A las palabras de Aisslin, todos los criados respondieron poniéndose en pie, en servil silencio, hasta que el barón anunciase que podían sentarse. Los tumbos que daba al entrar eran un claro indicativo de que MacCormac estaba harto achispado, y eso que aún no se había servido la cena.

Un vago gesto de MacCormac indicó que todos podían reposar de nuevo en su asiento, gesto que fue acompañado con el inmediato reposo de todos los criados en sus humildes bancos, prestos y dispuestos a arrancar con el banquete de su amo.

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07/05/2012, 11:16
Barón Richard MacCormac

Richard MacCormac era un gigantón con un cuerpo como un armario de grande. Ya tenía sus años, pues era bastante mayor**. Su cabello, pese a su edad, no se había encanecido, mostrando una rojiza melena grasienta. Su espesa barba era del mismo tono pelirrojo. De piel muy blanca y prominente barriga, MacCormac se conservaba sorprendentemente bien para su edad. Bebía mucho y comía como si estuviese muerto de hambre, pero también lo compensaba con largas sesiones de ejercicio, pues gustaba de caminar por sus terrenos y de montar a caballo, su gran pasión.

Como el barón llevaba ya mucho tiempo viviendo en la Corona de Aragón, solía gustar de que lo llamaran Barón Ricardo. Aunque hablaba perfectamente la lengua de su actual tierra, aún seguía poseyendo un ligero acento escocés que él mismo se negaba a perder.

Como todos los criados ya sabían, Richard, o Ricardo, procedía de la lejana Escocia. El cncuentón pelirrojo de inmenso tamaño había venido hacía ya unos treinta años a tierras mediterráneas a defender a su Papa, Benedicto XIII, de los herejes de Roma***.

El Barón Ricardo se sentó a la mesa con sus criados, y todos comenzaron a comer como locos y a beber como cosacos. Entre bocado y bocado, el gigantesco pelirrojo comenzó de nuevo a narrar sus aventuras:

-Y... ñam ñam ñam... Allí estabamos nosotros cuando el asedio del palacio de Avignon- se deleitaba narrando cada pormenor- Mi Señor en el cielo guiando nuestras acciones, y luchando codo con codo con obispos, prelados y el mismísimo Papa en persona. ¡Oh, Glorioso Día el de la capitulación! No fue sino entonces cuando...- incomprensibles palabras narradas con la boca llena de carne- Y poco después heme allí yo, Richard MacCormac, venido de la lejana Escocia para luchar por el honor de mi Papa, rindiendo vasallaje ante nuestros ilustrísimos Reyes de la Corona de Aragón... ¡Vaya día! ¡Oh, Glorioso Día! Por mis valerosas acciones...- incomprensibles palabras narradas nuevamente con la boca llena de carne- Y así fue como goberné este castillo tan generosamente concedido por defender a nuestro bienamado Papa de los repugnantes herejes de Roma. ¡Viva Benedicto XIII! ¡Viva el Papa Luna!

Copa en alto, mandó a todos los criados brindar por la figura del Papa de Peñíscola, a quien MacCormac siempre se refería con absoluta devoción.

De pronto, se retiró parte de la camisa y dejó ver su harto conocida -y mil veces mostrada cicatriz del hombro derecho- ¡Aquí, aquí me hirieron con aquella flecha! ¡Malditos herejes! ¡Pero allí que me levanté yo, espada en mano, y arremetí contra ellos, malherido! ¡Todo por la gloria del auténtico Papa!

Y así, confusamente, siguió narrando las archiconocidas historias de sus batallas contra los siervos del Papa de Roma, mientras defendía al de Peñíscola. Los criados apenas escuchaban ya lo que decía, pues lo habían oído ya miles de veces, pero por poder saborear todos los manjares de la mesa y el suculento vino de su Barón, si habían de escucharlas mil veces más, lo hacían con gusto.

Notas de juego

**Mucho para la época, pero se conserva excepcionalmente bien.

***En breve os voy a poner una información en una escena llamada "El Cisma de Occidente". Es trasfondo importante para comprender la partida.

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09/05/2012, 22:23
Silvana "la planera"

Hacia rato que pensaba en sus cosas, Silvana habia oido la misma historia una y otra vez y a estas alturas las aventuras y desventuras del baron no tenian ningun interes para ella.

Mientras comia y bebia su mente estaba repasando la lista de hierbas que debia recoger al dia siguiente. Mirando al baron, penso que necesitaba mas ortigas, desde que vivia en el castillo preparaba una tisana casi a diario para su señor con el fin de mitigar la resaca que le acompañaba cada mañana, unas pocas ortigas y el zumo de medio limon eran suficientes para que los excesos de alcohol no lo afectaran demasiado. De pronto sus ojos se posaron sobre un trozo de venado que estaba poco hecho, sin pensarlo demasiado estiro el brazo y lo cogio llevandoselo a la boca, al morderlo hilillos de sangre aparecieron en el trozo de carne. 

-Me pasas el vino? -la pregunta iba dirigida al hombre que estaba a su izquierda, necesitaba beber algo para seguir comiendo. 

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10/05/2012, 07:11
Agustí Blanch

La petición de Silvana me saca del relato del barón y casi lo agradezco; Oír tantas veces lo mismo, unido al sueño que arrastro, me hace caer en un sopor incómodo. Agarro la botella de vino y lleno el vaso de la mujer; No por educación, sino por miedo a que beba directamente de la botella.

Pienso en decir algo agradable, no suelo tener demasiado contacto con mujeres ultimamente, pero la boca llena de mi vcompañera de mesa no es algo que me incite a hacerlo. Le dedico una sonrisa y dejo la botella donde estaba otra vez.

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10/05/2012, 16:09
Mara "la Barata"

Escuchaba la historia del barón mientras me deleitaba con una copiosa cena. Estaba hambrienta y todo era delicioso. Todos parecían un poco aburridos, e incluso ausentes, de la aventura del barón, pero yo estaba tan acostumbrada a escuchar el parloteo incesante y repetitivo de los hombres, que no me suponía ningún esfuerzo prestarle atención. Después de todo, las historias que mis antiguos clientes me narraban una y otra vez eran tan sumamente aburridas, que las aventuras del barón me parecían casi hasta entretenidas. No sé, era mejor que escuchar por milésima vez la última discusión del panadero con su mujer, o cómo el herrero intentaba convencerme de que en otro tiempo había sido un gran guerrero que había salvado él solito a todo un pueblo del ataque de un numeroso ejército de bandidos.

Miraba al barón mientras éste hablaba, y dada mi experiencia, sonreía, me asustaba, manifestaba exclamaciones de asombro, o me reía en los momentos que el hombre esperaba, y lo hacía casi de forma automática e inconsciente. Pero también observaba a mis nuevos y viejos amigos de vez en cuando. Aisslin parecía tener una verdadera devoción por su amo. Normalmente encontrabas una falsa y forzada admiración del criado por su amo, pero en este caso, no me cabía la menor duda de que el sentimiento de Aisslin era real. Y no era para menos. El barón tenía sus defectos, pero ¿acaso no los tenemos todos? Era un borrachín, sí, pero también era un buen hombre.

Me fijé en Silvana y Agustí. Me dio la impresión de que Agustí quería decirle algo a la mujer al pasarle el vino, y me costó reprimir una sonrisilla al verlo. Se me hacía raro pensar que alguien tan valiente y aparentemente tan seguro de sí mismo como era Agustí, tuviese que pensarse si dirigirse a una mujer o cómo hacerlo. Tal vez luego hablase con él, si podía pillarlo a solas...

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11/05/2012, 22:24
Hernan de Gamboa

Mientras la gran mayoría de la mesa devoraba con avidez las viandas que compartía el barón en estas noches de alocados excesos yo comía poco y lentamente sin probar el vino, pues la sangre de cristo estaba reservada para los servicios matutinos. Los excesos se pagaban no solo con la salud corporal, también con la espiritual.

La historia del barón ya me la conocía al dedillo... en sus versiones. No era que su historia fuera falsa. Realmente participo en la batalla en defensa del papa y son muchas las plegarias que he elevado al altísimo por su alma para que perdone sus pequeños excesos en favor de los encomiables servicios prestados a la iglesia. Pero esas historias estaban llenas de exageraciones y de verdades a medias. Había tenido la oportunidad de escuchar los verdaderos relatos de palabras de un abad que estuvo en Avignon y si bien la historia sigue siendo heroica no lo es tanto como cada una de estas noches contaba el barón. Pero no iba a decir nada. Esas verdades a medias no hacían daño a nadie. Casi podría decirse incluso que lo contrario pues aumentaban la admiración de los campesinos por el.

La verdad es que el cansancio comenzaba a hacer mella y los ojos comenzaban a cerrárseme poco a poco. Había sido un día ajetreado y hacia tiempo que había dejado de ser un jovenzuelo capaz de soportar el duro trabajo del campo hasta el anochecer y tener aun fuerzas para ayudar en la cocina tanto antes como después de la cena. Así que decidí que salvo algún suceso extraordinario que requeriese de mi presencia me retiraría a descansar al acabar el plato que paladeaba lentamente.

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13/05/2012, 23:26
Gonzalo "el Rata"

Era evidente que las aventuras de McCormak comenzaban a aburrir a los asistentes a la cena. Los rostros de cansancio de los criados del señor, denotaban la dura y trabajosa jornada que habia vivido. Y tras aquel manjar, lo que deseaba el cuerpo era un buen descanso.

Gonzalo, intentado esconder uno de sus muchos bostezos, procuraba mostrar una cara de interés por las historias que explicaba su nuevo señor. Pero su mente, realmente, estaba en otro lugar...

A veces, añoraba la vida excitante de la calle. Él también podía explicar sus aventuras, que no eran pocas, de cuando era un pillo dedicado a robar y sobrevivir de las penúrias de la vida. La seguridad del castillo era tranquilizadora, pero también demasiado acomodada para un "culo inquieto" como El Rata.

"Maldita seas Gonzalo, nunca estarás contento con nada!", pensó el muchacho recriminando sus insastisfacciones.

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14/05/2012, 17:57
Director

Por fin la larga cena llegó a su fin. El Barón se levantó de su asiento y, tambaleándose, se despidió con alegría de sus criados y se fue a acostar.

Por su parte, sus siervos se pusieron manos a la obra para recoger los utensilios utilizados en la comida, así como para realizar sus últimas tareas de la jornada antes de permitirse una merecida noche de reposo. Menos Hernán, poco dado a probar bocado, los demás comensales se habrían dicho sentir esféricos de haber conocido el significado de dicha palabra, pero sin duda todos se notaban con la tripa llena hasta los topes.

Tras terminar la dura jornada de trabajo, y medio adormilados por el efecto del apoteósico banquete, todos se retiraron a sus diversos cuartuchos. Los hombres se alejaron hacia su inmensa y fría sala, mientras que las mujeres hacían lo propio hacia la suya.

Al cabo de un rato, quitando la guardia que se encontraba vigilando desde dentro y por fuera del castillo, todos los demás habitantes de la fortaleza dormían a pierna suelta.

 

Notas de juego

Vamos allá con la primera tirada de la partida.

Quiero una tirada de ESCUCHAR. Silvana, te explico cómo se hace: Has de tirar 1d100, y debes sacar lo mismo que tienes en la competencia ESCUCHAR o menos para tener éxito. Si ves que entre tu lista de competencias no figura la de ESCUCHAR, aún así has de hacer esa tirada. Como depende de la característica PERCEPCIÓN, si careces de ESCUCHAR, has de sacar lo mismo que tienes en PERCEPCIÓN o menos para tener éxito.

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14/05/2012, 19:36
Agustí Blanch

Las guardias son largas y duras*, pero después de una cena así resultan algo inhumano. Me apoyo en un muro y lentamente la cabeza se me descuelga en un ángulo raro mientras mi mente se abstrae hacia el mundo de los sueños y caigo profundamente adormilado sin preocuparme por no cumplir mi deber o pensar en que si alguien me ve en ese estado, seguro que creerá que he muerto.

- Tiradas (1)

Motivo: Escuchar

Tirada: 1d100

Dificultad: 52-

Resultado: 89 (Fracaso)

Notas de juego

*mamá, me pica la guardia

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14/05/2012, 21:21
Hernan de Gamboa

Tras despedirme de los criados por fin pude marcharme a mis aposentos a descansar. Los años no pasan en balde y los achaques de la edad se hacían más notorios a cada día que pasaba. Varios de los habitantes del pueblo ya me habían dicho que iba siendo hora de colgar los hábitos y tomarme la vida con mas sosiego pero no me veía sentado en una silla esperando a que el señor me llamara a su vera. Además un siervo del señor lo es hasta su muerte y así lo seré.

Con estos pensamientos surcándome la cabeza llegue finalmente a mi alcoba. Como cada noche me arrodille apoyando mis codos sobre el colchón y me dispuse a realizar las oraciones nocturnas antes de acostarme padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre...

- Tiradas (1)

Motivo: Escuchar

Tirada: 1d100

Dificultad: 20-

Resultado: 86 (Fracaso)

Notas de juego

Pues empiezo pronto con mis tiraditas...

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15/05/2012, 12:05
Mara "la Barata"

Tras una cena deliciosa aunque un poco aburrida, me levanté de la mesa y tras recogerlo todo, subí a acostarme. Estaba agotada. 

- Tiradas (1)

Motivo: Percepción

Tirada: 1d100

Dificultad: -15-

Resultado: 2

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15/05/2012, 22:17
Silvana "la planera"

El dia habia resultado tan poco emocionante como los demas. Una jornada mas de trabajo a mis espaldas. Cansada y con ganas de dormir subi a la sala de las mujeres y me tumbe. Apenas cerre los ojos un sueño profundo me envolvio. 

- Tiradas (1)

Motivo: percepcion

Tirada: 1d100

Dificultad: 13-

Resultado: 23 (Fracaso)

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16/05/2012, 00:35
Gonzalo "el Rata"

Con el estómago lleno, como si de un saco de papatas se tratara, Gonzalo se dirigió a la habitación donde dormían los hombres. Se estiró en el duro camastro e intentó dormir... pero le era del todo imposible. Se sentía inflado y la cabeza le daba vueltas, posiblemente a causa de la última copa de vino, a la que para nada estaba acostumbrado.

"No es bueno cenar mucho" le solía decir su madre, cuando era pequeño y solo tenían un chusco de pan para repatir entre toda la família.

Pesadamente, Gonzalo se levantó y se dirigió hacia el exterior. Un pequeño paseo por los pasillos y el aire fresco de la noche, le adormecían la incómoda sensación estomacal.

- Tiradas (1)

Motivo: Escuchar

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 55 (Fracaso)