Partida Rol por web

Garibaldo, auxiliado por un anonadado posadero, que jamás lo había visto tan fuera de sí, salió hacia la calle junto con el resto de parroquianos.

-¡Que lo han mataooooo! ¡Asesinaooooooo! ¡Al Enviado de Diooooooosss!!!!

Esos eran los gritos que se podían escuchar entre la muchedumbre. Por fin un hombre detuvo a Silvana, la agarró por el brazo con firmeza, y le explicó más o menos lo que había pasado.

-Al enviao del Papa de Roma, que nos lo han matao. ¡Nos lo han envenenao!

Luego le soltó el brazo, e hizo lo mismo con Agustí y con Hernán, antes de seguir agarrando brazos y transmitiendo el mismo mensaje a todo el que pillaba.

Así que eso era lo que había causado tal conmoción. Alguien había envenenado al enviado papal, al de Roma (más de uno se habría alegrado si en vez de ser a él hubiese sido al del de Peñíscola, pero ninguno del grupo se atrevió a decir nada al respecto).

¡Un momento! ¿El enviado Papal de Roma? ¿No era el tipo con el que se tenía que entrevistar ese plomazo de Charles de Lupo? Es más, ¿no se supone que a esas horas estaría Charles de Lupo entrevistándose con él?

Una vaga sospecha comenzó a apoderarse de tu mente. Tus compañeros parecían no haber caído en la cuenta de tales detalles, pero tú te detuviste en seco al recordarlos. A fin de cuentas, Charles no había hecho otra cosa más que alardear de su importantísima misión.

Las dudas te corroían. ¿Cómo había muerto el enviado papal? ¿Lo habían apuñalado, estrangulado, evenenado...? ¿Y quién había hecho tamaña atrocidad? ¿Había sido Charles o uno de sus subordinados?

Por si las moscas, te alegrabas de que no pudieran relacionar a Charles con vosotros, ya que tan pronto como habíais entrado en Barcelona os habíais deshecho de él.

Silvana se detuvo en seco, con la mirada en blanco. Parecía haber recibido un shock, una noticia sorpredente. Tenía la boca abierta, y parecía mirar al frente, pero te percataste de que en el fondo, parecía que su mente se hallaba muy lejos de allí. ¿Qué había visto u oído para que se hubiese quedado tan anonadada?

No se si fue cuando el hombre me agarro del brazo o, simplemente mi mente lo vio todo claro. De pronto me di cuenta de lo que habia sucedido, no podia ser de otra manera. La sospecha crecio hasta convertirse en algo muy evidente. Con la seguridad de no equivocarme comparti mis sospechas con el resto del grupo. 

-Ha sido el, ese engreido al que hemos escoltado hasta aqui- mi rostro mostraba con claridad el desprecio que sentia hacia "La Santa Madre Iglesia" y mas concretamente hacia Charles de Lupo- No puede haberlo hecho otra persona. Estoy segura de que ha sido ese hipocrita de Charles de Lupo quien se ha cargado al enviado papal- abro la palma de la mano y señalo mis dedos ennumerando una a una las coincidencias- Tenia audencia con el precisamente esta tarde, no dejaba de hablar de su importantisima mision ¿Que puede haber mas importante que envenenar a un enviado papal? Envenenado por supuesto, es la manera con que se quitan de en medio unos y otros, sin mancharse las manos de sangre. No es el primero en morir asi desde que se disputan el poder en la iglesia, incluso han muerto papas de esta forma. Actualmente esa pugna por el poder sigue vigente, lo sabeis tan bien como yo. Todo concuerda no os dais cuenta? Ha sido el, estoy segura. El o uno de su santo sequito.... 

Asqueada por la idea me callo de repente. La iglesia era un conjunto de engaños consecutivos donde unos cuantos se aprovechaban de la ignorancia de los demas. La prueba de ello era este asesinato, como buitres se disputan el cargo Papal sin detenerse ante nada. Llevaban años asi, matandose unos a otros y tratando de conseguir aliados a cambio de riquezas... Al menos habia algo bueno en todo esto. Nos habiamos deshecho de De Lupo nada mas llegar a Barcelona y nadie podria mezclarnos en este asunto, o eso deseaba yo.  

Aunque hay tres opciones para elegir la forma de la muerte (apuñalado, estrangulado y envenenado), Silvana da por hecho que ha sido un envenenamiento porque asi lo ha gritado el hombre. Lo demas lo interpreto tal y como lo haria mi personaje. Espero haber transmitido bien las pistas que me has dado, XD.

Observo la escena con algo de asco y después escucho atentamente la deducción de La Planera.

-Asi que... ¿Piensas que hemos sido los escoltas del asesino de un alto cargo de la iglesia? No es que sienta gran simpatía por estas gentes ni sus métodos, pero creo que todo esto nos coloca en una mala situación...

Dejo el comentario en el aire, sin esperar respuesta, aunque no puedo evitar fijar mi mirada en Hernán durante unos segundos.

Tras escuchar a La Planera una mueca de terror cubrió el rostro de Sebastián. Se acercó a Gonzalo que estaba cerca de él y agarrándolo de la manga se acercó ansioso a su oído.

-¡Qué hemos viajado con el asesino del enviado papal! ¡Redios, caguenmimanto y mi mala sombra. Fill de puta! Hay que salir cagando leches de esta ciudad. Como alguien nos reconozca y nos pille la inquisición nos van a sacar la piel a tiras. Y a mi esos cabrones no me van a cortar la otra mano. -

Dicho esto se encajó mas el mugriento sombrero, se envolvió mejor en su harapiento manto y ocultó el rostro lo mejor que pudo.

Apenas podía reaccionar. ¿Que habíamos ayudado a un asesino? Parecía imposible pensar una cosa así. El hombre en cuestión no era santo de mi devoción, pero nunca lo hubiera creído capaz de cometer un crimen tan horrible. Y sin embargo nos encontrábamos ahora ante una ciudad sumida en el caos... Después de que Sebastián hablase con Gonzalo, recuperé la movilidad de mis extremidades, y temblando, aferré el brazo de Gonzalo con fuerza y le miré asustada:

¿Qué vamos a hacer? ¿Qué harán con nosotros?

Yo nunca había estado en una situación como aquella. Ni siquiera entendía muy bien el motivo de nuestra misión cuando el barón y Charles de Lupo nos explicaron por qué había que ir a Barcelona. Y ahora todo lo que estaba sucediendo... Aquella situación me venía grande. Yo no estaba preparada para algo así. Por suerte contaba con Gonzalo y con mis compañeros de viaje para salir de aquel espantoso lío.

Tranquila a pesar de las circustancias, miro a Mara sorprendida.

-A nosotros? No tienen porque hacernos nada, simplemente hemos llegado a Barcelona de visita y ya esta. En cuanto llegamos dejamos a Charles de Lupo y seguimos por nuestra cuenta. Porque iban a relacionarnos con el?-comienzo a quitarme la porqueria de debajo de las uñas con un palito y continuo hablando de forma distraida -Lo que yo haria es largarme de aqui, eso si, antes de irme denunciaria a ese estupido para que se le bajen los humos...- arrojo el palito lejos de mi y fijo mi mirada en ellos sonriendo con malicia- Que os parece el plan? ​ 

Trato de aparentar tranquilidad, aunque cada vez estoy más nervioso y respondo a Silvana.

-Puede que nos relacionen con él por haber sido sus escoltas y acompañantes hasta aquí. Y ante una denuncia... Ese clérigo no dudará en cargar alguna responsabilidad sobre nosotros. Aunque sea un asesino, su palabra sigue valiendo más que todas las nuestras juntas. Propongo desaparecer temporalmente, mezclarnos con el bullicio y ya saldremos según vayan las cosas.

Miro a Gonzalo, esperando encontrar el apoyo de alguien que pienso que estará de mi lado.

"La madre que parió a ese cabr..." pensó Gonzalo mientras escuchaba todas las reflexiones de sus compañeros.

No era conocedor de las traiciones, mafias y engaños que se cocían en la corte de "nuestro señor", pero si que había visto en su vida, repetidas escenas donde la iglesia era de todo, menos justa y transparente.

En milésimas de segundo repasó todo lo vivido desde la llegada de Charles de Lupo al castillo de su señor. Parecía que la importancia de su misión, apremiaba los pasos del sacerdote...un interés casi excesivo... Silvana tenía toda la razón: Charles de Lupo podía ser un asesino...y ellos lo habían traído a Barcelona!

Notó la mano de Mara que demandaba seguridad. Aquella situación era comprometida y la preocupación de su amante, activó su instinto de protección.

-Mara, no dejaré que te pase nada!- dijo mientras le ponía una mano en la mejilla.

Acto seguido, miró a su compañero Agustí, que parecía pedirle su opinión. Aquello, envolvió en orgullo a Gonzalo, ya que sabía que aquel hombre era experimentado en situaciones peligrosas.

-Creo que lo mejor sería que nos separáramos en pequeños grupos para no llamar la atención, en caso que alguien nos hubiera visto entrar en Barcelona junto a Lupo. Dejaría pasar la noche y, mañana, nos podríamos encontrar en la misma puerta de la ciudad donde hemos entrado. Os parece bien?