Partida Rol por web

Zendr llegó a Riddleport. Se paró unos instantes para reparar en los ahorros que tenía, cuando encontró una alhaja largo tiempo olvidada. Se resarció en sus pensamientos y se la colgó al cuello. Y con aire decidido entró en la ciudad.

Riddleport era una ciudad tradicionalmente de maleantes, pero que quería poner un cierto orden para atraer a los ricos mercaderes del sur. Sus calles, la mayoría de las cuales de tierra convertidas en auténticos lodazales por una reciente lluvia, discurrían sin aparente orden e iban a parar a algunas de las calles principales que estaban adoquinadas.

El rumbo de Zendr era errático, porque tampoco conocía la ciudad, con lo que no sabía a dónde ir. En uno de sus tumbos fue a parar a otro lodazal de calle de la cual emergían nuevas calles-lodazales, y otra que volvía a la gran calle adoquinada. Por inercia se iba a adentrar en otro lodazal, cuando reparó en las malas pintas de tres feligreses de la ciudad que parecían estar observándolo con malas intenciones. Zendr entrecerró los ojos con aire amenazante, y eso pareció disuadir a los maleantes, porque se miraron entre ellos y entraron en una cochambrosa casa.

Sin embargo, el fugaz episodio hizo recordar a Zendr dónde se encontraba. La prudencia le dictó que volviese a una calle más transitada, con lo que giró sobre sus pasos y se dirigió hacia la adoquinada calle principal ....

Como cada vez que llegaba a una nueva población, Zendr se encontraba perdido, incómodo e incluso un poco asustado. Se tranquilizó a sí mismo recordándose que siempre era igual, que lo primero era encontrar un lugar para descansar y comer, después debería encontrar trabajo y con un poco de suerte, tal vez en esta ciudad pudiese permanecer más de unos pocos días...

Más tranquilo entonces, decidió que los transeúntes no le proporcionaban confianza alguna. Así que se decantó por entrar al establecimiento más próximo y allí pedir indicaciones para encontrar una posada que se adecuase a sus necesidades y, sobretodo a su bolsa.

Los inicios nunca fueron sencillos, allá dónde iba siempre encontraba desconfianza y miradas de soslayo. Cuando al fin lograba encontrar algún corazón afín o unos ojos amigos se veía obligado a partir de nuevo. Sumido en estos pensamientos, se encaminó a un edificio que vislumbró al otro lado de la calle. No pudo reprimir una sarcástica sonrisa mientras se encomendaba a Desna...

Zendr entró en lo que parecía un pequeño colmado. Al instante le invadieron diversos aromas de los diferentes productos existentes: bebidas, raciones secas, pescado salado, ....; se dirigió hacia el enjuto hombre que parecía atender a la clientela y le pidió consejo sobre dónde poder hospedarse, a lo que el hombre respondió amablemente:

- Puede ir a "El Goblin Dorado", que hace poco que lo han vuelto a abrir. Además de ser una posada, he escuchado que también organiza un torneo de juego, ..., puedes jugar, o bien, .... - mientras decía la frase contemplaba la magnífica estampa de Zendr - ..., te pueden contratar si necesitas trabajo, ..., también necesitan "pacificadores".

Zendr salió del establecimiento con las indicaciones de cómo llegar al tal "Goblin Dorado", y mientras iba bajando por una céntrica calle, recaló en una extraña mancha negra en el horizonte sur de la ciudad, que en un principio había confundido con una simple nube ....

Realmente era una mancha extraña, y aunque otras nubes parecían moverse impulsadas por el viento, esta mancha negra parecía estar estática en la misma posición. Su atención volvió a la gente de la calle, ..., pero esta o no parecía haberse dado cuenta, o poco le importaba el tema, porque continuaban con aparente normalidad.

Sin duda, la presencia de ese nubarrón incomodó a Zendr, parecía tan...antinatural. Sin embargo, estaba a la vista de todos y nadie parecía asustado en lo más mínimo. Por lo tanto, más por imitación que por valor, por el moimento decidió no darle mayor importancia.

Siguió pues las amables indicaciones del tendero y llegó a la puerta del "Goblin Dorado". Entró y se encaminó a la barra, dónde estaba el posadero. Pidió una jarra de cerveza.

- Hola, mi nombre es Grant y creo que estaré por aquí una temporada - Echó mano a su bolsa y extrajo un par de monedas - ¿Dispone usted de camas libres?.

Dió un largo trago a su jarra y retomó la conversación: - He oído comentar que posiblemente aquí podría encontrar un empleo, ¿es eso cierto? También me ha parecido entender que de vez en cuando aquí se organizan ciertos torneos de  juego. Nunca he sido muy afortunado en el azar, pero últimamente Desna me debe un par de favores -rió- Creo que me gustaría participar. Si es posible, claro. - Apuró su cerveza y pidió otra jarra.

Zendr entró en el "Goblin Dorado". Parecían estar de obras, ya que habían bastantes personas terminando de montar el mobiliario y otras limpiando. Algunas de ellas especialmente extrañas, ..., como si fuesen mitad demonios, mitad humanos.

Zendr se dirigió hacia la barra y una camarera, con los mismos rasgos demoníacos, le atendió amablemente, y le indicó que hablase con el dueño.

Saul resultó ser un personaje menudo, al que le faltaba una mano, pero le recibió con gran amabilidad, y le comentó que estaban terminando de remodelar el negocio para poder abrirlo, pero que tenía habitaciones listas por si quería pasar esta noche.

Sobre la opción de participar en el torneo, todo el mundo tenía la libertad de entrar, y que estaría encantado de que viniese, ..., pero en el ofrecimiento de trabajo, le comentó que tenía ya a diversos guardias, y de momento no le hacían falta más, ..., sin embargo no le cerró la puerta, y le dijo que era posible que requiriera de sus servicios en función de cómo fuese el negocio.

Por deferencia, y debido a que mostraban amabilidad, Zendr no hizo ningún comentario sobre el aspecto de los parroquianos e intentó aparentar normalidad.

- ...En ese caso, me gustaría disponer de una habitación, no sé cuánto permaneceré por aquí pero si el precio es adecuado, acepto quedarme en su casa. - Al ver que estaban todos muy ajetreados, y que el establecimiento aún no estaba abierto, decidió que lo mejor era dejarles tranquilos y optó por salir a la calle. Con todo, antes de despedirse, pidió: - Si fuera tan amable de avisarme para el torneo, le estaría muy agradecido. Volveré luego, adiós. Por cierto, -dijo cuando ya se marchaba- no quiero entretenerle, pero ¿sabe dónde podría llevarme algo al estómago? Aún no he probado bocado hoy -dijo, mientras se palmeaba el abdomen.

Saul asintió ante un nuevo cliente y comentó:
- Serán 5 monedas de plata la noche. Vuelva cuando quiera. Si está cerrado, pique a la puerta y le abrirán.

Saul se despidió de Zendr, pero cuando este se iba y le preguntó por el torneo y un lugar dónde comer, le comentó:
- Dentro de un par de días habremos abierto y podrá unirse al acontecimiento de "Engaña al diablo y toma su oro". - Le comentó, para después añadir - Y sobre comer, le aconsejo que vaya a "La casa del Tabernero", es el actual templo a Cayden Cailean, pero se come bien y se bebe mejor. - Dijo con una sonrisa - Está situado en la otra orilla del río y tendrá que llamar al Ferry de Velashu. Grimas Oltedler vendrá en un momento y le cruzará por unas 4 piezas de cobre.

Dicho esto, terminaron de despedirse.

Zendr pagó por adelantado el precio de la habitación para dos días y salió a la calle satisfecho pues en muy poco tiempo había conseguido un lugar dónde pasar la noche y además, tenía la oportunidad de participar en ese famoso torneo.

Así pues se dirigió hacia el lugar donde debía tomar el ferry. Durante su paseo, cayó en la cuenta de que ni siquiera sabía de qué trataba el dichoso torneo ni de qué tipo de apuestas se hacían. Con estos pensamientos en mente, no pudo evitar decir en voz alta: -Básicamente estoy dispuesto a participar en algo cuyas reglas no conozco. -Tras una pausa añadió: -Bueno, así será más divertido. Tras esto soltó una pequeña carcajada, hecho que produjo que varios transeúntes se girasen para ver qué le pasaba. Cuando se dio cuenta de que estaba hablando solo, se ruborizó y continuó su camino con la mirada fija en el suelo.

Tras un rato de paseo, llegó a su destino. Se acercó a un hombre que allí se encontraba y le preguntó si ese tal Oltedler llegaría pronto.

La persona a la que Zendr preguntó, un humano normal y corriente, se fijó en él y respondió llanamente:

 - Sí, Grimas no tardará en venir. - Y mientras decía esto se desplazó hacia un poste con una campana haciéndola sonar.

Al cabo de unos minutos, una embarcación bastante simple apareció por el río. Un humano bastante normal, aunque con grandes ojeras, atracó en el pequeño muelle y con voz áspera, como recién levantado, dijo:

- ¿Dónde desean ir?

El hombre que estaba al lado de Zendr comentó:

- Al distrito de Barlovento. - Y acto seguido se giró hacia Zendr y se lo quedó mirando.

Zendr se encontró que tanto el ciudadano como el barquero esperaban una respuesta por su parte.

-Oh, sí, perdón. Me dirijo a la otra orilla, a la Casa del Tabernero. Dicen que allí se come medianamente bien. Si no me han informado mal, se trata de un templo, ¿no es así?.

Zendr, se disponía a subir a bordo cuando preguntó: ¿Cuanto me costará la travesía, buen hombre?

Jamás lo reconocería, pero estaba realmente incómodo. Muy pocas veces en su vida había subido a un barco y, aunque el trayecto sería corto, no le gustaba demasiado alejarse de tierra firme. Al fin y al cabo, hombres y peces estaban separados por alguna razón, ¿no? Además, ¿para qué demonios se habían inventado los puentes?.

Grimas asintió ante la dirección, e indicó a los dos tripulantes:

- Como ambos van a una dirección similar, aguas abajo, serán 3 piezas de cobre por persona, ..., por adelantado.

El rostro de Grimas no dejaba lugar a discusión, en lo que aparentaba, años y años de oficio en una peligrosa ciudad como era Riddleport. El oriundo acompañante de Zendr se afanó a pagar el billete, y acto seguido subió al ferry. Grimas esperó pacientemente a que Zendr realizase la misma acción ....

Zendr se llevó la mano a la bolsa y extrajo una moneda al tiempo que añadía: - Me va a perdonar, pero sólo dispongo de esto -dijo, mostrándole una moneda de oro- Verá, no soy más que un andariego que sobrevive de ciudad en ciudad, si fuera tan amable de retornarme algo de cambio, aunque no fuese la totalidad, le estaría muy agradecido.

Zendr ofrecía un semblante cortés. Años de vagabundear le habían enseñado que, a veces, la suavidad penetra mejor en el alma humana que el filo de una espada.

El barquero enarcó una ceja al ver la reluciente moneda de oro:
- Vaya mostrando esas monedas relucientes, y no tardará en tener un puñal clavado en la espalda. - Dijo a modo de advertencia, con su ronca voz, aunque sin atisbo de amenaza en sus palabras - Supongo que tendrá que volver, ¿no?, ..., pues haremos esto: a la vuelta me paga usted con el cambio que le den en la "Casa del Tabernero", ..., intente mantenerse vivo y sin deudas, ..., me debe un viaje. - Esta vez sí que entrecerró los ojos a modo de advertencia.

Acto seguido le hizo señas para que subiera de una vez. Parecía que le impacientaba la espera ....

Al percibir la prisa del barquero, se apresuró a subir.

- Gracias señor. Y descuide, a la vuelta recibirá su pago. - Para su desgracia, el bote se movía demasiado para su gusto (de no ser porque le debía a ése hombre dinero, el camino de vuelta lo haría a nado) De modo que intentó disimular su creciente miedo con algo de cháchara:

- ¿Sabe? Durante mucho tiempo me han hablado bastante mal de ésta ciudad, sin embargo las pocas personas que he conocido me resultan ciertamente amables. Este no es un lugar peor que los demás que he visitado. Si consigo mantenerme ocupado y si la cerveza es buena y abundante, puede que me quede una temporada...

La idea de cruzar a nado, que se le había pasado al musculoso guerrero, se le disipó al instante al ver las demasiado turbias aguas del río. Estaba seguro que si lo intentaba podría coger las múltiples e inimaginables enfermedades existentes. Con lo que terminó de desechar la posibilidad, y se centró en contemplar el paisaje e intentar romper el hielo con los oriundos del lugar. El compañero de pasaje, simplemente no lo dijo nada, y el barquero torció el gesto, mientras continuaba manejando la embarcación. Esperó pacientemente a que acabara y luego añadió un escueto:

- Ya. - Pero enseguida añadió una frase - No me esperaba que nos tuvieran en menor consideración los extranjeros.

Antes de que pudiese replicar Zendr llegaron a la otra orilla:

- Ya pueden bajar. - Acción que rápidamente ejecutó el compañero de pasaje de Zendr, sin ni siquiera despedirse.

El barquero dirigió una funesta mirada a Zendr y añadió:

- La "Casa del Tabernero" se encuentra caminando hacia el mar por esta orilla, ..., no tiene pérdida. - Dijo manteniendo la mirada funesta y con un tono que no admitía más preguntas.

Comprendiendo lo que el barquero quería insinuar, Zendr se limitó a dedicarle un saludo con la cabeza y se apresuró a bajar.

Siguió las indicaciones recibidas y pronto llegó a la "Casa del Tabernero". El edificio le gustó en cuanto lo tuvo a la vista. Antes de entrar dirigió una breve mirada a su alrededor para observar a los transeúntes, pues aunque en esta ciudad se sentía medianamente a gusto, le resultaba imposible deshacerse de ciertos hábitos.

Accedió al local y se dirigió a lo que intuyó que era el posadero deseándole los buenos días.

El sitio en cuestión, un edificio de tablas de madera y tejas bastante áspero y que parece que se vaya a caer en cualquier momento, tenía un cartel con el símbolo de una taza de cerveza abollada colgado sobre la puerta, y escrito discretamente debajo en letras doradas están las palabras "Casa del Tabernero". Zendr sabía que había llegado al sitio que le dijeron, y a todas luces era un estridente lugar aparentemente frecuentado por las tripulaciones de los barcos y los viajeros que visitan Riddleport.

Zendr lo pudo comprobar cuando entró, ya que la gente más variopinta plagaba el lugar, y en seguida comprobó el por qué, cuando el tabernero, un hombre parecido a un oso llamado "Arnando Rolf" le comentó la amplia y barata selección de bebidas y comidas. El sitio parecía abierto a todos, con la única excepción pintada en letras rojas brillantes en varios idiomas directamente por encima de la barra: "No Ciframagos". Cuando Zendr preguntó al tabernero le comentó que era una política promulgada hace varios años, después de numerosos problemas entre él y algunos de los más egoístas y altivos miembros de la Orden de los Cifrados.

Mientras el tabernero sirvió la cena a Zendr, bajo su recomendación, Zendr se enteró, por parte del tabernero, que el lugar resultaba ser el, o hacías las veces de, "templo" a Cayden Cailean (el dios de los aventureros y de la bebida, también llamado: "El héroe borracho"). Y que él era el "sacerdote" de este singular "templo".

Zendr pasó una tarde-noche entre curiosa y agradable en el "templo-taberna". Escuchó entre el griterío general del ambiente, y entabló esporádicas conversaciones con algún que otro borracho del lugar ....

Zendr no se equivocaba al presuponer que este sitio le gustaría. Comercio y bebercio en abundancia y a muy buen precio. El tipo de lugar que vale la pena frecuentar.
Allí pasó gran parte de la tarde hasta que creyó que ya era hora de regresar...

Zendr pasó la tarde en la taberna, comiendo y bebiendo muy a gusto. Mientras deglutía como si no hubiese un mañana, iba escuchando rumores de los demás parroquianos. Escuchó muchos y muy diversos, aunque realmente sólo le interesó el que hablaba acerca de la extraña nube. Si era cosa de magos, mal asunto...
En cuanto al tema de Saul, mientras se mostrase igual de cortés que esa mañana, a Zendr le daba igual a que se dedicara...
El resto de rumores podían llegar a ser preocupantes, sobretodo si se quedaba una temporada en la ciudad, de modo que los almacenó en su cabeza por si le eran de utilidad en el futuro.
Cuando la luna amenazó con asesinar al día, Zendr se despidió del tabernero y salió a la calle en dirección al embarcadero.
Al llegar a su destino buscó con la mirada un poste similar al de la otra orilla para llamar al barquero.