Partida Rol por web

Chuck se echa el rifle al hombro y comienza a caminar dándoos la espalda mientras se aleja en dirección a uno de los pasillos. Entre el estruendo de las alarmas y la continua grabación hablando en bucle, podéis oir su voz grave y cascada.

• Pues ya está, vosotros a la calle y nosotros a terminar con esto. Cuando pille a ese puto Antoine... ¡¡Alhaji, mueve el culo!!

Alhaji, lejos de molestarse por el comentario de su compañero, sonríe y se gira hacia vosotros. Hay una cierta satisfacción en su mirada.

• No se qué le habéis hecho en esa Taghairma, pero ha sido algo bueno. Hacía mucho que no veía a "Pluma-de-Cuervo" tan lleno de energía y vitalidad, tan dispuesto para la acción. Tan fuera de su hogar. De hecho, no le había visto abandonar ese rancho suyo desde hace mucho, desde que ella...

El rostro del Swara se ensombrece. Recuerdos del pasado, verdades dolorosas. Hay algo en todo esto que se os escapa, y a pesar de la intensa curiosidad felina que os incita, no tenéis tiempo de indagar.

• En fin, corred al tejado, nos veremos en el rancho después.

Tras estas apresuradas palabras, Alhaji sale corriendo tras su compañero Pumonca.

Corréis por corredores y escaleras, tratando de orientaros para llegar al tejado. Lo hacéis intentando recordar el recorrido que os llevó hasta las plantas inferiores por los conductos, aunque en ocasiones aseguraríais que habéis perdido el rumbo, y solo os queda tratar de ascender más y más. Arriba está el tejado, mientras más subáis, más cerca estaréis.

De cuando en cuando escucháis disparos, y os sirven para tomar conciencia de la situación de los disturbios. Quién exactamente dispara es una incógnita, y teméis por quien los reciba. Sin embargo, pronto los sonidos de disparos y explosiones -además de las malditas sirenas y el mensaje grabado- comienzan a mezclarse con gritos y con una intermitente melodía de cuerda eléctrica, que suena esporádicamente. Os percatáis de que, cada vez que suena, la siguien varias explosiones y disparos.

De repente, os corta el camino un grupo de hombres armados. No son más de cuatro, pero sus fusiles brillan bajo las luces del pasillo con fulgor amenazador. Y estáis lo bastante lejos como para que tengan tiempo de preparar cada disparo antes de tener la oportunidad de alcanzarles. La melodía regresa, más cercana y clara que nunca, y súbitamente las armas comienzan a explosionar bajo el efecto de las deflagraciones de su propia munición. Uno de los soldados, que tenía una granada de mano colgando del chaleco, explota directamente, afectando de paso a sus compañeros. Los hombres salen disparados en todas direcciones, llenando el pasillo de sangre y escombros. Cuando el humo se aclara, podéis ver a lo lejos a una mujer solo unos años mayor que vosotros, ataviada con la típica indumentaria folclórica que acompaña a los grupos Country: Botas camperas de piel de serpiente, tejanos azules con bordados de lentejuelas en los bolsillos, una camisa oscura excesivamente decorada y el inevitable sombrero tejano. Una guitarra eléctrica descansa en sus manos, sujeta como si acabara de tocarla. De hecho, por el tipo de melodía que precedió a las explosiones, seguro que lo ha hecho. Su rostro, enmarcado en un cabello de meda melena negra y espesa, os mira con suficiencia.

• ¿Váis a quedaros ahí parados, gatitos?

De detrás de ella aparece un tipo bien parecido, con pantalones vaqueros y una chaqueta de cuero de motorista completamente cubierta de sangre y algo destrozada. Su amplia sonrisa es inconfundible para Arthur: se trata de su antiguo Kuasha, Peter, y la mujer es otra miembro de su tribu, Tery.

• Hola chicos, encantado de veros por aquí. Supongo que Alhaji y el bueno de Chuck os han encontrado por ahí abajo ¿no? Si nos hacéis el favor de ir abriendo camino, os seguiremos en seguida...

Antes de terminar la frase, se acerca despreocupadamente a uno de los soldados que había comenzado a levantarse con una mano en la cartuchera de su pistola y extiende sobre su cuello una de sus manos, de cuyos dedos surgen unas afiladas garras que le desgarran haciendo brotar la sangre a borbotones. El soldado se desploma sin que Peter pierda la sonrisa.

El camino de huida es largo y se oye disparos y ruido de peleas mientras nosotros seguimos ascendiendo para escapar lo antes posible a un lugar seguro. Me quedo algo sorprendido al ver alli a Peter y a Tery, parece que estaban en el grupo que vino con Chuck.

Ya me extrañaba que os quedarais fuera de la fiesta. Aunque tuerzo un poco el gesto al verlo rematar a un soldado, quizá fuera necesario pero sigo preferiendo buscar otras alternativa al matar humanos. Ahora no es momento para reencuentros, ya nos pondremos al día cuando estemos en un stio más agradable... Digo volviendo a tomar la delantera para salir de alli.

Curiosa pareja, los dos con ese aire de vaquero, ¿de dónde creían haber salido? ¿y porqué lo llamaban gatito?

- Estadounidenses...

Comentó con un tono de resignación y en cierto modo, por contestar a lo de "gatito". Aunque cayó en la cuenta de que posiblemente les habían salvado y eso equilibraba "un poco" la cosa.

- Saludos. Gracias. Nos vemos.

Dijo a modo de saludo y despedida mientras echaba a correr de nuevo. Se acordó de que debía haber preguntado por el cuerpo de Urikey, no sabía si había sido enterrado con dignidad aunque estaba claro que no iba a poder transportarlo hasta el amazonas que era realmente lo que hubiera querido.

El espectáculo resulta totalmente grotesco, incluso algo aterrador, pero dado que en este caso las muertes son a nuestro favor procuro asimilar el despliegue de poderes lo mejor posible, tranquilizándome un poco más al comprobar que parecen ser amigos de Arthur. ¿Cómo se habrán enterado nuestros conocidos de lo que sucedía? , ¿y cómo habrán llegado hasta aquí...? Preguntas que sin duda alguna tendrán que esperar.

-S-sí, ellos siguen abajo y nos reuniremos en el tejado...- respondo todavía un poco conmocionada, aún así les dedico una sonrisa de agradecimiento y enseguida nos ponemos en marcha de nuevo. Si no fuera por todos ellos probablemente no saldríamos de aquí a tiempo pero con la ayuda de sus Dones ese objetivo parece ser algo más fácil ahora.

 Digamos que algunos tenemos un poco de persuasion, sin contar que creo que le han iluminado lo suficiente. Niego mientras les escucho como se van y asiento ante de seguir al resto hacia el tejado, parece que es hora de terminar por donde comenzamos. 

Continuáis corriendo a través de pasillos y escaleras. Subiendo, siempre subiendo. Vuestra salida está arriba, en el tejado. A vuestra espalda regresan los sonidos de lucha, las explosiones y los disparos, la alarma que nunca os ha abandonado y la maldita voz pregrabada que se repite en bucle y os crispa los nervios. La adrenalina os ayuda a avanzar, a superar la inmensa tensión que sufrís, de lo contrario estáis seguros de que podríais volveros locos.

No encontráis oposición en el camino. Cuanto más os alejáis de los pisos inferiores más deshabitado está todo. Los pasillos están llenos de objetos tirados, como si la gente hubiera abandonado todo apresuradamente para salvar la vida. No os cabe duda de que fue así exactamente como sucedió. Cruzáis una pasarela y sin deteneros echáis un rápido vistazo a la superficie de la planta, donde una ingente cantidad de hombres y mujeres se desplazan apresurada pero ordenadamente, siguiendo al parecer un protocolo de evacuación. Aquí no se oye la voz por megafonía, solamente la alarma, y ésta podría pasar por una alarma de incendio. Probablemente toda esa gente no sepa lo que realmente está pasabdo, y crean que se trata de un simple incendio, o incluso solo un simulacro.

Finalmente, ascendéis por unas escaleras que creéis os dejan ya en el exterior del tejado. No está cerrada, y al abrirla la luz os ciega. Además, el sofocante aire desértico os golpea con fuerza, cortándoos la respiración por un instante. No os habíais dado cuenta de hasta qué punto el interior de la fábrica estaba climatizado. Cuando vuestros ojos se habitúan de nuevo a la luz, os dáis cuenta de que el aire no se mueve solo, desplazado en forma de viento. El sonido de motores se mezcla con el giro de hélices, y la borrosa silueta del helicóptero que se acerca al edificio se recorta bajo la luz del intenso sol. Bajo él, frente a vosotros, una figura negra hondea su gabardina bajo los efectos del aire. El hombre se gira, sorprendido y malhumorado, dice unas últimas palabras por el teléfono móvil con el que estaba hablando, y se lo guarda en el bolsillo.

Observáis el rostro del traidor, mirándoos con odio y desprecio. No es difícil adivinar sus motivos. Se ve obligado a abandonar la planta, que va a ser destruida. Y bajo ella se encuentra su Reino-Guarida. Sin embargo, no hace nada, solo os mira, permaneciendo inmóvil. En un instante os parece verle mirar de reojo al helicóptero, que cada vez está más cerca, y os percatáis de sus intenciones.

Antoine Black pretende escapar.

Tras mucho subir por fin llegamos hasta el tejado. Estaba claro que los edificios de encima tan solo eran una tapadera ya que no nos encontramos con ningun tipo de oposición por el camino.  El aire es demasiado fuerte para ser natural y el ruido de elices confirma la presencia de un helicoptero. Miro a Antonie que espera su llegada para poder marcharse de aquí.

No puede escapar. Digo a mis compañeros con un gruñido antes de lanzarme a la carrera hacia él.

A pesar del caos Bruno conseguía serenarse recordando la jungla pero todo pareció cambiar con el sonido de las aspas. Las tranquilas imágenes de los árboles fueron sustituidas por la visión de las hojas salvajemente violentadas por los torbellinos formados por las hélices y creyó escuchar los disparos de las ametralladoras eruptando plata y los gritos de su gente, incapaz de defenderse ante tal enemigo que atacaba desde arriba y en la distancia portando además, el más letal de los metales.

Instintivamente Bruno adoptó forma humana y se cubrió con su escudo pues era quizá la única forma de sobrevivir. Su vista corrió rápidamente buscando algo más sólido que le pudiera cubrir a la vez que, nervioso, miraba si del helicóptero realmente asomaba una ametralladora. Pero para la mente del joven ni siquiera era necesario que existiera, el mero sonido de las aspas estaba tan íntimamente relacionado con la muerte de amigos que paralizaba su raciocinio.

Escuchó a Arthur instar a actuar pero los nervios le impedían moverse.

"No dispararán plata hacia su jefe" pensó Bruno, atacar no era tan mala idea pero debía sobreponerse al miedo, dejar de ver los rostros de aquellos que quedaron atrás, sobre el suelo del Amazonas, huyendo de los escuadrones de la muerte de los fomorianos de Pentex.

Al distinguir al lunático traidor el pelo de mi cogote se eriza y le muestro los colmillos con actitud desafiante. Aún así esta vez me mantengo algo a la expectativa pero estoy bastante convencida de que ya no le resultará tan fácil librarse de nosotros, no fuera de su guarida y sus "objetos de poder". Por si eso fuera poco, los extraños blancos tejanos siguen con nosotros y ya han dejado claro su potencial, no dudo que podrán derribar el helicóptero si se lo proponen...

Arthur toma entonces la inicitiva y me sirve de detonante. Corro hacia Black, dispuesta a hundir los dientes en su yugular sin piedad.

Acumulando valor Bruno se concentró en su escudo comunicándose con el espíritu de su interior y le solicitó sus dones para defender la causa de Gaia.

 El frio aire de la noche me deberia despejar pero no hace nada de eso, me oprime el pecho mucho mas. Cuando consigo serenarme veo a alguien, por sus fotos le he reconocido, nuestro enemigo, el asesino, el culpable de todo. El traidor y desea escapar, lo veo en sus ojos, lo veo en sus gestos, y en la sombra del helicoptero que aparece a sus espaldas, no el voy a dejar.

Os lanzáis hacia el traidor con feroz velocidad, cuatro felinos salvajes saltando sobre un objetivo común. Descoordinados, como suele ser habitual en la Gran Familia, pero sabedores de que vuestra capacidades individuales os hacen igualmente poderosos. La táctica es para los perros.

La primera en adelantarse es Alma, que corre hacia Antoine Black henchida de ferocidad. Sus garras casi sienten el tacto de la carne del traidor, el calor de la sangre empapándolas. Sin embargo, el Bubasti permanece en su sitio con frialdad, esperando. Cuando casi le tiene al alcance de sus garras, siente una presión en el codo, que desvía su brazo y con él el hombro, el torso y todo su cuerpo. Alma pierde el equilibrio, se ve alzada y desorientada, presa de una inercia que no controla. El suelo se vuelve cielo, y de repente siente un súbito y violento impacto en su espalda. Su vista se nubla, y las estrellas nocturnas chisporrotean en su vista a plena luz del día.

Arthur ve caer a su compañera Balam, pero eso no hace que se amilane. Al contrario, el Bagheera se enfurece y salta con las garras por delante hacia el traidor, como hiciera la misma Alma. El oscuro Bastet traidor se gira levemente, ejecutando de nuevo su cobarde maniobra. Arthur se siente desequilibrado, pero logra girarse a tiempo y poner las zarpas como patas antes de golpearse contra el suelo. Debido a la inercia, tarda un instante en frenar, a varios metros del cobarde, observando el resto del asalto.

Bruno se abalanza contra el Bubasti con su escudo bien aferrado, aunque en la forma homínida a la que sucumbió inconscientemente al verse sorprendido por la temible visión del helicóptero. Los recuerdos y pesadillas se agolpan en su mente, y comete el error de tratar de golpear simplemente con su puño, aún sabiendo que la mano de un hombre no puede dañar a un ser cambiante tan poderoso. Antes de impactar, su mano se ve aferrada y algo tira de él. El Bubasti, con el brazo sujeto, gira sobre sí mismo y arroja por los aires al Balam, que choca contra el suelo rodando hacia el borde de la fachada, amenazando con caer al vacío. Si solo lograra sujetarse a tiempo...

El traidor se la promete ya muy felices, victorioso y lleno de orgullo, cuando la sombra de un veloz leopardo salta sobre él. Es Habika, quién aprovecha el giro del Bubasti contra Bruno para cogerle por sorpresa. Sus colmillos se clavan en el hombro del Bubasti, sin que éste logre hacer nada por evitarlo salvo empujar a la Swara para apartarla. Pero al hacerlo, ésta arranca jirones de carne y hace manar la sangre. La piel negra del Bubasti se vuelve brillante y rojiza, pero aún hay mucha fuerza en él.

Y del helicóptero asoma ahora un hombre con un arma de fuego. Está casi sobre vuestras cabezas.

- Estúpido Bubasti...

Se tenían que dar prisa para parar al traidor antes de que llegara el helicóptero. Bruno gruñó y se transformó en la forma de combate. Ser arrojado por un Bubasti no era el peor de los males sobre todo cuando uno podía trepar gracias a las enseñanzas de los espíritus. Incluso portando su escudo no le costó apenas.

Las hélices se escuchaban ahora más cerca y ya comenzaban a asomar las armas. Seguro que portaban plata, pero si empezaba a pensar en eso iba a ser su final. Era el momento de atacar duro, intentar pararlo ahora o nunca... corrió hacia él, no quiso gritarle para no llamar su atención, si conseguía cazarlo un poco distraído tendría ventaja, aunque era una esperanza demasiado remota...

Este era el momento de vengar a Urikey y debía demostrar su valía, quería arrancarle la cabeza y si supiera dónde estaba enterrado su amigo le llevaría ese trofeo a la tumba. 

me duele, mas que el cuerpo haber sido una estupida por dejarme caer de esta manera..

Mi forma ruge mientras se levanta de un salto y se prepara, a nuestras cabezas un hombre que nos apunta, bien, pues se va a llevar una sorpresa poco grata o muy grata.
Mis garras se preparan mientras brillan, estoy a su espalda.

Traidor rugo mientras me acerco y le miro con furia, pelea como un bastet no como lo que eres realmente. Mis garras van hacia el, como puños si fuera humana, pero las mias estan afiladas. Pero mi cometido no es herirle, bueno si, si no se deja, pero realmente lo que quiero es atraparle, apresarle entre mis brazos para que se rinda y si no se rinde mis colmillos podran atacarle.