Partida Rol por web

 La niña aprende pero...

Ya parecían decididos a subir por las escaleras pero Bruno no creía ser el más adecuado para intentarlo primero.

- Deber subir... alguien pequeño y sigiloso primero...

No se fiaba de la consistencia de esa escalera así que primero debía ir alguien ágil, él era más bien pesado y no demasiado ágil.

 Miro a Arthur y luego al resto

TE ha tocado, eres el mas pequeño y aguil de todos. Sube y comprueba la escalera, luego subire yo, me seguira Habika y al final cerrando la marcha Bruno. Id con cuidado. Cuando lleguemos comprobaremos esa puerta y la abriremos tan rapido como podamos, recemos a Selene que no tenga ninguna alarma que los avise

Asiento a lo que dice Habika, tiene razón soy el más pequeño y en mi forma felina soy extremadamente agil como para poder subir sin hacer el menor ruido. Pongo mi pata en la primer escalon y acto seguido subo las cuatro para comprobar que soporta mi peso antes de seguir subiendo pasito a pasito lentamente con una pata despues de otra para que el ruido sea mínimo.

Arthur asciende por las escaleras con precaución tomándose su tiempo para cada paso. Como si de los pasos previos a la carrera de la caza se tratara, se lo toma con la calma debida. Gracias a ello, su presencia pasa inadvertida. Sus pasos son silenciosos, su figura apenas se percibe entre las sombras del lugar. Asciende por las escaleras hasta el primer piso, y seguidamente hacia el segundo, y así hasta alcanzar el tejado. Por el camino solo ha encontrado puertas cerradas, probablemente sencillas de abrir desde dentro, por los sistemas antipánico, pero que no permiten acceder desde el exterior.

Sin embargo, las escaleras no le impiden llegar al tejado, donde su figura se pierde de vista...

En el tejado ves una inmensa superficie con revestimiento asfáltico sobre hormigón, que cubre toda la superficie de la planta. A diestro y siniestro se ven pequeñas chimeneas que dejan salir vapores de diversas espesuras y colores, y hay algunas casetas con puertas, seguramente de acceso a escaleras interiores.

Una de ellas está abierta de par en par, sujeta la puerta con un calzo. Junto a ella hay un par de hombres vestidos de obreros, fumando mientras charlan en un lenguaje soez acerca de unas mujeres que han conocido el anterior fin de semana.

Observo la situación y a los dos obreros antes de hacer nada busco camaras de seguridad en algun punto del tejado o cerca de la puerta. Luego me muevo a una zona donde no puedan verme y espero al siguiente que suba.

 Ha llegado, asiento levemente mientras, me mantengo en tension un segundo antes de que la almohadilla de mi pata derecha  delantera se pose sobre el primer escalon. 

Para ser un puma estoy muy nerviosa pero alla voy, primero una y luego la otra. Hasta llegar hasta arriba donde nos espera, aunque miro primero por si hubiera algo que no me esperara.

Parece que a mis hermanos se les está dando bastante bien la ascensión así que procuro concentrarme en sus pasos para saber qué peldaños y recorrido es el más seguro y silencioso de todos.

Me muestro un poco impaciente y miro varias veces de reojo a Bruno. Él parece mucho más acostumbrado a este tipo de situaciones peligrosas y tensas aunque quizá sólo sean cosas mías porque no estoy segura de ser capaz.

Cuando Alma desaparece de nuestra vista levanto las orejas un instante y finalmente me pongo en marcha.

Segun suben las chicas les indico con un gesto a los dos obreros fumando para que busquen donde esconderse para irnos acercarnos a ellos poco a poco.

En el tejado veis una inmensa superficie con revestimiento asfáltico sobre hormigón, que cubre toda la superficie de la planta. A diestro y siniestro se ven pequeñas chimeneas que dejan salir vapores de diversas espesuras y colores, y hay algunas casetas con puertas, seguramente de acceso a escaleras interiores.

Una de ellas está abierta de par en par, sujeta la puerta con un calzo. Junto a ella hay un par de hombres vestidos de obreros, fumando mientras charlan en un lenguaje soez acerca de unas mujeres que han conocido el anterior fin de semana. Uno de ellos tira lo que queda de su cigarro al suelo, pisándolo para apagarlo. El otro parece que tiene aún para unas cuantas caladas.

Arthur se encuentra en un costado, oculto tras unos compartimentos que ejercen funciones de salida de humos. Unos simples gestos os indican que es mejor esconderse de esos hombres.

Al llegar al tejado me siento tentada de lanzarme sobre esos hombres para tener vía libre e incluso un par de disfraces pero después de varias experiencias previas en las que supuestas personas se convertían en agentes del Wyrd más expertos que nosotros opto por imitar a Arthur y mantenerme oculta a la expectativa hasta que se marchen.

Abrir una puerta de esas características no debería ser muy complicado.

 Me agazapo contra el techo mientras sigo escuchando a esos hombres mientras siguen fumando. 

Finalmente, el segundo trabajador lanza su colilla con un gesto de chulería, sin apagarla siquiera, y hace un comentario desganado acerca de su trabajo, al que deben regresar. Ambos hombres se adentran en la fábrica por la puerta, cerrándola al entrar. No oís cerrojos ni nada parecido una vez que la puerta se cierra, tan solo el chasquido que provoca el golpe al cerrarla.

La azotea está finalmente desierta.

Una vez los hombres se han marchado y han pasado varios segundos, observo las escaleras por las que ya debería haber empezado a subir Bruno deduciendo que estará en ello porque no parecía del tipo de "gatito" que se acobarda por algo así.

Después me acerco a la puerta y tras olisquearla y tocarla con cuidado por si llegara a tener alguna medida de seguridad activada intento tirar del pomo para abrirla.

Normalmente están cerradas desde dentro pero no desde fuera aunque más vale asegurarse...

Mientras dos pares de ojos felinos la observan, la guepardo se acerca sinuosa hasta la puerta por la que han desaparecido los dos hombres. Hay un hedor desagradable en el ambiente, aunque es perfectamente achacable a los vapores de las máquinas industriales del interior de la fábrica. La zarpa de la mujer gato se posa en la manilla, presionándola hacia abajo de forma un tanto torpe, debido a que la forma felina no es la más adecuada para estas labores. Sin embargo, la puerta no cede. Parece cerrada desde el otro lado, aunque no parece excesivamente resistente.

Es casi seguro que se podría forzar de alguna manera...

Suerte que su forma felina era tan ágil y discreta porque Bruno no había nacido para el sigilo. Él se había entrenado para otro tipo de tareas como la medicina o... la pelea directa. 

Comenzó el ascenso con cuidado, si los demás ya estaban arriba debía estar todo despejado y siendo su forma felina tan baja debía ser fácil moverse por la escalera.

Avanzó creyendo que lo estaba haciendo bien, así debía ser pues no encontró ningún problema. 

Ladeo la cabeza cuando la puerta no cede y acto seguido me aparto un poco de ella para tomarme mi tiempo en regresar a mi forma humana mientras Bruno aparece en el tejado.

-Quizá alguno de vosotros pueda romper la cerradura- digo observándoles bastante convencida de que mis hermanos más corpulentos, Alma y el propio Bruno, serían capaces de derribar la puerta entera si se lo propusieran. Aunque evidentement eso sería demasiado escandaloso.