Partida Rol por web

Al día siguiente se reanudaron las clases con normalidad para todo el colegio. Si bien Yukino continuaba siendo admirada por todo el colegio. Ahora más que nunca alumnos de todas las clases le saludaban y la felicitaban por lo de hacía dos días.

El otoño ya había llegado con fuerza y llovía con intensidad. Los paraguas de todos los colores se amontonaban en la zona de entrada del colegio. Aquel día había llegado sola pues Otoya la avisó la noche anterior de que quería llegar antes al colegio. Si bien la estaba esperando en el primero de los pasillos con cara de bobo y una sonrisa amplia.

- Ne, ne.- le dio un par de veces con el dedo índice en el hombro a pesar de que ya contaba con toda la atención de la chica.- Adivina quien tendrá una cita en París. Porque además ha salido París...

Desde aquella noche en casa de Tezuka todo se había vuelto un poco extraño para Yukino, aunque no necesariamente en el mal sentido de la palabra. Era sencillamente que todo había cambiado y a la vez todo seguía igual, algo muy contradictorio pero no por ello menos cierto. Iba cada día al colegio, realizaba sus quehaceres de casa, todo, todo con absoluta normalidad pero su mente regresaba una y otra vez a aquel momento. Estaba, en cierto modo, embelesada con el recuerdo y se había vuelto una adicta al mismo, rememorándolo una y otra vez en el mundo.

Era muy feliz. Aquello era lo único que podía sacar en claro. Cada día lo vivía con alegría, cada instante era plenamente consciente de lo afortunada que era por vivirlo. Estaba en medio de las nubes y creía haber descubierto el modo de flotar con ellas en lugar de caer a través.

Ni siquiera el lluvioso otoño lograba apaciguar su estado de ánimo así que aquel día, como tantos otros, se había dirigido alegremente a la escuela, cubierta por su paraguas marrón y protegida de los charcos con sus botas de agua amarillas, las cuales había sustituido por el calzado reglamentario hacía apenas un minuto cuando se topó de cara con un Otoya al que le faltaba soltar risitas mientras la pinchaba con el dedo.

- ¿En serio? ¡Enhorabuena! Así que ya vas por el buen camino, ¿eh? ¿Cómo ha sido?

El chico parecía feliz también por que Yukino le hiciera aún más caso. Se llevó las manos entrelazadas a la cabeza mientras caminaban junto al resto de alumnado.

- Hoy era el recuento así que sabía que Mei estaría aquí pronto. Por eso no me he venido contigo hoy. Así que... bueno, la ayudé con el recuento.- recordar aquella escena ampliaba el brillo de sus ojos- Salió lo que queríamos y ella estaba muy feliz. Así que le propuse subir ambos a la torre Eiffel y ver desde ahí la ciudad. Se sonrojó un poco y todo, así que pensé que era buena señal.- ¡si hasta él se estaba sonrojando ligeramente de nuevo ante el recuerdo!- Y, y , ¡aceptó! ¡Dijo que sí!. Subiremos solos al lugar más emblemático de la ciudad del amor. 

Su mente había empezado a divagar de forma totalmente reprochable mientras Otoya hablaba, preguntándose si Tezuka habría llegado ya a la escuela o si lo vería por el pasillo, de modo que sólo captó de forma fragmentaria lo que le dijo su amigo, aunque lo suficiente para captar la frase final. Se sintió un poco culpable así que se obligó a prestarle la atención debida.

- Eres un romántico - le comentó en broma -. Pero está bien, es un bonito gesto y me alegra que haya aceptado. Y a todo esto...¿cómo está Momoshiro-kun desde que cortaron?

- De vez en cuando se queja porque no se lo esperaba. Pero luego piensa que es mejor así. ¿Cómo puede sentirse mejor sin Mei? 

Obviamente era algo que no llegaba a comprender. Y de hecho la actitud de Momoshiro, aunque era mejor para Otoya, le parecía poco aceptable. 

- ¿Qué tal ayer? Desde que ganaste la carrera no volví a saber de ti. Aunque tampoco te culpo, me he pasado anunciando mi canción por todos lados. ¡Durante esta semana salen los resultados para el concurso de jóvenes promesas de Tokio!

Se encogió ligeramente de hombros sin añadir nada a lo dicho acerca de Momoshiro. La verdad es que se sentía secretamente aliviada pues de alguna manera le parecía que ella había propiciado aquella ruptura así que si al chico tampoco le había importado demasiado es que realmente no la quería. Aquello era a la vez una revelación y un descanso, pero no podía evitar preguntarse por qué salió con ella en primer lugar.

- Ah, pues nada, ya sabes, celebrando la victoria limpiando la casa - bromeó. Y despertando con Tezuka y desayunando con él y pensando en él durante el resto del día..., sí, un día muy variado -. ¿Ya puedo escuchar la canción o todavía no? - preguntó cambiado astutamente de tema.

Iban llegando ya a su clase mientras continuaban caminando. Era Otoya así que había notado que Yukino ocultaba cierta felicidad en sus facciones pero si no le había contado nada no insistiría. Tenían la suficiente confianza como para desconfiar el uno del otro en ciertas ocasiones y no molestar al otro.

- Mmmmmm... escuchar la canción...- justo cuando llegaron a la puerta, notaron por fin que había bastante revuelo pero lo que más llamaba la atención era el comienzo de una melodía. Otoya se paró en la entrada, algo confuso y ahora serio.- De hecho... es-esta es mi canción.

https://www.youtube.com/watch?v=avTTBuNasbU

¿Qué estaba ocurriendo? ¡Pero si había hasta cámaras y un presentador con un micrófono en la zona de la profesora!

Estaba esperando una respuesta cuando la voz de Otoya cantando la sobresaltó, solo que al mirar al chico le vio serio y sin abrir la boca. Sus ojos recorrieron la distancia hasta la puerta de la clase donde vio lo que había sido su clase transformado en un plató de televisión, con su presentador y sus cámaras. Abrió la boca con ligera sorpresa, cerrándola de forma inmediata.

- Pues creo que esto quiere decir que has ganado - le comentó con un deje jocoso en la voz sin apenas mover los labios antes de darle un ligero empujón en la espalda para que el chico cruzara el umbral, quedándose fuera con la intención de entrar casi un minuto más tarde.

La canción continuó sonando mientras Otoya, tras el apoyo de Yukino, comenzó a caminar dubitativo pero mucho más sonriente hacia el centro de la clase. Los compañeros le miraban, le sonreían ampliamente alegrándose por su suerte y éxito. Mei le asintió con la cabeza, muchos le revolvieron el pelo y así todo hasta que la canción acabó y el presentador se le acercó:

Presentador:- ¡¡Otoya Ittoki-kun!! ¡Cuánto nos alegramos de verte! Somos del programa de "grandes promesas" de Tokio, estamos en directo ahora mismo. ¿Sabes por qué estamos aquí?

Otoya:- ¡Porque he sido seleccionado!

Otoya estaba que no cabía en sí de alegría. ¡Aquel parecía ser su día de suerte! Actuaba ante las cámaras con naturalidad, sin sentirse condicionado por la gran cantidad de personas que debían de estar observándole en aquellos momentos.

Presentador:- ¡Así es! ¡Eres uno de nuestros diez participantes para lograr ser una super estrella!

Otoya:- ¡WOAA! ¡Gracias! ¡Muchas gracias!

Presentador:- ¡A ti, Otoya-kun! A partir de ahora mismo eres participante. En una semana saldrás para Tokio para enfrentarte en talento a tus demás contrincantes. ¡¡Será una dura batalla de casi dos meses!! ¿Estás listo?

¿Dos meses? ¡La excursión a París era en tres semanas! Mei bajó entonces la mirada, centrándose entonces en la portada de su libro recién cogido de la biblioteca. Otoya se había quedado momentáneamente congelado.

Presentador: - ¿Otoya-kun?

Se había colado en la clase discretamente, colocándose al lado de Mei que como siempre se mantenía al margen de todo el espectáculo a pesar de estarlo presenciando. Por su parte el motivo era obvio: ya la habían relacionado como la novia de Otoya, sólo faltaría que les grabaran entrando juntos a clase para que aquella clase de rumor y muchos derivados corrieran como la pólvora por todas partes.

De ese modo podía compartir la alegría de su amigo desde un segundo plano mientras el presentador lo felicitaba con euforia por haber sido uno de los candidatos, anunciándole que tendría que irse a Tokio en una semana...durante los siguientes dos meses. El efecto fue inmediato. Mei bajó la mirada, esforzándose por fingirse indiferente mientras que Otoya se había quedado congelado, sin una respuesta.

Pero cómo puedes ser tan despistado como para no enterarte de cuál era el premio si eras uno de los diez seleccionados para la siguiente fase..., pensó para sí mientras negaba levemente con la cabeza. No le gustaría estar en la posición de su amigo. Si se negaba, dejaría perder una oportunidad única para alcanzar su sueño, pero si aceptaba perdería también a la chica de sus sueños. De sueños iba la cosa.

¿Habría un modo de conciliar sus dos sueños? Creía que sí pero, ¿sería capaz?

Dos parpadeos y Otoya volvió a hablar. Sonrió antes de ello y cuando habló no fue en el mismo tono:

- Entonces me temo que no podré participar.

La clase en silencio. El tono de Otoya no era serio pero tampoco extremadamente amigable. En su mirada había un brillo de decisión que pocas veces antes se le había visto. Parecía muy tranquilo. Al lado de Yukino, Mei, aún con la cabeza gacha, abrió los ojos ante la sorpresa.

Presentador:- ¿Cómo dices, Otoya-kun? Si es por los estudios... ya sabes que tenemos un programa para...

Otoya:- No se trata de eso.- negó con la cabeza. Las cámaras grababan mientras el presentador parecía anonadado. Nunca antes se había visto en aquellas.- No quiero que os confundáis. Ir a Tokio y ganar ese concurso, porque probablemente lo ganaría, siempre ha sido uno de mis sueños. Pero no el mayor. - Otoya intentaba mirar al presentador, aunque realmente estuviera entablando una conversación indirecta con Mei. No quería tampoco hacerla sentir culpable por que él tuviera que decidir entre dos cosas tan importantes. Él lo tenía claro y no le había costado tanto decidir.- Agradezco todo el apoyo y espero tenerlo en el futuro. Pero ahora mismo, donde quiero estar, es aquí. 

Presentador:- ¿E-Estás seguro de esto? Es muy probable que otra oportunidad como esta no se vaya a repetir...

Otoya:- Si de algo estoy seguro es de esto. Hay alguien más importante para mí que yo mismo. Y lo volvería a repetir.

Algunas chicas suspiraron ante el romanticismo, otras ya empezaron a intentar adivinar quién podría ser más importante que el propio Otoya. ¿Sería esa chica de clase? ¿Entonces era cierto que salía con Yukino? ¿O se trataría de otra persona? Las apuestas daban a Yukino como vencedora del corazón de Otoya. 

El presentador finalmente, viendo que Otoya no iba a dar su brazo a torcer, terminó por echar el aire cansado y decirle al cámara que podía apagar.

Presentador:- Bueno, chico. Lo cierto es que esto nunca antes nos había pasado. Y debo decir, que hay que tener agallas para hacerlo. Tienes pinta de ser un buen chaval. Esto lo emitiremos la semana que viene, seguramente te suba la audiencia mucho. Espero que nos volvamos a cruzar.

Vale, no, la respuesta de Otoya no era la que había pensado, había sido muchísimo mejor de lo que ella había llegado a imaginar porque de aquel modo había puesto a Mei por encima de todas las cosas y eso era precisamente lo que la rubia necesitaba sentir. Eso era lo que la parte racional de su cerebro le decía.

La parte irracional estaba alucinando en dolby surround y colores que sólo se lograban ver con drogas. ¡Había renunciado a alcanzar el sueño que tanto había perseguido sin saber si la oportunidad volvería a repetirse! Vale, eso era muy increíble y también un poco loco. Aunque quizás lo peor era decir todas esas cosas tan románticas que a alguien como Yukino le sería imposible decir con público. De hecho tanto era así que incluso ella se había ruborizado por la vergüenza ajena.

Claro que eso no evitó que le diera un suave codazo en las costillas a Mei mientras se mordía el labio para no sonreír.

- Creo que esto no tiene nada de capricho pasajero - susurró en voz baja antes de dirigirse al pupitre que ambas compartían para sentarse.

Mei estaba tan alucinada como probablemente el resto de la gente. A pesar de que una parte de ella se sentía mal por el hecho de estropear el sueño de Otoya, otra parte estaba realmente feliz por haber sido elegida como prioridad, algo que nunca antes había sido para Momoshiro. ¡Y encima era Otoya! El chico del que llevaba totalmente enamorada desde que eran pequeños.

El presentador se fue y el espectáculo terminó, de manera que los estudiantes fueron ocupando sus asientos. Otoya parecía realmente feliz. ¡Le habían cogido! Lo había rechazado, pero, ¡eso significaba que sí tenía talento realmente! Mei miró hacia atrás, donde Otoya se había sentado realmente feliz. Estaba sonrojada y con un brillo especial que intentaba disimular. Unieron sus miradas y él continuó sonriendo. Después la chica miró hacia adelante mientras el resto de la clase tenía la mirada clavada en aquellas tres mesas justo cuando Otoya se inclinaba hacia adelante para susurrarle a Yukino:

- ¿Ves? Te dije que no tenías de qué preocuparte.- Aquello hacía referencia a las vacaciones de verano en las que Yukino le pidió que no hiciera daño a Mei.

Le estaba costando mucho no sonreír mientras sacaba sus libros y hacía como que los repasaba, consciente de las miradas que clavaban en Otoya y sospechando que parte de las mismas iban dirigidas a ella. Aún así no le pasó desapercibido el intercambio que hubo entre ellos, tensando las comisuras de sus labios.

Qué bien se lo pasarán en París.

- Espero que en algún momento te acabes de declarar porque cuando haces estas cosas todo el mundo me mira a mí - le murmuró, inclinándose hacia atrás y girando un poco la cabeza hacia el otro lado para que Mei no la escuchara.

Los días hasta la excursión pasaron bastante rápido. Entre entrenamientos, Tezuka, clases, Tezuka, estudios, Tezuka y los preparativos el otoño terminó de entrar. 

El viaje en avión fue tranquilo para la mayoría de lo estudiantes de la clase y llegaron por la noche a París. ¡Y qué bonita era la ciudad iluminada! El idioma era exótico, la gente era diferente, la ciudad era hermosa... Mei y Yukino durmieron en la misma habitación mientras que Otoya lo hacía con Yamato pues Momoshiro se había puesto con Renji y desde luego no iban a estar juntos en la misma habitación.

Al día siguiente estuvieron de excursión todos juntos visitando sitios emblemáticos de la ciudad. La última parada del día, antes del atardecer, fue la torre Eiffel. Muchos prefirieron quedarse en el parque de abajo, sentados disfrutando de un gran día, mientras que otros, como Mei y Otoya, se las arreglaron para subir. Hayane se les unió también, arrastrando a Renji-kun con ella, mientras que Momoshiro, Haruka y el resto, miedosos a las alturas, se quedaron descansando. 

Temiendo que Hayane estropeara su momento, al momento una mano de Otoya y otra de Mei tiraron de Yukino hasta el ascensor.

Otoya y Mei:- ¡Yukino también quiere venir!

Y los cinco empezaron a subir en el ascensor con unos cuantos turistas más. El camino sería largo pero el ascensor estaba abierto por bastantes sitios en forma de ventanas, lo que reducía la sensación de claustrofobia.

Una vez arriba, tras una charla que se había limitado al cansancio y al tiempo, todos salieron. Otoya y Mei bastante nerviosos por dentro, mientras que Hayane pronto se llevó a Renji a recorrer toda la zona, ilusionada con las vistas.

Los días habían pasado incluso demasiado rápido para la tranquilidad e Yukino y pronto se habían encontrado en un avión con destino a París. La verdad es que las últimas semanas había estado muy ilusionada con aquel viaje pero el día antes le había entrado la añoranza al pensar en lo mucho que iba a echar de menos a Tezuka. Ni siquiera creía que pudieran llamarse puesto que las llamadas a distancia eran muy caras.

En realidad sabía que era absurdo porque a lo sumo serían tres días sin hablar, pero incluso eso se le antojaba demasiado. Claro que no iba a desanimarse por una cosa así, ¿no? Por lo menos las visitas, el ambiente y el choque cultural lograron que estuviera lo bastante maravillada, aturdida y cansada como para no tener tiempo de desanimarse.

En eso estaba, admirando las vistas, cuando las manos de Mei y de Otoya tiraron de ella para que hiciera de carabina, o más bien para que espantara a los moscones.

- N-no, por las escaleras... - empezó con un deje de pánico cuando la metieron en el ascensor. El problema más que el espacio, que resultaba bastante ventilado, era la cantidad de gente y el concepto en sí de estar en un ascensor. Cerró una mano con fuerza entorno a la pechera de su jersey mientras sujetaba el brazo de Mei con la otra, dejándole marcados sus dedos, mientras los demás charlaban de banalidades y ella se limitaba a controlar su respiración. Un inmenso alivio la invadió cuando salieron del pequeño cubículo abarrotado, momento en que se quedó sola con Mei y Otoya -. Ya os vale... luego bajamos por las escaleras... - musitó con aire agobiado antes de respirar profundamente un par de veces y forzar sus hombros a relajarse -. Vale, voy a controlar a esos dos. Disfrutad, pareja.

Ante la mención de "pareja", ambos se pusieron bastante colorados. Al fin se habían quedado a solas, pero, ¿sabrían qué hacer a continuación? Mientras, Hayane hablaba por los codos, mientras Renji se molestaba en intentar adivinar donde estaban los demás a tanta distancia. Fue en un momento así cuando Hayane se esfumó llevándose consigo a Yukino sin que Renji se diera cuenta.

Subieron un piso más por las escaleras y corrió hasta la barandilla.

- ¡Perfecto! Desde aquí tenemos buena vista.- abajo estaban, apoyados en la barandilla, mitad juntos-mitad separados, Ittoki y Mei.- ¿Crees que por fin se lanzarán?

Había hecho adrede el comentario de pareja, un poco malintencionado por haberla obligado a subir en el ascensor. En realidad la cosa era fácil. Sí, era muy romántico, lo mismo que había sido para ella con Tezuka, pero a decir verdad ellos lo tenían más fácil. Estaba el hecho de que ella les había facilitado a ambos la información de que se gustaban el uno al otro así que podían estar prácticamente seguros de la respuesta de modo que imaginaba que a lo que estaba esperando Otoya era al momento más bonito.

Estaba pensando en aquello cuando la mano de Hayane tiró de ella sin que pudiera oponer resistencia hasta que por fin paró desde aquel lugar privilegiado de observación.

- Ne, Hayane-chan, eres una cotilla, baja la voz - murmuró, temerosa de que les escucharan. ¿Debería apartarse? Sí...pero en el fondo quería ver qué pasaba así que añadió -. Seguro que sí, creo que Ittoki-kun está esperando el momento perfecto, algo así como con la puesta de sol...

Apoyó los codos en la barandilla, atenta a la escena mientras emitía una sonrisa de satisfacción. Por primera vez no estaba actuando como una loca que no paraba de hablar y gritar:

- Me alegro por Mei. Ya iba siendo hora.

¿Desde cuándo lo podía saber Hayane? ¿Y podría ser posible que hubiera sido capaz de callarse aquel secreto? Al parecer le importaba más su hermana que hablar por todos los costados.

Abajo, tras estar un rato hablando, algo separados, Otoya dio el primer paso. Unió su mano a la de Mei. Ambos se miraron justo cuando el cielo se teñía de diferentes y vivos colores propios del atardecer. Hayane se sujetó a Yukino, muy emocionada - incluso poniéndose de puntillas-. Y entonces... tras una más que breve conversación en la que probablemente Otoya había terminado por declararse, ambos se unieron en un beso lleno de amor.

A pesar de que su primera amistad - sin contar a Tezuka - en el Seigaku había sido Hayane lo cierto es que la diferencia de caracteres había impedido que su relación evolucionara más, por eso en aquel momento la seriedad de la chica le había llevado a arquear las cejas con mal contenida sorpresa, aunque en realidad no debería puesto que sabía que se preocupaban mucho la una por la otra. Aún así, ¿haría mucho que lo sabía o sólo desde las vacaciones?

El atardecer ocupó la escena y a pesar de ser una imagen magnífica los ojos de Hayane y de Yukino estaban fijos en la pareja de abajo mientras la segunda se decía que era el momento. Sí, lo era. Lo era. ¡Lo era! ¿¡A qué esperas Ittoki!? Y como si sus palabras hubieran llegado hasta él, de repente se fundieron en el tan esperado beso.

Antes de darse cuenta había unido sus manos con las de Hayane, sujetándolas levantadas entre las dos.

- ¡Lo hicieron, lo hicieron! Ai...que bonito.