Partida Rol por web

-Bueno...si me dejan entrar, y por lo que sea no puedo salir...o se van a liberar. rómpelas, da igual que yo esté dentro.

Me agacho y las toco.

-Oe, chaladas. ¿Me escucháis? Tenéis dos opciones, ser destruidas aquí y ahora. O deshacer lo que habéis hecho.

Se escuchan las voces de las tres salir de las zampakûtos.

Voz 1:- Bueno, fue divertido mientras duró.

Voz 2:- ne! ne! Reena-san, ya lo hicimos. ¿puedes devolvernos el fresquito?

Voz 3:- Esto es un desierto... T.T... ¿dónde está toda mi agua?

Voz 2:- Reena-san! Fuiste mala con nosotras. Solo queríamos divertirnos.

Voz 3:- T.T... mi agua... mi mundo lleno de agua...

Voz 1:- Fue una aventura emocionante, chicas. La venganza se sirve en plato frío.

Voz 3:- T__________________________T Ni una gota de agua...

Voz 2:- Buen chiste!

Voz 3: ¡Mi agua!

Miro a Hitsugaya.

-Dicen que ya está...¿Es cierto? No sé si saben que puedo aumentar la temperatura mucho, pero mucho más...Dime que mienten y se lo demuestro ^^

- Solo hay una manera de saberlo.Aún así ya no se escucha el sonido de la batalla...

Comienza a caminar, tirando de ti, aunque le molesta bastante el contacto con tu piel. Por donde vais pasando solo hay confusión. Pero todos parecen saber qué hacen y donde se encuentran.

-Bien..parece que cumplen. Así pues....¿Qué hacemos con ellas? ¿Sellar su reiatsu y encarcelarlas? Deben ser castigadas, aunque al final han colaborado.

Voz 2:- Neee neeee, Reena-san se preocupa por nosotras.

Voz 3:- MI AGUA

Voz 2:- ¡Te queremos Reena-san!

Voz 1:- Acaba de decir que sellará nuestro reiatsu y nos encarcelará.

Hitsugaya:- Decídelo cuanto antes o se deshidratarán.. Quizás con devolverlas a las montañas...

-Oe...hagámos una cosa. Algún día iremos a veros Kâryu y yo. Y nos ayudaréis a entrenar. Así que pensad como enseñarme algo que no sepa. Es decir seréis libres. Eso sí...cualquier trastada y os iré a buscar. Y no habéis visto nada de lo que puedo llegar a quemar.

-Y si por casualidad creéis que si yo no estoy tal o cual...el comandante quema mil años más que yo...ahí queda eso. ¿Os parece?

Voz 1:- Bueno, no es mal plan...

Voz 2:- ¡Reena-san es buena!

Voz 3:- T_______________T

Histsugaya te mira y se encoge de hombros.

Hitsugaya:- Arreglado. Voy a ayudar al cuarto escuadrón.

Y sin más. Se marcha.

Chasqueo los dedos para sellar mi bankai y no mantengo el calor, no lo puedo retirar todo de golpe, pero no agrego más.

Aí mismo espero a que aparezcan otra vez.

Y reaparecen. Cada una sexy a su manera, aunque la tercera tiene pinta de haber llorado bastante. La segunda te abraza pero nada, poquísimo porque la empiezas a evaporar.

Voz 2:- Te esperamos. Chica ardiente.

Te guiña un ojo, divertida e infantil. Cogen sus respectivas zampakûtos y se marchan.

-Oe, no creáis que ahora somos amigas ni nada parecido. Habéis matado shinigamis. Hombres de mi compañía. Y herido a otros. Quizá os trataron mal, no lo sé, no estaba. Pero eso no os da derecho a lo que habéis hecho.

No digo más, voy a mi escuadrón.

No parecen escucharte. La chica infantil y danzarina te lanza un beso.

Tu escuadrón... ¿Dónde está tu escuadrón? Las barreras siguen pero de edificio solo queda la parte de tu habitación y tu despacho. Lo demás es escombros.

Muchos se han recuperado y ayudan a llevar a sus compañeros al cuarto escuadrón que debe de estar llenísimo.

Hisagi y Mizu llegan hasta ti. En sus miradas a una admiración ferviente.

Hisagi:- ¡Taicho!

Mizu:-Hemos visto lo que ha pasado. ¡Ha sido increíble!

Hisagi:- ¿Cuáles son las órdenes, taicho?

-No ha sido tanto....¿Qué ha pasado aquí? Informe completo.

Miro alrededor.

Mierda...mi escuadrón arrasado...

- Los heridos comenzaron a atacar la barrera. Los inconscientes levantaron. Pero gracias a la habilidad de Hachi no tuvimos problemas. El problema vino después. Kenin regresó. Poseía un poder muy fuerte. Es como si su reiatsu se hubiese multiplicado por 10. Destrozó todo el escuadrón sin que nosotros pudiésemos hacer más que escapar y sacar a los nuevos heridos del área de peligro. Pero nosotros no somos los peor parados. La tercera, sin capitán y con Kira bajo el control del enemigo... no ha quedado nadie.

-Tsk....llevad a los heridos graves al cuarto escuadrón, pero de forma ordenada. Los que no estén grave, atendedlos aquí, no les sobrecarguemos más de la cuenta. Cuando eso esté organizado, los que no estén heridos que despejen los escombros de una zona amplia e improvisen un techado para pasar la noche. Arreglar todo esto llevará tiempo. ¿Dónde está Kenin?

- Cuando el control sobre él cesó, miró a su alrededor. Vio todo lo que había hecho y salió corriendo. No sé donde se habrá metido, taicho. Pero parecía muy afectado.

Mientras Hisagi te cuenta todo, Mizu ya se ha puesto en marcha para llevar a cabo tus órdenes. Poco a poco la gente va dirigiéndose a su debido lugar.

Me lo imaginaba...

-Bien Hisagi. Mizu lo está haciendo bien, te quiero entre los que van al cuarto escuadrón para que revisen esa herida. Debes estar en plena forma si falto yo.

Cierro los ojos para concentrarme y sentir los reiatsus, hasta localizar el de Kenin.

- ¡Hai!- y sin más se marcha.

La búsqueda del reiatsu de Kenin te lleva hasta una pequeña cueva en el interior del bosque dentro del Seireitei. Allí está él, llorando fuertemente y con desesperación. Tiene sangre en los nudillos. Como si hubiera estado pegando puñetazos a la pared de piedra.

Me acerco.

-Kenin. En pie, ya.

Lo miro seria a los ojos.

-¿Qué haces aquí llorando? ¡Eres un oficial del noveno escuadrón! Ha sido derruido por el enemigo, y ha habido heridos. ¿Por qué pierdes el tiempo aquí? ¿Tan asustado estás? ¡A limpiar y ayudar ahora mismo! Debes dar ejemplo a tus inferiores y ayudar a la cadena de mando a organizarlo todo!

Sigo mirándolo, pero suavizo mi mirada.

-Nadie te culpa, no has hecho nada que quisieras hacer. Y no es falta tuya si no mía que las hayas hecho. Gente más poderosa y preparada que tú ha sucumbido de la misma manera.

Se ha levantado cuando se lo has dicho pero continuó mirando al suelo durante todo el tiempo. Solo al final levanta la cabeza y te mira.

- No fue culpa suya, taicho. No debí haberme separado del grupo aquella noche...

Sus ojos se empañan nuevamente en lágrimas pero aspira fuerte por la nariz y se seca la cara con una mano.

- Pero tiene razón. Tengo que ayudar. Aunque no sé cómo podré mirar a todos a la cara.