Partida Rol por web

Una sonrisilla orgullosa se mostró en los labios de Adrianne al escuchar las palabras de Aiko, dejándose llevar un poco por las palabras de apreciación de la heroína de la cacería y poca importancia le dio a que apenas fuese capaz de pronunciar su apellido. 

-El placer es totalmente mío.- Responde de todos modos, manteniendo esa sonrisilla sincera en el rostro. -Agradezco su valoración. Me costó mucho trabajo y esfuerzo conseguir este honor, no es algo común, de hecho si no fuese por los esfuerzos de la Princesa...- Cerró los ojos un instante, tomándose el tiempo necesario para rememorar el pasado con un evidente cariño. Por desgracia esa sonrisita pronto se borraría de su rostro, acabando en poco más que un suspiro luego de unos segundos. -Pero bueno, son cosas de las que no debería hablar. Espero sepa comprenderlo, Heroína... Aiko.- Miró a la chica y le ofreció una sonrisita, casi disculpándose por tener que dejar a medias esa historia. 

A lo que sí se mostró más que dispuesta a conceder fue a la pregunta de la muchacha sobre explorar los alrededores, a lo cual asintió con buena disposición y luego de una pequeña reverencia le indicó que la siguiese. Sin embargo, luego de dar unos primeros pasos, acabaría por detenerse y girar su vista hacia ella. -Me estoy apresurando, disculpe. ¿Desea conocer el resto del Castillo o salir a conocer la ciudad? Y también... ¿Segura de que desea salir así?- Hizo un breve gesto con la cabeza, casi como si la señalase por completo. -¡No es que exista nada malo con sus vestimentas! Pero son...- Gesticuló brevemente con su mano, sin saber muy bien qué decir, hasta que finalmente lo concretó todo en una sola palabra. -Llamativas.- Y... Claramente lo eran. Sus vestimentas del Japón tradicional poco pegaban con lo que era aquella ciudad de corte medieval y más bien Europeo. 

Aiko sonrió a su vez al ver la expresión de Adrianne. Asintió involuntariamente al escuchar sobre cómo la Princesa apoyó a la mujer para convertirse en caballero, aunque frunció el ceño cuando dijo que no debería hablar de ello. Sin embargo, no le dio importancia. Después de todo, no podía esperar que le contaran todo nada más llegar, aunque lo agradecería.

— ¿Qué quieres decir con...? Oh - dijo Aiko, confusa. Mirándose la ropa, no veía nada anormal en ella, al menos hasta que se dio cuenta de que, en un sitio como aquel, seguramente su ropa habitual fuera muy llamativa, como había dicho Adrianne. — Claro, disculpa, ahora mismo me cambio. Si fueras tan amable de esperar un poco...

Aiko se internó de nuevo en la habitación que le habían asignado, buscando el guardarropa. Al abrirlo abrió la boca con sorpresa, observando ante ella un completo despliegue de ropajes y vestimentas de lo más variado. Había vestidos largos y recargados, con millones de florituras. Al instante los descartó, no eran su estilo. También había vestidos más cortos y sugerentes... de los cuales también pasó, por supuesto. Su idea era tomar algo más discreto que, al mismo tiempo, fuera cómodo.

Tras un buen rato deliberando, finalmente se decidió por algo intermedio entre lo cómodo y práctico, y al mismo tiempo que no fuera demasiado llamativo para la época. El atuendo en cuestión consistía en unas botas altas de cuero con tacón, unas mallas negras, un vestido carmesí de tirantes, con un cinturón para ajustarlo a la cintura, unos guantes altos que le llegaban casi hasta los hombros y un fular largo de color azul que le caía por la espalda en dos extremos. Quizá esa última parte había sido más un capricho que realmente algo útil, pero al menos, si hiciera frío, podría usarla para resguardarse un poco del frío. Una vez estuvo lista, salió de nuevo de la habitación. Esperaba que su nueva ropa le fuera más del agrado a Adrianne.

— Bien pues. ¿Damos una vuelta por el castillo primero, entonces?

Adrianne esperó pacientemente al exterior de la habitación mientras Aiko se tomaba su tiempo para elegir una vestimenta adecuada. La verdad es que... Aunque al principio lo único que pareciera haber allí son vestidos y faldas, Aiko no tardaría en darse cuenta de que efectivamente aquello no se trata más que de una fachada y que su estilo deseado eventualmente aparecería de entre las ropas. Fuese quien fuese la princesa, realmente parecía tener ropajes para todo tipo de ocasiones y ese en especial poseía una vibra notoriamente más aventurera. Una vez estuvo fuera, de hecho, la mujer caballero no pudo evitar alzar una ceja y soltar una suave risita.

-Creo que podría hacer buenas migas con la princesa.- Acaba comentando Adrianne, viéndose ligeramente más emocionada ante la presencia de Aiko y sin poder borrar una sonrisita divertida de su rostro. Algo de especial tenía que tener verla vestida de esa forma. -¿Quiere conocer el castillo entonces? Perfecto, acompáñeme.- Y sin más dilación, pronto comenzaría el recorrido por el castillo.

Adrianne comenzaría a presentarle las distintas zonas del mismo. Los jardines interiores, exteriores, las múltiples habitaciones tanto de invitados como de servidumbre, las barracas, los baños, incluso le señalaría a través de los ventanales el terreno exterior del mismo donde se podrían ver los campos de entrenamiento (ahora desocupados debido a la hora) de los soldados e incluso la ubicación de los establos mismos. Dentro de todo, tal vez por la hora misma, no parecían haber demasiadas cosas que hacer en el castillo... Aunque el mismo tiempo que toma recorrerlo (pues no es pequeño en absoluto y no faltan cosas para mirar) hace que cada vez se acerque más la noche. La cosa es... ¿Hay algún sitio en especial del castillo que llame su atención?

Aiko sonrió también, aunque no entendió del todo qué podía tener de curioso su atuendo, o por qué habría de hacer buenas migas con la princesa solamente por su forma de vestir. 

— Me gustaría conocerla en algún momento, seguro que es alguien muy interesante. ¿Qué tipo de relación tiene con el príncipe? - preguntó, con cierta curiosidad. — Oh, me gustaría ver primero el exterior, parece que hay muchas cosas que ver en el palacio, quizá podamos comenzar desde fuera y quizá ir poco a poco al interior. ¿Le parece?

Mientras caminaban, sin embargo, se le fueron ocurriendo muchas preguntas. Quién era el Rey, cuál era la situación de aquel país, por qué el príncipe había insistido en invocar a una "heroína", qué era esa torre que se veía a lo lejos... Esperaba que no fuera demasiado para Adrianne, aunque por otro lado tenían tiempo para charlar, si es que nada de lo que preguntaba era demasiado indiscreto. Tras un buen rato deambulando, sin embargo, quedó patente que iba siendo hora de marcharse.

— Supongo que es hora de ir a la fiesta. ¿Qué debería hacer allí? No sé lo que se espera de mí... y no sé si me gusta estar en esta posición - dijo, siendo sincera con Adrianne, quizá por la complicidad que habían alcanzado en poco tiempo.

Adrianne asintió con diligencia y, realizando una pequeña reverencia, se dedicó a guiar a la joven hacia el exterior. -Es complicado hablar de la princesa, no es un tema que al príncipe le agrade.- Reconoce la mujer, mostrándose dubitativa sobre si continuar con el tema o dejarlo para otro momento. -Ella ya no se encuentra aquí.- Acaba por aclarar con un tono de voz más serio y ya desde ahí se mostraría algo más silenciosa durante un rato, hasta que por fin rompería su silencio dedicándose a responder las preguntas de Aiko de la mejor forma posible.

-Su majestad, Lord Walter von Umvit... Desde hace tiempo que ha sido víctima de una enfermedad incurable, pero el Alto Hechicero del reino hace poco ha anunciado que se trata de una maldición. Por eso... Es que la heroína de la cacería es tan importante para este reino.- Respondió Adrianne de forma sincera y respetuosa, aunque esta vez agregando una nueva emoción a esa mezcla: ilusión y expectativa. Su labor pareciera acarrear consigo el destino de todo el reino a fin de cuentas.

Eventualmente acabarían llegando a los inmensos jardines exteriores, los cuales presentaban una obra de arte cuidadosamente trabajada a través de los años. Se notaba como un sitio increíblemente antiguo, sin embargo pareciera que el reino hizo un esfuerzo por mantenerlo bien cuidado. Majestuosas estatuas representando personas, ángeles, reyes y héroes del pasado se alzaban en varios sitios del jardín, el cual de paso se encontraba adornado por flores y árboles de distintas especies, acomodados de forma tal que mantuviesen un armonioso contraste.

-Dicen que este jardín fue creado por un artista legendario hace miles de años y desde entonces han tratado de mantenerlo tal cual... Siempre me ha resultado maravilloso, aunque dicen que el paso del tiempo lo ha deteriorado.- Se acaricia la barbilla de manera pensativa mientra observa unos matorrales. -¿Está segura de querer ir ya? Si lo desea podríamos poner a prueba su arma con alguna de las criaturas que viven por aquí.-

Aiko guardó silencio, entendiendo que el tema de la princesa era algo peculiar, y para una recién llegada quizá no fuera del todo apropiado. Tenía curiosidad por saber qué había pasado, y recibió con pesar la noticia del rey enfermo, a pesar de que ni siquiera lo había visto en persona.

- No sé qué podría hacer yo para ayudar al rey, pero si puedo entonces supongo que lo haré. Perdona si te decepciona un poco, pero aún sigo sin creer que sea una heroína para nadie. Solo soy una chica normal...

Las vistas del jardín eran preciosas, y Aiko no podía creer que existiera algo así en aquel mundo. Era muy distinto a lo que había visto nunca en Japón. Estaba repleto de plantas que nunca antes había visto, y que desconocía por completo. Además, era un espacio al aire libre encantador, y se respiraba un ambiente totalmente distinto al del interior de palacio. Estuvo deambulando por ahí hasta que escuchó la propuesta de Adrianne, momento en el que dio un respingo.

— ¿P-probar mi a-arma? No sé si sea buena idea... - dijo, dubitativa. Miró de nuevo a la vaina que tenía colgando de la cadera, donde se podía ver el cuchillo de caza que había recibido horas antes. Adrianne parecía querer hacerlo, y tras un momento de reflexión, Aiko concluyó que si tenía que hacerlo sería mejor con alguien experto en combate al lado como era la mujer caballero. — Está bien. ¿Será peligroso? Es que... nunca he peleado antes. ¿Y qué clase de criaturas hay por aquí? ¿Animales salvajes?