Partida Rol por web

Notas de juego

Domingo 22 de Septiembre 1996
Local "Hell's Gate", Londres

Si hubiera sido una noche normal, como tantas otras, probablemente ahora mismo estaríamos disfrutando de uno de nuestros conciertos a máximo volumen. Por desgracia tengo que asumir el error que cometimos en el último y por tanto esta noche vuelvo a tener "obligaciones". Se podría decir que las obligaciones me tienen ya hasta la polla.... pero sólo queda esta noche así que creo que podré soportarlo. Con algo de suerte conoceré a alguien interesante en vez de a otra ghoul delirante. Aunque hay que admitir que las complicaciones que entraña Calíope no son precisamente mundanas...

-Vuelves a estar en Marte- dice de repente la voz de Marc antes de llevarse una cerveza a la boca.
Observo entonces el oscuro local con gente vestida mayoritariamente como moteros o heavys. Es un sitio bastante pequeño así que no somos demasiados, es algo más "íntimo" de lo habitual.

-Sí, estaba pensando en que hoy me levantan el castigo. Me siento como un crío cuando lo pienso así, menuda mierda...- chasqueo la lengua con cierto desdén y él se limita a reír por lo bajo, momento en el que le fulmino con la mirada.
-Es gracioso verte cumpliendo órdenes. Es... diferente- se justifica tranquila y despreocupadamente porque sabe de sobra que somos amigos, o incluso más que eso, nunca le haría daño. Si fuera otro ya le habría roto el vaso en la cabeza.

Estoy a punto de responderle cuando repentinamente nos interrumpe una chica que ninguno de los dos conocemos. Se la podría considerar interesante... si no llevara la cara más perforada que un queso gruyere. Sin embargo su camiseta raída y su falda de tul sí son de mi agrado.

-¡Hola! Sois de WatchManiacs, ¿a que sí?- parece entusiasmada y enseguida me tiende un boli que en contraposición a su aspecto está lleno de la puta gata esa del lazo -¿Me firmas un autógrafo por fa?- me mira suplicante y yo accedo con facilidad escribiendo una escueta dedicatoria en una fea servilleta del local. Es entonces cuando me doy cuenta de las verdaderas intenciones de la joven, que disimuladamente pasa otra servilleta a Marc... o eso intenta.

Intercepto su mano con una velocidad tan vertiginosa que la pobre no puede evitar mirarme perpleja. Entonces aprieto su muñeca y emite un quejido de molestia mientras suelta el papel con un número de teléfono escrito en él.
-Pau... calma- intenta apaciguarme mi amigo mientras observa la situación entre preocupado y excitado. Sé que no le gustaría que la chica acabara hecha un amasijo de huesos rotos pero del mismo modo hay algo en mi actitud sobreprotectora que no puede evitar que le guste.

-Vamos a hablar, preciosa- le sonrío maliciosamente y aflojo la presión entorno a su muñeca, sin soltarla. La arrastro entre empujones y tirones a través del maloliente pasillo que conduce a los baños y de ahí a la salida de emergencia que tengo que golpear un par de veces para abrir de par en par.

Entonces empujo a nuestra supuesta fan con cierta violencia hacia fuera, la calle trasera del local en la que se encuentran los habituales contenedores de basura. Ella da un traspiés y cae al suelo para seguidamente mirarme un poco asustada y confusa. Me quito la chaqueta tirándola al suelo y la sigue con los ojos abiertos de par en par. Cuando me desabrocho el cinturón y me lo quito su expresión ya cambia del todo -Joder, ¡sí!- dice emocionada mientras se muerde el labio. La pobre idiota no tiene ni idea de lo que le espera....

Me abalanzo sobre ella y parece disfrutarlo, al menos el "primer impacto". Cuando la obligo a girarse boca abajo y le rompo las bragas con un par de manotazos la cosa pasa a ser demasiado bizarra para su gusto. ¡Qué lástima!
-¿Q-qué haces...?- pregunta nuevamente asustada mientras intenta revolverse sin éxito alguno. Su fuerza no puede contrarrestar la que me proporciona mi sangre vampírica ni por asomo.

Al instante siguiente la hebilla de mi pantalón penetra entre sus piernas y ella grita agónicamente sin poder evitar que se le salten las lágrimas, empezando a temblar. Suplica una y otra vez que la deje, que pare, pero yo le doy lo que se merece unas cuántas veces antes de detenerme. Para entonces ya no le quedan fuerzas ni para quejarse.

-La próxima vez que te acerques a él no será sólo un cinturón- le susurro en la oreja antes de levantarme, recoger mi chaqueta y volver al interior del local más calmado para después abandonarlo junto a Cricket.