Partida Rol por web

Entre las pieles que cubrían el cuerpo del desventurado orco, Dunkan descubre:

• 2 monedas. Peso 0.
• Libro titulado "Mitos y leyendas populares" con la cubierta manchada de sangre seca. Peso 1.
• Caja de madera con diversos modelos de aros para colgar en nariz y orejas. Peso 0.
• Bolsa de piel con agua. Peso 1.

Dunkan mostró todos sus descubrimientos.

- Supongo que estas cosas con hojas son cosa tuya- rió mientras entregaba el libro a Snorri

El enano levantó una pequeña caja y agitó su contenido.

- ¿Alguien que quiera completar su atuendo?

Megara se sentó magullada en el suelo.

- Maldito orco chamán...- masculló - Me ha dejado para el arrastre. Pásame el libro, igual tiene información sobre este lugar o incluso algún mapa. No sería la primera vez que una leyenda nos da una pista sobre la realidad.

Dunkan se arrodilló cerca de donde se compañera se había dejado caer. Desde luego, no estaba en su mejor momento. Quizá era una temeridad meterse en aquel lugar, parecía que dominado por orcos, en solitario y sin un buen plan.

- Necesitamos un plan y, tal vez, recuperarnos y prepararnos mejor- sugirió Dunkan- hemos acabado con el jefe y eso nos dará algo de tiempo pero los orcos no se andan mucho con contemplaciones. Si dominan el cañón pronto elegirán otro jefe y vendrán a por nosotros pero mejor preparados. Deberíamos buscar algún sitio seguro para acampar y tratar de curar nuestras heridas.

Más hacia delante, el pasillo que forma el desfiladero deja ver una pequeña grieta en la pared de roca de la derecha, mientras que por el camino que seguís, tan sólo destaca una roca de varios metros de altura junto a la pared de la izquierda, aunque no impide seguir caminando.

Arbustos de no más de un metro de altura esparcidos aquí y allá. También hay rocas desprendidas de las alturas, aunque salvo alguna excepción, no suelen ser más grandes que Dunkan.

Dunkan reparó en la grieta que se veía desde la lejanía y guió a la comitiva hasta allí. La apertura en la roca se habría como una herida en la piel de piedra del desfiladero, un sitio bueno para una emboscada pero también para defenderse uno por uno de lo que fuera que pudiera atacarles desde ahí.

- Me temo que este es lo mejor que vamos a encontrar antes de que la noche se nos eche encima- suspiró- tendrá que ser suficiente. Hoy tendremos que dormir sin fuego, me temo, el humo sería como una invitación a un ataque. Esperemos que la oscuridad de la noche sea suficiente como para hacernos pasar desapercibidos.

Al adentrarse por la abertura, el estrecho pasillo que se formaba giraba hacia atrás, en dirección a la entrada del desfiladero, por el que caminasteis unos cientos de metros. Caminabais a la sombra, pero con luz natural, puesto que por la parte superior entraba algo de luz.

De vez en cuando, furtivas ráfagas de aire os golpeaban el rostro, obligando a Snorri a recomponerse la capucha de su túnica, algo molesto. El camino, más alante, hacía un giro de 180º, y ahora volvíais a caminar hacia delante hasta un lugar donde el camino se ensanchaba un poco más, haciendo que la sensación opresora disminuyese. Hay una bifurcación. Un camino, sumergido en sombra, que sigue hacia delante por la izquierda, y otro, similar al que acababais de recorrer, que sigue por la derecha.

Snorri se adelantó unos pasos y se detuvo en la bifurcación, se arrodilló y puso una mano en el suelo y otra en su cabeza. Sus ojos se cerraron. Mantuvo la posición cerca de diez segundos hasta que dijo algo:

- Maldita sea... No logro concentrarme. No consigo detectar nada. - Se puso entonces de pie, con gesto cansado. - Debo... Debemos descansar, pero no creo que justo aquí sea el mejor lugar.

Algo lleva rondándote la cabeza desde hace un rato. Es... el olor a roca. Huele a... ¿tumba de roca? ¡Demonios, por aquí huele a tumba enana!

Dunkan se adelantó un par de pasos a la posición de Snorri y dejó que el aire que se filtraba por la grieta le golpeara el rostro. Notaba algo familiar en el ambiente, algo desconcertante. Por un lado, llegaba hasta su mente cierta sensación de hogar, de tiempos más jóvenes pero, por otro, algo le removía por dentro y le tenía inquieto.

Parecía que no era el único pues Snorri tampoco conseguía mantener la tranquilidad necesaria para lanzar sus hechizos.

El enano levantó la cabeza y olfateó el ambiente. Buscaban seguridad, un sitio a cubierto en el que curar sus heridas pero el aviso de Snorri estaba demasiado alineado con sus propias sensaciones. Fue entonces cuando algo le trajo un aroma que despertó algo en su mente, un viejo recuerdo.

- ¿Padre?- susurró.

Entonces se dio cuenta, sus ojos se abrieron sorprendidos por la revelación y giró la cabeza para avisar a sus compañeros.

- La tumba está cerca- les dijo- una tumba enana está cerca. Tan seguro como que la roca está viva. Debemos seguir avanzando- asintió seguro- este no es un buen sitio para detenerse.

- ¿Y crees que la tumba será un mejor lugar para descansar? - preguntó el druida asustado por el comentario del enano. - Está claro que necesitamos descansar y curarnos - añadió mirando con preocupación a Megara.

- Si estás tan seguro, guíanos Dunkan...