Partida Rol por web

La misión era sencilla: Encontrar la varita que convierte la cerveza en Cruzcampo. 

Hasta ahí sencillo ¿no? 

La Señora Oscura buscó unos esbirros que pudieran cumplir sus deseos y los envió a por ella pero algo había sucedido, estaba claro, pues habían vuelto sin ella. 

- ¿Siempre me tienen que tocar los esbirros más incompetentes del planeta? 

Buscando explicaciones la Señora Oscura, vuestra ama, os hizo llamar a todos al salón del trono y allí estabais, siendo observados por unos ojos que no auguraban nada bueno. 

- No sé lo que habéis estado haciendo, pero a la misión no os habéis dedicado. - Dijo la mujer tratando de medir mínimamente su temperamento, que seguramente no tardaría en explotar. - Tan difícil no era ¿no? - Se levantó del trono y dio unos pasos. - Una mísera varita y habéis vuelto sin ella... 

Un gruñido salió de sus labios e hizo que todos temblarais de miedo. 

- ¡Waldo! - Dijo la mujer mirando al esbirro, quien como siempre tenía la mirada en alguna parte lejana, prácticamente en su mundo de la piruleta. - ¿Por dónde empezasteis a buscar la varita?

¡Geraldo Faldo!

Contesto directamente como si se tratara de un resorte mental. Algo que sencillamente le ayudaba a recordar quién era.

Durante un segundo se quedo callado, no estaba seguro si estaba consciente de lo que se le había dicho, bien podía haber sido un ser inanimado si no fuera porque contestaba a lo de Waldo.

Si mi señorisima Oscura, reina de las maldades, primera emperatriz de los azotes.

Fuimos a casa de las brujas. Según ponía en la wikimaldadpedia eran las creadoras de la varita. Así que ellas tenían que saber dónde estaba. Pero, no querían decírnoslo. No porque ellas querían dinero. Mucho dinero. Pero dinero raro. Evilcoins.

Una pausa que bien podía haber sido tomada por el final del relato, pero La muy Inteligente señora Oscura era consciente de la lentitud de procesamiento mental de aquel secuaz, aunque jugaba muy en contra del mismo, que la demoniaca paciencia de la dueña de la maldad absoluta se agotara rápido.

Me puse a trabajar durante toda la noche limpiando telarañas, enderezando los palos de escobas, desparasitando a los gatos…..

Estaba visto que iba a seguir describiendo tareas. 

-No fue así, Señora Oscura. Aquello nos llevó a otro lugar, sí, al parecer ese artilugio que llaman teléfono estaba erróneo. Nos llevó nada más y nada menos a la guarida de los tíos de colores, quienes se creían que eran los Power Rangers, esos de la tele. 

Canela estaba molesta. Estaba harta de ser siempre quien acarreara con los problemas de los demás.

-Y luego volvimos, porque estuvimos cansados de tanto andar y andar y andar - movió la cabeza y ladró-, tanto, porque esos hombres de colores nos habían mentido.

Waldo le estaba contando a la Señora aquello de ir donde las brujas, lo cual, parecía estupendamente bueno para el plan, al menos, hasta que Canela habló y dijo que habían terminado en otra parte. 

- ¿Entonces estuvisteis donde las brujas o donde los tipos esos de colores? - Sí, ya podían contar a su ama una historia decente o iban a tener que pagar caro el haber venido sin la varita de Cruzcampo. 

La mujer aún parecía tener algo de paciencia, pero era por todos conocido que no es que tuviera demasiada así que quizás no sería muy buena idea agotar la poca que pudiera tener. 

Waldo miro a Canela como si no supiera de hablaba. En cierto modo porque no tenia ni idea de que hablaba. Y en los ojos del chaval no había ni un ápice de inteligencia.

- Fuimos andando si. Y había hombres de colores. Y hacia posturas, pero no eran Ranger, los Ranger tienen placa, y son de Texas.-

- Canela tiene las patas cortas y la boca…. Y tiene boca. Pero no quería ir en metrobus, porque Carl le metió miedo en el cuerpo.-

Lo decía de una manera tan tonta y natural que difícilmente podía parecer que estaba intentando quitarse el marrón de encima.

Sin embargo, no solo la cabeza perfecta de la señora maligna se giro para mirar al astuto Celiaco, sino que el resto de secuaces hizo lo propio.

La pelota, o la varita, o bueno, el marrón, estaba ahora en el tejado de Carl. O eso esperaba tontamente Waldo, que se quedo mudo y quieto, al punto que había geranios de plástico más animados que el chico.

La Señora Oscura no entendió demasiado bien qué había pasado con las brujas al final, porque eso de los tíos de colores y los rangers de Texas había sido todo un desvarío. Claro que como nombraron a Carl la mujer decidió ver hacia donde llevaba aquellas excusas que estaban soltado. 

- Carl ¿Desde cuando uno de mis esbirros tiene miedo a montarse en un autobús? 

Casi se la escapa preguntar que cómo es que sus esbirros tienes miedo a algo, pero estaba clarísimo que a ella la temían y que pronto la temerían aún más. En cuanto se cabreara y eso solía pasar más o menos todos los segundos pares del día. 

Entre sorprendido y asustado, Carl torció la nariz al oír a la Señora. Rápidamente pensó alguna excusa que le permitiera sobrevivir unos segundos más a esa mirada inquisitiva.

—Oh, Señora de la suprema bondad y sabiduría. Como bien sabéis, no todas las ideas son buenas, y en este caso es lo que ocurrió. Como dice Waldo, tras hablar con lo señores de colores que no eran Power Ranger, ni de Texas, íbamos a coger el metro para llegar antes, pero me di cuenta de que sería peligroso para nuestros intereses porque un nutrido grupo de los cerveceros estaba vigilando los accesos, creo que buscándonos.

—Así que le dije a Canela que debíamos tomar el bus... pero nunca dije que fuera por miedo, sino por ser más inteligente que nuestros fanáticos enemigos. Al final fuimos andando, pero no nos descubrieron.

Ussted dissculpe, compañero. Pero hay algo que creo que debería explicar a Ssu Sseñorissima Osscura.

Interrumpe Igor sin ánimo de causar una situación comprometida. Bueno... o quizás sí.

No creo que haya dejado ssufizzientemente claro por qué a pessar de ir andando y no en autobúss hazzia el lugar donde poder consseguir Evilcoinss para comprar a las Brujass la varita que convierte la cervezza en cruzz... cruzz... cruzzz... en meadoss, acabó ussted junto a loss hombress de coloress jugando con una Barbie Parlanchina en una guardería abandonada.

No ssé, pero me da la impressión de que esso ess lo que de verdad le interessa a Ssu Altissima Malignidad: ¿Cómo pudo sser que abandonasse la bússqueda de ssu encargo por una muñeca de plásstico dejando la ressponssabilidad a ssuss compañeross?

-Y no sólo eso. -Continuó Canela moviendo la cabeza- sino que además, me dijo que para meterme miedo en el cuerpo, jugáramos con la muñeca parlachina y que le dijéramos a usted, que habíamos ido a una casa de brujas, donde un gatoserpiente custodiaba la guarida.

—Uy, no. Eso no fue así. Con los hombres de colores estuvimos antes de andar, y andar, y andar, como ha dicho antes Canela. Como ellos hablaban a lo loco y no se les entendía, distraje a varios con la Barbie Parlanchina, y así uno pudo responder a las preguntas que Canela hacía. Es decir, gracias a mí, pudimos obtener información rápidamente, que esa info fuese mala será culpa de quien habló con el único hombre de colorines que decía cosas con sentido.

—Lo del gatoserpiente fue casualidad. Además de que Canela parece no entender nada de nada, pues hace preguntas erróneas y nos guía equivocadamente, así que no me extrañaría que me entendiese mal. Yo dije que "según wikimaldadpedia, la casa de las brujas estaba custodiada por un gatoserpiente aterrador". Lo de ir allí fue idea de Waldo. 

Las palabras de Igor dejaron a la mujer con la boca abierta, pues prácticamente la estaba diciendo que había dejado la misión de la varita por una muñeca de plástico... O bueno, eso entendía, porque tampoco era fácil entender a un tío que, como si ya lo hubiera vivido, se parecía a Doña Rogelia. 

Canela corroboró las palabras de la vieja y claramente, pero antes de que vuestra ama pudiera preguntar nada Carl estaba respondiendo solo. 

- Esto es nuevo... 

Las palabras de Carl por poco hacen que la Señora Oscura pierda la paciencia, pero decidida a que los esbirros le duraran al menos dos segundos, decidió mirar hacia otra parte y preguntarle a la niña con cara de sicópata. 

- Marta. ¿Me puedes explicar algo de lo que se estaba liando allí? ¿Hicisteis algo por conseguir esa varita? 

La terrible Señora se giró hacia ella para preguntarle el motivo de su fracaso, por varias veces estuvo a punto de interrumpir a sus compañeros que no paraban de parlotear.

- Mi excelencia, mi señora yo le voy a explicar que sucedió. Iba a por la varita que estaba oculta en el lugar mas infecto y terrible del mundo, un colegio. Con esas risas y esa alegría que lo empapa todo, fue horrible mi señora, pero por cumplir sus órdenes allí se entró para buscar la varita.

Un segundo para tomar aire y demostrar lo horrible del momento.

- Había dos docenas de niños jugando al quién es quién y si ganábamos y encontrábamos a quien de ellos era, nos entregaban la varita de la cerveza aguachinada, esa cerveza única que ellos podían beber hasta en navidad como si fuera "champín" o algo así dijeron. - suspiró apesadumbrada para explicar el porqué de su fracaso - Jugamos, pero mi excelencia, nunca ganamos y no nos dieron la varita. Esa es la única y verdadera verdad de todo lo que aquí se ha dicho. 

Y miró a sus compañeros con cara de asesina, por si alguien se le ocurría contrariarla. 

Ninguno de sus compañeros dijo nada, así que la Señora Oscura pensó que eso era porque estaban todos de acuerdo con que eso era lo que había sucedido. Y sí, eso era muy triste, ya que la estaban diciendo que un grupo de niños no les había dado la varita porque eran una panda de perdedores. 

- Esto me pasa por comprar los esbirros en AliExpress... 

Dejando aquellos problemas de lado, quizás fuera que no le habían terminado de contar todo. 

- ¿Y no se la robasteis? No me vas a decir que unos niños pudieron con vosotros ¿no? 

Empezaba a imaginarse a aquellos niños rollo película Disney de espías: a lo James Bond pero en miniatura. 

Marta estaba satisfecha, sus compañeros eran conscientes de sus tendencias psicopáticas por lo que fueron inteligentes y guardaron silencio. 

- No mi señora, no mi eminencia. Tenían ayuda esos niños. Como le he dicho ese colegio era un edial de amor y sonrisas, un auténtico horror de felicidad y ellos tenían alguien que les ayudaba.

Cogió aire apesadumbrada. 

- Había una señora, una mujer con un extraño traje con pinchos que iba de un lado a otro por toda la sala dando abrazos y cariño. Yo creo que esas puntas de su vestimenta te inyectaban felicidad y alegría. Fue horrible, estuvimos durante horas intentando ganar mientras huíamos de semejante tortura. Solo de recordar a esa mujer con sus grandes brazos intentando envolverte en cariño, se me ponen los pelos de punta del pánico. 

-Y, además, mi señora, a esos niños que les daba abrazo la señora y, por consiguiente , a nosotros -que menos mal que huimos- cuando lo hicimos nos encontramos a dos genios de la lámpara. Que decían que nos daban una varita mágica, pero no era de cerveza. Estos genios tenían poderes, pero no eran muy buenos concediendo deseos, ya que a mí no me quitó el miedo por los autobuses y al final, como puede ver, hemos vuelto sin varitas.  -Suspiró melancólica. 

Marta dijo algo de una mujer que debía repartir abrazos, lo que a vuestra ama también habría puesto los pelos de punta, sin necesidad de que hubiera pinchos por medio. 

- ¿Y? - Fue todo lo que respondió, pues esperaba que las palabras de Marta continuaran pero no lo hicieron. 

- Para mí que ahí me falta alguna cosa... - Pensó la mujer tratando de tener paciencia, pues por el momento, no tenía claro que aquellos esbirros se hubieran tomado muy en serio. 

Eso sí, en aquel momento, sin esperar que nadie dijera nada, Canela habló, pero la mujer no entendió ni pizca de lo que estaba diciendo. 

- ¿De quiénes estás hablando? - Quizás aquella esbirro-perro no se hubiera tomado la medicación por la mañana. 

-Los genios de la lámpara, señora. De quienes hablo son de los genios de la lámpara. Verás esos niños que les daba abrazo la señora y, por consiguiente , a nosotros -que menos mal que huimos- cuando lo hicimos nos encontramos a dos genios de la lámpara. Que decían que nos daban una varita mágica, pero no era de cerveza. Estos genios tenían poderes, pero no eran muy buenos concediendo deseos, ya que a mí no me quitó el miedo por los autobuses y al final, como puede ver, hemos vuelto sin varitas. -volvió a repetir.