Partida Rol por web

Siempre nos quedará Paris

3. Ocupación - Dominique Durreaux

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13/03/2013, 17:41
Master

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Volviste a casa, sabiendo un poquito más, con tus pensamientos , en verdad se notaba la influencia de tu madre en tu vida, por el momento a su sombra, aunque no "ensombrecida". No era una mala mujer y no quería el mal para ti, todo lo contrario, pero quizás, quizás llegara un día en el que destacaras en algo, en algo que no tenía nada que ver con la señora Durreaux.

Pasaron los días y poco a poco te fuiste integrando en tu nuevo trabajo del hospital, el doctor se portó bastante bien y no te exigió por encima de tus posibilidades, es más, rendiste como si no fuese tu primera vez.

Pero algo comenzó a remover tu conciencia, las cartas se habían detenido, no habían noticias de tu hermano, es más, las noticias eran desastrosas en cuanto a la guerra, el frente había sido barrido de un plumazo, los alemanes habían cruzado por los bosques de las Ardenas, por donde no había construcciones defensivas pues se creía que era impracticable, pero fue así y el enemigo se situó a espaldas de la línea Magitot.

Los que pudieron retrocedieron con rapidez, así como la división británica en suelo franco que a duras penas consiguieron ser evacuados en Dunkerque, los alemanes en pocos días se plantaron a las puertas de París.

Era Domingo, el domingo que habías quedado con Edouard y despertaste con un extraño silencio en la casa. Cuando bajaste de tu habitación encontraste a tus padres apiñados junto a un receptor de radio, muy serios y prestando toda su atención a lo que estuviesen diciendo.

Notas de juego

Toda alusión al tema nazi en esta partida es púramente histórico y/o ambientación, no ensalzo ni apruebo nada con ello.

Fuente imagen escena: http://www.worldsfamousphotos.com/2007/03/28/hitle...

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18/03/2013, 23:12
Dominique Durreaux

…Y la infranqueable Línea Maginot no fue tal.

Mis peores pesadillas se habían hecho realidad. Ahora era una pesadilla real y palpable revivida en cada noticia que nos llegaba del frente. Y para volver más umbrío el humor que reinaba en mi hogar, no teníamos noticias de mis hermanos. Ni una carta, ninguna noticia, nada. Pero no perdíamos las esperanzas de saber algo de ellos. Muchos habían sido evacuados, otros habían retrocedido tras el arrollador avance alemán, y el caos reinante era enorme. Así que no era extraño la ausencia de noticias, ni siquiera éramos los únicos en esta situación: muchos de nuestros vecinos se encontraban igual, pendientes de esa carta que nunca llegaba. París ya no era una fiesta, y los parisinos sentían la guerra más próxima, más inmediata y real.

Me desperté sobresaltada, enredada aún a los últimos retales del sueño —una calle, un estallido, un grito y mi nombre encerrado en aquel grito—y a las mantas que me cubrían. Unas gotas perladas orlaban mi frente, mi respiración era agitada y una agobiante sensación de vacío me invadía. Presta, me vestí, arreglé mi cabello y, sin otro preámbulo, corrí escaleras abajo. Creo que mis pasos fueron lo único que quebró aquel denso silencio. Abajo, mis padres contemplaban absortos la radio, como si además de sonidos proyectara imágenes.

Lentamente, y no sin cierto temor, me aproxime a ellos con una mirada interrogante anclada en mis pupilas.

¿Y ahora qué?

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20/03/2013, 17:35
Rebeca Szujski

Tu madre se puso un dedo en los labios para que no hablaras mucho, te animó a que te acercaras y te susurró - Francia ha capitulado, han cambiado el gobierno, pero un general francés De Gaulle está dando un discurso desde Londres.

Proseguisteis escuchando:

"...podemos vencer en el futuro con una fuerza mecánica superior. El destino del mundo está en juego.

Yo, el General De Gaulle, actualmente en Londres, invito a los oficiales y a los soldados franceses que se encuentren en territorio británico, o que ahí vinieran a encontrarse, con sus armas o sin ellas; invito a los ingenieros y obreros especialistas de la industria de armamento que se encuentren en territorio británico, a ponerse en contacto conmigo.

Pase lo que pase, la llama de la Resistencia Francesa no debe apagarse y no se apagará.

Mañana, igual que hoy, hablaré en la Radio de Londres."

No pudiste evitar sentir un escalofrío ¿Y ahora qué?

 

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23/03/2013, 23:10
Dominique Durreaux

En un puñado de días, los alemanes habían sorprendido y anulado las defensas aliadas con veloces columnas de tanques y camiones blindados mientras las bombas llovían del cielo anunciando su llegada. Cortando las comunicaciones, dispersando la población, extendiendo el terror…  En pocos días el frente de batalla se había perdido, y con él la ilusión de que había existido un frente de batalla. La Línea Maginot fue un emblema francés; ahora era apenas el recuerdo de una trunca y millonaria ilusión de seguridad. Francia invadida por los nazis; París sitiada. ¿Qué nos quedaba?

Días antes, el ministro británico había declarado que nada tenía para ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.  Y ahora… Ahora el general De Gaulle hacía un llamamiento…

Pase lo que pase, resistir.

“Pase lo que pase, la llama de la Resistencia Francesa no debe apagarse y no se apagará.”

Resistir.

Alcé la mirada de la radio y volví los ojos hacia mis padres. Con un interrogante anclado en el fondo de mis pupilas, ¿y ahora qué? Aún no sabía qué ni cómo, pero sí por qué y por quién.

Por lo que creía.

Por mis amigos.

Por mi familia.

Por mí.

Por todos…

Resistir.

Entonces deseé que fuera la tarde y que Edouard estuviera a mi lado. Él sabría qué y cómo. Estaba segura de eso.

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25/03/2013, 18:00
Master

La familia desayuno con desasosiego, no podías evitar sentir como algo te oprimía por dentro, como un nudo en el estómago. Además el día estaba gris, igual que nos ánimos.

Tenías ganas de salir y el resto del día paso lento, pero todo llega, como la hora de salir hacía donde habías quedado con Edouard. Te preparaste y antes de salir tu padre insistió en que no te fiaras de nadie por la calle ni que dieses opiniones políticas en voz alta.

Al salir a la calle te diste cuenta de lo que había cambiado todo de repente, había poca gente y la que había parecía ir con prisas. ¿Y si Edouard no estaba en la puerta del cine? Cuando giraste la última esquina respiraste más tranquila, allí estaba, con una boina calada y el rostro preocupado.

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01/04/2013, 16:10
Dominique Durreaux

Gris.

Todo era gris: el humor, los rostros, las calles, el cielo.

Gris.

Y las horas se desgranaban con una lentitud agobiante.

Gris.

No sabía si meterme otra vez en la cama y darle la espalda a aquella terrible realidad o encarar el día tal y como era: con la lúgubre mirada de mi madre y el sombrío humor de mi padre que ya no podía ni siquiera esbozar una mínima sonrisa. Más allá de las puertas de mi casa tampoco había lugar para algo más que aquel humor gris que se colaba en los susurros, en los pasos rápidos y temerosos, en las miradas de soslayo.

Gris.

Me preguntaba si aquel color teñiría también nuestro destino.

Gris.

Unos pasos más y giré en la última esquina. Más allá, Edouard y el mismo gesto preocupado que había visto dibujado en muchos rostros. Apreté el paso hasta él y esbocé una sonrisa. O eso creí. Quizá fue apenas una mueca.

—Bonjour susurré.

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02/04/2013, 08:38
Edouard

Si que era difícil sonreír en aquellas circunstancias, pero ambos lo intentasteis, su mirada trataba de escrutar tu rostro y los sentimientos que reflejaban.

- Bonjour – Susurró y tras no pensarlo mucho te abrazó brevemente. Ese abrazo… ¿Lo necesitabas tú o lo necesitaba él? En todo caso no quedó mucho tiempo para el silencio – No sabía si ir a buscarte “con la que está cayendo” – Suspiró – Tampoco se si es el momento para ver una película, pero tu dirás que te apetece, las noticias son más que malas, pero no todo es eso en la vida.

Pero como si alguien se encargara de poder confirmar que si algo que iba mal podía ir peor…

El suelo comenzó a vibrar, tus pies, los cristales de los escaparates, todo vibraba.

Edouard murmuró – Tanques... – Te tomó del brazo y te llevó hacia la puerta del cine, más alejados de la calle, al menos este chico te transmitía seguridad sólo con poder estar a su lado. Aunque su mirada reflejaba que no era la primera vez que presenciaba algo así, al mirar sus ojos te diste cuenta que su mente había navegado posiblemente al pasado.

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05/04/2013, 23:42
Dominique Durreaux

Como un tiempo sin tiempo que se deshacía en grises pétalos de esperanza marchita, todo transcurría lento. Sin embargo, un vértigo huracanado nos envolvía. Apenas atiné a balbucear algo que no recuerdo cuando el suelo comenzó a vibrar a mis pies. Asustada y confusa, volví mi mirada hacia la de Edouard. ¿Qué significaba aquello? No necesité preguntarlo que la respuesta llegó a mis oídos: tanques.

Y la mirada de Edouard, teñida de funestos recuerdos, no auguraba nada bueno.

—¿Panzers? pregunté entre susurros.

Pero no esperaba respuesta alguna, tampoco la necesitaba, porque la respuesta estaba a punto de atravesar la calle ante mis atónitos ojos.

Los nazis estaban ahí.

Y ya ni siquiera nos quedaba París.

¿Nos quedaba esperanza?

Sin pensarlo, me aferré al brazo de Edouard como a una balsa en el medio de un naufragio. Conteniendo el aliento, esperé el paso de los blindados…

Notas de juego

Gracias por darme un toque. =) Me había olvidado de postear.

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07/04/2013, 10:46
Edouard

- Es posible, hace tiempo que no voy a la guerra y la maquinaria evoluciona muy rápido – Dijo a la vez que perecía que se ruborizaba un poco por no saber responderte con exactitud.

Notó como te aferrabas a él y con el otro brazo en caso de no notar resistencia por tu parte te rodeó en un abrazo que te ofrecía más confianza, poco podría hacer ante las armas, pero siempre reconfortaba.

Hubo gente que salió afuera asomándose a ver que ocurría, el ruido fue a más, y los tanques, entre los que finalmente si había panzers, comenzaron a aparecer por la calle, se le encogía a uno en corazón. Se trataba de los alemanes que estaban ocupando la ciudad, en cabeza los tanques, demostración de poderío y por si a algún insensato se le ocurría resistir, por detrás las tropas de a pié, sus botas resonaban fuertes y orgullosas contra el suelo.

En contraste la gente estaba acongojada, dolida en lo más hondo de su orgullo y hasta alguno parecía estar a punto de echarse a llorar.

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09/04/2013, 01:32
Dominique Durreaux

Blindados y un pelotón de botas resonando por las calles de Paris. Fue como un rayo atravesándome de lado a lado y consumiéndome en un infierno personal, familiar. Con el miedo mordiéndome los talones. Si no fuera porque algo me mantenía clavada al suelo hubiera echado a correr deshaciendo todo el camino hecho.

—Mamá...—susurré.

Cualquiera hubiera interpretado aquello como un reflejo del miedo (y lo era) y una regresión: la niña clamando por su madre. Y algo así era...

Mamá.

Ellos perseguían judíos; ellos los llamaban “indeseables parásitos”.

Mi madre no era judía, pero era polaca. "Escoria", para los nazis. Una raza inferior, afirmaban.

Ellos habían arrasado Polonia; ellos habían “desaparecido” a mi abuela y a mi tía maternas.

Y el miedo se hizo carne en mí, otra vez.

Pero también una determinación: no se llevarían a mi madre, no sería otra “desaparecida”.

Nunca.

Entonces mi mirada se desvió hacia Edouard. Tenía algunas preguntas que hacerle; pero no allí, no en ese momento. Mientras tanto, las tropas nazis desfilaban ante los atónitos ojos de Francia.

París había caído.

—Salgamos de acá —le susurré.

Notas de juego

Done. =)

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10/04/2013, 18:10
Edouard

La gente reaccionaba con apatía, con incredulidad, la ciudad se encontraba en estado de shock, lo que una vez fue un imperio ahora se encontraba en las garras de los nazis. Tan difícil que parecía que ocurriese esto...

Aún resonaban las botas de los militares por las calles cuando en algunas esquinas comenzaron a aparecer las primeras patrullas, el enemigo no las tenía todas con la sumisión de la ciudad y no les faltaba razón, en algún lugar lejano se escucharon tiros y más tarde una detonación más fuerte.

- Insensatos – Murmuró Edouard – Hay que racionalizar la fuerza, los ataques desesperados no sirven, hay que darles donde más duele.

- Si, vámonos – Te rodeó con su brazo por la espalda y os alejasteis del centro – Vamos a mi casa, es el único lugar del que me fío en estos momentos.

Llegasteis a una calle empedrada, un poco alejada del centro parecía un lugar bastante tranquilo, llegó a una casa que debería tener unos 30 o 40 años, pero aún se conservaba bastante bien. Abrió la puerta – Aquí es

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12/04/2013, 18:13
Dominique Durreaux

Los alemanes ocupaban París. Ante este hecho se hicieron lugar los primeros ataques desesperados y, aunque no quería pensarlo siquiera, las primeras vidas segadas por el terror nazi. Tiros y detonaciones. ¿Cuántas muertes más acarrearía esta nueva circunstancia? Aturdida aún por los acontecimientos, me dejé llevar por Edouard, caminaba a su lado transitando una nueva pesadilla y viejos temores. Alrededor nuestro, un caleidoscopio de emociones se reflejaba en los rostros de las personas que nos cruzábamos, y ninguna auguraba nada bueno. Y yo, perdida en un laberinto sin salida. Era apenas una sombra, un fantasma.

Vacía, era así como me sentía.

Varias calles después, Edouard se detuvo ante un viejo edificio y abrió una puerta invitándome a pasar. Fue entonces cuando una ráfaga de duda cruzó por mi cabeza. ¿Qué hago aquí? Pero solo fue eso: una fugaz vacilación. Volví los ojos hacia Edouard (pero mi mirada estaba en otro lado) y sonreí (quizá para no echarme a llorar).

—Aquí es— repetí como una autómata.

Y traspasé aquel umbral.

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14/04/2013, 09:17
Edouard

Tu rostro resultaba bastante expresivo y Eduard… Si, definitivamente parecía un buen chico, quizás por eso al entrar ni siquiera dijo algo que en vez de quitar hierro al asunto podría parece una broma de mal gusto. En momentos así mejor ser consecuentes.

Era una casa sin muchos detalles, más bien práctico todo, se notaba la ausencia de mano femenina, pero por lo demás era una casa normal. Te invitó a tomar asiento en un sofá y el se sentó en un sillón que había al lado, pero lo acercó más al sofá.

Juntó las manos, echó la cabeza atrás pensando, buscando concentración y la echó de nuevo hacia delante para mirarte – Bueno, hay que aceptar los hechos, pero… yo soy de los que piensa que no hay que conformarse, que el destino se lo labra cada uno – Carraspeó – Dominique, si necesitas hablar con alguien, aunque sea solo por desahogarte puedes contar conmigo… - Suspiró – Por lo demás… Y sin que te sientas obligada a nada… ¿Hasta donde estarías dispuesta para defender tu país? Si me dices que prefieres permanecer lejos de los problemas lo entenderé – Te dijo mirándote a los ojos para que supieras que lo decía de verdad.

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17/04/2013, 21:01
Dominique Durreaux

Escuché en silencio lo que me decía, conteniendo aquel cauce desbordado que amenazaba superar la frágil barrera de mis pestañas. Las lágrimas pugnaban por salir y yo resistía ―infructuosamente quizá― aquel asedio. No, no era el momento de llorar. Entonces suspiré, tragué mis lágrimas y asentí a las palabras de Edouard. Me acoracé, me hice fuerte. Mejor dicho, lo intenté. Luego, balbuceé:

―N-no sé si… si… como tú… ―lo miré a los ojos, algo ruborizada― tengo tan claro qué quiero o… que no quiero hacer por… como dices, defender a mi país.

Hice una pausa y respiré profundamente… En aquel momento necesitaba todo el aire de París, y más. Me tomé unos segundos para aclarar mis ideas y proseguí, más tranquila:

Mi familia es mi país. Mi madre, mi padre, mis hermanos… Ahora, Pierre y Joseph están “desaparecidos”, por así decirlo... ―Una mueca se dibujó en mis labios.― Y… mi madre. Ya sabes, es polaca. Para ellos es lo mismo que decir… escoria. ― agregué y, acto seguido, mordí mis labios con furia hasta casi hacerlos sangrar. Una nueva pausa.― Ignoro qué ocurrirá ahora que ellos están aquí, nada bueno auguro, pero… Estoy dispuesta a lo que sea necesario con tal de proteger a mi familia ―concluí, con una convicción tan firme que hasta yo misma me sorprendí.

Aún sangraba en mi memoria el recuerdo de mi tía y mi abuela maternas, devoradas por la atroz maquinaria nazi... y quién sabía sin con una suerte peor que la misma muerte.

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18/04/2013, 21:44
Edouard

Te miraba con gesto de comprensión, dejándote tiempo para que fraguaras tus pensamientos.

- Nadie te va a pedir que empuñes un arma y comiences a matar a nadie, la labor de la... - ¿Iba a decirlo? Si, lo diría – la labor de la resistencia es un trabajo en la sombra, con transmitir mensajes, recoger información... hasta sabotear y demás... Dominique, no te voy a decir que no es peligroso, lo es y mucho, pero sólo tú puedes tomar esa decisión.

Edouard te seguía mirando a los ojos – Esta tarde, a las ocho en la puerta lateral de la iglesia habrá una reunión, te esperaré hasta las ocho y cinco, piénsalo bien, si no acudes lo entenderé, pero no volveré a sacarte el tema – carraspeó – En todo caso gracias por planteártelo.

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21/04/2013, 01:50
Dominique Durreaux

Le devolví la mirada a Edouard y asentí. ¿A qué? Lo ignoraba. Estaba confundida, asustada y preocupada por mi familia que, poco a poco, desaparecía bajo aquella vorágine sin sentido. La maquinaria nazi había hollado las calles de París, y más... Valor, lealtad, convicción, determinación, todo eso sería medido y rasado bajo las botas alemanas. ¿Qué haría yo entonces? Aún no lo sabía, aún no…

Un atisbo de vergüenza me hizo bajar los ojos, azorada. Él me agradecía… ¿qué? Y justamente él. Poco y nada sabía de Edouard: algunos libros y óleos que apreciábamos en común, un poco de sus ideas políticas, algunas anécdotas y recuerdos de su infancia, y poco más. Pequeños detalles de una vida que se desgajaba lentamente ante mis ojos y que se ofrecía como una fruta. Poco y nada sabía de Edouard, pero sabía algo muy importante: Edouard era Edouard, siempre. Generoso, íntegro, decidido, leal, convencido de sus ideales. Si estaba equivocado o no, no lo sabía. Creía que no. Pero ni antes, ni después me hubiera atrevido a cuestionarlo.

Nunca.

Esbocé —o quizá solo lo intenté— una sonrisa y me incorporé del sofá, lentamente. Como dije, sonreí —o lo intenté—, porque no podía articular palabra alguna. Algo helaba mi cuerpo hasta los huesos. Y, justo antes de dejar atrás aquel recinto y a aquel hombre, me aferré a el como a un salvavidas y lo abracé. Entonces susurré algo —una única palabra— y me alejé con pasos prestos por el pasillo hacia las calles de París.

Cuídate— le susurré al oído.

Y me fui.

Cuídate.

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22/04/2013, 18:52
Master

Eras capaz de crear momentos intensos sin mediar palabra, Edouard respondió a tu abrazo, con ellos comenzaste a sentir que hasta los pequeños gestos parecían alcanzaban otra dimensión ¿La tensión de estos días? ¿El peligro? ¿Miedo a morir o a perder oportunidades? Su respuesta fue cálida e intensa a la vez, a él le gustaba más observar, escuchar y quizás actuar a hablar, al menos en cuanto a conversaciones banales se refiere. También puede que lo dejaras algo turbado.

Saliste a la calle, en estos momentos se percibía un tenso silencio, roto tan sólo por el ladrido de algún perro. Lo que no apetecía mucho era pasear y menos sabiendo que te podía encontrar con algún soldado alemán a la vuelta de la esquina.

Notas de juego

Narra en un post lo que haces hasta las ocho ^^

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26/04/2013, 03:02
Dominique Durreaux

La tarde se alzaba silente sobre París. Unos pocos transeúntes, un perro hambriento, algunas palomas y poco más me crucé en el camino de regreso a mi hogar. El silencio era opresivo, malsano. Ni los pájaros gorjeaban, contagiados quizá por el mudo rumor de una ciudad que se encerraba en sí misma.

Al atravesar el umbral de mi casa, me recibió el cálido aroma del café que mi madre preparaba en ese momento. Apenas cruzamos una mirada, ni una palabra. ¿Para qué? Todo había sido dicho en una única mirada. París ocupada por los alemanes y las heridas que aún no habían cicatrizado se abrían otra vez.

Mientras mi madre servía unas humeantes tazas de café, mi padre leía un periódico y escuchaba la radio. Solo la radio habló, nosotros permanecimos en silencio escuchando y, de tanto en tanto, ante una frase del locutor o un nuevo informe, nuestras miradas se cruzaban en un silencio más elocuente que mil palabras. Permanecimos una hora así, sopesando cada nueva noticia y asimilando nuestras propias emociones. Finalmente, mi padre rompió el silencio con una voz ronca, pero firme, y exclamó:

—Superaremos esto. Estamos juntos y eso es lo único importante.

Mi madre hizo una mueca vaga, indefinida, y no abrió la boca. Se limitó a recoger las tazas, sumida en un terco silencio, pero su mirada insinuó mucho de lo que bullía en su interior. Yo me acurruqué junto a mi padre que me estrechó entre sus brazos y me besó la frente mientras repetía, una y otra vez…

—Estamos juntos

Mientras tanto, en mi cabeza se arremolinaban, como inconexas postales de una cruda realidad, la imagen del paso ejército alemán, las palabras de Edouard, las detonaciones, el rostro de mis hermanos, las calles vacías de París, la mirada de mi madre, y otra vez las palabras de Edouard … Y la tarde transcurrió al abrigo de mi hogar, junto a mi padre y mi madre hasta que el reloj marco las ocho menos cuarto. Entonces, como impulsada por un resorte, improvisé una excusa al mismo tiempo que corría por un abrigo.

—¡Qué cabeza la mía! —dije dando una palmada en mi cabeza. —Olvidé unos apuntes muy importantes en lo de Alice. Voy a buscarlos, si tardo un poco, no se preocupen… —Sonreí para restarle importancia al asunto. —Ya saben cómo es… Siempre hablando de su novio y de su futura boda.  

Mis padres me miraron, confundidos, pero no llegaron a objetar nada porque ya corría yo hacia la puerta de salida. Antes de atravesar el umbral escuché a mi padre decir:

—Cuídate.

Y recordé que aquello mismo le había dicho horas antes a Edouard. Entonces me volví y sonreí, más con el corazón que con los labios:

—Siempre.

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26/04/2013, 16:47
Edouard

Al menos diste una buena excusa a tus padres, seguro que era mejor así ¿Porqué darles más explicaciones? Además, en el peor de los casos cuanto menos supieran mejor.

Luego saliste de casa y caminaste rápido en dirección a aquella iglesia, en la torre pudiste ver la hora, las ocho y diez ¡Se te había hecho un poco tarde! Pero bordeándola no te costó encontrar la puerta lateral, estaba junta, y se veía un poco de luz dentro, pero nadie por allí cerca.

Edouard te estaba esperando junto al arco de la puerta – Vamos, ya escucho gente dentro – Pero tampoco había que precipitarse, ladeó la cabeza y buscó tus ojos - ¿Estás bien?

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29/04/2013, 23:46
Dominique Durreaux

Caminé, casi corrí… aunque no estaba segura por qué. Solo lo hice. Poco después divisaba la torre de la iglesia ―ocho y diez―,  suspiré. Edouard ya se habría marchado. ¿Y si golpeaba en la puerta lateral de la iglesia o si…? No necesité eso: Edouard estaba allí, esperándome.

Asentí cuando me indicó que entrara, pero luego se interrumpió para preguntarme si me encontraba bien.

―le respondí―, estoy bien. ¿Y tú? ―Luego, alcé la mirada hacia él y agregué: ―¿No has entrado aún?