Partida Rol por web

Cuando el bárbaro salta por encima de Ankor, éste atrapa con sus brazos una de las piernas del bárbaro. El gran Lago cae cuan largo es al suelo y allí forcejea por librarse de la presa del mercenario...

Rakuar, que acaba de intentar apuñalar al bárbaro, aprovecha que está caído para saltarle encima y entrar a degüello con él. Sujeta con la mano derecha uno de los brazos del bárbaro, y con la izquierda trata de sajarle el cuello. El Lago da un manotazo al viejo y consigue desviar la hoja de hueso, que le realiza un profundísimo corte sobre los tatuajes de la mejilla.

El bárbaro, chillando de dolor por el corte, se sacude varias veces hasta soltarse el brazo sujetado por el viejo y con él busca rápidamenate su cuchillo. Trata de apuñalar a placer a Rakuar, tumbado sobre él, pero sólo consigue que el condenado viejo cierre dos de sus largos dedos sobre la muñeca del cuchillo, dejando la situación en empate...

Sortien se desplaza con gracil soltura haciendo juegos en el aire con su estoque pues se dipone a clavar su estoque en la garganta del sucio barbaro.

Verom ve cómo el gran bárbaro deja por fin a Folcad e intenta salir corriendo. En una reacción instintiva el embajador intenta ensartarlo.

- ¡Que no escape!, pero su ataque falla por poco.

Luego el grito de Arum le recuerda la situación de Folcad y corre a ayudarles.

Con el estoque presto, Verom intenta dislumbrar si queda algún asaltante antes de entrar.

Con mucho cuidado e intentando no hacer ruido ni pisar la sangre Verom entra en la posada buscando las escalreras hacia el cuarto donde dejó al conjurador.

El Skarge se desliza paso a paso dentro de la sala, imitando en sus movimientos a los cazadores Lago de Horgan Hos.

La sala que le aguarda es fría y oscura. Al pasar junto al cadáver del Pestañas, observa que la sangre en torno al cuerpo se está espesando aún; no debe llevar demasiado tiempo muerto.

Verom alza la cabeza; la única luz que hay proviene de las dos ventanas del porche, y a esta hora proyectan poca luz. Mira primero hacia la puerta entreabierta de la cocina, oscura como pez. Otra puerta cerrada da paso, si no recuerda mal, a los aposentos del Pestañas. Por último, está el hueco de las escaleras, cada peldaño crujiendo como si el espectro del dueño de la posada trajinara subiendo y bajando por ellos.

No ve nada más en torno a si.

Verom mira escaleras abajo y siente un poco de vértigo. ¿Por qué los condenados Valleses no gustan de barandillas? Nadie le sigue.

Con evidente nerviosismo, el gordrino cruza el arco que conduce al pasillo. Con el estoque por delante, mira de reojo los charcos y posibles rastros. Todo es confuso en su estado de ansiedad, así que no distingue nada en el galimatías de pisadas de barro que hay en el suelo del piso.

Por último, coge aire y cruza corriendo ante las puertas de las cuatro habitaciones; nada sucede. ¿Donde demonios está Forad Molid?

Más relajado, Verom entra en la habitación con el pesebre donde estaba Forad tumbado; algo no le cuadra al Skarge. La habitación era la del techo en mejor estado. ¿Por qué entonces hay un charco en el suelo del piso? ¡Alguien chorreando ha estado de pie en esta habitación!

Arum niega con la cabeza mirando hacia la esquina. Luego coge la sierra y se dirige a Kanlil y a Hor Rakuar.

-Sujjjeta bien ahorra. Tú, ya sabes dónde debes pinzarrr.

Luego corta, y Folcad grita tan alto que no puede quedar nadie en toda la ciudad que no sepa dónde estáis. Grita quizás cinco o seis segundos, por que luego su tensado cuerpo convulsiona y se desploma exhausto. Arum tarda demasiado en terminar la amputación, Kanlil está asqueado ante la ingente cantidad de sangre, y hasta el rostro de Rakuar se muestra gris ante la terrible escena. Arum comienza a coger los jirones de piel para coser el terrible muñón...

Verom está agotado, y no consigue alejarse del maldito barmigo, que le sigue vociferando que se detenga cuando se introduce en el laberinto de calles que hay detrás del Mercado de los Caballeros...

Verom tose profusamente mientras intenta que el aire llegue hasta sus pulmones.

Tras un par de giros intenta ocultarse tras un barril destartalado.

Eres libre de hacer lo que quieras y cuando quieras, pero hagas lo que hagas atente a sus consecuencias, y si tu cometido es robar a un muerto, lo cual te hará más rico material pero más pobre de espíritu, hazlo sin que los que están aqui ni yo nos demos cuenta.

Arum se lanza contra el pecho de su padre adoptivo. Luego, aunque Ankor no sabe lo que está haciendo, le toma el pulso. Luego le masajea el pecho mientras gimotea.

-¡Malditos imbéciles!¡Cerrrebrros de boñiga de urro!¡Agggghh!¿Porrr qué teníais que hacerrme esto?¿¿Porrr qué??¿Porr qué me hiciste esto estúpido viejjjo?¡AAAAGGGG!- Arum aporrea el pecho de Cardar en un ataque de rabia.

Sortien piensa que las tiendas de refugiados instaladas en el Mercado de los Caballeros pueden ser una solución provisional. Allí habrá muchos barmigos, pero sería raro que algún bárbaro pasara por la zona cuando en muy poco tiempo va a comenzar la reunión.

Según os alejáis del lugar de la emboscada, cruzáis algún que otro callejón donde los lugareños (una mujer embarazada, tres niños llenos de barro, un viejo que teje un cesto...) os miran en silencio y con desconfianza al pasar. Por desgracia, lleváis prisa y no hay tiempo de buscar callejones más despoblados.

No tardáis mucho en llegar hasta el Mercado de los Caballeros. Pero cuando os asomáis a la atestada plaza, los cuernos comienzan a resonar desde el sur en la creciente oscuridad. Es la llamada de los Duchodri para la Reunión de la Luna Llena.

Cuando Kanlil se asoma a la calle donde está la Posada del Yerro, se detiene al encontrar a tres personas en la puerta de la posada, diez o quince pasos calle adentro. Dos de ellos son hombres, uno vestido con un mandil y sucio de hollín en las manos y el rostro, enjuagado en lágrimas. El otro es un hombre mayor de pelo cano y largo, que se cubre bajo una manta peluda y niega con la cabeza escuchando el relato del otro.

La tercera es una mujer que sostiene una tea y mira con el rostro horrorizado hacia el interior de la posada.

Todavía no se han percatado de que Kanlil y Sortien se han detenido en la entrada de la calle.

Kanlil se detiene a la entrada de la calle al observar a las tres personas en frente de la posada. Intentando pasar desapercibido desde su sitio, Kanlil intenta afinar el oído por si dijesen algo de interés, para hacerse una idea de lo que ha podido ocurrir.
Realmente ha debido de haber una sangría. La cara de esos tres lo dice todo...