Partida Rol por web

Jules. Esto te va a doler. Pero quédate conmigo. Quédate despierta por favor. dije en un hilo de voz. Ver a mi hermana en ese estado me partía el corazón. Daria lo que fuera para que volviera a estar bien y pudiera salir de aquí con vida y entera.

Julie con todos sus años de entrenamiento militar, experiencia en el campo y situaciones en las que ha tenido que aparentar dentro de un hospital no fue un problema para ella crear un cabestrillo con rezagos de tela esparcidos por la celda y vendar el casi amputado brazo de su hermana.

También encontró una antorcha, la cual logró encender con un poco de ayuda de la lampara de aceite del guardián de La Orden. Con algo de suerte podría cauterizar la herida de Jules pero en el fondo sabia que algo no andaba bien con ella y los demás que habían despertado en la fría celda. Sus cuerpos quizás no estuviesen vivos...

La palidez de sus facciones, la insensibilidad en las extremidades, el frio y la sangre supurante por la herida que ocultaba las llaves eran el fiel reflejo de aquello. ¿Pero como era aquello posible? Tal vez el infierno de Bar Harbor era posible, tal vez el Purgatorio era justamente eso...

En cualquier momento los demás lo notarían y la paranoia estallaría...

Sara al terminar el combate regreso al lado de Harry, que con renovadas energías había guiado el improvisado grupo hasta sus demás compañeros. Tal vez la idea siempre fue otra al ofrecerse para ir en compañía de los guardianes de La Orden y en cierta forma comenzaba a arrepentirse de su elección. En el fondo desea estar junto al oficial de policía pero algo le dice que tendría que haberse quedado en el hospital.

- Harry... debemos irnos. Creo que cometimos un error, este sitio es espantoso. - y sus palabras reflejaban el horror de la escena.

Cuatro personas con vestimenta de presidiarios, manchados con sangre, descalzos y un cadáver destripado en el medio de la celda eran suficiente para ella y su pobre resistencia mental.

- ¿De verdad tenemos alguna escapatoria de aqui...?- 

- Solo hay una forma de salir de aquí y es encontrando a Dahlia, la hija del señor Martinson. - agrega Sara a la pregunta de Evelyn. Existen muchas formas para entrar en la Prisión de Bar Harbor pero solo una forma de salir...

Existen lugares en el mundo, o fuera de este según se mire, donde un pensamiento es algo más que un eco atrapado en la mente de quien lo crea, lugares donde los susurros de la mente escapan de su prisión y pueden ser escuchados por aquellos que saben qué y cómo escuchar. Lugares en los que hay que tener mucho más cuidado con lo que se piensa que con lo que se dice, lugares en los que un pensamiento equivocado o afortunado, puede traer una la atención ce ciertos seres… independientemente de que dicha atención sea o no deseada.

Existen lugares en los que el mero hecho de pensar puede desencadenar todo un cumulo de consecuencias… y no solo Bar Harbor es uno de esos lugares, sino que aquella prisión era como si fuese un lugar dentro de un lugar.

“Daria lo que fuera para que volviera a estar bien y pudiera salir de aquí con vida y entera.”

Un pensamiento, tu pensamiento, o más bien un eco de tu pensamiento que ahora resonaba de nuevo en tu mente… solo que la “voz”, si es que se podía llamar así, que lo decía era bien distinta a la tuya. El mundo pareció volverse gris y el tiempo detenerse mientras una sombra parecía cobrar consistencia a tu alrededor, formando una nube de palpitante oscuridad sin forma ni tamaño indefinidos que provocaba que te estremecieses al mirarla.

¿Lo que fuera?

Las palabras resonaron en tu mente, y supiste que provenían del interior de aquella oscuridad… o tal vez era la propia oscuridad la que hablaba.

Podría salvarla… podría incluso sanarla por completo… por un precio.

La oferta venía con una pregunta, pregunta que conocías incluso sin que fuese formulada. ¿Qué ofrecerías a cambio de ello? ¿Tu cuerpo? ¿Tu vida? ¿Tu alma? ¿Tu completa existencia y todo cuanto eras? ¿Bastaría con eso? Aquello era literalmente un pacto con el demonio… pero en aquel lugar, tal vez fuese la única forma de salvar a Jules. La decisión estaba en tus manos.

Recibirás mi odio por haberme ilusionado.

Estaba en el infierno de eso no tenia duda. Y la verdad es que no merecía otra cosa. Me había engañado o intentado engañar durante años. Cuando mataba decía que era por mi patria , mi trabajo o por mis conciudadanos. Pero la verdad es que me decía eso para no admitir que era por que me gustaba. Me gustaba matar. Me gusta la sensación que provocaba en mi el tener el poder de decidir quien vive y quien muere. Era incluso mejor que el sexo. Mas adictivo y mucho mas potente que el mejor orgasmo. Me moldearon en oscuridad. Pero lo cierto es que en el algún momento del camino me volví adicta.

Por eso sabia que mi lugar era este. Sabia que en algún lugar de esta prisión de esta realidad. Había una habitación con todas mis victimas. Y estas me esperaban. Y lo merecía.

Nací en el aquel oscuro e infernal orfanato. Por eso no me parecía tan poco apropiado morir aquí.

Las palabras que había pronunciado vinieron otra vez a mi mente. Y vi como una gran oscuridad se arremolinaba entorno a mi.

Haciéndome una pregunta que temía y anhelaba.

Cura a mi hermana.Que su hijo siga creciendo vivo y sano que de a luz. Que su hombre vuelva a la vida y que los tres vivan unas largas y felices vidas lejos de aquí.

Sabia que estaba tratando con el mal. Pero pactar con el diablo no era peligroso. Lo peligroso era no leer la letra pequeña. Y era algo que estaba dispuesta a ignorar siempre que mi hermana y el retoño que no nació estuvieran a salvo y bien.

Amaba demasiado a mi hermana como para no hacer menos. Como para no condenarme a una eternidad de tormentos inimaginables a cambio de que ella fuera feliz. Desde luego que preferiría vivir con ella y amarnos y envejecer juntas. 

Pero por una vez en mi vida estaba dispuesta a hacer algo sin que fuera por egoísmo. Sin que buscara nada que me beneficiara de alguna manera. De esa forma la quería que daría todo lo que me pidieran...

Aaron primero asegura el lugar, parecía que nada se aproximaba, eso estaba bien.

Luego revisa los heridos empezando del más grave al menos grave. Johan parece que efectivamente está muerto. James no parece estar mucho mejor.

-¿Me oyes? ¿Sigues consciente?- 

El corte había dejado en shock a James durante unos minutos. Su vista se había nublado y por un momento casi pierde la consciencia. Las lágrimas de su madre y la voz del coronel hacen que vuelva en sí.

¿Me oyes?¿Sigues consciente?

James levantó la cabeza y se miró el abdómen, donde sentía un fuerte dolor, para decubrir que estaba empapado en sangre hasta el punto de que había un charco que lo rodeaba. Su madre sollozaba y el coronel lo miraba con premura.

-Yo...-respondió tosiendo sangre-Si...estoy. Aunque no sé por cuanto tiempo. M...madre...no,...no es tu culpa.

El coronel observa, con los ojos entrecerrados la herida. El coronel era más de hacerlas, no de curarlas, pero no siempre se tenía el lujo de tener a un médico en la unidad y, aunque Aaron siempre lo había tenido en las operaciones "normales" no todas las del coronel habían sido de ese modo.

Hubo una, de infiltración y rescate era demasiado peligrosa, y solo se enviaron hombres de élite. El coronel debía sacar a un espía de un campo de concentración japonés. Había conseguido una información crucial para la guerra, pero lo habían detectado antes de que pasase la información, y ahora le estaban interrogando para que no hablase.

El coronel y sus hombres llegaron, en completo sigilo y pasando a los guardias a cuchillo, cuando el espía era poco más que un guiñapo y los japoneses lo habían dejado ya para que muriese desangrado. La herida era parecida a la de James en estos momentos. El coronel pudo taponarla usando... "métodos poco convencionales" había puesto en el informe, y la verdad es que el coronel hizo lo que pudo con los conocimientos que tenía y las herramientas con las que contaba.

Ahora para disgusto del coronel volvía a pasar lo mismo. Otro momento clave, sin médicos cerca y con una herida mortal.
El coronel, pragmático, no se pone nervioso, no maldice, solo piensa.

-Vale, tú- Dice mirando al "marido". -Vigilia, coge una de esas armas. Y mientras tú. -Dice a la "madre". -Sujeta aquí y haz lo que yo te diga. Esto no va a ser una cirugía milimétrica precisamente.-

Extenuado

Esa era la palabra.

Harry Wood cayó extenuado al suelo cuando, mientras apuntaba a la masa de tentáculos, la ráfaga de la Thompson derribó a la criatura que había estado a punto de... hacerle lo que quiera que hiciese con esos tentáculos. No le apetecía averiguarlo.

El subidón de "adrenal-ira" había terminado, y el machacado soldado apenas podía con su cuerpo. Jadeaba con un pitido al respirar fruto de los golpes, y quedó mirando a sus improvisados compañeros de pesadilla.

Salvo la frágil mujer de rojo, todos parecían querer seguir adelante. Harry no compartía demasiado su ansia por vivir ni sus esperanzas por huir, pero antes de cerrar los ojos y dejarse morir, o pegarse un tiro, una docena de recuerdos pasaron por su cabeza. 

Sus padres, que tan lejanos parecían, felices de verle de vuelta. Aquél coronel gordo con el que había que aclarar cosas. Aquella chica perdida. Aquellos compañeros que con heridas tan graves o peores siguieron luchando por él y los suyos...

¿Iba a fallar Harry a los suyos? Primero había que decidir si aquella pandilla eran 'los suyos'. Los miró de nuevo. Bajo otro prisma, y no eran muy diferentes a él. Cada uno tenía graves defectos, al igual que él. Harry había hecho muchsísimo daño, ahora lo veía más claro que nunca.

Me lo he ganado a pulso... Murmuró para sí mismo. Lo que sea que me pase.

El soldado comenzó a ponerse de pie de nuevo.

Puesto en pie y tomando aire con dificultad, se dio cuenta que si esto era un castigo, aún podría estar quedándose corto. Si había más preparado para él, lo afrontaría. No sabía porqué, tal vez porque creía que lo merecía, y que si había algún modo de redimirse era cumplir la pena íntegra que dios, el diablo, o quien fuese, hubiera decidido para él.

He... Dijo mirando a las gemelas. He visto vendar amputaciones. Y había visto muchas Creo que puedo echar una mano...

Arrastró los pies hacia las gemelas, y ante la dificultad de agacharse, se dejó caer de rodillas, sintiendo un agudo dolor en el pecho, que le hizo gruñir y toser, y agarrarse el pecho. Soltó la pistola y la cañería-bastón, y se puso manos a la obra.

La oscura nube tembló y se retorció ante tus pensamientos, tal vez mostrando así su regocijo por lo que ofrecías, o tal vez lo que mostraba era su irritación por lo que pedias. O puede que su reacción no se debiese a ninguna de esas cosas, pues al fin y al cabo… ¿cómo interpretar lo que expresaba una nube de oscuridad con una más que probable nula humanidad?

Ignorancia y osadía, peligrosa mezcla en cualquier lugar…

Las palabras resonaron de nuevo en tu mente, con la diferencia que ahora parecían tener un matiz ligeramente distinto, como si la voz sonase… ¿divertida? Tal vez era solo tu propia mente intentando humanizar la voz, pues al fin y al cabo, ignorabas si un ser de aquella naturaleza era capaz de divertirse… y aun en caso de que así fuese, seguramente su concepto de diversión sería bastante distinto al de cualquiera y no precisamente agradable.

Sanar a tu hermana es una cosa, algo tan simple como cambiar una vida por otra… pero sanarla y hacer que pueda salir de aquí sana y salva es algo muy distinto… y todavía más lo es si quieres que lo haga junto a su hombre, habiéndole devuelto a este la vida. Ni si quiera mencionemos el que lo haga con sus hijos, de los cuales fue separada al llegar aquí. Mucho es lo que pides y más aun lo que ignoras… tu mera existencia no alcanza el precio que tienen tus deseos.

Las palabras te golpean de forma casi física, llegando a lo más profundo de tu mente, sacando y retorciendo tus temores. Tal vez habías pedido demasiado y por ello habías perdido aquella oportunidad… pero por suerte, la sombría nube volvió a temblar y la voz volvió a reverberar en tu mente.

Sin embargo… hay una forma de que puedas obtener casi todo lo que pides. En lo profundo de la prisión se encuentra una sala protegida por barreras que ningún Guardián puede traspasar, barreras que protegen lo que se guarda en esa sala: el Grial. Quien beba de el verá todas sus heridas, por graves, profundas o antiguas que fuesen, completamente sanadas, mientras que si se derrama su contenido sobre un cadáver le dará a este una nueva vida.

Las palabras se derramaron por tu interior como una suave miel, como buscando alimentar tus esperanzas, pues si aquello era cierto bien podrías salvar a tu hermana y a su hermano… claro que era demasiado bueno para ser cierto. O al menos, demasiado bueno para no existir una trampa que seguramente no tardarías en averiguar.

Déjame entrar en tu cuerpo y sanaré a tu hermana, pero solo mientras se dirija hacia esa sala. Déjame entrar en tu mente y te mostraré el camino para llegar hasta allí. Déjame entrar en tu alma y te daré la fuerza para poder superar los obstáculos que os encontrareis. Déjame entrar y tendremos una apuesta, una con la vida de tu hermana como premio. Llévala allí y podrás curarla… y mientras lo haces, me iré apoderando de todo tu ser. Si resistes hasta el final y evitas que me haga con el control permanentemente, tú ganas. Si no, serás tú la que acabe con tu hermana… claro que ya no serás tú.

Ahí estaba la trampa, una apuesta en la que ganases o perdieses, acabarías albergando algo que no era de este mundo y convirtiéndote seguramente en un ser de pesadilla como los que poblaban la prisión. Un destino que lo único que podías intentar era retrasarlo lo suficiente como para llevar a tu hermana hasta el Grial y así ganar… pero cuyo peso en el caso de no lograrlo era precisamente aquello por lo que estabas dispuesta a dar todo lo que te pidiesen. ¿Podías arriesgarte a que tu hermana pereciese por culpa de aquel trato? ¿Podías no arriesgarte al trato y permitir que tu hermana no sobreviviese a sus heridas? De nuevo, tenías el poder de decidir si alguien vivía o moría… pero ahora, como si fuese una burla a aquello de lo que habías disfrutado gran parte de tu vida, ese alguien era tu hermana.

Ese es el trato que te ofrezco, una apuesta con todo en la línea es a lo que vale tu existencia. Olvídate de los niños… o haz que otros paguen el precio por ellos. Sea como sea, por tu hermana y su amado solo te ofreceré esta apuesta. Tú decides.

James miró al militar. Nunca se le hubiese ocurrido que fuese un experto en primeros auxilios. La herida tenía muy mala pinta, así que cualquier cosa que funcionase era mejor que la alternativa. Las palabras del coronel confirmaron sus sospechas. Lo que iba a hacer no sería muy ortodoxo. Ni siquiera había garantías de que fuese algo efectivo, pero no había allí nadie más capacitado que él para hacerse cargo de la situación.

Apretó los dientes, preparándose para algo que intuía, sería bastante doloroso.
 

Mientras su tocayo se ponía a ayudar a las gemelas, Harry se dirigió a Sara.

-Tranquila Sara, saldremos de aquí. Encontraremos a la niña y ayudaremos a que esto termine.- Entonces se dirigió a los dos hombres. -Contad conmigo, os ayudaré a encontrar a la niña.

Mientras Harry se puso a recargar la Tommy aún humeante, esperó la respuesta de sus compañeros.

Desde luego había llamado la atención de esa cosa. Puede que cosa fuera solo una nube siniestras pero tenia buen instinto.

Yo hubiera añadido desesperación. Parecía que a esa cosa a ese ser le divertida mi sufrimiento.

Pero algo tenia claro. Dios no iba a bajar de su trono dorado atravesar las puertas perladas y ofrecerme su ayuda. Mas bien si quería que mi hermana viviera tendría que pedir ayuda a un Demonio.

Algo era algo. Sabia lo que podía y no podía hacer. En una negociación siempre es mejor pedir mucho. Para bajar siempre hay tiempo.

Otra cosa tenia claro. Ya fuera por divertirse o por obtener mi alma. Estaba interesado en el trato.

Y claro llego lo que realmente el quería.

¿Qué me garantiza que si te dejo entrar no te apoderes de mi y la mates directamente? Por que la clave parecía en que tenia que dejarlo entrar.

La idea de vender mi alma mi cuerpo y mi ser de esa manera hacia que sintiera un frío y una pena que no había sentido nunca en mi vida. Pero estaba dispuesta a pagar el precio con una sonrisa sin con eso salvaba a mi hermana.

Y me das ese poder y ese conocimiento pero mato a todos los demás .De la forma que quieras. No me importa , lo cruel u oscura que sea .

¿Qué me dices?  Sanamos a mi hermana , hacemos que salga de aquí y yo me quedo contigo para siempre.

Sinceramente no me fiaba de que aunque me dijera que si y le dejara entrar no matara a todos. Pero en la Biblia siempre decían que los Demonios tenían que cumplir sus palabras. Espero que sea cierto.

¿Matar a todos los demás a cambio de tu hermana? Podría ser un buen trato…

Preguntó la voz, como si realmente se lo estuviese planteando.

… si fueses otra, pero no lo eres. Por desgracia para ti, eso no va a ser posible, tu misma lo has dicho. Te es indiferente que vivan o mueran, no te importa en absoluto acabar con ellos de la forma más cruel y retorcida si así obtienes lo que quieres. No, no puedes pagar con algo que no tiene valor alguno para ti. Y no te confundas, tú te quedarás conmigo para siempre hagas lo que hagas, lo único que puedes cambiar es la forma en la que lo harás… y lo que puedes llegar a obtener a cambio.

La voz del ser sonó neutra, vacía de emoción, como si aquello que te había dicho no despertase interés alguno en él… a excepción de las últimas palabras, las cuales parecían querer aferrarse a tu mente y grabarse a fuego en lo más profundo de tu alma.

Y respecto a tu otra pregunta…

No estabas segura se era un efecto óptico o no, pero de pronto, la oscura nube pareció agrandarse y oscurecerse en respuesta a tus palabras, casi como si ocupase por completo todo tu rango de visión, como si quisiese envolverte por completo… para luego volver a su tamaño anterior entre nuevos temblores.

Es cierto… ¿Qué me lo impediría? ¿Qué me impediría acabar con tu hermana, cuya existencia casi parece pender de un hilo? ¿Qué me impediría hacer que seas testigo de su muerte sin que puedas evitarlo? Sabes la respuesta… nada…

Sus palabras habían crecido en potencia e intensidad, mostrando en ellas la vasta inmensidad de un insondable mar de oscuridad que amenazaba con engullirte por completo… hasta que de pronto, se desvaneció.

Pero eso no tendría ninguna emoción. No habría diversión alguna en ello, y eso es algo que escasea en este lugar. No, será un millar de veces más placentero darte la oportunidad de salvarla y que a pesar de todo fracases en tu empeño. Si, una apuesta en la que puedas perderlo todo es sin duda infinitamente mejor que eso.

Junto a estas palabras, una imagen apareció en tu mente, una en la que tu hermana era atacada por una monstruosa aberración envuelta en sombras, una en la que tu hermana intentaba escapar hacia una sala donde sabía que aquel ser no podría seguirla, una sala que se encontraba a escasa distancia… pero a la que nunca llegó, atrapada por aquel ser que la torturó hasta hacerle desear la muerte y aún más allá. Un ser que mientras acababa con ella la observaba con unos ojos idénticos a los de su víctima, unos ojos llenos de horror, impotencia y desesperación… tus ojos. Tan repentinamente como había aparecido, aquella ilusión se deshizo en volutas de humo, dejando solo su recuerdo.

Si… definitivamente será increiblemente más placentero.

Sabías que, al menos en eso, aquel ser no mentía, el placer y el deseo que aquella escena parecía haber infundido en su voz así lo indicaba. Claro que siempre había la posibilidad de que incluso eso fuese falso.

Y por ello te daré mi palabra, si me dejas entrar, no solo no me apoderaré por completo de ti inmediatamente, sino que iré tomando el control lo bastante lentamente como para que te sea posible llegar con tu hermana a la sala… siempre y cuando no te entretengas demasiado claro y no abuses de los dones que te otorgaré. Recuerda que todo tiene un precio.