Partida Rol por web

Entre tantas distracciones el maligno sacerdote Ucraniano desapareció entre las sombras. Solo fue perder su mirada un segundo que al siguiente ya no estaba allí. Únicamente perduró en sus mentes la sonrisa malévola de Bogomil.

A veces la mente juega pasadas.

Era eso o había sido la comida. ¿Qué otra explicación racional había? Tal vez ninguna…

Ignorando a todo el mundo, abrió la ventana y salió por ella de un salto, persiguiendo a un fantasma. Tal vez literalmente. ¿¡QUÉ DIABLOS QUIERES AHORA!?

Al tocar tierra en el exterior, la niebla abraza a Harry con su frio y húmedo tacto, casi adormeciendo sus sentidos luego de pasar un buen rato en el interior de la tétrica mansión.

Lo único que lo mantiene en forma es su experiencia como soldado porque de inmediato va detrás del regordete volker que corre como una liebre pese a los cuantiosos kilos que lleva encima. Harry apenas lleva dos metros atrás cuando el alemán gira por la esquina de la mansión, entonces Harry temiendo una treta de novatos permanece un segundo en el recodo antes de continuar. Tan solo un instante para escuchar y continuar.

Entonces algo detrás de él se aproxima rápidamente, dejando una acción posible al teniente. Girar con su arma preparada para vomitar muerte.

En esa fracción de segundo Wood no logra reconocer a su atacante. Podría ser el soldado alemán u otra cosa.

No tenía tiempo para decisiones complejas. O jalar el gatillo o esperar y dar la iniciativa al oponente…

Debería preguntar a Krebs. Mientras veníamos hacia aquí, atropelló a una muchacha en la calle, con la limusina. Yo no conocía a su hija, pero él sí y quizá...

Eso de allí fuera no era una persona, al menos ya no lo es. Puedes volver al pueblo a descubrirlo por las malas o creer en las palabras del señor Martinson. – responde Krebs con los ánimos caldeados, solo que en ese momento Wood abandona la estancia dejando un caos detrás de sí. Ante el cato desmedido del soldado, Krebs cubre con su cuerpo a su jefe evitando de esa forma que cualquier cubierto o vajilla estropease sus delicadas ropas. Luego del suceso el mayordomo examina las actitudes de todos y enfila hacia la cocina como una tromba.

Todo sucede demasiado rápido para que Martinson pueda asimilarlo. Simplemente cubre su rostro en acto reflejo mientras las exquisiteces vuelan en todas direcciones ensuciando a los presentes y al resto del inmobiliario. Sus damas de compañía apenas logran llevar sus manos al rostro cuando algo de vajilla china golpea contra sus vestidos. Eso es todo lo que hacen.

- ¿Por la santa trinidad, que está pasando? ¿Alguien me puede decir que sucede, que clase de locura es esta? – exclama Roger aterrorizado por las acciones incoherentes de los invitados.

Le habían informado que ellos eran las personas correctas pero no que tenían brotes de locura o cosas peores. – Mi vajilla, o no… mis muebles, mis cuadros…no, no, no… - se lamenta Martinson al ver el desastre en que se había transformado el desayuno de bienvenida.

James se encontraba sobrepasado por la forma en que se habían desencadenado los acontecimientos, pero aquello no tenía el menor sentido. Por muy convincente que fuera, tenía que ser una alucinación. Algo en aquel lugar les estaba afectando, sin duda. O quizás era...¿la comida?¿Le habrían echado algo que les había provocado aquellas alucinaciones? Repasó mentalmente intentando recordar si había alguien que no la hubiese probado.

Intentó mantener la compostura, a pesar del caos reinante. No, él no iba a echar a correr detrás de un fantasma de su pasado que no tenía ningún sentido que estuviese allí, haciendo lo que estaba haciendo. De modo que puso todo su empeño para que su racionalidad se impusiera sobre aquella locura.

Manteniendo a duras penas la compostura, se giró hacia Martinson dispuesto a contestarle.

-Señor...nosotros nos despertamos ayer, luego de un mes de estar en coma, inconscientes o algo así. Vannacut no nos contó mucho y nuestros últimos recuerdos son de antes de que...pasara...esto. Lo que fuera que ha convertido al mundo en un infierno. Y no sabemos qué fue o porqué sucedió. Sabiendo esto quizá pueda comprender mejor la situación en que nos encontramos. Tenemos más preguntas que respuestas y ni siquiera sabemos porqué usted solicitó nuestra presencia aquí ¿Porqué justamente nosotros?  Quizá...quizá si es usted capaz de contestar algunas de nuestras preguntas, esas que ha querido evitar, podrá conseguir que nos tranquilicemos. Porque este lugar, o esa comida o lo que sea, está haciendo algo a nuestras cabezas. Y aquí, hay muchas cosas que no cuadran. Sin ir más lejos, ¿de dónde viene esta comida? No creo que ahí fuera haya granjas donde la gente planta lechugas y cría vacas, corderos y cerdos. Y este lugar...este lugar es exactamente igual a la casa de mi padre solo que está a 1000 kilómetros de distancia. No digo que se parezca...es exactamente igual. Incluso he visto un reloj idéntico al que él tenía. Sabe de que reloj le hablo, ese reloj de pared coronado por una figura que porta un símbolo...este símbolo.

James saca de su bolsillo un medallón en el que se muestra un símbolo que ya han visto antes.

-Son muchas coincidencias. Demasiadas coincidencias, señor Martinson, como para pasarlas por alto.

Girar una esquina sin mirar era de gilipollas. Harry solía sacar fusil y brazos como si fuera a salir, eso provocaba que partisanos sin experiencia como los volkstrumm, o jóvenes enrolados de las juventudes hitlerianas (La mayor parte de lo que le quedaba a Hitler) disparasen antes de pensar. Se preparaba para hacer su contrajugarreta, cuando algo se le echó encima.

En un movimiento fluido y meditado, puso el arma en posición tiro a tiro con un simple clic, y apuntó a la pierna. No sabía quién era, pero se lanzaba a por él y no le daba la gana de ser devorado por un zombi nazi.

Era imposible. Ella lo habia estado sintiendo, sabia que ahi habia algo. ¿Pero por que estaba todo normal?. Se presionó con cuidado los bordes de la herida con la mano, observandola, asi como los vendajes, hasta que poco a poco aquella sensacion remitio, asi como la locura de todos los presentes. Habia sido un estallido a la vez, y la luz poco a poco se habia ido apagando.

Se vio a si misma, manchada de sangre, con las vendas arrugadas y la falda del vestido unicamente cubriendole el torso y no pudo aguantar mas. No pudo seguir siendo la dama correcta, el rostro perfecto. Se echo a llorar, estirando la tela casi con furia hacia abajo, cubriendose los muslos y las rodillas. Se puso en pie tan rapido como pudo, fallando dos veces en el intento. Una, resbalo en comida y la otra piso la pata de la silla que ella habia derribado. Con los ojos llenos de lagrimas se abrio paso a torpes empujones y a un trote ligero, huyendo de aquella sala en la que sentia que cada ojo estaba puesto en ella, cada ojo era una afilada cuchilla hiriendola, dañandola y juzgandola. Debia salir de ahi, calmarse y adecentarse. Por ello trato de ubicarse en la casa, olvidando lo que es correcto o no, buscando algun tipo de aposento aun fuera de criada, necesitaba ropa, un baño. Un espejo. Llorar.

Johan corrió todo lo rápido que pudo hacia su novia y tratar de protegerla de todos los horrores aunque el casi era incapaz de salir vivo de aquel hospital. Era el sentimiento de protección fanática que sentiría un templario sobre una tierra sagrada, un sentimiento que mas que de amor, era de deber, una misión santa, el sacrificio por algo mayor.

Cuando se detuvo en la biblioteca, agotado, se fijó en aquel cuadro, parecido al que vió en la sala de fumar, pero a la vez tan cambiado... Parecía realmente una señal de lo que estaba ocurriendo dentro de su cerebro, como aquella mentira lo estaba matando por dentro y lo acabaría por corromper. ¿estaría realmente dispuesto de sacrificarlo todo, incluso su alma por protegerla? Se tocó la cabeza, agarrándose del pelo y apretando los dientes con fuerza. Queriendo gritar pero acostumbrado a tragarse sus sentimientos, ahogó aquella necesidad provocando una ansiedad creciente en el y recobró la compostura. Tenía que preguntar sobre aquellos cuadros a su anfitrión, eso no parecía una casualidad y de serla, debía de conocerla. 

Recordó la manera en la que se retiró del salón donde todos estaban y negó con la cabeza avergonzándose de el mismo.

Que estupido soy... Debí haber supuesto que Helen no podría estar aquí... No debe...

Con esos pensamientos, Johan se dirigió a la puerta mirando por última vez aquel maldito cuadro en dirección al salón

Johan regresa desde el fondo del oscuro pasillo al Hall de la mansión y de allí nuevamente al salón comedor pero en su camino cruza miradas con la extraña mujer llamada Evelyn, con la cual apenas había cruzado palabra alguna. Ella en cambio toma otro camino.

Se dirige al nivel superior en búsqueda de quien sabe que.

El movimiento fue tan veloz como de costumbre, sin dejar tiempo de reacción al atacante. El disparo fue preciso y exacto sin desperdiciar munición.

Solo como Harry sabe hacerlo, solo como un soldado experimentado sabe hacerlo. Asesinar a sangre fría, eso es lo que sabe hacer muy bien.

El disparo pensado a la pierna del enemigo en realidad fue a parar al bajo vientre de alguien de la estatura de un metro, apenas un metro.  

La niebla y sus jugarretas sucias…o tal vez no.

El teniente Wood nuevamente había herido de muerte al niño alemán y la culpa había sido la mala visibilidad además de sus propios fantasmas de la guerra. En realidad era todo un gran chiste sarcástico lo que vivía en ese momento, solo que la gracia no podía hallarla por ningún lado.

De pronto se dio cuenta de delante de su posición había una gran fosa a cielo abierto donde yacían todos los cadáveres que él había visto durante la guerra. Todos los que había visto y aquellos que él había creado por mano propia. Ahora otro más se sumaba a la fosa porque el niño retrocedió un par de pasos tambaleante con sus pequeñas manos sujetas a su barriga intentando contener la sangre. Finalmente cae de espaldas para sumarse al resto de los cadáveres. 

Entonces el teniente apartó la mirada de aquel sitio con temor a encontrarse él mismo entre aquellos cuerpos hinchados y putrefactos...

Junto a Harry una pala descansaba en el suelo a la espera de una mano firme que supiera que hacer.

La mansión parecía tan lejana ahora, y el día acababa de empezar…

Me fije en la herida de la morena viendo que esta estaba prácticamente curada. En otras circunstancias seria sorprendente. Pero en este lugar ya no lo era. Podría aparecer jesucristo con ropa nazi y yo ya ni me inmutaría.

Vi con alivio como ese sucio sacerdote había desaparecido. 

¿Una alucinación? Podría ser cosa de la fiebre por las heridas. Pero eso no explicaría por que mi hermana y yo imaginamos lo mismo.

Lo mejor era escuchar al Alcalde pedir explicaciones. Unas explicaciones que James le empezó a dar.

Me quede mirando en silencio al Alcalde pero sin quitar el ojo a su asqueroso conductor.

Había vuelto al salón desde el cual había empezado a tener aquella visión que lo llevó a correr por los pasillos de la enorme mansión. En la estancia se encontraban 5 de los pacientes que junto a el se habían despertado en aquella pesadilla, con sudor en su frente y una notoria angustia, Johan se acercó a una de las sillas y se sentó aún con mal cuerpo y mareos. Pero tenía que mantenerse en pie, debía de preguntarle algo al alcalde que debía saber a toda costa. 

Había recordado la manera en la que huyó de la habitación donde se encontraba ahora mismo y como Jules había intentado pararle. Posiblemente el era de los pocos que había perdido la cordura totalmente.

Aquella sonrisa no la olvidaría jamás en la vida aunque mantenía la postura de que habían adulterado la comida, no recordaba otra situación sospechosa desde que he despertado. Por ello, haciendo caso omiso a las falsas quejas de la Reina sin Trono (Evelyn) o los discursos fuera de sentido por parte de Martinson ya que con James, bastaba al querer sacarle información. No hacía falta que estuviera allí, tenía otras prioridades y una de ellas era Johan. 

Al verlo regresar, siento un alivio inmenso mientras resuena en la estancia el sonido de un disparo. Harry... se ha perdido en la locura, debo ayudarlo. - mumuro por lo bajo hasta acercarme junto a Johan. Notaba su estado y en verdad me preocupaba, había intentado detenerlo pero sin éxito alguno. 

-¿Cómo estás? -pregunto manifestando un cariño inusual, aquel muchacho en verdad me caía genial. - Tenemos que hacer lo que dijimos, ahora... No hay tiempo para seguir escuchándolo, tenemos que encontrarlas nosotros Johan a las respuestas. Estoy contigo... -  expreso muy segura de lo que estaba diciendo mientras acariciaba su rostro, comprendiendo su situación sin conocerla siquiera. Tal vez era empatía pura o ese hombre me atraía más de lo que pudiera creer o pensar. 

Ahora deteniendo la mirada en la suya, susurro. -¿Vamos? - pregunto extendiendo mi mano esperando a que acepte mi propuesta. No era el único que buscaba la verdad, yo también había perdido a alguien y si ha visto a "esa persona", formaba parte de su dolor interno. Conocía aquel sentimiento.

Johan miraba con la boca abieta a Jules, tenía ganas de responderle, de decirle que debía saber el significado de ambos cuadros que había encontrado, el de la sala de fumar que vieron juntos y el de la biblioteca. Debía significar algo, ¿Por qué era tan parecido a el? Seguramente significaba algo pero tenía razón, se mordió el labio tan fuerte que empezó a sangrar, apretando los puños asintió con la cabeza. Le debía responder la confianza que había puesto en el y se tragó su curiosidad. El dolor y su infierno personal podrían esperar un poco mas...

-Si, si... Tienes razon,vamos... 

Casi como si tuviera que renunciar a la oportunidad de su vida y con impotencia en sus ojos, Johan se dispuso a seguir a Jules

Asintiendo me incorporo y camino a paso tranquilo.  Al pasar justo cerca de mi hermana susurro. - Ya regreso, será rápido. Vigila a este sujeto.  -señalo a Martinson, sabía que estando mi Julie allí nada malo pasaría ya que estaba preparada para defenderse de todo. 

Ahora caminando junto a Johan me dispongo a salir de la mansión al perderme entre los oscuros y sinuoso pasillos. 

Una vez que salimos del comedor y nos perdimos por uno de los sinuosos pasillos de la Mansión, observo finalmente el labio de Johan que al morderlo había comenzado a sangrar. Ahora deteniendo mis pasos, colocándome justo delante, sujeto su rostro para limpiar aquella herida a través de un beso. No había sido algo exponencialmente apasionado, sino sutil e incluso cariñoso, en parte transmitiendo aquella empatía que sentía por él. 

- Perdona el atrevimiento, sólo he quitado la sangre de tus labios. -expreso con una sonrisa mientras me relamía de forma inocente, luego de aquel momento inicié la marcha hacia los exteriores. Pensando en los pasos a seguir, tal vez no era una mala idea pedirle ayuda al soldado aunque esperaba que esté lo suficientemente calmado como para acompañarnos. 

Sin embargo, pese a todo plan que había en mi mente, me preguntaba sobre lo que Johan ha visto en la mansión. No quería meterme en ello de forma directa, eso sí, me importaba su estado e intentaría hacer lo necesario para que esté bien. - ¿Estás mejor? - pregunto reflejando una clara preocupación. - Ahora nos vamos a los exteriores y espero que Harry no haya vaciado el cargador disparando a un fantasma. Debemos tener cuidado, al menos hasta que lo notemos calmado. - le explico mientras analizo la situación, era de esperar que una alucinación de esa magnitud a un ex soldado haría mella aunque esperaba que pudiese sobreponerse a ello.