Partida Rol por web

-Puede ser. Gorn?- dije mirando al grandote mientras partía otro pedazo de pollo y lo llevaba a la boca para luego bajarlo con un poco de cerveza- escuchamos algunas cosas en el pueblo, sobre la desaparición de la princesa, aunque bueno no conocemos nada, sabe si el pueblo la quería mucho? Quien esta a cargo ahora?-

Neryne tenia uan sonrisa tonta en a cara y se deja caer en al mesa, el sueño le estaba llegando y realmente no podia controlarlo, despues de comer mucho y beber algo de vino era normal, asi que se pone a dormir alli mismo con cara de felicidad

-¿Porqué está esto tan vacío? La comida no es especialmente mala... ni buena -mascullo entre dientes-, pero no es para que no entre ni un alma en este sitio.

Era muy extraño que sólo estuviésemos nosotros aquí, el resto de establecimientos tiene más o menos clientela, pero no nos habíamos encontrado con un que estuviera completamente vacío. El tabernero no era el mejor del mundo, los había peores, pero parecía atento y la comida era aceptable. Puede que se nos escapara algún dato que la gente del pueblo supiera y nosotros no...

El tabernero parece un poco incómodo con la conversación.

- La verdad es que yo sólo llevo un par de años en la ciudad. Supongo que de ahí viene que esto esté tan vacío... la gente de Irdeh es gente de costumbres. Y la idea de venirse a las afueras para comer les aterra. No digamos ya la idea de comer en un sitio nuevo. Montar un negocio aquí es una locura. Y ya me ven. Si no fuese porque planto mis propias hortalizas... ya me lo decía mi madre. Que no me viniese a este lugar. Que era una tontería. Que estudiase. Que lo suyo era opositar a funcionario en Akogbar. Que era la carrera que siempre había soñado para mí. Que en este pueblo inmundo no había nada más que desagradecidos y paletos. Que cómo podía traicionarla así. Que qué clase de hijo haría eso a una madre. Que si es que no la quería. Que si debía haberme dejado tirado en la cuneta en la que me encontró. Que si nunca debió educarme como si fuese sangre de su sangre. Que si se arrepentía de haberlo dado todo por mí. Que muy feliz era ella soltera y sin ataduras. Y que haciendo esto sólo conseguía arruinarle lo que le quedaba de vida.

El hombre tomó un poco de aire, imprescindible para poder continuar.

- Una forma curiosa de enterarte de que eres adoptado.

Lionel enarcó una ceja, relentizando el ritmo de engullir hasta casi detenerlo por completo -¿Y por qué sigue aquí? ¿No sería más sensato buscar un lugar más abierto a los de fuera?-una pequeña idea le iba rondando la cabeza, aposentándose insistentemente, pugnando por salir-¿O tiene alguna idea para hacerlos cambiar?-ahí a lo mejor podían encontrar un punto de enganche y ganar un aliado, sin contactos sí, pero menos daba una piedra. Además este sabía cocinar.

Ante la verborrea del tabernero, poco a poco fui perdiendo el interés viendo que no hacía más que lamentarse en lugar de buscar alguna solución productiva a su problema. Incluso llegué a bostezar de aburrimiento, o puede que de cansancio, ante su incesante palabrería. Hubo un momento que hasta casi se me cierran los párpados.

-Si, bueno, ahora entendemos porqué no viene nadie -era una clara alusión a su forma de ser y no a sus problemas-. Aunque, estando tan apartado, ¿ni siquiera pasa por aquí la guardia para ver si todo está bien? -se me acababa de ocurrir una buena idea que podría solucionar nuestro pequeño problemilla y echar una mano al pobre tabernero-.

El hombre, después de tomar aire un par de veces. Aprovecha para responder, ahora más calmado, a las preguntas.

- Lo cierto es que es por orgullo. - Le cuesta un poco contarlo. - Hacer lo contrario sería darle la razón a mi madre y... bueno, eso. No quiero. Sencillamente. Tampoco es que tenga mucha idea para los negocios... así que no sé cómo podría hacerles cambiar. De momento, subsisto. Eso supongo que para mí es suficiente.

Luego se gira hacia Gorn.

- No, ni la guardia. Aprendí a defenderme yo solito. Aunque tampoco es que haya muchos riesgos...

-Entonces es usted adoptado?- pregunté por encima de los demás, a mi me había tomado por sorpresa ese detalle y no todo el resto de lo que decía. Lo miré fijo mientras comía otra pata de pollo.

El pelirrojo siguió escuchando atento al posadero sin dejar de masticar y tragar. No sabía cuándo podría volver a comer... Tras la pregunta de Aramis él hizo otra -¿Y no se ha planteado nada para hacer cambias las cosas? No sé, suena como si el poder en el valle no le gustasen los de fuera. Si el poder cambiase...-dejó la frase en el aire, poco comprometedora a ver si picaba el anzuelo 

- Sí. Soy adoptado. ¿Qué importa?

El tipo no parece darle mucho más peso. Y continúa la charla comercial con Lionel.

- ¿El poder? No entiendo. Los que no vienen son los aldeanos. No esperaría que Su Majestad se pasase por esta humilde taberna a comer. Vamos. Lo dudo mucho. Estaría bien... - Niega con la cabeza, como si descartase una idea alocada. - No comprendo a dónde quiere llegar.

-Ejem... -hago como que toso para llamar la atención del resto, pero especialmente del tabernero- como bien ha dicho, esta conversación no va a ningún sitio, así que, sino le importa... -hago un gesto con la mano para indicarle que se fuera-.

Sigo comiendo como si nada, esperando a que el dueño del establecimiento siga con sus cosas como estaba haciendo antes de que Aramis le llamara.

-¿No lo veis? -hablo en voz baja- este lugar es perfecto. Siempre está vacío y ni siquiera la guardia se pasa por este antro. Este puede ser el lugar perfecto para dejar que el pueblo tenga el primer contacto con su princesa. Dejar que se extienda el rumor y que el pueblo vea un poco de luz entre tanta oscuridad.

Lionel hacía un rato que había perdido el hilo de la conversación con el posadero, por lo que la abrupta despedida que hizo Gorn de él le vino hasta bien. Siguiendo el ejemplo del grandullón bajó el tono de voz

-Vale, no suena mal, ¿pero cómo diantres vamos a atraer aquí al pueblo y a la princesa?-ciertamente era un buen plan pero le faltaba el punto de arranque y dado que ellos no eran especialmente bienvenidos en el pueblo no veía claro cómo ponerlo en práctica.

-Tan solo habría que hacer correr el rumor, no sería tan difícil, si nos encontramos con mi linda hermanita seguramente podría hacerlo, Neryne lo mismo en los templos y yo en los barrios bajos, incluso el consejero se mostraría interesado y quedaría desenmascarado ante el pueblo, aunque claro, podría ser peligroso al traer a sus guardias y todo eso-

El camarero se larga cabizbajo. El tipo parece acostumbrado a que le desprecien, pero eso no lo convierte en un plato de gusto.

Vosotros seguís planteándoos opciones para iniciar la revolución. Lo más probable es que el Consejero tenga un férreo control sobre el pueblo, a través de la guardia. Por suerte, habéis tenido contacto con algún guardia y podríais intentar corroborarlo.

Por vuestra experiencia, la gente del pueblo no se moja mucho con los extranjeros, eso es cierto. Aunque los más ancianos sí parecen apoyar a la princesa fervientemente... aunque quizá levantarles de su banco habitual podría ser una tarea titánica.

Eso sí... siempre está la opción de infiltrarse en el castillo.

De Eire sabéis poco, y lo mejor sería no contar con ella.

-Acordamos con las protectoras que nos reuniríamos en un par de días, que lo organizaríamos todo para su vuelta -confiaba en que me entendieran, tampoco era muy difícil lo que estaba diciendo-. Pues bueno, aquí sentado no vamos a hacer nada, así que lo mejor será que empecemos a movernos y vayamos tanteando la situación. Podemos reunir aquí a los seguidores para mañana por la tarde y explicarles la situación... siempre y cuando estemos convencido de que funcionará, así que habrá que elegir bien a quien se lo decimos.

Aquello podría ser nuestra ruina o un auténtico éxito. Quería creer que saldría bien, pero había algo que me decía que era una gran locura lo que pretendíamos.

Lionel alzó la cabeza del bol de sopa, ahogando un eructo antes de hablar -Sí, es posible que tengas razón.-daba toquecitos con los palillos en el borde del plato-en ese caso sugiero que nos vayamos a dormir y ya mañana pronto nos acerquemos al pueblo y veamos qué podemos hacer.-con algo de suerte sería día de mercado y su presencia pasaría desapercibida.

-Entonces haremos lo que dije y luego a dormir? O directamente a dormir? Por cierto que paso con mi hermana? No supe nada de ella tras separarme del grupo-

Miré al dueño de aquel lugar.

-Hey!- dije levantando la mano- cree poder tener bebida y comida para varias personas el día de mañana? Y otra cosa, este lugar funciona también de posada o solo es para comer al paso?-

El tipo mira desde detrás de la barra, sin ganas de acercarse ya.

- Eh, oh, sí. ¡Claro! Comida. ¿Para cuántos? - Luego piensa durante unos segundos. - Sí, seguro que les encuentro un sitio donde dormir. Las camas están sin estrenar. ¡Así que seguro que son cómodas!

La afirmación parece muy poco convincente, pero es lo que hay.

-Pues entonces vaya preparando las camas, nos quedaremos aquí hoy -elevo la voz para que se entere el posadero- y sobre lo de mañana, pues no sé... ¿unas veinte personas? Treinta siendo optimistas.

Durante un momento me quedo pensando en lo que se podría montar aquí mañana, sin importar los que vengan, habrá demasiadas preguntas a las que tendremos que responder y con una respuesta suficientemente convincente para que no nos tomen por locos, o por algo peor.

-Bueno -volviendo a la mesa- ¿tenéis más o menos claro lo que tenemos que hacer?

El tabernero da un par de palmaditas emocionado y desaparece escaleras arriba seguramente para preparar lo que le habéis pedido. Por la ventana las luz del sol empieza a tornarse mortecina a medida que avanza la noche.