Partida Rol por web

Saladino observó atentamente las estátuas -Parece un ídolo al dios de las mutilaciones... creo...

Faysal se dispuso a entrar en la estancia tras Sedrik, pero se arrepintió de inmediato.

- Arjj, quien me manda entrar en semejante sitio.

Anochecer parece que tampoco lo esta pasando bien, esperemos que esta peste no dure demasiado, o seguramente tendrá que salir corriendo.

Huyendo de la peste, pasaron las dos estatuas para adentrarse en una sala donde los pies son el único resquicio de una estatua que presidía desde el centro. El santuario de la cripta. Además dos puertas de bronce se encuentran abiertas al oeste.

Más sarcófagos se distribuyen a modos de mesas de juego. Cartas, dados, dinero y bebida reposan sobre estos  inmóviles, como si la fiesta se les hubiera arruinado a tres enanos que se vuelven hacia el grupo con ojos oscuros y apagados. Un destello dorado se percibe en sus narices y bigote.

¡Mira lo que nos ha traído el gato! Rió el que portaba una capa a la vez que golpeteaba en la mesa con una porra. La señora Zaashakar llevaba razón. Dijo que un grupo de entrometidos aparecería en cualquier momento para estropear lo que lleva construyendo tanto tiempo. Chasqueó con la lengua. No podemos dejar que eso suceda, ¿verdad? ¡A por ellos! 

La porra dejó golpetear.

Saladino se escabuyó rápido como el viento rodeando la habitación antes de que nadie pudiera reaccionar. Para cuando nadie se pudiera dar cuenta, el monje estaba taponando la puerta de detrás del enano con la frente llena de sudor y una sonrisa burlesca en la cara.

El cuerpo del monje empezó a brillar y sus músculos se tornaron duros como un roble.

-¡HEY, hay otro detrás del pilar y otro arriba a mi izquierda!- gritó Saladino al observar su situación desde su nueva posición.

Gaster lanzará un conjuro de Curar heridas leves si alguien recibe un impacto de los enemigos. Si no, avanza y golpea al mas cercano de forma defensiva.

Footsteps observó la estancia y vio, justo delante de él, un enemigo que no se esperaba el ataque.

Hizo un breve cálculo con su mente, desenvainó las dos armas y, deslizándose hacia un lado, se movió con la intención puesta en atacar flanqueando, todo lo que le permitiese la pared que tenía a su izquierda. Ya que era de los primeros en lanzarse a la carga y no conocía el plan de ataque del resto del grupo, pensó que lo más astuto sería no dejar su espalda al descubierto, por lo tanto, arremetiendo con su siniestra hacia el enemigo, guareciéndose con el otro de futuros ataques enemigos.

Saladino fue veloz. Como una centella se recorrió toda la habitación, esquivando sarcófagos y sillas, para posicionarse en la salida evitando así que los enemigos pudieran huir y avisar a su superiores. Siempre se ha caracterizado por ser un tipo ávido y eficiente.

El enano de la capa no se dejó sorprender. En cuanto el monje se acercó la porra voló en su dirección. Cual insecto volador, Saladino esquivo el ataque.

Eras rápido... ¡De igual modo caeréis!

Se separo unos pasos y arrojó su arma al suelo. Deslizó su mano bajo la capa para extraer una píldora esmeralda y violeta que se  introdujo en la boca sin vacilación. Masticaba con tanta fiereza que los dientes rechinaban hasta el punto de ser doloroso. Un instante después, compulsiones y espasmos abordaron su cuerpo. Dos instantes después, éste comenzó a experimentar cambios en sus extremidades y fisionomía: Las uñas de sus dedos rechonchos y cortos se alargaron, adoptando la curvatura propia de una hoz. Su mandíbula se desencajó. Chasquidos y gruñidos dieron paso a una dentadura desordenada, amarillenta y desproporcionada. Hilillos de saliva tejían un manto cristalino que chorreaba sobre su capa. Tres instantes después el garabato de una sonrisa asomó en aquel balcón aterrador a la vez que adoptaba una pose amenazante preparada para el combate.

Mientras tanto, al otro lado de la estancia, el grupo arremetió contra dos de los enanos. Pasífae desenfundó aquella extraña arma que nunca había utilizado. Según ciertos escritos, su funcionamiento radicaba en presionar con el dedo índice aquella parte denominada "gatillo". Algo fácil. O no. Al accionar el mecanismo, tal fue el retroceso del disparo y tan endeble fue la empuñadura que la bala impactó directamente contra las baldosas de la pared opuesta evitando por completo a su objetivo. Con la cara como un tizón, miró con asombro el arma y sonrió, más bien con resignación, mordiéndose los labios.

Footsteps fue más efectivo. Un ataque directo con uno de sus kukris hirió a otro de los enanos bajo la axila. Limpio y mordaz. Su posición actual permitía rodear a la victima en futuras estocadas.

Gaster, con paciencia, se preparó para lo que pudiera pasar. Se ajustó las lentes y alzó su bastón. Puede que uno de sus golpes no provocara una herida mortal, pero si que sería capaz de sanar una en un abrir y cerrar de ojos.

Faysal se lanzo al flanco derecho esperando crear brecha, pero los efectos de la pestilencia seguían en su cuerpo, se notaba más pesado y lento, como si sus músculos no siguieran las órdenes que se cerebro les daba.

Anochecer estaba igual, pero parece que mantenían mejor el tipo.

Pese al estado en el que se encontraba, el wayang rezumó de orgullo. Puede que el ataque no fuera todo lo letal que él desearía, pero si que consiguió derribar a su contrincante. 

Hablando de éste, desde el suelo intentó dirigir un golpe a la testa de Faysal con su pico, un acto que fue totalmente en vano.

Footsteps, en un abrir y cerrar de ojos, se vio rodeado por dos de ellos. Su víctima no se contuvo y, aprovechando que su compañero aparecía de detrás del pilar para flanquear y atacar, hincó otro de los picos en el costado al salvaje. El abdomen herido borbotaba. Por suerte pa uno y desgracia para otros, el truhán del escondite no estuvo acertado.

Quedaba uno más.  Él confió que su presencia no sería advertida y que su ataque sería mortal, y estuvo a punto de lograrlo. No alcanzó el órgano al que apuntaba, pero no hizo un mal trabajo.

Sedrik aprovecha que los enanos se han lanzado en bandada contra su compañero salvaje para acercarse por la espalda y clavar su espada larga en un movimiento descendente en la espalda del enemigo más cercano, utilizando sus habilidades furtivas para impactar en un punto doloroso

-"os creéis que sois los únicos que sabéis atacar por la espalda, esto os enseñará a no subestimar a vuestros adversarios

Con un salto al frente, el monje dijo en voz alta -Así, con pasión, ya me estoy encendiendo- Su rostro mostraba pasión y emoción para lo que parecía un desafío a su altura. Sus puñetazos y rodillazos volaban a gran velocidad contra su adversario mientras mantenía un ojo en sus compañeros.

-No debería de haber bajado la guardia en ese momento.- Se lamentó Footsteps demasiado tarde, mientras recordó antiguas batallas que parecía haber olvidado por ese descuido que bien le podría haber costado algo más que una simple herida si tuviese otro contrincante delante (como el que tenía ante si Saladino, pensó fugazmente). Observo la situación y se decidió por atacar al enano que tenía a su izquierda, ya que Sedrik se iba a encargar del que tenía flanqueado (o eso pensaba).

Se abalanzó con fuerza hacia su enemigo, dos armas fueron hacia él, solo una consiguió impactar debido a que la herida le pesaba más de lo que querría admitir, por suerte, nuestro salvaje no era precisamente un oponente blando y con un arma se bastaba. 

Esbozando una leve sonrisa en su tensa fascie, dio un salto hacia Gaster, a pesar de que el otro enano estaba centrado más bien en él y en Sedrik, no sabía si en un cambio de foco dentro de la pelea podría salir herido el más vetusto de los miembros de su grupo. Además, teniendo en cuenta los conocimiento del anciano acerca de magia sanadora, no vendría mal ganarse su favor dado que Footsteps no se encontraba en perfectas condiciones y la trifulca solo acababa de empezar.

Saladino había encontrado un adversario a su altura. Tal era así que tan solo uno de los puñetazos del monje consiguió impactar en la mandíbula del enano, torciéndose aún más si cabe.

Como quién se ajusta una prenda de ropa, el enemigo se colocó el hueso de nuevo con ambas manos y sacudió la cabeza, para volverla a desencajar cual serpiente para clavar sus dientes en Saladino. Erró. La parte inferior de su boca colgaba y oscilaba cuando sus garras afiladas ya se encontraban sobre su objetivo. El golpe debió de haberlo mareado, pues tan solo una de ellas alcanzó a desgarrar tejido. Mantuvo la posición.

La víctima cayó de rodillas abrazándose el cuello. La camisa verde que llevaba comenzó a teñirse de un marrón muy oscuro a la vez que gemía se forma gutural. Footsteps, pese a no mantener toda la concentración debido a su herida en el combate, con un tajo ascendente seccionó la traquea del ya magullado enano. De un brinco se colocó junto a Gaster.

Por otro lado, Pasífae la de la cara de carbonilla, se separó unos pasos y trató de disparar de nuevo. Para su sorpresa, el arma estaba embotada. Bufando, golpeaba la culata contra la palma de la mano y sacudía el arma con más esmero que resultado. Desistiendo finalmente, desenvaino su daga.