Partida Rol por web

Faysal terminada la carga se limito a rematar pinchando con la lanza, ahora estaba atento a su enemigo, en cuanto acabara con él vería como le iba al resto. Luchar con estas abominaciones muertas era una experiencia amarga para el wayang, no había ninguna emoción en los no muertos, ni miedo, valentía, rabia...esa falta total de expresión le quitaba todo el interés, era como golpear una vaca muerta, pero que se revolvía claro.

Por su parte anochecer se ensaño en la nuca del enano, esperando separar la cabeza del resto del podrido cuerpo.

Gaster avanza y usa su varita de curar heridas moderadas sobre Saladino

Como si de hacer manteca se tratase, Faysal no tuvo piedad del enemigo derribado y le hizo más agujeros con su lanza que huecos hay en la boca de un sin techo. Lo que quedó fue un juguete para Anocher, que lo balanceaba y arrojaba cual trapo sucio y maloliente. 

Gaster podía ser un anciano pero no un cobarde. Con gracia se adelantó hasta la posición de Saladino con la intención de sanar la herida del hombro provocada por mutado. Éste no iba a dar el gusto, por supuesto. 

En cuanto el chamán se acercó, el enano descargó un mordisco tan potente que las orejas de Gaster tronaron. No obstante, tan solo salpicones de saliva alcanzaron al objetivo. La mandíbula volvió a colgar como desconectada del cráneo.

Al fondo, el pillo enano, maestro asesino, carnicero, negra sombra en un eclipse, azuzaba con su daga a Pasífae. Más grande que yo no hay sinvergüenza. Pensaba mientras reía como un serrucho. Pinchaba el aire, lo descuartizaba. Era un espectáculo. Daba gusto ver como, con una maña sin parangón, lanzaba estocadas con una presencia tal que ni el más aguerrido de los caballeros se batiría con él en un duelo de uno contra uno.

Y llegó el momento. Beso el filo del cuchillo,lo paseó entre sus dedos y desde el pecho estiró el brazo con un movimiento de revés digno de una academia. Debido a los aspavientos, gotas de sudor corrían por su mejilla derecha y frente. Resoplaba como un toro de lidia en un ruedo. Sus piernas temblaban. Pasífae se tapó la boca como acto reflejo, no sería la misma a partir de ese momento.

Falló.

Saladino lanzó un puetazo contra el rostro de la criatura para que perdiera el equilibrio y de seguido otro contra su esternón, confiando en el fortalecimiento del kí en sus puños para no hacerse daño.

Sedrik envalentonado con su ataque anterior, coge su espada, la levanta sobre su cabeza y la deja caer sobre el enano que tiene delante casi partiendolo por la mitad.

Así aprenderás a no meterte con nosotros

Viendo las intenciones de Gaster y tratando de que este no atacase solo, Foosteps decidió resparldarle, se desplazó utilizándole como pantalla para poder servirle de ayuda sin que le viesen venir.

-Este viejo tiene más agallas que muchos jóvenes humanos de los que he conocido.- Pensó Footsteps mientras seguía de cerca a Gaster. Parecía la sombra del anciano. 

Sin que el enemigo le viese venir, Footsteps dió un salto por encima de Gaster cuando estaba lo suficientemente cerca para atacar al Enano desfigurado. En el salto mismo, su herida le volvió a recordar que no estaba en las mejores condiciones, pero esto no era algo que le fuese a frenar, que una herida tan ''pequeña'' le hiciese flaquear sería una deshonra de donde él venía.

Atacó con sus dos manos, con la izquierda con menos fuerza ya que era el lado que más se había resentido. Lanzó un espadazo lo más fuerte posible con su diestra, esperando un resultado exitoso, al fin y al cabo era un simple enano...

Y efectivamente lo desmembró por la mitad. El enano victima de Sedrik, con la mirada desencajada, cayó haciendo un remolino. La sangre brotaba en forma de espiral, un espectáculo para poner fin a una vida.

Astillas de dientes salpicaron la habitación como fuegos artificiales. Saladino, de dos puñetazos, dejó al mutado aturdido, tambaleándose y con una visita pendiente al dentista. Con la mano derecha se sacudía la nariz torpemente a la vez que más polvo dorado teñía su bigote. Era el momento. Con los ojos fuera de órbita, comenzó a rebuscar de nuevo bajo su barba. 

No tuvo oportunidad de salvarse. Quizá no le había prestado atención anteriormente o quizá fuera el mareo lo que nubló su visión, pero en la parte baja de su espalda apareció clavado un cuchillo de un Footsteps al que no advirtió en ningún momento. El kukri desgarró perpendicular a su columna, obligando al enemigo a caer de rodillas. Arañando sus últimos momentos, sacudió su garra izquierda. Silbó el aire. Y después nada.

Solo quedaba el Verdugo de Szamár. Ni los narcóticos ni el estar bajo el embrujo de Zaashakar le permitieron ver que su pequeña contienda estaba acabada. Tan solo él quedaba en pie. ¿Qué iba a hacer? Podría batir su daga en círculos, bailar junto a ella en una danza mortal y bañarla en la sangre de todos los intrusos. Allí donde fuera sería reconocido. "El Desollador de la Cripta". Bueno nombre. Pensó. Alguien más letal que la propia muerte. Un verdadero sinvergüenza.

Decidió rendirse, pues el El Desollador de la Cripta era una ilusión, un sueño, y los sueños, sueños son.

Sedrik, tras un combate rápido pero con un buen sabor de boca, deja que su respiración vaya calmándose poco a poco dejando lugar a un estado de atención constante. Ve que el enano que queda deja sus armas y se dispone a rendirse y lo deja en mano de sus compañeros, aunque si esta cubierto por ese polvo dorado, sería mejor acabar con sus sufrimiento y quemar su cadaver junto con los de sus compañeros para evitar que se vuelvan a levantar como no-muertos. Se aproxima a la puerta y la examina en busca de mecanismos ocultos y trampas y acercandose lo más posible sin llegar a tocarla para escuchar lo que les pueda esperar trás ella...

Ese enano esta sentenciado, no soy un verdugo pero creo que lo mejor sería acabar con el y con su existencia para siempre para evitar que vuelva del descanso eterno convertido en un sirviente de Zaashakar 

Sacudiendose el sudor Saladino hizo una reverencia de reconocimiento a su rival, tras eso se dirigió a Sedrik. -Pero quizás conozca la cura, desde luego nos lo va a tener que decir si no quiere convertirse en no-muerto-.

- Si, hemos venido por otro asunto, ya haremos de ejecutores cuando tengamos lo que buscamos - Faysal estaba impresionado por la rápidez de todos en el combate, los no muertos eran enemigos duros, pero esa vez los habían superado completamente. Un buen augurio para el futuro.

Gaster investiga minuciosamente la habitación, prestando poca atención al enano "verde"

Maniatado y sin ninguna oportunidad, sobre sus cuartos traseros el sanguinario y despiadado enano juraba y perjuraba contra el grupo. Por lo bajo, eso sí, no fuera a ser que le oyeran y, en lugar de tan solo despojarle de sus armas también lo hicieran de dos o tres dientes. O algo más.

Aquellas dos salas no habían sufrido modificaciones pero si la ira y la insolencia observada durante toda la incursión. En las paredes, en los féretros, en los nichos, inscripciones daban a entender que allí reposaban los portadores de desgracias para la familia Ul-Ravi. Así pensaban ellos. Restos momificados y vasijas rotas se distribuían por las baldosas del suelo como un macabro mosaico. No había muchos nombres, todos arañados y descompuestos.

Todos salvo, curiosamente, uno. En un pequeño azulejo destacaba con tizne dorado el epitafio para alguien que definitivamente no se encontraba allí y nunca lo había estado: Zaashakar Ul-Ravi.

La gran cámara mortuoria de la familia, con un enorme altar en el centro y adornada con estatuas de alguna deidad perdida, se había transformado en una cámara para un ritual. Dos círculos concéntricos decorados con runas habían sido garabateados sobre la superficie del altar. Éste, a su vez, estaba rodeado por cuatro obeliscos en cuyas cúspides reposaban unos tetraedros inversos amordazados por garras de piedra negra y que emitían un lúgubre brillo carmesí.

Descansaba apoyada sobre el altar con los brazos bien abiertos. Una capa oscura como la noche sin estrellas cubría su figura, impidiendo reconocer su fisionomía. A su lado, bien cerca, un trapo de color oro hecho varios nudos reposaba sentado y tranquilo. Ambos mantenían una conversación.

Muy pronto, fiel amigo, pronto ascenderemos, alcanzando finalmente el poder suficiente como para traspasar las fronteras de este asqueroso mundo. ¿Lo oyes? Es el éxito, la victoria. 

Los pathfinder irrumpieron en su ritual, mas ella no se inmutó, como si los estuviera esperando. 

Vaya, vaya, vaya... ¡Pero si son los héroes, los justicieros del pueblo, los salvadores del estafador Torvad! ¡Pero que gran honor teneros aquí! Se burló con una reverencia mal ejecutada a la vez que se volteó. Y como no, como todo héroe, llegan tarde.... El ritual está a punto de completarse, es inútil tratar de detenerme... ¡Llegáis tarde! ¡¿Donde estaban los héroes aquel día?! El chillido fue tan agudo que las gafas de Gaster vibraron. ¿Dónde estaban cuando injustamente me acusaron de hacer trampas en aquel torneucho? ¿Dónde estaban cuando me apresaron? ¿Dónde estaban cuando me pateaban la cabeza y me azotaban brazos y manos? ¿Dónde estaban cuando las uñas de los pies se me caían a causa de las astillas? ¿Dónde estaban cuando no sentía la boca por el dolor infligido por el acero incandescente? ¿Dónde estaban cuando me quitaron la ropa y se turnaban para hacer todo tipo asquerosidades? ¿Cuando el miedo dolía más que todo lo anterior? Emitió un graznido. Ya os contestaré yo: ¡En ningún sitio!

Tras una pausa se recompuso, cogió el trapo y lo abrazó. Aspiró de forma contundente apretando su nariz contra el harapo.

En esos momentos siempre mantenía los ojos cerrados. Y juraba. Juraba que volvería. Que si era así como tenía que terminar acabaría con ellos. Se la devolvería cien veces. Mil. Llegó un momento en el que ya no sentía nada, tan solo odio, ira, rencor. El miedo se había ido, tan solo el fuego de la venganza ardía dentro de mí. Se hacia mas grande. Más letal. Levantó los brazos, el trapo colgaba revelando una forma humanoide: una muñeca. Y así fue: por las noches rastraba a todo aquel involucrado en mi... muerte. Los castigaba al igual que hicieron conmigo. Los arrojaba a la llama, haciéndome aún más poderosa. Ellos, sus familiares, amigos, todo aquel que estuviera minimamente relacionado... Nadie escaparía. Si hacía falta el mundo entero caería ante mí. Pero me he dado cuenta de que es una tarea ardua y de que necesito más para llevarla a cabo. Y hoy por fin será el día. Su risa sonaba como el arañar guijarros contra el cristal.

Soy la mejor jugadora que ha visto y verá Azir. Sé lo que venís a buscar y, puesto que vuestra derrota está sentenciada, os daré una oportunidad para que no duela tanto. Si conseguís ganarme en el juego que os voy a proponer, podréis llevaros el fragmento de escudo con vosotros. Hacía bailar las muñeca colgada en su manos. Haremos rodar la pieza en el suelo, si ésta termina apuntando hacia mí, deberéis dejar el cementerio y no volver hasta mañana. Si apunta hacia uno de vosotros, ese elegido deberá ayudarme a completar el ritual. Por supuesto será recompensado con ello. ¿Qué me decís? 

Saladino con una sonrisa de completa confianza se acercó a Gaster y con una voz más alta de lo pretendido le susurro -Me he perdido en que llegamos tarde ¿Hay que pegar a esa señora o ayudarla? No me ha quedado claro- Tras preguntar mantuvo su rostro decidido y su mirada desafiante como si de verdad supiera que estaba pasando.

- Que trato mas bueno no? Apunte a donde apunte la piedra haces tu ritual y matas gente, te has pasado apuntando a las familias y amigos, puedes acabar con esta espiral de muerte por las buenas, dudo mucho que matar tanto vaya ha servir de mucho.

Gaster mantuvo el silencio, pero su mirada irradiaba odio. Esperaba pacientemente la oportunidad para cargar junto con sus compañeros contra ese ser, que desde luego habia dejado de ser humano hace tiempo, consumido por el rencor y el odio. Finalmente, contestó con rabia a su invitación. 

Estas intentando ganar tiempo para acabar tu ritual. No somos tan estúpidos. Has intentado acabar con inocentes, no esperes clemencia por nuestra parte. Aplacaremos tu ira para que no dañes a nadie más. 

-Ya obtuviste tu justicia, necesaria.- Dijo Footsteps haciendo una leve pausa al finalizar la frase con un tono solemne que podía indicar hasta lástima por lo que había pasado esa mujer, él era el primero que reconocía la crueldad de los humanos. Por eso mismo no creyó ni una sola palabra de lo que le contaba, ya que en sus palabras no hallaba justicia alguna.-Lo que buscas ahora y has obtenido matando a tantos de tu especie se llama venganza, probablemente lo mismo por lo que te encerraron en primer lugar, esto no puede continuar, acabémos ya con semejante espiral.- Cuando Footsteps finalizó el sermón que dejó claro su punto de vista, ya nada quedaba del tono que antes había mostrado, debido a, otra vez, una nueva injusticia, sus últimas palabras se habían transformado en lo que habitualmente era, rabia y furia hacia los de su misma clase.-Humanos siendo humanos, de que extrañarse,...- Dejó fluir el último coletazo de ese pensamiento hasta que su mente y su vista transformaron la realidad, adornándola de un tono carmesí.

Antes de que todo se tornase color sangre ante los ojos de Footsteps, volvió de nuevo en si una décima de segundo, recordando cierto animal con el que había pasado mucho tiempo, sin saber el porqué de ese fugaz pensamiento. Pero esto, claramente le incitó a decir:-antes de que todo esto transcienda en algo a lo que a mí también me gusta llamar juego, solo que voy a ser el único que se lo va a pasar bien, porque no te piensas bien tus siguientes actos mujer.- Dijo Footsteps con un tono que poca duda dejaba de sus intenciones, acompañándolo con una sonrisa que poco tenía de amigable, lo cual terminaba transformando su figura en algo que nada tenía que ver con un ser humano.

Parece que no quiere jugar ninguno a nuestro juego... Son unos aburridos... Vaya.

Esa voz, la de una niña pequeña, abarcó toda la habitación. Su tono no era alto ni contenía sentimiento alguno, pero parecía reverberar continuamente en la sala. Pese a que fuera una voz delicada y suave, algo había en ella que producía terror. Un terror sucio y repugnante.

Los héroes han venido a hacernos daño, Guardian. Observaba a la muñeca, que descansaba sobre sus brazos. Planean sabotear el ritual para que no abramos la Cámara. Son unos cobardes, ¿verdad?. Y todo cobarde que se inmiscuye en nuestro asuntos encuentra el mismo final.

Dulce Reina, tengo mucha hambre...

No dudes que cada uno de ellos formará parte de ti en cuanto los destruyamos. Volvió a abrazarla y inspirar con fuerza. No solo rechazáis mi juego sino que uno de vosotros ha tenido la osadía de proponerme otro. Debería de contenerse ese tono. ¿Pero sabéis qué? Yo nunca digo que no a la oportunidad de ganar, así que revísate las normas porque la que voy a disfrutar voy a ser yo. Con delicadeza sentó a la muñeca de nuevo en el altar y murmuró unas palabras. 

Un aire viciado surgió de improvisto. Era pesado, los ojos escocían. En lo alto de las columnas, los tetraedros comenzaron a zumbar como un enjambre de abejas furiosas dispuestas a atacar. Y Zaashakar ahora reía. Levantó el brazo derecho y bailó los dedos. Después los sacudió. En lo profundo de la cámara se percibió un crujido. Luego un estallido. Y finalmente, de entre las tinieblas, un rugido gutural.

Carne colgaba de unas extremidades que no guardaban relación entre ellas. La sangre que goteaba, escasa, salpicaba el suelo en cada paso que daba. Sus movimientos, espasmódicos, hacían que pareciese una marioneta.

Y la marioneta atacó.

Ahora el izquierdo. En la lejanía el ruido de cerámica rota dio lugar a unos jadeos. Brincando se presentó un ser similar a los de la hacienda Mendalari.

Tampoco dudo en lanzarse al grupo.

Zaashakar continuaba riendo. Sobre el altar se asimilaba un espectro de oscuridad. Con un gesto ceremonial abrió los brazos. 

¡Que comiencen las apuestas!