Partida Rol por web

La pieza que estaba sonando termina cuando Énone abre la trampilla, dando paso a otra igual de machacona pero más siniestra. Se encuentran en uno de los almacenes de la Súcubo. A juzgar por el olor, idéntico al de la cama de Carmilla pero mucho más tenue, la vampira ha pasado por aquí. Nada impide a los dos Cazadores llegar hasta la gran sala principal de la discoteca, donde todo el mundo baila desenfrenado al ritmo de la música bajo los destellos de luces estroboscópicas.

Destacando sobre la pista central se encuentra una bellísima mujer sobre la cual convergen todas las miradas. Su cuerpo, perfectamente proporcionado, está apenas cubierto por provocativas ropas que dejan poco a la imaginación. Su larga melena azabache encuadra un rostro ovalado de una sensual belleza que muy pocas personas tienen la fortuna de poseer. De lo que nadie parece darse cuenta es del fulgor rojizo que emana de sus ojos cada vez que un haz de luz pasa cerca de ella.

Sin duda la mujer está disfrutando de la atracción que genera entre sus adoradores, todos jóvenes atractivos de ambos sexos. Ella se contonea sensualmente sonriendo y provocando a los bailarines. Algunos de ellos ya están bailando casi desnudos en lo que parece ser el inicio de una gran orgía...

Mientras estaba allí en la habitación, sosteniendo el pequeño libro con la representación del rito del pesaje del corazón en su cubierta, una chispa de comprensión se encendió dentro de mí. Me volví hacia Ènone, que ya subía por la escalera y le seguí, con el librillo en la mano, viendo aquel espeluznante planazo de rave para siniestros de medio pelo adictos a los recopilatorios de bakalo alemán de la serieThunderdome.

Allí estaba la zorra, un pavo real de cementerio, con todos sus esclavitos danzando a su alrededor, comenzando a despelotarse para meterse lo que no es el d do en lo que no es el ombligo y debatirse entre almejas y caracoles mientras su sangre azotaba cantidades locas de drogaina por todo su sistema sanguíneo. - Hola, me llamo Suzie Pierce, mataste a mi hermana, prepárate a morir.- Ensayé por lo bajo, mirando aquellas dos brasas que tenía por ojos, que me moría por apagar con una buena meada.

Pero ya me distraía de lo que quería decir al fucking chosen one... Tiré de su húmeda pernera.- Ènone, creo que este libro tiene la clave para acabar con Carmilla.- Dije, mis ojos brillando con esperanza. "El peso del corazón, o como se llame esa mierda. ¿Y si Carmilla, al ser una zorra dentuda egipcia, se rige por otras reglas? Es como si tuviéramos que tratarla como una difunta egipcia, y de alguna manera pesar su corazón para revelar su impureza, ¿Tiene eso algún puto sentido? Mira, no entiendo mucho de esa mierda pero...

Hice una pausa por un momento, ordenando mis pensamientos. - Si el corazón ese que se pesa no es puro, la zorra esa hecha de cachos de animales disecados, Ammitville se come y destruye al muerto mierdas ¿No? Si podemos demostrar que el corazón de Carmilla es más pesado que la pluma del Mar ese, entonces tal vez podamos provocar su destrucción.

Observé a Ènone de cerca, esperando que compartiera mi convicción. Su conocimiento de la mitología egipcia podría ser nuestro mayor recurso para descifrar las pistas del libro y encontrar la manera de confrontar a la zorra Mamillas.

Mientras deliraba yo sola, no podía evitar inspeccionar los alrededores, buscando posibles medidas de seguridad dentro de la discoteca que pudiésemos usar a nuestro favor. Mis ojos escanearon el área, tomando nota de las salidas de emergencia, los rociadores de agua colocados sobre la pista de baile y cualquier otro medio posible para crear una distracción u obtener una ventaja si las cosas se ponían difíciles. Dónde estaban las cabinas del DJ, por dónde podía ir el cableado de los bafles, salidas de emergencia, ese tipo de mierdas. Seguro que había un cuadro de fusibles en laguna de las barras, para que pudiesen dar la luz al momento si se cortaba.

-No sé cuáles son tus capacidades, aparte de tener el mondadientes de fuego y mearte en las sombras ¿Canalizar divinidades egipcias se sale de tu scope?- Le pregunté nerviosa.

Énone observó la fiesta con el rictus amargo. La verdad la mera fiesta en su le provocaba cierto repelús. A él nunca lo habían invitado a algo así. Miró hacia arriba preguntándose si los aspersores estarían funcionando. Estaban puestos en las vigas que recorrían el techo, recordaba haber visto las puertas soldadas, pero puede que se le hubiese olvidado descomponerlos. Después de todo no era un obstáculo obvio.

—Si logramos encenderlos, el agua podría disipar el efecto de las feromonas de la bicha esa. Mírala ahí, toda loca y no le importa que vengamos cercenando a sus crías hace... ¿Cuánto tiempo habremos estado inconscientes?

Volvió a mirar la fiesta, no parecía gente que recién hubiese llegado y seguro Carmilla no se asomaría hasta bien avanzada la Rave. Con algo de suerte no faltaría mucho para el amanecer. Escuchó las ideas de Suzie con respecto al libro con atención. Nunca había deseado tanto haber escuchado a su padre cuando se entusiasmaba explicándole sus estudios. Aún así, algo todavía recordaba además de que algo seguía susurrándole cosas al oído. 

—Las vasijas canopes, ¿Crees que guardada sus órganos por ahí en vasijas? Tiene sentido. Pero lo de presentarla frente a Ammyt, esa cosa podría acabar con ella por nosotros. Pero no se cómo podría hacerlo, por otro lado ¿Tienes alguna idea de que hora es? Quizás aún no tengamos que desechar el plan de freírla con el sol...y hablando de sol.

Cerró la trampilla de nuevo y pasó al lado de Suzie a toda carrera perdiéndose por el pasillo por el que habían llegado. Instantes después regreso con la linterna UV que habían dejado en el suelo. Se la extendió a su compañera tras apagarla, pero no sin antes barrer con ella la cama y el resto de la habitación. Por si acaso, el poder del martillo había demostrado ser bastante útil hace unos momentos. Pero si podía evitar cansar a Suzie para que diera el golpe final. Mejor aún.

—Casi dejamos atrás el regalo de tu pretendiente —bromeó mientras intercambiaban la linterna por el libro—, habilidades... pues la orden no ha dicho mucho, dice que cada elegido tiene habilidades distintas. Pero hasta el momento he notado que puedo curarme más rápido y soy el único que puede blandir la espada... osea blandirla cualquiera, pero que funcione solo yo, y están las visiones... esas vienen a ratos. Y al parecer puedo acceder a ciertos conocimientos, como leer este puto libro. Quizás lo de las visiones y esto sean lo mismo... Pero no sé si pueda hacer algo como lo que pides. Con suerte en el libro hay algo que nos ayude. Parece que de alguna manera puedo entender lo que dice. Vé, consigue información y trazaremos un plan, por como estaban en trance la gente allá afuera no creo que sea difícil pasar despercibidos, pero no te acerques a Carmilla aún. Lo sé, pero tenemos que estar seguros que podemos hacerle daño... Y no dañar a nadie más en el proceso. Yo le echaré un vistazo al diario de esa monstrua y buscaré las vasijas.  Por si hubiera alguna.

Abrió el libro y comenzó a revisar hija por hoja su contenido, fijándose principalmente en los títulos y las notas que pudiera contener, como cuando buscaba información para algún trabajo de la escuela. Que atrás habían quedado esos tiempos. 

Mientras leía el libro paseaba por la habitación rebuscando en los estantes por las vasijas o alguna otra cosa de utilidad.

Quizá impulsada por la sabiduría del ángel que lleva dentro Suzie se detiene a observar cuidadosamente la situación. Cerca de la salida del almacén hay una puerta rotulada como salida de emergencia, que ha sido inutilizada al haberla soldado al marco. Con un par de "golpes de ala" comprueba que las demás salidas de emergencia están inutilizadas de la misma manera, y las puertas principales también están cerradas. Si fuera necesario podría intentar derribar una puerta antiincendios con uno o dos buenos golpes de martillo, aunque siempre queda el recurso de escapar por el mismo sitio donde han entrado.

En sus paseos Suzie descubre que Carmilla ha tomado precauciones frente a posibles intrusos. Dispersos entre la multitud pero manteniendo la distancia con la vampira hay varios hombres que parecen compañeros de gimnasio del difunto Alex Kent: Igual de fuertes y sádicos. Y los bultos de sus chaquetas no deben ser precisamente paquetes de pañuelos.

Por último, observando a Carmilla y basándose en su experiencia en la guarida, Suzie llega a la conclusión de que la vampira utiliza unas potentes feromonas para doblegar la voluntad de sus víctimas. Cualquier cosa que que disperse o camufle el olor de las feromonas debería anular ese poder. Luego habría que sacar a la gente del lugar, para lo cual la mejor opción sería abrir alguna de las puertas que ahora están cerradas...

Hay secciones desconocidas de los Enunciados que superan con creces algunas de las ficciones más salvajes que los egipcios han inventado sobre ellos. En el caso del libro de Carmilla se trata de un conjuro extraído de la sección Palabras prohibidas por Anubis, en la que se recogen los conjuros nigrománticos más viles creados por hechiceros egipcios inspirados por espíritus malignos de la Dwat, el inframundo egipcio. El conjuro detallado en el libro trata de una repugnante nigromancia que se burla tanto de los vivos como de los muertos. Permite que un cuerpo muerto en vida pueda engendrar descendencia utilizando para ello los órganos "productores de vida" de víctimas sacrificiales y sangre humana con la que alimentar a esos embriones antinaturales.

De ahí viene la legión de monstruos que deambulan por las alcantarillas: No es que Carmilla haya estado transformando a niños, sino que los ha parido. De ahí que extrajera los ovarios y testículos de algunas de sus víctimas, y la fiesta debe ser un método para recoger sangre con la que gestar a la siguiente generación.

En el libro hay dos grafías claramente distintas: un lenguaje de jeroglíficos que describe el conjuro y en la página contigua una escritura femenina muy elegante traduciendo los jeroglíficos a una enrevesada y casi incomprensible forma de inglés antiguo. Énone reconoce en los jeroglíficos la perturbadora caligrafía de un Servidor de Seth.

Carmilla ya era un monstruo antes de encontrarse con el Servidor. La magia del Dios del Caos la convirtió en algo mucho peor.

Por lo demás, en la guarida no hay más que polvo y trastos inútiles...

Mientras regresaba a donde Ènone estaba estudiando el libro de medidas y pesos de corazones que encontró en el picadero de Mamilla, no pude evitar sentir una preocupación bastante enervante, la cosa no pintaba nada fácil, peor nada lo es desde que nos cagan llorando y gritando, cubiertos de sangre y heces en este mundo, ¿No?. La información que había reunido sobre nuestro entorno pesaba mucho en mi mente. Tras localizarlo fui directa al meollo

- Èn, ya ni recuerdo si nos lo habías dicho, algo me suena, pero Carmilla ha tomado precauciones para asegurarse de que escapar de este lugar no sea fácil. Las salidas de emergencia están soldadas... Nuestra mejor opción de huida es por donde hemos venido, la puta alcantarilla, peor si nos queremos poner heroicos y tratar de salvar a esa panda de yonkis salidos, nos tocaría derribar una de las puertas, tal vez con el martillo podría conseguirlo...

Tomé una respiración profunda, visualizándome, intentando hacerlo y cagándola, pero a la mierda, tratemos de soñar.

- Pero eso no es todo.- Continué, mi voz cada vez más intensa. - Mamilla, como era de esperar, tiene montones de esclavitos cuadrados recién salidos del gimnasio y dándoles a los esteroides como quien le da a las papas, los bultos ocultos en sus chaquetas... bueno, ciertamente no creo que sean calcetines sucios y paquetes de kleenex.

¿Estaba flipando o a cada segundo que pasaba me estaba preocupando más por la peña hipnotizada por la bicha y menos por romperle el culo?

- No he podido acercarme mucho a ella, pero si que he notado ese pestazo a vampira salida destilado que impregnaba su picadero. Creo que son feromonas nivel dios que usa para controlar a sus gogós. Si podemos encontrar una manera de dispersarsarlas o neutralizarlas, podríamos liberar a las personas de su control. Hay un sistema de dispersores de agua de emergencia por toda la discoteca, tal vez podamos usar eso para tratar de disipar su olor... No sé si Liel sería capaz de enlazar el sistema de tuberías de los retretes con eso, eso ocultaría su peste fijo.

Hice una pausa, tomándome un momento para dejar que mis palabras tratasen de alcanzarlo tras su trance con aquella publicación porno egipcia en la que había estado concentrado.

- ¿Tú has encontrado algo útil en ese manual para pajilleros?- Le pregunté señalando su nuevo credo.

—Nada que no sospecharamos antes. Pero entiendo un poco mejor como la vampira ha podido tener críos. Las gónadas que ha estado extieñanfl las las está usando para hacer un conjuro que le permita parir. Seguramente le ha llegado más ansias maternas ahora último o quizás solo este loca. 

Cerró el libro mientras terminaba de mascullar una idea que se le había ocurrido mientras miraba la portada,.Pero no estaba seguro de comentárselo a Suzie así que siguió con otro tema. 

—No he encontrado ni vasijas ni nada —, hizo un movimiento de mano señalando alrededor. Durante el tiempo que su compañera había estado afuera y mientras hojeaba el libro se había paseado por la habitación, tirando libros al suelo, empujando muebles con el pie y sacando la ropa de la cama con la espada. Sábanas que yacían ahora en el suelo pringadas de los restos que el ser de muchos ojos y quizás cuántos más habían desperdiciado por el lugar. 

—Hasta ahora, por lo visto, nuestra mejor alternativa está en los aspersores, Pero me preocupa la cantidad de secuaces, más de alguno debé de serle leal porque si y no por las malditas feromonas. La peste es buena idea, pero aún tendríamos que vernoslas con el resto. Si tan solo Cuddy o Aiden siguieran con nosotros. ¡Incluso hasta podría haber aceptado al imbécil de Peterson! Espera, ¡eso puede ser!... Quizás no estemos tan solos como pensaba.

Abrió rápidamente su bolso y rebuscó entre las pocas ropas que le iban quedando hasta que encontró el taser que Cuddy le había regalado guardado entre ellas. 

—Puede que no funcione. ¿Crees que además o en vez de contaminar las aguas Liel podría bendecirlas? El poder de lo divino desde arriba y el poder de lo mundano desde abajo —levantó el taser/labial significativa y lo agitó frente a ellos—, por lo que veo nuestra mejor oportunidad sigue siendo teleportarla lejos de aquí y enfrentarnos a ella a solas, ojalá con un fuerte sol sobre nuestras cabezas y... Tengo otra idea, que tampoco sé si funcione —se tensaron sus labios levemente—, pero creo que sí hay una manera de solicitar ayuda divina... pero de mi línea de dioses. 

Escuché a Ènone pacientemente, ambos teníamos las cabezas llenas de mierda, sin saber a cuál dar prioridad, pero aun así, de manera retorcida e imprevisible, se iba perfilando un plan.

- Nunca sé con seguridad de qué es capaz Liel y de qué no, pero intentaré traerla al frente para ver si podemos ponerla de nuestra parte en el plan.- Le susurré mientras salíamos del escondrijo de Carmilla, ya que no quedaba nada de interés en él, procurando cerrar el paso a la escalera y obstaculizarlo, tratando de prevenir el que Carmilla recurriese a su salida por las alcantarillas a la primera de cambio.

- Si, lo de alejarla de aquí me sigue pareciendo el mejor plan, pero creo que lo primero es tratar de salvar a esta gente, centrémonos en eso primero, ¿Vale?

Noté cómo Liel tomaba el control y revisaba, conmigo, el sistema de los surtidores, le supliqué desviase un poco del toque sagrado de su señor a este recóndito infierno sacrílego. Notaba las energías mermar un poco en mi interior, mientras percibía un mínimo temblor, imperceptible en las tuberías.

- Hagamos esto... Creo que con mi arma sagrada podría abrir una de las puertas de emergencia, procura mantenerme localizada, y cuando logre abrirla, usa el interruptor que hay en la cabina del DJ para conectar los surtidores. Si tiene un micro y no te están dando para el pelo, procura indicar a la gente por dónde salir, si conseguimos sacarlos de su trance. Trataré de acercarme lo más sigilosamente que pueda a la puerta, procurando no atraer la atención de los esclavitos de la perra ¿Te parece bien?
 

—Me parece que está para que nos pateen el culo a ambos, pero... No encuentro nada mejor. Es hora de incordiar a una vampira 

El plan estaba armado, ahora solo faltaba llevarlo a cabo. Énone se encomendó a cuánto espíritu antiguo pudo recordar y volvió a revisar que el amuleto siguiera colgado en su pecho. Era una baratija, pero no era momento para dejar de tener fé. 

Cómo una señal enviada por el destino la música de la Ravé pasó a un tema más dinámico, los pulsos de los bajos vibraron a través del metal y Énone sintió el ritmo en sus dedos mientras cerraba la trampilla tras ellos, un clic indicó que el picaporte que había dejado a medias antes de cerrar había hecho su trabajo y había caído en su lugar. Ya no había manera de regresar, Ahora solo quedaba ir hacía adelante. Énone hizo un gesto con la cabeza a Suzie y buscó con la mirada la mesa del Dj. 

 No tardo en encontrarla, la había visto la primera vez que habían estado ahí, por suerte el estado zombificado de los bailarines y la gran afluencia de público hacia fácil moverse entre las sombras sin ser notado. Ahora entendía porque Suzie estaba tan preocupada: eran demasiados. Cualquier enfrentamiento con Carmilla ahí mismo podría significar la muerte de decenas de inocentes. Siguió avanzando lenta pero continuamente sin perder de vista el rizado pelo de Suzie entre la multitud, alejándose por otro costado de la misma sala de baile. 

Gracias a Liel Suzie no había resultado ser gótica o si no no la habría podido seguir jamás entre aquel mar de emos y adoradores de la cultura nocturna. 

Apenas unos minutos después logró llegar a su lugar. Al lado e la tarima del Dj estaba el panel de emergencia. El activador de los surtidores del techo , un extintor —vacio y tirado en el suelo— y la alarma de incendios. Daba la impresión de que era aquel hombre el único encargado de la seguridad de aquel lugar. Énone dijo la vista en la salida de emergencia que había al otro lado del gentío.  A la espera de que Suzie llegase a su lugar. 

Esperó que la música llegase a su punto más alto y que Suzie estuviese en posición lista para comenzar a echar la puerta abajo y poniendo la mano en la palanca del surtidor. A una señal de ambos activo la palanca de los surtidores. Y mientras el agua santificada comenzaba a caer activo también la alarma de incendios. Si eso no atraía a los guardias hacía el y los alejaba de Suzie, no sabía que más hacer. Ahora solo restaba esperar que el poder de Liel fuese suficiente para despertar a esa horda de calenturientos de la influencia que Charmila había tenido contra el y que el taser fuese lo suficientemente potente para aturdir a un grupo de humanos desquiciados empapados de agua bendita.

Se subió en el primer escalón de la plataforma y esperó a que los guardias vinieran había él.

Con un brillo acerado tiñendo mis ojos de determinación, tras ponerme de acuerdo con Ènone, maniobre en silencio entre la multitud, haciendo todo lo posible para evitar a los tipos que más pinta gastaban de ser esclavitos de Mamillas, no los que simplemente estaban obnubilados, que patrullaban esparcidos por la discoteca. Diría que me movía con la gracia de una sombra, pero aprovechando las zonas más oscuras y contando el paso de los haces de luz, no era tan complicado, mis trotes y resuellos ocultos por la música.

Inspeccioné el perímetro, buscando la puerta más ancha y accesible, para tratar de evitar que aquellos borregos no se matasen en la estampida, asegurándome de levantar el brazo de vez en cuando para que Ènone pudiese localizarme. Al ver mi objetivo, tomé el bate, notando como Liel lo blandía conmigo, el mazo desplegándose con su poderío angélico. Tomé una profunda bocanada de aire, enfocando mi energía, lista para atacar con todas mis fuerzas.

Haciendo uso de mi fuerza mortal, más bien escasa, balanceé el martillo divino hacia la puerta, su peso amplificando la fuerza de mi golpe. El sonido del impacto resonó a través de mis huesos. El metal gimió y se curvó bajo el golpe, deshaciendo el ínfimo cierre de su soldadura.

Sin embargo, cuando la puerta comenzó a ceder, me invadió una ola de inquietud. Algo estaba mal, como si el aire a mi alrededor se hubiera vuelto pesado con una presencia invisible. Mi corazón se aceleró y mi instinto me gritó que fuera cautelosa.

Haciendo una pausa por un momento, evalué la situación, mis sentidos se intensificaron. La tenue iluminación proyectaba sombras espeluznantes alrededor del área, y un leve susurro de inquietud perduraba en la atmósfera.

Mi agarre se apretó alrededor del mango vendado del bate, aun fluctuando su imagen divina tras su vulgar apariencia, tratando traté de gritar para indicar la salida una vez que Ènone hiciese lo suyo, peor algo impedía que las palabras saliesen de mi garganta, por mucho que aquel rectángulo se hubiese recortado hacia el exterior púrpura... O al menos eso creía.

No me había rendido, tratando de hacer a un lado el miedo y la duda que amenazaban con consumirme. No podía darme el lujo de vacilar ahora. Tenía que encontrar una salida a esta situación, para mí y para las vidas inocentes que estaban en juego.

Dick Jean™ había entrado a trabajar solo hace unos días a la Sucubo, su jefe, el Sr.Hill lo había descubierto tocando en un bar de mala muerte por un sueldo exiguo, pero Ricardo.... Digo, Dick Jean no lo hacía por dinero, bueno... En realidad si, pero se repetía a si mismo que lao hacía por la energía que la música hacía brotar en los que la escuchaban, por la fuerza de los bajos y por como vibraba el estómago cuando los parlantes a todo volumen vomitaban las disonantes notas de la música electrónica.

No era un mal trabajo, si descontaba los "accidentes" que habían ocurrido este último tiempo. Pero la muerte era un factor importante de la vida y nadie debía extrañarse de que ocurriese tan a menudo. Y pagaban bastante bien... Pero, el no lo hacía por dinero. Concentrado en su trabajo, sumergido en su pasión, apenas había notado las primeras gotas del sistema Anti incendios y menos aún cuando la alarma comenzó a sonar. Abrió los ojos cuando sus dedos se deslizaron por la humedad y los abrió aún más al notar que todo su equipo se estaba mojando. 

Bueno, no era su equipo, era de la discoteca, pero lo sentía como suyo. Además no quería que se lo descontarán del sueldo cuando le habían explicado exactamente qué hacer en caso de que se activarán los aspersores. Rápidamente se metió debajo del equipo y sacó la cubierta antiincendios. Eso lo protegerla del agua y del fuego y entonces se volteó para buscar al responsable. Entonces lo vio, un muchacho árabe, sucio y desordenado, con cara de pocos amigos. Venía subiendo hacía el con un bolso en la mano. 

Por un momento las palabras de su padrino —el bombero— hicieron eco en su cabeza. 

—Un día esos malditos talibanes se meterán en nuestras casas, en nuestros puestos de trabajo y no contentos con quitarnos nuestras mujeres, nos harán explotar a todos para reunirse con sus vírgenes.

En ese momento Dick Jean, solo había rodado sus ojos, después de todo no era ni lo más racista ni lo más xenófobo que Ragueman había escupido desde que vivía con él. Pero está vez algo hizo clic en el fondo de su mente. 

Miró la cara de Énone, el bolso que estaba abriendo, esa cosa roja en su mano ¿acaso era un interruptor?, y si eso era un interruptor¿Que llevaba dentro del bolso? El machete que lo vió sacar terminó de ayudarlo a decidir que quizás si lo hacía por dinero y que Maurice no le pagaba lo suficiente para esto. 

PLa alarma había comenzado a sonar y el agua a caer, poco a poco la influencia de Carmilla sobre los bailarines había comenzado a menguar y la gente había comenzado a despertar paulatinamente de su frenesí de pasión. Los que estaban en el suelo tuvieron que poner sus piernas en orden para poder ponerse de pie y más de alguno resbaló en el líquido que comenzaba a extenderse por el piso y sus propios fluidos generosamente repartidos. Énone dió un vistazo superficial por sus caras confundidas y avergonzadas. Sobretodo ahora que las luces de emergencia comenzaban a hacer su trabajo y a iluminar sus cuerpos, sus caras y a arrojar luz sobre sus actos. 

Sin embargo el elegido estaba más interesado en el hecho de que la confusión estaba siendo más grande que la necesidad de huir y pocos de ellos se estaban acercando al lugar donde Suzie había abierto la puerta de salida. Necesitaba hacer algo para arrear a esas personas ya que con ellos allí no podía usar el taser con tranquilidad. Miró hacia arriba. El DJ, un chico gótico que tendría apenas unos años más que él parecía recién haberse percatado de la situación y estaba cubriendo sus aparatos. Subió la escalera y cuando esté lo miró reconoció la misma expresión que había puesto la amiga de Cuddy cuando se la cruzó a la salida del baño la noche anterior. 

Era el colmo, que en medio de aquel infierno el emo ese pensará que… era el colmo, pero también era… era una buena idea. 

Sacó la espada del bolso mientras seguía sosteniendo el taser en su mano, el chico asustado pasó casi corriendo a su lado. Énone llegó arriba y buscó el interruptor del micrófono. Cuando lo halló gritó algo gutural, no tenía que tener mucho sentido, hasta que vio que tenía los ojos de la gente frente a él. 

Abrió el micrófono y gritó a todo pulmón las únicas frases que habría aprendido a decir en árabe, pero dándole una entonación que pareciese amenazadora.

—¡'ayn almirhadu!; ¡ladaya hasaasiat min alfual alsuwdanii¡; ¡¡man fadlik, shukran jazilan!!, ¡walidatuk baqarat saminatun!

Y sin darles tiempo de pensarlo mucho, pues además los guardias habían llegado también a la base de la escalera que subía a la tarima, cogió su bolso y lo lanzó a la pista de baile con una frase que estaba seguro ellos reconocerían también. 

—¡¡ALLAHU AKBAR!!

Algo va mal. Terriblemente mal. Un escalofrío recorre la espalda de Suzie ¿Qué ocurre? La puerta ha salido volando hasta el otro lado de la calle llevándose consigo parte de la pared. Los humanos han empezado a salir del local a la carrera...

... hasta que han dejado de hacerlo ¿Qué ocurre? El camino está libre.

Suzie se gira para descubrir a Carmilla en el umbral mirándola con una sonrisa depredadora. La piel de sus brazos se está volviendo de un color negro aceitoso. Cuando sonríe, su cara parece partirse en dos por la boca. Los dientes crecen y se afilan hasta volverse afilados como los de un tiburón. Cuando habla, su voz suave contrasta fuertemente con el monstruo en el que se ha convertido.

Hola, Elohim (1). Es un detalle que hayas venido a verme tras haber masacrado a mis hijos ¿Sabes? Di a luz a mi querido y enorme Enoch tras alimentarlo con sangre de demonio. Me pregunto qué saldrá cuando riegue a mis nuevos hijos con la tuya.

Cuando salta sobre Suzie, la chica puede ver por un segundo las decenas de pequeñas ventosas que recubren la cara interna de sus manos y brazos...

Todo va según lo planeado. Bueno, todo no, porque Énone ha perdido de vista a Carmilla entre la riada de gente que se dirigía hacia la puerta reventada por Suzie. Los gritos de Énone crean un caos aún mayor, pues ahora la gente no sólo quiere salir de la discoteca sino alejarse de él. Un enorme grupo embiste contra la puerta principal, gritando de miedo e indignación al encontrar la puerta cerrada. La multitud empieza a golpearla con puños, pies y cualquier cosa a la que puedan echar mano.

Un disparo pasa cerca de la mejilla de Énone, haciéndole un pequeño rasguño bajo el ojo izquierdo (1). La sangre del Elegido se derrama generosa sobre su mejilla tiñéndola de oscuro.

¡Tú! - el DJ le apunta con el revólver con el que le acaba de disparar. Está temblando de pies a cabeza y parece estar actuando presa del pánico - ¡Puto talibán de los cojones! ¡Te... te voy a enviar a tu puto paraíso de mierda a follar camellas vírgenes mientras te fumas canutos!

Su dedo vuelve a tensarse sobre el gatillo pero no llega a disparar. Dick Jean acaba de descubrir que no es tan fácil matar a alguien a sangre fría como ha fantaseado en tantas ocasiones.

Sin embargo, el temblor de sus manos puede disparar el arma en cualquier momento...

Mi corazón latía con fuerza desbocada, amenazando con reventarme el pecho, mientras asumo que finalmente estoy frente a Carmilla, la asesina de mi hermana. Puedo entrever su monstruosidad, como un destello sesgado tras su sensual apariencia, revelándome solo a mí su grotesco esplendor. Verla envía una oleada de lava a través de mi sistema sanguíneo, alimentada por los recuerdos junto a mi compañera perdida y los de aquel cuerpo roto en que se convirtió en aquellos mugrientos retretes, junto con el dolor que ha infligido a tantas vidas inocentes.

Con un grito primitivo obligo a Liel a tomar el control. Su presencia, tan ajena y cercana, surge, llenándome con un poder bendito. El martillo divino en mi mano brilla con una luz radiante, abandonando su apariencia de bate, canalizando toda mi rabia y mis ansias de venganza.

Tras oír sus mierdas, con una media sonrisa y sin ofrecerle una respuesta, cargué contra ella, mis movimientos impulsados por una combinación de fuerza bruta y guía angelical. El peso del martillo se siente más ligero en mi agarre, como si la presencia de Liel lo hubiera imbuido con una potencia aún mayor. Lo balanceo con una fuerza que se hace eco de mi furia, con el objetivo de asestar un golpe que reverberará a través de su cuerpo, mostrando su verdadera esencia.

Cuando el martillo golpea contra ella, desato un torrente de palabras, mi voz gotea con odio venenoso.

- ¡SÚCUBO DE MIERDA! ¡Te llevaste a mi hermana, MI ÚNICA AMIGA, se llamaba TASIA, por ella Y POR TODOS A LOS QUE HAS HERIDO Y MATADO ¡TU ASQUEROSO IMPERIO TERMINA AQUÍ Y AHORA! ¡Te haré pagar por las vidas que has robado!

El poder de Liel surge a través de mí, el impacto calienta todo el aire circundante y, por un breve momento, vislumbro las pequeñas ventosas que recubren el interior de las manos y los brazos de Carmilla, me revuelve el estómago.

Con cada movimiento del martillo, derramo cada onza rabia y dolor que me ha mantenido con vida hasta ese preciso momento, entregándome con cada golpe. Mis movimientos son rápidos e implacables, alimentados por un ardiente deseo de justicia. La golpeo con determinación inquebrantable, negándome a retroceder.

Con los dientes apretados, sigo lanzando mis palabras a Carmilla, mi voz llena de furia desenfrenada.

- Pensabas que podías matar sin más, destruir familias y extender tu maldad sin control ¿Verdad? Bueno, ¡Y UNA MIERDA! ¡Me da igual ser el puto mojón con el que te atragantes con tal de hacerte asfixiar en tu propios excrementos! ¡Pagarás por cada gota de sangre que has derramado!

Puede que no sea lo suficientemente fuerte para esto, pero si consigo ablandársela lo suficiente al elegido... Esto ha de valer la pena... Echo un rápido vistazo por encima de mi hombro, tratando de ver si ya se perciben las luces del amanecer...

Énone al ver al mundo entrar en pánico volvió a tomar el micrófono. Había conseguido que se moviera, pero no hacía dónde quería. 

​​​​​​—IDIOTAS, LA PUERTA QUE ESTA ABIERTA ESTÁ ALLÁ AL FONDO... AL OTRO FONDO!! QUE DIJE QUE....

Sintió el dolor antes incluso de escuchar la detonación. Con la espada aún en la mano miró como el DJ había regresado sobre sus pasos con un adm en sus manos. Quizás usar la carta del miedo racial no había sido tan buena idea. No en ese país. Seguramente la detonación haría cundir más el pánico ahora, solo esperaba que nadie resultase herido por eso... Ojalá tampoco él.

Ignoró el dolor como le habían enseñado a hacerlo en la orden y buscó calmar al joven. Estaba realmente preocupado. Había perdido a la bruja entre la multitud y temia por Suzie. Y no quería morir... No ahora al menos, sabía que no apreciaría la ironía que el elegido fuese muerto a manos de un simple ciudadano de a pie. 

—Hey colega, tranquilo con esa cosa. ¿No querrás herir a nadie verdad? Mira, voy a dejar esto en el suelo y luego podrás dejar que esos gorilas que están detrás tuyo me prendan, se que no quieres una muerte en tu consciencia¿Verdad?

¿Seguro? El muchacho prácticamente iba vestido de Muerte. Seguramente la idea de matar a alguien o a si mismo había rodado más de una vez por su negra cabeza. Énone comenzó a bajar lentamente mostrándole que iba a dejar la espada en el suelo. Esperaba que su falta de acento y su cara de yonofuí le ayudarán en algo. Era verdad que los guardias de Carmilla ya estaban llegando una turba de primates empapados que se agolpaban cerca de la base de la escalera. Solo necesitaba que el DJ mirase hacía atrás un momento, buscando el apoyo de sus compañeros. Si lograba distraerlos podría empujarlo hacia el grupo, seguramente ellos amortiguarían su caída, y luego podría darles con el Taser. 

Carmilla aterriza sobre Suzie encontrándose con un contundente golpe de su martillo celestial. Se oye el crujido de huesos, pero la vampira extiende una mano enganchándola el antebrazo de Suzie. Aunque es la carne de la humana la que es lacerada por las decenas de diminutos garfios, es Liel la que siente el dolor. El brazo deformado de Carmilla recupera al instante su forma normal.

Yo sólo desperdicio la sangre de los débiles y patéticos - sonríe la vampira. Su mano queda envuelta en un fulgor dorado mientras empieza a absorber la esencia de Liel (1). El éxtasis es tal que Carmilla se sacude en un paroxismo de placer. Una distracción que pide a gritos ser aprovechada (2)

El DJ duda, apenas creyendo que sus amenazas hayan surtido efecto. Desde la puerta destrozada se oye el tronar del martillo de Liel: la enviada celestial se está enfrentando a solas contra la vampira y por lo que puede ver esta última lleva las de ganar.

Qué coño del puto martillo - maldice Dick olvidándose por un momento de Énone...

El gótico se había distraído y la verdad es que Énone también. Suzie debía estar peleando al otro lado y él estaba aquí perdiendo el tiempo. Se dió la vuelta solo un milisegundo antes de que Dick Jean volviera a fijarse en el. El hombro de Énone le dió en el pecho haciéndolo trastabillar y caer al suelo, el taser en la mano del elegido sonó con un chasquido y le dió en la pierna al DJ, se escuchó un disparo cuando el dedo del joven se contrajo en el gatillo. Énone se agachó, deteniéndose el tiempo justo para que parte de la descarga cogiese el pie que no había terminado de sacar del agua

 Sintió que los músculos se le agarrotaban.

—Deja que pase, busca un punto de salida —la voz de uno de los maestros de la orden resonó en su cabeza, el entrenamiento para convertirse en elegido contaba con multitud de actividades, entre ellas ser golpeado por descargas de electricidad, entre otras torturas. Rápidamente Énone buscó un lugar donde apoyarse y se aferró de la escalera de la tarima. Sintió la electricidad viajar por su brazo y salir de sus cuerpo. Eso iba a doler mañana... De hecho eso estaba doliendo ya. 

Los martillazos volvieron a sonar. Énone salto la barandilla con dificultad y corrió hacía la fuente del sonido. No se había parado a mirar. Cruzó los dedos mentalmente para que la descarga hubiera alcanzado también a los gorilas de Carmilla. 

—HEY CARMILLA, MIRA HACÍA ACA, ¡CARNE FRESCA DIRECTA DEL NILO! —Gritó aún antes de llegar donde ella y Suzie batallaban.