Río y niego. — No, en realidad no sé cómo, pero el espíritu de fuego te elegiría, si es lo que va contigo. — Sonrío con el comentario del nombre. — Es que soy de Gales, es un término galés. Aquí sólo le dicen "hadas" o "elementales", que yo sepa.
Le doy mi número de móvil a Roland. — Bueno, chico, fue un placer, pero tengo que encontrar a uno de mis amigos. — Va a sonar a que estamos jugando el mismo juego y espero que no porque, al final, creo que el objetivo de Aurabelle es llevarse a todos.
Si no hay nada más, salgo a buscar a Iván al ascensor.
Roland es quien cerraba el círculo, estúpida - explica Gabriel como si estuviera diciendo una obviedad - Eso significa que es el último. Cuando Aurabelle lo encuentre habrá ganado el juego.
Gabriel y Melissa encuentran muy graciosa la bravata de Énone y lanzan carcajadas llenas de desprecio.
Aurabelle está ganando el juego - responde Melissa - En cuanto a esa chica que se ha llevado a Noah y Knox ¿Cuánto confiáis en ella? Porque no llegará muy lejos. - Su voz cambia a un inquietante cantrreo - Ding dong, el tiempo se os está acabando. Ding, dong, vais a perder...
¿Qué hacéis?
Elementales - bufa Roland - Hemos pasado de hablar de hadas de verdad al puto D&D. Hay que joderse.
Se despide de Kerr con un gesto de la mano - Venga, ésta te la digo gratis: a Aurabelle no le gustan los adultos, aunque no sé por qué. Lo que quiero decirte es que tengas cuidado. Si te metes en su juego y la cabreas te matará. O tal vez sienta curiosidad por ti y quiera atraparte también. Nos vemos. Sayounara, friki.
El ascensor por el que desapareciera Iván está en el piso número cien y por más que Kerr le da al botón la máquina se niega a moverse. El botón ni siquiera se ilumina cuando Kerr lo pulsa. Está en esto mientras escucha una serie de voces procedentes de los pasillos para la servidumbre del edificio.
Chicos, insisto en que esto no es buena idea - la voz es la de la chica que acompañaba a Iván - Iván me pidió que os pusiera a salvo y todavía no hemos bajado lo suficiente.
Tía, que no nos comas la olla - le espeta un chico joven.
No estabas tan gallito cuando casi te castran con las tijeras de podar - replica la joven.
Tres chicos salen de la zona de servicio al pasillo principal: la chica del pelo y el vestido blanco y dos chicos vestidos con ropas cómodas pero muy caras. El que lleva gafas tiene el rostro encendido por la rabia y la vergüenza mientras que la chica muestra una expresión angustiada.
El chico que va en cabeza se gira para mirar a la joven - Mira...
No doy mi nombre a idiotas - dice ella.
Como quieras - dice el chico - Roland fue el que tuvo esta idea de mierda y ahora Gabe y Mel se han convertido en unos psycho killers. Él tiene que saber cómo arreglar esto y detener a Aurabelle. Tegan es la siguiente en la lista.
Pues como tenga que depender de vosotros lo tiene difícil...
¿Qué haces?
La guardaespaldas clavó la mirada en los dos críos, con los dientes apretados y la respiración áspera, agitada por el forcejeo y por la sangre que aún manaba de sus heridas.
—No me importa lo que creáis —gruñó, apretando la presa hasta que los nudillos se le pusieron blancos—. El juego no termina hasta que haya un vencedor… y aún no habéis ganado.
Las carcajadas de Gabriel y Melissa le rebotaban en el pecho como agujas, pero Bailarina no se dejó arrastrar por ellas. Desvió la vista hacia Énone, un gesto breve, cargado de interrogantes. Demasiados frentes, demasiado caos.
—¿Qué hacemos con ellos? —preguntó en voz baja, ronca, con un atisbo de cansancio que no era debilidad, sino la pura conciencia del límite. El descanso vendría después, si sobrevivían.
Su mirada volvió a clavarse en los niños, dura como el acero. —El poder de Aurabelle parece tener un alcance limitado. Me los llevo abajo y los encierro. Tú busca a los otros dos críos. Además de Noah y Knox faltan Tegan y Roland.
Las carcajadas aumentaron, llenas de veneno. Melissa, con esa voz de muñeca rota, dejó escapar su canturreo, clavando la duda como un cuchillo: “Ding dong, el tiempo se os está acabando. Ding dong, vais a perder…”
Bailarina soltó un bufido, apenas un gruñido gutural, y apretó más la presa, haciéndolos sentir el peso de su rabia. —Ya veremos quién se ríe al final —escupió.
Si a Énone no se le ocurría otra cosa, Bailarina los arrastra hasta una planta por debajo de la 85. Quizá la 83, para estar seguros.
Sí que me gané a Roland, porque me deja más información, una que decepciona e impone a partes iguales. — Muchas gracias, Roland. Seguiré tus consejos. Ciao, friki. — Le hago un guiño antes de salir de su habitación.
Regreso al ascensor y está detenido. Nada de lo que hago hace que eso cambie así que decido que subiré por las escaleras de emergencia. Pero me interrumpen voces. Hago lo posible por ocultarme aunque sea detrás de una esquina. Me sorprende escuchar la voz de la chica y aún más que esté hablando de Iván.
Entiendo lo que está pasando conforme la conversación sigue, así que salgo de mi escondite improvisado y saludo a la chica con la mano. — Nos encontramos de nuevo. — Le echo una mirada a los chicos, pero sólo me sirve para comprobar mi teoría de que son los otros que mencionó Roland, al menos uno es Noah.
Vuelvo a dirigirme a la chica. — El ascensor no funciona. — Y sé que quiere alejarlos por lo que dijo, así que no tengo otra opción más que confiar en que mencionó a Iván. — Voy con Iván, ¿está en el 100?
—Pues no sé, jugar y ganar cuando eres el único jugando, no parece la gran cosa en realidad.
Énone escuchó la propuesta de Ok-Ju y, tras mirar al cuerpo de Iván, la bolsa de arena y la puerta por donde había desaparecido su bolsa con sus cosas, negó con la cabeza.
—Es muy riesgoso que vayas sola con ambos. Vamos y luego regresaré.
Tenía sus manos ocupadas, una con Melissa y la otra con la espada, por lo que las cosas deberían quedarse ahí por un momento. Apretó mejor el agarre sobre Melissa y comenzó a tirar de ella hacia la escalera. Por lo que su ahora compañera decía, alejarlos de ese piso podría reducir la influencia que pesaba sobre ellos.
La verdad, es que no entendía bien a qué se referían con el juego, con los otros dos chicos o quien era la que se los había llevado. Pero esperaba tener una oportunidad de pregúntaselo a Bailarina más adelante o a Ivan cuando pudiera ayudarle.
A menos que Bailarina tenga como bajar a los dos ella sola sin problema, la acompaño.
Sorry, Iván.