Partida Rol por web

La confusión seguía ahí, y parecía que por muchas oraciones internas que hiciese el Uno no le iba a dar solución, necesitaba moverse un poco. Estaba claro que Liadan sería más razonable para hablar que con Deorn, cosa que se agradecía. En ese momento escucho las palabras de Arven y respondo rápido y con determinación. - Si, claro. - Incluso su idea de empezar por el principio me pareció buena. - Si, es más quizá deberíamos aunar nuestros recuerdos. Quién sabe, quizás no solo los nuestros fueron alterados, si no, que también los vuestros. Esta claro que hay algo que los manipula.

—Los míos ya los he compartido y entiendo que han sido los mismos que todos vosotros salvo Urvan ¿no es así?— preguntó en la frontera entre la confusión y la exitación. Si sus compañeros, los que han compartido con él este último día no recordaban lo mismo, sería un verdadero palo.

Ean trata de organizar la información en su cabeza. Esta gente no parece estar loca, aunque la situación parece a todas luces imposible. Necesitamos hablar serenamente para organizar la información, porque toda la realidad se derrumba y parecemos atrapados en una espiral de magiciencia cuyo sentido se nos escapa. Ean mantuvo la frialdad y se abstuvo de añadir nada, hasta que estuvieran a solas. Simplemente esperó a seguir recabando información. Observó la aldea y buscó a Arven con la mirada. En algún aparte habla en susurros con ella, aunque no puede ni quiere evitar que les escuchen sus compañeros de viaje. Especialmente Liam, por cierto.

-Si es cierto que nuestros recuerdos nos traicionan, si es cierto lo que cuentan, necesitamos algo para medir realmente el paso de las horas. Algo cuya regularidad sea inamovible y que podamos reclamar como constante a pesar de todo. Hablemos con Yldiane, la varigal conoce la zona. Tal vez si transportamos algún tipo de fruto, de flor o planta, podamos asegurarnos de que el tiempo transcurre conforme al ritmo real de la naturaleza. Eso si el problema es de nuestros recuerdos, y no de la propia realidad.

Ean ya no sabía ni lo que decía exactamente. Simplemente había decidido dar por válidas las palabras de esa gente que por otro lado le parecía especialmente repulsiva, aunque no era capaz de precisar por qué.

Ante la atenta mirada de Liadan, compartís vuestros recuerdos una vez más: Salisteis de Melwan guiados por Jearon y llegasteis a la Atalaya. Allí encontrasteis el lugar completamente vacío, con unos signos de lucha y la carta de Harald Torr. El varigal la trajo a Varn mientras vosotros pasabais la noche en la capilla.

Allí encontrasteis a Urvan, que había llevado hasta ese lugar al último superviviente de la atalaya, pero había fallecido hacía poco. Investigando el edificio, hallasteis un libro de registro donde había infromación de los dos últimos años antes de la Guerra.

Tras pasar la noche, vinisteis a Varn, donde os conocían y os preguntaron dónde estaba Jearon, pues no había llegado con vosotros. Al parecer, hay un día que falta en vuestros recuerdos... o algo parecido.

Ante la atenta mirada de Liadan, compartís vuestros recuerdos una vez más: Salisteis de Melwan de camino a la Atalaya. Allí encontrasteis el lugar completamente vacío, con unos signos de lucha y la carta de Harald Torr. Puesto que se hacía de noche, os desviasteis hacia una capilla que Yldiane conocía.

Allí encontrasteis a Urvan, que había llevado hasta ese lugar al último superviviente de la atalaya, pero había fallecido hacía poco. Investigando el edificio, hallasteis un libro de registro donde había infromación de los dos últimos años antes de la Guerra.

Tras pasar la noche, vinisteis a Varn, donde todo el mundo parecía conoceros. Al parecer, hay un día que falta en vuestros recuerdos... o algo parecido.

Ante la atenta mirada de Liadan, compartís vuestros recuerdos una vez más: Salisteis de Melwan de camino a la Atalaya. Allí encontrasteis el lugar completamente vacío, con unos signos de lucha y la carta de Harald Torr. Puesto que se hacía de noche, os desviasteis hacia una capilla que Yldiane conocía.

Allí encontrasteis a Urvan y a Jaber, que habían llevado hasta ese lugar al último superviviente de la atalaya, pero había fallecido hacía poco. Jaber os contó la historia del último sacerdote que estuvo en esa capilla, junto antes de la guerra.

Tras pasar la noche, vinisteis a Varn, dejando a Jaber en la Capilla. Al llegar a la aldea todo el mundo parecía conoceros. Al parecer, hay un día que falta en vuestros recuerdos... o algo parecido.

La mujer os mira un momento, preocupada.

- Si estáis demasiado cansados, os podemos preparar unas camas para que os relajéis unas horas. Aún falta un rato hasta que el Ansáiler convoque de nuevo a la asamblea. - Os fijáis que llama al jefe de la aldea por el antiguo título de los Clanes, Ansálier. A pesar de estar cerca de Melwan, las montañas han hecho que Varn sea un lugar un poco más inaccesible, lo que permite que las antiguas tradiciones, anteriores incluso a los Tres Reinos, mantengan más influencia en esta aldea.

-Sh... Ean, Ean, céntrate-con ambas manos tomó el rostro de su compañero asegurándose que, en su paranoico bisbiseo, le mirase a los ojos-te necesito entero y agudo, no puedes desquiciarte ahora, no me hagas eso.-Pasó las manos a sus hombros y volvió a mirar a sus compañeros que también ponían todo en claro con la dama.

Falta un día... Todo un día en blanco, por los cielos.

Ean se estaba volviendo loco y empezaba a pensar que ella estaba al borde de la misma locura. ¿Dónde había ido a parar aquel día que faltaba en sus recuerdos?

-No puede ser... los registros de la capilla dentro de la cámara secreta, la...-frunció el ceño ligeramente-la voz que dijo que la capilla guardaba secretos-era la primera vez que hacía mención a aquel recuerdo que no le parecía más que un cabo suelto en su memoria pero en aquel momento le parecía que era sólo parte del ovillo que no sabía que tenía.-¿Se mencionó aquí la capilla cuando, eh, vinimos? La vez que no recordamos-concretó-no, claro, nosotros pasamos por la capilla antes de llegar aquí ¿verdad?-o eso había entendido a Liadan.

Se pasó una mano por el cuello e hizo presión en la nuca.

-Yo aceptaré esa cama-dijo con una mezcla de abatimiento y frustración.

Mor no recordaba haber celebrado el hallazgo de la camara secreta de la capilla, al menos no tanto como para tener todo un dia desaparecido de su memoria. Tampoco mantenia otros sintomas del abuso del alcohol, como la boca pastosa o el tremebundo dolor de cabeza de la resaca. Pero al menos no era el unico afectado por dicho lapsus.

-Si, descansemos. Igual mañana podemos encontrar las respuestas.

Descansáis un rato en la misma sala común, charlando entre vosotros. Al cabo de unas horas veis cómo el jefe de la aldea entra en el salón principal de lo que parece que es su casa, acompañado por Deorn y Kavan. El hombre se acerca a vosotros para presentarse.

- Soy Seymour, el Ansailéir de Varn - se presenta. Curiosamente usa el antiguo título de los clanes, en desuso en la mayoría de Tri-Kazel. A pesar de no estar lejos de Melwan, Varn está más aislada del resto de la civilización por su localización en la montaña, lo que hace que las antiguas tradiciones estén más arraigadas aquí que en el resto de la península. - En breve llegará la gente para decidir qué vamos a hacer en una asamblea, pero antes me gustaría saber si están dispuestos a ir a la Fábrica Magientífica próxima, acompañados por nuestro Demorthén Deorn y algunos guerreros de la zona.

Kavan espera a que termine de hablar el Ansailéir para daros más información.

- Se han visto algunos espías de Reizh en las proximidades de Varn. No parece probable que tengan nada que ver con el ataque a la atalaya, pero son demasiadas coincidencias. Por el rumbo que llevaban, parece que se dirigían a esa fábrica... - explica. - Además, tras estudiar la carta de Harald Torr, Deorn piensa que los estudios de esos magi... Daedemorthys - se corrige mirando al anciano, para usar el término despectivo con el que el demorthén se refiere a los magientíficos - pueden ser los causantes de semejante crecimiento de los feondas o de la criatura que atacase ese lugar.

La confusion de Mor es patente en su cara, parecia que estaban viviendo el inicio del dia que ninguno de ellos recordaba, puesto que el demorthén Deorn ya les habia dicho que habian salido la mañana que no recordaban a esa fabrica.

Miro a la cara de los demas componentes de su grupo, para ver si ellos tambien tenian esa sensacion o se acordaban de la regañina que les habia propinado el demorthén. 

El tiempo de descanso no aligeró del todo la pesada carga del cansancio y la confusión pero sirvió para entablar un vínculo más cercano entre los componentes del grupo mientras se acomodaban como mejor habían considerado hacer.

Cuando las puertas del edificio se abrieron y el Ansailéir de Varn entró junto a Deorn y Kavan Arven se incorporó con rapidez por una mezcla de alarma y educación cuyo porcentaje no estaba del todo definido. 

¿Ir a la fábrica?

La guerrera clavó la mirada azulada en Kavan en cuanto éste se dispuso a ampliar lo que Seymour había dicho y con sólo escuchar "feondas" Arven decidió su destino sin importar lo extraño acaecido hasta entonces.

-El clan Mac Lyr no me perdonaría si denegase mi espada a quien lo necesita-afirmó solemnemente aunque, una vez dicho eso, sus mejillas se ruborizaron levemente por la vergüenza al percatarse de que aquellas palabras más parecían sacadas de uno de los libros que descansaban bajo su catre que de una guerrera real, carraspeó ligeramente y volvió a hablar intentando no sonar escéptica ni ofendida por la falta de confianza de Deorn  en las consecuencias de lo que estaban haciendo en ese día que faltaba en sus recuerdos-¿el Demorthèn Deorn ha ideado un plan para no regresar de nuevo como hemos regresado nosotros?¿Alguien tiene una solución?

El anciano os observa con gesto severo.

- ¡Por supuesto! Yo iré con vosotros esta vez y me encargaré de mantener a raya cualquier efecto amnésico que pueda tener ese maldito lugar de los Daedmorthys - explica. Se vuelve hacia Seymour y le mira con el típico gesto de "te lo advertí". - Es lo que teníamos que haber hecho en primer lugar. Y, de hecho, si me hubieran hecho caso, habríamos derribado esa fábrica hace años...

El Ansaléir hace caso omisio al último comentario y asiente agradecido a Arven, mirando al resto para ver si secundan la opinión de la guerrera.

La cabeza le dolía. Había estado las últimas horas inentando decidir cual era la situación mas plausible. Había pensado en mil y un escenarios diferentes en los que aquella enigmática paradoja podría exlicarse. Pero algo en su fuero interno hacía que cualquiera de los escenarios tuviese una pega.

Escuchó a los hombres sabios con una mano resteregando sus ojos, hasta que la determinación de la guerra del clan Mac Lyr le sacó un poco de su ensoñamiento. El color en los pómulos de Arven le distrajeron de cualquier otro pensamiento. Y no puro apartar su mirada de la guerrera hasta que esta no advirtió la suya. Entonces simplemente clavo los ojos en el suelo incapaz de de levantarlos. Callado. Absorto. Esperando a que los mayores y los sabios eligiesen el camino.

Ean no las tenía todas consigo, ni mucho menos. La presencia de Deorn no le era especialmente grata, pues lo veía como alguien excesivamente pagado de sí como para que pudiera resultar de utilidad. Así que constituiría otro lastre que arrastrar a un lugar demasiado peligroso. Además, cómo podría impedir la aparición de la amnesia. Cómo conseguir mantener al menos alguna prueba de que habían estado aquí con antelación. Cuando comenzó a escuchar a Arven ya podía imaginar adónde conduciría todo esto. Ean suspiró, preparándose para algo que a su juicio les superaba y que difícil solución parecía tener. ¿Cómo luchar cuando no recuerdas el nombre de tu enemigo?

Miro a mis compañeros y asiento.

- De acuerdo - asiento finalmente. - Supongo que no necesitarán un guía muy específico, puesto que conocen esta región mejor que nadie. Dado que no está Jearon yo únicamente podría ayudar con los problemas normales del camino, pero no conozco todos los atajos de esta zona.

Poco a poco, la sala se va llenando con la gente de la aldea. Hombres y mujeres han abandonado sus puestos de trabajo para acudir a una asamblea que, evidentemente, es de interés prioritario para la seguridad de Varn. El Ansailéir hace un gesto y la gente va ocupando poco a poco su lugar: algunos de los guerreros se sientan en la misma mesa en la que se encuentran Seymour y Deorn, indicándoos que toméis asiento a vuestro lado. Pescadores, leñadores, pastores y agricultores de ambos sexos se colocan un poco más allá, la mayoría de ellos de pie.

La conversación sigue durante un rato en el salón, mientras se discute el número de guerreros que debería ir con vosotros, viejas afrentas de los reizhitas durante la guerra y las fuertes nevadas de las últimas semanas que han dejado las barcas amarradas al muelle alguno de los últimos días.

La damáthair de la aldea se os acerca y os dice que buscará alguien en la aldea que os acoja durante la noche, porque tal y como está el salón del Ansailéir no parece probable que os podáis quedar allí despues. - Sin embargo, sería buena idea que os reuniéseis aquí a primera hora de la mañana - explica. - No creo que Kavan y Deorn quieran salir mucho más tarde.

La mujer se mezcla entre la gente y al cabo de un rato vuelve para deciros que ya ha encontrado dónde os podéis quedar. Desgraciadamente, la única sala de la aldea con capacidad para todos vosotros es esta misma, así que cada uno pasaréis la noche con una familia diferente. Quedáis a primera hora de la mañana y os despedís hasta el día siguiente.