Partida Rol por web

Todos los días de entrenamiento, sus sueños, sus esperanzas para ganar el torneo, sus deseos de una vida mejor... todo ello les había llevado allí, a esa noche.

Johannesburgo terminaba once días de campeonato con una gran apoteosis final. Un evento que en la ciudad se vivía con orgullo, que era seguido en sus pantallas por todos aquellos que no podían estar allí. Una noche especial, en la que muchas discotecas y locales de sokkie se llenaban en una orgía de baile, después de que la pareja ganadora alzara orgullosa el trofeo que era símbolo de su éxito.

Situada en la exclusiva zona del Parque Kruger, The Sky Lounge era local de ocio más moderno, glamuroso y caro de Joburgo. Hoy se había llenado, no solo con el público asistente, que había pagado una cara entrada, si no por dignatarios locales y miembros del patriciado urbano, la jet set o los VIP de aquella joya africana, la segunda ciudad del NGT. Algunas estrellas invitadas del cine, los ezines o el mundo del porno, decoraban las mesa y bebían combinados mientras atraían la atención de la prensa del corazón.

El lugar era una pasada. Aparte de que todas las instalaciones tenían un diseño super ergonómico y futurista (incluso para sus estándares), el suelo, las paredes y los muebles estaban realizadas en un polímero inteligente similar al de la ropa condicional, que podía cambiar su diseño exterior en tiempo real con juegos de luz o proyectando cualquier tipo de imagen o patrón. Los bailes iban a ser ciertamente espectaculares.

Los finalistas acudieron al lugar en un transporte VIP con módulo-A, o sea, volando en cómodas y caras limusinas en las que no faltaba de nada. Les invitaron a cenar, más bien una suerte de copa de espera con canapés y pequeños platos para vigilar que no pasaban hambre, pero evitando que se atiborraran justo antes de competir.

Fue en éste "lounge" contiguo a la sala de baile donde se codearon con los famosos y los VIP, muchos de los cuales se acercaron a decirles un par de tonterías, sonreír e interesarse por ellos. Se suponía que hoy los famosos, los héroes, eran ellos.

Faltaba, no obstante, alguien notable por llegar. En realidad, en el lugar era toda una celebridad. O mejor dicho, alguien mucho más importante que una celebridad. Después del presidente del Nuevo Gobierno Terrestre, los dos hombres más poderosos del mundo eran, sin duda alguna, los presidentes de las dos grandes corporaciones que habían definido la nueva era en la cual vivían: Ashcroft y Chrysalis. Y siendo Johannesburgo la sede central de la segunda, era de esperar que fuera el segundo el que se personara allí.

¿De esperar? En realidad, aquel hombre tenía una fama siniestra. Era una figura muy poco mediática, aunque sabían que tenía un gran poder político y económico. Pero era uno de esos poderes "a la antigua usanza". Un poder detrás del poder. El hombre que realmente manejaba todos los hilos y decidía, mediante lobbies y grupos de presión, lo que iba a ser el presente y el futuro, mucho más que cualquier político.

Por eso, cuando unos guardaespaldas altos y trajeados se acercaron a ellos, todas las cámaras y flashes se giraron hacia el hombre que había detrás. El Director, como era conocido por sus trabajadores, había salido de su torre de marfil expresamente para verles. Para disfrutar de la final. En su inconsciencia, se sentían halagados. Realmente, deberían estar aterrorizados. Para todos aquellos miembros de la Sociedad Arcana, que habían dado su vida luchando contra los monstruosos dohanoides, los cambiaformas arcanos que formaban la guardia personal de El Director, tenerle allí habría sido ofensivo, como poco. Los auténticos sabios, los que cabalgaban a través del críptico mundo de los sueños o eran capaces de comprender los entresijos de la magia arcana, conocían su auténtico nombre.

El hombre de mil caras estaba allí. Y si él estaba allí, la atención de todos los primigenios, de los dioses exteriores y las razas mortales, estaba fijada allí. Nada malo había de pasarles mientras tanto, al menos no hasta que el baile terminara. Nadie, ni siquiera el mismísimo Gran Cthulhu, se atrevía a molestar al mensajero del rugiente caos nuclear cuando estaba deleitándose en uno de sus pasatiempos...

Finalmente, el hombre apareció entre los periodistas. Contestó a unas breves preguntas, y sin necesidad de hacer gesto alguno, sus guardaespaldas se encargaron de mantener a los periodistas alejados para que tuvieran la suficiente intimidad.

Se acercó a ellos, que estaban en un reservado de la zona VIP, y sin atender a las miradas de extrañeza ni a posibles curiosos, se detuvo justo frente a la mesa, con las manos metidas en los bolsillos. No se sentó, pero si sonrió de una forma un tanto inquietante tras aquellos ojos azules que eran hipnóticamente profundos, insondables como el mar. Su mirada "quemaba" en el alma, su presencia se sentía como la de un oscuro gigante que tapaba el aire, que engullía todo a su alrededor. Era una sensación inquietante, que solo podía traducirse con las palabras "poder" y "miedo".

-Habéis llegado a la final. Felicidades.

Sacó una mano del bolsillo, la derecha, y les señaló con ella, solo un momento.

-Sabía que lo lograríais. Mis colegas tenían sus dudas, pero yo estaba seguro de que la final sería cosa vuestra.

Se mesó la barba con esa misma mano, sin perder la sonrisa. Era la misma, exactamente la misma sonrisa que tenía el Hombre Ciego que se les había aparecido hacía una semana, físicamente o en sueños. Por su sonrisa los reconoceréis.

-Tenemos un trato, recordadlo, por que recuerdo bien lo que me dijisteis. Las dudas de Phillipe sobre su futuro, si debe ser militar o no. La casa y los gemelos que pidió Dora. Jason pidió algo a lo que aferrarse, algo que le llenara, y Coljay pidió muchas cosas interesantes: que todos sean felices, saber quien soy yo y "mis amigos", ser millonarios... e incluso la paz mundial.

Amplió su sonrisa un instante.

-Quizá no son los mejores deseos que podíais pedir, o los más astutos, pero son vuestros deseos y el trato sigue en pie. Ganad el torneo y vuestros deseos se harán realidad. Pero solo los de la pareja ganadora... a mí solo me gustan los triunfadores.

Miró un momento hacia atrás, a la pista de baile que les esperaba.

-Se han hecho otras apuestas ésta noche. Tenéis enemigos, contrincantes poderosos. Si alguna de las otras tres parejas gana el concurso... posiblemente no os guste el resultado. Ni a título personal ni... a nivel de pueblo, de raza.

Esas palabras eran enigmáticamente escalofriantes.

-Si por el contrario una de vuestras tres parejas se lleva el trofeo... Bueno. Las cosas pueden ir mucho mejor para la humanidad en el futuro. O al menos, no serán tan negras como hasta ahora lo habían sido.

¿Estaban colocando el destino de toda la humanidad, la suerte de toda la guerra, sobre sus hombros? Esperaban que fuera una broma, pero aquello no parecía una puta broma. Todos se quedaron callados, al menos de momento. Algunos se miraban entre si, y otros solo podían mirarle a él.

-Os estaré viendo desde mi asiento y os deseo suerte. Sois mis favoritos, mis paladines. Ganad para mi ésta noche y vuestros deseos se harán realidad.

Se le acababa el tiempo, tanto a él como a ellos. Así que dejó que dijeran algo, si es que se atrevían, para volver a su inescrutable fachada de emperador en su torre de marfil.

No le había contado nada sobre el hombre ciego a Kryss,  así que suponía que no entendería en toda su dimensión las palabras de este hombre... Aunque ahora al menos sabía lo que se jugaban. Al menos, cuatro de ellos. Aunque siendo quien era, tambien podía ser una mentira. Ahora mismo le daba igual.

-Kryss y yo bailaremos sí. Y trataremos de ganar. Pero yo, al menos, no lo haré por mis deseos, o por miedo, o por la humanidad, ni siquiera para ti, no... Bailaré por Kryss. Bailaré para mí mismo. Bailaré para el público. Es decir, pretendo bailar por el baile, por el arte. No se merece menos la final, ganemos o perdamos.

Se sorrojó un poco después de decir eso. Quizás se había apsado de épica, pero por aguna razón, sintió que era exactamente eso lo que tenía que decir. El sokkie se había convertido en algo más, no solo un hobbie o una oportunidad. Y más junto a Kryss. De alguna manera, el sokkie y su relación eran uno. Y eso era bello.

Dora estaba ansiosa, ya no se podía decir que nerviosa porque no era así desde que había entendido que quería disfrutar de aquel momento y no sufrirlo. Iba disfrutando de todo cuanto acontecía a su alrededor, de ir de la mano de aquel hombre que le hacía feliz en más de un sentido, ella era así, había conseguido lo que quería que era estar ahí con él aunque antes no lo hubiera sabido y estaba bien o al menos así lo parecía. Había celebridades y el lugar era espectacular, aunque no se dejaba deslumbrar del todo porque entendía que muchos de aquellos tenían vidas vacías aunque no se podía decir que aburridas. No fue sino hasta que apareció aquel hombre que Dora cambió de actitud, realmente había querido olvidar lo que había soñado pero en cuanto apareció, esa sensación de no ser, de no estar, de hundirse sin saber cómo a pesar de tener tierra bajo los pies volvió a ella.

-Pero si es él...-pensó.

La pelirroja, que estaba junto a Lambert se estremeció y sintió un escalofrío que le recorrió la columna y las manos se le helaron sin poder controlarlo. Lo miraba pero al mismo tiempo lo único que quería era correr de allí y poner tierra de por medio; fue sólo hasta ese momento que comprendió por qué se había sentido así durante aquel sueño. No le gustó en absoluto que revelara su sueño o el de los otros inclusive pero evidentemente si lo dijera, a aquel hombre asqueado de poder poco le iba a importar. Entonces, cómo si se hubieran liberado de él mientras les decía que ellos eran sus favoritos dijo algo que dejó a Dora desconcertada e imaginaba que a los otros también: ¿por qué dejarían en sus pasos de baile el futuro de la humanidad o de lo que fuera? Ella negó suavemente con la cabeza porque además, no se los habían dicho antes.

Aquello sólo podía significar que habían jugado con ellos vil y llanamente, no encontraba otra manera de llamar a eso que hacían con ellos como si fueran conejillos de Indias. Pero a pesar del enojo que sentía por toda la situación, Dora no quería llamar de más la atención, no en ese aspecto al menos y fue entonces cuando escuchó a su compañero soltar aquel discurso como si estuviera hablando con cualquier hijo de vecino. O era muy valiente o muy estúpido, ella no lo sabía pero imaginaba que a alguien como aquel hombre que había ido casi a amenazarlos amablemente, no le iba a gustar en absoluto. Esperaba que el otro no se diera cuenta o que estuviera de tan buen humor que no se lo tomara a mal a Marquand, esperaba. Sujetó la mano de Lambert con suavidad y esperó a que él se fuera.

Había llegado el día de la final, y Jason cada vez estaba más estresado. Siendo antes un simple pasatiempo, el sokkie había llegado a ser algo tan importante para su vida que podría decidir su futuro. No solamente ganar o perder el concurso, sino también marcar cómo sería su vida en adelante. Aún tenía a Emily a su lado, aquella chica inocente que había conocido en un club un día como cualquier otro, pero ella había madurado, cambiado. Él no. Seguía siendo el mismo de antes, o al menos eso le parecía a él.

Y no le gustaba nada este ambiente.

Gente por todas partes, toda la atención fijada en él y los demás australianos. Se sentía como un ratón enjaulado y no podía dejar de pensar en el baile que tendría que hacer después. ¿Estaría a la altura? ¿Le importaba realmente el concurso? ¿Qué haría si ganaba? ¿Qué implicaría una derrota?

Por suerte o por desgracia, llegó el hombre que tenía las respuestas a esas preguntas. Se presentó un tipo que, por lo visto, era importantísimo. Jason no estaba seguro de quién era y arqueó una ceja cuando se acercó rodeado de guardaespaldas y periodistas que intentaban sonsacarle algunas palabras. Pero entonces, después de felicitarlos, sonrió, y esa sonrisa fue lo que necesitaba para reconocerlo.

Jason se quedó mudo. Escuchó lo que decía el hombre misterioso, pero a la vez no quería oír nada. Sus crípticos mensajes sólo lo confundían y le daban miedo. Miedo de verdad. ¿La humanidad dependía del resultado del concurso? ¿Eso iba en serio? ¿De qué demonios hablaba? Se sintió pequeño y vulnerable al lado de ese hombre y se sorprendió mucho al ver que Marquand hablaba de esa forma. Jason dudó sobre su cordura, pero no se atrevió a decir nada, ni siquiera uno de sus comentarios sarcásticos. Se secó el sudor de la frente e intentó volver a respirar con normalidad.

El dios con piel humana sonrió por el comentario de Phillipe, un comentario "muy humano", y se marchó hasta el palco VIP. La organización del torneo indicó a las parejas que se prepararan para la emisión en directo. Fuera zapatos, pies bien empolvados y preparados en la zona cercana a la pista de baile, donde las cámaras irían captando sus diferentes reacciones.

Ésta vez, el jurado era numeroso. Todos los jueces de las eliminatorias y semifinales, que formaban un equipo de ocho personas, supervisados por el presidente y vicepresidente de la asociación internacional de sokkie federado, que vigilarían que las deliberaciones se harían con total transparencia y no se cometía ningún tipo de ilegalidad o favoritismo durante el torneo.

El marcador estaba vacío, y la emisión del último programa del torneo en el canal Archology a punto de comenzar. Junto a ellos, los finalistas, los mejores del mundo, que se disputarían el glorioso primer puesto y los premios de consolación para el segundo y el tercero. Sin embargo, pudieron ver en sus miradas el desafío. Allí había cosas en juego, cosas mucho mejores (o peores) que un premio en metálico. Algo se cocía entre las bambalinas cósmicas, pues aún los dioses de las estrellas y las razas servidoras cesaron su actividad, apuntando sus miradas hacia la Tierra, donde iba a decidirse el destino del Evo Extraño.

Nyarlathotep sintió un escalofrío, aún bajo el avatar de "El Director", y compartió una mirada de inquietud con el avatar de Cthulhu. Azathoth estaba comenzando a revolverse. El burbujeante caos nuclear, en el centro mismo de la creación, dejaba de bailar el son de las flautas que su supuesto siervo, el taimado Nyarlathotep, había dispuesto en los primeros eones para mantenerle sedente, idiotizado. Los dioses comenzaban a tener miedo, pero no iban a detener aquel baile. Habían apostado fuerte por él, y ahora la emoción no hacía si no dar más espectacularidad a lo que allí iba a suceder. El destino de todos estaría en manos de unos humanos que usarían como herramienta el poder más fundamental, el germen mismo de la creación del universo: el baile.

Tras la entradilla de promoción del torneo y el video recopilatorio que daba inicio a la programación del torneo, la música cesó y Gaius estaba elegantemente sentado en un sofá, disfrutando de una copa, cuando las luces se encendieron.

-Señoras y señores. Espero que estén preparados. Ésta noche, las estrellas se van a alinean... por que los mejores bailarines del planeta se van a enfrentar en duelo singular. Ésta noche es el todo por el todo. La gloria de la victoria o las lágrimas de la derrota.

Señaló a la cámara.

-Preparen sus pupilas, acomoden sus tímpanos. Por que ésta noche van a disfrutar de... -hizo un gesto con los dedos, alzando su mirada al cielo- La gran final...

Hubo algunos aplausos y él sonrió.

-Éstamos en The Sky Lounge, Johannesburgo, y están viendo... Dance!

La rubia se había teñido para la gran final. Su modelito era el más provocativo hasta la fecha, el más femenino. Había que echar toda la carne en el asador para una final como aquella. Sonrió durante los aplausos, mirando a la cámara.

-Buenas noches y bienvenidos a la gran final. Hoy podrán disfrutar de las que posiblemente serán las mejores actuaciones de éste torneo, a cargo de parejas tan señeras como los bicampeones Dreyer y Venter, o las nuevas promesas del equipo australiano.

Aprovechó para hacer un recordatorio de las normas del torneo, así como para comentar las repeticiones de algunos de los mejores bailes de las parejas que iban a competir. Mientras, Dora y Lambert se preparaban para ser la primera pareja que iba a bailar aquella noche. Los nervios estaban a flor de piel.

-Sin más, les dejamos con el primer baile de la noche. Los australianos Dora Maxwell y Lambert Walker...

Allí estaban, en la misma final, vistiendo sus mejores galas y preparados para presentar su mejor número. Pasara lo que pasara, ellos ya eran ganadores, pues se habían ganado el uno al otro. Habían obtenido el mejor premio posible, que era conocerse, enamorarse. Sus vidas, hasta entonces monótonas, plagadas de pequeños y grandes problemas, parecían ahora el preludio de una fascinante aventura juntos.

En el camerino, mientras se estaban cambiando, la besó. De hecho, había preparado algo para el final de aquel baile, y lo tenía metido en el bolsillo del pantalón. Le dijo que la amaba, que pasara lo que pasara, él ya era un campeón. Ella estaba algo nerviosa, pero intentó no emocionarse demasiado, no arruinar el maquillaje con lágrimas.

Llegó el gran momento. Estaban en la pista de baile, frente a frente, preparados para dar lo mejor de si. Cerró los ojos, concentrándose, y siguió los pasos cuando la música comenzó a sonar.

Estaba lista porque estaba con él, en otro momento se habría sentido cursi y ridícula pero ella misma había cambiado o la situación con él la había cambiado así que correspondió al beso de Lambert con tal intensidad y bueno, bastante habían estado aguantando ambos con tal de ensayar, así que no era cualquier beso. Segura estaba que habían elegido una buena canción, que todo saldría bien quedaran en el lugar que quedaran aunque una parte de ella, algo escondida, deseaba obtener un buen lugar. Había empezado a olvidarse de todo lo que les rodeaba, escuchaba a los presentadores, a la gente, las músicas de introducción, todo era una fiesta y había tal algarabía en el ambiente. También había elegido la ropa adecuada y se quitó los zapatos junto a él sujeta de su mano, sonriendo y saludando al público, a las cámaras, posiblemente más relajada que todas las otras veces. Su vestido brillaba con las luces, se veían bien juntos y ella disfrutaba mucho eso. Eran los primeros y aunque eso le restaría emoción a toda la situación, también era verdad que así estarían libres para recuperar el tiempo perdido por ensayar así que eso la animaba en cierto modo. La música comenzó a sonar, las piernas a danzas sintiendo los acordes fluyendo por su cuerpo, la gracia de Dora parecía estar intacta aunque quizás estaba un poco desconcentrada al principio, luego todo fue más fluido, cogieron ritmo, él la sujetó, la levantó como a una hoja, eran buenos juntos realmente y se notaba la atracción entre ambos.

Terminaron con más energía de la que empezaron y sonreían felices, si lo habían hecho bien o mal realmente no lo sabían en ese momento pero lo que sí sabían era que lo habían hecho con toda la actitud y que lo habían disfrutado aún más.

Era la final y, como tal, los presentadores tenían mucha cautela con no caer en el típico lenguaje denigrante o las pullas. Allí había ya sentimientos nacionales y egos de altos dignatarios que podían verse ofendidos si se reían de sus "paladines", y eso era algo similar a lo que sucedía hacia más de cien años en aquel otro festival llamado "Eurovisión".

Las deliberaciones de los jueces tardaban más, y las notas eran más altas. Tras varias años de esperpénticas notas con decimales del 9, se había decidido hacía un par de ediciones que se endurecían mucho más los criterios para notas altas en la final. En realidad, en esas dos ediciones anteriores habían ganado notas cercanas al ocho, y se decía que era casi imposible llegar al 9 y, ni mucho menos, al 10.

Pero aquella mágica noche, todo podía suceder. Así que tras las deliberaciones pertinentes, la nota apareció en el marcador. 8,5. Esa era la nota con la que Dreyer y Venter habían ganado la edición anterior, así que levantar el trofeo era una posibilidad para aquella pareja. Hubo aplausos y una pequeña cuña publicitaria antes de volver a la emisión, en la que las cámaras en directo mostraban también a la gente que veía el campeonato en pantallas dispuestas en lugares emblemáticos de las ciudades de origen de los participantes, donde se seguía el evento con interés.

Aplaudió con una gran sonrisa. La exhibición de baile había sido más que notable, pero al ser los primeros era difícil de calibrar el nivel. Si la noche daría para bailes mucho mejores, o se quedarían con el puesto más alto en la tabla clasificatoria. Por eso, quien iniciaba una final de torneo con el baile de apertura tenía la presión añadida de no saber si iba a ganar hasta que la última pareja no hiciera su número.

-Gracias a Dora y Lambert por éste baile. Enérgico, pasional, entregado al 100%. Auténtica pureza sokkie.

El ángulo cambió para enfocar a la pareja que iba a salir ahora a la pista de baile. Tras una cuña publicitaria larga, llegó el que debía ser el "plato fuerte".

-Y ahora, los actuales campeones, dispuestos a revalidar el título. ¡Dreyer y Venter!

El público les aplaudió y las luces cambiaron. El baile estaba a punto de comenzar.

Estaba claro que iban a reventar la pista. O al menos, eso era la intención. El suyo era un tema de sokkie de rabiosa actualidad, que había entrado en las listas del TOP 10 y recibido algunos premios. Un tema enérgico, juvenil y desenfadado que hablaba (en afrikaans) del amor a primera vista.

Demostró de lo que estaba hecho con buena coordinación, acrobacias a altura del resto de los participantes y una masculinidad que podía compararse a la de Lambert durante la primera canción. La gran pregunta ahora era: ¿Obtendrían mayor nota que ellos?

El mito se iba a romper. Aunque ágil como un gato y flexible como una palmera, su baile estuvo sin duda a la altura del torneo, pero no de la final. De los dos, Kyla solía ser la más espectacular, la más sensual. Pero en aquella noche fatídica, y a pesar de las promesas del avatar del gran Cthulhu, sus campeones estaban dejando escapar el trofeo.

En un plano más mundano, los jueces se sintieron también decepcionados por ésta actuación. Fue correcta, incluso notable, pero no llegó ni por asomo al nivel demostrado por ellos mismos en la edición anterior.

Se revolvió el pelo teñido de púrpura, incrédulo. El jurado tardó un poco en deliberar, pero a pesar de que subieron un poco su nota para que no resultara vergonzante, el resultado fue una decepción para todos. ¡Un 7,1! Después de eso, seguramente se retirarían. Y si no lo hacían, tendrían que mejorar muchísimo para volver a alzarse con el trofeo.

-La suerte del baile, damas y caballeros, es una amante esquiva. Lo que los dioses te dan, pueden luego quitártelo. Un aplauso, no obstante, para los ex-campeones.

Hubo un aplauso y muestras de cariño para ambos. Estaba claro que no iban a llevarse el primer puesto, y estaba todavía por ver si alguno de consolación. Kyla lloraba, consciente de que tenía gran parte de la culpa, mientras su compañero de baile la abrazaba, aunque no fueran pareja real, consolándola con un gesto caballeroso.

Las cámaras la captaron compartiendo unas palabras en su afrikaans natal con la última pareja. Unas palabras de agradecimiento y ánimo. Luego se giró hacia la cámara con el micrófono en la mano y componiendo una sonrisa. El show debía continuar y todavía podían disfrutar de excelentes bailes aquella noche.

-Ganar o perder, pero siempre con elegancia y deportividad. No lloren, por que ésta noche reserva todavía grandes alegrías. Ahora, una de las parejas más esperadas de ésta noche, que han brillado con luz propia desde el inicio del torneo. Nos referimos, como no, a Marquand y Lamm...

Ella había escuchado lo que aquel tipo había dicho. El tipo raro que supuestamente era nada menos que el presidente de la corporación Chrysalis. Por eso, había estado reflexionando antes de salir a la pista de baile. Reflexionando sobre el hecho de haber notado a Phil algo preocupado con algo que no le había contado, pero que ahora quedaba más o menos claro. Aquello olía, de hecho apestaba, a un rollo muy chungo. Olía a que gente poderosa había apostado con gente como ellos, y que a Phil no le terminaba de gustar el asunto, como a ella tampoco le gustaba.

Pero se había quedado con el cante de lo que él había preguntado a aquel hombre. Su "trato". Lo de las dudas sobre su futuro. Imaginaba que ella entraba en aquella ecuación, así que cuando estaban preparándose, mientras las demás parejas actuaban, ella lo llevó a un aparte y le dijo ésto.

-Mira... Se que tienes un montón de dudas sobre tu futuro, y es normal. Te vas a operar de los ojos y podrás acceder a más cosas que antes no podías ni soñar... Pero hay algo muy importante que te tengo que decir y ese algo es...

Apoyó una mano en su pecho. A pesar de su actitud de tía echada para alante, él sabía que detrás había una chica emocional. Muy emocional.

-Te quiero.

Parpadeó. Se lo había dicho ya varias veces, pero no de esa manera. No con tanta contundencia.

-No se si te has dado cuenta de que he decidido que seas mi novio, y me haces muy feliz. Yo te quiero a ti, tal y como eres. Y no me importa que te hagas militar, o que vaya a dar por ser... lo que sea que quieras ser. Siempre y cuando me tengas a tu lado. Por que yo estaré a tu lado, aunque nos tengamos que mudar a otra arcología, aunque tenga que cambiar mi vida, mi trabajo...

Respiró hondo, al borde de las lágrimas.

-No tengas dudas, ¿Vale? Quiero que bailes... por mi, por nosotros. No por una promesa de un tío raro. Pase lo que pase, ya me tienes en tu vida, y me tendrás todo lo que quieras.

No pudo más, le besó. Le besó con tanta pasión que corrió el riesgo de mancharle con su lápiz de labios. En ese momento, la pareja Dreyer y Venter salían de la pista de baile.

-¿Sabes que eres mi héroe? -le susurró- Me da igual lo que piensen los demás. Lo eres. Y ahora... ahora tenemos que salir ahí y dejarles a todos con un palmo de narices, bailando. ¿Vale?

Apretó su mano con la suya y con una sonrisa, se encaminó con él a la pista de baile. Todas las miradas estaban posadas en ellos. Debían hacer algo más que bailar. Debían... volar.

Sonrió a Kryss. Él sentía lo mismo. Sabía que Kryss se sentía así, pero escucharlo de viva voz siempre era bueno. Así que simplemente le dijo:

-Vale, vamos allá.

Al salir a la pista de baile, consiguió expulsar las dudas y los malos presentimientos a un lado. Sólo se trataba de bailar. Pero bailaría para Kryss y solo para Kryss. En este momento, el futuro parecía muy lejano. A pesar de que estaban siendo observados por millones de seres, probablemente por muchos no precisamente humanos, sintió que ambos estaban solos. De alguna manera, sentía el baile de hoy como algo privado, para ellos.

Ya no se trataba de ganar o perder, ni del destino del mundo. Incluso de lguna forma, las dudas en el deseo que había pedido se disiparon. No lo necesitaba ya. Le daba igual todo: su destino, la guerra, la familia... Sólo estaban él y Kryss.

Así que, cuando subió el telón y se encendieron los focos, simplemente bailaron.

El momento de la verdad había llegado. Aquello había sido una carrera de fondo, pero incluso con todo el entrenamiento y las ganas que le pusieron, la suerte era también un factor importante.

El baile fue enérgico, grácil, pero Phillipe fue perdiendo el paso. Al principio no era un problema grave, y se suplía prestando un poco más de atención. El problema grave vino luego, cuando fruto de esa descoordinación olvidó que debía cogerla para ayudarla a hacer una acrobacia. Solo la flexibilidad de Kris evitó que sufriera un accidente. Pero el episodio resultó ciertamente inapropiado, casi ortopédico, y aunque no habían bailado mal, el baremo en aquella final era alto... demasiado alto.

El jurado no perdonó. 6,8. Por debajo del siete. Tercera nota de la noche y, quedaba claro, el título se les iba a escapar. Posiblemente, incluso el tercer puesto.

Parecía que se despedían de todo aquello. Pero no pasaba nada. Tal y como le había dicho antes, tenían dinero suficiente como para tomar las riendas de su vida. Había sido, empero, una magnífica experiencia. Inolvidable, para contar a los nietos. Por si los dioses querían... ella aspiraba a tenerlos con aquel hombre.

Le abrazó por detrás cuando salió la nota, apretando sus manos. En ese momento, las gafas biónicas de Phil le vinieron muy bien, para que nadie viera sus ojos llorosos.

-No pasa nada. Lo hemos intentado. ¿Mmm? Había que hacerlo.