Partida Rol por web

Vaya puntería tenía el Zeki, por desgracia la suerte no les duró mucho. Les habían tocado los cojones e iban a por ellos a saco.
"Adios" pensó convencida de que la palmaban allí mismo, en menos de dos minutos. No podía salir como había hecho antes por culpa del tiroteo. Miró alredesor a sus compañeros cuando apareció el séptimo de caballería, como en las pelis, en el momento justo.
Se le saltaron las lágrimas al escuchar a García -Recibido- respondió por radio simplemente -¡¡Avanzadilla, retrocedan!!-.

Palmeó el hombro del chino -Vamos que nos vamos Wang, tira para atrás, los demás a escupir fuego- retomó el arma, tenía el pulso acelerado y temblón, pero eso no le impidió cargarse aunque fuera solo a un par

Aquello era la puta guerra. O al menos, lo fue durante un momento. Una experiencia que contar a los nietos, sin duda alguna. El ejército español se dedicaba a una de sus mejores especialidades, atestiguada por más de 200 años de historia: matar a otros españoles. Y sin embargo aquello no llegaba a ser una guerra civil, por que no se enfrentaban personas normales contra personas normales. O al menos eso creían ellos, y opinarían los sociólogos. La propia dualidad maniquiesta del bien contra el mal. Blablabla. Seguro que los americanos no se comían tanto la cabeza y luego volvían a la base a comerse un whopper y hablar con la mujer por el skype.

El caso es que caían chuzos de punta, como solía decirse. Pronto a los cañonazos se sumaron proyectiles de mortero, misiles lanzados desde los aviones, misiles tierra/aire que trataban de follarse a dichos aviones, proyectiles de uranio empobrecido del cañón del leopard. Vamos, una fieshta de cojones. Y balas, claro. Balas de diferentes calibres y trayectorias silbando por doquier.

Que batalla con más cojones, la vín. Y aún podrían haberlos agachado a hostias y tiros, aunque sumando muertos en su propia cuenta. Pero entonces llegó la guerra moderna. La del siglo XXI. Y un zumbido siniestro presagió la caída del misil tomahawk sobre el Castillo de la Calahorra.

Madre del amor hermoso y del pompillo. Bastó un impacto. Un impacto de lleno. Y el Castillo se fue a tomar por el culo. La tierra tembló, y volaron trozos de mampostería, ladrillo y todo el relleno del castillo, a cien metros a la redonda, y más allá. Acto seguido cayó otro misil en el mismo sitio, y si el primero no dejó más que el arranque de los muros y los cimientos, el segundo cavó un hoyo en el suelo de diez metros de profundidad, convirtiendo el castillo en un cráter lunar.

Luego cayeron las bombas de racimo sobre el enemigo que avanzaba, apiñado, concentrado. Parecía la ira de Dios. Lo que cayó allí no era ni normal. Cerraron escotillas, se agacharon en los asientos y esperaron a que pasara el chaparrón. A tres metros de ellos cayó algo muy tocho, que hizo temblar al uro y casi lo vuelca. Pero volvió a la misma posición, tras caer a plomo al suelo. PLANC.

Cuando se disipó un poco la humareda vieron que tenían delante los restos de la torre de un centauro, que había volado unos cientos de metros por la violencia de la explosión. Se hizo el silencio, solo roto por la radio, que pedía confirmación de bajas propias. Uno a uno, los vehículos fueron contestando a la radio. El polvo se fue disipando, y ahora caía una ligera llovizna. Era la nieve fundida por las explosiones, que como agua caliente bajaba de nuevo al suelo. La llovizna disipó gran parte de la nube de humo y tierra, y les permitió ver el paisaje apocalíptico. Amasijos retorcidos y humeantes de blindados en toda la llanura, cadáveres carbonizados y otros todavía desorientados y agonizantes.

Los soldados aguardaron instrucciones, conmovidos por el paisaje de destrucción. Entonces vieron como los negros se bajaban de su 4x4 con máscaras antigás puestas, machetes en una mano y pistolas en su cartuchera. Y caminaban tranquilamente hacia los que todavía coleaban para rematarles a machetazos en la cabeza y disparos de pistola.

Al otro lado del repecho sobre el que se alzaba el castillo se escuchaban disparos esporádicos. Serían los legionarios de la Alpujarra, rematando a los suyos.

Ante el silbido sacó la cámara, las tomas serían una mierda por que no paraban de zarandearse por las irregularidades del terreno y los impactos a su alrededor, pero mejor que nada era. La dejó sobre el salpicadero -¡CUBRIOS!- se les venía encima un meneo bueno, se puso en posición fetal, protegiendose la cabeza con los brazos.
La tierra tembló ensordeciendoles.

Tardaron un rato en desengarrotarse, casi no se veía, el aire picaba por el polvo, toses dentro del vehículo, de chiripa no había salido haciendo trompos. Mari Cruz palmeó el suelo, reencontró la cámara en intentó ver a su alrededor a través del objetivo. Distinguió la torreta que casi los hace puré -Eh! ¿Estais bien?- palmeaba en torno a ella, pues ya que no se veía bien al menos palparía si reaccionaban sus compañeros. Sonó la radio. Le costó encontrar el comunicador, tosió -Aquí mamá Baños, creo que estamos bien... informe...- empezó a caer una llovizna que disipó poco a poco la tierra en suspensión. Se rascó los ojos, pudo ver su arma, volvió a toser reincorporandose. De una patada abrió su puerta, quería echar un vistazo al exterior.

La teniente abrió la puerta y el Jose Luis asomó el hocico.

-¡Lavín compae!

Qué terrible y hermoso paisaje ...menúo cipote, Selui... qué pasada... qué... qué... GUAPO TÓH... y loh negroh rematando... tú quiere, Selui, no lo niegue... linterrogatorio delotro día te supo a poco ¿verdá?... mu rápido y mu fási...

-Teniente... hay que asegurase que el Cheri éh carne picá.

Tanto peligro y riesgos. Mierda de mundo. Pensó en sus responsabilidades, recordó Segovia. ...con tuh propia mano, Selui... lo que haga farta...

Creo que vivió aquello como una pequeña enajenación. Un delirio donde solo existia una sed de sangre y ganas de mandarlos a tomar por culo. "Matáh, matáh, matah" Era lo que resonaba en mi cabeza...Que hace ya un rato se  olvidó del esfinter flojo. Para cuando me di cuenta, aquello se había convertido en silencio mortal y una paisaje de fondo que ni sacao de una puta película. Al menos yo solo lo había visto en películas. Claro que en las pelis no notas este olorcido a muerte, a cosa carbonizá, el olorcillo a puta guerra...

- Copón...- al igual que mis compañeros, abrí la puerta y bajé. Como no me fiaba aun del tó, por si los tiros no eran amigos, me refugié un poco enl a cobertura de la puerta. Pero a mi no me importaba ir a rematar. Esos hijoputas hubieran hecho lo mismo con nosotros, y después hubiran ido a violar a nuestras mujeres, y mandar a la mierda todo por lo que hemos luchao. A mamarla.

Aquella llanura olía a... victoria.

Y la victoria no es nada más que tripas, carne churruscada, plástico fundiéndose, mierda y sangre esturreada por doquier. Y quien la vió, lo sabe. Recorrieron la explanada, examinando los vehículos en busca de supervivientes. Supervivientes a los que rematar.

De vez en cuando sonaban unos disparos o un grito de horror seguido de un chas chas de algún arma blanca. Fue así como llegaron a las faldas del castillo, viendo los restos del cañón que habían usado contra ellos, y varios cadáveres calcinados. Uno de los cuerpos todavía se movía, así que le pusieron la pierna encima.

-¿Donde está el Sheriff? -preguntó Paco.

-Estaba... en el castillo... -dijo churrascoman.

Entonces le remató por compasión, con un escopetazo en la cabeza. La especialidad de Paco. Y se hizo el silencio en la llanura, tan solo roto por el ruido de los vehículos de su bando. Uno de los cuales se acercó, era un todoterreno Aníbal, en el que estaba montado el general, conduciendo la teniente "sin alma" (como la apodaba Mari Cruz).

El general se quitó las gafas de sol. No hubo saludo, ni falta que hacía. Aquellas chorradas no pasaban la criba del combate. Eran más bien un mecanismo de cuartel para mantener la disciplina.

-Felicidades. Hemos logrado una gran victoria. Lamentablemente, al coste de unas cuantas bajas propias. Buen trabajo.

Les miró un momento, considerando su aspecto y el lugar donde estaban. Un apollardado se arrastraba hacia el grupo, y él sacó una pistola de la sobaquera y le pegó un tiro en la cabeza, guardándosela luego en en el mismo sitio de antes.

-Todavía nos espera trabajo, pero ya se andará. Es preciso dejar el país como las raspas, y asegurar las fronteras, terrestres y marítimas. Pero ya podemos concentrarnos en esas cosas, sin preocuparnos de éstos hijos de perra.

Sonrió. El vehículo iba a reanudar su movimiento. Pero antes de irse le dijo algo.

-Por cierto. Felicidades por su ascenso, capitana Castaño. La provincia de Jaén ahora es cosa suya.

Jose Luis se cuadró ante la capitana. ...no sube ná la Maricrú, lavín!...

-Norabuena, capitana Castaño. Malegro por usté, se lo merese -fue sincero, y luego le tendió la mano-. Usté dirá ahora qué toca.

La virgen con la Mari Cru. El Cagaprisas se cuadra, pero a mi esas cosas militares no me van. Tampoco tengo rango de esos, ni falta que hace.

- Ea, Mari Cru. Muncha felisidadeh - le digo, con un asentimiento.

Si el Cheri estaba en el castillo, entonces estaba claro que se había ido a tomar por culo. Con que nos iban a aplastar con un dedo ¿eh? 

Se sacó su eterna petaca del bolsillo interior del abrigo de cuero. Le ofreció a la capitana la primera.

-Pase lo que pase ya tenemo algo que celebrá. Tome, su primé brindih. Ron Montero Gran Reserva. Motrileño, granaíno. Calidá. Como usté, jefa. Y pa calentá el estógamo que el día tá frío.

Al final ni eso fue la guerra ni hubo gloria alguna. En un abrir y cerrar de ojos todo se había resuelto, alguien pulsó un botón a tomar por culo de kilómetros y miles de personas desaparecieron del mapa… medita sobre eso Eurípides.
“La primera pena de muerte desde Franco… vuelta al sistema feudal… revientas un castillo renacentista… cifras de genocidio… Mari, si alguien se acuerda de ti en el futuro será para cagarse en tu puta calavera” porque así era España, tierra de desmemoriados y desagradecidos. Bueno al menos le habían dado una medallica.

-¡Gracias señor!- Gritó saludando con la mano mientras el general se iba tan rápido como había llegado. Lo suyo sí que era una carrera meteórica, pensó en Airás, mucho habían hablado desde su primer encuentro, si estaba donde estaba era gracias a que de primeras él la apoyó “Sobrevive a los muertos para que te maten los vivos” pensó observando los restos del vehículo calcinado dedicándole un momento de duelo.
“Suficiente solemnidad por hoy” se dijo a si misma –Pfffffffffffffffffff- soltó el aire a carrillos llenos con los brazos en jarra, sus mechones locos volaron a los lados de la cara, estaba hecha un cuadro, con tanto polvo y tanto meneo, pero tenía ganas de reírse -pues se ha quedao buena tarde- habían sobrevivido. Delante ella estaba su tropa, unos personajes todos, les sonrió ampliamente, una sonrisa sincera y luminosa como no le habían visto antes. Respondió a las felicitaciones acercándose al grupo e intercambiando apretones y palmadas. Tomó la petaca -¡Por nosotros!- y le dio un buen trago –Jooooder que rico que está!! Toma o me la bebo entera jajajajaja- se la devolvió mientras se limpiaba los labios con la otra mano –Bueno… quien se apunta a unos copazos en Casa Pepe?- estiró el brazo por la ventanilla tanteando el interior para coger el comunicador –Aquí mamá Baños- los rayos de sol se filtraron entre la neblina de polvo haciendo brillar el rocío condensado sobre todo cuanto había en el campo de batalla, poético –avanzadilla… volvemos a casa-. 

La radio vomitó muchos mensajes, y luego se hizo como un silencio. Le siguieron unas confirmaciones. En veinte minutos, se anunció que la misión estaba cumplida.

-Ya está hecho. Vuelven a casa.

Ella no entendió una mierda de tanto mensaje, pero el bragas parecía que sí y decía que se había acabao to, pero ni daba detalles ni na de na.

-¿Pero'stán bien o qué? ¿El Paco está bien?- preguntó por lo importante, ni si habían ganao ni ná. Su Paco tenía que volver, más después de estar comprometíos y to. De ser hace una semana a lo mejor no le hubiera importao tanto, pero su Paco le había removío cosas y le había llegao a lo más hondo (en todos los sentidos). Si ahora le faltaba su maromo prometio, la cosa se jodía y se iba a liar parda, vaya que sí.

Eran las 7 de la tarde y anochecía bajo un manto de nieve.

Habían dejado a las respectivas tropas desviarse hacia sus castillos. Los de Alcalá, tras designar un nuevo "encargado" del castillo, el que hasta entonces había sido segundo al mando de Airás. Los de Segura cuando tomaron el desvío en la autovía. Los de Ronda que tomaron dirección Málaga, y los cordobeses hacia su tierra.

Pero no llegaron a Baños. No inmediatamente. Si lo hizo parte de la tropa, la más castigada en el combate, algún herido leve y vehículo que requería reparación. Hacía falta que alguien se quedara en el castillo, como era habitual, así que la mitad del somatén se fue para allá, con ganas de abrazar a sus familias.

El resto siguió media hora más hacia el norte, pasando por las carreteruchas de Despeñaperros, ahora un paisaje de pinos nevado que más que España, parecía Noruega. Y llegar a EL BAR. Allí les esperaba un pequeño comité de recepción: Vílchez, la Kimberly y el padre de Mari Cruz.

El lugar estaba cerrado a cal y canto, pero como siempre, nada que el chino no pudiera arreglar. El interior, bien conocido, era un templo al franquismo, una oda al casticismo más puro. Estuvieron de suerte, por que por alguna razón, nadie había saqueado anteriormente el lugar. Las estanterías estaban llenas de vinos de Rioja con etiquetas de la Legión, Franco y la Falange. Quesos manchegos envasados al vacío que todavía se podían catar, jamones colgando del techo, encurtidos y otros envasados a los que hincar el diente. Lo de las neveras, sin embargo, se había echado a perder.

A pesar de las ratas y las cucarachas revoloteando, hicieron limpieza en cero coma, explorando el lugar. Descubrieron las máquinas de envasado al vacío y los cerros de botellas, botes y jarras que les vendrían de puta madre para hacer sus propias conservas. La despensa estaba llena de esos enlatados, y pronto se pusieron a currarse cosas para comer, al calor de una estufa de leña que había en el lugar, usada como decoración, ahora reciclada para su uso de verdad. Los negros estaban de cachondeo, y pronto corrió el vino y los aguardientes, trasegaron jamón y queso a espuertas, celebraron su victoria y el estar vivos.

La había abrazado, sobado y besado cienes de veces. Comentado la batalla, que había visto desde un blindado, y que casi les atinaron con la artillería. Pero allí estaba, vivo y compartiendo con ella un plato de jamón. Entonces el legionario se levantó y alzó la copa de vino.

-Señores, tengo un anuncio que hacerles. La Kimberly y el menda aquí presente se van a casar. Están ustedes todos invitados.

Hizo la coña.

-Tu también, Zeky, aunque seas medio rojo.

No se separó de su Paco en cuanto lo vio, le saltó encima de la alegría. Si no fuera porque el Paco era un buen maromo hecho y derecho, lo hubiera tirao contra el suelo. Lo besó, lo resobó y metió mano todo lo que pudo y con poco disimulo, todo mientras él le contaba emocionado la batalla. Eso a él le gustaba, las cosas de guerra y a ella, bueno, a ella le gustaba él.

Cuando se levantó a dar la noticia ella le cogió la mano sonriendo, aún no había pensao ni en vestidos de boda ni na de na. Y tendría que buscar uno pa casáse cuanto antes, eso era de urgencia. Una pena no tener un convite como los de antes y con su luna de miel y to. Después de anunciar él to, le soltó un beso que de casto tenía bien poco.

-Habrá c'hacer un convite por to lo alto... Y ya no hay curas ni na, ¿no?- pensó pa ella, que lo mismo le iba a tener que casar una de las monjas.

-...que no, Zeky, que no, coño ya. Siempre tás con lo mihmo -dijo mientras le daba al cuchillo jamonero con la chaira chas chas- que una cosa éh dehpiezá un pollico y otra darle con arte a un hamón. Hay que rehpetá al hamón como se rehpeta a lah muhere, hay que tratalo con tahto y delicadesa ¿y cómo se pone a lah muhere? Con lah pata parriba pa darle con el machete afilao. Po lo mihmo... la pesuña de la cerda parriba pa trabajá la masa, carajo ¿no vé que ehta paletilla  éh de puerca hembra y noh la vamo a comé nosotro nun pihpáh?... se limpia bien... quitamo la cortesa, hay que pelalo... -cortó las lascas de tocino con un cuchillo corto y estrecho, hasta dejar a la vista la oscura carne-. Y ahora a sacá lonchicah.. asín suave... finica casi traparente... asín, de cinco o siete centímetro -iba llenando el tercer plato de jamón cuando el Tatu dijo lo de casarse-.

-¡Home! Felicidadeh -levantó su copa de tinto-.

..ya vé tú... esa puta que seguro que se va casá preñá como una rata... y seguro que preñá de ante de vení a Bañoh... como si lo viera Selui, peaso de guarra...

Cuando metí el hocico en Casa Pepe, de pronto me ví transportao a un templo franquista por lo menos. O a la serie esta de televisión....El "cuentamé como pasó". Aquí seguro que venía mi abuelo a tocarse mirando la puta foto del caudillo, que ahora me miraba con cierta fijeza y me seguía a todas partes. Un bar típicamente español, de esos cutres, fachas y lleno de hombres que se rascan la huevada de cuando en cuando, mientras dicen eso de que "con Franco se vivía mejor".

No se en que momento acabé al lao del Cagaprisas, y nos enzarzamos en un debate sobre cortar el jamón y unos cuartos traseros. La lógica del Cagaprisas no dejaba de ser acojonante...Era gracioso....Era, pues, un tipo de cachondeo que puedes tener con los amigotes, pero que luego te callas con la parienta ¿que no? Pues asín.

Pues total, que en ello estábamos. Yo me  comí una loncha de esa paletilla que me sabía a gloría, cuando el Tatu anuncia la boda con la Kimber. !La virgen!

- Ea, poh felisidade. Vamoh a brindá por la pareja - me acerco al resto, para ir llenándo vasos de vino.

-

Lo mismo que el viaje de ida fue silencioso en el de vuelta parecía que les habían dado cuerda, hasta radio no paraba, pues lo hubo que en ausencia de canales de música decidieron ponerla ellos mismos, militares grandes como tarajallos cantando Malú y soltando paridas. Cualquiera que los oyera se pensaría que iban de excursión. Lo que eran los mecanismos de descarga de tensión.
Conforme hacían ruta el número de la caravana disminuía, paraban, cumplían con el protocolo, se emplazaban para más adelante, despedidas y a seguir “palante”. Ahora todo eso, como quien dice, era suyo, bueno, su responsabilidad, todo cuanto le abarcaba la vista.
Por el camino pudieron ver a una Mari Cruz relajada, con los pies apoyados en el salpicadero, repanchingada en el asiento, revisando las fotos y los vídeos de la cámara (pequeñita pero matona), riéndose y hasta canturreando, sin mucho arte pero bueno… con el frío se le ponían la nariz y las mejillas sonrosados dándole un aspecto muy cuco, más dulce del que estaban acostumbrados.

Al llegar a Casa Pepe corrió a los brazos de Jorge –te quiero, te quiero mucho- casi lo tumba del ímpetu, solo aflojó la tenaza para estirar un brazo y acariciar a su padre, al que propinó luego una de sus retahílas de besos –no os lo vais a creer pero… me comería un caballo-
¡ALELUYA! Eso se merecía una fiesta.
El restaurante era un lugar donde habían parado cientos de veces desde que le asignaron Baños, sería la meca del facherío pero se comía de lujo, nada más ya olía que alimentaba.
Lo primero que hizo fue pasar al servicio, que como canta el dicho “Caga el rey, caga el Papa, y hasta las princesas más bonitas hacen sus bolitas de caca”. Los nervios… liberado espacio intestinal se echó un poco de agua y jabón en el lavabo, se le había pegado el pestazo del campo de batalla. Casualmente, casualmente… guiño guiño… al salir se cruzó con Jorge, dándose a un breve y poco púdico besuqueo en el pasillo, un adelanto del polvo de la Victoria.
La primera caña se la bebió sin pestañear, su padre tenía un arte tirándolas que no era ni normal, luego cogió varias bolsas de cortezas “santo reino”, que eran su maldita droga, y llenó un par de platos hondos para ir abriendo boca mientras el Cagaprisas les vacilaba cortando jamón. Prefirió ignorar sus lecciones de sabiduría sobre las mujeres, según él no violarlas debía ser la hostia de cortés “Nota mental: Ponerle un monumento a la Naty por tener a raya a semejante jumento”
-Será un honor- respondió a la invitación del Tatu –¡Enhorabuena!- brindó con… podía ser la tercera caña que llevaba ya, empezaba a estar contentilla. Los miró con ternura, se le veía ilusionado al chaval y ella parecía que también!? “Quien lo iba a decir” –A tu abuela le va a dar mucha alegría- sobre todo por el bombo, que las abuelas… ya se sabe como son. –Sor Virtudes puede oficiar, me enteré que el Papa había dado una dispensa especial para que las religiosas pudieran administrar los sacramentos. Además…- dio otro trago –a lo mejor hasta la podeis celebrar en la ermita del Cristo del Llano, es muy bonita ¿Verdad cielo? ¡Uy!- el cocinillas de Vílchez se había ido con su suegro a hacer algo rico en los fogones y ella no se había dado ni cuenta, se estaba tan bien cerca del fuego… se levantó y fue a mirar que hacían.

Un coche pitó en la entrada y llegaron corriendo. El pequeño Deibi que corrió a los brazos de su padre, Yaiza, que venía detrás vigilándole, y posteriormente la Naty, que iba al volante. Ya estaba toda la familia reunida para la cenita en el bar. Era tan típicamente español que... espera, joder, si están en un bar lleno de banderas, pollos fachas y símbolos patrios. Claro que es típicamente español, cojones. ¿Que iba a ser si no?

Dejaron bien cerrado y luego llegaron las viandas. Lomo de orza, carne en salsa, alcaparras, habas con jamón, queso manchego, chorizo de cantimpalos. Todo aderezado con botellas de Rioja con la foto de Paquito, la Legión y las siglas de las JONS. Daba igual. Por una vez, Franco daba más alegrías que desgracias a los españolitos de a pie.

Tocaba ser feliz, disfrutar de lo conseguido. Afrontar el futuro con optimismo.