Partida Rol por web

Casa estaba exactamente igual que cuando se fue. Si eso, un poco más desordenada, pero eso era todo. Se quedó un momento, nervioso, por que no vió a su hijo. Dió vueltas por la habitación, se pasó la mano por la cara, pensó en romper algo. Entonces, al cabo de tres o cuatro minutos, apareció una de las monjitas con el Deibi de la mano, al cual dejó que entrara, quedándose ella en la puerta por si las moscas.

-Échale un ojo pero mantente alejado, avisame con lo que sea- acarició en el hombro a Jorge antes de que siguiera al Cagaprisas -ten mucho cuidado- lo besó en la mejilla y vio como marchaba. Regresó al interior de la habitación, ´cerró la puerta, levantó una de las sillas tiradas por el suelo y se sentó cruzando las piernas y los brazos -Muy bien, ahora vais a contármelo TODO con pelos y señales- su tono ya no era tan sereno como antes, era tono de jefa.

El pequeño venía con su peluche de un gorila, que había comprado hace un año. Mufasa, le llamaba. Era grande, medía como la mitad del niño. Pero desde que todo aquello había comenzado, no se separaba de él. Era como su tóken de la suerte, algo que le hacía estar tranquilo.

Solo lo soltó cuando vió a su padre. Se acercó a abrazarle una pierna.

-Papapapapa.

Le abrazó fuerte.

-¡Deibi! ¡Dioh Santo, Deibi! -se arrodiló para abrazar al niño hasta casi dejarlo sin aliento.

Se le saltaron las lágrimas y le bajó hasta la tensión. En un segundo olvidó toda la ira y simplemente se derrumbó.

Carrillo estaba un poco impactado por la escena de la silla. Una silla menos que tenían ahora, y un objeto más de decoración fuera del castillo. Habría que cambiar el cristal de la ventana, eso si. Se sentó en una silla, y respiró hondo, tratando de serenarse. Las personas como Jose Luis, en ese estado de histeria, le removían por dentro un nosequé que qué se yo.

-Sobre las once o las doce de la mañana se produjeron los hechos. Kimberly había pillado a su abuela trabajando en las cocinas a pesar de la prohibición médica, y la llevó casi a rastras al hospital. De camino les interceptó la Toñi, a la altura de los toriles, y comenzaron a discutir. Según supe luego, la Toñi acusaba a la Kimberly de querer escaquearse del trabajo con la excusa de atender a su abuela, y ésta ya enfureció. Esas dos nunca se han llevado bien.

Hubo unos golpes, se tiraron de los pelos, lo típico. Yo llegué con Aceituno enseguida, le rogamos que se calmara. En ese momento ya había lanzado a la abuela por encima del arranque del muro, y Kimberly la atendía. La Toñi nos ordenó que detuviéramos a la chavala, pero yo le dije que no iba a detener a nadie por una pelea de aquellas características. Que lo habláramos. Entonces ella enloqueció y comenzó a insultarnos, haciendo como que se iba. Abrió la puerta de los toriles tras amenazarnos a todos y decir que no merecíamos sobrevivir.

Inmediatamente entraron 20 infectados y Aceituno y yo debimos comenzar a disparar, pues la prioridad absoluta en ese momento era volver a cerrar la puerta y procurar que los infectados murieran antes de que pudieran morder a nadie. Kimberly salió corriendo para coger a la Toñi, que se había subido a la almena y corría hacia Natasha, gritando que la iba a matar, que nos quería matar a todos. Natasha se escondió dentro de una torre y Kimberly siguió a la Toñi, mientras el somatén ya acudía a cerrar la puerta y nos ayudaba con los infectados. Los contuvimos de milagro.

En ese instante, cuando Kimberly estaba llegando a la altura de la Toñi, esta pasaba por el matacán. Como iría corriendo, no lo se, no lo vería, resbaló y cayó al agujero. Habían unos infectados debajo y se la comieron. Murió enseguida, al parecer. Todo esto pasó en menos de tres minutos. Fue muy caótico. Acudimos luego al lugar y matamos a los infectados. Comprobamos que la Toñi no tenía pulso, pero daba igual, un ser humano no puede sobrevivir así, le faltaban la mitad de los órganos. La rematamos para evitar que despertara convertida en infectado, y su cadáver está almacenado a la espera de enterrarlo. Queríamos que Jose Luis pudiera hacerlo, por deferencia a su persona.

Se rascó una ceja.

-Tras eso, mandé a Titos a casa del Cagaprisas, para buscar ropa o una manta con la que cubrir y adecentar el maltrecho cuerpo. Ya sabes que Titos es muy sagaz, así que también le pedí que buscara algo que nos ayudara a aclarar por qué la Toñi se comportaba así. Fue así como encontró el veneno, y ya atamos cabos con lo de Don Faustino. Le han hecho un lavado de estómago y le están tratando para eliminar cualquier rastro del veneno. Ahora mismo está ingresado en planta en el hospital. Pero visto lo visto, creo que deberíamos ponerle a alguien de guardia allí. Éste había amenazado con cargárselo si a su familia le pasaba algo en su ausencia. Ya sabes como es, ya lo has visto. Se pone como un energúmeno y...

Parpadeó y respiró hondo.

-Siento todo lo sucedido. Pero te aseguro que hicimos todo lo que pudo hacer, con la mayor rapidez posible. Por desgracia yo no soy tú. Seguro que tu habrías atado cabos antes de que pasara. Y eso me atormenta y me jode.

Jose Luis se dejó caer encima de la silla, y su hijo seguía abrazándole fuerte. Tenía un apunte de lágrimas en los ojos. Lo sabría. Sabía que mamá ya no estaría más.

-Dicen que mamá se cayó. Ella gritó mucho, yo la escuché, papa. Como cuando se enfada contigo...

Se sorbió los mocos.

-Tengo susto, papa.

-Sí, Deibi, se cayó -murmuró acariciándole la cabeza con la mirada perdida.

Se cayó pero bien, en lo más hondo, de cabeza. ¿Qué había pasado? Jose Luis no entendía nada de lo que le habían dicho, no reconocía a la Toñi en todo eso. ¿Qué se había vuelto loca o qué? ¿Qué había pasado? ¿Desde cuándo? ¿Lo había tenido delante y no lo había visto? ¿O simplemente había sido repentino?

-No tengah suhto Deibi, tó va ih bien.

Alguien picó a la puerta y le hizo salir de sus reflexiones. Era ella. Estaba un poco asustada. No sabía muy bien si pasar, dejarle solo o alejarse una temporada. Pero sentía que debía decirle algo. Aunque fuera, el pésame.

-No se si es el momento, Jose Luis... ¿Puedo pasar?

No movió ni un pelo durante el informe

-Cabo, encárguese de la seguridad del alcalde y ponga a Merino escoltando a Natasha

Cuando el tatu se hubo marchado volvió la atención a Carrillo. Esperó un minuto o dos, al perder el sonido de los pasos del legionario habló.

-No voy a discutir vuestra actuación en el momento, confío en vosotros- le lanzó una mirada significativa –pero, lo mismo que supusiste que Jose Luis reaccionaría de forma violenta y tomaste medidas preventivas… ¿Cómo? ¡COMO! Se te ocurre darle la noticia diciéndole que se la comieron viva, que se infartó de terror, que le faltaba la mitad! y que le metisteis un puto tiro en la cabeza!!!! PERO EN QUE CABEZA CABE!!! A ver, hay maneras y maneras…- exhaló todo el aire que le cabía en los pulmones mientras cubría la cara con ambas manos, luego se peinó los mechones sueltos. El brazo le pegó un tirón y volvió a apoyarlo en el pañuelo del cuello. Dedicó unos momentos a pensar –A Toñi la tenía bajo sospecha desde hace tiempo, le advertí a mi tío que se anduviera con ojo, le creía más pillico…-
Sacudió la cabeza. Descruzó las piernas, volvió a suspirar, esta vez observó más amablemente al compañero, estaba afectado –Pfffff, madre mía… menudo patatal- se levantó y se acercó a él de modo informal, quería relajar el ambiente –no te mortifiques. Mira… vete a casa, descansa, tomate un día de asueto ¿Vale? Pero antes acompañame al hospital, por favor- apoyó las manos en sus hombros en un gesto de apoyo –Gracias por hacerte cargo, si Baños sigue en orden es porque hiciste lo correcto. Ser jefe es una mierda enorme ¿Verdad?- sonrió cansada, hubo silencio –Venga, vamos, ya recogeremos esto luego…- le dio una palmadita y tiró para la puerta

-¡Naty!... yo... no sé si ahora... pero, pasa porfavó...

Al menos ya estaba claro que no tenía que pensar en cómo meterle el gol a la Toñi.

Me senté en un taburete o algo que hubiera junto a la cama del Fausti.

- La víhen..¿Cómo estáh tu? Yo tamién pensaba que eran mah día, pero noh montaron de vuerta rápido. Aquello fue de puta madre don Fauhtino. El plan Bañoh leh molóh un huevo...Y me dieron ehto pa ti - saco la cajita con su galardón ese o lo que sea de mi bolsillo, abro y se la tiendo al Fausti.

Luego llega la Kimber, a la que saludo con un gesto de cabeza. Tiene un pequeño vahído y le veo el brazo más morao que mi colega el Gustavo en su punto álgido de amor por la heroína.

- !La víhen Kim! C`aterrisa...Ya man dicho que lo que va a hacéh por tu yaya...Ereh mu valiente, asín con doh cojoneh mu bien puehto...- le asiento.

El Zeky le elogió por lo que iba a hacer por su yaya, pero para ella no era tanto. ¿Por qué la gente le daba tanta vuelta a to eso? Era darle un cacho de hígado pa que la yaya no l'espichara antes de tiempo, na del otro mundo. Ella vivía ajena al peligro de lo que podría suponer una operación de transplante en sí, mucho menos una en esas condiciones menos civilizadas y con la doctora Barbi al mando.

-No's ná... Es que sino la yaya l'esrosca, eso dijo la doctora Barbi... Asín que le doy un cacho, no pasa ná. Pero la japuta s'está cebando bien de mientras- le enseñó bien el brazo morao de tanto pinchazo sacando sangre, ya sin contar que le dolían todas las articulaciones por la producción masiva de nuevas células. Pero ella solo entendía que estaba como si le hubiera atropellao un camión y un hambre que se comería una vaca sin cocinar ni ná, a bocaos. -¿El Juancar bien? 

Por la forma en que la Kimber hablaba del transplante, creo que lo veía como si cortara un trozo de pancetilla de su plato pa darselo a su yaya. Asín na mas. También la había puesto mote a la médica. Doctora Barbi...Que jodía la Kimber.

- Poh análisih y eso...Pero si que ereh valiente de cojoneh...- miro el brazo- Er Juancar bien...Noh dieron de sená, pero mira que te digo...Casi que mejón que comemoh aquí que allí comen elloh...Casi tó de conervah...Esoh mueren por un cocio de tu abuela, que te lo digo yo...Van a implantáh lo del plan Bañoh, y er rey noh pidió opinión sobre que noh paresía...Y noh dió un galardón desos - enseño al del Fausti- Er Juancar quería fulisáh a un pavo del ejersito, dehtoh gordoh, que dijo que no sabíamoh habláh y que nuehtro plan era una mierdaca....Pero la reina intervino y el cagaprisas...Y lan mandao al pavo a criah serdo en Ronda, pa que aprenda...

Era consciente de que to lo que contaba sonaba jodidamente subrrealista. Pa mear y no echár gota, vamos.

Al final el viaje no había sío pa tanto, que habían visto al Juancar. Pero tamién lo veía ella en la tele toas las navidades, bueno, esta no lo iba a ver, pero aún no se había hecho bien a la idea d'eso. Ellos si que habían pasao cosas con la japuta de la Toñi, menos mal que se había calmao to. O más o menos, porque la yaya seguía dándole el runrún con el Paco.

-Pos anda y se joda el tío mugroso ese- dijo la Kimberly ante lo de que hablaban mal, a ella había cosas que le costaba entender aún, pero se las apañaba. Tamién pasaría que no la entenderían a ella en algún momento. Cuando dice qu'el cagaprisas intervino se le pasó por la cabeza que aquello acabó a hostia limpia, pero se ve que no. -Ea, pos lo pasastís bien... Eso está mu bien...- dijo sin añadir tampoco qué pasó por estos lares, ya s'enterarían.

Venía con su ropa de currar, pero ésta vez no estaba manchada. Solo un poco de tierra y polvo, pero nada más. La monja, al ver que Jose Luis ya no estaba solo con el niño, se fue y les dió cierta intimidad. La rumana se acercó despacio y le acarició la cabeza a Deibi con una pequeña sonrisa. Luego le miró a él.

-Siento mucho lo que ha pasado -dijo con su acento, siempre sorprendentemente neutro- Imagino que todo será confuso para ti. Pasó todo tan rápido...

Respiró hondo.

-Debo pedirte disculpas por haberme alejado de ti. Estaba enfadado, y temía a tu mujer. Ya ves por qué. Me tenía en su punto de mira.

Se dió cuenta de que había sacado un tema inapropiado.

-Solo quiero decirte que estoy ahí para lo que necesites. Y que cuando quieras, hablamos de... ya sabes.

Escuchó lo que dijo Ezequiel con una media sonrisa de satisfacción. Si el viaje había servido para que más gente aparte de ellos se salvaran, bien hecho estaba todo. En aquellas circunstancias, lo primero y principal era asegurarse la supervivencia, y luego asegurarse un futuro. Ese era el mensaje del plan Baños. Y no pudo encontrar mejores embajadores para él.

Abrió la cajita y luego los ojos, como platos.

-Ésto es una Orden de Carlos III, si no estoy flipando por la medicación. Como se han estirado, madre mía.

Le cogió la mano como si fueran colegas.

-Gracias Ezequiel. Te mereces esa medalla. Tu padre estaría muy orgulloso del hombre en el que te has convertido.

Después del momento emotivo, se rió con unas toses por el comentario sobre el general.

-Justicia poética. Ya iba tocando.

El cabo se animó un poco por aquellas palabras. A punto había estado de presentar la renuncia. Ayudar siempre podía hacerlo, pero no quería el mando otra vez. Por eso cuando caminaban hacia el hospital le espetó de repente.

-Por cierto. A pesar de lo que diga mi mujer, y tras tantos años queriendo tu puesto. Creo que me planto. Te ayudaré en lo que necesites, pero si encuentras a alguien con más mano izquierda que yo al que dejar al mando cuando te ausentes... no me voy a enfadar ni nada de eso.

La jefa entró en el hospital y pilló a la doctora atendiendo a un paciente en urgencias, por unas molestias gástricas. La vió al pasar, pero su mirada se fijó en ella con interés. El Tatu se situó en las escaleras que iban a primera planta, con órden de vigilar para que nadie hiciera ninguna chorrada a Don Faustino. Especialmente alguien que había prometido nosequé. Alguien muy grande.

Cuando subieron Carrillo y Mari Cruz vieron que en planta habían cuatro personas. Don Faustino estaba acompañado por el Zeky. Se le veía mala cara, así como con algo de lividez, los ojos rojos. Pero con buen ánimo. Estaba sentado con la espalda apoyada en el cabecero de la cama, mirando la medalla que le había dado el pollero. Kimberly estaba sentada al lado de su abuela, que dormía como una bendita en su cama, con la cabeza vendada todavía.

-Yo pensaba que mehtaba evitando y que no quería sabé más ná de mí, Naty. Ademáh yo quería de verte pero no encontraba güeco. Hay musho ojoh en Bañoh y mucha malafollá... y está la Toñ... estaba la Toñi. Toavía no me lo creo, ni entiendo ná de lo que mán contao. Tó mu raro.

Respiró profundamente mirando a la nada.

-Naty... hahme un favó por favó. Tengo que hablá con la teniente Castaño. Ahora éh teniente ¿sabeh? Dile que venga a vehme, por favó.

Acarició la cabeza del Deibi.

-Deibi, ahora quiero que te vaya con la monjica ¿vale? No te procupe, luego noh vemo. Tengo algo que hasé.

No sabía que tanto era esa Orden, pero bueno, había puesto to contento al Fausti y merecío tenia una buena alegría. Estrecho su mano mas contento que unas pascuas. Si que estaría orgulloso el pápa. Ay, si lo viera....Cuanto lo echo de menos. Me entra un poco la nostalgia y en ese momento aparecen por allí Carillo y la Mari Crú.

- ¿Y el Capagrisah? ¿Capasao? - es lo primero que pregunto, pues se los llevaron aparte, y seguro que fue para contener a la bestia. Me veía venir al Seluí más cabreao que un puto mono con lombrices en el culo.