Partida Rol por web

El profe salió del paso, a punto de partirse la caja de reir por la situación.

-Como ve, mientras unos despueblan España, aquí ya tenemos visos de repoblarla.

Él venía a fijarse en el famoso calentador de agua de placas solares. Pero en lo que se terminó fijando fue en la pareja captada in fraganti en un "aquí te pillo, aquí te mato" puramente hispánico. Más español que la tortilla de patatas.

-No se preocupen jóvenes. Puedo ver las duchas luego.

Se fue a girar para irse pero no pudo resistirse a añadir algo.

-Sigan así. Y no olviden pasar por la vicaría.

No se reconocía a sí misma, en la vida antes se le había ocurrido proponer algo así, y eso que con algunos había estado bastante tiempo. Claro que entonces no se había planteado cuestiones tan profundas como la fugacidad de la vida, lo accesorio y lo esencial o la importancia del amor ¡Caray! Se estaba volviendo una filósofa como su tío. Apoyó la frente en su pecho tras responder al beso y descansó, se sintió muy bien, muy feliz. Tal y como le dijo la primera noche juntos no perdería más el tiempo, quien sabe cuanto les quedaba sobre la faz de la tierra.
“¡Wow! Así que esto es el poder del amor…” se sentía pequeña, un poco tonta y sin que la viera se mordió el labio inferior, se dio cuenta de que hasta entonces había estado haciendo el gilipollas “Vaya, vaya… quien te iba a decir a ti que acabarías con el “guapete de pueblo” chica de ciudad”, a su padre le iba a encantar, sabía por su madre que a él le hacía ilusión que se echara un novio de Jaén, eso sí, nada le iba a ahorrar el infierno de la inquisición familiar, bonicos eran los papás con sus nenas, y su madre… ¿Estaría Jorge preparado para un interrogatorio que ni Guantánamo?

Tan ocupada había estado que no tuvo ocasión hasta ese momento de visitar el hospital, puro ingenio y economía de recursos, decía mucho de la doctora. Se fijó entonces en la insólita imagen de la Kimber apesadumbrada, mira que le caía gorda y se la había cruzado siempre con algún ademán desafiante y desagradable, pero esa era una cara de pena… ¡Le pasaría algo a doña Fulgencia? Esa abuela valía su peso en oro.
La monjita atrajo su atención al preguntarle
-Emmm… bueno… me duele mucho el brazo… creo que lo he forzado y tengo alguna que otra lesión antigua…- le dolía un huevo a decir verdad, pero era de esas personas que tiende a restar importancia a sus afecciones por un extraño sentido de la modestia.

-¿Qué mi yaya tiene qué?- la Kimberly se rascó el moño y miró a la doctora Barbi, porque a ella la palabra le había sonado a "hijoputitis" y eso no podía ser bueno. Luego un par de neuronas de su cabeza hicieron chispa y entendió lo que debía ser, hepatitis. -¿Eso no es lo que pilló la Pamela? ¿Esa de las tetas grandes que corría por la playa en la tele en bañador butanero?- dijo rememorando sus mañanas tirá en casa esperando que la mama le hiciera la comida, mirando la tele pa no tener que discurrir mucho, como siempre.

Miro a la yaya y la remiró. -Pero si mi yaya no se ha puesto tetas, ni s'a hecho tatuajes, ni s'a pinchao droga... ¿Verdad yaya? ¿Cómo se va poner mala de los apollardaos de eso? Si estuviera mala de los apollardaos estaría aquí queriendo comernos a tos y mírala... Más que pota de colores, pero ya'sta- asintió un par de veces y le dio un beso a su yaya en la frente. Ay cómo quería a su yaya, más bonica que na... Y si se había hecho un tatuaje esperaba que se lo enseñara.

Así, en Impact de cuerpo 80 y en negrita. O mejor todavía, en rojo explosión o sangre, al gusto:

Eso es lo que habría pasado por la cabeza de Jose Luis Carmona si supiera qué coño es el Impact cuerpo 80, y maldita sea si eso importaba en un puto apocalipsis. Sabía lo que era una negrita, la tenía delante, y sin duda sabía lo que era sangre y explosión. Vamos, lo sabía porque así veía su futuro: explosivo y a tumba abierta.

Pero ni un formato ni otro pasaron por entre sus dos orejas en los siguientes infinitos quince segundos. Que se le habrían hecho largos como quince meses si en ese momento hubiera tenido sentido del tiempo. Lo único que pasó por su cabeza era la nada más absoluta, un campo inerte como Cartago después de la definitiva victoria romana. Acababan de echarle sal en los surcos de su cerebro y de ahí ya no iba a salir nada. Al cagaprisas lo acababan de lobotomizar con el pulcro método del electroshock. ¿Signos de vida? Seguramente la Taisha podría ver sus pupilas dilatándose como ciruelas, los ojos ponerse del tamaño de cojones de burro, y la mandíbula caer inerte bobalicándole el gesto. Pero la súbita pérdida de color no era una buena señal de vitalidad. Que toda la sangre se te apriete en algún punto indeterminado de las tripas le deja a uno un tanto fantasmal, algo que al cagaprisas solo le había pasado una vez. Hace años. Con algo muy parecido a lo de ese mismo día. Pero con la Toñi.

También le cayó al esfinter, de golpe, toda la materia fecal que guardaban sus intestinos. Repentinas y abusivas ganas de soltar la pesa, y un poco más y no tuvo las suficientes neuronas activas como para retenerse. Quedaban las justas para aguantarse. Como aquellas cebras preñadas que para huir de una leona paren mientras galopan despavoridas, soltando lastre para poder correr más rápido y alejarse de la perdición.

Joder, qué  mareo y qué sensación de caer en un pozo oscuro de cien kilómetros.

El encefalograma dio un pitido. Una muestra de vida no vegetal.

...ahora sí, Selui... ahora sí que lascagao...

-¿Qu...u...qué?

Con el calentamiento de merienda no pensé que el cagadero fuera a oler tan mal, tambien vaya puta mente de bomBero la mía. Pero aún menos pensé que en ese momento pudieran llegar a aparecer por allí toa la puta plana mayor. Allí nos vieron, yo con el ciruelo contento y a la Yaiza enganchá a mi cadera, la pobre con su pata chula. Me quedé un poco paralizao, abriendo mucho los ojos, y sin saber donde meterme. Intenté darnos cobijo tras la puerta del cagadero, que al menos nos tapase lo más gordo, que en ese momento no era mi polla, porque se me estaba bajando to. Esto iba a ser sonao de cojones, como el polvo sonoro que que la Kimber y el legionario echaron al conocerse.

Por lo menos...se lo toman con humor. Sobre to Don Fausti, que está a poco de partirse el ojete con semejante pillada.

- Poh...Uhté verá, que la Yaisa está con la pata chula la pobre, que se calló luchando contra los apollardaoh...Entonse, nesesitaba ducharse una poquita ¿no? Poh, na eso...Que yo la taba ayudando...Y se conose quemoh tenío una reassión fisiológica, que se dise...- me explico- Pero que mil perdoneh por delante ¿eh? Que noh vamoh, y dejamoh a uhtede con la visita...Solo nesesitamoh una toalla o argo...- indico las toallas. El tipo había dicho algo de la vicaría. Mae mía ¿pero quién le contradecía con el culo al aire? - Claro, señoh, poh claro...Vicaria o lo c`aga farta ¿sabe uhté? Que la Yaisa eh sagrá pa mi.

La negra se hubiera reído si la escena no resultara tan previsiblemente patética. Los hombres al follar se les suele olvidar generalmente lo de "papá pone la semillita en mamá". Pudo haberse regodeado en sus reacciones de ciervo deslumbrado, pero en realidad había cierto temor hacia el Cagaprisas cuando se le iba la pinza por asuntos de honor, por el tema de la mano de hostias que se dió con el senegalés.

-Cuando follas sin condón suele pasar, ¿Sabes? Y el agua de la ducha no es un condón, aunque haya gente que piense que si.

La plana mayor se fue al borde de partirse el culo y volvió a dejarles solos. Se miraron y se comenzaron a reir ellos. Entonces llegó una abuela y se fue a duchar, mirándoles raro por que se partían el culo. Aquello era un poco cortarollos. Sin embargo, el tema de la vicaría se quedó como un runrun en la mente de la pequeña, que ya había cotejado esa y otras posibilidades.

-Anda, llévame a casa. Antes de que nos corten más el rollo.

La doctora miró a su abuela y luego a ella, componiendo una pequeña sonrisa.

-Es posible pillar la hepatitis A cuando estás en contacto con materia fecal y la ingieres sin querer. Es decir, caca, mierda. No tiene nada que ver con el virus solanum que produce la zombificación. Aunque sean zombis, antes fueron personas. Y tenían sus virus y sus dolencias. Alguno de ellos tendría la hepatitis A.

Parpadeó.

-Le voy a dar una baja médica, señora, para diez días. Espero que sean suficientes. En ese tiempo no debe usted comer alimentos grasos, pero si aquellos que tengan muchas proteínas. Le mandaría ibuprofeno para el dolor, pero como tiene usted una dolencia del riñón, le haría más mal que bien. Use tilas y cosas así, productos de botica más naturales. Repose y no se ponga a trabajar, beba zumo o agua abundante a lo largo del día. Y si el dolor no remite y seguimos con los vómitos vuelvan a verme.

Vílchez se picó por que ella tratara de disimular. No ganaba nada haciéndose la tía dura, por que se le estaba poniendo la mano como una berenjena.

-En realidad le duele mucho. Creo que es por el sobreesfuerzo o algo así. Nos pasamos casi un dia entero disparando a esas cosas, y desde entonces le duele más.

Lo de no trabajar la picó. No la iban a llamar vaga. Ya haría algo aunque fuera sentada. Miró a su nieta y se preocupó más por ella que por si misma. Sin ella en ésta vida su nieta estaría perdida. O así lo veía ella. Menos mal que había luz al final del túnel en forma de un maromo muy apañado.

-Procuraré -dijo, sin mojarse mucho- Mucha gracias por atendéme dótora. Ya me siento un poco mejó.

Mentira podrida.

La cosa traía cojones. Sin embargo, la Yaiza y yo nos partimos la caja después de que la visita se fuera. Sería una anectoda pa contar a los nietos. Lo de los nietos era un decir. Tal y como está el mundo de hijputa últimamente, ya uno no puede asegurar na. Tan pronto como se calló la Yaiza pa la horda, me caigo yo y a tomar por culo. Dios, o lo que sea que haya, no lo quiera, pero había que ser realista ¿sabes?. En cualquier caso, no era momento para pensamientos trágicos. Ya solo de ver reirse a la Yaiza se me iban toas la penas. Pa colmo la vieja, con sus carnes pellejas en las duchas. Mejor irse, si...

- Si, Yaisa illa...Será mejón - asiento un par de veces, y salgo de la cobertura de la puerta para vestirla, vestirme, y tirar con ella en brazos (de nuevo a los Oficial y Caballero) para la casa. Que allí iba a arder Troya.

-Ea, yaya, ya's oído a la doctora Barbi- dijo sin filtro ninguno, ayudando a su yaya a levantarse pa llevársela a descansar. -Ahora mismo a echáte un rato en la cama y a descansar, que mama siempre m'a dicho que si sudas como los pollos se va to lo malo. Vía buscáte una manta y ya verás que bien.

Ayudó a su yaya a salir de allí, cargando con ella como pudo, que era como cargar un muerto. Al menos pa salir la yaya cooperava, porque pa venir no, que la jodía no quería entrar en el médico, como cuando intentas bañar un gato que se le arquea asín to'l lomo.

De refilón miré a la guardia civil que y'había vuelta de sus viajes en globo, seguramente con un par de porros hubiera viajao más alto y sin tanto tinglao, pero ni dios qu'entienda a las bolleras. Le saludo con un gesto de cabeza y me llevo a mi yaya a dormir, preparando ya mentalmente los gritos que le iba a gritar a la Toñi, que estaba llevando a su yaya a la tumba con tanto trabajo.

... ¿noh vamo a Dubai, Selui?... vamo con loh moro, por tuh muerto Selui...

-Eh...eh...eh... ummm -no atinaba a decir nada.

... niégalo tó Selui... tú niega y que le den por culo a tó...

-Eeeehh.... ¿yo qué?

...me cago en la putaaaa... en la que tas metío Selui... la que tas metío... a vé, piensa... primero: aprieta el culo que se te va a salí la rata... segundo: controla el pulso que te va dá algo...

Sacó la petaca del bolsillo de atrás y le pegó un buen viaje.

... mu bien, así se hase Selui, tú tranquilo...

Respiró hondo pa enderezarse, que del acojone y la presión en el pecho se estaba encogiendo que parecía un jorobao.

-A vé, Taisha... a vé... yo no sé de qué mehtablando, de verdá. Pero tengo que hablá con la Naty pero ya mihmo. Llevo tiempo queriendo de verla y me daba la impresión de que mestaba evitando toa enfadá conmigo. Pero ya no pasa ¿onde tá? Por tuh muerto, Taisha guapa.
 

Iba con la abuela de vuelta pa los corrales. Caminaba un poco mejor, pero se seguía sintiendo mareada. Entonces llegó la GRAN COÑONA, como la llamaban algunos. La vicejefa. La entrometida.

Se acercó con interés y preocupación por ver mal a su abuela, uno de los puntales y baluartes sobre los que se alzaba la comunidad de Baños.

-¿Está usted bien, señora? Se le ve mala cara.

Ganas de matar aumentando.

Atendida a la abuela, ambas se fueron. Aunque ella se quedó un poco preocupado. Esperaba que no hubiera más contagios. Habría que poner medidas en lo relativo a aquellos asuntos de higiene.

Luego se acercó hasta la recepción y vió a los recién llegados. No había tenido ocasión de hablar mucho con aquella mujer, con "la jefa". Estaba bastante flaca, aunque no sabía si por metabolismo, decisión personal o seguir la moda de la talla cero. Pero no parecía muy sano.

-Buenas tardes. Así que le duele el brazo -dijo, mirándoselo, pues era evidente- Venga que le vamos a hacer una radiografía, pero sospecho que tiene usted una tendinitis clásica.

Caminó hasta uno de los armarios, del que sacó un cacharro que era una máquina de rayos x portátil.

Negó despacio con la cabeza. Vaya puto caradura. "No se de que me estás hablando". Si fuera ella ya le habría pegado una hostia con la mano abierta en toda la mejilla. Soltó aire, como enfadada.

-Está fuera del castillo, enterrando cuerpos. En el cortijo ese que se llama Casa de la Señora.

Era un inmenso olivar a tres o cuatro kilómetros del pueblo, en cuyo centro había una casa solariega antigua.

Hizo un mohín infantil, no le gustaba reconocer sus debilidades, era una enferma pésima, pero había llegado el momento en que se rendía a la evidencia.

-Buenas tardes doña Fulgencia- saludó a la anciana. Otra que como ella estaba al pie del cañón y miraba poco por sí misma. Se la veía más achacosa que de costumbre

-Emmmm sí, sí… ya lo notaba cargado después de la horda de aquí, pero después de Segura se me ha empezado a engarrotar. No es la primera vez que me da problemas, pero nunca tan fuertes- la tripa volvió a rugirle, no había comido nada desde las dos maritoñis de la tarde anterior, como era costumbre se le olvidaba comer. –Uy…- empezó a notar como un zumbido y un sudor frío, se estaba mareando, intentó apoyarse en su compañero.

Miró a la Toñi con mucho odio y muchas ganas de matar, su vena de choni alpha se la manada se le hinchó del to. Hasta los cojones estaba de la Toñi y de sus mandáos, que no sabía hacer una mierda más que mandar. Mira que se suponía que era ella la nini y allí estaba la señora nini, que venía a tocar los cojones, porque si se había encontrao con ellas es qu'estaba buscando a su yaya pa que trabajara y eso no.

-Pos la yaya se ha puesto pachucha, casi l'espicha... Asín que s'acabao de cocinar pa ella por unos días. Seguro que tos están más que contentos si t'arremangas un poco y vas pa la cocina, porque tú tiés chiquillos ¿no? Tiés que saber tamién cocinar y fregar y esas cosas- empezó a hablar rápido, como si no hubiera mañana. Que mandar a ella tamién se le daba bien si le dejaban, pos no s'había postulao como alcalde suplente ante Don Faustino pa na. -Asín que 'enga pa la cocina, que tú misma has dicho que hay mucho rancho c'hacer y pa muchisma gente, ¿o qué? Mi yaya se va a descansar y yo voy a echále un ojo mientras.

A Jose Luis nunca le había gustado el trato que se les dio a las putas al llegar a Baños, ni el que tenían desde entonces. Al cagaprisas le caían bien esas tías tan duras, mujeres con las que igual te puedes ir de juerga y jartarte de reir a cubatas, como sudar la gota gorda matando sombis, como disfrutar de buenos polvos sin compromiso. Eran como amigos con tetas, aunque no las había catao desde que las rescataron. Bueno, excepto a la Naty. Desde el punto de vista de Jose Luis en Baños no es que fueran maltratadas, pero nunca se las dejó de mirar con recelo, y eso que se habían arremangao y metido en mierda desde el primer día. Aceptaban cualquier curro y a veces pensó que les tocaba lo peor más veces de lo normal. Pero en el pueblo todo el mundo curraba. Había otras cosas en las que fijarse respecto a las putas. Por ejemplo, no le gustaba que vivieran así como apartadas, en aquella habitación oscura de la torre, en vez de que se les diera una casa como a cualquier otro.

Pero por supuesto, sus miserias eran lo último en lo que estaba pensando el cagaprisas en ese momento.

-¿Y pa cuando vuelve la Naty?

No es estuviera escaqueándose. Si tenía que coger sus armas y hacerse cuatro kilómetros campo a través, con algún apollardao de por medio, lo haría. Pero incluso en ese momento sabía que hay maneras más fáciles de hacer las cosas. Sobre todo con todo Baños en ebullición por la puñetera fiesta y la visita del papa. Mil ojos y una Toñi.

Necesitaba ver a la Naty, aunque realmente no tenía ni puta idea de para qué.

... toa la mierda pa ti, Selui, con lo bien que te portah, cojone... ni un puto día de tranquilidá...