Partida Rol por web

Ean estaba en el suelo mientras sus compañeros acababan con la amenaza. Piltrafa humana era una buena descripción de cómo se sentía en ese momento.

Intentó buscar la ballesta, pero parecía que la planta había decidido masticarla un rato. Todo le dolió en ese momento, así que decidió quedarse quieto.

Liam le ayudo como pudo, Ean le agradeció la ayuda.

-Gra…gracias amigo…

Mucho más no pudo decir, así que se quedó en silencio, viendo como los demás decidían donde ir.

—¿Respuestas? —respondo a Liam, con una expresión melancólica y desalentada en el rostro—. Creo que lo mejor es que busquemos la salida más rápida y directa de esta tumba. Liam… —Me acerco hasta que mi cara queda a tan solo un par de palmos de la del erudito—. Míranos. Antes, Arven ha resultado gravemente herida, y ahora, Ean casi no se tiene en pie. No sé qué oscuros secretos guarda este lugar… Pero no estoy dispuesto a sacrificar vuestras vidas y la mía para desenterrarlos. Así que vámonos. —Y al final, para suavizar el tono de mis palabras, añado—: Por favor.

Solo para intentar salir de aquí, ya es muy posible que nos encontremos con toda suerte de dificultades mortales. No quiero ni pensar qué puede ocurrir si nos ponemos a indagar entre estas piedras corrompidas sobre las que pesa una maldición antinatural.

- Creo que me has interpretado mal, Mòr. No digo que busquemos respuestas aun a costa de nuestras vidas, si no que busquemos respuestas que podrían salvárnoslas. Pero si es lo que queréis, vayamos directos hacía la salida, aunque diría que no va a ser tan fácil como eso el salir de aquí.- Explicó Liam preguntándose si el grandullón tenía problemas de vista, parecía que tuviese problemas de enfoque al acercarse tanto.

No puedo creerlo. ¿De verdad están hablando de salir de aquí? Me obligo a intervenir.

—No estamos aquí nosotros solos. También están los del campamento... Y puede que también haya otras personas aquí atrapadas. —Mis ojos buscan los de Mòr, tratando de hallar comprensión en su mirada—. Eso por no hablar de nuestros recuerdos. Siento que este lugar me ha arrancado una parte tan mía como mis brazos o mis piernas, y si jamás la recuperara... No volvería a sentirme entero. —Hago una pausa antes de continuar, tratando de transmitir con mis palabras lo que siento—. Estamos aquí por una razón. Tiene que ser así. Con todo lo que hemos pasado... No puede haber sido en vano. —Miro al resto para evaluar sus reacciones—. Pero... ¿quiénes somos para decidir por nadie? Entiendo por qué quieres irte, Mòr... ¡yo mismo deseo salir de aquí con toda mi alma! Pero... no aún.

Empiezo a caminar hacia la refinería, pero no doy la espalda a mis amigos. No espero que me sigan, pero sí que me entiendan.

Lanzo un resoplido, pero no de contrariedad, sino porque entiendo que Urvan tiene razón. Poco más puedo decir. Me conozco demasiado, y sé que no voy a ser capaz de irme de aquí si tan solo uno de mis amigos insiste en no hacerlo. Así que la decisión parece estar tomada.

—Voy con él. Vosotros, si queréis, podéis marcharos. Si no, id detrás de mí.

Y sin decir nada más, echo a andar tras el obstinado Urvan, en pos de la puerta que da a la refinería, con una mano sobre la empuñadura de mi siempre fiel espadón.

- Esto... ¡Chicos!- Exclamó Liam que no entendía por que aquel alegato emocional había ejercido ese efecto sobre Mòr.- Ean sigue herido y Arven no esta para ayudar con la pierna como la tiene.- Explicó el joven que había hecho lo que había podido por los heridos con lo que tenía a mano y yendo hacia Ean y ayudando a levantarse pasandole un brazo por la cintura y haciendo que el se apoyase con un brazo sobre su hombro.

Urvan tenía razón. Lógica y aplastante, y nada de lo que dijeran los demás cambiaría aquello. Tras recuperar el resuello, se decidió.

-Liam, hay que moverse, quedarse aquí quietos es invitar a algo o alguien para que nos use como su desayuno-

Lo miró con el rostro serio.

-Ean y yo somos guerreros, sabemos las implicaciones que eso conlleva, sangrar, sufrir, resistir. No podemos venirnos abajo a la primera contrariedad, si no al contrario, desafiar la adversidad, sobreponerse y vencer, así que marchemos a la refinería como propone Urvan, tenemos que resolver esto para volver a tener nuestras vidas anteriores-

Marchó tras el gigantón de Mór.

- Estoy seguro de que sois muy duros Arven pero también estoy convencidos de que con un ligamento dañado y con los huesos magullados no vais a ir muy lejos.- Dijo Liam inflexible.- Y créeme cuando te digo que no pienso ir más rápido que vosotros, así que si os devoran tendréis que apechugar con que me coman a mi también.

Arven miró de forma dura a Liam.

-Al menos asegúrate de que tengan una mala indigestión cuando te coman-

Sin más, avanzó tras Mór

Liam suspiró en lo más mínimo intimidado por aquella mirada, aunque tampoco ofendido. Tipos duros, da igual quien o de donde sean, siempre con los mismos traumas. Pensó para si el joven mientras seguía ayudando a Ean a caminar tras unos compañeros que parecían tener demasiada prisa para ir a "no sabían donde".

Os dirigís hacia la puerta que suponéis hacia el norte, en dirección completamente opuesta a lo que el mapa os indica como "salida". La puerta está prácticamente desencajada de sus goznes y permite el paso de una persona agachada sin demasiada dificultad. Mòr prácticamente tiene que ponerse de rodillas pero, sin demasiada presión una vez sus compañeros le han dicho que no parece haber nada al otro lado, no tiene ningún problema en hacerlo.

Al contrario que la sala adyacente, que tenía algo de iluminación natural, este lugar está prácticamente a oscuras. No tardáis en encender vuestras antorchas y, dado que Urvan vació el aceite de su lámpara sobre uno de los tentáculos de la planta, recurrís también a la Nebular de Yldiane. A pesar de que Mòr mira el artefacto con desconfianza, Liam no tarda en acercarse a él para observar lo que le parece uno de los mejores inventos magientíficos. La nebular proyecta una luz blanca, algo más clara y firme que la de las antorchas, lo que permite iluminar bastante bien la habitación.

En ella veis cuatro tanques de un tamaño similar a los de la otra sala, aunque tienen una forma ligeramente diferente y, por lo que podéis ver, están tapados en su parte superior. Las cañerías que recorren el suelo llegan hasta ellos y otras de un metal diferente salen de ellas hacia el otro lado de la habitación, en la que el mapa ubica dos silos. Una de las tuberías parece haberse partido por la presión de la vegetación y Liam corre hacia ella, emocionado por lo que está viendo a pesar de su reticencia inicial por explorar el edificio. La tubería está vacía, pero en ella quedan restos de una sustancia ambarina que el chico supone que era flujo.

Mientras Liam se agacha para observar los conductos que recorren el suelo, el resto investigáis la habitación. No parece que haya nada salvo los extraños depósitos del centro, pero el suelo sigue cubierto de la misma sustancia viscosa que llenaba la sala anterior. Iluminando con su nebular, Yldiane encuentra el lugar donde cae ese líquido, con pequeñas gotas que se alargan de forma casi indefinida por culpa de la tensión superficial de la viscosa sustancia. Cuando enfoca el haz de luz hacia arriba para ver la fuente de donde sale escucháis un siseo mientras lo que parece un cienpiés gigantesco es perturbado por la luz.

La oscuridad de la nueva estancia es absoluta, despertando en mí temores que no sentía desde mi más tierna infancia. Encendemos nuestras antorchas para poder ver mejor por dónde pisamos. Yldiane enciende algo que parece una lámpara que emite una luz blanca, claramente un instrumento magientífico, que por razones obvias no es de mi agrado. A pesar de ello, el prístino fulgor que emite nos permite ver claramente unos silos parecidos a los de la sala anterior, pero estos están tapados. A saber lo que debe de guardarse en su interior.

—Crucemos la sala lo más rápido que podamos —murmuro al comprobar que Liam se dirige a examinar una sustancia de aspecto pegajoso que rezuma de una cañería rota—. No me gusta este lugar.

Es cierto. Hay algo en esta oscuridad tintosa y opresiva que me pone sumamente nervioso. Es como si alguien o algo nos estuviera observando desde algún lugar que no podemos ver.

Y entonces, cuando Yldiane levanta su artilugio luminoso, un terror abrumador me inunda. Algo que debería arrastrarse por el suelo cuelga del techo sobre nosotros. El ciempiés más inmenso que mis ojos hayan visto jamás se prepara para abalanzarse sobre nosotros, con sus mandíbulas similares a tenazas afiladas, que podrían aplastar la cabeza de un ser humano con facilidad. Ni siquiera puedo ver dónde comienza y dónde termina el ser, pero lo que está claro es que es colosal.

Y que tiene hambre.

—¡Retirada, todos! —exclamo en un grito trémulo que delata mi horror—. ¡Ahora!

Sin decir más, doy media vuelta y empiezo a correr, aunque con precaución, asegurándome de que los demás me siguen y observando la situación, por si cualquiera de mis amigos pudiera necesitar ayuda para huir.

«Urvan, no debí hacerte caso…».

Liam, que iba el último ayudando a Ean a moverse (a pesar de una pequeña "parada técnica" para recoger muestras) fue testigo de excepción del trastazo que se metió Mòr al intentar atravesar el agujero de la puerta. Un agujero obviamente no pensado para alguien de sus constitución. Bien, parecía que aquella salida no estaba disponible, ahora quedaba decidir que opciones les quedaban y cual era la mejor, y a poder ser antes de que aquel mutante decidiese que si estaban en el menu.

Mòr bloquea la puerta intentando salir y, mientras el grupo trata de reaccionar pensando si echar la puerta abajo o bordear al enorme ionnthén, la gargantruesca criatura se lanza sobre vosotros. Yldiane parece su objetivo más directo, ya que la luz de su nebular es la causante de haber perturbado el descanso del inmenso insecto. Sin embargo, la varigal se mueve rápidamente hacia un lado, dejando pasar de largo la embestida de la criatura.

La suerte parece estar de vuestro lado, ya que la cabeza del cienpiés impacta contra la puerta que bloqueaba el camino, destruyéndola en pedazos. Mientras la criatura se repliega, utilizando el resto de sus patas para bajar hacia el suelo, veis que, al fin, tenéis el camino despejado de vuelta a la habitación anterior. Desgraciadamente, la abertura es suficientemente grande como para permitir también el paso del voluminoso insecto.

Arven se quedó con la boca abierta, no recordaba haber visto un monstruo de semejante tamaño en su vida. Intentó balbucear algo mientras la criatura se echaba sobre Yldiane, pero por suerte, falló, dándoles opción a escapar. Su mente se reactivó y dio un tirón de su amiga.

-VÁMONOS, CORRED, YA-

No había dudas al respecto sobre lo que ella pensaba, tan solo la duda de si el demonio aquel los perseguiría...

...La apertura era muy grande, no era descabellado que reptase tras ellos, entonces, ¿Cual era el mejor sitio para huir o esconderse? una cosa era ser valiente y otro estúpida, aún estando en plenas facultades, tan solo sería un pequeño aperitivo para la criatura.

Había que correr, si o si.

Liam giró la cabeza (al tiempo que cerraba la boca) cuando la puerta estalló y lo cubrió de astillas de madera. El joven estaba viendo que huir no iba a ser tan fácil como les gustaría, pero estaban desorganizados y débiles como para plantear una defensa eficaz. Al menos en la otra sala había más luz, lo que podía confundir al ciempiés, o con un poco de suerte le llamaría más la atención la planta. - Vamos Ean, aquí no nos quieren.- Dijo el joven recolocandose el peso del herido y saliendo por la puerta lo más deprisa posible tratando de que las cubas los ocultasen antes de que el ciempiés saliese.

En mitad del angosto pasadizo que es el acceso que comunica ambas salas, me maldigo a mí mismo por haber sido el primero en intentar entrar, pues no soy más que un estorbo para los demás. Pero, en ese instante, algo enorme golpea la puerta con una fuerza inmensa, haciéndola estallar literalmente. Giro la cabeza hacia atrás para ver qué ha sucedido, aunque puedo imaginármelo: en una de sus embestidas, la gigantesca criatura vermiforme ha golpeado la puerta, destruyéndola en el proceso.

—¡Vamos! —exclamo, sintiéndome momentáneamente libre—. ¡Salgamos corriendo, ahora!

Dicho y hecho, empiezo a correr a toda la velocidad que me permiten mis piernas. Sin embargo, no puedo dejar de notar que la abertura es ahora lo bastante espaciosa como para permitir el acceso de la bestia. Espero que esa criatura solo estuviera protegiendo su territorio, y que deje de perseguirnos cuando lo abandonemos…

Me quedo sin habla cuando la descomunal criatura pasa por mi lado a una velocidad espantosa y hace estallar la pesada puerta como si fuera de papel, provocando un temblor que hace vibrar mis huesos. No puedo ni imaginarme los efectos que tendría una embestida como esa si, en vez de una puerta recia, la víctima hubiese sido alguno de mis amigos... o yo.

Decido que no voy a quedarme a averiguarlo.

Viendo que todos mis compañeros ya han decidido huir, hago lo mismo. Dado que la luz parece irritar al monstruo, tal vez volver a la sala de la que veníamos, mucho mejor iluminada, no sea mala idea.

Ojalá no me equivoque.

Salís a toda velocidad de la refinería, volviendo a la sala de los grandes depósitos donde la planta aún intenta morder al aire, lamentando la presa que se le ha escapado de entre sus fauces. Mientras corréis, giráis la cabeza para ver cómo el enorme ciempiés atraviesa a duras penas la puerta, segregando una viscosa baba por sus fauces... La sustancia que cubre por completo el suelo del edificio.

Ean a duras penas consigue avanzar, ayudado por Liam e Yldiane, y sólo el hecho de que el tamaño del gigantesco miriápodo sea un impedimento para atravesar la puerta les impide convertirse en la comida de la criatura.

Rápidamente miráis las posibles salidas de la sala, intentando recordar el mapa. Volver al laberinto no parece una buena opción y al otro lado, hacia los extractores, llegaríais a una sala que os devolvería a la refinería, dejándoos atrapados con el monstruo. La mejor opción parece la puerta del otro lado de la sala, hacia la supuesta salida del edificio, pero tampoco tenéis mucho tiempo para decidir.

Aquello estaba mal, estaban actuando movidos por el pánico. Si no habían conseguido encontrar la salida explorando de forma calmada ¿Como iban a encontrarla a la carrera? - ¿Creeis que podriamos atraer al quilópòdo hacía la planta carnivora?- Pregunto finalmente Liam esforzandose en sostener el mayor peso posible de Ean, el muchacho no estaba precisamente para disfrutar de una carrera en estos momentos.