Partida Rol por web

Mierda! Ese cabrón me ha visto...aunque no parece ofensivo. Luego escucha otra voz grave que hace una pregunta. Así que buscamos a alguien, y no la hemos encontrado. Además, parece que nos conocen...

Viendo que no parecen hostiles, y que además, ya lo han detectado. Ean se levanta y sale de su escondite, bajando la ballesta pero sin guardarla. Se acerca con Urvan y Liam a la hoguera.

-Vale amigo...-Dice buscando con la mirada al individuo que ha hablado y al cual aún no ha conseguido ver- Sabes que pasa? Tenemos un leve problema de perdida de memoria conjunta...un rollo muy raro sí. Parece que nos conocéis...así que...a quien coño buscamos?

No sé exactamente el motivo, pero el hecho de que los extraños parezcan reconocernos y que no se muestren inmediatamente hostiles consigue tranquilizarme un poco. Lentamente, abandono mi posición agachada y empiezo a aproximarme a Liam y Urvan: en el caso de que suceda algo indeseable, necesitarán ayuda. Callo mientras mis compañeros hablan, pues no tiene sentido añadir palabras a las palabras solo para repetir una pregunta que ya ha sido formulada. Dejo caer mis brazos a ambos lados de mi cuerpo, laxos, en una actitud aparentemente relajada. No obstante, a pesar de mi silencio y de mi simulada despreocupación, mis ojos se mantienen alerta, tratando de capturar todo lo que puedan ver y anhelando que ninguno de los bandos lleve a cabo ningún acto precipitado que conduzca a consecuencias nefastas.

¿Quiénes son estos hombres? ¿Por qué saben quiénes somos, y en cambio nosotros no somos capaces de recordarlos? ¿Y qué o a quién se supone que buscábamos? Espero que pronto obtengamos alguna respuesta que nos ayude a aclarar este sinsentido…

Aguardo a que Ean acabe de explicarle nuestra situación al anciano que tan bien parece conocernos, pero hay algo que me inquieta. Yo habría preferido obviar el detalle de nuestra amnesia y tratar de sonsacarle información de manera más sutil; ahora que sabe que hemos perdido la memoria, nada le impide tratar de sacar provecho de nosotros, contándonos cosas que jamás ocurrieron o inventando una lealtad que nunca existió.

Guardo silencio mientras espero respuestas, y estoy pendiente de cada pequeña reacción de nuestro interlocutor, en busca de cualquier gesto o mirada que denote inseguridad, duda o deshonestidad.

Liam abrió la boca pero prefirió volver a cerrarla. Por un lado parecía que a Mòr y a Urvan no les había gustado su intento de dialogo, y por otro Ean había decidido tomar las riendas de la conversación. El joven decidió que era absurdo realizar las mismas preguntas dos veces de dos maneras distintas, y su habitual caracter dubitativo le hizo replantearse su acción y buscar el fallo base que había preocupado a sus compañeros. Pero sobretodo decidió que así podría pensar y centrarse en aquellos individuos. - Piensa Liam, no recuerdas nada pero mantienes tus conocimientos ¿Que ves?- Se dijo a si mismo en un murmullo mientras comprobaba si portaban algún tipo de emblema o rasgo caracteristico. Una pieza de tela llamativa, algo exclusivo...

Me acerco en silencio mientras Liam habla y me coloco al lado de los más adelantados... Si ese hombre nos está hablando así es porque nos conoce, algo teníamos que hacer dentro de esa puñetera niebla y ellos nos estaban esperando.

Estoy a punto de preguntar a qué se refiere el anciano con su pregunta, pero Ean se me adelanta y lo suelta todo, con su ya característica lengua brusca y directa. No obstante ha preguntado exactamente lo mismo que iba a preguntar yo, así que espero a ver qué le responden. Y, sin embargo, ha dado por hecho que "la que buscábamos" es una persona. Podría ser, por supuesto, pero también podría ser un objeto... o podríamos haberla encontrado ya y no saberlo. 

En cualquier caso, espero la respuesta y observo mientras tanto el campamento circundante y a sus integrantes. ¿Hay rastros de cuánto tiempo llevan allí esperando? ¿Se trata de un campamento real o ha sido montado improvisadamente? ¿Cuántos hay? ¿Llevan algún signo distintivo? Todas esas cabezas se agolpan en mi mente mientras observo todo con detenimiento, tratando de averiguar todos los detalles posibles sobre aquella situación. 

Arven se acerca, recomendándoos quedaros atrás, pero enseguida se hace evidente que al menos uno de los guerreros del campamento, el que estaba más adelantado en el grupo, os ha visto incluso a través de la niebla. Tanto ella como Ean avanzan con una actitud más agresiva, que contrasta seriamente con la presentación inicial de Liam y Urvan. Sin embargo, lo único que consiguen es una mirada con el ceño fruncido de los hombres del campamento.

La niebla parece aclararse un poco y os permite ver el campamento. Hay tres hombres en él: dos guerreros, uno de ellos, moreno, cerca del perímetro exterior lleva observandoos un rato; el otro, rubio, no parece tener intención de separarse de su escudo, en el que no veis ningún emblema que reconozcáis, y os mira con enfado ante vuestras palabras. Al fondo del campamento el anciano que os ha hablado espera sentado, sorprendido por no haber recibido una respuesta a su pregunta.

La localización parece escogida cuidadosamente entre tres muros que parecen más sólidos que el resto, proporcionando una mayor protección al campamento. Sin embargo, parece claro que no es un sitio estable, sino más un lugar de descanso. Alrededor de la hoguera hay bastantes mochilas, lo que parece indicar que está preparado para más gente de la que se encuentra aquí ahora mismo.

El guerrero del escudo, que inicialmente parecía tranquilo aunque un poco desconcertado ante las palabras de Urvan y Liam, parece indignarse al escuchar a Ean y Arven.

- ¿Cómo qué a quién habéis ido a buscar? - pregunta elevando el tono. - ¡Os habíais ido a buscar la maldita salida! ¿Acaso habéis venido aquí con segundas intenciones? - Se para un momento, mirándoos. - Y, ¿dónde están mis hombres? Los envié detrás de vosotros cuando vimos a esos espías de Reizh. ¡No me diréis que no os habéis encontrado!

Tanto el anciano como el otro hombre os observan, pensativos. Por su gesto, os da la impresión de que se dan cuenta de que algo no está bien, aunque parecen estudiar la situación antes de tomar ninguna decisión precipitada.

Liam no ve nada malo en hablar con aquellas personas, parecen conocerles y es una opción tan buena como las demás (y no implica iniciar hostilidades gratuitamente), pero decide mantenerse en silencio. Mòr y Urvan parecieron no aprobar su anterior avance, y a él siempre se le ha dado mejor evaluar y sacar conclusiones que tratar con la gente. Mientras daba espacio a los demás para que hablasen decidió agudizar la vista y catalogar el equipo, tanto de los hombres como del campamento. Algo tenía que haber que le diese una pista o le trajese algún recuerdo. Para comenzar contabilizó los pertrechos y mochilas en el suelo. Si aquellos hombres decían la verdad debería poder inferir el número de acompañantes que le faltaban por estos. Y si ese era también su campamento tendría que ver su impedimenta de viaje. Al menos su mochila debería resultarle familiar. Y la de Yldiane se dijo el joven, ella siempre viaja en cabeza. También observó a los tres hombres, sus maneras, sus acentos y en especial al anciano que creía que podía ser el más interesante. Se acercó tanto como los demás le permitieron para percibir los detalles importantes. Sus manos ¿Estaban manchadas de tinta, callosas eran finas como las de un noble? Sus cabellos y barba ¿Estaban cuidados a pesar del descuido inevitable por viajar, eran los cabellos descuidados pero no dañados de un erudito o eran los cabellos maltratados por la vida a la intemperie y sin cuidados de un granjero o un cazador? Una vez comprobado el campamento decidió otear los alrededores. A pesar de la niebla y de la seguridad parcial que proporcionaban aquellos muros derruidos él habría puesto un vigía, alguien que pudiese advertir la llegada de gente o en su defecto atacarles por la retaguardia de ser necesario. Y las huellas murmuró Liam, si hemos pasado por aquí habrán huellas. Quizás las de los gráciles Ean e Yldiane no serían distinguibles pero las huellas de alguien del tamaño y peso de Mòr deberían ser llamativas.

Trago saliva al oír la pregunta del guerrero. La sospecha de que alguna clase de brujería haya afectado nuestras mentes y nos haya vuelto a unos contra otros es ahora una posibilidad muy real. ¿Hemos atacado y matado a nuestros propios aliados? ¿Y por qué ellos nos atacaban a nosotros? Todo esto es muy extraño.

—¿Podríais describir a vuestros hombres? Ya os hemos dicho que algo ha afectado nuestros recuerdos, y todo parece muy confuso ahora.

Aprieto los dientes, preparándome para lo peor.

¿La salida? ¿Significa eso que estamos «dentro» de algún lugar? De repente, dejo de ver la bruma que nos rodea con los mismos ojos, y una gran inquietud me invade. ¿Estamos atrapados? ¿Y quiénes son estos hombres? ¿Son amigos nuestros? Si es así, ¿por qué no los reconocemos, del mismo modo que sí sentimos afinidad entre nosotros seis? Los pocos datos que vamos descubriendo no hacen otra cosa que confundirnos aún más. Este lugar es realmente extraño, suceden cosas inexplicables y, para colmo, no estamos solos… Pero aquellos con los que nos encontramos no saben darnos una explicación satisfactoria. Y por si todo esto fuera poco, cabe la posibilidad de que hayamos asesinado a nuestros propios aliados ahí atrás, por culpa de esta maldita desorientación que pesa sobre nosotros.

Y de los espejismos. Si puede llamárselos así.

Entreabro los labios para dejar que mi lengua los humedezca, pues están extremadamente resecos y empiezan a cortarse, pero no pronuncio palabra. En vez de eso, examino con detenimiento las reacciones de todos los presentes cuando oyen las palabras de mis amigos. Urvan trata de mantener la compostura y habla con templanza a pesar de las airadas y acusadoras palabras del hombre rubio, en quien entreveo un carácter impulsivo y peligroso. Peligroso para sí mismo. Al final, después de unos tensos segundos de silencio en los que nadie se decide a tomar la palabra, hablo.

—Hay algo en este lugar —murmuro de pronto, con los ojos desenfocados, como si miraran en la distancia—. Algo que ha acabado con nuestros recuerdos. A duras penas recordamos quiénes somos. —Suspiro, como afectado por un profundo cansancio. «Y mucho menos quiénes sois vosotros, o qué estamos haciendo aquí», podría decir, pero es tan evidente para cualquiera que se moleste en pensar un poco que no vale la pena el esfuerzo—. Hemos sido atacados, y algunos estamos heridos. Si sabéis algo más… Por favor.

Callo igual de abruptamente que he empezado a hablar. Me resulta sumamente incómodo hablar con desconocidos, y más cuando no sé si puedo confiar en ellos, así que esperaré a que saquen sus propias conclusiones y nos iluminen, si es que tienen a bien.

El guerrero del escudo frunce el ceño y está a punto de contestar a Urvan de mala manera, pero el otro se interpone rápidamente, hablando en tono conciliador.

- ¡Calma! - le exige a su compañero. - Nosotros también hemos perdido parte de nuestros recuerdos... Estábamos todos juntos en este laberinto y montamos el campamento. Vosotros os fuisteis a buscar una salida, pero al poco rato vimos un grupo de soldados de Reizh, así que mandamos a sus hombres para escoltaros. ¿No los habéis encontrado?

El hombre rubio escupe con desprecio hacia un lado y se aleja hacia el perímetro del campamento, seguramente esperando ver salir de entre la niebla a los que considera sus hombres.

- Pero... ¡estáis heridos! ¿Os cruzasteis con los reizhitas, entonces? - pregunta mientras os indica que os sentéis en el campamento. - Dejadme ver esas heridas - dice sin ocultar cierta preocupación en su voz, especialmente al mirar a Arven.

El anciano, que ha permanecido en silencio desde su primera pregunta, interrumpe ahora al guerrero.

- No servirá de nada - sentencia cuando habla de curar vuestras heridas. - Este lugar está maldito, corrompido por los Daedemorthys - dice usando el término despectivo por el que los Demorthén se dirigen a los magientíficos. - No sanarán hasta que no hayamos salido de este lugar...

Pese a todo, echa agua en un cuenco, lo deja junto a la hoguera y añade unas hierbas. Tanto Liam como Mòr reconocen unas plantas cuya infusión se utiliza para despejar la mente. Cosa que parece haceros bastante falta.

Miro a un lado y a otro mientras los hombres hablan. El de los cabellos morenos parece más sensato que su compañero rubio, que se aleja del centro del campamento, malhumorado, cuando el primero lo reprende. Parece preocupado cuando ve las heridas de nuestros compañeros, y quiere saber si quienes nos atacaron eran los reizhitas que antes avistaron. Pero, ¿cómo íbamos a saberlo? Por lo que sé, despertamos en medio de un ataque por parte de unos hombres que creían que éramos feondas, o que estos nos habían traído.

—No reconocimos a los hombres que intentaron matarnos —respondo con toda la sinceridad de que soy capaz—. Ni ellos a nosotros. Se negaron a razonar.

Guardo silencio. No hay que decir nada más, ni hay nada más que decir. Entonces, el anciano, el que parece el líder, toma la palabra, y pronuncia una palabra que me hiela la sangre. Daedemorthys. No puedo reprimir un escalofrío. Si lo que este hombre dice es cierto, todo este lugar está muerto. Peor que muerto: está enfermo, y su mancha se extiende a todo el que se acerca. Debemos marcharnos de aquí cuanto antes.

Observo atentamente al anciano, viendo cómo prepara una infusión. Me acerco, con curiosidad. Entonces, sin apenas mirarlo y bajando inconscientemente la cabeza, pregunto:

—Señor… ¿Sois un demorthèn?

Solo entonces me doy cuenta de que la pregunta, así, a secas, suena extraña e incluso un poco improcedente. Sin embargo, ya he oído como ha llamado a los autoproclamados «magientíficos», y el hecho de que conozca las artes sanadoras me han hecho pensar en esa posibilidad. Yo mismo soy un ionnthén, mas no logro recordar a mi maestro, por más que me esfuerzo. ¿Quizá sea este hombre?

-Bueno, al menos no todos son hostiles- Pensó Arven mientras envainaba su espada, aunque todavía permanecía alerta.

-El caso es que, decís que estabamos todos juntos, ¿hay un por que?- Se paró a pensar en sus palabras, era evidente que nadie tenía ni idea.

-El caso es que Reizhitas o no, muertos están, salvo algunos que echaron a correr entre la niebla- Esto si fue de un modo algo jactancioso.

Despues de su bravata, Arven escuchó al anciano, y no pudo evitar que el vello de la nuca se le erizase. Maldiciones, brujería y demonios. Un auténtico asco

-Parece que tu sabes más que el resto, anciano, ¿Algo más que sea de utilidad?, no podemos quedarnos aquí para siempre-

Le hizo un gesto al guerrero que se le acercaba a tratarle las heridas, para que estuviese quieto. Con Liam era suficiente

Liam observó el conjunto sintiendo que algo se le escapaba, allí había algo importante pero no lo veía o no sabía interpretarlo. Se fijó especialmente en el anciano y en su forma de preparar el remedio. La gente podía ver a dos sanadores usando las mismas hierbas y pensar que su remedio era el mismo, pero las distintas disciplinas usaban distintos modos de preparación. También decidió centrarse en los acentos de los hombres, el anciano parecía instruido y seguramente habría perdido toda traza de él, pero con suerte alguno de sus guardaespaldas no. El joven no pudo evitar sonreír comprensivamente al pobre que se había acercado a Arven. Lo cierto es que no era un paciente cómodo, ni una mujer fácil de complacer. - Si vamos a hablar hagámoslo de forma civilizada, junto a la hoguera. Arven siéntate antes de que se abra la herida. Veamos si puedo coserla ya.- Indicó el joven que suponía que todos hablarían mejor junto al calor de las llamas.

Miro a unos y a otros, sin saber muy bien cómo intervenir, o cuándo hacerlo. Lejos de responder a nuestras preguntas, nuestros supuestos aliados arrojan aún más. ¿Reizhitas? ¿Maldiciones? Esto es demasiado.

—Disculpad, pero, ¿tenéis idea de cuánto tiempo llevamos aquí? —digo de repente, sin atreverme a alzar demasiado la voz para hacerme oír—. ¿O de qué es este lugar, ya puestos? Por favor, decidnos lo que sepáis. A qué habíamos venido, quién nos había enviado… Cualquier información puede sernos de ayuda. En todo caso, si hemos de buscar la salida de este lugar, creo que no estamos en el lugar adecuado… Ninguno. —Hago una pausa antes de continuar, temiendo que estos hombres no se tomen a bien lo que pienso sugerirles—. ¿Por qué no levantamos el campamento y nos vamos todos juntos? Este sitio no parece mucho mejor que cualquier otro de por aquí, y cuando estemos ahí fuera, en mitad de la niebla y enfrentándonos a quién sabe qué, necesitaremos toda la ayuda que podamos tener. Si os quedáis aquí y algo nos ocurriera durante nuestra búsqueda, seguiríais perdidos… Y seríais menos.

Trago saliva, esperando no haberme excedido.

Arven se dio cuenta de que estaba siendo demasiado hosca e impulsiva, quizás por lo preocupante de la situación. Se recordó así misma que debía de vigilar esos comportamientos, ya que podían levantar ampollas o lastimar a gente. Cosas de la adrenalina y una vida basada en seguir siempre adelante, sin importar el coste.

Al escuchar las palabras de Liam, se le enrojecieron las mejillas e intentó ocultarlo con todo su empeño.

Se sentó cerca de la hoguera

-Está bien, Liam-

Antes de que el anciano conteste a tu pregunta, tu mirada se fija en el colgante que lleva al cuello. Atada por un hilo de cuero, hay una piedra con un extraño símbolo grabado, que hace que algo se despierte en tu memoria:

La anciana te miraba con gesto severo y realmente te sentías mal por tu error. Pero no podías evitar pensar más en salir al campo para practicar con tu laúd en vez de concentrarte en los dibujos que trazaba en la arena. - ¡Otra vez, Mòr! - dijo borrando con el pie la línea que había hecho hace un momento. - ¿Cuál es este Ogham?

La imagen desaparece de tu mente tan rápido como había llegado, pero aporta algo de claridad a la imagen que tienes ante ti. "Llamar a los Animales. Un símbolo del reino Animal", piensas, imaginando el rosto complacido de la mujer que supones que es tu maestra.

El anciano asiente sin palabras en respuesta a la pregunta de Mòr, dejando claro que es un Demorthén, uno de los guardianes de las antiguas tradiciones, con extraños poderes que les hacen capaces de obtener ayuda de los espíritus de la naturaleza. Sin duda por eso su tono de voz no esconde que es una persona acostumbrada a ser obedecida.

Liam se une a la sugerencia del guerrero moreno y os sentáis alrededor del fuego. Arven finalmente cede a que el chico cosa su herida, ante la atenta mirada del hombre de más edad.

- Como os he dicho, dudo que eso sirva para cerrar su herida, aunque seguramente impida que pierda más sangre - sentencia mirando el trabajo del chico con atención.

Se vuelve hacia Uvan y, más conciliador a pesar del uniforme del Templo que lleva el chico, intenta contestar a sus preguntas. - Nosotros también hemos perdido parte de nuestros recuerdos - dice de forma algo más críptica que su compañero. ¿Qué parte? ¿No todos sus recuerdos? Puede tener sentido pues, después de todo, vosotros también recordáis vuestras habilidades. ¿O se refiere a algo más? - Estábamos esperando vuestro regreso para poder salir de este laberinto. Era más seguro que un pequeño grupo buscase la salida en vez de que todos caminásemos a ciegas por estas traicioneras ruinas. Además, ahora tendremos que esperar a sus hombres, pues él se negará a levantar el campamento sin ellos - dice señalando al guerrero rubio que sigue observando la niebla. - Además, sois vosotros los que tenéis el mapa de este lugar... Aunque por lo que recuerdo, no marcaba la salida de este laberinto.