Partida Rol por web

Una vez tuvo constancia de que todos estuvieran a bordo, revisando las cámaras internas de la nave, apretó para cerrar la rampa de la misma, al tiempo que la canción empezaba a finalizar.
El piloto sonrió, pues ya tenía lista la que seguía, al tiempo que el –Bip-Bip-Bip- de una parte de la consola le brindo la información que solicitaba. Puso rumbo hacia la mina, si iban a desviarse, siempre podían hacerlo, pero si iban a ir, cada segundo contaba. Por fuera la Nave sumo ahora sus repulsores laterales a la velocidad de avance y todos sintieron un poco el impulso de la nave cuando esta salto hacia delante. Un poco tarde quizás, el Piloto indico.
- Sugiero que se agarren de algo. Capitán, lo necesito en la cabina.-
La Constanze iba dejando una estela de polvo debido a lo bajo que iba por por el suelo, apenas unos dos o tres metros del mismo. De hecho la nave se inclino hacia un costado cuando el piloto evito una formación rocosa que había mas adelante, para volver a su posición original.

Una voz mecánica llegó através de la radio.

Nave Constanze, aquí Serenity, abandonamos atmo. Y tras una leve pausa. Buena suerte, corto.

Tras recoger al equipo de negociación, David volvió a aparcar la mula en la bodega de la nave una vez Faraday la hubo colocado en posición para recogerlos a ellos. La velocidad era su mejor aliado en esos momentos, cuanto antes estuvieran listos para despegar, antes podrían dejar atras aquella amenaza. No le asustaba tener que pelear contra Reavers, pero como todo el mundo, prefería evitarlo si era posible. Ver a una marabunta de tios cubiertos de sangre y piel humana corriendo hacia tí mientras hacían caso omiso de las balas que les ponías en el cuerpo no era una visión que quisiera tener que presenciar muy a menudo.

Pero al parecer, no podían salir disparados de inmediato, no si querían que la visita les contara para algo y pudieran recoger la mercancía y cumplir el encargo. No le gustaban las posiblidades que tenían pero perder el dinero le gustaba aún menos. A menos que los Reavers se las arreglaran para entrar en la nave, cosa improbable por el momento, solo había un lugar en el que podía ser realmente de utilidad. Se dirigió todo lo rápido que pudo hacia la cabina, y sin mediar palabra, se sentó frente a la consola de artillería al lado de Faraday tras darle una palmadita en el hombro. No hacía falta mucho más para entenderse.

- Cañón láser cargado y listo por si hace falta - sinceramente, esperaba que no. Pero para ello, dependían de la suerte y del hombre que tenía al lado. Faraday, no nos falles ahora, pensó, sin decirlo en voz alta. Hasta el momento, no tenía queja de la habilidad del ex-marine a los mandos, pero ahora era cuando la cosa de verdad importaba.

Son más que reales, señorita Vasilis. Todo lo que haya escuchado sobre ellos, todo... siempre se queda corto con respecto a la realidad. Créame, no desea verlos de cerca.

Corro a toda velocidad por el pasillo hasta proa.

- ¿Qué tenemos? - digo mientras entro en la cabina y tomo con celeridad el asiento del copiloto, comenzando a teclear el monitor descargando datos.

Antes de tomar una decisión necesitamos saber localización, rumbo y velocidad de esos Reavers. Qué alguien monitorice la otra nave Firefly, por favor.

Cuando primero Kovacs llego a a la cabina y le dio un una palmada en el hombro, el Piloto le respondió con un asentimiento, a medida que la nave inclinaba su nariz para ir a raz del suelo, y las ventanas mostraban un horizonte rocoso y la velocidad vertiginosa a la que se movia la nave.
Faraday no lo dijo, pero tener a su compañero al lado de la consola de artillería, en lugar del chico que no sabía usarla, le dio un poco de tranquilidad. Al poco tiempo llego Kaine, y le pregunto el estatus de las cosas.
Él le señalo una de las consolas, donde mostraba la siguiente situación. 23 minutos para la llegada de los Reavers, 8 minutos para llegar al lugar donde se encontraba la mercancía.
- Puedo intentar tomar atmosfera ahora, y escapar de esas naves Reavers, Capitán. O puedo seguir dirigiéndome a toda velocidad a la mina donde esta la mercancía. Técnicamente, puedo llegar y darnos quince minutos para levantar la mercancía e irnos, y al minuto quince llegarían los invitados no deseados a la fiesta. La otra nave Clase Firefly “Serenity”, está tomando atmósfera, o eso me dijeron. No quiero desviar los sensores de los Reavers, ni del destino, asi no tenemos sorpresas inesperadas. Puedo intentar ganar un minuto o dos al reloj, pero necesito alguien en los motores, estas bellezas solo exprimen su rendimiento si tenemos alguien popa y proa coordinándose juntos.
Se giro al chico, Rush, y le hablo directamente. Chico, tengo dos tareas para ti. La primera, si el Capitán lo autoriza, apreta ese botón despertador. Nos marcara cuando falten 15 minutos, quiero que nos avisen cuando falten 10 minutos. Y cuando falten 5 minutos, será tu deber avisarnos de nuevo. Y Al minuto 2, tienes que apretar aquel botón. ¿Entendido? dijo, señalando algo en el tablero de mando.

Antes de tomar una decisión necesitamos saber localización, rumbo y velocidad de esos Reavers.

¿Tomar una decisión? La nave da un vuelco y me tengo que asir a una de las paredes, antes de continuar escandalizándome.

No se estarán planteando...

Las manos de Faraday corretean ágiles por los mandos de la nave, toqueteando botones aquí, y allá, mientras Kovacs coloca la artillería pesada en posición. Se necesita un mecánico, pero aunque me ofreciera igual daría que pusiera a Mr Mittens en mi lugar. Si hay algo útil en todo el universo, no se enseña en la escuela para Acompañantes. 

 - Puedo intentar tomar atmosfera ahora, y escapar de esas naves Reavers, Capitán. O puedo seguir dirigiéndome a toda velocidad a la mina donde esta la mercancía. 

-Wú! Méimén! *-Exclamo- ¡Podemos volver mañana a por la mercancía, cuando estemos lejos de esos... esas bestias! 

Avanzo a trompicones hacia el asiento del copiloto, y casi caigo encima cuando la nave efectúa otro viraje que la vuelve prácticamente del revés. Los malditos sensores antigravedad, Faraday... hasta yo sé que en las Firefly no están sujetos al soporte vital, puedes activarlos. 

No, reavers. Que se concentre en los reavers mejor.

-¡Capitán! -Insisto, poniéndome en pie- Es usted responsable de esta tripulación. No puede jugarse nuestro cuello por la posibilidad de tener el botín ahora, en lugar de mañana. 

Aria enarcó las cejas a medida que el piloto hablaba. –Chico, tengo dos tareas para ti. La primera, si el Capitán lo autoriza, apreta ese botón despertador. Nos marcara cuando falten 15 minutos, quiero que nos avisen cuando falten 10 minutos. Y cuando falten 5 minutos, será tu deber avisarnos de nuevo. Y Al minuto 2, tienes que apretar aquel botón. ¿Entendido? –Así que para lo que había quedado el adolescente en esa nave era para pulsar un cronometro.

Si hubiera sido otra persona el receptor de esa orden, tal vez la hubiera aceptado sin rechistar. Pero a él se le escapaba lo que pensaba por la boca. –Como somos tantos en la nave seguro que podemos permitirnos tener a alguien específicamente para mirar un reloj... –Aria resopló e intentó evitar a Faraday.– Será interesante ver quiénes irán a buscar la mercancía para cargarla en la mula. Y a la vez quién vigilará la artillería, los motores, los sensores, trazar rumbo para escapar de los Raeavers, pilotar la nave. O contemplar como pasa el tiempo en el despertador, esas cosas importantes...

Encogió los hombros y miró hacia al capitán. –Pero si el Doctor Kaine lo cree oportuno, me quedaré aquí contando los segundos.–

La Constanze volaba hendiendo el cielo a gran velocidad dejando tras de sí una estela de polvo y olor a combustible quemado. Fue un recorrido corto, apenas diez minutos.

Ante vosotros se abría un desfiladero mas estrecho que el anterior, unas vías de tren abandonadas y oxidadas marcaban ña existencia de una vieja mina, siendo la única evidencia visible.

Miro las estadísticas, los sensores captan la velocidad frenética de la nave entrando en la atmósfera, con un grado de error bastante despreciable.

Miré al frente y traté de hacer algunos cálculos. 
Se dice que con los Reavers uno no puede tener un solo margen de error. Pero desconozco volumen de carga y peso total de la mercancía. Las variables eran demasiadas. Había que arriesgarse a una apuesta a ciegas.

Me froté la barbilla a medida que nos acercábamos. Si queríamos abandonar la mercancía y salir pitando era el momento.

- Lo siento. La conducta de los Reavers es demasiado caótica e imprevisible como para asumir que no encontrarán la mercancía. No sabemos cómo han encontrado este lugar, ni siquiera comprendemos como son capaces de pilotar las naves.

Si nos vamos podemos perder la mercancía, y por tanto el trabajo. No lo podemos permitir.

Baje a esa mina lo más rápido posible, señor Faraday.

Me giro en la silla y miro a la tripulación, algunos de ellos aún agarrados a estructuras en el pasillo. Resoplo cansado.

- Spencer, Kovacs, Stark... - miro de reojo al crío - ... Russel. Prepárense para bajar con la mula y recoger la mercancía.
Trabajo rápido y a contratiempo. Si se acaba el tiempo les avisaré y tendrán que regresar aunque perdamos la mercancía, ¿lo han entendido?

Ante la orden de Kaine, Faraday asintió, como movimiento principal y entrecerró los ojos demostrando concentración absoluta. Se movió en la silla, de modo de avanzar con todo el cuerpo teniendo una mano en los controles, y apretó con el pie el acelerador, al tiempo que la otra mano utilizaba el mando horizontal para poner ambos rotores laterales de forma casi horizontal, como si estuvieran en el espacio, carente de gravedad. La nave se sacudió un poco, haciendo trastabillar, o al menos agarrarse a todos los que estuvieran en la nave de forma mas firme.
Uno de los rotores estaba ligeramente inclinado hacia arriba, y el otro, ligeramente hacia abajo, equilibrando la nave en su empuje horizontal, cambiando de a poco, en una bastante complicada carrera para pasar ganar tiempo, sin sumar la dificultad de que volaban muy al ras del suelo, dejando una estela de polvo y arena detrás, y tenían que esquivar cuanto accidente natural existiera, como un árbol alto, o alguna formación rocosa antes de llegar a la zona de la mina.
Meneo la cabeza, no le había gustado que el capitán metiera al niño en la mula. Era una situación complicada. ¿Por qué ahora? Entendia la necesidad de Aria de probarse útil en la tripulación, pero podía hacerlo en otro momento, no cuando los salvajes más peligrosos de la galaxia venían a comerte, si tenias suerte… muerto. No quería arriesgar a ninguno de la nave, no porque le gustaran demasiado, si no porque siendo la tripulación de la nave que el volaba, se sentía un poco a cargo. En espacial con los dos miembros mas inut… indefensos del grupo.
Cuando faltaba poco para llegar a destino, informo:
Ya escucharon al capitán. T-1 minuto. Kovacs, la mina puede tener interferencias, en las comunicaciones. Ten eso en cuenta, llevate un reloj o algo. En todo caso, ¡buena caceria!. dijo en la despedida clásica de los militares de la alianza.
La Nave freno en la zona de descarga ejecutando un giro de ciento ochenta grados, de forma que la rampa descendió y la mula tuviera la entrada de la mina directo a la entrada o todo lo que pudiera permitirse con una nave de clase firefly.
Ahi el piloto golpeo la parte superior del contador, que en números digitales paso de 15.00 a 14.59 y siguió bajando.

- Spencer, Kovacs, Stark... Russel. Prepárense para bajar con la mula y recoger la mercancía. Trabajo rápido y a contratiempo. Si se acaba el tiempo les avisaré y tendrán que regresar aunque perdamos la mercancía, ¿lo han entendido?

 Ya escucharon al capitán. T-1 minuto. Kovacs, la mina puede tener interferencias, en las comunicaciones. Ten eso en cuenta, llevate un reloj o algo. En todo caso, ¡buena caceria!

Dirijo una mirada furibunda hacia el capitán. Sé que no debería ponerle en entredicho delante de todos sus hombres, pero realmente estamos viviendo una situación de vida o muerte, así que le tomo por el brazo.

-Por lo menos tenga la decencia de dejar a un artillero en la nave, por si nos atacan -siseo, muy cerca de su rostro, antes de soltarle y salir de la cabina del piloto.

Me dirijo rápidamente hacia la bodega, buscando con la mirada a Mister Mittens; sé que no le gusta el jaleo, y con tanto movimiento se habrá escondido. Pero, por si acaso, no le quiero liando nada en una zona de paso de la nave. Ya en la zona de carga, elijo parapetarme bien, con el arma de Kovacs todavía entre las manos, dispuesta a disparar a cualquier hombre-bestia que se atreva a entrar antes que nuestros compañeros.

La actividad empezó a ser frenética en la Constanze tras las ordenes dadas por el capitán. Aria empezó el recorrido para dirigirse hacia la zona de carga para seguir las instrucciones pero se detuvo al hacer algunos pequeños cálculos. –Doctor Kaine, puede que la mina sea demasiado estrecha, o no. Si es el caso, quizás cuatro personas dentro, más el transporte, sea un estorbo más que un beneficio para la rapidez que requiere la situación.–

El muchacho miró hacia Faraday antes de continuar. –Tal vez pueda serle de utilidad en la superficie. Si Nathan me presta su arma puedo estar en la bodega por si acaso, algo de puntería tengo… Lo mismo que ahí. –Señaló con la barbilla el asiento de artillero y se encogió de hombros. 

Quizás no sea como Kovacs, pero mejor que una silla vacía puedo ser. Ah, y si hay que darle un empujoncito al motor, creo que puedo hacerlo igual o mejor que Bill.– Aria se dio cuenta de que quizás no estuviera haciendo amigos con lo que estaba diciendo. –Quiero decir, que puedo echarle un ojo si hiciera falta y él no está aquí.

Asentí a las palabras del capitán y, de inmediato, sentí la adrenalina recorriendo todo mi cuerpo. Por fin algo de acción. Era la hora de demostrarme a mí mismo que aquellos días tomando té y contando ovejitas en mi camarote no me habían ablandado. Con paso decidido, me dirigí a la zona de carga para bajar con la mula en cuanto la rampa de la nave descendiera.

Me sorprendió la rebeldía de Aria, desacatando las órdenes del capitán y sugiriendo otro tipo de acción, como asumir el papel de artillero en ausencia de Kovacs o sirviendo como mecánico auxiliar entretanto. Me costaba creer que lo hiciese por cobardía, lo más probable es que estuviera actuando de ese modo debido a que había advertido que la apertura de la mina quizá era demasiado estrecha. Sin duda, era un chico listo. Si los hombres de Chang y los Reavers no lo impedían, lo más probable es que llegase a viejo.

-Aria podría ser un buen artillero -sugerí, viendo que el muchacho no parecía muy convencido de bajar-. O puede ocuparse Nikita. -Dirigí una mirada a la silenciosa y peligrosa mujer-. Últimamente está muy callada, creo que ya está deseando dispararle a alguien...

Nikita se preparó para bajar, no sin antes pasar al lado del chico y prestarle su rifle.

Como le pase algo a mi rifle o la líes... más te vale haber muerto porque lo que yo te haré será mucho peor... Le amenazó, aunque pudiese parecer que le estaba dando una oportunidad de demostrar que podía. Ella cogió su pistola y se preparó, paso también junto a Bill.

Las balas dicen mucho más que las palabras, señor Spencer... Dice simplemente.

Finalmente Kaine tomó una decisión. Puede que lo lamentaran luego, pero en parte tenía razón. Si se arriesgaban y fallaban su primer trabajo de aquella manera, Sugar se encargaría de que acabaran como la mancha fuera de la cabina que no terminaba de irse. No le hacía gracia un posible encontronazo con los Reavers, pero al menos ahí tenían posibilidades de salir con vida, se se coordinaban bien.

La elección de personal también era arriesgada. Sabía que Faraday y probablemente Kaine eran capaces en combate, pero uno de ellos iba a tener que estar ocupado a los mandos de la nave, lo que dejaba al capitán y a Jun como única defensa. Y que Russel les acompañara a la mina... no veía preparado al chico para algo como aquello, había hombres hechos y derechos que tampoco lo estaban. Enfrentarse a los Reavers era completamente distinto a cualquier otra cosa que te hubieras podido imaginar sobre una pelea. Y si soldados veteranos ya tenían problemas para encargarse de ellos, ¿Qué resistencia podía oponerles el muchaho? Quizás fuera mejor que se quedara en el asiento que hasta hacía poco había estado ocupando.

Pero no dijo nada. Si se entretenían en discusiones como aquella solo harían que perder tiempo. El capitán había dado una orden y David ya estaba amartillando su subfusil y preparandose para cuando la rampa bajara. Había caído en la cuenta de un factor más que podía decidir sí de verdad les harían falta cuatro personas para recuperar la mercancía - ¿Cómo de grande es el paquete? - si les hacía falta la mula para llevarlo a la nave es que les iba a costar un tiempo cargarlo en el vehículo. Esperaba no tener que adentrarse demasiado en la mina antes de encontrarlo.

Desconocemos el tamaño y peso, por eso envío a tantos. Mejor que sobre que falten. - odiaba la falta de información, no me permitían tomar decisiones resolutivas. Seguramente hubiese sido mejor dejar a Spencer o Russel en los motores, pero sin saber la gente que necesitaremos abajo...

- Adelante, vaya abriendo la compuerta, señor Faraday. Yo haré de artillero en caso de ser necesario, hace mucho que no utilizo armas pesadas, pero mentiría si dijese que no lo he hecho antes.

Me giro hacia la acompañante y miro sus manos con cierto desagrado.

Señorita Vasilis, no se aleje mucho y deje al saco de pulgas. Quería su propia lanzadera... eso significa que los mandos de una nave no le son desconocidos.

Si hay que forzar la maquinaria bajaré yo a los motores, Faraday tomará los mandos de la artillería y usted tendrá que hacer de piloto temporal. - Era una estrategia arriesgada, así que solo la aplicaría en caso de ser estrictamente necesario. No es que me guste ensuciarme de grasa siendo capitán, pero conozco algunos trucos y la ingeniería de estos motores es basta pero poco complicada.

El desfiladero era un lugar perfecto para una emboscada, lleno de enormes rocas y recodos donde cualquier podría esconderse. Las paredes eran rocos y estaban llenas de infinidad de oberturas pequeñas y poco profundas, no era un lugar donde sentirse tranquilo. La escasa vegetación crecía de forma patética cubriendo el paisaje de secas y pajizas matas de pequeños arbustos espinosos y duros para poder soportar el clima de Snowfall.

La mina abandonada era evidente, bien visible, debido a los rastros de las traviesas del ferrocarril. En su momento podría haber sido un lugar importante, en las rocas se adivinan las ruinas de pequeñas edificaciones casi totalmente derruidas. Era profunda, o eso parecía, y no se adivinaba el fondo desde fuera, parece que tendréis que husmear en su interior.

La nave seguía posada detrás vuestra, ha llegado la hora de ganarse el pan. A fin de cuentas, sois gente sencilla, es un trabajo sencillo, todo tendría que ir suave como la seda.

El gato bufó sintiéndose ofendido por el tono del advenedizo capitán. Si los gatos hablaran y dijeran con palabras lo que dicen con la mirada, posiblemente el Señor Kaine se hubiera sentido cuanto menos preocupado. El minino saltó y se marchó perezosamente por la zona de los camarotes de la tripulación, desapareciendo subitamente de la vista. Era asombroso lo rápido que el bueno de Mister Mittens se había adaptado a la nave, y lo fácil que le resultaba colarse en cualquier lugar de la misma. Posiblemente en este momento, alguna cama, de algún tripulante insolente, estuviera recibiendo una dosis de "chocolate felino" en venganza ¿Quién sabe?

Mientras el gato se alejaba, los instrumentos empezaron a pitar marcando que algo o varios algos habían accedido a la atmo. No estaba siendo un día tranquilo en Snowfall, visto lo visto.

Cargado con el pesado rifle de Nikita, el adolescente siguió a sus otros tres compañeros al exterior de Snowfall. Recordó las palabras de amenaza de la silenciosa mujer antes de salir de la Constanze, tal vez tenía que haber dejado esto en la cama a resguardo y defenderme tirando piedras… Aria tragó la poca saliva que había en su boca al ver de reojo como ella pasaba a su lado. 

Poco a poco, avanzaban al ritmo que marcaba la mula de carga. La abertura de la mina ya era visible, a su alrededor edificaciones destartaladas a medio derruir. Cualquier rendija o agujero de ese desfiladero podía ser el escondite de cualquiera que no los quisiera allí. 

Al llegar a la entrada, Aria descendió de un salto del transporte y corrió hacia la pared contigua que daba acceso a la galería, pegándose a ella. Antes de echar un vistazo dentro, entrecerró los ojos e intentó dilucidar todo el perímetro de la garganta en la que se encontraban por si viera algo fuera de lugar.

Después, cerró los ojos un momento, exhaló una bocanada de aire contenido y trató de ver que les deparaba en la gruta minera.– No tenemos mucho tiempo... –El chico tomó la decisión de aguantar sus impulsos de verborrea y seguir a rajatabla las ordenes que le dieran los demás.

Señorita Vasilis, no se aleje mucho y deje al saco de pulgas. Quería su propia lanzadera... eso significa que los mandos de una nave no le son desconocidos. Si hay que forzar la maquinaria bajaré yo a los motores, Faraday tomará los mandos de la artillería y usted tendrá que hacer de piloto temporal.

Detengo mi camino hacia la bodega y me vuelvo para mirar al capitán, respirando hondo para enmascarar mi rostro con una trabajada expresión de serenidad. Sin mediar palabra, deshago mi camino y regreso a la cabina; alzo la barbilla al pasar junto al doctor Kaine, quien a pesar de su aparente sangre fría está claro que no está capacitado para tomar el mando en estas situaciones. Cada decisión tomada ha sido, a mi juicio, un error suicida que, en el caso de que nos alcancen los reavers, nos costará más que la muerte.
Sin embargo, mi discurso anterior ha constituido toda la insurrección que soy capaz de demostrar ante un superior, así que me siento lentamente en el asiento del copiloto, aceptando mi destino. Si tengo que pilotar esta nave, será mejor que empiece a familiarizarme con ella. 

De acuerdo, sí. Sé pilotar. Pero mover una nave pequeña o una lanzadera no tiene nada que ver con esta antigualla que tiene más de ingeniería que de pilotaje. 

No importa, puedo hacerlo. Respira. 

Mientras escucho moverse al resto de la tripulación, me dedico a toquetear el cuadro de mandos, y habituándome al peso y tacto de las palancas y manivelas. Vale, repaso mental de la academia de pilotaje; ¿qué hacer? Tripulación, abróchense los cinturones. Cerrar las compuertas de carga, poner en marcha el sistema de control de reacción que está... ah, ahí. Esas tres palanquitas sobre el asiento del piloto.

Vale, sí, ¿y después? ¿Dónde está...?

-¿Este modelo tiene un sistema de maniobra orbital? -Pregunto hacia Faraday, mientras me inclino hacia adelante sobre sus mandos- Sé que a mediados del siglo pasado empezaron a cambiar este sistema y redirigieron la fuerza de los motores hipergólicos hacia el motor central, pero dudo mucho que una Firefly tenga tanta fuerza de propulsión...

De acuerdo, da igual. En cualquier caso, lo importante después sería maniobrar para salir de... oh, Gāisǐ de.

Me llevo dos dedos al entrecejo, apretándolo con fuerza para aliviar la jaqueca. Después, echo una mirada de reojo hacia Faraday, angustiada.

-Yo no puedo maniobrar como tú... -le susurro, esperando que el doctor Kaine no me escuche.- No sé si podré sacarnos de aquí sin destrozar la Constanze.

Que las fortunas nos asistan...

Sin embargo, antes de poder lloriquear un poco más, los sensores de actividad atmosférica empiezan a pitar, y, entonces sí, dirijo una mirada de pánico absoluto hacia el piloto, hacia el doctor Kaine.

-¿Son ellos?