Partida Rol por web

Sombras del Verso

Capítulo 1: Constanze.

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25/03/2018, 00:01
Donny "Big-Heart" Vanyard

Perséfone es un planeta tranquilo, no muy lejos de la frontera pero no excesivamente cerca del centro, donde conviven dos tipos de hombre: Aquellos que no tienen motivos para preocuparse y aquellos que causan preocupaciones. Se podría decir que el equilibro es perfecto. Por unas calles de Heavenfields puedes ver deslizadores que llevan a señoritas jovenes a lujosos salones de belleza, mientras que apenas unas calles más abajos unos niños mugrientos conspiran para robar dulces de una pastelería.

Algunos de vosotros lleváis semanas tirados en Perséfone malviviendo, otros dedicados a sus negocios particulares han tenido mejor suerte, pero todos esperáis algo común; el aviso de Sugar. Apenas ha pasado el mediodía cuando uno de sus lacayos os encuentra y os reune en Eavensdocks, un puerto grande y que suelen usar los comerciantes de los planetas fronterizos. El mensajero os pedía que os reunieséis con un tipo llamado Donny Vanyard.

El Señor Vanyart, Big-heart para sus amigos, es un veterano de la guerra de unificación. Luchó como Capitán de los casacas marrones y estuvo en Dan-Phuc y Serenity Valley. Lleva desde el comienzo junto a Sugar, y es uno de sus hombres de mayor confianza. Su apodo, traducido al español como "Buenazo", viene de forma sarcástica porque nunca ha matado a nadie que no intentase matarle antes... Aunque eso no quita que el les diera un motivo, un medio y una oportunidad para intentarlo.

Buenazo os esperaba junto a una Firefly, parecía un trasto parcheado recientemente. Alguno la definiría como un gran montón de fèiwù. En ella se leía en letras chinas su nombre, Contanze. Donny estaba sentado sobre una caja de madera mientras bebía de una taza metálica con gesto cansado y distante.

-Ah... Ni hao. Se levantó sacudiéndose los pantalones, tras haber dejado la taza vacía en la caja. Bien, bien. Veo que estáis todos... Oidme bien, no quiero repetir este zāogāo dos veces.

Entró en la nave esperando que le siguieséis, camina cojeando levemente a consecuencia de la prótesis que lleva desde Serenity Valley. Sus pasos se detienen en la bodega de carga, allí parece terminar el breve recorrido turístico por la nave.

Este montón de lājī es Constanze. El Señor Sugar quiere sacarle partido y su última tripulación resultó un tanto decepcionante. Al decir lo último señala parte de la escala que sube a la cubierta principal, donde están la sala de maquinas y el puente, una mancha de sangre seca salpica la pared de la nave. El tāmāde hùndàn que capitaneaba la nave pensó que era menos doloroso comerse el cañón de su arma, antes que contarle a Sugar que la había cagado, así que quizás ahora seaís más serios que vuestros predecesores.

Carraspeó, apoyó a la vez las manos en su cinturón donde llevaba un revolver de gran calibre, y sacó tabaco para mascar de una lata.

Mirad, esto es muy sencillo, vosotros solo tenéis que hacer que esta nave de dinero. No importa como o donde mientras Sugar reciba su parte. Caminó hasta ponerse al lado vuestra. Tenéis una buena nave para el negocio, tenéis una cuenta para combustible y suministros bastante aceptable, así que me da igual si queréis transportar ganado o asaltar bancos en New Habrock. Vosotros traéd dinero y nadie tendrá motivos para conocer el sabor de un revolver... Y os juro que ese capitán tomó la decisión menos dolorosa.

Camino hacía la salida, mientras seguía mascando.

Si alguno de vosotros está preocupado porque piensa que no le he dado bastante información, bueno, pues... Cāo nǐmā! Dijo levantando la mano en seña de despedida. Kaine, estás al mando. Ya podéis empezar a mover el pigu.

Buenazo no os dió tiempo a decir más, lo habéis tratado antes, no es la clase de hombre que conversa. Más bien es la clase de hombre al que no quieres hablarle, solo le dejas decir lo que tenga que decir y rezas para que no te pegue un tiro. En resumen, tenéis una nave y una desesperada necesidad de lograr ingresos... Bienvenido al mundo del negocio de los portes.

Notas de juego

Buscas trabajo:

En la ciudad hay varios sitios donde buscar trabajo: Bares, casas de juego, en el mercado o entre la alta sociedad si tenéis un contacto. Allí podéis encontrar desde transportes de mercancías, información para cometer delitos o compradores que buscan bienes determinados.

Si no encontráis nada, cosa posible, podéis buscar a los contactos comerciales de Sugar, ellos siempre tienen algo a mano aunque el beneficio sea menor.

Para repostar o comprar suministros (comida, piezas...) solo tendréis que ir a buscarlos, pero no pagarlos, Sugar tiene una cuenta de suministro en la mayoría de planetas y lunas.
 

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25/03/2018, 01:34
Jun Vasilis
- Tiradas (1)

Notas de juego

Bueno, me estreno con este sistema haciendo la primera tirada. He puesto una dificultad "normal", porque no me has especificado ninguna. 
De todos modos, como probablemente haya metido la pata en algo, avísame y te repito la tirada xD

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25/03/2018, 03:55
Nathan Faraday

El muchacho, uno de los mensajeros de Sugar, corría por el callejón, chapoteando a veces en el barro por la prisa, faltaba encontrar a este último, y si no lo hacía, recibiría una paliza por la demora. Como podía ser que el maldito no estuviera durmiendo luego de la cantidad de bourbon que había ingerido el mismo día de ayer. No estaba en su habitación, cuando fue a encontrarlo para decirle que Buenazo había enviado llamar por él. Había por lo tanto, pocos lugares que buscar, y no, no estaba en la morgue, ni tampoco en la suerte de clínica que un sujeto de su calaña podía permitirse. Quedaba entonces, un último lugar para buscar. “La Dama Afortunada”

Era una cantina de mala muerte, cercana al espacio puerto. Tras pasar las puertas dobles, a las cuales apenas alcanzaba con la cabeza, el mensajero pudo notar que en el interior el ambiente estaba apestoso, lleno de viciado humo que se formaba como una neblina fuera. Ingreso, y el cantinero lo miro mal, preguntándose qué hacia un niño como él en su local. Probablemente no porque le importara, si no porque no tendría dinero para pagar cualquiera de los servicios del mismo.
El ruido del órgano mal ejecutado taladro sus sentidos, mientras las luces de neón puestos en la pared, haciendo que los carteles en chino, contrastaran con la silueta de una mujer que estiraba y retraía las piernas brillaran con un fulgor fantasmagórico amplificado por la neblina del lugar. El chico se abrió paso por entre dos mujeres de escasa ropa, una con un kimono gastado, pero aun de buena calidad, y otra que caminaba con un corsé y portaligas, que no dudaron en preguntarle si querían invitarla un trago. El pequeño se prometió que apenas creciera algo mas, lo haría. Eran las mujeres más bellas que había visto en su vida.

- Nada. - Escucho que decía una voz. Observo más adelante, en el fondo del lugar, mal iluminado, donde la niebla era más espesa, había cinco comensales, o mejor dicho bebedores.
- Dos. – Reconoció la voz de quien era su objetivo.

La mesa de fieltro verde gastado albergaba cinco contenientes, mientras que uno, el crupier, daba las cartas con una habilidad que parecía mágica. Largo con sus largos y hábiles dedos, dos cartas para el piloto, al tiempo que este bajaba un vaso y tomaba lo que parecía ser un dos medidas de whisky. Observo apenas las cartas e indico. – Pago por ver.-

La nube que estaba sobre la mesa, apenas permitía que los participantes se vieran los rostros entre si, los ojos iban de un lado a otro, intentando ver esos microgestos que delataban si el rival tenía una mano superior, o simplemente se estaba echando un farol.

Con un gesto rápido, pidió dos cartas mas, y giro una moneda entre sus dedos, haciéndola girar y girar, hasta que llego el momento de pagar, momento en el cual, la arrojo sobre una pila que juntaba algunas monedas de platino, algunos dólares federales, así como monedas de plata y oro. Un hombre de sombrero de ala, mostacho con algunas canas y mal afeitado, al tiempo que una de las cantineras lo abanicaba, consulto su reloj de bolsillo, y observo al Crupier, soltó una bocanada de humo de su boca, y puso todo el dinero que tenia. Los otros dos se retiraron, dejando a Faraday, quien tenía la vista clavada en McCoy.
El Crupier empezó a repartir las cartas que se mostraban visibles, cuando la mano de Faraday lo tomo rápidamente de la muñeca.
- No tan rápido amigo… Hazlo lento… y esta vez, todas de arriba, como corresponde.
Nadie lo vio, pero se escucho un click, de un percutor amartillando el arma, y dejándola lista para dispararse.
El Crupier miro a McCoy, y este entrecerró los ojos. Observo al borracho, quien tenía la vista fija en el del sombrero, pero sujetaba su mano como si no estuviera en absoluto alcoholizado.
El Crupier dio de arriba, dos seis. Faraday mostro su mano, Poker de seis. Se miraron ambos, el crupier se hizo al costado. Algunos tomaron sus armas, y el ambiente se caldeo en dos segundos.

- ¿Ey, hay alguien llamado Faraday aquí? – el muchacho escucho su voz, pero no recordaba haber dicho nada.
El Piloto miro al muchacho, y con la mano izquierda, apago el puro en el cenicero y dijo.- Soy yo.-
- El señor Sugar lo requiere en el puerto.-
Eso relajo el ambiente. Si bien el contrabandista no tenía fama de duro, si era el mayor proveedor de la zona, y nadie quería enemistarse con el. No por unas monedas.
McCoy dijo – Te libras por esta vez, Piloto. La próxima, no serás tan afortunado.-
El piloto no lo pensó dos veces, guiño un ojo a McCoy, siempre con una mano cerca de la culata del arma, con la otra arrastro sus ganancias hacia si, las junto en un mantel, le tiro unas monedas al cantinero y salió de allí acompañando al muchacho.

El Sol le pego con fuerza, por lo que se puso unas gafas de sol, y empezó a caminar.

- ¿Es verdad que puede volar una nave espacial, Señor?- pregunto el mensajero.
- Chico, puedo aterrizar una Firefly sobre el canto de una moneda, si es muy necesario, incluso puedo hacerlo sobrio.- dijo sin mirar al pequeño.
- Oh!.- miro confundido a los dos lados. - pero el espacio puerto es en el camino contrario.
- Lo sé, tengo que hacer una parada.

La casa de empeños se quedo con todas sus ganancias y le devolvió un baúl pesado, que el Piloto coloco en el cuadriciclo que le había costado incluso sus últimas monedas, exceptuando el alcohol. Subió el baúl, una caja de bourbon y su morral a la parte trasera del vehículo, le dejo su último brillante dólar de plata al muchacho y condujo hasta el sector que le habían indicado.

Vio una nave, y casi que fue un amor a primera vista. Siempre le habían gustado las Firefly, se aproximo llevando su pesado baúl, al tiempo que notaba que había otra gente a su alrededor. Puso las cajas junto a las otras, y las descargo a tiempo para dejar que el afamado musculo de Sugar diera unas instrucciones básicas. Debía reconocerle algo, tenia madera de sargento instructor, quizás tenía un aparato que media las palabras que decía, para no desperdiciarlas. Eso era lo bueno. Había indicado cosas de forma rápida, escueta y concisa. Lo malo es que el viejo vetusto no sabía de lo que hablaba, al menos cuando se refirió a la nave, , nadie le decía Chatarra a una Firefly, por malo que fuera el estado que tuviera.
Cuando termino el discurso, y las cosas hubieran estado claras, y el viejo se marcho, el Piloto se acerco a la nave, subiéndose a una caja, y quitándose el guante para sentir el morro de la nave, casi, acariciándola, dejando que la sombra de la misma lo cubriera del fuerte sol. Una sonrisa se dibujo en sus labios y bajo de un salto, observando al hombre designado a cargo, a ver si tenía una instrucción que darle. Gracias a las Fortunas no lo habían designado a él.

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25/03/2018, 13:51
Jun Vasilis

El aerodeslizador del coronel Townshend planea tranquilamente por el puerto, mientras somos seguidos de cerca por un remolque cargado hasta arriba con preciosas cajas estampadas, bolsas de tela y pertrechos varios que no he podido dejar atrás. En mi regazo, Mister Mittens observa el árido paisaje de nuestro alrededor con su indiferencia habitual.
Haber pasado las últimas semanas en la increíble nave de clase victoria del coronel Townshend ha sido una maravillosa despedida de mi antiguo modo de vida, para darle la bienvenida al que Sugar me tiene reservado. Y mucho me temo que, en ese modo de vida, las camas del tamaño de una habitación pequeña, las sábanas de raso y los desayunos con champán no están incluidos.
Por supuesto, me guardo mis zozobras para mí misma, absteniéndome de comentar nada de esto en voz alta.

-Ha sido muy amable al acercarme hasta aquí, coronel -comento, mientras deslizo suavemente una mano por su brazo- pero le repito que no era necesario. Su nave está a solo unos pocos metros de aquí.

Él me responde con un vago gesto de la mano, no sé si restándole importancia a mis palabras, o espantando una nube de moscas que revolotea alrededor de un puesto de perros asados junto al que pasamos buscando nuestro objetivo.

Lo cierto es que podría considerarme una mujer afortunada. He tenido que vender mi propia nave para adelantar algo de la deuda de Sugar, y después de un viaje poco placentero hasta Perséfone, pensaba que me quedaría tirada en la calle con el pobre Mister Mittens hasta que el mafioso tuviese a bien avisarme del nuevo trabajo. Fue un golpe de suerte tremendo que el coronel estuviese haciendo escala en Perséfone mientras arreglaban el motor de su propia nave; no hay mucha gente suscrita al gremio por los planetas fronterizos. Así pues, me ofreció alojamiento en su nave hasta que Sugar se pusiera en contacto conmigo. Por supuesto, lo de Sugar está envuelto en el más estricto secreto: si en el gremio se enterasen de que estoy desviando un porcentaje de mis ganancias hacia un hombre no asociado con el negocio, me expulsarían inmediatamente. Y con razón. No hemos luchado tanto tiempo para evitar a los hombres como jefes de las Casas, para que me haya vendido a un proxeneta normal y corriente. Sólo de pensarlo siento náuseas.
En cualquier caso, supongo que la coartada de “estoy esperando a una nave de pasajeros que me lleve de vuelta a Osiris”, es lo suficientemente convincente como para alejar la sospecha de mis nuevos y turbios negocios.

O lo era, antes de ver la enorme cantidad de lājī que se alza ante nosotros.

-Cāo! -Exclama el coronel, poniéndose en pie con cierto pasmo- ¿Es aquí?

El hombre mira a su espalda, y a las naves adyacentes a aquella frente a la que nos hemos detenido, probablemente buscando una nave más moderna, más glamourosa, más… más yo.

Desconcertada, consulto los datos que me han enviado al datapad, y luego vuelvo a mirar hacia la nave.

-Me temo que sí.

-¿Eso no es una clase firefly? Pensaba que las habían retirado todas después de la guerra… -el coronel me mira, y luego de nuevo a la nave, y luego de nuevo a mí. Trato de evitar su expresión de sorpresa y prejuicios, abriendo la puerta del copiloto para salir.  

Repentinamente consciente de su falta de modales, el coronel se apresura a hacer descender el aerodeslizador hasta tocar el suelo, y salta por encima de su asiento para rodear su vehículo, y abrirme la puerta.

-Xie xie -murmuro, recogiéndome el bajo del vestido con una mano, para descender sin tropiezos, mientras tomo la suya con la otra.

-¿Estás segura de que esta es tu nave? -Me murmura, cogiéndome de la mano con demasiada fuerza, acompañando así la intensidad de sus palabras- Las firefly son naves de contrabandistas, ¿seguro que no te han engañado con el pasaje?

Una vez en tierra, hago un gesto hacia el mozo que controla mis bártulos en el remolque, y le indico de un movimiento de la barbilla que vaya entrándolos a la bodega.

-Tranquilo, Bǎ obèi -le dirijo una bonita sonrisa, antes de inclinarme sobre el asiento para recoger a Mister Mittens. Hundir los dedos en su abundante pelaje es siempre un placer, y él corresponde ronroneando, hasta que lo acuno contra mi pecho, impidiendo que salga corriendo en cuanto uno de esos bárbaros de los puestos de cocina rápida intenten sugerir que podrían meterlo en la cazuela.
-Sé perfectamente a dónde voy. Y las naves de clase firefly son increíblemente resistentes, muy seguras. Si están bien acondicionadas -añado, echando un vistazo de reojo hacia la nave en cuestión. No sé por qué, pero no creo que esta haya pasado las últimas revisiones obligatorias- Muchas gracias por acompañarme. Ha sido un encanto. ¿Le gustaría que le avisara si paso cerca de Bellerophon?

Él sonríe, y se lleva una de mis manos a la boca, para depositar sus labios en ella. Tengo ganas de advertirle sobre los pelos de gato, pero parece no reparar en ellos mientras libera mi mano de su húmedo beso y me dirige una sonrisa coronada con unos cuantos pelos blancos y largos, que antes no formaban parte de su bigote.

-Será un placer. Me ha encantado verte.

-El placer ha sido mío, coronel.

Me despido con una mano, mientras él regresa a su aerodeslizador y se marcha. Espero a que su visión, o la mía, queden entorpecidas por otros vehículos y la enorme cantidad de gente que pasea por el puerto, antes de volverme hacia lo que parece que será mi nuevo hogar.
 
Con aprensión, aprieto a Mister Mittens contra mi pecho, y trato de armarme de valor para comenzar a ascender por la rampa. Allí encuentro otras personas, todas con pinta de ser mucho más peligrosas que yo, y ligeras de equipaje. Mientras, mis cajas con ropa, bártulos y la mesa para el altar, se amontonan en la bodega de carga, y por un instante lamento haber tenido que traer todas mis cosas. Pero, ¿qué podría hacer, si tuve que vender mi nave, mi casa, para pagar mis deudas?

Inquieta, escucho las palabras de Big-heart, quien parece más ocupado en soltar improperios que en darnos instrucciones de verdad.

Vosotros traed dinero y nadie tendrá motivos para conocer el sabor de un revolver... Y os juro que ese capitán tomó la decisión menos dolorosa.

No puedo evitar tragar saliva, mientras observo la reveladora mancha en la pared. Había oído de gente así, pero jamás pensé que… Wǒ de mā, dónde me he metido…

Antes de que el hombre se marche, levanto una mano para preguntar.

-Perdón, ¿a quién debo dirigirme para preguntar sobr…?

Kaine, estás al mando.

Oh, supongo que al tal Kaine. Me vuelvo hacia el grupo, buscando a quien se haya dado por aludido. Se trata de un hombre ceñudo, el más maduro de los aquí reunidos, con barba de un par de días y un mal corte de pelo que ha resultado tener un bonito resultado. Deposito delicadamente a Mister Mittens en el suelo, sin temor a que salga corriendo, pues su naturaleza tranquila le lleva a tumbarse panza arriba sobre mis pies con suma pereza.

-Disculpe, ¿debo suponer entonces que usted es el capitán? -Extiendo una mano, a modo de saludo- mi nombre es Jun Vasilis. ¿Se ha hablado de la disposición de los trasbordadores? Debido a la naturaleza de… mi oficio, creo que sería conveniente que pudiese ocupar uno de ellos. Así evitaremos molestias a la tripulación cuando deba descender a la superficie de los planetas, cuando tenga algún trabajo.

Notas de juego

Outfit

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25/03/2018, 15:20
Aria Russel

Algo más despejado del somnoliento paseo hasta Eavensdocks, Aria se había sentado en una caja de suministros a esperar que terminara el discurso del Señor Vanyart. Se notaba que lo había repetido mil y una veces a otras tripulaciones, pues lo decía de manera autómata, cansado y distante. Cojeaba sutilmente y mostraba sin tapujos el revolver que colgaba de su cintura. Aquel mundo en el que la familia Russel se había visto obligado a entrar era siniestro y sin marcha atrás, el único cartel luminoso de salida se encontraba hacia delante. Y aquel truculento camino parecía que había engullido a su padre, no había otra explicación posible a que Aria se encontrara entre mercenarios y mercaderes en el atestado puerto comercial.

El joven siguió a la pequeña comitiva que entraba en la Firefly desde un par de pasos más atrás, entre las penumbras y recovecos que se formaban por las paredes. Nunca había tenido la oportunidad de entrar en una nave totalmente operativa. Siempre había deambulado entre cascotes y esqueletos de vehículos desvencijados y ruinosos, donde su padre intentaba enseñarle el oficio. Aria habría deseado que aquella primera vez hubiera ocurrido en mejores circunstancias, por ello trataba de disimular el hechizo que emanaba de su pasmoso interés. Estaba en juego la vida, no solo suya, sino de su madre, además de la imperiosa necesidad de conocer el paradero de su padre desaparecido. Su cabeza comenzaba a elucubrar posibles formas de lograr ese dinero, nunca había tenido la necesidad de hacerlo, pero los años de recaderías para Kim Il y los suyos le ofrecía algunos lugares dónde dirigirse y poder preguntar.

Una joven de rasgos asiáticos trató de alzar la voz para hacer una pregunta pero Vanyart se adelantó al responderla antes. –Ya podéis empezar a mover el pigu.El excombatiente de la guerra de unificación salió de la nave sin más dilaciones ni despedidas. La misma muchacha dejó al gato de denso pelaje que llevaba aferrado a ella en el en el suelo. Éste pareció obviar la tensión que persistía en la bodega, dejándose caer a los pies de su dueña con cierta vagancia. Aria arqueó una de sus cejas brevemente, cada vez la situación era más atípica.

Con la mirada inspeccionó con vaga sutileza a la tripulación que se había congregado en la nave. Era claramente el más pequeño de los allí reunidos. Y el único, con la salvedad de la joven que se había presentado como Jun, que no pintaba nada en el lugar. Ella fue la primera en presentarse y en pedir acomodo en uno de los transbordadores. Aria sabía que con suerte podría dormir entre alguna de los baúles almacenados, lugar que tampoco le importaría ocupar si no se encontraba cerca de aquellos hombres claramente armados…

Necesitaré yo también un arma, aunque sea para no desentonar… Se mordió el labio y volvió a echar un vistazo al resto de sus futuros compañeros. Trató de introducir las manos en los bolsillos de su pantalón, pero volvió a dar con la realidad de seguir con el pijama carcomido con el que había llegado al Constanze. Entre tanta sobriedad y herrumbre destacaba el ajustado traje carmesí de la exuberante oriental. Por lo menos ella tiene la elegancia para contribuir… Miró nuevamente el andrajoso aspecto que mostraba.

Aria era consciente de la poca utilidad que podría aportar al grupo. El recién nombrado capitán no parecía poseer la cordialidad que emanaba de la muchacha, así que en cierta manera se estaba arriesgando a que lo tomaran como el crío pusilánime que parecía ser y lo terminaran echando de allí de una patada. En cuanto terminaran las presentaciones iría directamente al mercado de Heavenfields. Había estado allí tantas veces que conocía dónde comprar ropa no tan andrajosa y quizás un arma que no se encasquillara demasiado. Pero lo primordial era encontrar a la persona adecuada y de esas, habían muchas. Además, con alguno de ellos había tenido contacto directo al trasladar los mensajes de Sugar Il, con algunos otros lo mejor era pasar desapercibidos y evitarlos. Sin pensarlo en demasía, trepó por algunas cajas amontonadas y se sentó en la última de ellas, con los pies colgando algunos metros sobre el suelo. Desde las alturas, el pesimismo se desvaneció entre la imaginación que brotaba de la cabeza del adolescente. Voy a conseguirlo… Torció la comisura de los labios y sonrió a la nada, mirando el fondo de la bodega de carga, esperando que aquella situación se convirtiera en la puerta de salida que tanto estaban esperando en su familia.  

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25/03/2018, 15:51
Bill Spencer

Quizá fuera el destino, la mala suerte o una entidad cósmica capaz de controlar todo lo que sucedía en el universo, pero finalmente mis decisiones me habían llevado a convertirme en prófugo. Siempre supe que no tenía que haber aceptado el contrato de matar a aquel pez gordo de la Alianza, incluso cuando mi cliente me aseguró de que no habría represalias. Qué inepto fui. Se me pagó la cantidad estipulada, es cierto, pero mi cliente no dudó en delatarme a la Alianza por mi participación en aquel asesinato. De nada servía que explicara que había sido él quien me había pagado por el trabajo, no había forma de demostrar que me había contratado, pues ni siquiera me había dado un nombre real. Todo había sido un ardiz de lo más elaborado para cargarme con una muerte en la que sólo había sido el brazo ejecutor.

Durante los últimos meses, no había hecho otra cosa que huir por la galaxia, realizando los contratos justos para ir tirando mientras escapaba a la vez de los cazarrecompensas que pretendían atraparme. Si me hubieran dicho alguna vez que sería la presa y no el cazador, nunca lo hubiera creído.

Y ahora me encontraba en Perséfone, el único lugar de la galaxia donde podía obtener algo de ayuda. Quién iba a decirme que terminaría pidiéndole ayuda a aquella bola de esbo egocéntrica de Sugar. Aunque, tal y como estaban las cosas, sólo podía agradecrle a Kim Il lo que estaba haciendo por mí. Otros no habrían dudado en entregarme a los cazarrecompensas por una cuantiosa suma de dinero.

Durante las últimas semanas, más que un cazarrecompensas, me había convertido en un recadero, aceptando trabajos poco llamativos y poco remunerados para mantener un perfil bajo. Cuanto menos se fijaran en mí, mejor. Por eso, respiré aliviado cuando un mensajero enviado por Sugar me pidió que me reuniese con Donny Vanyard, a quien se le conocía como Buenazo o Big-heart. A pesar de que siempre me había parecido un tipo duro y peligroso al que era mejor no enfadar, Donny me caía bien. Al igual que mi parte, había formado parte de los Casacas Marrones, y ese detalle hacía que me generase cierta simpatía, si bien nunca había confiado en él. ¡Ah, la confianza! Una mala cualidad si vives rodeado de criminales y gente que te vendería por unos cuantos dólares.

Cuando me reuní con Donny y las otras personas a las que había citado Sugar, dejé escapar un ligero silbido. No por Buenazo, por supuesto. Ni tampoco por las dos mujeres del grupo. Mis ojos estaban puestos en la Firefly. Si bien es cierto que aquel trasto parecía haber tenido épocas mejores, no había duda de que esas naves eran una auténtica belleza.

Con la mano cerca de mi revólver, seguí al señor Vanyart al interior de la nave, mientras analizaba a los otros miembros de la tripulación. Había un chaval joven, moreno y con una tirita en la nariz. No tendría más de quince o dieciséis años y, en cierto modo, me recordó un poco a mí cuando tenía su edad. Luego había una chica de pelo castaño, bastante mona y de aspecto duro, lo más probable es que fuera una soldado o incluso una asesina profesional. El grueso de la tripulación estaba compuesto por varios tipos duros, probablemente los tres poseyeran formación militar e imponeían cierto aire de autoridad. El último integrante de la tripulación era una atractiva joven de rasgos asiáticos, que lucía un elegante vestido rojo y llevaba entre sus brazos un gato persa con una cara de lo más curiosa. Saltaba a la vista cuál era el oficio que le había mencionado a Kaine, el recién nombrado capitán de la Constanze, aunque de entrada también parecía una de las tripulantes más simpáticas y educadas del grupo.

-Pues a mover el pigu se ha dicho -comenté, respirando hondo, una vez que Buenazo se hubo marchado.

Reservado como era, me dirigí a una esquina y crucé los brazos sobre el pecho, manteniéndome en silencio mientras esperaba las primeras órdenes de nuestro capitán.

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26/03/2018, 00:10

Notas de juego

Aria Russel: Parece un chico asustado, tiene la extraña mirada de fascinación de quién no ha visto mucho, pero sin embargo parece cómodo a bordo de Constanze. No hay mucho más que decir, es un chico joven en un mundo complicado y duro.

Bill Spence: No te parece el hombre con el que se juega, es un tipo duro y apostarías a que lo más cercano al refinamiento que conoce es lavarse las manos antes de orinar.

David Kovacks: Su carácter agreste y cínico te desorienta, con solo mirarlo ves el precio que paga la gente que vive en los bajos fondos. Desconfiado, cruel e impasible, quizás por el simple hecho de que la vida ha sido siempre así con él.

Dalton Kaine: Es un misterio andante, sospechas que hay una historia trágica detras de su conducta.

Nathan Faraday: Parece alegre, dicharachero pero salta a la vista que es pura fachada. Es de esa clase de personas con una moral errática y reacciones imprevisibles.

Nikita Stark: A veces solo parece una niña que tienes problemas con papá, su caracter choca con esta imagen, pero tienes claro que pocas dificultades ha encontrado en su infancia hasta el día de hoy. Sospechas que oculta bastante, pero que es menos importante de lo que ella misma piensa.

Estas son las valoraciones que obtienes, eso no quita que alguna sea errónea, es solo la percepción que extraes.

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26/03/2018, 00:49
Nikita Stark

Nikita llevaba ya varios días en Perséfone. Tenía que admitir que la espera se le había hecho larga. Habría aceptado cualquier cosa, y de todo lo que le ofreció Sugar, esa opción le pareció hasta "light". "Solo" debía esperar al mensajero que la hiciese llamar. No se había alojado en uno de los mejores barrios del planeta, pero ya lo había hecho a propósito. Se podía defender perfectamente y de hecho, ya había tenido que dejar claro a más de uno que ella no formaba parte de ningún espectáculo ni de ninguno de los locales que visitaba. Le parecía patético como algunos hombres se llegaban a arrastrar por una mujer. Pero ¿por ella? Si era lo más parecido a un hombre que se podía encontrar. No podía traérsela más floja su imagen. No quería ni imaginarse lo que pasarían las mujeres que fueran bellas de verdad, pero también le daba bastante igual. Ese era su problema.

El caso es que Nikkie se encontraba bebiendo en uno de los bares de mala muerte, en los que en una esquina ya había un hombre con un ojo morado que la miraba con recelo, alguno de los hombres que había sido testigo de la escena que había ocurrido hace unos minutos aún se reía. Ella pidió otro whiskey, cuando una mano detuvo la mano del dueño del bar de servírselo.

-La señorita ya ha bebido bastante y tiene que acompañarme. Era un hombre robusto. No entendía por qué enviaban a alguien tan imponente a por una mujer delgaducha, aunque quizá el hombre de la esquina tuviese una buena razón morada para dar.

Nikkie ni siquiera desvió su mirada. Le quitó la botella al dueño del bar y se sirvió ella misma la copa. Cuando encuentres a esa señorita, os estaré esperando fuera. Dijo con una falsa sonrisa y bebiéndose la copa de golpe. Dejó unas monedas a modo de pago y salió con su bolsa de equipaje.

Todo el camino fue en silencio y cuando vió la nave de fondo... le dió bastante igual. Ella y las máquinas no se llevaban bien. Prefería las armas. No le tendría más aprecio a aquella máquina por que fuese a ser su nuevo "hogar". La gente que allí esperaba era de lo más variopinta. No dijo nada al llegar, pero sí que levantó una ceja. Ella haría su trabajo y punto. Designaron como capitán al que parecía el hombre más mayor. Ya le iba bien. Se le daba bien acatar órdenes.... casi siempre. Esperó en silencio y con los brazos cruzados, apoyada en algún lado, las típicas y primeras palabras a la tripulación. No dudaría en pirarse y coger el primer camarote que viese si la cosa no le gustaba.

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26/03/2018, 14:58
Dr. Dalton Kaine

La notificación del señor Vanyard me llega antes que su hombre de confianza venga a verme al antro en el que llevo escondido desde que la última patrulla hizo una redada sorpresa.

Solo Sugar podría saber dónde estaba.

Me invitan a salir de la habitación como si no fuese un prisionero. Que amables.

Cojo la chaqueta plegada perfectamente que mantiene el tipo a pesar del tiempo y me la pongo lentamente mirando al cazarrecompensas con una media sonrisa. - Quiero mis cosas, por favor. - Me mira con odio, sabe que Sugar no le deja golpearme y que si me resisto puede tener problemas. Asiente con la cabeza y me trae mis cosas. Busco en la mochila y saco una vieja petaca. Doy un maldito trago y el sabor fuerte del alcohol color resina calienta mi paladar y mi garganta devolviéndole la vida.

Cuando me llevan al puerto, la luz del sol se hace insoportable durante unos cuantos minutos. Llevar tantos días encerrado me hace terriblemente susceptible a una luz tan abrasadora.

Llego de los primeros, me dejan ante una nave que proyecta una sombra sobre mí. Observo su figura curvilínea, sus placas de blindaje y sus viejos motores con pequeños defectos de uso. - Menudo montón de chatarra… -  

Me quedo mirando a los hombres de Sugar que me quitan los grilletes. Arqueo una ceja y le observo con curiosidad. Desde que he llegado he calculado al menos cinco maneras distintas de escaparme y matarlos, pero esto no me lo esperaba. No vamos a ser maleducados, sé perfectamente que Sugar controla todo el puerto, matarlos y tratar de escapar no servirá de nada. Si cierro el trato con él y cumple su promesa no debería tener más problemas de este tipo. 

Llega un deslizador con el señor Vanyard y algunos individuos de distintas procedencias. Parecen mercenarios y chusma de la mejor calaña, alguno incluso me suena de haberlo visto pelearse en alguna taberna por una partida de cartas o por tirarse a la mujer de quien no debía.

Sonrío para mí mismo y me saco un cigarro para ayudarme a pensar, llevo varios días sin probar uno.

También llega una mujer harapienta con pintas de conductora de ganado y un chaval tan joven que todavía debe sentirse culpable cuando se masturba en el baño. La última en llegar es una femme fatale. No necesita ningún carné para identificarse como una de las rameras del gremio del placer. Sigo analizando curioso a los presentes, tratando de adivinar qué hacemos personas tan distintas en este lugar.

El señor Vanyard se acerca y me deja un datapad lleno de polvo y arañazos, pero aún funcional. Los archivos abiertos me hacen suponer lo que quiere. Son informes, reseñas y fotos de todos y cada uno de ellos. Arqueo una ceja curioso y miro al hombre de ropajes clásicos - supongo que será un chiste … - por supuesto sé que no es ninguna broma; los hombres como Sugar y yo no tenemos tiempo para hacer bromas.

Este montón de lājī es Constanze. El Señor Sugar quiere sacarle partido y su última tripulación resultó un tanto decepcionante (...) Kaine, estás al mando. Ya podéis empezar a mover el pigu.

Me llevo los dedos al puente de la nariz y suspiro con los ojos cerrados. Luego me giro para contemplar de nuevo la nave - Así que la Constance.... -

Me cruzo de brazos y vuelvo a mirar todos y cada uno de los presentes. Capitán de una nave transporte de segunda o tercera mano con una tripulación que no conozco de nada para trabajos indeterminados que nos ayuden a pagar la deuda de Sugar... y yo que creía que el día estaba mejorando.

¿Qué podría salir mal?

La exótica señorita, rodeada de bártulos y equipajes innecesarios y que lleva un filete andante a sus pies trata de preguntarme por uno de los dos transbordadores. Obviamente quiere su parcela de intimidad y confort. Chica lista.

- Señorita… no alcanzo a comprender el tipo de deuda que ha contraído con nuestro patrón para verse rebajada a compartir una nave con una chusma como nosotros. Pero estoy seguro de que sus habilidades pueden servirnos en según qué trabajos. Sugar ha aprendido muy bien a no usar personal que no necesita.
Tenga por seguro que todos recibiremos el alojamiento que necesitemos. No se impaciente.

Me giro al resto y señalo a la nave. - El resto… podéis ir subiendo vuestras cosas y dejándolas en la zona de carga. Os dejaré unos minutos para explorar la nave antes de hablar todos en la sala de reuniones. Me gustaría hablar un poco con cada uno de vosotros antes de tomar ninguna decisión precipitada. - Sugar debe haberse vuelto loco, yo trabajo en solitario. No sé cómo demonios voy a poder domar a esta gente. No hago milagros.

- Id olvidándoos de vuestro ego y vuestra individualidad. Vamos a pasar mucho tiempo juntos y vais a tener que compartir camarotes; así que más vale que todos hagamos un esfuerzo por llevarnos bien y nos olvidemos de gilipolleces. Cuanto antes reunamos la pasta, antes podremos saldar nuestras deudas con el señor Sugar y volver a nuestras perfectas e idílicas vidas ¿Comprendido?

Me giro lanzando lo que queda del cigarrillo y entro en la nave, observando bien el estado del vehículo. Tengo conocimientos de ingeniería avanzada y percibo perfectamente que se han hecho algunas modificaciones al modelo base. Subo las escaleras para explorar con minuciosidad algunos rincones de esta chatarra.

- Tienen diez minutos para la reunión, no lo diré otra vez ni aceptaré excusas.

Notas de juego

- OUTFIT -

(Aunque mucho más sucio y usado, claro)

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26/03/2018, 15:36
David Kovacs

Había llegado al planeta hacía dos semanas, tiempo que había pasado entre realizar trabajos de poca monta por el día y perder el poco dinero ganado por la noche. La fortuna llevaba eludiéndolo ya mucho tiempo y ya se había acostumbrado a su suerte, o más bien a la falta de ella. No sabía cuanto más podría aguantar con aquél estilo de vida, y una parte de él casi deseaba llegar hasta el final para comprobarlo. Pero entonces, llegó el aviso. Fuera aquello para bien o para mal, no lo sabría hasta que no descubriera de qué iba todo aquello. No tenía muchas más opciones, de todas maneras.

Tras despedirse de la pensión de mala muerte en la que se había alojado los últimos días, se puso el petate al hombro, en el que llevaba todas las pertenencias que le quedaban, y se encaminó hacia el puerto de Eavensdocks. Allí los esperaba uno de los capataces de Kim Sugar, un tipo bastante conocido por la zona con buen historial de soldado y matón a sus espaldas, un claro mensaje para aquellos en deuda con el pez gordo de los mundos fronterizos. Le sorprendió ver una clase Firefly lista para despegar, o todo lo que podía estarlo uno de aquellos trastos. Hacía ya una generación de su época y ni siquiera entonces habían sido las mejores, aunque si algo había que reconocerles era su elevado grado de resistencia - Pensaba que estaban todas fuera de servicio... - murmuró para sí mismo mientras pasaba la vista por la nave y dejaba el petate, una bolsa grande claramente de tipo militar, en el suelo.

Después de Vaynard y la Constanze, se fijó en el resto de gente que se había reunido allí. La que más destacaba por razones obvias de desentono, era la Acompañante, que venía con tanto equipaje o más que el resto juntos y una bola de pelo ronroneante de regalo. El como alguien a la que se le suponía un estatus elevado había acabado metida en aquello, era un misterio, pero David no iba a meterse en la vida de nadie. El resto de tripulantes, incluso el chaval, daban más el pego, seguramente tenían experiencia previa en trabajos de aquél estilo o similares.

Tras las explicaciones justas y necesarias, Vanyard los dejó a su suerte, no sin antes darle el cargo de capitán a un tipo bien vestido pero con ropas que habían visto mejores días, y un pelo que pedía a gritos un buen tijeretazo. Kaine, según había entendido. No le dio importancia al asunto, todavía era pronto para juzgar a nadie. Y David tampoco es que fuera un santo que digamos.

Una vez solos, se estableció un silencio incómodo, al menos hasta que la Acompañante, Jun, se dirigió hacia el capitán y este se puso a dictar sus primeras órdenes. No sabía si era el tono o el lenguaje usado, pero le daba la impresión de que el tipo estaba acostumbrado a mandar. O de que el puesto se le había subido bien rápido a la cabeza. Al menos iba directo y al grano, la mejor manera, como había dicho, de acabar con aquello lo más rápido posible y volver a... ¿A qué podía volver él?

Brillante - fue lo único que dijo ante las palabras de Kaine. Dejó el petate, una bolsa grande de tipo claramente militar, en un lugar apartado de la zona de carga y empezó a caminar hacia el interior de la nave, fijándose en los detalles de su interior, y deteniéndose un segundo a observar la mancha de sangre que los de Sugar ni siquiera se habían dignado a limpiar antes de dársela a los nuevos. Otra advertencia, sin duda. Al más mínimo descuido podían acabar de aquella manera.

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26/03/2018, 19:01
Nathan Faraday

Faraday se quito los lentes de sol al ingresar en espacios de la nave menos iluminados. Una sonrisa se realizo en sus labios, haciendo una mueca de un solo lado, y golpeo la nave dos veces afectuosamente. “Aquí empieza todo” dijo al aire. El tal Kaine había empezado el juego de hacerse el duro, y dar directivas, a lo cual el Piloto paso por al lado asintiendo. Otro civil que se las daba de saber cómo se hacían las cosas. ¿Quién sabe? Quizás hasta sabía de qué lado se empuñaba una culata sin volarse un pie. Le daría un poco de soga, El no se metería con él y esperaba que el no se metiera con El. Para festejar, saco un chupetín*, y se la metió en la boca, dejando que el gusto acido y dulce inundara sus sentidos al tiempo que ingresaba en la nave, yendo directo en relación al morro de la nave. A menos que los que habían hecho los cambios en la nave fueran Reavers sin sentido de la vista, había dos cosas que no cambiaban. No tocabas los camarotes del Piloto, ni del mecánico. El mecánico siempre en la cola, el del piloto a un paso de la cabina. Básico sentido común. Querías que tu tripulación pudiera actuar rápido en caso de necesidad y no teniéndolo recorriendo innecesariamente la nave cuando te aproximas a una situación crítica.
Llevando el petate en la espalda y el baúl con muchos candados, los llevo hasta lo que iba a ser su litera. A menos que el hijo de puta de Kaine cambiara el lugar, iban a tener que verse las caras todas las mañanas. A lo mejor las Fortunas le sonreían en esta ocasión. Luego de acomodar todo con considerable pulcritud militar, fue hasta la cabina, inspirando antes de ingresar, dejando que la luz del sol ingresara por los ventanales. Se dejo caer sobre la silla del piloto, y disfruto del acolchado y gastado asiento, para luego configurarlo, a alguien de su tamaño. Normalmente los pilotos no eran de su tipo, y el anterior que había usado el asiento era considerablemente más menudo, al punto que pensó que tal vez hubiera sido una mujer. Elevo las manos y e hizo un chequeo de sistemas, revisando combustible, alineamiento de los reactores, los instrumentos de navegación espacial, y atmosférica al tiempo que volvía a dejarse las gafas pues la luz molestaba en la lectura de revisión.
Uso el tiempo que les había dado el “Capitán” para chequear el equipo, e instrumental, peso, armamento, y demas sistemas de la “Constanze”

Notas de juego

*Un chupachús, chupeta, chupete o chupetín es un caramelo duro y colorido de unos 2 a 3 cm de diámetro, de forma esférica u oval, con un palito insertado en el centro de la esfera que sirve para sostenerlo. Puede ser macizo o estar relleno de chicle, chocolate, etc.

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26/03/2018, 21:44
Jun Vasilis

Tienen diez minutos para la reunión, no lo diré otra vez ni aceptaré excusas.

Suspiro, dejando caer los hombros. Supongo que eso significa que tendré que aplazar la mudanza hasta que este señor se decida.

-Xie xie, señor Kaine -respondo, en cualquier caso. No me ha gustado en absoluto lo que ha insinuado sobre que "mis habilidades pueden servirle”, pero creo que podré dejar claras mis condiciones en la reunión que mantendremos en, al parecer, diez minutos.

La tripulación a mi alrededor empieza a moverse hacia el interior de la nave, a pesar de que muchos ya habían empezado a ponerse cómodos por entre las cajas de suministros.

-Vamos, Mister Mittens -murmuro, haciendo un vago gesto con la mano para que el gato me siga. Sin embargo, como era de esperar, agita la cola mientras mueve las orejas en mi dirección, pero persiste en su voluntad de quedarse panza arriba en mitad de la bodega. Como si me dijera “aha, archivaremos su petición hasta que sea conveniente para el líder supremo” o lo que es lo mismo "Nà méi guānxi". A veces creo que Mister Mittens es la mente maligna detrás del mismo Sugar.

Suspiro de nuevo, mientras repaso de nuevo con la vista a los que parece que van a ser mis compañeros de viaje durante un tiempo indeterminado. El capitán, quien parece un hombre de pocas palabras a quien se ha obligado casi a punta de pistola a dar su elocuente discurso, y luego tres hombres que parecen aún más parcos en palabras que el propio capitán. Uno de ellos no espera autorización de nadie para perderse entre los pasillos de Constanze, y el otro, si no tuviera cara de acabar de salir de una rueda de reconocimiento, casi parecería un niño con un juguete nuevo.

La otra dama que nos acompaña tiene aspecto de estar tan a gusto como nosotros aquí dentro, y le dirijo una sonrisa antes de reparar en ese niño que ha acabado trepando como un mono a un montón de cajas amontonadas, y es entonces cuando me doy cuenta de que el pobre niño va con una especie de pijama andrajoso, y su cara… cielos.

Me aproximo a él, mirándole desde abajo.

-¿Nǐhǎo ma, amor? -Alargo una mano para comprobar el estado de su nariz, pero no me atrevo a tocarle sin su permiso- Tengo un botiquín… en alguna parte. En cuanto me instale ven a verme, intentaré hacer algo por esa carita tan bonita, ¿de acuerdo?

Le dirijo una sonrisa, antes de volverme al resto de la tripulación. Parece que todos han ido desapareciendo, curioseando entre los hierros, y avanzo también hacia las entrañas de la Constanze, buscando a ese otro caballero…

Ah, ahí está, observando la mancha de sangre que tanta aprensión me causa.*

-Disculpe -doy un par de pasos en su dirección, alargando la mano como presentación- mi nombre es Jun. He reparado en que… , tiene usted más o menos la misma altura que ese niño de ahí fuera. Si me permite la osadía, he pensado que quizás le podría prestar un par de pantalones, si no le importa. Se los pagaré con gusto.

Notas de juego

*Me refiero a Kovacs, por si hay alguna duda xD

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26/03/2018, 22:41
Nikita Stark

Cuando el "capitán" hace el discursito Nikita acaba por chasquear la lengua y poner los ojos en blanco. ¿El capitán resultaba ser un chulito de playa? Pues vaya... mal se iban a llevar entonces. ¿Ego e individualidad? Pues lo llevaba claro si se pensaba que esto iba a ser la nave de la familia feliz. A ella esas cosas no le iban y como se las impusieran menos.

Coge su petate y se dirige al primer compartimento que encuentra y deposita ahí sus cosas. No tarda en dar media vuelta e ir a inspeccionar la nave hasta que fuera la hora de la dichosa reunión. Odiaba sentirse en un sitio extraño pues la hacía estar insegura. Sobretodo busca la sala desde la que se manejan y almacenan las armas.

Si se cruzase con algun compañero simplemente... lo ignoraría. No había venido a hacer amigos. 

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26/03/2018, 23:48
Mister Mittens

Mister Kittens observaba todo con expresión ausente, indiferente y magnánimo. Aquellos humanos eran ruidosos, incordiaban y él tenía hambre y sueño. Sentía la plancha caliente bajo su peluda espalda debido a la tenue atmo, resultado de los procesos de terraformación. Todo parecía indicar que esta debía ser una nueva casa y no estaba mal, había conocido lugares peores. La humana diminuta le intentaba llamar o algo así, sin embargo no parecía ofrecerle nada sustancial a cambio de moverse de su confortable posición. Si alguien pasaba cerca, el felino se limitaba a ignorarlo descaradamente o lamerse sus patas o genitales con insolente descaro.

¡Meow! Maulló aburrido, mientras dejaba el tiempo pasar con estudiada parsimonia y deleitación. Analizó su entorno y encontró un lugar que parecía más agradable que el actúal, un montón de cajas de metal afianzadas por una red de cintas en el extremo de la bodega. Se levantó perezosamente y se acercó a la que había elegido como nido temporal para su proscratinante pereza. Saltó, trepó y en un parpadeo estaba nuevamente semi-dormido, si alguien osaba molestarlo sabría lo doloroso que es incordiar a un felino.

Estiró las patas delanteras, en un intento de relajarse antes de quedarse dormido, su último pensamiento fue... shiny.

Notas de juego

Y ahora Mister Kittens tiene vida propia.

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26/03/2018, 23:57

Al recorrer la nave encontráis las siguientes ubicaciones. Inicialmente está la bodega de carga, amplia y espaciosa, los espacios abiertos y las paredes abovedadas dan una sensación de mayor amplitud. Al fondo de la misma encontráis un box de cirujía bien equipado y dispuesto, anexo al mismo podéis distinguir un camarote, con el letrero "DOCTOR". En la zona inferior, junto a la enfermería, una escotilla con cierre computerizado conduce al pañol de armamento donde se encuentran los mecanismos del arma montada.

En el extremo opuesto a la puerta de embarque, encontráis una escala que sube a las zonas superiores. En ellas encontráis la cámara principal con la cocina integrada y tres pasillos. El primero de ellos da al puente de mando, el segundo a la sala de máquinas y el último conduce a las pasarelas de los transbordadores. En el puente de mando, como novedad en comparación con otras firefly, encontráis tres consolas; una para el piloto, otra de comunicaciones y navegación y una tercera para el artillero. Los camarotes, a ambos costados del pasillo de acceso al puente, tienen dos literas, baño empotrado, taquillas y un escritorio plegable. En la sala de máquinas no hay mucho que resaltar, es identica a las salas de máquinas de otras naves de la misma clase, lo más llamativo es el pañol de armamento ubicado antes de acceder a la sala y la exclusa de acceso al casco exterior.

Finalmente el acceso a los transbordadores es una pasarela elevada sobre la bodega y conectada a la misma por una escala de mano, ambos transbordadores son más naves de apoyo para combate que naves de transbordo en sí, Buenazo presume de haberlas comprardo en un desguace que vendía naves independientes obtenidas del mercado negro. Estos transbordadores no disponen de espacio para un camarote propiamente dicho, aunque se pueden adaptar, desmotando los asientos laterales y retirando las cajas de munición. Apenas se tardan cinco minutos en recorrer la nave, puede que estéis apretados pero servirá.

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27/03/2018, 01:16
Dr. Dalton Kaine

Recorro el vehículo con las manos en la espalda, observando el casco y la integridad de los sistemas. Estudié el diseño de este tipo de cargueros blindados cuando sólo tenía 17 años, y aunque el recuerdo en mi memoria es muy nítido, no es lo mismo ver los diseños en un mapa holográfico que pasear por los pasillos y motores. Sin duda es mucho más pequeño de lo que me imaginaba, y a la vez es más acogedora que cualquiera de las naves comandante de la Alianza.

Curioso.

Veo al chico joven en la cabina, el tal Faraday. Veo como toca los controles, como si fuese un santuario o un material de quirófano perfectamente esterilizado para operar. - ¿Ya ha encontrado su lugar favorito señor Faraday?

Vuelvo a la zona central, donde hay una mesa central, sillas ancladas y una cocina completamente equipada. Me acerco cansado a la barra y conecto una cafetera unos momentos antes de lo acordado mientras leo por encima los informes del datapad conectado al Córtex. El olor inequívoco a café recién hecho comienza inundar la sala. Cierro los ojos y aspiro el aroma que no notaba desde hace mucho tiempo.

La tripulación comienza a llegar poco a poco y les hago un gesto para que tomen asiento mientras cojo una taza y me sirvo café solo en una taza.

- Bien.
Soy muy a su pesar el capitán de esta nave. Probablemente solo de forma temporal.
- pego un sorbo a la taza caliente y dejo la jarra de cristal llena de café en la mesa para que se sirva quién quiera.

- Mi nombre es Dalton Kaine, y no estoy aquí para caerles bien. Soy un optimizador además de médico de urgencias.
Analizo sistemas, averiguo lo que falla, elimino fallos, errores y simplifico las cosas para que los planes funcionen.

Para saber cómo hacer las cosas y ganar dinero, necesito saber todo sobre ustedes.
Quiero que se presenten al resto de la tripulación -
digo señalando a todo el grupo con la taza roja - y quiero que nos cuenten a todos sus puntos fuertes, sus habilidades y cómo creen que pueden ayudarnos a ganar dinero.

Pego otro trago de café muy caliente, observando sus reacciones por encima de la taza.

También quiero detalles de sus puntos débiles. No quiero tener que cancelar un trabajo a mitad de una misión porque un gilipollas se ha olvidado de comentarme que tenía miedo a las alturas, que no soporta entrar en sitios cerrados, o que no se atreve a volarle la cabeza al guardia de un banco porque tiene un absurdo e infantil "dilema moral".

Me da igual lo que piensen, no estoy aquí para juzgar a nadie... pero nuestros trabajos deben ser escogidos en base a nuestras limitaciones y debilidades, más que fijándonos en nuestras virtudes.

Dejo unos instantes para que mediten lo quieran decir. A nadie nos gusta hablar de temas personales, pero no puedo permitir que empecemos sin controlar unas mínimas variables. Hay que dar puestos y oficios... además de ver quien es un lastre.

- Adelante, no sean tímidos. 

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27/03/2018, 07:15
Nathan Faraday

El piloto respondió al tiempo que seguía revisando el instrumental de la nave. Movió unas palanquitas de la zona superior, y unas luces se volvieron verdes en el panel.
No es que me queje, Señor. Tengo la mejor vista desde aquí. respondió educadamente, sin mirarlo. En su ensimismamiento, no noto como Kaine se alejaba de ahí, revisando el instrumental, hasta que sonó una alarma. Faraday reviso la hora, consultando el reloj que tenía en su muñeca, puesto de forma inversa, y se incorporo, habían pasado los minutos requeridos para revisar las cosas. De modo que bajo usando los brazos y manos para deslizarse más rápido por la escalerilla, para llegar a la sala común. No era como las militares, y mientras Kaine empezaba el monologo de briefing, acepto una taza de café, que quizás iba destinada a otra persona. Se coloco los lentes en el bolsillo, y se apoyo contra el marco de la puerta, escuchando su presentación, y como se hacia un silencio incomodo, sin que nadie, por unos segundos emitiera palabra.
Usando un hombro para despegarse del marco, dio un par de pasos adelante, se apretó el puente de la nariz y para que todos lo vieran bien, extendiendo los brazos a los costados, al tiempo que empezaba a hablar.
- Soy Nathan Faraday.- dijo, como si eso explicara todo. – Soy piloto, tal vez el mejor que hayan visto jamás, es lo que la gente dice de mí, no lo que digo yo, aunque sea verdad. Conducir esta nave, llevarlos a los rincones más recónditos de la galaxia, es la tarea que recae sobre mí, y pueden apostar a las Fortunas que desempeñare esa tarea de forma exitosa.
Observo a todos, los presentes, bueno, solo a la mitad que estaba frente a el, y realizo una mueca, porque bueno, estaba en territorio hostil, rodeado de hijos de puta profesionales en el arte de matar.

- Tengo entrenamiento militar. Extenso. Se cocinar.- guiño a la mujer oriental que llamaba la atención con su vestido rojizo. – Se arreglar cosas, lo básico, se coser una herida, y ponerle desinfectante. Lo básico. Hummmff. bufo al final, venia lo comprometido.
- Sobre las debilidades, yo no las llamaría así, pero aquí vamos. Nací en Beleforonte, cerca del núcleo. Mi tiempo sirviendo lo hice en la marina de la Alianza, si alguien tiene un problema con eso, puede decírmelo ahora, o puedo esperarlo en la cabina. Me gusta beber, me gusta apostar, algo, no demasiado. Tal vez lleve a la Constanze al Máximo, en ocasiones. No siento una especial simpatía por las serpientes.– Se giro a mirar a Kaine – Creo que eso lo cubre todo.-
termino su taza de café caliente de un trago, dejo la taza metálica con fuerza sobre la mesa, y volvió a su lugar inicial

Notas de juego

¿Chico? Si tu se lo dices, se pondrá contento, Faraday esta en mediados de los 30...-

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27/03/2018, 10:56
Aria Russel

Con la mirada perdida en el final de la bodega no se dio cuenta de que alguien se acercaba por abajo. –-¿Nǐhǎo ma, amor?.– Sobresaltado por las palabras, bajó la cabeza en busca de su interlocutora. Ella, Jun, había alargado la mano para tocar su nariz. Instintivamente se alejó unos pocos centímetros, quien solía acercársele era para golpearlo. Pero aquella chica sonreía, tenía una bonita sonrisa… Tengo un botiquín… en alguna parte. En cuanto me instale ven a verme, intentaré hacer algo por esa carita tan bonita, ¿de acuerdo?– Nadie le ofrecía nada sin esperar algo a cambio, pero ella parecía sincera, honrada. Quizo responder, pero sus palabras se quedaron en un simple suspiro de exhalación, no se había enfrentado a esa situación con anterioridad. La joven se volvió y caminó en busca, de seguramente, otros tripulantes.

Mientras los pies del adolescente se balanceaban colgados del aire, todavía con una posible respuesta flotando en su cabeza, vio como el peludo gato casi se arrastraba por el suelo para acercarse hasta una zona de cajas almacenadas. Como si la holgazanería fuera un espejismo, saltó y trepó hasta llegar a un hueco entre los suministros. Tal como había llegado, se durmió. Aria pasó varios minutos observándolo abstraído, su respiración era tan efímera que parecía muerto, aunque los fuertes ronquidos eventuales disipaban cualquier atisbo de defunción. ¿Cuánto tiempo había dicho el Capitán? Seguro que me da tiempo a echar un vistazo por aquí. Con la misma destreza con la que había subido, saltó intentando no despertar al gato con la caída, pese a que el animal se encontrara en el quinto sueño.

No tenía muchas ganas de encontrarse con nadie hasta que se viera obligado a ir a la reunión, por lo que deambuló por la bodega sin rumbo fijo. Al poco de caminar de allí para allá, quedó atrayentemente sorprendido por los transbordadores, así que sin pensarlo demasiado subió a toda prisa por la escala de mano. Observó detenidamente cada giro y cada línea que formaba aquella nave de… ¿combate?. Imaginó cientos de historias que viviría subido en la Constanze, surcando el espacio con suculentos contratos comerciales. Empuñando las ametralladoras, derribando a los enemigos… De súbito frunció el ceño, palideció el poco color que contenía su piel. -Tienen diez minutos para la reunión, no lo diré otra vez ni aceptaré excusas. Con las palabras rebotando en su cerebro, salió disparado, casi precipitándose por la escalerilla y aceleró como si lo estuvieran pisando los talones.

No siento una especial simpatía por las serpientes. Creo que eso lo cubre todo.- Quien hablaba era el piloto. Bebió lo que contenía la taza metálica y salió del rango de visión de la escala por la que Aria estaba asomando la cabeza. A las palabras del militar le siguió un tenso silencio… No me jodas que se ha acabado la reunión, me van a echar y todavía no hemos despegado… Intentó tragar saliva, pero notaba su boca más seca de lo habitual. Con todo el disimulo que pudo atesorar en aquel instante, subió el último tramo lo más silencioso posible e hizo acto de presencia intentando aparentar que llevaba todo el rato allí.

 

Mi nombre es Russel… que diga, Aria. Aria Russel. Mis amigos me llaman Aria, pero en mi casa suelen decirme Rush. Supongo que es un mote cariñoso, no lo sé. Bueno, podéis llamarme como queráis, Aria, Rush… Russel… Aunque normalmente los desconocidos me dicen muchacho, o chico… Pero aquí no seremos desconocidos, así que como queráis– Torció el gesto, lo justo, no quería que volviera el incomodo silencio. Tengo dieciséis años, a ver, los acabo de cumplir hace poco, pero tengo dieciséis… Aunque muchos dicen que aparento más, ¿No?– Trató de reafirmar sus palabras mirando a sus compañeros, pero continuó hablando… Qué más… ¡ah si! Soy de Perséfone, de toda la vida. Me la conozco de arriba a abajo. Sé donde comprar unos ga...– Al instante recordó la bola de pelo que dormía en la bodega y sintió cierta empatía. Unos perros asados bien sabrosos, con su salsa y todo. Bueno, salsa… es aceite de algo… tendré que preguntarle cuando vaya otra vez. Al caso, lo que iba diciendo, que me conozco el sitio como si hubiera nacido aquí…– Torció el gesto ante lo que acababa de decir. Quiero decir, que soy de aquí. Si queréis un día podéis venir a mi casa, mi madre prepara la comida procesada de una manera bastante apetitosa. No como el perro del mercado, pero casi. Esto… mi padre… mi padre es mecánico en otra nave de Kim Il… me enseñó algo del oficio. No mucho… en realidad no prestaba mucha atención, pero algo sé.

Aria se rascó la cabeza y cerró un ojo al encontrar el punto de picor. – Hmmm, ya sé. No soy un ladrón aunque lo parezca por las pintas… A ver, esto… de vez en cuando si que he tenido que robar algo, pero por necesidad. Y por capricho, pero lo justo, no robo. Además, la mitad de las veces, sale bien, por lo que podría decirse que soy… ¿medio ladrón? O...– se rascó la barbilla. Un mal ladrón… de todas formas no suelen pillarme, se me da bien correr. Algunas veces sí, como a todos. Pero resisto bien los puñetazos. Algún día os tengo que contar cuando me escabullí de aquellos matones, esa historia recorrió mi barrio entero, porque soy modesto, pero las habladurías me ponían de héroe para arriba. Hice así.– Aria ya estaba ensimismado en lo que estaba diciendo, incluso articulando los gestos para darle más realismo, para sí mismo… Fuah, y lo esquivé… Seguí avanzando por un callejón y casi me revientan una silla en la cabeza, pero tengo unos reflejos felinos, no como Mister Miss… Mir.., bueno, me tiré al suelo y la silla paso por enci…– Un sonoro carraspeo de procedencia indefinida trajo de nuevo a la nave al absorto Aria. ¿Estoy hablando demasiado? Perdón… me dicen mucho que no se callarme, pero no creo que sea eso… la gente que no sabe escuchar. Ya estoy terminando, creo… Tengo las manos ágiles, pero no de robar, ya sabéis… Cuando la puerta se queda atascada logro abrirla, a ver… la mitad de las veces, pero con un poco de práctica si alguna vez os quedáis encerrados en vuestros camarotes os puedo ayudar. También me aburro mucho, hago figuritas con las manos, muchas quedan bastante bien, no las vendo porque… no sé. Cojo la chatarra y te monto una pistola de mentira así, un plis… la mitad de las veces… Ya mejoraré supongo, o no. No sé.

Iba a seguir hablando, pero pudo constatar en la cara de los demás, el hastío que estaba provocando. –Bueno, las serpientes me dan un poco igual.– Aria se encogió de hombros y esperó con todas sus fuerzas que hubiera colado que él había estado en la reunión desde el principio.

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28/03/2018, 02:47
David Kovacs

Mientras observaba pensativo la mancha de sangre, tratando de figurar a quién le tocaría limpiar aquello - Disculpe... - oyó a sus espaldas. Se giró para encontrarse con la Acompañante, Jun. Le estrechó la mano con delicadeza - Kovacs. David Kovacks - se presentó. Le sorprendió un poco la propuesta de la mujer, girando la cabeza para fijarse en el jovenzuelo que balanceaba las piernas sobre una de las cajas de la bodega. Cierto era que el aspecto del muchacho dejaba bastante que desear, aunque ahora que ya llevaba tiempo por los mundos fronterizos no le sorprendía encontrar multitud de chavales iguales a aquél. Volvió a fijarse en la mujer de rojo y alzó una ceja, mientras valoraba que hacer. No es que llevara mucho encima, de hecho apenas llevaba un par de prendas más para sí mismo aparte de las que llevaba puestas. Pero un favor de una Acompañante, por pequeño que sea, no es algo que uno rechazaba a la ligera - Claro - dijo al cabo de unos segundos - No hay problema - dejó la bolsa en el suelo, abrió la cremallera, rebuscó un poco y sacó un pantalón negro que en otros tiempos mejores había sido ceñido, y se los colgó al hombro antes de recoger de nuevo su bolsa.

Se paseó un poco por la nave, estaba mejor equipada de lo que aparentaba, y, algo importante, estaba armada. Aunque no supondría rival alguno para una auténtica nave de guerra, menos era nada. Inspeccionó los camarotes y dió su aprobación, había dormido en lugares peores y más estrechos que ese, aunque si tenía la opción prefería no tener que compartir uno. Dejó su bolsa enfrente del segundo más cercano al puente, viendo que alguien había reclamado ya el primero, y se dirigió a la zona comunal donde iba a tener lugar la reunión.

Se quedó de pie apoyado en la pared, con las manos metidas en los bolsillos de su inseparable gabardina. No era el atuendo más ideal para los desérticos mundos de la frontera, pero esa prenda tenía un valor especial para él. Escuchó el sobrado del Capitán Dalton y luego la presentación del, aparentemente, piloto de la nave. Shuài. Habían hablado dos personas de siete y ya preveía que en algún momento iba a haber problemas con ambas.

Cuando el joven, Aria-Rush-Russel, terminó, se acordó de los pantalones que llevaba al hombro y se acercó a él, tendiéndoselos - Eh, chico. Cortesía de la señorita - indicó con un leve movimiento de cabeza que se refería a Jun, y ya que había interrumpido supuso que le tocaba a él presentarse - Mi nombre es David Kovacs, y soy de Ariel. Al igual que nuestro modesto piloto, serví en la Alianza, por lo que tengo conocimientos básicos de medicina, conducción e ingeniería, así como pilotaje tanto atmosférico como espacial. Aunque no me atrevería a proponerme como piloto de apoyo.

Hablaba en todo momento con un tono de voz neutro y casi monótono, sin que le cambiara la expresión de la cara en ningún momento - Se me dan bien los trabajos físicos, desde que renuncié al servicio he trabajado en carga y descarga sobretodo. Así que puedo aguantar lo que me echen encima. También sé moverme en silencio y pasar inadvertido, perderme entre la gente y averiguar que se cuece por las calles, así como seguir rastros - hizo una pausa, pensando en si podía añadir algo más antes de lo principal, pero no encontró nada en que fuera a ser más útil  -Pero, sobretodo, soy rápido y sé pelear, ya sea con armas de fuego, con un pedazo de tubería o con los puños. Soy el tipo que quieres a tu lado cuando las cosas se ponen feas, o para poner en su sitio a alguien. No me asustan las situaciones peligrosas y sé mantener la cabeza fría en ellas. Poco más puedo decir - terminó, volviendo a meter las manos en los bolsillos.

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28/03/2018, 07:39
Jun Vasilis

Después del elocuente discurso del piloto, la entusiasta narración del muchacho, y el escueto currículum del que supongo que será el artillero, miro a mi alrededor, esperando que alguien más se anime a compartir su vida y milagros. 

Sin embargo, parece que ninguno de nuestros callados acompañantes se arranca a hablar, así que lentamente dejo caer mis brazos sobre la mesa, y alargo la mano hacia una taza de café. Preferiría un poco de té, pero supongo que este no es el momento de mostrar remilgos.

-Bueno, supongo que yo tengo eso que nuestro Capitán ha llamado "lastre moral". -Parafraseo las hirientes palabras de Kaine. Así que tener principios o mostrar compasión le parece absurdo e infantil...- Sin ánimo de menospreciar su modo de vida, me gustaría aclarar que yo no pertenezco a este mundo ni me entusiasma la idea de ser contrabandista, mercenaria o ladrona. 
Aunque ya me he presentado a algunos de vosotros, premitidme que me repita un poco: mi nombre es Jun Vasilis, aunque podéis llamarme Jun, y soy una Acompañante Registrada. Esto me obliga a especificar dos cosas: una, que bajo ninguna circunstancia les daré mis servicios al capitán o al resto de la tripulación, por muy bien que cocinen, -añado, esbozando una sonrisa divertida y mirando de reojo al señor Faraday-; y dos, que no realizaré ningún servicio con nadie que no haya pagado su suscripción anual al gremio.

Suspiro, repasando con la mirada las manchas de la mesa donde apoyo los antebrazos, tratando de resumir mi discurso de forma que quede claro y conciso. No me gustaría tener que repetirme. Finalmente, dirijo una mirada directa hacia el Capitán.

-Eso significa que no puede disponer de mis habilidades tan alegremente como creo que ha pensado, señor Kaine, dǒngma? Sin embargo, no soy completamente inútil: llevarme a bordo les abrirá los puertos de muchos planetas que, en otros casos, les estarían vetados. También tengo nociones de medicina, aunque parece que es un rasgo común de todos nosotros, y tengo conocimientos generales sobre... supongo que casi todo. La informática no me es desconocida, así como el pilotaje, aunque tampoco soy excepcional.

Por un momento me planteo contarles sobre mi habilidad con la danza y diversos instrumentos, pero no concibo cómo podrían resultar de utilidad para esta nave, así que cierro la boca. En ese momento, Mister Mittens aparece precedido por el característico sonido de "pat pat pat" que entonan sus patitas mullidas sobre el suelo, y aprovecho para interceptarle. Lo cojo entre mis brazos con un movimiento rápido, y lo deposito en mi regazo, mientras acaricio su pelaje con una mano. Frunzo ligeramente el ceño cuando compruebo que el viaje le ha creado algunos nudos, pero sonrío hacia el resto.

-Este es Mister Mittens. No es tanto mi mascota como mi asociado. Tiene muy mal genio, y no suele hacer buenas migas con casi nadie. Trataré de que no moleste ni se cuele en sus habitaciones. Oh, tiene una terrible aprensión al agua, así que procuren no mojarle, por favor. 

Observo a los demás, esperando reacciones. Así que varios desertores de la Alianza. Mucho peor que si me hubiese metido de lleno en una reunión anual de casacas marrones. Afortunadamente, siempre me he considerado apolítica, excepto por un leve tonteo con los Independientes en mis años de adolescencia. Sonrío para mí, como si alguien hubiese hecho alguna broma. No, supongo que eso tampoco necesitan saberlo.