Partida Rol por web

Lanzo un largo suspiro de alivio cuando los hombres que parecían querer emboscarnos parecen pensárselo mejor y regresan a sus naves. En ese momento, el comunicador enciende una bombillita, y resuena la voz distorsionada del capitán.

-  Encienda motores señor Faraday.

Me hago un lado para no entorpecer los experimentados movimientos del piloto, y comienzo a retroceder hasta la puerta, donde prácticamente me choco contra el señor Kaine, quien ostenta una clara expresión de frustración aderezada con un poco de malas pulgas.

 hay tres habitaciones con literas, aparte del camarote del capitán. Tenemos un pequeño viaje hasta llegar a Harmony, así que pueden escoger una pareja e instalarse. Sean maduros y no me obliguen a repartir los dormitorios como si fuese un campamento juvenil de cadetes.

-Me parece que lo lógico es que las damas compartamos el mismo camarote -comento, mirando de soslayo hacia la señorita Stark- al menos hasta que consiga habilitar una de las lanzaderas como habitación.

Me recojo un mechón de cabello tras la oreja, pensativa.

-Y en cuanto despeguemos, capitán, si tiene un momento me gustaría tener unas palabras con usted.

El piloto observo cómo algunos supieron reaccionar a su aviso, aunque esperaba que fuera el capitán y no la doncella más delicada de la nave la que viniera a su aviso. Afortunadamente, no supo porque, cancelaron la emboscada en curso, y llego la voz por radio del Capitán. Ignorando los gritos desesperados de la joven, el se concentro en revisar que hacían las cámaras y como se comportaban ahí, hasta que llego la señal de radio de Kaine, que le pidió encender los motores.
- 5x5, Capitán. – respondió el Piloto.
Moviendo controles, hizo que su belleza calentara un poco, dejando que los flaps de las alas tomaran calor, para luego encender los motores de turbinas, y dejar que escupieran un poco de temperatura. Elevo entonces la nave a un metro del suelo, sobre todo para sus invitados no bien recibidos, y futuros empleadores, haciéndola rotar de forma de que ante una emergencia, pedirle al posible técnico de la nave que diera toda la potencia posible y rostizar a esos malditos. Si algo tenían estas bellezas, era potencia de núcleo reactor para rostizar malditos. Kaine entonces asomo la cabeza, salió el alerta de que la puerta estaba cerrada y la nave presurizada, y se quedo detrás suyo.
Asintiendo al tiempo que movía las manos sobre diferentes palanquitas, hablo por “el loro” el comunicador que tenia al costado de su boca, y empezó a comunicarse.
- Queridos pasajeros, truhanes malhabidos, contrabandistas, asesinos a sueldo y demás personas de bien. Les habla su Piloto de la Constanze. Bienvenidos a “Aeropasajes Sugar”. Les sugiero que en la elevación orbital, tomen por costumbre agarrarse a algo, lo mismo en descensos atmosféricos. Nos ponemos en ritmo a Harmony. Necesito que el Navegante, y el técnico se comuniquen conmigo, sea quien sea ocupen esos roles. En todo caso, “Aeropasajes Sugar” les deja el mensaje que disfruten de su viaje y estadía.-
Sin un técnico en los motores, no había mucho que quisiera hacer, por lo que luego de dar un tiempo prudencial, uso los motores laterales para forzar la salida del planeta y alejarse del pozo gravitatorio, haciendo que la Constanze se moviera un poco y temblara, y luego se viera el planeta y la nave estuviera en el espacio. Ahora era el momento en que el Navegante designara el rumbo.

Nikita volvió a relajarse cuando sus clientes bajaron y la nave se cerró. Y más se relajaría cuando la nave despegase. Vuelve a guardar su arma, y tras la orden de capitán de compartir camarote, se echa la bolsa al hombro y se dirige hacia una de las habitaciones.

Yo también espero que te den una propia. Le dice a la princesita oriental. A ella sinceramente le daba igual con quién compartirlo, pero si la dejaban sola mejor, claro. De hecho, no solía llevarse bien con las mujeres y prefería o al menos, se sentía más en sintonía con los hombres. Prefería hablar de grasa, armas y peleas, que de pelo, uñas y piel.

Deja las cosas en una de las camas y se dirige al centro de mando, no pretende presentarse como nada, tan solo observar. No le gustaba la muchedumbre, pero tampoco iba a pasarse todos los viajes encerrada en su camarote. Le gustaba estar al tanto de las órdenes y lo que estaba ocurriendo. No le gustaban las sorpresas. Tampoco le gustaba dar explicaciones, ya que había notado que alguien quería pedirle algunas, pero de eso ya se encargaría luego.

Escuché en silencio las palabras del capitán. A pesar de no llevaba mucho al cargo, ya estaba demostrando ser una persona más que capacitada para el puesto. Incluso después de los momentos de tensión vividos, me impresionaba la profesionalidad con la que actuaba y lo acertadas que resultaban sus palabras.

-Entendido, capitán -dije, en tono seco, cuando terminó de hablar-. Aunque no tiene que disculparse por no haber podido debatir sobre el trabajo. Hizo lo que había que hacer. La mayoría de nuestros clientes serán gentuza de la peor calaña. Lo importante es que sepamos qué límites no vamos traspasar con nuestros trabajos. Si sólo es transportar una mercancía a Harmony sin necesidad de mancharnos las manos, a mí me vale. Y sobre los camarotes, capitán -mis ojos se posaron alternativamente en Nikita y Jun-, yo que usted no pondría juntas a esas dos o creo que tendremos una pelea de gatas antes de llegar a Harmony.

Dirigí una breve mirada a todo el grupo, recordando las habilidades que habían mencionado en la entrevista del capitán. Ahora que la Constanze se dirigía a Harmony, sabía perfectamente la parte que me tocaba.

-Iré a comprobar la potencia de los motores -anuncié, dejando escapar un ligero suspiro, y añadí con sorna-: Hasta que secuestremos a un buen ingeniero, me toca ser el mecánico de la nave.

Dicho esto, me dirigí a examinar los motores de la Constanze.

La incipiente reverberación de la nave hacía indicar que estaban a punto de despegar. Y con ello la primera vez que Aria iba a salir de Perséfone. La curiosidad era mayor que el posible temor a lo desconocido, todavía no era demasiado consciente de en qué estaba metido. Sin embargo la inesperada advertencia que le dio la realidad en la bodega, flota impávida entre el mar de emociones que suponen tantos cambios en la vida de un simple adolescente. 

Acabado el intercambio de palabras y con un acuerdo comercial algo escabroso, el ajetreo de movimientos se hizo patente. El capitán desapareció en el puente de mando y el resto de la tripulación se diseminó entre los pasillos de la Constanze. Al cabo de unos minutos, el Doctor Dalton hizo apariciónen la sala central y comunicó que podíanescoger camarotes. 

Las reacciones fueron todas en el mismo sentido, secas, vagas y en algunos casos cortantes, si esa iba a ser la tónica habitual, Aria terminaría hablando con Mister Mittens… Cuando todos parecían haber decididoy tanto Nikita como Bill fueron a ocuparse de sus cosas, el adolescente se miró las manos antes de hablar. 

–Esto… abajo en la bodega hay un camarote rotulado con la palabra ‘doctor’. Tal vez Jun pueda ocupar esa habitación, tiene conocimientos de medicina, ya sabe, como los médicos. Bueno, aunque usted también… pero, ¿usted tiene un camarote como capitán? o ¿se refería a ese cuando dijo lo de ‘camarote del capitán’? Quiero decir, Nikita no parece muy habladora. Supongo que querrá su espacio y esas cosas… que no nos entrometamos y eso…–

Mientras hablaba se atusaba el pelo intentando centrar las palabras que quería decir con exactitud. –Sí, ya sé que vamos a pasar mucho tiempo y hay que ser flexibles. Pero yo esto lo veo como querer juntar a un perro grande y fiero con un gato selecto y elegante. ¿Me entiende?. A la fuerza la cosa puede terminar mal, demasiado mal… Pero con el tiempo se cogerían cierto aprecio, aunque simplementesea por supervivencia. –Aria alzó los hombros como intentando dar por concluidos sus pensamientos. Aunque claro, si al final el camarote del Doctor es el camarote del Capitán… pues estamos como antes.–

El muchacho tenía hambre, los hombres de Sugarlehabían despertado y no le habían dejado desayunar. No obstante, no sabía donde encontrar algo que llevarse a la boca y por no querer preguntar no dijo nada al respecto. –Ah, sí. Lo de dormir… no me importa quien será mi compañero. Me gustaría la litera de arriba. Nunca he dormido en litera, ¿sabe?. En mi casa había un jergón algo viejo en el suelo. Al final se coge la postura y no se nota. –Aria frunció el ceño y hablo consigo mismo, más que con los demás.Hmmm, ahora que lo pienso, podría compartir camarote con alguien que me pueda enseñar algo, así no sería tan estorbo como lo soy ahora.

Un leve estertor de su estomago le devolvió a donde estaba. Eso, litera de arriba.–

Las miradas entre la tripulación al plantear el tema de los camarotes deja claro que no será un tema tan sencillo como había supuesto en un principio.

Bien, dejemos que fluya la cosa antes de tomar cartas en el asunto y obligarles a dormir en la bodega de carga. Me deslizo hasta la cabina de nuevo y me siento en el asiento de copiloto cuando el señor Faraday comienza a elevar la nave como si fuese liviana y su casco no pesase una gran cantidad de toneladas. - Parece usted un experto pintor con un pincel, señor Faraday. Ciertamente parece que ha nacido con los mandos de una de estas preciosidades en las manos. - digo asombrado por la facilidad con la que maniobra para salir de la atmósfera.

Enciendo los monitores de navegación, golpeo el monitor cuando parpadea varias veces hasta que se hace nítida la imagen. Señalo a una de las imágenes de la nave - El señor Spencer parece que de momento puede encargarse de revisar el motor, perfecto. Veamos para establecer la ruta... - comienzo a teclear con una celeridad pasmosa. Mis dedos se mueven como dos arañas enormes haciendo una carrera sobre el teclado, comparando los mapas estelares, los pronósticos gravitacionales y estableciendo una ruta básica para viajar en automático hasta Harmony.

Seguramente podría establecer una ruta más rápida con algo de tiempo, pero de momento es suficiente. Cojo el transmisor para hablar por los altavoces - Bien tripulantes, parece que salimos de órbita. Quiero que se instalen y revisen bien toda la nave. Seguramente nuestro patrón habrá puesto uno o varios rastreadores, cámaras o micrófonos para controlar nuestros pasos - claramente es lo que yo haría - Así que hagamos un barrido de Constance para poder hacerla nuestra y vivir en ella un poco más tranquilos.

Suspiro, dejo el comunicador y me apoyo en el respaldo de la silla acariciándome la barbilla. - Señor Faraday, si hay cualquier cambio avíseme.

Me levanto y camino hacia los camarotes para ir observando la estructura de la nave con más calma. Apreciando cualquier cambio en el diseño, cualquier modificación en la estructura (*)

Al pasar por la sala común veo a la acompañante. Me acerco a servirme un poco de café de nuevo y me detengo con la taza al lado de ella sin mirarla. - Voy a revisar la zona de carga y las lanzaderas, si quería hablar conmigo puede acompañarme si lo desea, señorita Vasilis.

Con unas maniobras suaves, apenas notáis que os movéis, la nave abandona la atmo y con una velocidad media se pone rumbo hacía Harmony. La Constanze os indica que tardaréis dos días a este ritmo en llegar, es una ruta despejada y muy lejos de las zonas infestadas de reavers o piratas. El único peligro que os puede acechar son los chatarreros y la alianza. Por lo demás se aventura un viaje la mar de tranquilo.

Nikita: Yo también espero que te den una propia.

-¡Xie xie! -Respondo hacia la joven morena que ya se aleja por el pasillo; con una resolución envidiable, atraviesa la zona del comedor hasta detenerse frente la compuerta vertical de una de las habitaciones, y allí, de un movimiento ágil, se deja caer en su interior, desapareciendo de la vista. Vale, supongo que es ahí donde dormiremos.

Bill: Y sobre los camarotes, capitán, yo que usted no pondría juntas a esas dos o creo que tendremos una pelea de gatas antes de llegar a Harmony.

Mientras abandono la cabina del piloto, no puedo evitar volverme hacia el señor Spencer.

-Duìbùqǐseñor Spencer, pero no tengo intención de pelearme con ninguno ustedes, y menos con la señorita Stark. Bastantes problemas tenemos ya las mujeres como para gastar nuestro valioso tiempo y esfuerzo en competir entre nosotras. Además -sonrío, mientras aliso con las manos un par de pliegues de mi vestido- ya han visto que no hay discusión posible: ¿cómo podría competir yo contra esa presencia imponente? Saldría perdiendo, no hay duda.

No borro mi sonrisa mientras me hago un lado para dejar salir a nuestro improvisado mecánico de camino al motor, y comienzo a descender las escaleras que conectan la cabina del piloto con el resto de la nave.  A los pocos pasos, la voz de Faraday resuena por el sistema de comunicación, y me detengo para escucharle.

Nathan: Queridos pasajeros, truhanes malhabidos, contrabandistas, asesinos a sueldo y demás personas de bien. Les habla su Piloto de la Constanze. Bienvenidos a “Aeropasajes Sugar”. Les sugiero que en la elevación orbital, tomen por costumbre agarrarse a algo, lo mismo en descensos atmosféricos. Nos ponemos en ritmo a Harmony. “Aeropasajes Sugar” les deja el mensaje que disfruten de su viaje y estadía.

Me sonrío. Vale, es posible que hace apenas unos meses jamás me hubiese imaginado que acabaría en una nave de clasificación Firefly, poco más que una lājī, cuya tripulación, en el mejor de los casos, se define como desertores de la Alianza, y el peor, como directamente asesinos. Pero… en fin. Si consigo llegar con vida a la liquidación de la deuda, estoy convencida de que tendré un montón de divertidas y entretenidas historias que contar a futuros clientes.

Desciendo por las escaleras, agarrándome a las paredes cuando siento que la nave se eleva a toda velocidad, y tengo que tragar un poco de saliva para despejar los oídos por el repentino cambio de presión. No, definitivamente la Constanze no es la nave más moderna de la confederación.

Cuando por fin parece que hemos abandonado Perséfone, el joven Aria hace una observación de lo más adorable, aunque igual de desafortunada que la del señor Spencer.

Aria: Pero yo esto lo veo como querer juntar a un perro grande y fiero con un gato selecto y elegante. ¿Me entiende?. A la fuerza la cosa puede terminar mal, demasiado mal… Pero con el tiempo se cogerían cierto aprecio, aunque simplemente sea por supervivencia.

-No te preocupes por eso, amor -alargo una mano para acariciarle el mentón, mientras mis cejas se juntan un poco por la preocupación, examinando sus heridas más de cerca- la habitación del doctor deberíamos reservarla sólo para enfermos y heridos. No tengo ningún problema por compartir camarote con la señorita Stark; aquí no hay perros ni gatos, (salvo Mister Mittens): sólo seres humanos. Y estoy segura de que acabaremos llevándonos todos muy bien.

Quizás esté pecando de optimista, pero prefiero aplicar hielo antes de que se inflame la herida, aunque en principio esta no parezca grave.

-Ya has visto dónde vamos a instalarnos -le hago un suave gesto de la cabeza en dirección al camarote donde se ha metido la señorita Stark- ven a verme dentro de un par de horas, a ver qué puedo hacer con esos rasguños. Mucho me temo que nuestro capitán estará demasiado ocupado en ese tiempo como para atender unos simples moretones.

Sonrío una última vez hacia el jovencito, antes de atravesar las cocinas y la zona común, para avanzar hacia la zona de carga. Allí selecciono un par de maletas con algunas cosas de valor, y las traslado, no sin cierto esfuerzo, hacia la puerta del camarote. No, no creo que pueda bajar la escalerilla de mano con todo esto…

Suspiro, mirando la maleta, mirando la puerta, y mirando la maleta de nuevo. Bueno, supongo que no le molestará a nadie si la dejo aquí el tiempo que dura una taza de té…

Sí, definitivamente necesito quitarme el regusto amargo del café de Perséfone, así que me dirijo hacia la cocina, y pongo a calentar un cazo con agua, no sin antes pelearme con los fogones durante unos minutos. Zǔzhòu*, esta tecnología parece sacada directamente de la Tierra Que Fue, ¿por qué Sugar nos confía una basura como esta? Ligeramente irritada, me siento lentamente sobre una silla a esperar a que hierva el agua, deseando tener otra cosa mejor que hacer durante este vuelo que observar la inerte superficie del cazo. Porque ya se sabe, si lo miras, nunca hierv…

Dalton: Voy a revisar la zona de carga y las lanzaderas, si quería hablar conmigo puede acompañarme si lo desea, señorita Vasilis.

Parpadeo.

-Esperaba poder conversar en una situación un poco más… distendida, señor Kaine. Y puede llamarme “Jun”. -Observo el cazo con manchas de óxido que todavía apenas si humea sobre el fuego, y suspiro. No, supongo que hasta que no tenga mi propio espacio no puedo invitar a nadie a una ceremonia del té como mandan las fortunas.

Me levanto, esquivando el vago deambular de Mister Mittens, cuya trayectoria invariablemente está trazada entre mis tobillos en movimiento, y apago el fuego.

-Será un placer -concluyo, finalmente, siguiendo al capitán hacia la zona de carga.

Nikkie oyó como alguien (ésa era la atención que le ponía) decía que habría una pelea de gatas si compartían camarote. Solo pudo poner los ojos en blanco y resoplar. ¿Comentarían muchos más topicazos que no vienen a cuento y no son viables? Parece que con toda la gente que había en esa nave, Sugar no había tenido el detalle de buscar un equipo completo y que cada persona estuviera especializada en algo. Tenían médicos para parar un aerodeslizador, pero no tenían un triste navegador o mecánico en condiciones. De nuevo, el cachorro de la nave suelta una berborrea que no hay por dónde cogerla, la princesita no se queda corta y tras notar algunas miradas en ella o intuir que querían hablar con ella, Nikita aprovecha para hacer bomba de humo.

Yo también voy a registrar la nave. Dijo simplemente sin pedir permiso y desapareció por alguno de los pasillos por los que no había ido nadie.

Camino con tranquilidad por el pasillo que lleva a la zona de carga. Me detengo varias veces, observando el cableado del techo y a veces acariciando las paredes del casco, escuchando el sonido de la maquinaria funcionando, buscando algún tipo de desperfecto o sonido extraño.

Me apoyo en la barandilla metálica que da a las escaleras que bajan a la zona de carga, estudiando meticulosamente toda la zona.

Escucho los pasos de la acompañante detrás de mi, me giro para apoyarme en la barandilla, me cruzo de brazos e ignorando la invitación de tutear que me ha ofrecido la educada dama le invito a preguntarme sus dudas.

- Adelante señorita Vasilis, puede preguntarme lo que quiera que trataré de calmar sus inquietudes. Puede estar tranquila, sus condiciones me parecieron, como mínimo, más que comprensibles.

Pronto la cabina se había superpoblado, cierto que no era pequeña, pero tanta gente en ella lo hizo sentir un poco incomodo. Afortunadamente, la belleza cuyos mandos ejercía, se movía mejor de lo esperado, a pesar de no tener a alguien controlando la potencia de los motores.

Sonrió para sí mismo, al notar un poco como algunos sabrían apreciar un buen despegue. Algunos lo decían, como el Capitán Kaine, y otros lo reflejaban en sus rostros, o mejor dicho, en la carencia de critica en ellos. Sabía que el efecto que iba a causar al fanfarronear, comentando que decían que el era el mejor, o uno de los mejores, pilotos que existían, pero ahora solo tenía que ganarse su confianza y la tripulación confiaría en sus habilidad mucho más que si no hubiera dicho nada. Ellos tenían que creer que tenían al mejor piloto, y actuarían en consecuencia. Y él debía creer que era el mejor piloto, y esa confianza se sumaría a su nivel de habilidad.

Ante el comentario de Kaine, Faraday sonrio. Un buen curso el elegido, Señor le dijo a modo de respuesta.

A todo si le resulto algo extraño que fuera Kaine quien hiciera los cálculos de navegación. Sencillamente porque le resultaba extraño que no fuera Kovacs, si no porque a pesar de que se notaba que el Capitán sabía moverse, había evitado un par de atajos que un conocedor de navegación hubiera tomado. Eso si, lo había hecho rápido, muy rápido, y había seteado el curso correctamente. Alguien que movía asi los dedos sobre el teclado… además de cirujano, era un entendido en los unos y los ceros.

Kovacs le hizo un comentario y Faraday contesto, sin mirarlo, pero asintiendo con la cabeza.

- Roger a Eso, Kovacs- Y la pregunta y la respuesta, le hicieron acordar a algo. La nave necesitaba no solo un buen piloto y un buen capitán. Necesitaba algo que les diera cohesión, algo que mejorara los ánimos. Tecleo unos comandos, y capto lo que requería. Selecciono una lista y la ejecuto, alcanzando los comunicadores internos de la nave. Y de pronto, una música empezó a sonar en ella.

El Piloto ejecuto los controles de sensores de largo alcance, notando que no parecía haber nada sospechoso en años luz, y lo dejo en pasivo, haciendo un rastreo cada tanto, que sonaría tanto en la cabina, como ahora en los amplificadores.

La zona de la cabina había quedado vacía… y ahora se le antojaba un café. Tal vez con un poco de refuerzo.
Russel. Ven a la cabina dijo por el comunicador y luego la música empezó a sonar.

- Adelante señorita Vasilis, puede preguntarme lo que quiera que trataré de calmar sus inquietudes. Puede estar tranquila, sus condiciones me parecieron, como mínimo, más que comprensibles.

-Jun, por favor -insisto, ante su propia insistencia de utilizar mi apellido.

Mientras el capitán se dedica a revisar la nave, aprovecho para observarle con atención, intentando dibujar, en mi cabeza, un mapa de su personalidad, un por qué. Por qué su actitud, por qué cada cosa que hace; por qué se acaricia una ceja cuando está pensativo, o se humedece los labios antes de hablar. Por qué lleva siempre el ceño fruncido, y por qué sobre sus ojos se alza el revelador velo de la tristeza. Pero supongo que tendremos que intercambiar algo más de dos conversaciones insulsas antes de que pueda realizar el mapa astral de su personalidad.

-Por supuesto que mis condiciones le parecieron lógicas, señor Kaine. -Comento, mientras camino, perezosa, tras él, con las manos a la espalda y ninguna intención de tocar nada.- No es eso por lo que quería hablar con usted. Puede que crea que la llegada de nuestros... -titubeo unos instantes, buscando una palabra bonita para hablar de los personajes que nos han abordado- patrocinadores, ha sido un "salvado por la campana". Pero no se me olvida que usted no ha dado referencias, y creo que un capitán debe predicar con el ejemplo. Tranquilo, si no lo desea, no compartiré lo que me diga con el resto de la tripulación.

Cuando el señor Kaine se recuesta sobre la barandilla, avanzo unos tímidos pasos hasta apoyar mis antebrazos junto a él, mirando directamente hacia la zona de carga.

-Pero necesito saber que la gente con la que voy a compartir, al menos, las próximas dos semanas, no va a hacerme daño.

Aria volvió a encogerse de hombros ante la respuesta de la joven, sí ella creía que las cosas irían bien, así sería, no iba a discutírselo. Fue a responderle que no hacía falta que le curara los rasguños, pero Jun ya se había marchado antes de poder decir nada. Terminó quedándose solo junto a sus pensamientos en la sala central. Parecía que todos tenían su función en la nave, y nada más ponerse rumbo a Harmony cada uno de la tripulación se desperdigó por ella con diferentes motivos. Excepto él. Subido en la mesa, Aria empezó a balancear las piernas ensimismado en que podría hacer para ayudar, y no se le ocurría nada salvo que se pusiera a limpiar la Constanze. Chasqueó la lengua y decidido, pero con escasa determinación por ponerse a hacer algo tan aburrido para él, emprendió el camino hacia la bodega.

¡Zāogāo! Dónde habré dejado los pantalones que me dieron antes… Intentó hacer memoria para saber su paradero, tal vez estuvieran en la bodega de carga, ¿o en la cocina?. Estaba en un sitio cerrado y ya había olvidado donde estaba algo que le habían prestado. Por la cabeza de Aria pasó la idea de que lo dejarían en tierra una vez llegaran a Harmony. Continuó con su plan inicial de poner cierto orden en la bodega, quizás allí estuvieran los pantalones de Kovacs. 

Nuevamente el comunicador se encendió con algo de estática inicial. A continuación, el piloto de la Constanzesolicitó su presencia en la cabina. Después, empezó a sonar una música desconocida para él, pero con un ritmo que inundó por completo la nave. Cambió de dirección y cruzó la nave hasta la sala de control. –I'm a cowboy, on a steel horse I ride...– Aria llegó a la cabina tarareando el estribillo pegadizo de la canción. Asomó la cabeza por el marco de la puerta y saludó. 

–Hola Nath.. Faraday… ¿Cómo quieres que te llame? Bueno, es lo de menos, ¿qué necesitas?–

Lo más fuera de lo corriente que encuentras es la enorme cantidad de recovecos para esconder cosas. Tras abrir uno de ellos, unos ojos amarillentos te sobresaltan, esos ojos te miran entre enojados y somnolientos. Tras unos leves bufidos, el bueno de Mister Mittens parece dispuesto a salir para buscar un nuevo escondrijo donde dormir lejos del ruido de vuestras botas y voces. Un olor en un espacio de la bodega recuerda la necesidad de ponerle un cajón de arena al felino.

Salvo el especio destinado al cañón laser adaptado, todo parece convencional en una nave de este tipo y con esta función. Además parece en un excelente estado interior, por fuera sigue pareciendo un gran montón de Fèiwù.

Registró la nave primero en los lugares más obvios y luego de manera más concienzuda, pero no llegó a encontrar nada fuera de lo corriente. Algún rastro de chatarra abandonada, ropa guardada en algunos lugares y una pequeña bolsa de fieltro cerrada que parecía contener algo. Nada que fuera de interés. Buscó a Kaine para darle la noticia - La nave esta limpia, capitán - informó, antes de dejarlo con la señorita Vasilis. Mientras se dirigía a la zona de los camarotes, una melodía empezó a sonar por toda la nave. Debía de ser cosa del piloto. Se le escapó una leve sonrisa al escuchar las primeras letras de la canción y reconocerla, si aquél era el gusto de Faraday en música quizás no iba a tener tantos roces con él como había pensado en un principio.

Recogió el petate de donde lo había dejado, abrió uno de los camarotes, el segundo más cercano a la cabina, y descendió por la escalerilla. La pequeña habitación y las literas le recordaban al tiempo que había pasado embarcado en naves de la Alianza. Tomó posesión de la litera de abajo y deshizo su bolsa, colocando sus escasas pertenencias donde no molestaran. Hecho aquello, no tenía nada más pendiente. Pero algo le vino a la mente. Subió de nuevo la escalerilla y recorrió la nave en busca de la misteriosa Nikita Stark - ¿Hey, tienes un momento? - tenía que preguntarle una cosa pero con tanta incertidumbre alrededor de ella quién sabía como podía reaccionar.

Nikita intentó escabullirse a la vez que sonó una melodía por los altavoces. No estaba mal... con lo poco que había conocido al piloto, podría ser mucho peor. Solo esperaba que no le diese por poner cancioncitas todo el rato, o se llevaría alguna sorpresa cuando un día quisiera activar los altavoces y le diese un calambre, o se le irritase el dedo.

Su plan de huir antes de que la atrapasen falló, pues oyó una voz a sus espaldas cuando iba a girar una esquina. Se paró en seco y tardó unos segundos en girarse. Mierda... Pensó. Finalmente se giró, y apoyó una palma de la mano en la pared, apoyando su cuerpo en ella, con el brazo extendido. No parece que haya mucho que hacer ni sitio al que ir, ¿no? Intenta bromear, pero con su humor borde particular.