Partida Rol por web

La grava del camino del jardín crujió bajo las ruedas del coche. Junto a la verja de hierro había una funda enorme (para violonchelo o algo así) envuelta en plástico y con una nota escrita con tinta azul.

La nota está dirigida a Bayhas.

Aunque la puerta de la verja se abría con un mando a distancia, aquel era el único detalle estrictamente moderno de la mansión. El jardín era una selva de plantas descontroladas y setos tan crecidos que habían perdido por completo su forma original. Dos árboles enormes que no habían sido podados en mucho tiempo tapaban el cielo formando una densa techumbre de hojas.

YAKUB: ¿Sabes quién vivía aquí antes?

La puerta tenía una campana oxidada para llamar junto a un timbre eléctrico totalmente corroído. Se abrió con un chirrido que sonó como el grito de un banshee en la espesura. 

Dentro, si bien el servicio de limpieza había hecho lo posible, olía a humedad. El mobiliario era una mezcolanza de piezas antiguas deterioradas por el tiempo con otras más nuevas aportadas por diversos propietarios de muy diferentes gustos. Una orquesta de crujidos y ruiditos anunciaba el paso de los visitantes.

ORION: ¿Este lugar está en el  territorio de alguien o es tierra de nadie?

Bayhas había aclimatado unas pocas habitaciones de la planta baja como vivienda. El resto de la Casa seguía tenebroso y oscuro. 

Querido Bayhas,

tengo asuntos dragoniles que requieren mi atención y ésta chuchería ha caído en mis manos. A ningún dragón le gusta que nadie ponga las manos en su tesoro así que espero que consideres esto como un privilegio y un avance en nuestra relación. Sé que los magos sois buenos haciendo aparecer y desaparecer cosas: usa tus artes para que este objeto no caiga en manos equivocadas (CUALESQUIERA MANOS SERÁN EQUIVOCADAS). Literalmente, Britania depende de ello. 

Me voy a quemar pueblos y devorar doncellas. 

Nos vemos la semana que viene. 

Bayhas leyó la nota que acompañaba a la funda del violonchelo con una media sonrisa. Después, la guardó en su chaqueta antes de coger la funda en sí y dirigirse con ella a la casa. Le indicó a Orion dónde podía dejar el coche y se dirigió andando hasta la puerta de la mansión, después de cerrar la verja.

El interior de la casa les recibió con sus habituales crujidos y olor a decadencia. El mago había llegado a la conclusión de que el viejo caserón se mantenía en pie por una combinación de costumbre, encantamiento y adormecimiento: puede que un día la casa se diera cuenta de lo vieja que era y la súbita revelación la echara abajo, espantada por el peso de sus años.

- Coged lo que queráis de la cocina. - dijo Bayhas. Aunque la casa era un desastre, algunas salas eran habitables y estaban bien provistas de lo necesario para vivir. Por suerte para los invitados, la cocina era una de esas salas. No era en modo alguno una cocina moderna, pero estaba lo suficientemente aprovisionada como para no morirse de hambre y lo suficientemente equipada como para cocinar con dignidad. - Esperadme aquí o en el salón, ahora mismo vuelvo. Ah... - Miró al pequeño grupo antes de marcharse. - no os asustéis por los ruidos. Es simplemente que, - miró a su alrededor. - es bastante bromista.

Después, se dirigió a su laboratorio. Era el mejor sitio para dejar la funda y su misterioso contenido.

En cuanto Bayhas desapareció de su vista, Orion, como un niño travieso se puso a cotillear todo lo que encontraba en su camino: cajones, vitrinas, habitaciones cerradas llenas de polvo y muebles viejos, armarios, roperos. Por precaución se abstuvo de acercarse a los lugares más íntimos del mago, como su dormitorio, el laboratorio, el baño, etc.; aunque se sintió algo decepcionado cuando no logró dar con una sala de torturas estilo BDSM. Estaba casi seguro que a este pijo le iba el rollo sado, elucubró para sí divertido*.

Cuando se hizo una idea del lugar regresó de nuevo con sus compañeros. Buscaba a Cleo, con quien trataba de mantener una conversación en privado (si es que era posible allí dentro).

El resto del viaje hasta la casa del mago la joven se la pasó refunfuñando en  voz baja. Ninguno había hecho comentario alguno sobre los videos, sintiéndose ignorada. -"Oh, que bien que lograste grabar eso Cleo." "Y qué interesante que algunos fae se vean desenfocados." "¿Entonces la persona que estaba hablando con Calep tras la cortina tendría que ser fae, ¿no?"- Iba murmurando lo suficientemente alto como para resultar irritante.

Una vez llegaron al lugar, parte del enojo se desvaneció por un momento mientras soltaba un ¡hala! sorprendida. Una vez adentro buscó otro tomacorriente que fuera funcional y volvió a revisar los videos. -Señor Yakub, ¿recuerda quién era esta persona?- Le dijo al anciano, mostrándole otro de los videos.

VÍDEO TOMADO A LAS 21:02
Yakub comparte una bandeja de canapés con otra figura extrañamente desenfocada. El resto de la imagen es nítida. (1:12)

-¿Por qué algunos parecen desenfocados y otros no? Por ejemplo, la Reina del Invierno se ve desenfocada, pero Calep en cambio se ve nítido. ¿Pudiera ser una capacidad especial de sólo algunas hadas?-

Yakub observó aquella casa. No era la primera vez que la vía... ni de lejos. Tenía recuerdos en su interior. Incluso conocía una entrada ubicada a un par de kilómetros que había usado en el pasado al menos una vez para entrar junto con el viejo Gareth cuando aquella misión había salido mal... esos cabrones de la Orden de Merlín. Dio un suspiro melancólico y mostró una sonrisa.

Lo cierto es que aquella mansión le traía recuerdos. Buenos y malos. Una vez dentro pudo ver que Bayhas había realizado algunos cambios, pero que al final todo seguía de alguna forma igual que hace años. 

Yakub observó el teléfono de Cleo, mientras le enseñaba otro de los vídeos.

— No querida. Me temo que está un poco desenfocada como dices. Estos móviles de ahora no son tan buenos al final... ¿verdad? — Yakub negó con la cabeza riendo, lo cierto es que habló con varios fae y no recordaba quien era el de la bandeja. — Probablemente será por algún tipo de hechizo... quizá de protección. Ciertamente tendríamos que hablar con algún fae para que nos lo confirmara. —

Por su mente pasó una idea... una rocambolesca idea que era demasiado atrevida como para ser real.

— ¿O quizá es que no fueran fae? Quizá fueran Rakshasas... u otras criaturas haciéndose pasar por fae con el objetivo de acabar con Owain. Es demasiado descabellado pero... — Terminó diciendo mientras negaba con la cabeza y observaba un viejo cuadro de una mujer con el pelo cano que debía llevar en esa casa más de veinte o treinta años.

-Huh...- Cleo se llevó la mano a la mejilla, rascándose junto a la oreja con gesto pensativo. -Pues... Bayhas dijo que pueden tomar cualquier forma, ¿no? Aunque, si eso es cierto, pues entonces la Reina del Invierno que estaba en la boda no era la verdadera Reina del Invierno...- Sugirió de pronto. -Fíjese.- Volvió a mostrarle los videos donde había señal de aquellos que se veían borrosos:

-La mano de quien discutía con Calep tras la cortina

-La figura junto a la ventana

-El o la que compartió la bandeja de canapés con Yakub

-La Reina del Invierno

Cleo revisó entonces si podía ver algún detalle azul en la figura de la Reina del Invierno.

Joder....

¡Joder, joder, joder!

-¡Jooooooooooodeeeeeeeer!- Se levantó de la silla y comenzó a caminar de un lado a otro. -Tiene azul. Joder, tiene azul. Todos tienen azul. Ostras. ¡Ostras ostras ostras!-

Yakub abrió los ojos... ¿acaso su suposición era correcta? En ese caso. ¿Estaba la reina de Invierno muerta?

— Por eso sale Calep discutiendo con alguien en el vídeo. No es que sea un traidor ni nada parecido. Es que descubrió la verdad. Y por eso me dijo que están por todas partes... — El anciano miró a Orion. Bayhas se había marchado un momento... pero era algo que tenían que hablar entre todos.

— Muy bien, creo que lo primero es prohibir que ninguno de nosotros lleve nada azul. Absolutamente nada. Una vez eso aclarado hemos de establecer una frase de seguridad para cada uno. Algo que sepamos identificar si somos nosotros o no. —

Una vez comprobado que somos todos quienes decimos ser podremos ponernos a planear.

— ¿Estamos de acuerdo? — Ya tenía algunas cosas en mente, pero lo primero era saber que ninguno era parte de ellos.

Tras dejar la funda en el suelo del laboratorio, Bayhas echó un breve vistazo a los dispositivos alquímicos de vigilancia para comprobar que la casa había estado tranquila en su ausencia. Depositó la rosa en una bandeja de plata grabada con símbolos cabalísticos. Después cogió un tomo* de la estantería.

Bayhas, ¿qué podrías averiguar de la rosa? El procedimiento mágico necesario o bien necesita un ingrediente que no tienes aquí (tú me dices cuál) o bien atrae atención extraplanar (yo te diré qué).

Arriba Orion husmeaba por la casa mientras daba vueltas en torno a Yakub y Cleo como un tiburón. 

Orion, si quieres hablar con Cleo, adelante (aunque tendrás que distraer a Yakub de algún modo si quieres privacidad). O puedes mandarle un mensaje al móvil. 

—¿Qué significa que lleven algo azul? —preguntó Orion desde lo alto de la escalera—. Cualquiera puede llevar algo azul, ¿no? Está claro que los asaltantes eran humanos y rakshasa; su sangre les delata. Yurga debe ser el responsable de la parte que le toca pero, ¿quién tiene capacidad en Swansea para poner mercenarios a disposición de una facción sobrenatural? Es a esa persona, *, a quien podríamos hacer una visita para enterarnos.

Comenzó a bajar la escalera como si fuera una vedette.

—Además, no suelo llevar nada azul. No me favorece nada. Destaca demasiado mi palidez cadavérica... Prefiero el rojo. 

Cleo seguía caminando alterada de un lado a otro, y luego de las palabras de Yakub comenzó a revisar que cargaba puesto. -Joder, joder, que llevo jeans, joder...- Se quitó la chaqueta castaña, el gorro rojo, quedando con un top de tiras negras que permitía ver las correas de su brassier, también negras. Venga, como si llevaras traje de baño...

Se quitó los jeans y los puso aparte, quedando sólo con las bragas tipo cacheteros de color negro. -Ya, no llevo nada azul, ¿vale?- Dijo, frotándose los brazos para entrar en calor. Miró hacia Orion. -Al parecer los Rakshasas pueden tomar cualquier forma, pero tienen que tener algo azul siempre con ellos. Si no queremos que se infiltren entre nosotros, tenemos que estar seguros de que ninguno de nosotros es uno de ellos.-

Orion se quedó al pie de la escalera a medio camino de ejecutar su último paso de vedette. Miraba embobado a Cleo, no tanto por el hecho de que estuviera semidesnuda, sino porque hubiera sido capaz de tomar la decisión de quitarse la ropa delante de tantos desconocidos.

Orion cerró la boca y comenzó a desvestirse también. Bajo su abrigo negro solamente llevaba una camiseta negra con el logo de The Cure, bastante desgastada. Cuando se bajó los jeans negros, mostró unos bóxers del mismo color oscuro. Sus calcetines eran también negros.

—Lo sé, lo sé. Soy un cliché con patas carente de estilo. Pero se liga mucho con esta pinta...