Partida Rol por web

-Suena a un buen plan-sonrio Andy-pero primero vamos a asegurarnos de que comes algo. Hay un camion de perritos calientes en la entrada...

El tipo musculoso, peludo y tatuado hizo ademan de acercarse pero Andy le rechazo con un gesto:

-Esta bien, Piotr, me quedo con ella. 

Sokolov hizo un puchero y retrocedio.

Yakub miró al rakshasa y sonrío haciendo un saludo con la cabeza.

— Si, ya nos conocemos. — Se limitó a decir.

Por suerte o por desgracia el viejo conocía a una buena parte de la comunidad más "extravagante" de Swansea y unos cuantos de ellos le debían algunos favores. 

— Así que hablabais de una espada... me gustan las espadas. Suelen ser artículos exóticos y con buena salida - 

Cleo asintió, con la mezcla de hambre y nauseas que ocurre luego de vomitar. Miró al tal Piotr, pero no le hizo mucho más caso mientras se dirigía hacia el puesto de perritos.

-Perdona que te esté jodiendo la fiesta.- Se intentó disculpar con el hada, elle le había invitado y Cleo había hecho un gran ridículo.

El demonio guiñó un ojo al vampiro*. Luego miró al recién llegado:

-Vaya, vaya... ¡pero si es Yakub! -Yibul le puso la mano en el hombro en un gesto amistoso-¿Habéis estado en su tienda? Tiene un género estupendo. ¿Por qué no me habéis dicho que veniáis con él? Menudo elemento está hecho...

Yibul pareció relajarse. Su imagen tembló un instante. Señaló a Bayhas con una garra como una navaja. 

-Fue Calep, el Guardaespaldas de la Reina de Invierno. No estoy seguro de si intentó pasarse de listo o le timaron como a un pardillo pero Su Inmensidad Luminosa,  Yurga, no se tomó muy bien que ese capullo apareciera con una falsificación. Conseguí la espada falsa porque nadie la quería pero estaba seguro de que alguien pagaría bien por ella. 

— Puede que haya llegado tarde a la conversación, pero esa espada de la que hablamos... — Yakub se rascó la barba y miró tanto a Bayhas como a Yibul. Parecía pensativo y quizá un poco sonriente.

— Podría ser que sepa algo más de ella si. Necesitaría verla claro está —

- ¿Descubrió pronto Yurga que era una falsificación? ¿O le dio tiempo a Calep a poner tierra de por medio?

Así que Yakub conocía al rakshasa... Bayhas se preguntó, no por primera vez, si había alguien al que el viejo no conociera en este lugar. - Ahora la tiene la Orden de Merlín. No sé si te dejarían verla, Yakub.

Después de echarle una mirada de reojo a Yakub, Bayhas miró de nuevo al traficante rakshasa. - O sea que le vendiste al Gorchymyn Myrddin la espada... aunque sabías que no era Excalibur, ¿no? - dijo Bayhas, mirando a Yibul con una ligera sonrisa.

-Oh, sí, se dio cuenta del engaño y envió a una docena de demonios a darle su merecido. Pero el cabroncete resultó ser más  duro de pelar de lo que creían. Ahora está en paradero desconocido, compuesto y SIN reina a la que proteger.

Sacó un pequeño vial vacío del bolsillo y lo depositó en la barra con delicadeza. 

-¿Y por qué no? ¿Qué querías que hiciese con ella? Era una buena espada a pesar de todo: adornos de oro auténtico, un encantamiento para mantenerla siempre limpia y afilada... una obra de arte, ¿eh, Yakub?, quizás demasiado aparente. Los de la Orden pagaron bien y estoy seguro de que sabían lo que tenían entre manos. 

- Pues en realidad, Yibul... lo que llevo un rato tratándote de decir es que algunos en el Gorchymyn Myrddin no se han tocado demasiado bien que les hayas tratado de dar gato por liebre... - Chistes de gatos con un rakshasa; logro desbloqueado. - Aunque supongo que se lo tomarán mejor si les convenzo de que a ti también te habían engañado...

Dejando que Yibul pensara en sus palabras, pero tampoco demasiado, Bayhas tiró el contenido de la botella de agua que no se había bebido Cleo sobre la barra y extendió el líquido. Movió la mano sobre la barra mientras murmuraba unas palabras. - ¿Era así, Yakub? - Sobre el reflejo del agua de podía ver la espada que había visto cuando le convocó la Orden de Merlín, superpuesta sobre sus propias caras reflejadas en el agua.

Yakub sonrío. No esperaba volver a ver esa espada y mucho menos que los problemas que esperaba que le hubiese generado esa falsificación tardaran tanto en volver y por cauces tan extraños. Será cosa de los caminos del destino.

— Sin duda es la espada que forjé hace años pero, a quien se la dí no creo que se deshiciera de ella con mucha facilidad. O al menos no sin buscarme para pedirme algún tipo de explicaciones —

Yakub sonreía. Había sido un muy buen trabajo, y si la imagen de Bayhas era real y actual sin duda se mantenía como el primer día. Un buen trabajo sin duda.

— Sin embargo no fue creada para engañar Gorchymyn Myrddin. A ellos no se les puede engañar con este tipo de cosas —

-No. Fue creada para engatusar a cualquiera lo bastante  tonto como para intentar robarla. Y no voy a poner en duda la habilidad del venerable artesano pero al Gorchymyn Myrddin no se le engaña tan fácilmente. Con sus oráculos sabían de sobra lo que tenían entre manos. 

Hizo una pausa. Miró al vial vacío y lo empujó con el dedo hacia Bayhas. 

-He hablado suficiente para honrar al buen Yakub pero me temo que los negocios son los negocios. Si quieres hacer más preguntas, tenemos que hablar del precio: un vial de tu sangre. 

Andy se pidió una hamburguesa triple, un batido del tamaño de un cubo de fregar y una ración enorme de aros de cebolla. Incluso pagó un extra para llevarse un bote de ketchup y otro de mostaza. 

Lo más impresionante de verle comer era que jamás engordaba. Mojaba todo en cantidades desproporcionadas de salsas ,daba unos bocados como los de un tiburón y masticaba ruidosamente. Ni siquiera se le hinchaba el estómago. 

Estaban las dos sentadas en el césped, cerca de la fuente. 

-En estas cosas, lo importante es dejarse llevar pero manteniendo el control. Recuerda que estaré a tu lado por si te rayas. A mí no me afectan igual pero me ayuda estar sentado y mantener una mano en el suelo en contacto con la Madre Tierra. Así, la energía y todas esas mierdas fluyen. Y no puedes caerte desde el suelo. 

A pesar de la sensación de nauseas inicial, Cleo comenzó a comer la hamburguesa con entusiasmo, aunque flipaba viendo a Andy. Asintió a su consejo, mientras sacaba dos de las pastillas que tenía en el bolsillo, y las ponía entre el hada y ella, sobre el césped. Aún así, estaba nerviosa, no quería volver a ver aquellos horrorosos bichos, y se dio cuenta que la presencia de Andy a su lado le calmaba.

-¿Oye, puedo sostener tu mano cuando nos la tomemos?- Pidió, dando los últimos mordiscos a la hamburguesa y bajándola con un trago de la coca-cola, tomando una de las pastillas con la mano derecha, y extendiendo la otra hacia el hada.

— No creo que merezca la pena Bayhas. Tengo una ligera idea de por donde van los tiros, así como porqué quieren esas espada el Gorchymyn Myrddin. Vayamos a un lugar más privado y hablemos de ello. Orion, tu también. -

— Yibul — Dijo haciendo una ligera reverencia con la cabeza a modo de saludo. — Siempre es un placer ver que los viejos conocidos siguen tan bien como siempre. —

Miró entonces a su alrededor buscando a Cleo. No había reparado que no estaba allí junto a ellos.

— ¿Y Cleo? —

-Claro-sonrió Andy poniéndose la pastilla bajo la lengua-Viaja bien.

Cleo hizo lo mismo. Esta vez empezó como una agradable calidez en el vientre. Igual que la vez anterior, no notaba un efecto inmediato y por un breve instante pensó que los horribles enanos negros volverían a aparecer. Miró a Andy, preocupada, pero para su sorpresa el hada se había vuelto traslúcida como un reflejo en el agua. Las estrellas hacían llover polvo luminoso desde el cielo nocturno que se mezclaba con la oscuridad que emanaba de los árboles para crear el universo tal y como lo conocían.

El universo no fue hecho a medida del ser humano; tampoco le era hostil: era indiferente.

Podía sentir todavía la mano de Andy, fría y lejana como si estuviera a mucha distancia pero no tanta como para no poder verla. Le vino a la mente que su propio nombre, Cleopatra Baldwin, resultaba muy largo para tatuarlo en el corazón del brazo de alguien. Tal vez hicieran falta dos corazones, uno al lado del otro pero tal vez el de "Baldwin" tuviera que ser más grande para compensar que el otro tenía más letras. Poner simplemente "Cleo" no parecía correcto. Aunque sentía que ese era su nombre y que la definía bien no daba toda la información.

En algún lugar algo increíble estaba esperando ser descubierto.

Soltó aire pero lo que salió de su nariz fue una nube dorada que se sentía feliz y aparente. Sus dedos se deshicieron en un blando torrente de melaza que cubrió la hierba a su alrededor. Tenía muchísimos dedos. Millones. No era fácil encontrar el anillo que le regaló... ¿cómo se llamaba si cambiaba de nombre como los días de la semana? ¿O era su mente la que se movía?

La ciencia no solo era compatible con la espiritualidad; era una profunda fuente de espiritualidad.

-Por supuesto, lo entiendo-sonrió Yibul. Sonreía mucho pero había algo desagradable en la forma en que se alineaban sus dientes-Podemos seguir siendo amigos igualmente. Esperad...

 Se llevó la mano al bolsillo para sacar algo. Tendió una tarjeta de negocios a cada uno. Tenía el dibujo de un tigre que cambiaba de forma según por dónde se mirase. Al ver las caras que ponían todos, chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco.

-No es magia, es un holograma. ¿Veis? Si inclináis así la tarjeta, para arriba, sale el tigre saltando... si la ponéis para este lado sale rugiendo... y para este otro, el tigre en llamas, mi favorito-resopló, divertido-Vuestra amiguita se debe pensar que hay que quemarla en un fuego de huesos o algo así pero si necesitáis contactar conmigo, aquí viene mi número de teléfono, mi correo electrónico y mi perfil en Facebook, Twitter y MySpace (ya, parecía lo más cuando me hice el perfil). Cualquier cosa que necesitéis, me decís, ¿vale? Si yo no puedo conseguirlo, seguro que conozco a alguien...

Yakub le fastidió un poco su intento (posiblemente condenado al fracaso de todos modos...) de engañar a Yibul con su mentira sobre la reacción del Gorchymyn Myrddin... pero luego le salvó de tener que darle sangre al rakshasa. Se mantenía el equilibrio.

Se había quedado mirando el vial y pensando en dar alguna respuesta sarcástica del tipo "claro, o mejor te doy un año de mi vida o a mi primogénito" pero al fin Yabul tiró de veteranía y de su relación con Yibul para que pudieran irse sin necesidad de hacer ningún pago.

Afirmó con un gesto breve a la diferencia de Yakub de ir a hablar a un lugar más discreto. Al fin y al cabo, tenía las lágrimas, y muchas ganas de volver al laboratorio a estudiar la rosa. Cuando el rakshasa le dio la tarjeta, la examinó brevemente y después la guardó en un bolsillo. 

- Encantado de conocerte, Yibul. - dijo Bayhas, y lo dijo con sinceridad. Tener a rakshasa como contacto podía ser muy útil. Después, miró a Yakub. - Se ha ido con una amiga al baño. Ya sabes, parece que no saben ir solas... 

Ya en un sitio algo más discreto, Yakub comenzó a hablar con Bayhas y Orion.

— Me gustaría que estuviera Cleo, pero es lo que hay -

Carraspeó un poco y comenzó.

— Bien, relativo a la espada. Esa espada la cree yo como una réplica para engañar a un clan de vampiros hace años. Lo hice para liberar a una familia que tenían cautiva. Supuestamente un corte del filo de la espada podría matar a un vampiro... así que la guardaron sin más y ahí terminó todo. Parece que ahora esa espada ha vuelto a aparecer. - 

Miró a Orion.

— Me ha llegado información de un grupo de vampiros que parece que está haciendo de las suyas. Bastante agresivos, muertos desangrados y demás. Además han desaparecido juguetes de niños lo que me lleva a pensar que se quien es el vampiro en cuestión. Quizá os suene la historia de un cazador que asesinó a todo un clan de vampiros pero no pudo con uno de ellos. Un niño. Bien ese niño volvió y se llevó a la mujer del cazador. Esa mujer era mi esposa... y ese cazador era yo. Nunca volví a saber nada de ella. Si murio, si fue convertida, si está viva... — A pesar de que hablaba con calma y con la capa de dureza que otorgan los años al viejo se le empañaron los ojos al recordar a su esposa. — Parece que el niño vampiro ha vuelto. Quizá me esté buscando, pude que piense que ya estoy muerto y venga por otros motivos pero...

Miró de nuevo a los dos.

— ¿No os parece mucha casualidad que el Gorchymyn Myrddin quiera hacerse con una espada con esas propiedades contra los vampiros a la vez que aparece este grupo? —