Partida Rol por web

Después de bajar del autobús, se acercaron a la tienda bajo la lluvia que arreciaba por momentos. Las aceras estaban sucias y resbaladizas debido a la capa de polvo mezclado con las gotas de agua.

Orion sacó una llave para abrir la puerta de la tienda. Había otra bajo el felpudo pero era un señuelo: no entraba en la cerradura y cuando se intentaba levantar tiraba de un hilo que daba la alarma. En el pasado, aquel hilo había activado trampas (desde las simplemente intimidantes hasta otras bastante terminales) para desanimar a los ladrones. Y había funcionado: hacía años que nadie se atrevía a intentar entrar a robar.

Una figura más oscura que la noche surgió de las sombras dándoles un susto de muerte.

-Un vampiro, un superviviente de la casa Al Rashid y una niñata: el maldito fósil se está volviendo más libertino por momentos-dijo con dientes apretados en una desagradable sonrisa-Decidme, jovencitos, ¿está la vieja alimaña en casa? Tengo que hablar con él.

Pasó un instante en el que pareció reconsiderar sus palabras.

-Por otro lado, si sólo sois vulgares ladrones, haced una buena obra hoy dejándome entrar a guardarme de la lluvia y prometo no entrometerme en vuestros latrocinios.

Llevaba un báculo que brillaba bajo la lluvia. Transmitía una sensación de poder arcano contenido: un mago.

Orion apretó los dientes y los puños al tiempo que preparaba su cuerpo para lanzarse a por el desconocido. Miró de reojo a Bayhass con los ojos ya de color amarillo refulgente, esperando su reacción. Dependiendo de esta el vampiro tomaría la decisión adecuada. El problema es que en casi ninguna situación parecía estar decidido a dialogar con el recién aparecido.

-Relájate, Jones. No añadas más tonterías a tu diario personal de malas decisiones...

Las palabras que Kovac le había susurrado en la fiesta del Círculo de Piedra cobraban ahora todo el sentido...

Alguien lo sabe...

Orion hizo todo lo contrario de relajarse y se puso más tenso aún. No era capaz de identificar a aquel tipo porque desde el asesinato había hecho todo lo posible por esquivar a los practicantes de la magia: cualquier traza psíquica o mística que pudiera relacionarle con el crimen podría haber sido rastreada entonces.

Se aseguró, por tanto, de que no le pillaran pero, ¿entonces?

—Kovac —masculló con rabia—. Bruja inútil...

- El superviviente de la Casa Al Rashid, Lewis. - Sonrió. Una sonrisa tan desagradable como la de Carter. - A menos que me hayas encontrado a algún primo perdido. - Algo poco probable; los hashshashin habían sido muy concienzudos. La última vez que se preocupó de averiguar algo de hasta los más lejanos parientes que alguna vez pudo tener, todo fueron una sucesión de accidentes, muerte aparentemente naturales pero normalmente, muy repentinas... y hasta algún que otro asesinato. Esto último había llevado a Bayhas a pensar que los hashshashin deberían tener también novatos. O becarios.

Cuando su mirada se cruzó con la de Orion, Bayhas negó sutilmente con la cabeza. Un gesto que quiso transmitir la idea de que no todas las situaciones se podían solucionar con violencia. Esta situación, en concreto, no lo haría. No de un modo satisfactorio para ellos, al menos.

- El viejo fósil está en el hospital. - Lo cuál era, probablemente, verdad. Habría sido gracioso que llegara antes que ellos a la tienda. - No somos ladrones, sino amigos suyos. - Lo cual era, probablemente, verdad. Habría sido gracioso medir el alcance real de la amistad que les unía al anticuario. - Vamos a cuidar su tienda. ¿Quieres que le demos algún mensaje?

Incluso si de por si la presencia de aquel recién llegado no fuera escalofriante, la tensión del vampiro y el tono conciliador del mago le confirmaron a Cleo que estaban ante alguien cuya arrogancia estaba de algún modo justificada. Miró rapido a Orion cuando mencionó el apellido de Gabrielle, pero no dijo nada más, en vez de eso intentó hacerse pequeña y fundirse con la pared.

Después de todo, para el tipo ella era sólo una niñata, ¿no?

La risotada de Lewis sonó muy falta de alegría. 

-¡Amigos de Yakub! Lo más parecido que ese vejestorio tiene son enemigos en ciernes a los que aún no ha traicionado...

Señaló la puerta.

-En ese caso, celebremos nuestra recién hallada condición de "amigos" en la cripta de esa momia reseca  que, a pesar del olor a antigualla, está más seca y es más acogedora que las calles esta noche. ¡Sé dónde guarda el brandy!

Dedicó una mirada a Cleo. 

-Tú no tienes cara de brandy. No es problema, también sé dónde está el botiquín. ¿Has probado la morfina?

- ¿Y no es esa la más hermosa, la más precisa definición de la amistad que puede existir en nuestro mundo, Lewis? - preguntó Bayhas, mostrando una sonrisa beatífica. Quizá en otros mundos sí que existiera la amistad desinteresada y pura, pero no vivían en ese mundo. Cuando Carter dijo que si entraban dentro, Bayhas simplemente hizo un gesto con su mano. - Por supuesto. - De todas formas, no serviría de nada negarse. - Cleo, Orion, este es Carter Lewis, Augur de la Orden de Merlín. Lewis, te presentaría a mis amigos, pero ¿no sería un acto redundante? - Carter ya sabría todo lo que necesitara saber sobre ellos.

El Gorchymyn Myrddin mantenía a Lewis viajando por todo el país, dedicándose a la eliminación de peligros para la Orden. Si eras una amenaza potencial, Carter se ocupaba de ti con antelación. Con mucha antelación. Por ejemplo, podías ser una idea en la mente de tu padre, del tipo "algún día me gustaría tener hijos". Pero entonces Carter se acercaría a tu futuro progenitor y le tocaría con su bastón, y ya nunca engendraría a nadie. Bayhas procuró no mirar mucho hacia el Báculo de Hueso. Se decía que no podía detenerlo ninguna protección mágica o mundana, ninguna defensa. Era un puto Stormbringer de madera, ansioso por absorber y devorar almas. Que Lewis pudiera sostener ese pedazo de muerte solidificada con tal aparente despreocupación era, como mínimo, inquietante.

- Abre la puerta, Orion, esperaremos a Yakub dentro, tomando morfina, té y brandy. 

A Cleo definitivamente no le agradaba aquel tipo, y un escalofrío sumado a la rabia se le mezcló al escucharle dirigirse hacia ella. Que Bayhas pareciera acompañar el chiste le hizo lanzarle una mirada agria y dolida.

-Váyanse a la mierda.- Dijo, muy bajo, dándoles la espalda y en el momento que Orion abrió la puerta fue la primera en entrar, directo a la cocina para poner la tetera al fuego y ver que sacar de la nevera. No más comida de hospital ni snacks de máquina expendedoras.

-Bien dicho, Al Rashid-Carter entró en la tienda como si la conociera bien. Hizo un glifo de protección en la puerta que Bayhas reconoció como un sencillo sortilegio silenciador: lo que se dijera allí dentro no podría oírse desde fuera aunque abrieran las ventanas y hablasen a gritos. Al ver a Cleo entrar a la cocina añadió-Ah, muy amable, niña: para mí una taza grande con dos bolsitas durante siete minutos, una gota de leche y sin azúcar, por favor. Ya soy lo bastante dulce.

Los pasos del mago eran pesados, como si llevara botas de hierro. Su mandíbula era cuadrada y estaba llena de cicatrices. Parecía más un matón de bar que un hechicero. Lewis ojeó la librería de Yakub con ojo experto y sacó un archivador: detrás había una botella de brandy. Cuando la sacó del estante, se reveló otra botella detrás.

-Maldito viejo, siempre preparado para cualquier contingencia-rio el mago poniendo una enorme copa de cristal en el mostrador-Poneos cómodos, amigos de Yakub, como si estuvierais...-miró detrás del mostrador con extrañeza(*)-...en vuestra casa. Decidme, ¿dónde os sorprendió la debacle? Si había doscientas cincuenta mil almas en Swansea, hay doscientas cuarenta mil historias al respecto.

La chica se mordió la lengua, mientras buscaba las bolsas de té y revisaba si había leche en la nevera que no estuviera pasada. Aunque si estaba pasada estaba muy tentada a ponérsela en la taza al tipo ese. La mirada le desconcertaba. Debajo del sombrero, estaba muy segura de haber visto sus ojos cambiar de color a la plata pura, sin pupilas, y sus párpados cruzarse con venas negras, que parecían convertirse en una máscara oscura y pulsante alrededor de sus ojos. Pero al volver a mirarlo, no había nada de eso.

Puso una olla aparte a hervir, mientras sacaba una lata de pasta de tomate y algo de queso. No tenía ánimos de preparar algo más elaborado. Al escuchar las últimas palabras del recién llegado, se le cayó una de las tazas de la mano. -Joder.- Dijo, tragando, antes de inclinarse a recoger los trozos de cerámica. Diez mil personas. Oh Dios mío. ¿Era culpable de la muerte de diez mil personas?

- Más cerca de lo que nos hubiera gustado, Lewis. - dijo Bayhas, mientras se dirigía a la cocina, al escuchar el sonido de la taza rompiéndose. - ¿Y a ti? Sueles estar siempre cerca del peligro... Un momento, ahora vengo.

Al entrar en la cocina, se agachó junto a Cleo, que seguía enfurruñada, y le ayudó a recoger. - Pase lo que pase, no toques su bastón. - El mago habló de forma calmada y en voz baja, pero la chica le pudo escuchar perfectamente. - Prudencia. - Miró significativamente a Cleo. Una mirada que denotaba que la cosa era seria. 

Después de recoger, se levantó y se quedó en el quicio de la puerta, mirando a Lewis. Interponiéndose entre él y Cleo.

-En los Brecon Beacons de pic-nic-bebió un generoso trago de brandy y chasqueó la lengua un par de veces-¿Ya sabe Yakub que estáis aquí? ¿Dónde está?

Uno de los pocos puntos débiles del Augur era que las visiones continuas que lo hacían tan peligroso también lo distraían. El continuo ir y venir de las posibilidades y las cambiantes corrientes del tiempo constituían un flujo constante de información que provocaban que Carter no estuviera a menudo muy atento al aquí y el ahora (*)

- En el hospital. - Ya se lo había dicho antes, pero no hizo hincapié en ello. - Él también estaba más cerca de la explosión de lo que le hubiera gustado. - Bayhas se cruzó de brazos, mientras seguía apoyado en el dintel de la puerta de la cocina. - Probablemente le den el alta pronto. El viejo es duro de roer.

CLING CLING

La campanilla de la puerta resonó por lo toda tienda tratando de buscar una salida sin éxito de aquel lugar. El sonido cuando aquel sortilegio estaba activo era diferente. Ya lo había escuchado antes. Tampoco es que Lewis se ocultara. Yakub andaba cojeando apoyado en su muleta. Cuando lo vio suspiró. Miró al resto y los saludó con la cabeza para volver al Augur.

— No diré que me sorprende verte aquí. Tampoco que te hayas tomado la libertad de rebuscar entre mi librería. Sin embargo... si tenías pensado venir a verme... ¿Porqué el mensaje de texto?¿Acaso estás perdiendo facultades?¿O te has quedado sin polvos mágicos? —

Lo cierto es que no le hacía gracia que hubiera ido a la tienda sin su permiso y sin avisarle. Fue directo hacia Carter y se quedó cerca de él.

— ¿Qué es lo que quieres? Pensé que... y cito tus últimas palabras antes de salir de mi tienda "No vuelvas a contactarme". Pensaba que sería recíproco. —

Orion había permanecido callado todo el tiempo, sin perder de vista a Lewis pero tratando de fundirse con las sombras de la tienda de antigüedades. Se sentía demasiado vulnerable ante el oráculo y no le gustaba sentirse vulnerable ahora mismo.

Estuvo a punto de ir a ayudar a Cleo con la bebida, pero descartó la idea casi al momento. Bah, que se apañe sola la niñata..., se dijo con un tono agrio que le sorprendió y le hizo sentirse mal. Cuando de nuevo fue a acercarse a ella Bayhas ya estaba allí.

Para calmar su creciente nerviosismo Orion se acercó a la puerta justo cuando Yakub entró por ella. Le devolvió el saludo y volvió a fundirse con las sombras.