Partida Rol por web

Si escuchas las historias, la vida de un mago siempre es genial. Puedes hacer cosas imposibles, solucionar problemas resulta fácil, trabajar durante las horas de sol nunca va contigo y el dinero siempre sobra. De acuerdo, todo eso es cierto, pero también lo es que cada persona del mundo va a pedirte que soluciones sus problemas. Los primeros cien a los que ayudaste te parecieron muy simpáticos, y la sensación de poder ayudar te hacía sentir bien. Los mil siguiente resultaron más pesados y te parecieron menos simpáticos, pero tenías cierto sentimiento de deber moral, así que ayudaste donde pudiste. Pero después de eso uno no para de fantasear con un par de buenas décadas de vacaciones... A veces lo mejor que puedes hacer es echarte la manta a la cabeza, colgar el cartel de cerrado, fingir tu propia muerte y poner rumbo a lugares nuevos sin ningún plan más allá de disfrutar de los pequeños regalos que da la vida.

De momento parece que te está resultando. Te has comprado una caravana y un par de animales que tiren, te has unido a un grupo que se dedica al espectáculo y de momento nadie sabe lo que puedes hacer. Es cierto que ganas las monedas en cada aldea con espectáculos de magia y mostrando objetos curiosos. Te has preocupado de que tus números sean lo bastante buenos como para cobrar y sacar sonrisas en los niños, pero no tanto como para que alguien piense que eres algo más que un buen artista de la ilusión y los mecanismos complicados.

Esta compañía de seis artistas goza de bastante éxito. En este momento todo va sobre ruedas, literal y metafóricamente. Pronto llegaréis al próximo pueblo. Pero antes caerá la noche y habrá que parar. Una cena con artistas muy rara vez resulta común o aburrida.

Con una orden mental, tus animales se detienen. Pronto los carros de tus compañeros también lo hacen formando un círculo que os cubra del viento. Con intención de bajar del carro junto a Diavorai, pasas por delante de tu último gran éxito, "El Hombre de Madera" un auntómata con algunos mecanismos e hilos a ojos de los demás, un auténtico golem en realidad.

La noche no tarda en empezar.

- Tu y tu hermano sois unos animales, con qué cara dices que no nos habéis dado, si le habéis arranado un trozo de madera, míralo tu mismo, ¿o también eres ciego cuando bajas del carro?

Ciertamente el carro de Aura y Norman ha recibido un golpe, pero nada que un "mecánico" habituado a trabajar la madera no pueda solucionar.

Aura vive de la música, y lo suyo sí que parece magia. Norman por su parte se gana la vida contando las mejores historias, consigue emocionar a su público y vivir cada segundo de ellas, en realidad no son solo las historias que cuenta, es algo en su voz.

- Esta niña no tiene ningún respeto por sus mayores, se merece un escarmiento.

Vidar y Canar son hermanos y luchadores, hacen demostraciones, quien dice demostraciones dice que se dan auténticas palizas y liberan su competitividad por ser el mejor cada vez que pueden.

- Haya paz...

Pese a que se conocieron solo hace unos años, Aura y Norman han encontrado una familia el uno en el otro. También actúan juntos a veces, pero a menudo la experiencia resulta tan poderosa, que los hermanos se quejan porque nadie quiere ver un espectáculo de violencia después.

- Pero por qué me llamas animal a mi, si yo estaba durmiendo. Siempre es la misma historia.

Vidar y Canar son idénticos en lo físico, llevan la misma ropa y ambos son muy especiales. Esto resulta completamente cómico, pero nadie ha tenido el valor de decírselo o las ganas de terminar con la diversión.

Evali estaba bajando del carro en ese momento.

- Lo de animal no se extiende a ti Evali. Solo a los dos musculitos.

- No te preocupes encanto... - la voz melosa y la sonrisa hacia Aura sacaron una sonrisa idéntica a la niña -. Sabes que yo pienso exactamente lo mismo.

Evali es la mayor de los tres hermanos, comparten carro y está claro que es quien tiene el control de la familia. Su arte radica en sus bailes y unos componentes en su voz que resultan muy exóticos. Algo sutilmente marcial en sus movimientos hipnotiza a cada miembro de los poblados.

Podría decirse que tu eres un farsante que engaña a los aldeanos con falsos trucos para ganar unas monedas. 

Vamos, que eres un mago de feria de toda la vida.

La voz de Diavorai resuena en tu mente - Apuesto dos salchichas por Evali - Era una apuesta segura, todas las discusiones las terminan Evali o Norman, y Norman parecía divertido con la escena. Si finalmente se decidía actuar podía suponer ganar dos salchichas al pequeño familiar.

Difícil. Quizá lo mejor sería no apostar por una vez...

-Cada vez me caen mejor.- pensé, respondiendo al pequeño búho telepáticamente. -Míralos. Son encantadores. Incluso peleándose son educados. Aura se disculpa con Evali, ella le quita el hierro al asunto y ellos, Vidar y Canar, aguantan como unos campeones con la paciencia de un roble. Y Norman me recuerda a mí pero en viejo. Quiere que haya paz, pero a la vez le divierte poquillo de guerra inocente...-

Bajé del carro sonriente, mordisqueando una manzana. "A lo mejor fue algún animal... al rozar con una roca... o un tronco..." sugerí, en realidad sólo para oir la voz de Aura otra vez cuando probablemente contestara que no. Ella era, quizás, la que mejor me caía de todos ellos. Y no porque los demás no fueran hermosas personas, es que ella era especial. -¿Crees que me he enamorado? Creo que me he enamorado. Espero que no sea sólo por su voz. Sería raro enamorarse sólo de una voz. He leído cuentos de brujos y genios malvados que encerraban la voz de mujeres y hombres, solo para oírlas siempre que les apeteciera. Da miedo... Oh, y sí, acepto la apuesta.- dio un mordisco a la manzana. -Aunque sinceramente, Diavorai, tienes todas las de ganar. A no ser que haga trampas y por una vez lo pare yo mismo...-

"¿Qué os parece si intento arreglarlo yo mismo? Esta misma noche, o mañana por la mañana." señalé con la mano de la manzana al Hombre de Madera. "Ya sabéis que puedo hacer magia con la madera, hehehe..." puse la mano encima del golem, y fingí trastear buscando un mecanismo para su boca. A través de la escuela de la seda fui ordenando al golem abrir y cerrar la boca como si yo estuviera moviéndole algún mecanismo. En realidad no necesitaba estar tan cerca del autómata para establecer la conexión telepática, pero todo era parte de la función. "¡Doy fe!" exclamé en falsete, con un torpe y amateur intento de ventriloquía. "¡Papá Erwin es todo un manitas! ¡Pero es muy tímido! ¡Debería haberse hecho carpintero! ¡Carpintero tímido!"

- Pero si lo he visto venir, y le he avisado. Para animal, para. Pero seguro que con todos los golpes que ha recibido en su vida en la cabeza no es capaz de entender frases tan complejas - tanto la cara de Aura como la de Vidar están volviéndose cada vez más rojas.

- Estás buscando problemas con la persona equivocada, canija... - Vidar da un paso al frente enfurecido y en ese momento Evali da otro para interponerse.

Y así llegan mis salchichas...

- Vale, vale, ya nos hemos divertido - su voz mágica hace acto de presencia con una nota de liderazgo a pesar de lo suave que es su sonido -. Aura, ve a buscar leña y haz una hoguera. Vidar, trae madera para arreglar los daños. Canar, suelta a los animales, que se relajen un poco, y dales de comer. Norman, por favor, ¿puedes sacar la olla, la sartén y los cuencos?. Erwin, a ver qué puedes hacer para apañar el problema. Mientras tanto, iré sacando la carne y las especias.

- Dado que soy la única persona aquí que no es completamente inútil con un fuego, os recomiendo que no me cabreéis si queréis una cena que no parezca hecha por niños.

Todos han tenido la oportunidad de sufrir ese castigo en algún momento, así que no hizo falta más. Todo el mundo se puso en marcha.

- La próxima vez será, ya verás - un sentimiento de diversión te llega a través del vínculo con tu familiar.

"¡Eso está hecho! Dejadmelo a mí." Evali era como el pegamento que nos mantenía unidos a todos, y eso que eramos todos, a primera vista, como piezas de puzzles distintos. Seguro que para ella y Norman eramos todos un puñado de críos.  ¡Y no estaban muy lejos de la realidad!

"¡Hummpfh!" ¡Cómo pesaba esta cosa! Agarré al golem y entre mis brazos me lo llevé como un saco de papas hacia el carromato de Aura, donde le faltaba el trozo de madera. O bueno, eso es lo que pareció que hacía, porque hice un poquito de trampa con magia. La verdad es que el Hombre de Paja o se había vuelto más pesado o yo más enclenque. Bueno, creo que en realidad nunca me había parado a intentar levantarlo directamente. El truco consistía en pegar el golem a mi. Así, no es que yo lo levantara, es que se levantaba hacia mí, por así decirlo. Era un hechizo muy sencillo, no más que un simple anclaje mágico entre dos puntos, en este caso el Golem y yo. Lo más sencillo habría sido ordenarle a la criaturita que se moviera sola, pero aquello me habría dejado todavía como alguien más infantil, ya que se suponía era yo el que lo movía así.

-¡Ja ja ja! Vale, vale. Te debo dos salchichas.- contesté telepáticamente a Diavorai, sonriendo al 'detectar' la diversión en el familiar. Sabía que era una apuesta fácil de ganar para Diavorai, pero no me importó aceptarla. No sé, yo soy así, me gusta hacer feliz a la gente. Familiares incluidos. Muchas veces he comparado mi filosofía de trabajo como un médico más que como a un erudito. Para mí, el verdadero disfrute de la magia no está en el Ánima en sí, ni en el estudio de sus misterios, sino en qué aplicaciones podría tener para ayudar a la gente. El Ánima me ayuda a mí, y yo ayudo a la gente. En ocasiones, la gente me ayudaba a mi, también. -¿Puedes buscarme algo de madera que sirva para la reparación, Diavorai?¹ Yo voy a buscar un martillo y unos clavos en mi caravana...- ¡Un mago usando martillo y clavos! Naturalmente, iba a usar la magia, pero los clavos podían ser ciertamente útiles. Tenían una doble función. Por ejemploo, ¿qué iba a sostener la reparación cuando yo quitara los anclajes, o... lo que fuera que fuera a hacer para reparar el carromato? Porque todavía estaba barajando opciones, era divertido lo versátil que podía ser el Ánima si uno se ponía imaginativo... Pero primero, las herramientas y materiales.

¿Que cuál era la otra función? ¡Hombre, pues aparentar que estaba usando el noble arte de la carpintería para reparar el carro! La verdad es que, pensándolo fríamente, seguramente me iría mejor si aprendiera de verdad algo del tema. A ver, objetivamente, digo yo que clavar unos clavos era más sencillo y apropiado que ingeniárselas para resolver el problema con el Ánima. Era como... que yo iba a hacer la solución más complicada. Pero no sé... me veía muy capaz de golpearme un dedo o romper algo torpemente. Y entonces Diavorai se reiría de mí. Y bueno, me gusta hacer reir a la gente y a los familiares, pero no a mi costa ni a la del carromato... Además, creo que me aburriría. Sí. Aprender cosas nuevas es divertido. ¿Pero cómo podría llamarme mago si no usaba el Ánima? Pequeños rompecabezas como este mantenían la mente del mago despierto para cuando llegasen las cosas verdaderamente importantes. Además, corre por ahí el mito en mi oficio de que cuanto más uses el Ánima más rápido crece. Pero la verdad, como muchos otros secretos del Ánima, no está confirmado del todo. O, al menos, no que yo sepa...

- Marchando, puede que tarde, yo solo traigo los mejores palitos, sobre todo si es para construirme algo a mi o para clavar las salchichas - Diavorai alza el vuelo con parte del Ánima

Diavorai ma avisó por el vínculo telepático que había recopilado las ramas. Utilizando la Escuela de la Seda una vez más, teleportamos las ramas cerca mía. "Bien Erwin... y ahora... ¿qué?" murmuré para mi mismo. Saqué del zurrón una pipa que olvidé encender, y mordisqueándola me puse a pensar, sentándome encima de la cabeza del golem, como si fuera una silla improvisada. Quizás la mayor virtud del Ánima eran las numerosas posibilidades que ofrecía para resolver problemas, pero esta virtud era a menudo a su vez su mayor obstáculo para los magos. Podías perderte buscando una solución combinando varias escuelas, cuando quizás con otra escuela podrías resolver el problema mucho más fácilmente y directo. Y aún siempre quedaba uno mismo, la mejora orgánica, el ánima sobre el cuerpo del mago, que me podría otorgar la fuerza necesaria, o sanar cualquier herida que alguien tan torpe como yo pudiera hacerse de intentar repararlo él mismo.

Tenía, por ejemplo, la solución de la Escuela del Aliento. Podría animar el carro entero, señalarle el desperfecto del mismo y tratar de guiar la magia hacia allí, de manera que la misma herida del carro fuera sanada como un ser vivo. Pero eso quizás llevaría demasiado tiempo... ¿no? Para acelerar el proceso podría dotarle del doble de ánima para acelerar el proceso, como una mejora orgánica al automóvil en lugar de a mí mismo... Pero entonces, ¿para qué usar todas estas ramitas? Aparte de para pinchar salchichas, claro.

"Otras opciones... quizás con Frontera..."  la Escuela de la Frontera representaba el dominio de la Tierra, y aparte del propio suelo, y las rocas, y quizás también hortalizas, ¿qué otra cosa más apropiada para respresentar los frutos de la tierra que la madera de los árboles? Podría crear una barrera invertida que empujara la madera hacia la madera. O podría usar un anclaje físico también, con la Escuela de la Seda...  Cualquiera de las opciones simularía el pegamento... "Pegamento... pegamento... hum..."

Me levanté del golem y me dirigí hacia un árbol. ¿No era la savia acaso un pegamento natural? Volví a mi carromato y fui a por un vasito de cerámica. Nunca sabes cuándo puedes necesitar materiales para hacer alquimia... Y la Alquimia precisamente parecía una buena manera de solucionar esto: la combinación de elementos naturales y mágicos. Pegamento real, y pegamento mágico. Madera real, transformada mágicamente. Clavos reales que... Bueno, ya pensaría qué hacer con los clavos.

Y hablando de savia, algunos me llamarían sabio pero yo desde luego que no lo haría. Si un sabio académico de verdad oyera mis pensamientos seguro que me llamaba un inculto. ¿Serían magos todos los alquimistas? ¿Utilizarían el ánima como a mí se me había ocurrido? Mi mente, como siempre, volaba como una mariposa posándose de aquí para allá entre ocurrencias. Así que intenté centrarme otra vez, no fuera a ser que se me olvidara qué estaba haciendo. Por aquí había árboles aquí y allá, así que no me resultó difícil encontrar uno del que extraer la savia. Aprendí a hacerlo gracias a un cliente agradecido que me enseñó. Conocía la técnica, al menos, en la teoría, ¡pero estudiar es una cosa, ponerlo en práctica otra! Tras varios intentos, en los que estuve tentado de utilizar la mejora orgánica sobre mí para poder clavar bien el cuchillo, al final lo logré. Para ayudar al árbol a sanar, en agradecimiento le pasé un poco de Ánima, que la magia le ayudara a cerrar las heridas más rápido.

Volví hacia el carromato. Aparté una ramita en reserva para las salchichas de Diavorai, y preparé las demás. Ya tenía un plan. Puede que no fuera el mejor, quizás uno bastante enreversado, y redundante, pero era un plan. Primero, aplicar savia en la 'herida del carromato' como pegamento natural. Después, con la ayuda de la Escuela de la Seda, apliqué un anclaje que asegurara las ramitas a la savia, de manera que nos se cayeran mientras la savia se secaba. Después, apliqué otro anclaje a las ramas empujándolas entre sí. No me quedaba más ánima así que recuperé la que le presté al árbol, y utilicé la Escuela de la Fluidez para lijar y pintar las ramas, alisándolas, entrelazándolas, formando una especie de mimbre improvisado. Retiré el ánima de la Fluidez, y el anclaje entre las ramas. Apliqué más savia, y repetí el proceso. 

-¿Qué te parece, Diavorai? ¿Crees que aguantará sin el ánima?-

- Yo diría que lo suficiente como para irnos a comer - En ese momento aparece Vidar con algunas herramientas que te deberían haber hecho falta.

- Aquí tienes tablas de madera para ese tamaño, lija y una hachuela. También he traído la sierra, aunque es grande no se si te servirá. Mmmm... Oye, pero si está bien... ¿Lo has arreglado ya? ¿Cómo? - Vidar se rasca la cabeza. - ¿Tu tienes también herramientas?