Partida Rol por web

- Pillado, piensa algo rápido - Diavorai siempre ha sido excelente a la hora de constatar hechos.

"Oh, no no... bueno, sí..." empecé a balbucear que no y luego que sí. ¡Oh, rayos! ¡Pillado! Diavorai siempre tan amante de evidenciar lo evidente. Pero tenía razón. ¡Quizás yo había ido demasiado rápido con las reparaciones! Este era un problema de la magia. A veces, la mejor manera de ayudar a alguien es dejar que te ayuden. O incluso de ayudarse a uno mismo. Sé que suena un poco trabalenguas, pero os lo digo yo. Me sentí un poco mal por Vidar. Él seguramente no le daría ninguna importancia, pero yo me di cuenta de que había desperdiciado una oportunidad de que él pusiera de su parte para arreglar el carromato también...

"Tenía unas herramientas que usé para construir a este señor de aquí..." le di un par de palmaditas al Hombre de Madera. "Pero no recuerdo si las vendí o las perdí..." me rasqué la cabeza con fingida confusión. Recogí mi martillo del suelo. "Bueno, al menos en martillo apareció. Esto que he pegado aquí con savia de árbol es mimbre. Creo. Lo compré hace poco para él..." volví a señalar con la cabeza al golem "Para ponerle una especie de peluca así divertida. Pero se me ocurrió que podría servir para el carro. ¿Crees que aguantará? No parece muy resistente, la verdad... Pero queda bonito... a lo mejor a Aura le gusta..."

Vidar te observa aún más confuso - ¿Mimbre? Esto no parece mimbre - dice tocando el material y luego tocándose los dedos y llevándoselos a la nariz - ¿Y cómo lo has pintado? ¡Está seco!

Vidar te mira sin entender cuando una voz os interrumpe a vuestra espalda - Evali dice que a comer, que continuéis después o mañana al amanecer. - Aura se encuentra tras vosotros y aún no se ha fijado.

- No va hacer falta. Erwin ya lo ha arreglado y pintado. - parece que la trama se complica.

- ¿Pero qué dices? Yo he visto los daños. - Aura se adelante a mirar y también toca la superficie que has arreglado - ¿Es que has cambiado toda la pieza? No puede ser... - sigue un instante mirando su carro ahora también confusa.

Un Diavorai convertido en halcón aparece de la nada dispuesto a salvar la situación y arranca de la mano de Vidar un martillo que se lleva volando. Inmediatamente Vidar grita sorprendido y furioso y echa a correr detrás del ave. Aura se queda congelada un momento digiriendo lo que ha ocurrido y luego comienza a señalar a Vidar y a reírse a carcajadas. Parece que de momento la atención ha dejado de estar en cómo has arreglado el carro. Y es también tu momento de intentar llevar la atención a otro lugar.

"¿Que no es mimbre, dices? ¡Me dijeron que era mimbre! ¡Me han estafado! ¡Oh no no, el mimbre venía ya así, pintado...!" fui contestando torpemente a lo que decían, fingiendo sorpresa. Bueno, me ayudaba el que me estaba asustando porque mi torpe túpido velo iba desmoronándose en trocitos cada vez más grandes. Debía de tener cara de susto. El susto y la sorpresa son más o menos la misma emoción. Sí, sí, debía tener rostro de completa sorpresa en ese momento, definitivamente no era la pálida cara del terror absoluto. ¡Temía por mi vida!

Figurativamente hablando, claro. Por la vida que había construido. Bueno, que estaba construyendo. Llevaba ya un tiempo con ellos, unas pocas semanas, pero a mí se me habían hecho muy largas. ¡Y en el buen sentido! Normalmente, cuando te lo pasas bien el tiempo pasa mas rápido. Pues cuando te relajas, digo yo que por el mismo principio el tiempo pasa más lento ¿no? Y yo estaba de vacaciones, por lo que el efecto relajante duplicaba el tiempo en dos y... ...y cuando me ponía nervioso a veces mi mente empezaba a pensar mil y un cosas que no tenían nada que ver con el asunto entre manos. ¡Me había pasado tres pueblos con las reparaciones! Oh, este es un error que nos pasaba a todos los magos, pecábamos de perfeccionistas, nos dejábamos seducir por el juego de puzzles y acertijos y olvidábamos el más común de los sentidos, el sentido común, que para el caso nosotros los magos no teníamos mucho de eso.

Menos mal que contabamos con nuestros familiares. Bendiga el Ánima a los familiares, y ya puestos que los bendigan los dioses también. -¡Gracias, Diavorai, gracias!- exclamé telepáticamente mientras me secaba el sudor de la frente con el dorso de la mano. -Tira el martillo por aquí cerca, que Vidar lo pueda recuperar.-  "¡Ah, chicos! ¡Tenemos que cenar! Ya sabéis que a Evali le gusta mucho que comamos todos juntos al fuego y no le gusta que no comamos con ella todos juntos al fuego! ¡Así que vamos! ¡Vamos!" Madre mía, ¿acababa de decir la misma frase dos veces seguidas, pero al revés? Eso también solía hacerlo cuando me ponía nervioso... ¡Y-y seguro que también lo hacían todos los magos!

- ¿Cuántas salchichas dirías que son justas por una intervención tan heroica?

Aura está volviendo junto al fuego donde están Evali y Norman. Vidar parece que ha visto caer la herramiento, pero no donde y sigue buscando. Canar aún sigue dando de comer a los animales.

- ¿Y todo ese alboroto? - la mirada de Norman se clava en ti y te atraviesa como si fueras de cristal. Una sonrisa aparece en el rostro del anciano que parece contener algún significado que no alcanzas a entender. Norman te parece a menudo más antiguo que tu mismo.

- ¡TENDRÍAS QUE HABER VISTO LA CARA DE VIDAR! - Aura sigue con una risa que sale del viente y no es capaz de contener - ¡VAYA ZOPENCO!

- Aura, cielo, ¿puedes avisar a Canar de que se de prisa? - Aura se va entre risas y la oyes contar también a Canar el motivo del humor.

- Intentad que haya paz, ¿vale? Hoy necesito dormir, nada de discusiones. Controlad a los niños un poco o entretenedlos para que no terminemos entre gritos como ayer. - La noche anterior solo tu pudiste dormir menguando el ruido con una barrera, pero has notado la cara de cansancio de todos, y en especial la de Norman.

Evali no tiene una mirada antigua como Norman, pero tienes claro que no la necesita.

Apenas había tenido tiempo de recuperarme del susto, todavía debía seguir algo pálido. Los 'niños', como bien acertadamente los acabaría llamando Evali, reían pero yo todavía me secaba el sudor de la frente. Norman me pegó otro pequeño y disimulado sobresalto cuando le vi clavar su mirada sobre mí. Su sonrisa me reconfortó, por paradógico que pueda sonar. Pensé que ya estaba, que ya la había liado yo, que él había averigüado mi secreto, pero que cándidamente había aceptado ocultarlo. Mi mente imaginativa ya se puso a divagar otra vez, pensó que él mismo era también mago y que por dentro se estaba riendo cariñosamente de mi novato intento de mantener la fachada como un padre se sonreiría al ver a un hijo torpemente dando sus primeros pasitos. Claro que todo eso era mi imaginación. O eso quería creer, no sé. Tampoco tuve tiempo de darle más vueltas: porque si Norman era el padre del grupo Evali era la madre y nosotros, efectivamente, los niños. Me conforté a mí mismo pensando que yo era el hijo mayor, ese que siempre resuelve los problemas de los hijos menores, y que siempre le acaba dando salchichas al más pequeño. Osea, a Diavorai. Para ser sinceros, el recién llegado era yo, así que a efectos de familia técnicamente debía ser yo el hermano pequeño ¿o tal vez iba esto por edad real?

Como fuera, mi mente ya había divagado bastante, y si me despistaba acabaría de pie soñando despierto, como siempre. Le pedí a Diavorai que se transformara de vuelta en búho y que se posase en mi hombro, y me senté como un buen chico al lado de Norman frente a la hoguera. Cuando me uní al grupo lo presenté como mi mascota. A Diavorai, no a Norman, ¡ja ja ja! Pero sí, sí. Como una mascota, era la explicación más sencilla. ¡Este es Diavorai: un silencioso y pacífico búho amaestrado al que le gusta mucho la comida humana, sobretodo las salchichas, pero como todas las aves no le hace ascos a las semillas y el pan'. Todo eso era verdad, claro, aunque quizás no lo primero exactamente. Un familiar es... mucho más que un animal de compañía. Es más casi como un ángel de la guarda, como habréis podido ya deducir por todo lo que me había ayudado. Un adorable ángel de la guarda plumado y comesalchichas.

- Venid aquí si queréis que cuente una historia. - La voz de Norman pese a su edad es poderosa y te queda claro que todos la han oído perfectamente. El poder de un narrador está en su voz además de en sus historias. - Tengo un par, no se cuál elegir, así que podéis elegir vosotros hoy - Evali mientras tanto cocina. Ella domina no solo la cocina de cientos de lugares, sino que domina más de una docena de artes y disciplinas diferentes. Tiene conocimientos de baile, música, canto, escultura, pintura, dialéctica, reconocimiento de hierbas, setas y animales, y hasta sabe de nudos. No te cabe duda de que tiene que conocer aún más cosas, pero estas son las que has podido descubrir a lo largo del tiempo con ella o con pequeños detalles. Otras te las ha contado Aura. Una mujer increíble para su edad.

- ¿Qué nos ofreces? ¿Podemos oír un poco de cada una para elegir? - Canar vuelve con el buen humor tras oír los patinazos de su hermano con la herramienta.

- ¡Sí! Cuéntanos un poco antes por favor - Aura hace el amago de ir a por su instrumento, pero Evali la detiene antes.

- Nada de instrumentos, hasta terminar de cenar las manos libres. No quiero que se os enfríe, no voy a volver a calentar nada, ¿oído? - Siempre es un placer oír a Norman junto a Aura, pero supones que Evali tiene razón.

Los ojos de Aura perdieron un poco de brillo al no poder tocar, pero aun así parecía muy feliz. En ese momento estaba volviendo Vidar con la herramienta y cara de mal humor, pero Norman no dio tiempo a que pudiera interrumpir el momento alegre de los demás.

- Tengo dos historias, una sobre un grupo de artistas que recorrían el mundo, vivieron aventuras y nunca se separaron, y otra de un hechicero que vivía de incógnito entre la gente común, donde aprendió el auténtico valor de las cosas.