Partida Rol por web

-¡Padre! ¡Hágame er favó de no zé tan quihquillozo! Dijo Max, acercándose al paquete tras el Padre P. Piscinas. ¡Que en ehta vía no hay plazé mah grande que er de abrí er correo ajeno!

Luego Max miró alrededor de la habitación y desenfundó su arma, captando lo que se le había pasado por la cabeza al Padre P. Piscinas.

-Aunque to ehto eh un poco sohpechosho... mah que un gitano corriendo, killo. Acercó su enorme nariz al paquete que inspeccionaba el cura (bueno, tan enorme como la de todos los narizones) y olió. Pero er paquete no me huele a ehplosivo, y de cozah que hasen bum se un rato, que er tasi lo llevo repleto.

No parece que se escuche nada... -Comento con la oreja pegada al paquete- No sé porque se habrá ido la gente de aquí tan corriendo. No obstante, creo que deberíamos ver que hay dentro, cogerlo, y salir por patas antes de que vuelvan.

Tras decir esto toco un poco el paquete (de correos (suena aún peor especificando)), moviéndolo, para ver si tiene algo que haga tic-tac.

Mientras hago esto, Max me interrumpe, por lo que me encojo de hombros, y le digo- Bueno, si tu lo dices... Pero esto es muy raro. Cojamos esto y vayámonos echando hostias. Si la gente se ha ido corriendo de aquí, será por algo. Y si vuelven, estaremos jodidos, pero si no vuelven, seguramente estaremos más jodidos aún...

-No creo que debamos irnos. Deberíamos aprovechar, tomar un baño calentito, dormir bien, comer una comida sustancial y tomarnos unos vasos de txikito, ¿verdad que sí, mi vasquito grandote?

La voz de Curt volvía a ser aflautada, femenina, como de Ana Hammond. Seguro que en todas las mentes sobrias del grupo apareció la misma idea: ¿Y si la tiramos en una sima o algo?

Ana se dirigió hacia Alma y Lorena y las cogió de las manos.

-Aiigh, que mal os veo, chicas. Vais a necesitar ayuda para estar mejor.

Las condujo a un sillón y las sentó allí para que descansaran.

- ¡Uy por Dios! - exclamó la coqueta Alma atusándose la peluca, que la tenía toda revuelta y revirada después del paseíto agitado desde el ferry, tras el comentario acerca de su mal aspecto por parte de Ana. Se dejó llevar al sofá sin rechistar tras el monumental susto de que iba hecha un asco, y es que ella no podía permitirse semejante cosa... aunque a veces todo se ponía en su contra.

¡Qué asgustito se está aquí! Yo estoy de acuerdo en que deberíamos comer algo y aprovechar el calorcito que hace aquí... pensaba la maña acomodándose, al menos hasta que vendría alguno de los muchachos a rechistarle, en el sillón.

Mientras el resto del grupo estaba atento a lo que decía el Padre P. Piscinas yo me acerque a uno de los televisores y me puse a hacer zapping en busca de algo interesante para ver en la tele. Al cabo de varios minutos y de dejarme la yema de los dedos en el mando (pues al parecer apenas tenía pilas, y todos sabemos que cuando el mando esta sin pilas no las cambiamos sino que pulsamos las teclas con más fuerza) lo tire al suelo y le di un par de golpes a la tele maldita tele… ¡hip!... basura. Ni sholo canal en el que den algo de… ¡hip!... anime. Ni shiquera losh Shimpsonsh. Menudo… ¡hip!... chashco.

Intente revolverme para que Anna “Curt” Hammond no me sentara en aquella silla, pero en el estado en el que estaba hasta un snotling me hubiese arrastrado sin problemas. Pero en cuanto me soltó me levante como un resorte, eche la pota debido a lo repentino del movimiento y luego ya me puse a hablar. No me sheash moña que… ¡hip!... te hago la del cangrejo rusho. Lo único que neceshito esh un… ¡hip!... capítulo de One Piece o de Dragon… ¡hip!... Ball para eshtar bien. Y no voy a parar hashta… ¡hip!... consheguirlo. Y dicho esto me dirijo con cara de pocos amigos a otra de las televisiones. Por la gorra de Benji que esta vez lo conseguía.

Ajeno a la rebeldía de Lorena, Patxi dejó su piedra junto al tocadiscos, volvió hasta donde los demás cogiendo el paquete con las manos y lo abrió tal y como habían sugerido Max y el Padre P. Piscinas.

-Cawenzotz, ya estamos como siempre. Dijo al ver a Curt Ana Hammond haciendo de las suyas antes de ponerse a la tarea. Si es que ya estamos tardando pues. Añadió  mientras desmenuzaba el paquete de correos entre sus manos con rápidos movimientos de pelotari. Cuando terminó y sacó del interior una especie de cuaderno se lo tendió al Padre P. Piscinas. Tome abade, que en esto de las letras es usté más listo que uno que lo era mucho.

En la portada del cuaderno podía leerse cláramente: Diario, y un rápido vistazo a las primeras páginas, indicó al Padre P. Piscinas que se trataba de una copia del diario de Sarbelio, uno de los tres estudiantes desaparecidos.

-Y digo yo pues, comentó Patxi mientras dejaba hacer al Padre P. Piscinas. Que la marichica esta tiene rasón. Ya que estamos aquí podriamos aprovechar para tomarnos con calma unos txikitos, o hasernos un caldo, que siempre viene bien pal frío, y a las neskatos les va a venir bien pa dormir la que llevan ensima. ¿Qué desis?

-Hombre compadre, yo la verdá ej que nezesito unaj poca tirita maj y una ziehta no me vendría mal, pero lo que ha disho er zeño cura e zierto. Le comentó Max a Patxi. Tó ejto e mu raro, o aquí ha pasau argo, o ejtá a punto de pazá.

Max miró en torno suyo, estudiando el lugar en el que se encontraban.

-Me lo dishe mi orfato de tasista, y eze nunca falla. Ademáh de que ehtamo en una base de operasione der barbas, lo ma raro e no haberno encontrao con ningún Fanhunter malnasio, que ejto ejtá má vasío que una gala de loj Pekenikej.

Sin mediar palabra, saco la escopeta, y tras el KA-CHIN característico de la recarga, vuelo la tele en un millón de pedazos. No sin antes, claro está, haberme guardado el diario.

¡Me cagüen to lo cagable! ¡Parecéis tontos, copón! ¡Dejad de holgazanear, que al final nos vamos a enterar de porque esto está tan vacío, y no nos va a gustar ni un cacho!

¡Ahora, todo el mundo pa' fuera, antes de que me líe a repartir hostias, y no de las de misa, precisamente! -Termino en un todo visiblemente enfadado. Si no había nadie aquí, es porque algo raro iba a pasar, y no quería saber que era...

Ana miró con rabia al cura.

-Vamos a ver, Pater, que las niñas necesitan descansar, y Max más todavía. ¿Pero no ve, desustanciao, que estamos todos hechos unos zorros? Si es que, necesitais una buena madre que os cuide. Anda, ven p'acá que te de mimitos y un cuenco de sopa calentita, que la vas a necesitar. Suelta esa escopeta como un niño bueno.

Paso a paso Ana se acercó al cura con la sana intención de quitarle el arma y cuidarle, que eso de la rabia contenida luego hace úlceras.

Lo que faltaba, ahora se nos ha vuelto mujer... -comento al oir la cantidad de chorriflauteces que suelta Curt por la boca- Tira pa'lla, a ver si encima te voy a tener que dar la Eucaristía con la mano abierta.

Todos estamos cansados y echos polvo. De hecho, yo estoy muerto de frío, pero tenemos que seguir. Quedarse aquí es un suicidio, porque esto huele a problemas -Y a tigre del tiempo que tenía que llevar esto cerrado- y sucidarse está feo y Dios te manda de cabeza al infierno. Y no queremos que eso suceda. Además, dice la Biblia:

"Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó"

Que yo sepa, no habéis estado seis días andando sin parar. Así que moved el culo, o lo próximo a lo que dispararé no será a la tele -Sería gastar balas, si ya está rota...

Mientras el Padre P. Piscinas discutía con Curt Ana Hammond sobre si salir fuera a tomar el fresco glacial, congelante y tiritante, o quedarse en el interior del edificio en el que se encontraban a tomarse un sopinstant al ajillo bien calentito, la cisterna de un retrete sobresaltó a todo el mundo: alguien acababa de tirar de la cadena del cagadero del lugar, a cuya puerta cerrada nadie había dado importancia.

Luego se escucharon algunos ruidos de pasos en el interior, y el sonido del agua saliendo por un grifo. Cuando el grifo fue cerrado, la puerta se abrió y un tipo orondo embutido en un mono naranja, con una diana roja pintada en el pecho, una enorme cicatriz coronando su afeitada cabeza, y unos cascos enchufados a un mp3 que llevaba en la mano apareció por la puerta.

-¡Oh! Hola, pero zi zoiz vozotroz, entoncez acertaron con lo de que vendriaiz para aquí. Dijo con una voz exasperantemente aguda, como de rata capada.

No pude dar un pequeño salto que casi acaba con mis huesos en el suelo (en realidad lo único que acabo en el suelo fue el último tigretón que me comí) cuando el Padre volvió a hacer gala de su infinita paciencia de cristiano reventando la tele me cago en crishto… ¡hip!... y en todosh losh shantosh del… ¡hip!... calendario sheishcientash sheshenta y sheish… ¡hip!... mil sheishcientash sheshenta y sheish… ¡hip!... vecesh.  ¿Quiere dejar de hacer esho? Va a… ¡hip!... consheguir que a alguno nosh de un ataque al… ¡hip!... corazón. Ademash de cargarse toda la divershion.

Cuando apareció el gordaco me puse las manos en la cintura y me erguí henchida de orgullo, aun metida en el papel de estrella del heavy y pensando que nos había reconocido puesh claro que shi, shomosh Kissh… ¡hip!... Ishomek, el mash grande grupo de heavy… ¡hip!... metal de losh últimosh tiemposh. ¿Y quien… ¡hip!... eresh tu?

-¡Aaandááá! ¡Pero si está aquííí el gordico majico de zevillááá! Exclamó Alma al ver al tipo regordete, y se acercó a él bamboleándose. ¡¡Iccc!! ¡Pero mira que mofleticos más ricos que tiené! ¡¡Iccc!! Dijo pellizcándole una de las mejillas. ¿No te acuerdas de él chicá? Si nos vino a ayudar con los heladícos de la giralda en zevilla que estaban más buenos que paqué ¡¡Iccc!!

Alma se qudó pensando un momento.

-¡Carooó, que contigo venían los mangurrianes esos del Alejóóó! ¡¡Iccc!!

-Ziii, y también han venido aquí, pero yo me iba por la pata abajo y me dejaron quedarme a apretar loz ezfínterez mientraz vigilan dezde fuera. La verdaz ez que tenía ganaz de quitármeloz de encima y arrejuntarme a vozotroz, que teneiz pinta de zer unoz cachondoz, y quiero huir de loz Fanhunterz, pero laz muñeiraz a todo trapo que me ponen en el mp3 me dejan demaziado atontado para uzar miz poderez pziquicoz con mi lazarillo, y miz kililloz de maz no me dejan correr todo lo rápido que me guztaría. Les dijo. Pero han cometido un error, jijiji. Les enseñó el mp3 apagado. No calcularon bien la duración de laz bateríaz y mientraz echaba la madre de todaz laz cagadaz en el retrete, ze apagó el caharro.

El Tipo obscena y desagradablemente gordo se alejó unos pasos hacia la cocina, pero se detuvo al ver las caras de perplejidad de Patxi y Max.

-Ez que el martilleo continuo de laz muñeiraz a todo volumen rezulta carnívoro para el cerebro. Aclaró.

-Ayyyy, mi pobre, que eso fanhunter malvados le torturan. Ven, hijo, que te voy a cuidar. Y no te preocupes, que esto hombretones sanos y fuertes te van a proteger. Excepto es epobre agujereado, que con matenerse de una pieza ya es suficiente.

Otro más al que Ana cogió de la mano y le llevó a sentarse en el sitio más grande posible (y no, no es la taza del váter). Una vez sentado y acomodado, le plantó un beso en la frente como una buena madre haría.

¡Anda, claro que me… ¡hip!... acuerdo! Eresh el tipo que shalio volando… ¡hip!... como Keitaro Urashima en Love… ¡hip!... Hina. ¿Ashi que acabashte aquí, tan… ¡hip!... lejosh? Joer, puesh shi que te… ¡hip!... dieron fuerte shi. Pero no she de… ¡hip!... quien hablash que eshta afuera, ahí… ¡hip!... afuera por no hay nadie le digo al gordete recordando quien era gracias a las palabras de mi amiga del Alma.

Espera un momento... -digo un poco más tranquilo que hace unos momentos.

Rápidamente apunto con una de mis escopetas al Tipo obscena y desagradablemente gordo, para decirle- Vaya, parece que os conocéis, así que nos ahorraremos tiempo en presentaciones... Ahora dime... ¿Quién eres tú, y qué coño está pasando aquí? ¿Por qué está esto tan vacío?

El personaje aquel lanzó un gritito de miedo desde su posición en el sofá donde Curt Ana Hammond lo había sentado, asustado por las escopetas del Padre P. Piscinas.

-¡IIIIIIC! Vale, vale, ya te cuento, zoy el Pzikario Olegario, azignado al comando TNT, loz Tíoz de Negro Trajeadoz que anda traz vozotroz bajo laz órdenez directaz de Alejo. Llegamoz aquí hace media hora, por que, bueno, ezta ez la Baze Antártica Alejo I y claro, ezte ez el primer lugar al que tenían que venir ezoz cabronez a informar, y poner a todo el perzonal Fanhunter bajo zu mando directo, y en cuanto loz ziztemaz de vigilancia del perímetro ze puzieron a zonar a todo trapo por vueztra prezenzia cerca de la baze, dezalojaron a todo el mundo y ze ezcondieron ahí fuera, pero al menoz me dejaron entrar a poner un ladrillo en el cagadero, jejeje. Le respondió el Tipo obscena y desagradablemente gordo llamado Olegario al Padre P. Piscinas. Y ze ha acabado la batería del mp3-z a tiempo, jiji, ahora ya no me pueden controlar con eza múzica infernal, pienzó crugirlez el cerebelo en cuanto loz tenga a tiro, y zi me dejaiz, juntarme con vozotros, ¡Que lo vueztro ez una fieeeezzztaaa!

El Tipo obscena y desagradablemente gordo llamado Olegario miró a Patxi.

-Lo ziento por el dolor de cabeza que te dí en Zevilla, pero ez que no hay muchaz opcionez de elegir cuando llevaz una bomba dentro de la cabeza y un hijoputa de ezoz tiene el detonador.

Patxi frunció el ceño, intentando saber a qué leches se estaba refiriendo el gordo aquel, que cada vez le recordaba más a una albóndiga tamaño familiar por la redondez del sujeto.