Partida Rol por web

La borracha de Alma se puso a la tarea despues de arrastrarse miserablemente hasta los clips y los sacos deshilachados, sintiéndose el centro del universo tras descubrir que todo giraba en torno a ella, pero pronto descubrió que el alcohol en cantidades industriales no era buena compañera para un trabajo como el que se disponía a cumplir, y en su estado, acometer aquello era como ponerse a operar de apendicitis a un mosquito, con guantes de boxeo puestos.

Aún así, le puso empeño, y con un ojo cerrado para enfocar mejor con el otro, y la lengua fuera en señal de esfuerzo, se puso manos a la obra esperando no ser la única en pringar.

El Padre P. Piscinas casi deja sordos a sus compañeros con el sermón de rigor y bien merecido que Lorena y Curt se ganaron por gandules, pero que acabó por convencerles cuando el cura mencionó la posibilidad de empacharse con sus vicios una vez terminaran con el trabajo. Y eso era suficiente para el yonki de las fresas y la borracha (por que los alcoholicos van a reuniones), de modo que tras pensárselo y decidir que la promesa de poder darle a sus vicios más adelante sin que el cura les diera la murga bastaba, se pusieron manos a la obra.

Max, refunfuñó ante la mirada fulminante del Padre P. Piscinas cuando este terminó con Lorena y Curt, y decidió que no tenía ganas de aguantarle, de modo que se levantó del sofa en el que tenía acomodadas sus peludas posaderas de taxista, y también se puso manos a la obra.

La tarea fue tan divertida y entretenida como un documental sobre el cultivo del boniato salvaje, y el paso del tiempo pareció detenerse y entrar en un estado de suspensión indefinida del que no saldría jamás, como en los discursos de Fidel Castro, pero tras un par de horitas anudando clips en los hilos de los sacos, terminaron con la tarea.

Cuando acabaron, y alzaron la vista vieron a un Patxi sonriente al lado de un carrito lleno de chucherías.

-Si es que se os veían tan entretenidos con eso, que no quise molestaros, pues. Dijo. El mutiko de antes subió con los gozokis que pidió la neskato hase un rato y ya han reabastesido el mueble del bebersio, oyes, cosa fina lo que han traido, si hasta me han traido unos Malboronos como los que fumaba Garaikoetxea. Empieso a cambiar de idea de la txabola esta en la que estamos.

Ayayayayayayayaya… ¡hip!... que shepash que me voy a… ¡hip!... quejar a tu jefe de eshto… ¡hip!... ¡Verash cuando she lo cuente a… ¡hip!... Dende el cabreo que va… ¡hip!... a coger. Pese a mis reticencias no me quedo otra que arrimar el hombro gracias a la “amable” petición del padre.

Mientras colocaba los clips uno a uno el tiempo transcurría más lento que en un partido de Oliver y Benji, pero finalmente conseguimos terminar el trabajo sin tener que acabar en el Arkham Asylum. Al mismo tiempo Patxi llego con el carrito de las chuches.

Sin perder tiempo me abalance con agilidad felina sobre el carrito y de un salto me metí dentro a comer a dos carrillos… o al menos eso era lo que pasaba por mi mente. Lo que sucedió en realidad era que fui dando tumbos hasta el carrito y tras trepar con bastantes dificultades conseguí meterme dentro. Aunque lo de comer a dos carrillos sí que estaba sucediendo de verdad.

Alma refunfuñaba por lo bajini mientras hacía el trabajo costoso de separar y anudar los clips... como podía. Intentaba entornar la vista para ver si lo estaba haciendo bien pero lo de ver doble no le hacía el trabajo más fácil y la mayor parte del tiempo tenía que fiarse de su sentido del tacto para saber que estaba anudando un clip y no dos como ella realmente veía.

Al ver que los vagos tras la reprimenda del cura se habían puesto también manos a la obra, se le fue pasando la tontería (el enfado, que no la borrachera) y siguió más animada... hasta que Patxi dio la buena noticia y echó a correr al mueble-bar como una adicta que necesita su chute de droga y se puso a admirar las botellas decidiendo cuál era más bonita.

- Uy... qué diseño tan molón... pero esta de color negro es muy bonita... Baileys... Uy, y se llama "Bailes", tiene que estar riquísimo... - iba hablando sola mientras cogía una botella y luego otra y otra y las iba colocando luego todas bien en su sitio otra vez, de momento no se decidía por ninguna y miraba de reojo al resto de sus compis esperando que no tratasen de acercarse a su tesooooooro.

Max pasaba de currar en el plan del Padre, el había venido a reventar cabezas, no a hacer mariconadas. Pero podría ser muy religioso el cura, pero cuando te miraba fijamente parecía el mismisimo diablo el jodio, así que no tuvo más remedio que hincar el codo como los demás, bueno como los demás no ya que puso en practica una táctica que aprendió en sus años de taxista, la cual constaba de echar pequeñas cabezaditas de cinco minutos cuando el cura no miraba.

Cuando escuchó:

Cita:

Se despertó de golpe y se dirigió a Patxi. Zi zeñó pazame una botellita de whisky y un malporro de ezoz y zi ponez el partido ya zería la oztia! Luego intenta encontrar nuevamente la posturita.

Curt, enfurruñado y aterrado a partes iguales, se sentó a trabajar con el resto de los rebeldes. Primero desprendió todos los clips que antes había puesto en su ropa. Después, comenzó a anudar clips hasta que las manos parecían los pies de otros.

Joder, si esto es como coser, ya entiendo porqué las manos de mi abuelita estaban así de feas. Manda cojones lo que manda Dios...

Cuando Patxi trajo el premio por el trabajo bien hecho, Curt acaparó las botellas de batido y se fue a la esquina más lejada de los demás a darse la buena vida a base de fresas. Y además, no iba a compatir ni mijita. Que se chinchen.

Una vez resuelto el problema de las sublevaciones y demás giliflauteces, todo el mundo se pone a currar. Bueno, todo el mundo menos Patxi, pero lo paso por alto porque no tiene precisamente "dedos de pianista", y puede ser peor el remedio que la enfermedad. Tras dos horas superdivertidas, que amenizo con divertidas canciones que se cantan en misa, como "No has nacido amigo para estar triste (lalalalalaaaa)", terminamos la tarea que el Señor, su extensión en la Tierra, o yo mismo, ha encomendado.

Cuando terminamos, Patxi dice que han restablecido el mueble bar, así que sólo puedo decir- Muy bien hijos míos. Ya podéis poneros a hacer la mona... ¡Pero no os emborrachéis mucho, eh! ¡Que luego hay cosas que hacer!.

Dicho esto mirando a Max, le pregunto- Eh, has dicho que había partido... No jugará el Real Madriz ¿no?.

Mientras digo esto último, saco de mi sotana el cáliz donde tengo parte de vino de misa... Seguro que el vino, con un poco de rica Gaseosa Crus del Gorbea es justo lo que necesito para relajarme un poco antes de realizar el plan.

Max se apresuró a llenar una nueva copa del Whisky que le pasó Patxi ya que la anterior por mucho intentó acabó acribillada por el padre y dar lumbre al malporro antes de contestarle a Piscinas.

Pué no ze pater, hace unas... mira el cazio que adorna su muñeca do horaz para zer mas ezacto, jugaban er Zevilla contra er Beti un partidazo zi zeñó, pero ar final e penzao que hacé lo de los clis ezoz era muxo mejó, donde va a parar... hace un gesto de resignación y vacía la copa en un par de tragos. Ezpero que juegue el Barnacity!!! pa' joé.

-Claro que sí, pues. Aquí hay Malborono pa tol que quiera la hostia. Dijo Patxi tendiéndole a Max lo que este había pedido. Esto es lo mejor para el mus de despues del bazkari: el sigarro que se fuma en las llanuras de Gernika, y no esa blasfemia* cochina que se mete padentro el nagusi Konstantin. Que hay que ver lo que le está costando a este inglés haserse con buenas costumbres...

Patxi caminó de regreso al lugar en el que había dejado la piedra para volverla a recoger, canturreando por el camino una tradicional bilbainada que le había venido a la cabeza al mencionar a Konstantin.

El hermoso vasco agarró la piedra y se la volvió a colocar a la chepa con una mano, mientras que con la otra se hacía con las manualidades de parvulario que habían hecho sus compañeros.

-Si no juega el atleti, el partido no tendrá fundamento, ni sustansia, dijo plénamente convencido, así que mejor nos vamos a la faena pues, que ya hemos disfrutao bastante de las delisias del txoko.

Tanto fúrbol y tanta leche... masculla Alma por lo bajini, lo suficiente bajini como para que no le oigan ni sus pendientes y mucho menos los aficionados con los que compartía aventura y habitación.

Alma seguía sentadita y formal frente al mueble-bar contemplando las botellas nuevas que había traído el granulado botones sin que se dieran cuenta. Casi muerde a Curt cuando este se acercó a por sus batidos de fresa fresquitos, un gruñido por parte de la dama y un cruce de miradas entre ambos fue suficiente para que se entendieran: ella le dejaba coger los batiditos pero NADA MÁS.

Cuando oyó de boca del cura que podían volver a lo que estaban haciendo antes del lapsus de los clises esos no tardó en ponerse manos a la obra de nuevo: otra vez sacó varias botellas, las que parecían más bonitas, de diseño y, por supuesto, más caras, y se puso a hacer el pito-pito-gorgorito para ver por cuál empezar mientras miraba de reojo a su compañera, la única con la que estaba dispuesta a compartir semejante tesoro.
¿Habrán llenado también el botellero de uestra habitación? se preguntó pensativa mientras intentaba abrir con la mano una botella con corcho.

- Pues si hay que ponerse al tajo hagámoslo ya ¡ICCC! que sino yo sigo a lo mío y luego me vais a tener que bajar a borriquitos... jijijijiji. - dijo la maña echándose a reír tras el comentario de Patxi de ponerse con el plan.- ¡Ic!

-Yo estoy un pelín cansado, asi que si quereis empezar si mi...

La mirada del cura disuadió a Curt de hacer ninguna estupidez más. Que una cosa es ser idiota, y otra mucho peor es topar con la Iglesia de frente. Y este cura la representa con todas sus fuerzas, el muy hideputa. Con la escopeta en la mano.

Echó mano a los juegos de lógica, con la otra a la botella de batido que tenía intención de pimplarse, y se dirigió a la salida. En el último segundo antes de tocar la puerta, una voz habló en su cabeza.

-Curt, soy Michael. Mira a ver si puede pillarme un par de Malboronos de esos de ahí, que llevas mucho tiempo manteniéndome a dieta. Y de paso, pilla todas las cerillas que puedas, que en estos sitios te las suelen dar.

-Oye, ¿algien sabe si esto está cerca de Magik? Es que mi señora me espera para cenar, y ya llego como que muy tarde.

-Tú calla, comeflores. Y a tí, macarra, ahora te pillo unos cigarros.

Embutió en sus bolsillos todos los Malboronos que Patxi y Max le dejaron y un par de cjas de cerillas. Ya dispuesto a la aventura, se volvió hacia el grupo.

-¿Leña al mono?

Bien, bien, bien... -comento al ver que la gente está ya preparada- Entonces, hagámoslo. Recordad lo que tenéis que hacer, y no tendremos problemas... Espero.

Patxi, tú ves saliendo a la puerta, para entretener al guardia ese que es como un armario. El resto, id cogiendo partes de la cuerda con los clips, para que no se enreden... Hala, andando.

Dicho esto, espero a que salga Patxi, para agarrar la punta delantera de la cuerda con los dos millones de clips, y empezar a bajar hacia el hall del hotel.

Patxi asintió con la cabeza y marchó de la suite a hacer su parte del plan, caminando tranquilamente y tarareando la bilbainada que no se le quitaba de la cabeza.

Cuando hubo desaparecido por el ascensor, el resto del Dream Team hizo lo encomendado por el enviado del señor, y entre todos agarraron el enclipado cordel para bajar con el mismo a la recepción del hotel.

El paseito hasta el lugar en el que los atendieron nada más llegar no estuvo carente de miradas curiosas de la gente que veía pasar la bizarra procesión, cuya organización costaba mantener, y es que el trenecito de clips parecía una zigzagueante serpiente con parkinson a causa de los bandazos que daban los etílicos Ángeles de Akrabu.

Al llegar abajo, el grupo de rebeldes se encontró con que los recepcionistas continuaban contando la montaña de monedas que Patxi había dejado en el mostrador, a regañadientes y sin saber muy bien si aquella aburrida tarea, comparable a... no se... por ejemplo, a anudar dos millones de clips a un cordel, entraba dentro de su contrato.

La Recepcionista Mona del Hotel Erebus los vió, y astutamente, se deslizó alejándose de sus compañeros para abandonar la cuenta de monedas por un rato y atender al grupo.

-Hola de nuevo, señores, ¿Está siendo la estancia de su agrado? ¿Puedo atenderles en algo? Les preguntó con sonriente rostro.

Max refunfuñó al escuchar a Patxi animar al grupo para comenzar con la misión de vez de quedarse en la esta habitación que parecía más un paraíso que una habitación viendo el fútbol. No pué quearse quieto un rato er joío, ya verás como al final no exan de aquí sin dormí en esta confortable cama, la madre que loz parió. Ezo ezo Patxi tu vez zaliendo... Azí veremoz el partio tranquiloz.

Al parecer lo había dicho demasiado alto y el padre le echó una mirada de pocos amigos obligándolo a levantarse y coger un extremo del largo cordel y seguir a sus compañeros como si unos niños de guardería dándose un paseo fueran. La virgen, lo que hay que hasé. Con la cara parcialmente colorada llegó a la recepción y soltó su parte en el mostrador mirando fijamente a la moza pero sin abrir la boca más que para soltar el humo de su puraco.

Alma miraba sonriente a toda la gente que se fueron cruzando por los lujosos e híper-decorados del hotel como si fueran cómplices del truquito que estaban llevando a cabo. Les guiñaba un ojo (o ambos) a los chicos que la miraba extrañados y a las señoras las sacaba la lengua desenfadada.

Tras lo que le pareció por lo menos una tarde entera llegaron al fin a la recepción y entrada del edificio y no pudo evitar echarse a reír al ver a los maromos contando las monedas que Patxi había tirado sobre el mostrador unas horas antes.
La recepcionista con su sonrisa en la boca se escabulló del trabajo sucio para acercarse al pintoresco grupo.

- Buenos días, buenas tardes y... ¡Ic! Buenas noches, señorica. - le respondió la maña intentanto inútilmente que el hipo no le fastidiara el educado saludo.
Luego se fijó en que el maromo de hacía un rato estaba también allí y se acercó un poco a él sin soltar su trozo de cuerda "clipseada", dejando a la recepcionista sin respuesta, para gritarle enérgicamente al muchacho con su vozarrón aragonés:
- ¡¡Pero cóóó!! ¿No me habías dicho que terminabas de trabajar ya? ¡¡Me podía haber herniado esperandooo, máñóóóóó!

El pobre infeliz miró a Alma desde el otro lado de la montaña de monedas que contaba junto a su compañero, y le respondió con ojos ojerosos, y rostro cargado de hastío.

-Creo que se confunde de persona, ya me gustaría a mí haber terminado ya, señorita, esto es más aburrido que ver jugar al tenis a dos paredes de ladrillo. Le respondió a la beoda rebelde.