Partida Rol por web

- ¡Hay que ir a la Copistería Guggenheim, en Bilbado a por la carta! ¡Esta era falsa! - gritó a sus compañeros guardándose la carta en un bolsillo del disfraz, mientras éstos corrían a la par que ella.

Al girarse, Alma vio a aquella bichocosa y huyó espantada. Sin embargo, su error fue volver a mirar hacia atrás cuando escuchó un gritito que no podía ser más que de Olegario, a tiempo de ver como algo lo aplastaba con un asqueroso sonido de cucaracha pisoteada. El trauma visual fue tal que a la tetona le salió una risa llena de histeria.

Pero al lado del espachurrado gordopilo, ahora más liso que una tabla de planchar, había un enano con la barba sudorosa y sucia y unas manos llenas de carbón o algo parecido, que miraba con lascivia a la muchacha mientras le hacía gestos obscenos y alargaba sus sucias manos hacia su pompis queriendo agarrarlo.

- ¡¡Quita esas sucias manos de mi culo!! - gritó enfurecida mientras trataba de volver a echar a correr entre aquel caos de edificios viniéndose abajo.

Aunque corro como un descosido, algo me hace detenerme un poco... Ese algo son las caras de mis compañeros, igual de la cosa esa chunga. Ahora que me fijo... ¡Son todos Rocco Varela!

Aún así, un Arcángel (o la parte de uno al menos) como yo no puede detenerse por nimiedades. El monseñor está fagocitando a otros monseñores iguales pero más pequeños, así que todo queda en casa. Ya los veré en casa, ahora tengo trabajo divino en la tierra.

Así, sólo puedo seguir corriendo, aunque cualquiera puede hacerlo con tantas distracciones.

La horrisona y tentaculada criatura de más allá del tiempo y el espacio, proveniente de alguna ignota dimensión de locura y ángulos imposibles (vamos igual que la Duquesa de Alba), vio un buen desayuno delante de sus viscosas protuberancias con el que empezar bien el día, y ni corta ni perezosa, decidió usar aal caótico envase de personalidades en el que se había convertido Curt, y al Fanhunter Putensky Camuflado como Pingüino Albino No tan Ciego y Gigante Estropeado como magdalenas mañaneras.

El Fanhunter, volvió a esquivar el seudópodo dirigido hacia él, que rápidamente giró, y fue directo al catatónico Curt, en cuyo interior se generaba todo un debate entre personalidades sobre quién debía empezar a correr, y solo la creciente sombra que comenzó a cernirse sobre él logró interrumpirlo.

Más lejos, y llegando a las escaleras mecánicas con Euskolabel que no se meneaban a pesar de los temblores (en algo se tenía que notar la mano de obra que las construyó), el resto de fugitivos alcanzaba las mismas entre una lluvia de cascotes que cayeron sobre ellos en el momento justo en el que saltaban una grieta que se abría en su camino. Los pedrolos rebotaron en trajes de pingüino y blandas carnes, y mientras que las dos mujeres del grupo mantenían su integridad física a salvo gracias a los avícolas smokings, no ocurrió lo mismo con Patxi y Triple P. Aquello ya eran demasiadas emociones hasta para el fornido vasco, quien se desplomó a los pies de las escaleras, cuan largo era.

En la cabeza de Curt todos discutían por hacerse con los mandos.

-Yo soy más fuerte que vosotros, y los tengo más grandes.

-No, no. Las mujeres y los niños primero. Además, llevas mucho rato jugando con el cuerpo y nos toca a los demás.

[i]-Pero los seres extranjeros de este plano nos merecemos ir primero. Asi que voy yo.

-No, yo. -No, yo. -No, yo. -No, yo.

-¡Callaos todos! Es mi cuerpo y me lo follo como quiero.

De pronto, con velocidad pseudocegadora, Curt echó a correr con todas sus ganas. Nadie sabía quien llevaba los mandos, pero corría que se las pelaba. El pseudópodo golpeó el suelo con fuerza donde Curt estaba unos segundos antes, pero allí sólo quedaba una nube de polvo con la forma del narizón.

Sin pausa ni mirar hacia atrás, Curt se dirigió a las escaleras mecánicas.

La primigenia y terripilante criatura de más alla del tiempo y el espacio, sacudió los tentáculos confusa. ¿Dónde estaba la siguiente porción del desayuno?

Ah, ya la veía, corriendo con las demás porciones rumbo a lo que parecían unas escaleras mecánicas.

Decidida a terminar el desayuno y empezar con buen tentáculo el día, el bichocoso ser arrastró su cuerpo por encima de la abertura de la que había emergido, y terminó por sacar todo su blandiforme físico al exterior, para a continuación, comenzar a reptar a una velocidad endiablada, y con un atronador sonido de edificios derrumbándose a su paso, en dirección al grupo de rebeldes que trataba de alcanzar la escalera, que pudo ver con horror, como una la ciclopea masa tentaculada se les echaba encima como un tren descarrilado que se llevaba por delante los edificios de LA CIUDAD.

¡Esto no puede ser, esto no hay quién lo aguante, este Rocco Varela tiene que llevarse, a alguien por delante!

¡Se monta una bronca, Patxi está en el suelo, ahora está contento, MUER...! Ah no, que no está muerto, sólo está K.O.

Como buena aureola, no puedo dejar que mi gran amigo el monseñor con txapela caiga aquí. Así, con un pequeño empujón, lo subo a las escaleras mecánicas que él mismo hizo antes. Si puedo, le empujo más para subir más rápido.

Y ahora, llega la hora de ganar tiempo... O de devolver a ese gigantesco Rocco Varela que está en modo destructivo a las profundidades de las que procede.

Así, una vez arriba, saco todas las granadas que me quedan. Las ato todas juntas con algunos de mis alzacuellos como buenamente puedo, les quito las anillas, y les doy la patada escaleras abajo.

Lo mismo, si el bulto es bien gordo, Rocco Varela tentacular se lo come pensando que es un desgraciado Rocco Varela bien gordo... El caso es que ya no haya escaleras... Ni ninguna salida por donde perseguirnos.

No obstante, antes de esto, digo al grupo— ¡Albricias, parabienes, y panes de Madagascar! ¡Bastante plátano si llevamos al monseñor a un lugar seguro, así que aviando y a correr cagando calicatas!

Sin perder nada de tiempo y a pesar de ser mecánicas subo las escaleras mecánicas de dos en dos, y no de más porque el traje no lo permitía, tratando de escapar de esa cosa llena de tentáculos. Que había visto demasiado hentai como para saber que eso no podía acabar muy bien.

Al ver al padre Piscinas arrejuntar las granadas me acerco a el para aconsejarle un poco dicen en mi frigorífico que las ínsulas son equidistantes si se mascan por detrás el tiempo suficiente. Sabe Kami-sama que si los chorizos parrilleros son cuneiformes los esternocleidomastoideos tiran de tarjeta de crédito.

La muchacha seguía corriendo que se las pelaba mientras agitaba ambas manos tratando de espantar algo invisible de su trasero. Maldito sea, enano pederasta... ¡no echarás mano a lo más bonito de Zaragotham! gruñía por lo bajini.

En esas estaba cuando llegó, casi a la par que sus compañeros, al inicio de las escaleras mecánicas "made by Patxi". Y entonces es cuando vió al grandullón vasco tirado en el suelo, siendo arrastrado por el cura hacia las escaleras, así que ayudó al hombre en tan ardua y dolorosa tarea, sobre todo para las cervicales. Esto no va a haber ni colchón Flex que lo quite...

Una vez a salvo y sin querer echar la vista atrás, mientras subía por las escaleras, trató de buscar entre la ropa de Patxi las cartas que les habían llevado a aquel indómito lugar. O al menos la última que recordaba que había caído en sus manos en Madrid: la Ancestral Redbull. Una vez arriba ayudó de nuevo a mover al vasco mientras reía enloquecidamente y trataba de no picotear las lorzas del mismo como movida por un extraño desdoble de personalidad.

Curt y toda su compañía se pararon en las escaleras e impelieron a los demás a subir.

-¡No regales berenjenas a tu novia en otoño!

Habiendo resumido en esa frase toda la importancia del Universo, agarró del pie a Patxi y tiró del mismo.

Todos a una como Fuenteovejuna, el grupo trató de echarse a Patxi a la chepa, y llevarlo escaleras arribas, tarea que acometieron ayudados por la móvil mecánica de esta.

Y lo lograron, vaya que si lo lograron. Otra cosa es que se dejaran la piedra de Patxi abajo tal y como vieron al llegar arriba, debido a que nadie la mencionara en su posteo. Cómo se lo tomaría Patxi estaba por ver, de momento solo tenía algo que decir al respecto de la mano de Alma manoseando entre sus ropas, cuando el trajín de las escaleras lo sacó de su desmayo.

-¡Mecawen la leche neskato! Le dijo a la chica. ¿No crees que antes deberiamos irnos de romeria, o al sine como hasen los bikotes modernos?

Iba a decir algo más, pero entonces vió por el rabillo del ojo, el tren desbocado que era la cosa tentaculada, acercándose como una tromba de agua a la posición en la que estaban, y la txapela volvió a saltarle en la cabeza con la impresión, por lo que se incorporó y procedió a volver a poner pies en polvorosa.

—¡Vuelve al patatar del que has salido, rocambolesco filete!

Las granadas de Triple P. volaron en dirección a la criatura en el justo momento en el que el ciclopeo blandiblub alcanzaba las escaleras, y todos se taparon los oidos, cerraron los ojos, y apretaron el culo.

La tremebunda explosión sacudió las escaleras mecánicas de arriba a abajo, ayudando en el proceso a la devastación de LA CIUDAD que no dejaba de venirse abajo, con pretéritos edificios derrumbándose por todos lados, y pluscuamperfectas esculturas de titánicas formas basalticas haciéndose añicos contra el suelo, mientras los temblores hacían retorcerse las entrañas de las montañas de la frescura.

La detonación provocó una nueva lluvia de cascotes, esta vez mezclados con trozos de metal arrancado de las escaleras, y la nube de polvo y piedras cayendo que se originó bajo los rebeldes, ocultó al primigenio ser el suficiente tiempo como para tener un esperanzado alivio que se fue al carajo en cuento de la polvareda, surgió un enorme tentáculo que fue directo al Fanhunter Putensky Camuflado como Pingüino Albino No tan Ciego y Gigante Estropeado, el último de la fila, que junto al caótico puchero de personalidades que era el cuerpo de Curt, todavía trataba de alcanzar el final de las escaleras.

El tentáculo pasó rozando por encima de la cabeza del Fanhunter, antes de engancharse en la roca de la ladera, para a continuación ejercer una colosal fuerza que hizo emerger todo el lozano cuerpo de la criatura de la nube de polvo y rocas, alzándola de un fuerte tirón.

La cosa sonrió con un millar de fauces chasqueantes a nuestros protagonistas, y comenzó la dificultosa ascensión, ahora ralentizada gracias a la acción del Padre P. Piscinas.

La fluctuación actual esta rajada porque el patio de mi casa es particular. Pero si el condensador de fluzo es refactorizado campeara el temporal. A menos que seguro dental, Lisa necesita un aparato. Y tras dejar semejantes perlas llenas de sabiduría y poesía echo a correr en dirección contraria a la cosa esa tentacular más rápido que flash hasta el culo de Red Bull.