Partida Rol por web

Al fin llegaron a la enfermería donde podrían atender al invitado.

No he olvidado nada respondió Sirril con determinación de hecho, son muchas las cosas que ahora puedo recordar, cosas que ni tan siquiera he vivido y muchos ni han imaginado. Mi relación con los humanos no me ha cambiado, puede estar tranquilo, de hecho se fían de mi aun menos que el alto consejo.

La puerta de la enfermería permanecía cerrada, Sirril se dispuso a abrirla pero antes miro a Turak a los ojos.

Puede dejarse de formalismos y rodeos propios de otras especies, ¿por qué esta aquí?

- Muy bien. Sin rodeos entonces – dijo Turak alzando levemente el mentón en clara señal de examen visual hacia su interlocutor.

- Debería volver a Vulcano tan pronto como termine con la asignación actual de la nave. Es el deseo del Alto consejo. Solo adelanto la noticia oficial en gesto de cortesía. - añadió sin levantar demasiado la voz antes de ingresar a la enfermería.

- No volveré a verlo, pero debería entender lo siguiente que diré. “Fal-Tor-Pam”.- advirtió a Sirril antes de prestarse a ingresar a la enfermería en búsqueda de la doctora Walker.

“Fal-Tor-Pam” Sirril conocía la aquel ritual, o su leyenda al menos pues no era un ritual vulcano cualquiera y muchos eran los escépticos sobre él. Así que se trataba de eso, el alto consejo quería experimentar con Sirril ¿por intentar ayudarle? Sirril duadaba de sus intenciones pero más aun de un proceso que le podría liberar de su estado actual, un ritual que podía volver a encerrar a su mente en su cuerpo.

Sirril había traspasdo una línea, una línea tras la que se habría un mundo extrasensorial lleno de posibilidades y conocomiento y del que no quería volver.

Conozco esas palabras consejero, pero me temo que ustedes ya no me conocen a mi.

Sin más y con tan criptica respuesta como cabía esperar de un vulcano, Sirril se alejó por el corredor.

Sin haber pronunciado siquiera una palabra desde que llegó a la enfermería, la doctora activó el intercomunicador de forma privada.

-Capitana, doctora Walker al habla.- A pesar de haber intentado racionalizar aquel asunto desde que abandonó el puente de mando, en la voz de Diane se percibía claramente una sequedad que, al contrario de lo que sí ocurría con su frialdad, no solía estar allí cuando hablaba con De Alba. Desde un primer momento había respetado su forma de hacer frente a comentarios que a otros únicamente intimidaban o disgustaban y, a pesar de su desconfianza inicial, había comprobado como estaba dispuesta a hacer todo lo que estuviera en su mano para poder traer de vuelta a su tripulación sana y salva; por ello mismo, se había esforzado por comprender que, desde un punto de vista lógico, si estuviera en su posición ella igualmente habría optado por el Oficial más cualificado independientemente de consideraciones emocionales y personales... pero que lo entendiera no tenía por qué significar que le gustara. -La decisión sobre mi traslado recae en última instancia en usted: me dio la oportunidad de elegir y así lo hice, el número de veces que pregunte no va a tener ningún efecto en mi respuesta. Si no considera esta opción pragmática para el futuro de la Excalibur, entonces firme el traslado como le manda el deber y el sentido común y entonces me marcharé. Le aseguro que no entra dentro de mis planes el amotinarme para mantener una posición por la que no soy gratificada.

-En cualquier caso, hasta que se tome mi relevo, permaneceré en la enfermería atendiendo a las heridas del señor Ollander a no ser que sea requerida en otra parte. Y, le recuerdo que, si tiene tiempo,- no pudo evitar enfatizar esa última frase con algo de rencor por haber sido despedida sin darle tiempo siquiera a replicar -tengo información importante que mostrarle relacionada con B-Sygnus. Tampoco hace falta que responda inmediatamente si está ocupada, soy lo suficientemente paciente como para esperar el tiempo que convenga.

La doctora recibió un mensaje escrito de la capitana.

- Siempre tengo tiempo para usted Diane, permítame unos minutos y me personaré en la enfermería. De Alba fuera.

Coincidiendo con el informe de Blake, el paciente se encuentra en una meseta sin atisbos de mejora inmediata. Quizás en la Tierra, con mejores recursos y personal especializado, las probabilidades de curación aumentarían exponencialmente. Pero años luz se acumulan a espaldas de la Excalibur con cada hora de viaje, dejando al pequeño planeta azul en un distante punto.

Otro asunto en la infinita lista de tareas de Diane es el análisis médico del prisionero. Casualmente el inepto que secuestro momentáneo de la doctora durante el encuentro en el turboascensor. Al parecer la resistencia, fuerza y agilidad del supuesto humano es sobresaliente. Incluso llegando a resistir tres disparos aturdidores.

Actualmente el prisionero-paciente se encuentra en las celdas de contención bajo la estricta vigilancia de Jankowsky y Unger.

A los pocos minutos de la conversación y tal y como Cristina había indicado a Dianne, la capitana se personó en la enfermería buscando a la doctora.

Diane se volvió hacia de Alba cuando esta entró en la enfermería, apartando su mirada de las desalentadoras lecturas del señor Ollander. Había poco o nada que ella pudiera hacer por él, y eso solo significaba que la Excalibur acababa de perder a uno de los pocos oficiales sensatos y capaces con los que contaba. O, más bien, a otro más. Las malas noticias se acumulaban y eso no favorecía en absoluto que la expresión de seriedad de la doctora se relajara lo más mínimo.

-Capitana, si es que tengo que seguir llamándola capitana cuando parece que ya me ha despojado de mi rango de doctora puesto que me llama tan familiarmente por mi nombre,- En otras circunstancias y fuera del ámbito profesional, no le habría importado en absoluto tutearse con Cristina. Pero dentro de la nave se la llamaba o por su cargo o por su apellido... y no permitía excepciones. Sobre todo después de verse suplantada, con razón o no, de su puesto. -debería ver esto:

Se acercó al monitor de su ordenador personal para cargar el misterioso mensaje que había recibido el día anterior. -Lo recibí ayer con anterioridad al ataque klingon, pero no tuve oportunidad de abordarla en privado: no tiene remitente y estaba encriptado para que solo pudiera accederse con un código de seguridad al menos tan alto como el mío y, hasta este momento, no tengo constancia de que nadie más en esta nave sepa lo que contiene.- Hablaba con tono frío y competente, sin permitirse que sus emociones afectaran a sus deberes, a pesar de que sus cejas se encontraban característicamente fruncidas -En él solo se indica "la razón de la Valiant y B-Sygnus 104" así como un informe de un extraño virus artificial formado por nanosondas semi-orgánicas que todavía no he tenido ocasión de estudiar en profundidad, aunque me temo que se encuentra incompleto.

Se incorporó de la mesa para mirar directamente a la cara de de Alba. -No sabría decirle por qué se ha recibido este mensaje, si es veraz o si su función es ayudarnos o confundirnos, pero es indudable que se están produciendo importantes violaciones de seguridad. Yo incluso sospecharía de sabotaje o de infiltrados en los propios rangos de la Flota Estelar, aunque carezco de ninguna prueba que me respalde: lo que es indudable es que no somos más que peones de ajedrez para un jugador que no se ha molestado en explicarnos cuál es la auténtica situación de este tablero y que no dudará en sacrificarnos si lo considera útil. Baste con decir que nadie, yo incluida, parece saber cuál es el verdadero objetivo de esta misión ni la existencia de ninguna estación en Ouroboros.- Se detuvo un momento, aunque no era necesario en su caso hacer nada especial para demostrar que no estaba de broma. -Mi recomendación, aunque ya no tenga ninguna autoridad para hacerla puesto que no voy a estar presente, es que no se fíe de absolutamente nadie, ni siquiera del Almirantazgo, y se guarde las espaldas. Al menos, si pretende volver alguna vez a la Tierra.

Cristina escuchó a la doctora dedicándole su entera atención, sosteniéndole la mirada en todo momento. A de Alba no le gustó que se hubiera ofendido por llamarla por su nombre de pila, parecía que en aquella nave tenía prohibido acercarse a sus oficiales como una persona normal, por Diane sentía un gran respeto y llamarla así era una forma de acercarse a ella, de otorgarle su confianza... Pero tomaría buena nota y ya no lo volvería a intentar, empezaba a sentirse realmente mal consigo misma por no ser capaz de hacerse entender. Debía de ser la persona más horrible del universo...

- Debe seguir llamándome capitana señora Walker, puesto que en ningún momento la he degradado. Desde que usted fue designada como mi oficial médico he tenido que pelear por usted lo indecible y... Si me lo permite, lo seguiré haciendo

La capitana antes de proseguir se tomó unos segundos, parecía estar debatiendo entre ella, hasta que finalmente se decidió a hablar.

- Doctora Walker, hay un traidor en la Excalibur y hemos sido enviados a una misión suicida, además durante el transcurso de la misma vamos a estar completamente solos. Dicha misión es secreta y me han prohibido comentarla con nadie... Yo también sospecho del almirantazgo desde que el cuartel fue asaltado... Además el interés con respecto a su persona me irrita, porque no es sólo por su padre, me temo que hay alguien más interesado en usted, por todo lo que usted sabe o lo que puede llegar a desarrollar... Hace unos momentos le pedí que reconsiderara el ofrecimiento de su padre, pero no porque quiera deshacerme de usted, sino porque no se como voy a traer de vuelta a mi tripulación a la Tierra... Sin embargo, después de lo que me ha contado prefiero seguir contando con sus servicios antes que con los de los vulcanos... Señora Walker, estoy dispuesta a contravenir las ordenes del vice ministro y las sugerencias de altos mandos de la flota, por usted. Quiero que se quede en la Excalibur. -Le contestó serena, pero enérgica aunque con atisbos de cansancio, la soledad de su cargo y toda la responsabilidad que cargaba sobre sus hombros, no iba a tardar en hacer mella. -¿Es eso posible o me va a decir que ya tiene cita con la peluquera de su barrio?

Si Diane estaba sorprendida por las palabras de la capitana no lo demostró en absoluto. Ni siquiera parpadeó cuando escuchó que la Excalibur se dirigía a una misión suicida o que había un traidor entre ellos, aunque sí que hubo un perceptible alzamiento de sus cejas (cuya tensión se había ido reduciendo progresivamente a medida que escuchaba a su superiora) cuando esta indicó el interés sobre "lo que podía llegar a desarrollar". Era cierto que su colaboración con Naomi estaba produciendo resultados alentadores y que su padre había comentado algo al respecto, pero le costaba entender por qué alguien usaría una expresión semejante para una investigación que todavía no era apenas conocida ni había producido resultado alguno. ¿Y a qué otra cosa si no podía referirse?

-¿Y exactamente cuándo pretende que haya pedido cita? ¿O es que se cree que el trabajo en la enfermería es tan relajado como estar sentada en un sillón sin más obligación que dar órdenes desde el puente de mando?- Respondió, con menos acidez de la que era habitual a pesar de que el comentario era aún más crítico que la mayoría. A pesar de que se consideraba una persona fundamentalmente pragmática, el daño que podría llevarse su orgullo personal y profesional en caso de ser apartada de la misión le preocupaba como mínimo tanto como el daño que podría llevarse su salud y su vida si la continuaba, si no incluso más. Por ello, una vez asegurada su presencia en la nave, su disgusto se había rebajado notablemente y, por ello, se permitió el lujo de "bromear" ya que de Alba le había dado pie. Y, si era cierto que la confianza daba asco, una pulla aún más aguda era su modo particular de señalar que había enterrado el hacha de guerra.

Sin embargo, apenas dicho esto volvió a recuperar la seriedad, si bien no es que pudiera considerarse exactamente que antes la hubiera perdido. -Le repito por tercera vez en menos de veinticuatro horas que no albergo ningún deseo de servir en ninguna otra parte del espacio y le aseguro que sé perfectamente a lo que expongo: hace menos de un año me encontraba a bordo de una nave que fue emboscada por los romulanos y destruida junto a la mayor parte de sus ocupantes.- No tenía ninguna intención de entrar en detalles de su vida, sino únicamente dejar clara su experiencia y, sin embargo, no pudo evitar que en su tono se filtrara un deje de dolor al hablar de aquello -Cuando decidí volver al espacio, lo hice a sabiendas de que cualquier misión podía ser la última, así que no tiene por qué preocuparse de mi seguridad. Además, le recuerdo que es un privilegio del Oficial Médico el saltarse la jerarquía y darle órdenes al Capitán de la nave en caso de que este esté descuidando su salud, por lo que le agradecería que deje de cambiar las tornas y usurpar mi puesto.

-Alguien tiene que preocuparse también por usted, después de todo.- Pensó, recordando el incidente del bar y el lamentable comportamiento tanto del Primer Oficial como de la Comodoro. Quitando tal vez a Jankowski, dudaba que de Alba pudiera llegar a encontrar ningún apoyo a bordo de la Excalibur, pero aquel comentario era demasiado emocional para su gusto y optó por terminar mordazmente -Y, después de todo, visto su historial me preocupa menos que nos embarque en un viaje sin retorno como que, en el caso de que nos traiga de vuelta, tenga que hacer que sobreviva a la consecuente fiesta que se desarrollaría.

Cristina no solía enfatizar con mucha gente, siempre había tratado de mantenerse al margen en cuanto relaciones extra profesionales, incluso durante sus años como cadete, sin embargo y a pesar de la acidez y la peculiaridad del carácter de la doctora, la entendía perfectamente, siendo plenamente consciente de lo que significaban sus comentarios... era curioso como la sonrisa de Muk le resultaba falsa y carente de contenido y como las palabras mordaces de Diane la reconfortaban. Por lo que sin poder evitarlo le dedicó a la doctora una sonrisa, algo que hacía en muy pocas ocasiones.

- Aunque no se lo crea, paso menos tiempo sentada en el sillón de mando de lo que me gustaría... para mayor disfrute del señor Mukherjee, que me lo mantiene caliente en mi lugar- a pesar de la broma acerca del primer oficial, aquel tema le producía dolor de estómago, desde que pisó la Excalibur como capitán siempre había tenido que estar peleando por su puesto, especialmente con su primero, y aquello aún no había cambiado y tenía pinta de que nunca lo haría, la española tenía la certeza de que el hindú la veía como un estorbo a sus aspiraciones, llegando a considerarse a sí mismo mejor, por ello siempre estaba dispuesto a llevarle la contraria ante la más mínima oportunidad e incluso se estaba haciendo con adeptos, como la comodoro y el timonel.

Le repito por tercera vez en menos de veinticuatro horas que no albergo ningún deseo de servir en ninguna otra parte del espacio y le aseguro que sé perfectamente a lo que expongo: hace menos de un año me encontraba a bordo de una nave que fue emboscada por los romulanos y destruida junto a la mayor parte de sus ocupantes.- No tenía ninguna intención de entrar en detalles de su vida, sino únicamente dejar clara su experiencia y, sin embargo, no pudo evitar que en su tono se filtrara un deje de dolor al hablar de aquello -Cuando decidí volver al espacio, lo hice a sabiendas de que cualquier misión podía ser la última, así que no tiene por qué preocuparse de mi seguridad. Además, le recuerdo que es un privilegio del Oficial Médico el saltarse la jerarquía y darle órdenes al Capitán de la nave en caso de que este esté descuidando su salud, por lo que le agradecería que deje de cambiar las tornas y usurpar mi puesto.

- Todos los que nos embarcamos en la Flota somos plenamente conscientes de lo que significa, especialmente los oficiales de mayor rango. No le volveré a preguntar sobre ese tema y me honra que quiera usted servir bajo mi mando- Cristina iba a añadir algún comentario sobre su salud, pero decidió desistir puesto que si lo hacía corría el riesgo de emocionarse porque alguien se preocupara por ella de manera sincera... y mostrar sus emociones era algo que aquella noche se había prohibido a sí misma. Pues cada vez que lo había hecho se había visto en vuelta en discusiones desagradables acerca de su persona y era esencial que sus capacidades como capitana estuviesen al cien por cien- no tengo intención de usurparle su puesto, y como le acabo de decir usted es la oficial médico de la Excalibur, aunque le advierto que soy una mala paciente y puede que no le guste ser mi médico- aquello era absolutamente verdad, el deber era lo principal y ella estaba siempre dispuesta a llegar al límite si con ello conseguía cumplir su cometido como capitán.

Y, después de todo, visto su historial me preocupa menos que nos embarque en un viaje sin retorno como que, en el caso de que nos traiga de vuelta, tenga que hacer que sobreviva a la consecuente fiesta que se desarrollaría.

Ante aquel comentario el semblante de la capitana se ensombreció, tenía el episodio grabado a fuego en su mente, en especial lo concerniente a Muk y a Erika, sus burlas y su negación de auxilio... un auxilio que le llegó sólo por parte de Diane y de Jan.

- Por la fiesta de después no tendrá que preocuparse...- atajó el tema, no asistiría jamás a ninguna donde estuviesen sus oficiales de por medio- ¿Cómo se encuentra el señor Ollander?- cambió de asunto radicalmente por el sonrojo que le producía el recuerdo de aquella experiencia, centrando ahora su atención en su jefe de ingenieros por el que sentía afecto.

-¿Una mala paciente? No hace falta que lo jure, trató de escaparse de mi enfermería sin el alta...- Pensó la doctora para sí, rememorando aquel incidente del que parecía ya que había pasado tanto tiempo. Sin embargo, lo pensó sin ninguna clase de rencor: no siempre habían estado de acuerdo en todas las decisiones que se habían tomado a bordo de la nave, como era normal entre dos personas de pensamiento independiente, pero sí en la mayoría y en caso contrario habían sabido resolver los enfrentamientos. Eso solo ya bastaba para hacerle sentir cómoda a un nivel profesional, pero al ver la sonrisa de de Alba, no pudo por menos que admitir que sentía afecto... y se prometió a sí misma que no dejaría que ese afecto volviera a hacerle perder un Capitán.

-Me temo que hay poco que pueda hacer aquí por él.- Contestó a la pregunta, sumándose al cambio de tema para evitar los malos pensamientos. -Se encuentra en un coma inducido para evitar mayores daños, pero en el espacio carezco de los medios con los que sanar las quemaduras que presenta en los pulmones.- Volvió a lanzar una última mirada a sus lecturas estáticas y negó con la cabeza, más para sí misma que para la otra mujer. -Tal vez en un hospital de la Tierra podría hacerse algo al respecto, pero ni siquiera puedo ofrecerle esa seguridad. Los daños de una explosión de plasma a tan poca distancia son letales en la mayor parte de los casos: el hecho de que al menos siga con vida es mucho más de lo que cualquiera podría haber esperado.

-Por lo menos, le puedo asegurar que un empeoramiento es tan improbable como una mejoría, aunque no sea exactamente un consuelo.- Terminó, volviéndose de nuevo a mirarla -Así que, si no tiene ningún inconveniente al respecto, le dejaré al cuidado de mis ayudantes y me dirigiré a las celdas en caso de que el señor Jankowski y el señor Urmoz necesiten ayuda a la hora de interrogar al prisionero.

Podía notársele el disgusto en las últimas palabras. Decididamente, permanecer a bordo de la Excalibur también presentaba inconvenientes como aquellos.

Cristina miró a Ollander mientras la doctora le hacía un informe sobre su estado, sentía un gran pesar por él, puesto que de sus oficiales junto a la doctora y Jankowsky, era de los que más apreciaba por su profesionalidad, además en el caso concreto del ingeniero le debía una.

- Ollander me salvó la vida- dijo en voz alta más para sí que para Walker, rememorando el episodio del artefacto que le implantaron en la cabeza y como el ingeniero se las arregló para extraérselo haciendo una exhibición de talento y entrega. De Alba de manera inconsciente le posó una mano sobre la del ingeniero y se la apretó con suavidad, quería ayudarlo y no sabía como.

Tras unos segundos la capitana volvió a la realidad y miró a la doctora.

- No tengo ningún inconveniente en que usted realice su trabajo de la manera que considere más oportuna, es usted el oficial médico de esta nave y mi deber es proporcionarle todo lo que esté en mi mano para que lo cumpla. Y así lo haré- la tristeza por la posible pérdida de Jack era evidente, pues a pesar de los esfuerzos de Cristina por mantener sus emociones a un lado, ella era demasiado humana como para contenerlas, simplemente afloraban en sus gestos y su manera de mirar- Le acompañaré al interrogatorio- resolvió tras apartarse del lado del ingeniero jefe, ahora podía dedicarle tiempo al polizón que había puesto en jaque a los sistemas de seguridad de su nave.

Si había algo que a Diane le gustara menos que cuidar de enfermos era cuidar de enfermos que le habían agredido. Y, si había algo que le gustara aún menos que cuidar de enfermos que le habían agredido era cuidar de enfermos que le habían agredido mientras su enfermería se encontraba tomada por personal militar. Todo aquello sumado a la falta de sueño y el estrés de la misión habían hecho que en aquellos cinco días hubiera dado muestras de una irritabilidad aún superior a la habitual: apenas se había comunicado con los miembros de seguridad más que para indicarles poco amablemente cuando le estaban impidiendo la realización de su trabajo, y se había concentrado en la tarea de recabar información sobre el prisionero convenientemente sedado delegando en sus ayudantes el resto de su trabajo para reducir así su nivel de interacción social al mínimo posible.

Sin embargo y lamentablemente, para poder interrogarle el desconocido tenía en primer lugar que estar consciente, por lo que había tenido que ir reduciendo sus dosis de medicación para permitirle despertar. -Después de haber pasado casi una semana en estado comatoso, lo habitual es que en los primeros minutos se muestre ligeramente confundido, pero eso no tendría por qué impedirle contestar.- Informó al orionita y a Jankowski. -Por supuesto, tampoco tendría por qué forzarle a ello si decide permanecer callado, ni obligarle a decir algo más que estupideces. Me temo que curar su insuficiencia neuronal se encuentra muy lejos de mis habilidades médicas actuales y posiblemente también de la ciencia moderna.

Su desagrado por el hombre era evidente y, al contrario de lo que ocurría con otras emociones, en este caso no se molestaba en ocultarlo.

 - ¡Auf, eso me a dolido!. - Interrumpí de improviso, con una sonrisa, mientras abría los ojos sin avisar. Luego miré a los dos MACOS que tan bien conocía. - Ya han oído a la dama, caballeros, nada de torturas de nuevo o se van a meter en un lío.

 A continuación miré el despliegue que había a mi alrededor y comenté jocoso:

 - ¿Este despliegue es por mí?. Me siento como un alto dignatario, no deberían de haberse molestado, por favor. Por cierto, ¿donde está su capitán?.

Jankowsky estaba harto de la actitud del polizón. De todas formas hacerle hablar por las buenas sería inútil y hacerlo por las malas no acabaría bien, la decisión del oficial estaba clara, llamar a De Alba.

-No se que demonios pintas aquí pero te haré caso en eso, verás a la capitana.-

Entonces abrió comunicación con De Alba

-¿Capitana de Alba?, aquí Jankowsky, creo que debería personarse en la enfermería para hablar con el prisionero además él mismo acaba de solicitar hablar con usted.-

Tenía la esperanza de que con la capitana se aclararan las cosas.

La computadora tardo un momento en devolver un resultado definitivo ante todos los análisis realizados por Diane. En cualquier momento la información, aparte de ser el premio de días de estudio, seria el elemento liberador y con ello la solución a la presencia militar en la enfermería y por sobre todo la mudanza del prisionero a las celdas.

Desgraciadamente el informe no era lo que la doctora esperó, suponiendo un contratiempo ademas de el letargo venidero de la situación actual en la enfermería.

La computadora tardo un momento en devolver un resultado definitivo ante todos los análisis realizados por Diane. En cualquier momento la información, aparte de ser el premio de días de estudio, seria el elemento liberador y con ello la solución a la presencia militar en la enfermería y por sobre todo la mudanza del prisionero a las celdas.

Desgraciadamente el informe no era lo que la doctora esperó, suponiendo un contratiempo ademas de el letargo venidero de la situación actual en la enfermería.

El análisis revela que el prisionero es humano en mayor medida, solo que algunas cosas se encuentran fuera de la escala nominal. Las plaquetas del torrente sanguíneo poseen una capacidad regenerativa diez veces superior al de una persona común, los músculos del corazón son el doble de fuertes y los músculos del resto del cuerpo tienen el doble de fibra muscular. También la actividad cerebral es superior a la normal, aunque no es indicativo de inteligencia superior pero si de la agudeza y el tiempo de respuesta.

Todo lo arrojado en el informe trae recuerdos de un pasado remoto, cuando la Tierra lucho por sobrevivir en la tercera guerra mundial, y en especial contra el régimen del general Khan y sus huestes de Aumentados. Los “superhombres” mejorados geneticamente.

De todas formas los Aumentados fueron derrotados en las guerras Eugénicas a fines del siglo XX. Por lo tanto es prácticamente que un Aumentado exista en el siglo XXII.

- Aquí De Alba, voy de camino- contestó a Jankoswky

A los pocos minutos la capitana accedió a la enfermería.

La rubia Blake Willis aprovecha, ya que el Sargento MACO está allí, para pillarlo por banda, y hacerle la revisión de consultorio, que había aplazado durante varios días por no haber podido pasar por la enfermería antes. El sargento, "cautivo" no pierde de vista ni a los hermanos que apuntan al prisionero ni a este. Que además le dirige una mirada de odio que se contiene por bastante poco.