Partida Rol por web

Poco a poco se acercaban a su objetivo, la salida. Aakesh se había vestido con las ropas que había encontrado y si nadie se fijaba mucho, podría pasar por un espectador asustado más.

A medida que se acercaban, Aakesh intentaba disimular lo mejor posible. Echaba rápidas miradas de reojo a los guardias, procurando que no se notase mucho y de que intentaba salir como cualquier espectador más. De tanto en tanto miraba hacia la posición de la capitán, Jankoswky y Lightman para garantizar que los tenía detrás, no muy lejos y estaban bien.

Parecía que estaban a punto de conseguir su objetivo, había pasado delante de uno de los guardias el cual no le hizo mucho caso, pero otro parecía observar algo entre sus ropas. Aakesh se miró y una gota de sudor, una más de las tantas, recorrió su frente. La punta de la espada asomaba entre sus ropas.

Mierda

No sacó la espada para no llamar la atención, pero se preparó para lo que pudiese pasar

Me toca hacer de hombre diana

Tras las órdenes de la capitana, dando un márgen de un par de segundos para que la tripulación se pusiera en marcha, accedí nuevamente a la consola.

Tuve que atravesar varios cortafuegos y una constraseña encriptada, pero el software de la Arena parecía no equipararse con mis habilidades. Sencillamente luego de tanto tiempo, mis dedos no podían apartarse del aparatejo.

Allí, reprogramé las sentencias para que se ejecutaran dos acciones: 1) Que en aquel nivel se activaran todas las alarmas, simultáneamente, con luces rojas y ruido, en aquel preciso momento; y 2) Que en 30 minutos todos los sistemas de soporte vital del nivel se sobrecalentaran y fallaran, al mismo tiempo que todas las puertas se cerraban.

Este protocolo de acciones fue fabricado y ocultado dentro del software de la Arena, pero me aseguré de dejar una rápida puerta trasera por si me veía obligado a desactivarlo.
 

Marché último en el grupo de la tripulación, cubierto con unos trapejos viejos que había encontrado. Entre tanta multitud parecía que tendríamos una oportunidad.

Súbitamente, me sentí demasiado observado por uno de los guardias. ¿Acaso seguía siendo tan atractivo como siempre? Entonces me percaté que no había abandonado la lanza que había obtenido en la Arena, y que la llevaba en la mano como un pequeño accesorio de moda.

No puedo ser más imbécil.

Cristina se había echado por lo alto una túnica gastada color mostaza con una capucha, lo cierto es que hubiera preferido un color más alegre, pero lo suyo era que le sirviera para escaquearse, así que se tragó sus opiniones sobre moda y sin soltar a Jan avanzó entre el gentío esperando que el resto de sus tripulantes consiguieran pasar inadvertidos...

Entonces se fijó en Muk con su precioso filo de espada asomando entre las ropas prestadas... y luego en Ollander portando la lanza con su melena dorada al viento, cual caballero andante... 

"La madre que los parió..." susurró para sí en español reprimiendo las ganas de darles sendas collejas a cada uno. Mientras se bajaba la manga del brazo donde portaba el guantalete e imploraba a cualquier santo o dios primigenio, que les echara una mano y los guardias estuvieran tuertos.

- Tha'Stevenson, puedo abrir camino entre la multitud, he comprobado que fuera de Andoria los humanoides tienden a apartarse de mi.- ofreció el andoriano con un encogimiento de hombros.

Mientras esperaba la respuesta, Ishant empezó a cargar con las escasas pertenencias que habían sobrevivido al ataque, el set de herramientas que había utilizado para reparar la nave, el tricorder que mantuvo a mano y el afilado Ushaan-tor, que enganchó bajo la chaqueta, a su espalda. El arma ritual tenía un aspecto usado pero bien cuidado, de ese tipo que dicen que su sencillez va pareja a su letalidad.

Antes de partir se dirigió hacia Karl y Elung.

- No hagaís demasiadas tonterías.- dijo con voz seria, desmentida por como sus antenas se frotaban suavemente por delante de su frente, señalando que bromeaba.

 - Menudas señoritas de La Flota Estelar, estos no duraban ni una semana en el arrollo. - Pensaba, al ver lo mal que se mimetizaba los humanos con su entorno. Si salíamos de esta, tendría que pensar en pedir algún tipo de plus de peligrosidad, como un sueldo fijo en latinum, una esclava de Orión o al menos algún lujo que compensara jugarse el tipo cada dos por tres por una tripulación tan metepatas con ganas de suicidarse por no saber cosas tan elementales como lo que hay que hacer para no llamar la atención en medio de una multitud igual que ellos.

Jankowsky se había ataviado con los restos de ropajes que la gente iba dejando atrás, un pañuelo rodeando su cuello y tapando parte de su cara y el prescindir de su casco le había parecido suficiente pasar desapercibido.

Le costaba andar por causa de las heridas aunque intentó disimular su cojera caminando de forma extraña al estar en medio de aquella multitud sería difícil que nadie lo notara.

Pudo ver que alguno de sus compañeros no habían sido cuidadosos, negó con la cabeza pensando que se avecinaban problemas. Todavía tenia oculta entre sus ropajes la daga con la que había salido a la arena, pasó la mano por encima de donde la llevaba para asegurarse de que seguía ahí, aunque estaba justo de fuerzas algo le decía que la iba a necesitar. Oyó a de Alba decir algo pese a que no entenderlo pudo imaginarse de que se trataba ya que miraba con furia al primer oficial y al ingeniero.

Con algo de repulsa Johnny se puso los ropajes para pasar desapercibidos entre la muchedumbre y poder salir de allí. Le hubiera gustado ir a por Mohjo, pero tal vez era mejor así. A parte, tenia unas ganas locas de volver a ver a Blake y a Hannah, y largarse de ese trozo de la galaxia lo antes posible.

Siguió haciendo de apoyo a Jan, a cierta distancia por si necesitara de su ayuda, y se alegró de haber dejado el hacha. Afortunadamente el pequeño tamaño de la daga hacia que pasara inadvertida para los guardias que custodiaban la salida.

Confiaba en que todos podrían pasar el arco de inspección, pero tenían que estar preparados por si no fuera así...

¿Mierda, y ahora qué?- pensó el doctor cuando, debido a la inmensa cantidad de gente que huia de la Arena, tuvimos que detenernos a un par de cientos de metros de nuestro objetivo, puesto que avanzar significaba arrollar a todos los que se encontraban delante. Desde luego, toda aquella confusión podía serles de ayuda… pero también podía dificultarles las cosas como no tuviesen cuidado, y con su suerte, lo segundo era bastante probable.

Humano y Gorn- repetí para mis adentros, memorizando los rostros que la betazoide nos mostró en hologramas mientras escuchaba el informe de Karl.

Espero que la explosión no haya pillado por medio a los nuestros… o peor, que estén en medio de la revuelta de esclavos- masculló -Porque de ser así, vamos a tener complicado sacarles en silencio- añadió, tras lo cual asintió a las órdenes de James mientras me descolgaba mi rifle, que sin duda, llamaría la atención -Newton, guárdeme el rifle… y que ni se le ocurra perderlo- le dijo, aunque por el tono, casi se podría pensar que era una orden, asintiendo a modo de agradecimiento cuando tras cogerlo, le ofreció su pistola phaser.

Sonrió ante el comentario del andoriano. -No las hagas tu. -Bromeó. Su tamaño podía ser una ayuda, pero Newton siempre pensaba que un escenario como ese era mejor pasar desapercibido hasta que fuera el momento correcto.

-Suerte ahí fuera. -Le dijo al doctor mientras le daba su arma. No les envidiaba salir ahí fuera. Aunque fuera exigua le gustaba la protección que ofrecía el camión. Su ayuda ahí fuera era más intentar engañar a quién se pudieran encontrar, pero la betazoide y sus habilidades deberían hacerlo bastante mejor que él y eso que no se consideraba malo en esos menesteres. Se colgó el rifle a la espalda y volvió al asiento junto a la radio, le parecía extraño llevar esa arma fuera de la sala de tiro.

Para apoyar a Stevenson en la coordinación con sus colaboradores. -Si tienen los comunicadores puedo ayudarlos a ajustarlos. -Se ofreció a sabiendas de que probablemente negarían su ayuda.

Elung simplemente le dedica una mirada al Andoriano en respuesta a su comentario, uno que no refleja sentimiento alguno y podría considerarse un gesto "amigable" de su parte entre tanta inexpresión. No obstante una vez que el grupo se divide, se acomoda en su lugar mientras piensa en las planificaciones dentro del vehículo cuando el resto vaya a pie hacia el punto en cuestión. 

Al margen de ello, la vulcana comienza a usar el tricorder para detectar las bioseñales y así poder ayudar a sus compañeros en la misión. Asegurando de que no vayan al sitio equivocado o a un punto ciego, uno que entre tanto caos pueda sumar tiempo cuando vienen escasos. 

Tenéis comunicadores? Podemos ajustar una frecuencia común en el canal seguro

Para apoyar a Stevenson en la coordinación con sus colaboradores. -Si tienen los comunicadores puedo ayudarlos a ajustarlos. -Se ofreció a sabiendas de que probablemente negarían su ayuda.

El alienigena del traje ambiental muestra un comunicador Klingon que guarda en uno de sus bolsillos.

- Tenemos comunicadores con señal encriptada del imperio Klingon. Mojho y sus soldados jamás se atreverán hurgar en los canales de comunicación de sus aliados por temor a una represalia. Uno de estos tengo yo y el otro el Gorn. Modifiquen su frecuencia a Alfa-Omega-Tango-Seis - informa a los presentes.

Inmediatamente después el Breen y Aribeth se alejan del camión siguiendo los pasos del Andoriano. Por detrás de estos siguen el primer oficial, la MACO y finalmente el doctor que no deja de maldecir la misión, el gentío y el estado de la pistola de su compañero. En definitiva nada nuevo para él.

Ahora el grupo de rescate queda dividido en dos, con la esperanza de contar con el elemento sorpresa, aprovechando la confusión general.

El aluvión de civiles que literalmente huye de la Arena parece no cesar jamás, llegando incluso a rodear por completo al camión mientras estos avanzan en dirección opuesta al camión y su cabina, la cual otorga una vista amplia de la Ultimate Arena.

Y no es hasta algunos minutos después de cerrar la puerta que Elung y Karl comienzan a escuchar sonidos en el techo del camión y en su parte trasera donde se encuentra la puerta-rampa. Desde la cabina del conductor no se ve nada y desde las pocas ventanas tampoco el angulo es correcto.

Allí, reprogramé las sentencias para que se ejecutaran dos acciones: 1) Que en aquel nivel se activaran todas las alarmas, simultáneamente, con luces rojas y ruido, en aquel preciso momento; y 2) Que en 30 minutos todos los sistemas de soporte vital del nivel se sobrecalentaran y fallaran, al mismo tiempo que todas las puertas se cerraban.

Este protocolo de acciones fue fabricado y ocultado dentro del software de la Arena, pero me aseguré de dejar una rápida puerta trasera por si me veía obligado a desactivarlo.

El mal fue plantado como una semilla a pronto germinar dentro del código en el sistema electrónico de la Ultimate Arena. Lamentablemente para Mojho la situación no haría otra cosa que empeorar, porque jamas imagino que el mejor ingeniero de la flota acabaría prisionero de su espectáculo de gladiadores y que en venganza provocaría semejante desastre en sus instalaciones. Algo mucho peor que un guantelete arma de positrones.

La cuenta regresiva dio inicio en silencio...

El umbral del acceso principal fue la meta de varios y el premio de pocos al atravesarlo exitosamente y dejar atrás la Arena, donde tantas penurias habían experimentado. Meses de esclavitud, malos tratos y pésimos beneficios fueron lo único que recibieron al final de cada día de contienda en la arena. Solo sobrevivir para recibir un tazón de caldo nutricional asqueroso y un catre pulgoso en el suelo de la celda.

Poco mas de una decena de tripulantes logró huir de la arena con la ayuda de los mercenarios, llegar hasta la salida y escapar entre el gentío parcialmente. Si, parcialmente porque los dos últimos, Aakesh y Jack, son descubiertos por culpa de la ínfima probabilidad entre docenas y docenas de personas que abandonan el estadio parcialmente destruido.

Y bajo el sonido de la alarma general un guardia, el mas alto y fornido, señala a los dos humanos encapuchados y mediante gritos alerta a sus compañeros para luego levantar su arma y apuntarles.

 - ¡Xa̜̦͉l̷͍̩̗̲͖͝t̲͉͠o҉͖̖̘̝ ̛̪͕͉̼͙͙̮a̵̖̳͍̙̥̘̜ͅḩ̯͡ͅji̧͔͉̭̺̤̗̯̳͞ ...!-

No será fácil entrar al estadio debido al gran caudal que todavía abandona el complejo de Mojho, porque desde el acceso principal cientos de personas se acumulan, empujan, pisan y arrastran por salir por un sitio diseñado para algunas docenas. Por consiguiente se forma un cuello de botella importante y también la causa de tantos accidentes fatales entre el publico en huida.

Actualmente media docena de guardias hacen todo lo posible por controlar a cada persona que sale al playon de la Arena, pero tan solo una décima parte del gentío es revisada por la insuficiente cantidad de guardias y el excesivo numero de publico que huye.

Incluso para el equipo de rescate de la Franklin y sus aliados mercenarios cada metro hacia la arena constituye un esfuerzo importante por simplemente ir en dirección contraria con respecto al resto del publico que abandona el sitio.

-¡La puta madre! -dije, uno de aquellos asquerosos guaridas nos habían visto. Al parecer, tanto yo como Muk estabamos en el centro de la tormenta, esperando recibir una lluvia de tiros.

Aakesh maldijo por lo alto a la vez que sacaba su espada

-¡Maldita sea!

Apuntó con su arma a los guardias sabiendo que no podría hacer nada frente a las armas de fuego, pero podría intentar ganar tiempo para que sus compañeros escapasen.

-Está bien, me habéis pillado, pero, ¡eh!, ¡tenía que intentarlo!

Coge la espada por la punta y ofrece la empuñadura a los soldados mientras sonríe

-Soy todo vuestro.....y aquí tenéis mi arma en señal de rendición....

Y a modo de enorme puñal lanza la espada al soldado que le descubrió

Artemisa, tal vez, gracias a su pequeño tamaño, empezó a avanzar, lo más discreto que podía, y sin dejar de controlar cualquier posible peligro. No tenía reparo en sus compañeros. Seguro que ellos la tenían más que controlada, y ahora, como avanzaba en cabeza, no dudaría, en, si era necesario, clavar su rodilla en el estómago de algo, no dudaría en hacerlo.

El grupo se puso en marcha, el tiempo corría en su contra y avanzar entre tanta gente no era tarea fácil. Lo importante en aquel momento era pasar lo más desapercibidos posibles y atravesar el control, los escasos guardias estaban claramente sobrepasados pero se afanaban por poder controlar al mayor número de personas.

Separemonos un poco entre nosotros hasta pasar el control, mantengan contacto visual pero que no parezcamos un grupo.

James se acercaba al control, podría ver a su alrededor al resto de miembros de la expedición. Pudo ver apenas a unos pasos como Artemisa pasaba los controles para después hacerlo él mismo.

Al pasar la línea de guardias James hizo la primera comunicación